1ª TRAVESÍA “LOS CAMINOS DE LA TRASHUMANCIA”.
12-01-03 (Domingo)
Para comenzar este nuevo año optamos por realizar esta sencilla pero bonita ruta, que incluimos en el calendario de actividades del club. Se trata de una travesía que recorre los caminos tradicionales seguidos por los pastores y sus rebaños durante la trashumancia por las cercanías de Villayuste. La ruta está catalogada como tal y viene dentro de folletos de la zona conocida como “Cuatro Valles”.
El resultado fue positivo del todo a pesar del error que tuvimos por causa de la nieve y un despiste que nos impidió hacer el camino completo. El transcurso de la misma es como sigue:
Sobre las 8:30 horas salí de casa para recoger a Carmen y Ada en José Aguado. Desde allí nos dirigimos a Guzmán para reunirnos con el resto. Aquí llegaron Jorge, Sonia, María, José Luis, José F., Pablo y Cristina. Estos dos últimos, al no estar aún federados este año, y según la nueva norma del reglamento, tenían que ir en coche propio sin relación ninguna con el club. El resto nos distribuimos en mi furgoneta y el coche de Jorge y nos dirigimos hacia Quevedo donde recogimos a Eduardo, el último componente de la salida.
Poco después de las nueve emprendimos el viaje hacia Villayuste. Hasta pasar Lorenzana no tuvimos problema alguno, pero luego, como ya casi nos esperábamos, la carretera estaba cubierta de nieve helada que nos hizo reducir la velocidad al mínimo, sobre todo bajando el puerto hacia La Magdalena. En ésta paré a llenar el depósito de gasoil y en el pueblo tomamos un café en un bar. Poco más tarde volvimos a la carretera y nos desviamos hacia Soto y Amío, tras el cual se encuentra el cruce hacía Villayuste. El kilómetro y medio de subida a este pueblo también estaba bastante malo, al igual que el trozo donde dimos vuelta los coches.
Nos preparamos para la ruta y a las 11:15 horas emprendimos la caminata. José F. era el que la había propuesto y nos fue guiando más o menos, aunque este trozo no lo había hecho. Salimos del pueblo por el barrio de arriba y ascendiendo suavemente por entre prados cubiertos de nieve y hielo. El viento soplaba fuerte y arrastraba el polvillo de la nieve que nos daba de cara. Yo me subí a una cerca para sacar una foto del pueblo y al bajar metí las piernas hasta la cintura en la nieve.
Íbamos abrigados hasta las cejas por el viento frío que soplaba. Éste mismo formaba en la nieve curiosas y bellas formas moldeadas. El norte, hacia el que nos dirigíamos, estaba cubierto completamente por nubes y niebla que yo temía se cerrara en torno a nosotros. De esa forma íbamos avanzando hasta que llegó un momento en que se nos perdió el camino debajo de la nieve. Más o menos veíamos donde teníamos que llegar, que era un alto a bastante distancia aún de nosotros, pero era complicado ver por donde meterse.
Más o menos campo a través, llegamos a otro camino donde decidimos hacer una parada para picar algo. A la parte izquierda teníamos ahora un valle por el que luego terminaríamos bajando. Siguiendo esta pista comenzamos a bajar demasiado, lo que a José no le parecía lógico. Según él, la ruta iba por la parte alta de la loma sin descender para nada. Cabía la posibilidad de subir de nuevo para alcanzar dicho alto, pero visto el aspecto que ofrecía el alto hacia el que teníamos que ir, conocido como Braña de la Urz, cubierto de niebla, optamos por seguir este camino para ver donde nos llevaba sin más.
Bordeamos la loma aquella siempre en descenso hasta que terminamos en el fondo del valle por el que atravesaba un pequeño riachuelo apenas visible. Los robles con hoja seca, en contraste con la nieve, hacían del paisaje algo casi idílico. Tras atravesar dicho valle comenzamos a subir de nuevo por otra ladera hasta alcanzar la parte alta. El camino había ido desapareciendo y terminamos “perdidos” entre los matorrales. Como teníamos que llegar al otro valle, comenzamos a bajar por entre toda aquella maleza seca que, de no ser por la ropa que llevábamos, nos hubiera dejado llenos de arañazos y rasguños. Procurando buscar los claros menos tupidos, fuimos descendiendo hacia esta otra vaguada. Ahora ya íbamos dando la vuelta hacia el punto de partida. Habíamos atajado unos cuatro o cinco kilómetros aproximadamente.
Por la parte contraria, a media ladera, veíamos un camino que bien podía ser el que teníamos que haber seguido de llevar bien la ruta. Para alcanzarlo había que subir de nuevo por entre la maleza unos cuantos metros, por lo que optamos por llegar al fondo del valle y seguirlo hacia abajo. Por el mismo corría otro riachuelo al lado del cual comenzamos a caminar disfrutando de los hermosos rincones que tenía. Tuvimos que atravesarlo una y otra vez de lado a lado cuando veíamos que era necesario para continuar.
Ya eran las 14:45 horas cuando decidimos parar a comer en unas rocas más o menos limpias de nieve. Allí nos acomodamos durante unos 45 minutos antes de continuar el regreso. En el valle no soplaba apenas viento, pero ya se iba notando el frío del atardecer.
Tras un rato de caminata encontramos los primeros vallados de fincas que tuvimos que sortear como pudimos. Según la ruta, teníamos que pasar por Lago, un pueblo lo lejano ya de Villayuste. José apuntaba que había que seguir valle abajo hasta llegar a dicho pueblo para luego retroceder hacia el final por otro camino. Mi opinión era que, según la situación, si subíamos ahora la loma, podíamos llegar más o menos enfrente de Villayuste, sin pasar por Lago y atajando el tramo éste. No habíamos terminado de comentar lo anterior cuando vimos la única señal de la ruta en todo el trayecto. Según la misma, señalaba la dirección que yo decía, ladera arriba. Por allí ya seguíamos un camino por el que no tardamos en alcanzar la cima de la pendiente encontrándonos con las primeras casas de un pueblo.
En un principio dudábamos que fuera Villayuste y sí Bonella, otro pueblo cercano. No tardamos en confirmar que era el primero de ellos donde habíamos comenzado la ruta y donde la terminaríamos. La entrada la hicimos por otra calle diferente a la de salida y varios perros nos dieron la bienvenida. Atravesamos el barrio alto y descendimos al bajo donde teníamos los coches. Poco antes de llegar a ellos vimos, ya tarde, el indicador del comienzo real de la ruta. A las 16:30 horas algo pasadas llegamos a la entrada del pueblo donde teníamos aparcados los vehículos.
Ahora explicaré brevemente el error cometido y la ruta hecha.
Comenzamos saliendo por mal camino del pueblo, aunque pocos metros después nos metimos en la ruta. Esta transcurre por la parte alta de los montes hasta alcanzar el alto de La Braña de la Urz donde se comienza el retorno por otro lado. Nosotros no llegamos a alcanzar esta altura y nos fuimos por el camino que nos llevó al fondo de un valle desde el que subimos a otra loma y bajamos a la otra vaguada. A media ladera de ésta vimos el camino que venía de La Braña, pero no lo cogimos. Este camino sigue la ruta hasta llegar a Lago, retrocediendo luego hacia Villayuste. Pues bien, al seguir nosotros valle abajo, llegamos al punto donde encontramos la señal con la flecha y que era el camino que venía de Lago siguiendo la ruta. Por lo tanto, éste último tramo también lo hicimos dentro del trayecto marcado. El resto fue un atajo que nos redujo unos cinco kilómetros la travesía. En vez de hacer 16 Km, hicimos 11 Km. Sí que vimos luego, que de haber hecho la ruta entera, casi hubiésemos llegado anochecido.
Cerca de los coches nos cambiamos y poco después emprendimos el regreso. Quedamos en parar en Lorenzana en vez de en La Magdalena para evitar subir más tarde y más helado el puerto anterior a Camposagrado. Comprobamos después que tan solo quedaban en la carretera algunos corros de hielo y nieve en lugares de sombrío. En Lorenzana paramos a tomar un vaso en un bar e hicimos las cuentas de la salida. Sin más continuamos hacia León donde dejé primero a José y más adelante a Carmen y Ada. Sobre las 18:30 horas llegué a Armunia donde di por finalizada la excursión.
Realmente, y a pesar del error cometido, la ruta mereció la pena por su belleza, sobre todo en el tramo del río. Igualmente el contraste de la nieve y los robledales merecen una mención a destacar. Ahora, como ya decidimos, tenemos que hacerla entera y en buen tiempo.
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