lunes, 24 de julio de 2006

ACAMPADA EN EL "BRAÑACABALLO" Y "CURRILLINES". (Tonín) . 22/23-07-06

 


3ª ASCENSIÓN Y ACAMPADA EN EL “BRAÑACABALLO”. 3ª ASCENSIÓN A LOS “CURRILLINES”.

22/23-07-06

De nuevo hemos aprovechado esta época estival para realizar otra acampada de cumbres. En esta ocasión he repetido una experiencia que ya tuve en 1994 cuando, junto con otros dos compañeros, hicimos prácticamente lo mismo que ahora. La tarde de sábado ascendimos al Brañacaballo y acampamos en su cumbre para el día siguiente pasar a los Currillines y bajar de nuevo. Esta vez fuimos cinco los participantes: Juan, Luis, José Antonio, Valentín y yo. Tanto una como la otra han resultado inmejorables dando cuenta de esta última a continuación.

SÁBADO 22
A las 17:00 horas me acerqué a Guzmán con la furgoneta donde ya estaba Luis y no tardó en llegar Juan. Allí estaba también mi hermana Juli que iba a traer la furgoneta para casa. En el coche de Luis nos acomodamos los tres emprendiendo el viaje por la carretera de Asturias. El cielo despejado nos daba ánimos para la actividad. Durante el camino pasamos un rato divertido con las entonaciones de Luis y Juan a las que intenté unirme yo con poco éxito.
Así fuimos avanzando hasta llegar a Villamanín donde nos detuvimos cerca de la rotonda de la nacional a esperar por José Antonio y su hermano Valentín. No tardaron en llegar en la furgoneta de éste último y sin más continuamos el trayecto hacia Millaró donde llegamos sobre las 18:00 horas. Aquí dejamos el coche de Luis y pasamos todo a la furgoneta para dirigirnos con ella hasta Tonín, donde comenzaríamos la ruta.
Cerca de la iglesia aparcó la furgoneta y nos preparamos para la ascensión. En una fuente cercana cargamos agua y a las 18:45 horas salimos del pueblo por una ancha pista de tierra. Este camino entra en el valle del Cuadro por el que baja el río Tonín. Al fondo del mismo pudimos ver la cima del Estorvín de Valverde donde la niebla de Asturias se iba cerrando. El sol aún calentaba lo suyo y yo me había dado protección antes de salir. Nos cruzamos con un grupo que bajaba de este pico hacia el pueblo siendo uno de los componentes conocido de José.
El camino iba ascendiendo en zigzag bastante suave por la ladera derecha de este valle. Antes de llegar al valle de Aguazones, ramal del principal, dimos un brusco giro de 180 grados hacia atrás metiéndonos en el de Garrucha. Allí había una cabaña y personal cerca con varias sombrillas. José Antonio ya se había separado y atajaba por las laderas. Nosotros seguimos el camino y pasamos por encima del arroyo Garrucha que baja de la vaguada entre el Brañacaballo y el Corralón. Éste último le equivocamos con el primero antes de consultar bien el mapa.
Desde abajo vimos una vereda que subía por la ladera hacia la cresta y que salía del camino poco más adelante. Como éste parecía que daba mucho rodeo y se metía por detrás de la loma no sabíamos dónde, optamos por meternos en dicha senda entre matorral bajo. La pendiente se acentuó y bajamos el ritmo. Después de unos metros ya subidos, Luis vio a José por la otra ladera y le pareció mejor, así que bajó de nuevo al camino se comenzó la subida por la otra loma hacia el Corralón, aunque en esos momentos aún no sabíamos muy bien cual era.
Valentín, Juan y yo continuamos sendero arriba mientras se empinaba cada vez más la loma. La niebla se iba cerrando por momentos en las cimas y temíamos que nos impidiera ver algo e incluso orientarnos. Yo tenía prisa por alcanzar la parte alta para ver el paisaje y orientarme bien. El último tramo de aquella loma fue bastante duro ya que el sendero se había medio perdido e íbamos directos a la cresta.
A las 21:10 horas alcanzamos dicho punto. Desde allí nos quedaba aún un buen trecho pero más suave. En la cresta de la otra loma veíamos a alguien, no sabíamos sí a José o a Luis. Por detrás la niebla iba formando unos bonitos contraluces con las cumbres del otro lado del valle. Avanzamos entonces por la cimera del Brañacaballo en la que encontramos algunos caballos. Cuando ya estábamos bastante arriba contemplamos el bello mar de nubes con el rojizo sol metiéndose tras ellas en un atardecer realmente digno de postal.
La última parte de la ladera se volvió a empinar de nuevo y las fuerzas ya iban aflojando. En la cumbre ya se veía a Luis y a ella llegué cuando eran las 22:05 horas. El podómetro marcaba 6 Km. La vista desde aquella altitud de 2188 m era espectacular. La línea rojiza del horizonte se remarcaba sobre el inmerso mar de nubes que cubría todos los valles. En cuanto estuvimos todos, y antes de que oscureciese más, sacamos una foto de grupo en torno al hito. Sin más pérdida de tiempo nos pusimos a montar las tiendas unos metros por debajo del hito en la misma pradera donde hace doce años lo habíamos hecho nosotros. José y Valentín llevaban una pequeña para ellos y yo la mía para los tres. Buscamos un lugar con las menos irregularidades posibles del terreno y en pocos minutos las instalamos. Yo estuve luego sacando algunas fotos con exposiciones largas y una de ellas de la tienda y el horizonte detrás quedó realmente bien. De todas formas, la cámara ya me falla demasiado y me salen las fotos muchas de ellas con líneas cruzando la imagen. Estoy ya en trámites para comprar otra.
Al lado de las tiendas nos acomodamos para cenar. Yo no había previsto la temperatura de la cumbre y no llevaba más que una sudadera. Además, la camiseta térmica iba empapada y la tuve que quitar, por lo que pasé algo de frío. A parte, la condensación era alta ya que vimos como las mochilas, tiendas, etc. se estaban humedeciendo.
Después de cenar ellos se metieron enseguida en las tiendas. Yo quería, a pesar del frío, disfrutar del paisaje nocturno. En la parte sur, abajo, se veían las luces de lo que podía ser Villamanín. Anteriormente habíamos visto y oído los cohetes de la fiesta de Piedrafita. En el hito me saqué una foto con el disparador automático. A las doce casi en punto me metí en la tienda. El viento movía el techo y unido a la falta de una buena almohada, que hice con las botas y el pantalón, me impidió dormir bien. Además, Juan me tenía arrinconado contra la tienda, por lo que la humedad de ésta pasó del techo a la tela y al saco. Vamos, una odisea.

DOMINGO 23
Tenía el reloj puesto a tocas a las 7:10 horas para ver amanecer, pero a las 6:25 me desperté y ya estaba clareando el día. Saqué las primeras fotos y salí de la tienda. También José y Valentín lo hicieron. Un mar de nubes cubría los valles sobre los que se elevaban infinidad de cumbres cuya lista sería muy larga. Haciendo un pequeño resumen apuntaré las de: Ubiñas, Tres Marías, Cedro Pedroso, Fontún, Correcillas, Valdorria, Bodón de Cármenes y el de Lugueros, Espigüete, Morala, Canales, Torres, Toneo, Estorvín, Tres Concejos y como no, los Currillines, a los que teníamos que pasar luego. Así mismo contemplábamos la estación de ski de Pajares, el Valle de Arbás, Busdongo y Villamanín. A las 7:00 horas apareció el primer rayo de sol en el horizonte. Las nubes tras las que salía hicieron que se viera este primer trozo de sol como un pequeño parapente rojo. Era muy curioso el efecto.
Los tres nos habíamos puesto los ponchos de lluvia para contrarrestar el frío. Yo seguía sin camiseta, por lo que me estaba quedando helado. En cuanto comenzó a calentar un poco el sol la coloqué en el hito para que se secase. Ellos dos volvieron a la tienda tras un rato mientras yo quedé para seguir contemplando el paisaje del amanecer. Al contrario que había pasado en Peña Corada donde las nieblas subieron por las laderas hasta desaparecer, aquí se fueron disipando poco a poco dejando los valles limpios por completo. Cuando se volvió a levantar José Antonio bajamos por la ladera norte unos metros y vimos Piedrafita al final del valle de Riosol.
De nuevo en la cima ya estaban fuera todos y desayunamos. Luego recogimos las tiendas y en la cumbre sacamos otra foto en el hito. En el buzón de donde habíamos cogido una tarjeta el día antes dejamos la nuestra ahora. A las once en punto emprendimos la marcha hacia los Currillines. Bajamos por la loma Este hacia el Pizarra. En vez de ir por la línea de cumbres, nos metimos en la ladera siguiendo los senderos que se veían. El mayor contratiempo de este tramo consiste en tener que bajar hasta los 1688 metros de la collada Farramedal para luego subir a los 1942 de los Currillines.
José Antonio, por no variar, se fue a su aire por lo alto. El resto fuimos perdiendo altitud con dirección a un camino que veíamos más abajo cerca del cual había unas cuadras de ganado. Juan seguía rezagándose incluso bajando y le sacamos buena ventaja. Además, se separó de la ruta y bajaba directamente hacia estas edificaciones. Nosotros las dejamos atrás y entramos en el camino más adelante.
Por él recorrimos unos metros antes de abandonarlo y comenzar a bajar de nuevo por una ladera con matorral que se nos fue cerrando hasta casi no dejarnos avanzar. “Luchando” un poco con la maleza salimos al claro por debajo de unas rocas donde varias cabras y algunos perros se encaramaban en las mismas. Estábamos en la collada de Farramedal a 1688 metros de altitud. Eran las 12:20 horas.
A continuación nos esperaba una fuerte pendiente ya hacia la cumbre de los Currillines. Entre escobas bajas subimos con el calor ya apretando. Hacia atrás íbamos contemplando la cumbre del Brañacaballo y toda la ruta de descenso. En poco más de un cuarto de hora subimos este tramo y nos situamos en la parte alta. Por esta cimera retomamos la marcha más suavemente pasando poco después un collado desde el que se veía Villanueva de Pontedo. Un sendero pedregoso y empinado nos enfilaba hacia otra atalaya de rocas por debajo de la cual pasamos. Yo vi bajar corriendo hacia ellas a dos personas sin mochila y tardé un poco en darme cuenta de que eran Luis y Valentín.
Pasamos por debajo de estas rocas y en la última collada nos reunimos todos de nuevo. Abajo vimos el pueblo de Millaró a la vera de unos riscos. Solo unos pocos metros más, pero de fuerte inclinación, nos restaban a la cumbre que alcanzamos a las 13:30 horas. Este vértice es muy rocoso y con fuertes caídas por cualquier lado, por lo que no hay que andar jugando mucho en él. Su altitud es de 1942 m y hay una cruz con buzón. Al igual que nos sucediera en aquella ocasión, también ahora encontramos numerosas hormigas voladoras por la cumbre. Esperamos a que llegasen todos y sacamos una foto arriba dejando una tarjeta en el buzón. Desde la misma se veía en el valle Villamanín, Barrio de la Tercia, Fontún y otros pueblos del entorno. Bajamos unos metros a la sombra de unas rocas para comer. El calor era sofocante y se agradecía tener un lugar como aquel para hacerlo disfrutando además de unas vistas espectaculares.
A las 15:20 horas comenzamos el descenso. Siguiendo los consejos de José Antonio decidimos bordear la cumbre hasta la parte sur y coger un sendero que se veía desde la cima. Lo más rápido hubiese sido bajar por la vaguada desde la que antes habíamos visto Millaró, pero como tampoco había prisa, lo hicimos por la otra vertiente. Como digo, bordeamos las rocas hasta situarnos debajo de la cumbre por la parte sur. El sendero estaba muy marcado y bajó suavemente hasta alcanzar la parte alta de una loma. Bordeamos unas rocas por la parte sur y tras ellas nos encontramos una vaguada en la que entramos. La parte alta era de pradera pero poco a poco se fue estrechando y cambiando a rocosa. Íbamos en tres grupos, José y Luis por delante, Valentín y yo luego y Juan, que aún bajando se quedaba muy retrasado.
Poco a poco nos fuimos metiendo en una canal estrecha y de fuerte pendiente pero fácil de bajar. Por los laterales se alzaban formaciones pétreas de curiosas líneas. Algunas de ellas estaban horadadas y se veía el cielo a través de los huecos. De pronto Valentín me avisó y llegué a ver la cola de un zorro que corría canal abajo. Ya bastante cerca de la carretera, en una sombra, paré a esperar a Juan que tardó en llegar media hora de reloj.
El último tramo caía al río y tenía bastante inclinación con hierba, por lo que había que asegurar el pie. El estrecho cauce del arroyo Millaró lo cruzamos por un tronco de madera tras el cual, y tras una subida de unos tres o cuatro metros, se encontraba la carretera que llega al pueblo del mismo nombre. Eran las 17:40 horas.
En la carretera estaban ya Luis, José y Valentín con el coche del primero. En él subimos todos y nos encaminamos hacia Tonín donde estaba la furgoneta de Valentín. En pocos minutos llegamos a este pueblo donde nos cambiamos de ropa y calzado. Allí pude beber también el agua que quise, ya que los dos litros que había subido no fueron suficientes para toda la ruta. En el pórtico de la iglesia estaban varios vecinos y cuando fui a sacar una foto de la fachada me invitaron a ver el interior. Está restaurada de hace dos años, y aunque pequeña, era bonita.
No tardamos en emprender el regreso a León. Valentín iba al pueblo directamente mientras que José Antonio vendría con nosotros. Al igual que el día antes, la niebla se iba metiendo por las cumbres desde la parte asturiana.
Tras recorrer los escasos cinco kilómetros de estrecha carretera salimos a la nacional por la que nos encaminamos hacia la capital donde entramos sobre las siete de la tarde. Aquí quedaron José Antonio y Juan mientras que Luis me atraía a mí y descargamos las fotos hechas por ambos.
Con ello dimos por terminado un grato fin de semana de disfrute pleno de la montaña. Con ésta son ya dos salidas este año en las que hacemos noche en una cumbre. Para seguir repitiendo.
































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