EL BLOG DE JAVI GALLEGO: BELÉN DE CUMBRES EN LA CERRA Y PEÑA PERICO

lunes, 20 de diciembre de 2021

BELÉN DE CUMBRES EN LA CERRA Y PEÑA PERICO - (Sotillos de Sabero) 18-12-21

XXX BELÉN DE CUMBRES. 1ª ASCENSIÓN A LA “CERRA”.

2ª ASCENSIÓN A LA “PEÑA PERICO”. (Sotillos de Sabero).

18-12-21 (Sábado)

Un año más hemos colocado el tradicional Belén de Cumbres, una actividad destacada dentro del calendario de actividades con la que damos por finalizado el año montañero del grupo celebrando la Navidad en tan bello entorno. Como es habitual, solemos escoger una sencilla ruta accesible para que cualquier participante con un mínimo de preparación física y experiencia montañera pueda realizarla sin dificultad alguna. En esta ocasión se eligió la Peña Perico, una cumbre en el valle de Sabero a la que se accede enteramente por caminos y sendas y con una altitud no muy destacable, aunque no por ello las vistas que se ofrecen desde la misma son menos interesantes. Si a eso añadimos una climatología inmejorable y un grupo animado a disfrutar, tenemos la jornada perfecta para terminar el año montañero, como ya anticipé. Diez componentes nos animamos para esta ocasión: Carmen, Terry, José Luis N., Vanesa, Álvaro, Silvano, José Luis, Juan, Guiomar y yo.

En el lugar habitual nos reunimos los ocho participantes que salimos de León a las 8:45 horas en mi furgoneta y el coche de José Luis N. con -4º C en los termómetros. Mientras el sol aparecía por el horizonte avanzamos por la autovía hacia Puente Villarente para girar a la nacional con dirección a Boñar. Las praderías se encontraban totalmente blancas por la fuerte helada caída. Sobre las 9:25 horas llegamos a Boñar donde nos reunimos con Carmen y Terry para tomar un café en una cafetería de dicha localidad. El cielo se mantenía completamente despejado mientras recorríamos el último tramo hasta Sotillos de Sabero, pueblo al que llegamos a las 10:05 horas aparcando en la parte alta del mismo, al lado de la iglesia.

Allí mismo nos preparamos para la ruta bajo las lomas de la Camperona al Norte, y tras una foto de grupo, iniciamos la marcha a una altitud de 1197 metros. Por las calles del pueblo comenzamos a descender hacia la carretera general, que atravesamos para meternos en la que se dirige a La Ercina. En las márgenes de la misma pueden verse numerosos restos de la actividad minera que antaño había en toda esa zona: escombreras, poblados, instalaciones, etc. etc. y que hoy están totalmente abandonadas.

Tras recorrer poco más de 1,000 km llegamos al punto más bajo de ese primer tramo, 1140 m, y abandonamos el asfalto para meternos hacia la sierra por un camino ascendente dirección Este entre pinos, robles y algunas camperas. Los charcos que encontramos en el mismo estaban totalmente congelados así como el mismo terreno. Nos pasó un todoterreno hacia arriba y luego lo vimos parado más adelante donde la pendiente se hacía algo más pronunciada. Habíamos cambiado a la vertiente Sur de la sierra y dimos vista al valle de La Ercina en el que, además de dicho pueblo, distinguimos varios más en esa orientación. Por encima, al Norte, en lo alto de la sierra, nos encontramos con algunas crestas rocosas a las que se encaramó José Luis. No tardamos en divisar por delante el alto de la Cerra con la antena en su cumbre.

A la misma llegamos cuando eran las 11:30 horas y habiendo hecho 3,200 km desde el inicio. Aunque su altitud es de tan solo 1322 metros, la he considerado como "cumbre" en el listado de las ascendidas. Sobre un gran zócalo de hormigón se asienta esta gran antena a cuya base se accede por una escalera. La panorámica desde ese punto es imponente, divisando todos los valles al Sur así como el valle de Sabero al Norte. Tras éste se podían distinguir numerosas cumbres, las de más al Norte cargadas totalmente de nieve, como Peñas Pintas o los Llerenes. Las más cercanas como el Pico Moro, Rionda, Peña Corada, Campriondo o la Camperona se mantenían ya libre de ella. En el Valle de Sabero podíamos ver todos los pueblos del mismo: Sabero, Sahelices, Olleros y Sotillos. A escasos metros de esta cumbre y solo un poco más bajo, han colocado un banco desde el cual se puede contemplar todo este valle.

Desde allí el camino se convierte en senda por la misma línea cimera y bastante campera. Las escobas dominan las márgenes de la misma mientras perdemos muy poca altura, incluso pasando algo más adelante por otra cima de altitud igual a la Cerra pero sin ningún signo destacable. Algún otro penacho rocoso dejamos atrás en este tramo de la sierra que poco después inició el descenso hacia el collado ya anterior a la Peña Perico. A lo largo del recorrido veníamos viendo señales de la ruta "La Cerra” con diferentes distancias en cada una, aunque no he llegado a saber que recorrido exacto hace.

Volvimos a meternos entre pinos ya cerca de este collado situado en la cabecera del río Horcado que baja a Olleros. Bajamos a la vera del pinar y a las 12:25 horas llegamos al mismo encontrándonos allí con un cartel informando de una cacería desde ese punto hacia el siguiente valle, el del Esla, en el que vimos Cistierna abajo y la sierra de Peña Corada más al Este. Un cazador que estaba allí cerca nos alertó también de la misma. Una vez más esta práctica “deportiva” nos hacía modificar una ruta prevista, ya que la intención era seguir el camino un tramo más para llegar al pico Trespeña antes de coronar la principal.

Al menos nos quedaba la opción de atajar por el mismo sendero por el que hace unos años habíamos subido José Luis y yo con una fuerte ventisca de nieve azotándonos. En aquella ocasión habíamos partido de Olleros por el camino que luego usaríamos al bajar y cerca del cual hay un refugio, cerrado de aquella y que veíamos ahora desde allí. Desde ese collado emplazado a 1308 metros de altitud emprendimos la fuerte subida por dicho sendero entre matorral y a la vera de otro pinar por el Este. Algunos se fueron adelantando y no tardamos en verles en la cima ya no lejana. A las 12:55 horas llegamos los últimos del grupo a esta cima de la Peña Perico con una altitud de 1406 metros y tras haber recorrido 6,300 km.

Nos acomodamos para comer en las rocas de esta cumbre desde la que el paisaje es algo más amplio que desde la Cerra. Sí veíamos ahora al Norte los Mampodres, con muchísima nieve en ellos. También al Oeste emergía el Polvoreda, Valdorria, Bodón, etc. etc. Al Este y lejanos, el Espigüete y varias cumbres hacia San Glorio. A unos 800 metros, y en la misma sierra en la que nos encontrábamos, veíamos el vértice geodésico del pico Trespeña, un poco más abajo y a 1356 metros de altitud. Habíamos comentado la posibilidad de acercarnos hasta él por la cresta y el pinar y volver, pero al final nos habíamos acomodado ya en esta cima y lo descartamos.

Tras la comida iniciamos el “ritual” ya tradicional de la colocación del Belén de Cumbres. Además del portal, repartimos en torno a él todo lo que se lleva para la celebración: turrones, bebidas, galletas, bombones, roscón de reyes, panderetas, etc. etc. Una vez dispuesto nos ponemos a su vera para sacar la foto “oficial” de grupo. Luego solo restaba la celebración con los villancicos y otras canciones populares (des)-entonadas al ritmo de las panderetas y la música más moderna de los móviles. Ataviados con algunos gorros y otros adornos navideños pasamos un rato de lo más agradable cantando y bailando mientras dábamos cuenta de los dulces y la sidra llevada para la ocasión. Ah!, las habas de los roscones se las llevaron Álvaro y Guiomar, que al final se escaquearon del trato hecho de pagar todo el resto del piscolabis..........

Antes de abandonar la cumbre dejamos nuestra tarjeta en el bonito buzón con forma de casa cerca del cual hay una figura metálica modelada de dos montañeros y una pequeña chapa en la roca. Juan llevaba otro pequeño belén que también dejó entre las rocas un poco mas abajo.

Sobre las 16:00 horas iniciamos el descenso por la cresta hacia el Oeste. Este primer tramo era muy herbosa y se caminaba cómodamente. Enseguida la mayoría se echó por la loma Sur hacia el camino del valle, entre esta cresta y la sierra de la Cerra, mientras José Luis y yo continuamos por la línea cimera. Ésta se volvió más rocosa y abrupta con vaivenes y altibajos continuos hasta hacerse casi intransitable. Yo decidí entonces comenzar a bajar también hacia el valle por las vaguadas de la ladera Sur hacia el camino por el que ya iban los compañeros. La pendiente era pronunciada, pero no se bajaba mal. Lo peor lo encontré al llegar abajo, cerca del río Horcado, que no tenía caudal alguno, pero que estaba franqueado por un muro de matorral espeso y espinoso entre el cual me costo trabajo encontrar paso, no sin antes rasparme las manos y cara con alguno de esos espinos y zarzas.

Eran las 16:35 horas cuando enlacé con este ancho camino, por el que José luis y yo habíamos subido en aquella jornada invernal. Por delante ya iban los compañeros a los que se había unido también él y al que poco después lo hice yo. Poco más adelante, en el hueco de una roca cerca del camino, encontramos una hornacina con la imagen de una Virgen y flores a su vera. No lejos del mismo había un merendero entre el bosque de hayas. En varios puntos umbríos el firme del camino estaba aún totalmente blanco por la helada. Así llegamos al cementerio de Olleros donde comenzaba el asfalto por el que enseguida entramos en el barrio de La Mata de Olleros de Sabero. Cruzamos por la calle de este pequeño barrio al Suroeste del pueblo viendo las últimas luces solares sobre la cima de Peña Perico. Atravesamos la carretera principal, que evita el paso por los pueblos del valle, y entramos en un camino por el que comenzamos a subir hacia la que sí va cruzándolos todos. También pasamos ésta para iniciar una fuerte subida por una ladera de hierba que a mi me parecía que ya subía demasiado y sin saber hacia donde. Por ello decidí descender de nuevo y coger un camino entre ambas carreteras que me ofrecía más garantías. Solo José Luis, Álvaro, Terry y Silvano continuaron subiendo por la misma, teniendo suerte al final ya que sí había un camino superior, como luego nos dijeron.

El resto seguimos avanzando por el del valle que nos sacó a la carretera a la altura de las instalaciones mineras en las que destaca el gran castillete. Cruzamos de nuevo esta vía principal para meternos ya hacia Sotillo de Sabero dejando atrás estas instalaciones ya ruinosas. En una finca cercana vimos un bonito mural de figuras metálicas de animales muy bien decoradas. La calle daba un gran rodeo y cogimos un camino bastante pendiente que atajaba dicha curva. Nos sacó a un parque no muy lejos ya de la iglesia y el final de la ruta. Desde ese parque tuvimos en esos momentos otros dos paisajes destacados de la jornada. Por un lado, la luna aparecía en esos momentos entre la doble cumbre del pico Moro, aún iluminada por los rayos solares anaranjados. Por el Oeste, un cielo anaranjado daba fondo y contraluz a unas farolas y árboles del parque formando todo ello otra foto de postal.

A las 17:45 horas terminábamos nosotros la ruta en la plaza de la iglesia donde ya estaban los otro cuatro compañeros. El GPS me marcaba como datos totales y principales: 11,500 km y un desnivel acumulado de 526 metros. Anochecía mientras nos cambiamos e iniciábamos el regreso a las 18:10 horas. Carmen y Terry lo habían hecho poco antes. En pocos minutos llegamos a Boñar donde nos detuvimos de nuevo a tomar un refrigerio. 5º C marcaba un termómetro en esta localidad a las 18:30 horas. En ella encontramos las calles y plazas decoradas ya con adornos y luces navideñas.

Unos 45 minutos estuvimos allí antes de retomar el regreso a León donde llegamos cuando eran las 20:00 horas. Dejé a los compañeros que venían conmigo y a las 20:30 horas llegaba yo a Armunia, donde la temperatura que marcaba el termómetro cercano era de 1º C.

Sin duda podemos decir que hemos terminado el año montañero del grupo de manera inmejorable. Como ya avancé al inicio, todo contribuyó a ello: la climatología, la ruta cómoda y agradecida y como no, los participantes en la misma, hicieron que el resultado fuese como no podía ser de otra forma, perfecto. Tras las fechas navideñas iniciaremos las del nuevo año con la misma ilusión y ganas que hemos terminado éste, esperando que las circunstancias nos sigan acompañando.

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