XXIX BELÉN DE CUMBRES.
3ª
ASCENSIÓN AL “SEXTILÓN” (Solle)
19-12-20 (Sábado)
La tradición vuelve a hacerse presente en nuestras rutas de montaña con la colocación del Belén de Cumbres, con el que habitualmente damos por finalizado el año montañero, al menos por mi parte. Tras aplazarlo la semana pasada por la mala climatología prevista, que luego no fue tal, lo hemos puesto este sábado en la que sí tuvimos algo de mal tiempo al inicio de la misma, pero respetándonos el resto de la jornada. Escasos participantes, pero con buena disposición para disfrutar de esta ocasión señalada en el calendario de actividades del grupo.
A las 8:40 horas arrancamos Álvaro y yo de mi casa para recoger seguidamente a Mª Jesús, José Luis y..... José Luis (José para diferenciarlo en adelante). Eran las nueve cuando emprendimos el viaje hacia Solle, pueblo natal de Álvaro, de donde partiríamos para hacer esta ruta. Un termómetro marcaba 9º C a esa hora. La niebla y la lluvia nos acompañó durante buena parte del viaje hasta llegar a Boñar donde nos detuvimos a tomar un café unos minutos. El mismo panorama continuaba cuando retomamos la marcha para bordear luego parte del pantano del Porma antes de desviarnos hacia Solle, 1160 m.
A las 10:30 horas aparcamos en este pueblo donde nos preparamos para la ruta mientras la lluvia seguía cayendo, no muy fuerte, pero constante. No soy amigo de llevar paraguas a las marchas de montaña, me parece un estorbo, pero cuando las mismas son en su mayoría por caminos o sendas limpias, sí que lo he hecho. Sujeto a la mochila, me deja las manos libres para los bastones sin molestar demasiado.
Eran ya las 10:55 horas cuando iniciamos la ruta por la calle principal de Solle dejando atrás la ermita de la Virgen del Camino y cruzando enseguida el arroyo Reguerín. Por encima del pueblo, al Nordeste, se emplaza iglesia de San Pedro que aparecía entre las viviendas. Ya a la salida del mismo hay una fuente con pilón desde donde se inicia el camino que sube paralelo al arroyo la Llosa. Unas señales de madera no lejos de allí nos indicaban la dirección a Valdesolle y La Biseca. Otras más recientes indicaban la distancia y tiempo al collado de Orones por dos alternativas diferentes siguiendo el PR-LE 30. La que iba por Valdesolle era la que íbamos a seguir nosotros durante un tramo.
El camino estaba escoltado en algunos puntos por enormes formaciones rocosas en el lado izquierdo mientras por el derecho eran los prados y el arroyo el que lo delimitaba. En ellos pastaba algo de ganado. Por la laderas contrarias caían cascadas de agua en varios lugares que cruzaban el camino por tubos bajo el firme de tierra. Cruzamos este arroyo para seguir ahora por la margen derecha del mismo ganando altura mientras el valle se iba abriendo. En los prados de la parte baja vimos ahora algunos caballos y potros y poco después un grupo de tres rebecos cruzaba por la ladera contraria metiéndose enseguida entre el matorral.
Poco a poco la nieve fue apareciendo en el camino en forma de corros aislados. Zizagueamos por la loma mientras nos acercábamos a la niebla pero la lluvia iba desapareciendo. Llegamos así al desvío del camino de Las Bisecas, un bosque de avellanos considerado como el más grande de la Cordillera Cantábrica y uno de los más grandes de Europa. Dejamos el mismo a la derecha y continuamos por la izquierda divisando en pocos minutos el refugio de la Peña del Valle. Poco antes del mismo hay una fuente con pilón, El Recogedero, de la cual rebosaba el agua.
A las 12:20 horas, tras 3,100 Km hechos, llegamos a dicha cabaña situada a 1441 metros de altitud y al abrigo de unas formaciones rocosas. Este refugio es de piedra con cubierta de tejas y en su interior encontramos un sofá rojo y una chimenea. Nos sacamos una foto dentro y retomamos la marcha incorporándonos al camino que seguía subiendo hacia el collado. Echando la vista atrás aún podíamos ver el valle por debajo de las nieblas que se cernían sobre el mismo. A las 12:50 horas alcanzamos este collado que da paso el valle del arroyo Remolina, que baja hacia el Sur, al valle principal de Reyero y Pallide. En los mapas figura este collado como Puerto de Linares y se emplaza a 1498 metros de altitud, sumando hasta el mismo 3,700 Km.
Una cancilla de madera cierra el paso del ganado entre valles y sobre ella puse la cámara de fotos para sacar una instantánea del grupo en este punto. Pues bien, la nieve impedía abrirla bien y al pasar la moví, cayendo la cámara con la lente abierta en medio de la nieve. Aunque la limpié enseguida, no tardó en empañarse por dentro impidiendo sacar más fotos. Tuve que cambiarla por la que llevo “de agua”, que saca las fotos de peor calidad y colorido.
Retomamos la marcha metiéndonos de lleno a la loma Sur del Sextilón por la que subía otro camino menos marcado y con nieve. Nosotros lo evitamos de momento subiendo por la ladera de hierba que no tardando se fue cerrando de escobas y otros matorrales. Al final algunos optamos por salir al camino en el que la nieve lo cubría casi por completo ralentizando la marcha, pero sin la molestia de la maleza. José Luis seguía por el medio de la loma directo a la cima y José se nos unió a nosotros enseguida. No tardamos en divisar en el valle el edificio de la nave ganadera con la casa en la que hace años pasamos parte de la noche en una ruta nocturna por la zona. En ella teníamos pensado celebrar el Belén de Cumbres en caso de muy mal tiempo y de ser más participantes.
Llegados a un determinado punto situado a 1686 metros de altitud abandonamos este camino para subir ya directos a la cima por la pendiente loma entre roca, nieve y escobas que íbamos sorteando por el mejor sitio posible, aunque en algunos lugares metimos “la pata”. Aquí volví a cambiar de cámara al comprobar que ya se había desempañado la lente por completo. Apunto que no era la primera vez que me pasaba.
Trepando fácilmente los últimos metros por la roca alcanzamos nosotros la cima, en la que ya estaba José Luis, a las 14:25 horas tras 4,900 Km hechos. En la misma solo un montón de rocas marca esta cumbre de 1754 metros de altitud en la que no tardamos en colocar nuestro belén rodeado de todo lo que llevábamos para la celebración y hacer la foto “oficial” del mismo y del grupo. La niebla se mantenía por encima y parecía ir disipándose, incluso la temperatura no era demasiado fría.
Comimos y la mayoría de nosotros nos dispusimos a celebrar la Navidad Montañera como lo hacemos habitualmente en estas fechas al igual que muchos montañeros más. Ataviados con gorros y otros “artefactos” decorativos dimos cuenta de los turrones, frutos secos, bombones, roscón de reyes, sidra, etc, etc que llevábamos para tal evento. Animados con todo ello nos atrevimos a “destrozar” algunos villancicos al ritmo de las panderetas que hacíamos sonar. Mientras, el paisaje se abría dejándonos disfrutar del mismo. Al Sur aparecía parte del pantano del Porma y el valle de Reyero con dicho pueblo en él, si no me falla la orientación. El Susarón emergía al Suroeste y también vimos algunas cimas hacia San Isidro. Lo que más nos “impresionó” fueron los Mampodres cuando la niebla se abrió por el Norte y aparecieron cubiertos por la nieve con el fondo oscuro de los nubarrones. Poco más vimos, aunque tras la previsión que teníamos, era suficiente, y el que al menos no lloviese era un regalo.
Un buen rato estuvimos disfrutando y celebrando todo ello antes de recoger y prepararnos para el descenso, dejando allí únicamente el belén y nuestra tarjeta de cumbres en un bote. A las 16:45 horas iniciamos la bajada hacia la misma orientación echándonos en esta ocasión por una ladera algo más limpia al Norte pero cargada de nieve igualmente. Hubo quien hizo algo de culoskí en ella. De nuevo enlazamos con el camino algo más arriba del punto en el que lo habíamos abandonado subiendo. En esos momentos se colaba algo de sol iluminando el valle en el que veíamos la nave y casa. En este trayecto de bajada pudimos disfrutar de unas vistas espectaculares cuando los rayos de ese sol del atardecer se filtraron entre las nubes sobre el pantano y las siluetas de las cumbres formando verdaderas postales. A las 17:41 horas desaparecía tras las cumbres del Oeste en otra panorámica espectacular.
Poco a poco fuimos perdiendo altura hacia el collado al que esta vez no llegamos ya que nos desviamos antes hacia la ladera y el pequeño refugio de la Peña del Valle. Por la vertiente contraria vimos pasar en esos momentos otra manada de rebecos corriendo. A las 17:55 horas llegamos a este refugio en el que nos tomamos la botella de sidra que habíamos reservado para rematar la faena.
Ya anochecía cuando retomamos la marcha media hora más tarde entrando al camino y pasando cerca de la fuente del Recogedero. La luna creciente ya se elevaba en el firmamento que se oscurecía por el Este. Habíamos comentado la posibilidad de bajar por el bosque de Las Bisecas, pero daba más rodeo y no merecía la pena. Además, y debido a las restricciones por el Covid 19, se debe de estar en casa a las 22:00 horas, salvo causas concretas y justificadas.
En el camino encontramos ahora algunos tramos embarrados que por la mañana estaban más cubiertos por la nieve e incluso más helados. Ya es habitual, y lo tomamos a risa, que mantienes las botas más o menos limpias durante la jornada y cerca de los pueblos se embarran en los caminos. Por las laderas seguían cayendo las cascaditas de agua y cruzamos el arroyo entubado bajo el camino. Fue gracioso el momento en el que a Álvaro, que llevaba todavía puesto el gorro de Papa Noel, se le quedó colgando en la rama de un arbusto cercano al camino. A mi se me había caído anteriormente sin darme cuenta y menos mal que iban detrás ellos y me lo recogieron.
Era noche cerrada cuando vimos las primeras luces de Solle y daban las 19:30 horas cuando entramos en el mismo Mª Jesús, Álvaro y yo. Los otros dos compañeros se habían ido adelantado un poco. En el pilón de la fuente nos lavamos las botas embarradas antes de continuar la marcha por las calles del pueblo hacia donde teníamos la furgoneta. Antes de llegar a la misma nos encontramos con unos bonitos cachorros de perro y su madre cobijados en las escaleras de entrada a una vivienda. Nos paramos unos minutos allí haciéndoles carantoñas y demás antes de caminar los últimos metros al final de la ruta que terminamos a las 19:45 horas. El GPS marcaba 9,700 Km hechos con un desnivel acumulado de 605 m.
Nos cambiamos y metimos todo a la furgoneta, casi haciendo números, ya que como es habitual, parece que volvemos con más cosas que llevamos. A las 8:15 horas iniciamos el viaje de vuelta bordeando parte del pantano y llegando luego a Boñar. Nos metimos hacia la Plaza del Negrillón para ver la bonita decoración navideña de la misma en torno a la parroquia de San Pedro y los restos del conocido emblema de la localidad. 2º C marcaba un termómetro en la misma a las 20:50 horas.
Paramos de nuevo en el bar de por la mañana a tomar un café y nos sacamos unas fotos con unas mascarillas muy navideñas que había llevado José. Pasaban unos minutos de las nueve de la noche cuando reiniciamos el viaje hacia León. Poco antes de las 22:00 horas dejaba a José, luego a José Luis y por último a Mª Jesús. Álvaro y yo terminábamos el mismo a las 22:20 horas en mi casa, donde había dejado el coche. Un termómetro cercano marcaba 1º C.
Una vez más cumplimos con esta costumbre montañera de celebrar la Navidad en el bello entorno en el que realizamos las actividades habituales durante el resto del año. Éste ha estado marcado por la pandemia del coronavirus (Covid 19), que nos ha cambiado por completo las costumbres más cotidianas en el día a día, entre ellas la práctica del deporte, prohibida durante algunos meses y con medidas y restricciones el resto de ellos desde el mes de Marzo. Esperamos una rápida vuelta a la normalidad para volver a disfrutar de todo ello como lo hacíamos anteriormente.
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