1ª
TRAVESÍA “HOCES DEL TURIA Y HUMEDAL DE BARCHEL” (Benageber – Valencia)
02-07-16 (Sábado)
Siempre que voy de vacaciones
procuro hacer alguna ruta, corta o larga, en la zona en la que me encuentro.
Este año me he ido a Valencia unos días y antes había buscado algunas rutas
para poder hacer por allí. Elegí una de ellas cercana a Benageber, a unos 110
Km de la capital, que recorre una parte del cañón del Turia y en la que se
pueden ver, en la época adecuada, unas bonitas cascadas. No pude disfrutar de
ellas, pero sí de sus efectos en el paisaje.
La
ruta prevista era circular y ascendía a lo alto de una sierra para bajar luego
por dicho cañón. Un error inicial, que tengo que agradecer por lo que luego
aclararé, la redujo a la última parte de la misma, no por ello menos bonita.
Me
levanté a las 8:00 horas y bajé a desayunar al comedor del hotel, emplazado en
el mismo centro de Valencia. Con una pequeña mochila salí del mismo cerca de
las 10:00 horas a por la furgoneta, en un aparcamiento cercano del mismo
establecimiento. Minutos mas tarde salía de la ciudad por la A-3 dirección
Madrid. En Utiel abandoné esa vía para meterme en una más convencional con
dirección Benageber. Entre monte y pinares avancé por ella dejando atrás el
desvío a esa población para emprender el descenso de un puerto hacia la presa
del embalse del mismo nombre. Tras 114 kilómetros hechos llegué a la misma
aparcando al comienzo de la ruta. Eran las 11:40 horas y estaba a 542 metros de
altitud.
En el
lugar había unos jóvenes con quienes conversé unos minutos mientras me protegía
del sol con crema. Como ya apunté, mi idea era subir por un sendero a la cima
de la sierra, a unos 720 metros y bajar luego por el cañón. Aunque el desnivel
no era excesivo, los 12 Km de ruta y el calor ya sofocante a esas horas lo
acentuaba. Pues bien, tras prepararme y protegerme del mismo, emprendí la
marcha a las 12:05 horas. Crucé una barrera metálica que impide el paso de
vehículos no autorizados y me metí en una pista ancha por encima del cañón
formado por el río Turia al desaguar de la presa. Por cierto, ésta tiene un curioso
rebosadero superior algo inusual formado por un sifón circular en medio del
pantano y cercano a la presa por el que se cuela el agua a modo de desagüe de
lavabo o fregadero pero elevado.
Cuando
ya había recorrido varios metros por dicho camino, y viendo el GPS, me di
cuenta del error. Iba en sentido contrario a lo que quería hacer. También me di
cuenta de otro detalle importante, si bien llevaba bastante agua, no había
metido nada para comer. Quería haber comprado algún bocata o algo de camino, y
al final se me había pasado por completo. Eso, unido al calor sofocante que
hacía, me hizo desistir ya de dar la vuelta para hacer la ruta completa e
incluso de hacerla en este sentido, ya que la subida desde el puente sobre el
río, al que ahora bajaba, hasta la cima era bastante pronunciada.
Echando
la vista atrás tuve una bonita vista de la presa y parte del antiguo poblado
que se levantó para la construcción de la misma y que se extiende por varios
puntos de las laderas cercanas y entre los que discurre una ruta marcada en un
plano que antes había visto. El desnivel al cauce era considerable en esa
primera parte de la ruta y se podía contemplar las laderas del cañón, en
ocasiones paredes verticales. La pista era ancha para el paso de vehículos y
protegida en su mayoría por pretiles de cemento o barandillas de metal por el
lado de la caída y en varios lugares estaba armada sobre firme de piedras.
También por el lado de la pared había algunos muros de contención para los
desprendimientos de las laderas y riscos. Impresionaba acercarse al vacío.
Las
laderas estaban cubiertas por pinares en su mayoría, aunque en la vereda del
camino podían verse enredaderas, flores, helechos y otro sin fin de plantas
más. En uno de los muros de contención vi como manaban cuatro fuentes por tubos
colocados a tal efecto. Apenas manaba un hilillo de agua en algunos de ellos,
pero la suficiente para que se formase a su alrededor un ramo de helechos.
A las
13:15 horas, tras 3,200 Km hechos, llegué a Los Chorros de Barchel. Por una vaguada
del cañón se desprenden en época de lluvias unas cascadas, ahora secas, que han
creado unas bellas formaciones erosionando la roca calcárea dejándola como una
“esponja” con estalactitas en las cavidades. La vegetación seca y pegada a
ellas producían un raro y bonito efecto al conjunto. Allí me saqué varias fotos
y estando en ello pasó un grupo numeroso de chiquillas con monitores que se
dirigían también hacia el puente colgante. Este cañón y las cascadas están
dentro del espacio protegido de “Las Hoces del Turia y el Humedal de Barchel”
emplazadas en el Alto Turia.
Tras
un rato allí continué ruta para encontrarme a los pocos metros con otro rincón
no menos espectacular. Se trataba de una especie de cavidad abierta, aunque más
bien era un techo de roca erosionada, con unas formaciones de lo mas curioso y
bonito que yo solo había visto hasta ahora en el interior de cuevas. Una
escalera excavada en la piedra subía a una pequeña caverna a la que me
encaramé, no sin precaución, ya que la verticalidad casi total y la arenilla
que había en los peldaños no era para despistarse. En su interior me encontré
con otro tesoro geológico que me dejó impresionado. Numerosas estalactitas, muy
erosionadas, formaban el techo de la misma en el que también vi un grupo de pequeños
“tubitos” huecos que me fascinaron. Me saqué fotos con todo ello antes de
descender con sumo cuidado y asegurando bien los pies en los peldaños
resbaladizos.
Retomé
la marcha, ahora entre arboleda, y a tan solo 300 metros llegué al desvío de una
pista cementada y de fuerte pendiente hacia el río que tomé siguiendo la ruta
que llevaba del GPS. Por ella bajé otros 150 metros antes de tomar un sendero
de tierra a la derecha, en el que me encontré una higuera llena de frutos. No
tardé en llegar al puente colgante sobre el Turia cerca del cual, en una campa,
estaba el grupo de niños y monitores con quienes entablé conversación. Eran las
14:30 horas y estaba a 400 metros de altitud. Hasta allí llevaba 4,600 Km.
El
puente estaba a unos 3 metros sobre el cauce, era de madera y con amarres de
alambres trenzados y hierro. Tenía algo más de 2 metros de ancho y unos 20 de
largo. Al lado contrario encontré un curioso buzón con forma de casita colocado
en el contrafuerte del puente en el que había varias tarjetas y papeles
escritos como los que encontramos en las cumbres de los picos. En él dejé una
mía. Una de las niñas que iba en el grupo se empeñó en hacerme un par de fotos
allí. Estaban de campamento algo más arriba del pantano.
Desde
ese punto seguía el sendero que debía coger de continuar la ruta hacia la cima
de la sierra, cosa que no tenía intención de hacer. Con el solazo que “pegaba”
y sin comida hubiese sido una temeridad.
Algo
más de media hora estuve allí antes de retomar la marcha de regreso. Me desvié
hacia la orilla del río un momento para verlo y emprendí la fuerte subida hacia
la pista principal. No eran más de 60 metros de desnivel, pero agotadores. En
algunos puntos vi canales de hormigón con túneles por los que bajaba agua,
supongo que de captaciones que hacen por la zona.
En el
regreso, que aunque de poco desnivel, era subida, apenas hice paradas. Sí vi un
pequeño corral de ganado en un abrigo de las rocas del cañón. El sol de la
tarde cambiaba también el paisaje ahora en el regreso y cuando podía buscaba la
sombra de la pared para ir pegado a ella. Poco a poco fui girando con el valle
hasta divisar la presa. En la pared me fijé en unos números y me di cuenta que
era la distancia que había desde el comienzo de la ruta. Me saqué algunas fotos
con la presa de fondo y a las 16:17 horas terminaba la travesía. El GPS me
marcaba 8,500 Km y 200 metros de desnivel acumulado.
Para
sorpresa mía me encontré debajo de la furgoneta, pero a la vista, el bote de
crema solar. Me lo había olvidado por la mañana y los jóvenes me lo habían
dejado allí. Me cambié y decidí volver por otra carretera, por lo que crucé por
encima de la presa para comenzar a bordear el pantano en el que paré varias
veces a fotografiarlo. Desde la parte contraria pude ver más claramente el
poblado descrito en los carteles y diseminado por las cercanías de la presa. La
carretera cambió de rumbo y se desvió de este valle para pasar el alto de
Mataparda, 850 metros, ante de comenzar el descenso hacia Tuejar.
Entre
pinares serpenteaba dicha carretera en este valle en el cual ya veía el pueblo.
Dejé atrás algunos campos de olivos y a las 17:20 horas entraba en Tuejar tras
15,000 Km. Aparqué en una calle en la que vi un supermercado que me dijeron
abría en media hora. Di un paseo por las calles para hacer tiempo y cuando
abrió compré algo de embutido, pan y un refresco para comer sentado en un banco
de la plaza en la que estaba la iglesia y el ayuntamiento. Casi a las siete me
puse en marcha hacia la parte alta del pueblo donde suponía había un castillo
que marcaba una señal que había visto. Preguntando por el mismo me dieron
indicaciones para llegar, pero sí me dijeron que no esperase castillo alguno.
Aún así subí unas pendientes calles cementadas en las que vi varias pinturas de
índole religiosa que me intrigaron.
Salí
del pueblo y por unas escaleras de cemento alcancé el cerro en el que había un
recinto con antenas y los restos casi inexistentes de la antigua fortaleza. Lo
que sí mereció la pena fueron las vistas desde allí. Tenía el pueblo a los pies
y todo el valle se extendía hacia ambos lados. A la espalda veía numerosos
cerros más y algunos terrenos con árboles plantados en las laderas. Al final
del valle se podía divisar lo que parecía el comienzo de un gran cañón. Estuve
un buen rato en este altozano sacando fotos y disfrutando de la bonita y amplia
vista antes de emprender el descenso.
Me
seguían llamando la atención las calles pintadas con motivos religiosos y salí
de dudas preguntando a unos vecinos sentados a la puerta de casa. En agosto,
cada cinco años, se celebran en Tuejar las “Fiestas Gordas” en honor a la
Virgen. Éstas duran casi un mes con diferentes actos y las calles se pintan
como adorno para el paso de procesiones y demás. Estaban recientes porque el
año pasado coincidió esta celebración. Dando un paseo por allí vi también unos
bonitos baldosines en las paredes de las viviendas representando un vía crucis.
En otro supermercado compré un refresco antes de emprender el regreso a
Valencia a las 20:00 horas.
Una
señal indicaba 74 Km a la capital. En el trayecto disfruté del paisaje con
numerosos barrancos y vaguadas que cruzaban la carretera. Me picó la curiosidad
ver como desde un determinado punto la carretera se convertía en la “Autovía
del Turia”, según la señalización, pero con solo un carril por sentido y sin
dividir. Al final se desdobló la vía y por ella llegué a Valencia a las 20:50
horas. Crucé la ciudad y salí por el Norte hasta llegar a Alboraya, a las
afueras de la capital, donde vi una bonita puesta de sol a las 21:25 horas. De
nuevo en marcha volví hacia el centro y a las 22:00 horas llegaba al
aparcamiento y minutos después al hotel.
La ruta fue de lo más sencilla y bastante corta,
pero el paisaje del cañón y las formaciones rocosas de las cascadas merecieron
la pena el desplazamiento. Además completé la jornada visitando Tuejar y viendo
una bonita puesta de sol. Redonda.
MAPA ESQUEMA
ENLACE RUTA GPS:
PLAZA DEL AYUNTAMIENTO
AYUNTAMIENTO DE VALENCIA
CAMINO DE BENAGEBER
PRESA DE BENEGEBER
COMIENZO DE RUTA
EL CAÑÓN DEL TURIA
CURIOSO Y BONITO MANANTIAL
CHORROS DE BARCHEL
CAÑÓN Y RÍO TURIA
PUENTE COLGANTE
CORRAL ENRISCADO
DE VUELTA A LA PRESA
EMBALSE
PRESA Y ANTIGUO POBLADO DEL EMBALSE DE BENAGEBER
TUEJAR
COMIDA / MERIENDA
CALLES PINTADAS
ANTIGUO CASTILLO DE TUEJAR
DESDE EL "CASTILLO"
PUESTA DE SOL EN ARBOLAYA
VALENCIA NOCTURNO
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