3ª TRAVESÍA A LA “CASCADA DE SOTILLO DE SANABRIA”. Y 1ª TRAVESÍA A LA “LAGUNA DE SOTILLO”.
24-02-13 (Domingo)
Por fin hemos cumplido una de las actividades previstas dentro del calendario de este año. En el mismo figuraba como una ruta sin definir en Sanabria y en la última reunión del club se acordó realizar ésta.
En Guzmán nos reunimos los 9 participantes en la misma: Mª Jesús, Nati, Cundi, Álvaro, Tiquio con Rex, José Luis, Marcial, Carmen y yo. En los coches de Marcial y Tiquio emprendimos el viaje a las 8:00 horas saliendo por el nuevo enlace Sur de la ciudad hacia la autovía de Benavente. Desde ella conectamos con la de Orense hacia Sanabria hasta salir en Puebla. En El Puente nos detuvimos unos 20 minutos a tomar un café cuando eran las 9:30 horas. Nos restaban 7 kilómetros a Sotillo, 1090 m, al que llegamos cuando eran las 9:55 horas y tras 160 Km. recorridos.
Nos preparamos para la ruta al lado de la iglesia y emprendimos la marcha a las 10:15 horas. Un indicador nos señaló el camino a seguir saliendo del pueblo entre prados y huertas. Cruzamos un puente sobre el arroyo de Truchas y llegamos a un área recreativa en el que unos carteles nos informaban de la ruta, trazado, altitudes, distancias, etc. A la cascada teníamos unos 2,5 Km. con un desnivel aproximado de 250 metros.
El camino seguía ahora encajonado entre taludes de tierra y tapiales de rocas. En varios tramos encontramos agua y barro, por lo que decidimos salirnos hacia la pradera. No faltaban también una gran diversidad de árboles, entre los que abundaban los castaños y robles. Encontramos varios tocones de gran grosor tumbados a las márgenes del camino. En algunos lugares se podían ver las raíces en la tierra excavada y de ellas colgaban chupiteles de hielo.
Seguimos avanzando y subiendo casi de continuo mientras el bosque se hacía más frondoso. El suelo estaba cubierto totalmente por la gran cantidad de hojarasca marrón del mismo. Cruzamos numerosos arroyos que bajaban por nuestra derecha formando además bonitos saltos entre el verde musgo. El camino se volvió pedregoso y había que tener cuidado en algunas partes para no patinar. En uno de los arroyos encontramos una curiosa cortina de chupiteles colgando de un tronco y allí nos sacamos varias fotos. En medio del bosque pudimos ver también grandes moles de roca cubiertas del verde manto y con carámbanos helados. Poco a poco comenzamos a pisar algunos vestigios de nieve. Así llegamos a la bifurcación de la cascada y la laguna cuando eran las 11:55 horas.
Seguimos de frente hacia la cascada comenzando a bajar un tramo con algunos escalones de troncos cruzados. Desde allí tuvimos una amplia vista del valle y del sendero por el que luego bajaríamos en la ladera contraria. En pocos minutos divisamos el salto de agua entre la arboleda. Para llegar a él bajamos unos metros de fuerte inclinación y con roca un tanto resbaladiza. A las 12:05 h. llegamos a este bello rincón en el que nos esperaba un espectáculo visual increíble. El salto, formado en el arroyo Pingón, se encontraba parcialmente helado y formando numerosas formaciones en su caída. Realmente era una postal digna de admirar de la que sacamos varias fotos, también con el grupo delante. La altitud allí es de unos 1340 metros.
Media hora más tarde retomamos la marcha por el mismo sendero de llegada remontando el desnivel hasta la bifurcación. En esos momentos llegaba Nati a ese punto. Nosotros nos encaminamos por el ramal de la laguna con fuerte desnivel en algunos tramos. El sendero serpenteaba entre el bosque y comenzamos a ver más nieve. Ahora las estacas eran bicolor, marrón y amarillo. No tardamos en dejar el grueso de la arboleda atrás y nos metimos en una zona rocosa en el que el sendero se intuía más que verse. Había que ir con cuidado para no resbalar con la nieve y el hielo que se acumulaba en la piedra. Nos encontramos un tronco caído al que algunos se encaramaron.
Llegamos a un punto en el que el sendero pasaba a pocos metros del arroyo en el que vislumbré otra catarata entre el matorral. Me acerqué a ella y pude ver otro bonito salto. Echando la vista abajo intuí otra cascada y hacia ella me encaminé no sin antes pelear con las escobas. Estaba justo encima de la cascada principal que habíamos visto desde abajo anteriormente. Algunos compañeros también se acercaron a verlas.
De nuevo en el sendero se suavizó la pendiente entre arboleda y grandes moles de roca hasta llegar a un curioso puente de troncos de abedul muy deteriorado y en forma de “L” con un letrero que recomendaba no usar. Con tiento fuimos pasando por él hasta la margen contraria del arroyo Pingón para salir luego a una gran explanada en la que éste formaba numerosos meandros. En algunos lugares se formaban lagunillas que encontramos totalmente heladas.
El sendero transcurría por la parte derecha de dicha llanura describiendo varios vaivenes en el trazado. Unas veces bajaba casi al fondo del valle y otras se mantenía en la ladera, unos metros por encima. La cumbres que rodeaban el valle se encontraban moteadas por la nieve.
Llegados a un punto, el sendero ascendía con más brusquedad por la ladera. Hubo quien siguió de frente y tuvo que atajar luego, o como José Luis, que siguió adelante metiéndose en una zona de roca que estrechaba el valle y en la que el arroyo formaba varias cascadas.
En el cielo se abrieron algunos claros tras haberse escapado anteriormente chispas de nieve. Así llegamos a un punto en el que había otra bifurcación señalada con estacas amarillas correspondientes a otra ruta desde Ribadelago a Sotillo. Desde allí ya era visible parte de la laguna y la presa que la retiene, ya que se trata de un embalse medio artificial. Poco a poco nos fuimos acercando al mismo llegando a su altura a las 14:50 horas. Su altitud es de 1600 metros y desde Sotillo llevábamos unos 5 Km. recorridos.
Lo primero que vimos fue la capa de unos 5 cm de hielo que se formaba en la superficie del lago y que se extendía varios metros desde la presa hacia el interior. Nos metimos caminando por encima del muro de piedra de ésta y saqué algunas panorámicas del embalse. Por la parte contraria llegaba José Luis caminando por las formaciones rocosas de esa zona.
Estuvimos unos minutos allí y nos encaminamos por la margen de la laguna hacia su parte contraria, aunque enseguida dimos la vuelta. El frío no podía ser más intenso y se calaba hasta los huesos. Retrocedimos hacia la bifurcación anterior y cogimos el ramal de la izquierda marcado por estacas amarillas. Allí cerca había unas grandes moles de rocas a las que nos acercamos para comer, aunque no entrábamos todos cómodamente y seguimos avanzando subiendo unos metros hasta alcanzar la parte alta entre los dos valles desde dónde emprendimos el descenso hacia el contiguo. Pocos metros después vimos a la derecha unos riscos hacia los que nos desviamos para acomodarnos a su resguardo. Eran las 15:20 horas.
Aún estando resguardados del viento, el frío era intenso, por lo que no nos entretuvimos mucho más de lo necesario para comer y escasa media hora después retomamos la marcha. Cruzamos unos meandros para entrar de nuevo al sendero cargado de nieve que nos metió de lleno a un pequeño bosque de arbustos entre los que ahora se colaba el sol que aparecía entre los nubarrones. Descendimos por éste hacia el valle del arroyo de Truchas bordeando el mismo por su cabecera. En varios tramos nos topamos con charcos completamente helados.
Poco a poco nos metimos en la ladera contraria por la que continuaba el sendero a media ladera. A su vera había numerosos ejemplares de árboles de altos y gruesos troncos. Entre esta arboleda vimos a lo lejos una población grande y cerca de la autovía que no identificamos. Cruzamos luego una zona llana en una vaguada y volvimos a subir por un tramo empedrado desde el cual ya vimos la cascada principal en la que habíamos estado a la parte contraria del valle. Antes era invisible por una loma intermedia que ya quedaba por detrás.
Volvimos a entrar en otro bosque más tupido con algunas zonas de grandes rocas entre las que cruzaba el sendero. Algunas de éstas parecían encontrarse en equilibrio sobre otras. Aunque íbamos bajando principalmente, encontrábamos algunos repechos hacia arriba. El cielo se había despejado bastante y el sol lucía la mayor parte del tiempo.
Nos encontramos un tocón serrado en el que nos entretuvimos unos minutos contando los aros que tenía para saber los años. Unos metros después había otro gran árbol de tronco retorcido y grueso lleno de recovecos. Dejamos luego un estanque de piedra lleno de agua y con una fuente desde dónde ya vimos las primeras casas del pueblo a escasos 300 metros. A las 18:30 horas llegamos a Sotillo encontrando otro enorme árbol, castaño, como muchos de los anteriores, en el cual nos paramos a hacer unas fotos rodeándolo. Unas seis personas hacían falta para ello.
Por las calles nos encaminamos hacia los coches a los que llegamos los últimos a las 18:55 horas y tras unos 12 Km. recorridos. Nos cambiamos allí mismo y minutos más tarde emprendíamos el regreso. En El Puente de Sanabria volvimos a detenernos, tomamos un refrigerio e hicimos cuentas de la salida.
A las 19:55 horas nos poníamos en marcha ya hacia la capital. En pocos minutos entramos en la autovía hacia Benavente enlazando de seguido con la de León. Durante este trayecto tuvimos una sesión musical de lo más variado con algo de karaoke. A las 21:20 horas llegábamos a Guzmán dónde terminábamos esta nueva actividad del club de montaña.
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