lunes, 19 de noviembre de 2012

PICO TETAS (Llánaves de la Reina) 18-11-12

 


1ª ASCENSIÓN AL PICO “TETAS”. (Llánaves de la Reina).

18-11-12           (Domingo)

La aventura vivida en esta jornada de montaña supera a todas las que me han ocurrido durante la larga trayectoria que llevo practicando este deporte. Puedo resumirlo en una palabra: perdidos. La niebla nos ha jugado una mala pasada en esta ocasión llegando a despistarnos completamente y sacándonos de la ruta prevista y a la vez improvisada que recorríamos. No avanzo más ya que iré detallando todo ello en las siguientes líneas.
A las 7:30 horas nos reunimos en Guzmán los 7 participantes de esta salida cuyo objetivo principal era la ascensión a Peña Prieta y el Tres Provincias y en la que solo uno de los participantes alcanzó esta segunda cumbre. El grupo lo componíamos: Nati, Merche, José Antonio, Álvaro, Santiago, Mª Jesús y yo. En los coches de José A. y el mío arrancamos de este punto hacia Puente Villarente y luego a Boñar. Cruzamos hacia la carretera de Riaño dejando éste atrás y deteniéndonos un minuto a sacar una bonita foto del pueblo con un arco iris sobre las cumbres cercanas. Entre las nubes se abrían algunos claros por los que se colaba el sol, aunque el panorama no era muy alentador.
A las 9:30 horas llegábamos a Llánaves donde nos preparamos para la ruta y cargamos agua de una fuente cercana. El bar estaba cerrado y no pudimos tomar un café. Santiago comentó que unos metros más adelante salía el camino del valle que teníamos que coger y a cuyo comienzo podíamos dejar los coches, por lo que nos acercamos hasta este punto que distaba apenas 500 metros. Allí aparcamos al lado de la carretera, en la desembocadura del valle del Naranco, a una altitud de unos 1350 metros.
A las 10:00 horas comenzamos a caminar por el ancho camino del valle cuya cabecera se cubría de nieblas. Fuimos avanzando por él ascendiendo suavemente mientras contemplábamos los pinares de la parte contraria con unas curiosas franjas de tonos verdes. El camino serpenteaba por la margen izquierda del mismo y pasamos a pocos metros del Portillo del Boquerón, paso común viniendo desde San Glorio. Un indicador del PR LE 22 marcaba 1,900 Km. a este puerto y 2,300 Km. a Llánaves. Poco más adelante dejamos atrás un corral con una cabaña en medio.
Poco a poco la niebla fue volviéndose “meona” siendo ya lluvia lo que caía. Nos protegimos de ella y seguimos avanzando hacia un refugio del Club Alpino Tajahierro dónde vimos una curiosa postal. Dos cancillas metálicas abiertas daban paso a la “supuesta” finca del mismo, y digo “supuesta” por que no había cercado alguno que la rodease. Cerca del refugio manaba una fuente por un grifo sobre un pilón de piedra. Eran las 10:50 horas.
Mientras Nati y Merche habían quedado al comienzo del valle, José Antonio ya caminaba muy por delante hacia el Boquerón de Bobias por el medio del valle. Nosotros cuatro subimos hasta enlazar con el camino más arriba tras cruzar un arroyo. Éste se dirigía hacia el Boquerón de Bobias por la ruta del PR siguiendo el trazado del valle. Al llegar a la vaguada que subía hacia el collado de Robadoiro decidimos abandonar el camino y remontar la misma. Nos echamos los cuatro ladera arriba siguiendo algunos senderos de ganado entre la maleza. También allí nos separamos nosotros, y mientras Santiago avanzaba por el medio de la vaguada, nosotros vimos más cómodo subir hacia la loma derecha en la que había unas peñas. Sorteamos las escobas más o menos sin dificultad y pasamos bajo éstas antes de alcanzar la parte alta de la loma. En ella nos detuvimos unos minutos a tomar un tentempié a las 12:15 horas.
Por encima veíamos a Santiago en lo alto de un cerro hacia el cual nos encaminamos. No tardamos en encontrarnos con una fina capa de nieve que apenas cubría el terreno. Nos echamos hacia otra vaguada paralela subiendo hacia una segunda collada que alcanzamos cómodamente a las 13:00 horas. Estábamos a una altitud de unos 2100 metros.
Por el cresteo que había seguido Santiago vimos un numeroso grupo de montañeros que enseguida nos alcanzó. Eran de un grupo de San Andrés del Rabanedo y se dirigían también a Peña Prieta. Entre ellos iban algunos conocidos nuestros. Nos unimos todos en esta ascensión por la cresta hacía el Cubil del Can, primera cumbre que encontraríamos desde allí. Enseguida cruzamos una zona rocosa por la que subía el sendero entre trozos cubiertos de nieve. Luego volvimos a la loma herbosa y blanca por la que seguimos ganado altura hacia otro paso con roca en la que se acumulaba más nieve. Ya metidos en éste nos comunicaron los que iban por delante que no se podía seguir. Una pala de nieve dura hacía complicado el avance. Estábamos en la base del Cubil del Can, y su acceso rocoso y pendiente se ponía casi impracticable. Santiago, que también se había adelantado, era de la misma opinión. En esos momentos se abrieron algunos claros y vimos un poco de paisaje.
Mientras el grupo daba la vuelta, nosotros decidimos subir un poco más hasta dónde había llegado él y desde donde se podía ver Peña Prieta y el Cubil tras una serie de pasos cubiertos de nieve medio helada. En la cresta nos hicimos unas fotos y a las 14:00 horas emprendimos el descenso desde aquel punto. Entre la niebla baja se podía ver Llánaves.
Desandamos el tramo pendiente y llegamos a la collada en la que la niebla nos envolvió a nosotros también. Después de la misma, y al lado de un gran hito de piedras, decidimos acomodarnos a comer cuando eran las 14:30 horas. Tranquilamente estuvimos media hora allí sentados en unas rocas antes de ponernos en marcha de nuevo. Habíamos decidido bajar al puerto en vez de a Llánaves y luego coger un camino entre pinares que llevaba al pueblo cómodamente. Nos pusimos en marcha por un sendero de la cresta en el que ya la nieve había desaparecido casi por completo. La niebla se había cerrado y no se veía en pocos metros.
Seguimos avanzando casi sin perder altura metiéndonos ahora por la izquierda del Alto del Naranco hacia el collado de Portillo de las Yeguas. Desde este punto comenzamos a subir suavemente alcanzando en pocos minutos la cumbre del Pico Tetas con 2108 metros. Que quede constancia que en esos momentos solo podíamos saber dónde estábamos por la referencia del mapa y la altitud que coincidía plenamente con el altímetro de Álvaro. Eran entonces las 16:00 horas.
En dicha cima había un pequeño montón de piedras que aumentamos para dejar allí nuestra tarjeta de cumbres. Nos sacamos una foto de grupo y sin perder tiempo retomamos la marcha hacia el Norte, o eso pensábamos. A partir de ese punto ya no puedo concretar que ruta hicimos y solo viendo luego el mapa y estudiándolo con el Google Earth en 3D, puedo aproximarla.
Comenzamos a bajar suavemente para encontrarnos enseguida con fuertes desniveles y vaguadas entre moles de roca que no tenían ningún buen aspecto. En algunos lugares incluso había cortados que, sinceramente, comenzaron a inquietarnos, por no decir otra palabra. Santiago además se separó de nosotros un poco y no le veíamos ya por delante. Destrepamos un paso nada agradable y llegamos a una especie de colladina desde la que bajaba una pendiente canal bajo la cual oímos a Santiago. Eran las 16:50 horas.
Emprendimos el descenso por esa canal en la que encontramos un manantial dentro de una pequeña cavidad. No muy lejos había una botella de plástico, por lo que alguien al menos había pasado por allí algún día. El terreno estaba cubierto por hierba y hojas resbaladizas con las que patinábamos a menudo. En una de esas caí y se me dobló uno de los bastones. Tras pasar lo más pendiente nos reunimos con Santiago retomando la marcha por un sendero a media altura que nos fue pasando por varias vaguadas. Según el altímetro de Álvaro estábamos al nivel del puerto San Glorio, 1600 m, más o menos, pero no sabíamos dónde.
Aquí hice una llamada a José Antonio para decirle lo que nos había pasado. Él había alcanzado la cumbre del Tres Provincias y ya había bajado reuniéndose con Merche y Nati y yéndose a Riaño tras dejar una nota en la furgoneta. También llamé a mi hermana para explicarle lo ocurrido y al menos que estuviera sobre aviso por si teníamos que quedar allí, que avisase a mi madre de forma que no se alarmase. Fue mi mayor preocupación, ya que en ningún momento estuvimos en peligro. Adelanto ya que la razón que le di del retraso que tuvimos fue culpa de una avería de la furgoneta.
Seguimos avanzando a media ladera cruzando algunas estrechas canales que Mª Jesús estaba decidida a descender. El problema era que no sabíamos lo que podíamos encontrarnos en la parte baja, y si teníamos que subirlas de nuevo, con lo que ya llevábamos encima, igual quedábamos en el intento. En un momento que abrió la niebla por encima vimos por detrás una cumbre, que comentamos podía ser el Coriscao, pero sin asegurarlo para nada. Por delante veíamos una collada un poco por encima a la que decidimos subir. Llegamos a la misma y entramos de pronto en un bosque de robles por el que se intuía un sendero. La noche se nos echaba encima y ya apenas se veía. Eran las 18:00 horas.
Nos metimos de lleno al bosque comenzando a bajar directamente por él sin rumbo definido. Los robles dieron paso al hayedo entre el cual, y con la niebla cerrada, no veíamos en pocos metros. Tuvimos que sacar los frontales, que no es que ayudasen mucho al reflejarse la luz en la bruma, pero algo alumbraba. La pendiente se fue acentuando cada vez más y los patinazos eran continuos con la hojarasca mojada así como los tropiezos con los troncos medio enterrados en la misma. Escuchamos el ruido de un arroyo por nuestra izquierda y lo seguimos paralelamente sin meternos mucho hacia su cauce embarrancado. De vez en cuando veíamos sendas más o menos marcadas que al final no llegaban a ninguna parte. De pronto comenzamos a ver troncos y ramas cortadas con motosierra, aunque de hacía mucho tiempo. Eso nos animó un poco ya que suponíamos que podía haber algún camino cercano de accesos a la zona. Aún tardamos un rato en salir a ese camino en el que vimos huellas de vehículos y una alambrada que lo recorría paralelamente. Eran las 19:35 horas y estábamos a 1080 metros según el altímetro.
Estudiamos las huellas de los neumáticos y su dibujo para indagar de dónde venían, lo cual poco nos ayudarían ya que podían ser de ida o vuelta a algún pueblo cercano. A alguien le pareció oír un ruido como de motor de vehículo hacia la parte alta. Eso nos decantó por esa dirección y nos pusimos en marcha más tranquilos al ir al menos por un camino transitado. Claro que también cabía la posibilidad de que éste se dirigiese a alguna braña en la parte alta y no tuviésemos salida desde allí sin tener que volver. Hicimos entonces una llamada a José Antonio, que seguía en Riaño, y nos indicó que él sabía de un camino por la parte cántabra que subía paralelo a la carretera y salía a unos dos kilómetros del puerto. Con un poco de suerte era aquel.
Cruzamos algunos arroyos y dejamos atrás una caseta de piedra medio invadida por la maleza. Frente a nosotros comenzamos a ver una curiosa franja muy clara que partía el oscuro paisaje en dos. Seguimos subiendo sin descanso hasta que de pronto se descubrió el misterio de aquella línea dándonos una gran alegría. Se trataba del guardarrail de la carretera. Eran las 20:30 horas.
Con ese respiro retomamos la subida por el asfalto hacia el alto del puerto sin saber lo que nos restaba en kilómetros, aunque sí en altitud, unos 300 metros. Poco a poco se fue disipando la niebla quedando por detrás un mar de nubes sobre el que se reflejaba la poca luz de la luna que veíamos por delante. Realmente formaba todo ello un paisaje nocturno admirable.
El frío comenzó a intensificarse y tuvimos que abrigarnos aún más aunque fuésemos subiendo. A las 20:55 horas llegamos al mirador del corzo. Habíamos decidido parar a algún coche que subiese para que nos acercase, al menos a mí, pero no pasó ninguno en esa dirección. Lo hicieron dos hacia abajo, y al que le hicimos señas no paró. A las 22:00 horas alcanzábamos el alto de San Glorio con 1609 metros de altitud y tras haber subido unos 4,5 kilómetros por asfalto. Nos restaban otros 5 hasta Llánaves, estos de bajada.
Siguiendo el trazado serpenteante de la carretera perdimos los 250 metros de altitud hasta el pueblo dejando atrás una fuente. A las 22:50 horas cerrábamos la ruta en la furgoneta que encontramos cubierta por una fina capa de helada. Nos cambiamos allí mismo, y sin perder mucho tiempo, emprendimos el viaje de regreso. Estábamos destemplados y decidimos parar en un bar a tomar un café caliente. Al llegar a Boca de Huergano nos detuvimos unos minutos en uno cercano a la carretera. De nuevo en marcha bordeamos el pantano y decidimos venir por Mansilla esta vez. Antes de Arcahueja nos incorporamos a la nueva entrada por la autovía y en pocos minutos llegábamos a Guzmán cuando era la 1:05 h. Poco después dejaba a Mª Jesús en casa y llegaba yo a la mía.
Creo que no hace falta comentar mucho más. Siempre se ha dicho que la niebla en montaña es de los peores enemigos que podemos encontrar, y esta vez nos lo ha demostrado. Aunque variamos el itinerario de bajada, tampoco podemos hablar de imprudencia claramente. Sabíamos que había ruta de bajada por allí y que Santiago la había hecho en alguna ocasión, pero la espesa bruma nos confundió por completo en la cima del pico. Aprenderemos la lección, o no.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario