martes, 26 de julio de 2011

BOSQUE DE HAYACORVA (Cantabria) - CAÑÓN DEL EBRO (Burgos) - 23/25-07-11

 


1ª TRAVESÍA “BOSQUE DE HAYACORVA”. (Cantabria).

1ª TRAVESÍA “VALDELATEJA- CAÑÓN DEL EBRO- QUINTANILLA ESCALADA”. (Burgos).

23/25-07-11

Una vez más, y es el segundo año consecutivo, la climatología nos ha impedido alcanzar el objetivo previsto, que no era otro que la ascensión al pico Castro Valnera, en Cantabria. De nuevo la lluvia y niebla nos ha jugado una mala pasada teniendo que variar parte de los planes previstos para estos tres días.
Habíamos acordado realizar la travesía del Bosque de Hayacorva y el Castro Valnera, pudiendo solamente cumplir con la primera de ellas y sustituir la segunda por otra ruta en los Cañones del Ebro, en Burgos, como ya hiciéramos igualmente el pasado año. Después de todo aprovechamos bastante bien el tiempo realizando rutas de montaña, turismo e incluso playa.
Días antes habíamos acordado la estancia en un alojamiento rural de Liérganes, “La Cabaña”. Allí reservamos dos apartamentos para los 7 que íbamos desde León: Javi F., Isabel, Gabriela, Álvaro, Nati, Esteban y yo. En Cantabria, su tierra, nos esperaba Antonio, que ya llevaba unos días allí.

SÁBADO 23
Llegado ese día, el sábado por la mañana marchaban 4 de estos 7 participantes: Javi F., Isabel, Gabriela y Esteban. El resto lo hacíamos por la tarde por razones laborales. A las 18:15 horas salimos de Armunia en mi furgoneta Nati, Álvaro y yo. Por la autovía de Burgos llegamos a Osorno donde se enlaza con la de Santander. Avanzamos por ella hasta Reinosa decidiendo parar un poco en dicha localidad. Eran las 20:10 h. Aquí estuvimos tomando un refrigerio y dimos un paseo por un mercadillo de la plaza principal. En uno de los puestos compró Nati un trozo de queso.
Media hora más tarde retomamos el viaje por dicha autovía mientras perdíamos altitud hacia la zona costera. Ya en la entrada de Santander nos desviamos hacia Bilbao para dirigirnos al destino. En ese momento decidimos que podíamos acercarnos un rato hasta la playa de Santander, El Sardinero. Giramos en una rotonda y ya en la entrada a la ciudad encontramos retenciones. En ésta también se celebraba Santiago y había fiesta en algunos puntos de la misma.
A las 21:50 horas, tras 283 Km recorridos, aparcábamos en el paseo de la playa y bajamos a la misma donde vimos un par de pescadores a los que fotografié con un pez que habían cogido. En el mar se veía un gran carguero con numerosas luces. Las terrazas estaban repletas de gente disfrutando de la buena noche que hacía. Allí estuvimos hasta las 22:30 horas que reemprendimos la marcha hacia Liérganes, a 30 Km de allí. Abandonamos la autovía en Solares y por varias carreteras llegamos a dicho pueblo 45 minutos más tarde. Llevábamos 313 Km.
También allí había festejos y numeroso personal en una zona de casetas y chiringuitos. Preguntamos por la situación de la casa, cercana a la parroquia y el cementerio, indicándonos las afueras del pueblo y en la parte alta. Allí hablamos con la dueña de la casa en la que tiene varios apartamentos y sin más subimos al nuestro. Con los compañeros habíamos hablado y estaban cenando en dicho pueblo. No tardaron en llegar.
El apartamento constaba de una cocina-salón, un aseo y dos habitaciones de dos camas cada una en las que nos distribuimos Nati, Gabriela, Álvaro y yo. Sin más retrasos nos dispusimos a cenar tranquilamente en la cocina.
Tras acordar la hora de levantarse, nos acostamos ya a la 1:15 horas para descansar esa primera noche.

DOMINGO 24
A las 7:45 horas tocó el despertador. El panorama fuera era gris y había llovido por la noche. Las cumbres cercanas estaban cerradas por las nieblas. Desayunamos y poco después llegó Antonio. Nos reunimos “en concejo” para decidir qué hacer. La subida al Castro Valnera realmente no merecía la pena en esas condiciones, aunque algunos opinaban que se podía intentar. Lo cierto es que subir para no ver nada habiendo otras alternativas, como adelantar la ruta de Hayacorva, no resultaba muy lógico. Al final decidimos esta última opción, como ya hicimos el año anterior, y emprendimos el trayecto de 60 Km hasta Ucieda, localidad situada en el valle de Cabuérniga y Saja - Besaya.
Encontramos de camino una vuelta ciclista en dos ocasiones, la primera en una carretera y otra vez al tratar de evitarla por una alternativa. Por fin llegamos a Ucieda y lo atravesamos para salir por una estrecha carretera con dirección a una zona recreativa, La Casa del Monte, 272 m, en la que aparcamos a las 10:45 horas tras 375 Km recorridos en total.
Nos preparamos para la ruta con chubasqueros, ya que la lluvia caía fina a ratos. Allí cerca había una curiosa casa cuyo tejado bien parecía más un huerto lleno de hierbas y arbustos. En un puente nos sacamos una foto de grupo antes de comenzar la ruta circular de 12 Km a las 10:55 horas. Ya adelanto que lo único que le quitó encanto a la misma, para mi gusto, es que toda ella, salvo el desvío al refugio, transcurre por camino en vez de por sendero.
Desde el primer momento comenzamos a ver ejemplares de hayas de retorcidas formas y gruesos troncos. Caminamos paralelos al río Bayones dejando atrás enseguida la finca “La Cabaña del tío Mero”. Más adelante llegamos al comienzo de la ruta circular en sí donde uno de los desvíos, por el que volveríamos, marcaba “La Vuelta de la Gotera” y el otro “ Ruta del Hayacorva”, ambos señalizados como PR-S 111 y PR-S 112 respectivamente.
Seguimos el segundo encontrándonos algunos bancos de madera a la vera del camino. Los helechos inundaban los espacios despoblados de arboleda y numerosos arroyos atravesaban el camino por desagües acondicionados a tal efecto bajo el firme. Serpenteamos por el valle arriba dando algunos giros casi completos. El grupo se había dividido e íbamos espaciados unos de otros. La lluvia seguía cayendo casi constante, unas veces más fuerte que otras. También vimos varios tocones de troncos invadidos por completo por musgo y otros ramajes. Poco a poco nos fuimos metiendo en la niebla que daba al paisaje boscoso un aire realmente místico. Entre la arboleda encontramos algún ejemplar de avellano con frutos ya con buen tamaño, pero aún verdes.
A las 12:30 horas llegamos al haya que da nombre a la ruta, el Haya Corva, un gran ejemplar de esta especie situada en medio de una curva cerrada del camino. Algunos nos sacamos una foto allí mientras el resto ya caminaba por delante. A la par venía también un grupo de jóvenes de Valladolid con los que nos fuimos relevando de continuo hasta el refugio de Urizosas, punto más alto de la ruta al que hay que desviarse un tramo. Estando en este punto del haya nos adelantó Javi, que iba corriendo camino arriba. Por su parte, Nati e Isabel ya quedaban por detrás.
Desde el haya comenzamos a ascender por un tramo embarrado y algo más empinado. Al lado del mismo encontramos un gran trozo de tronco que a la vista parecía más bien una roca. Enseguida nos desviamos del ancho camino siguiendo una señal indicadora al refugio. Nos metimos en un sendero y atravesamos una cerca de través de una escalera de troncos situada a tal efecto. El sendero se perdía ahora entre hayas con troncos de grandes proporciones en su grosor. En ellos se veían grandes nudos o huecos que los cruzaban de lado a lado. La neblina que envolvía al lugar seguía manteniendo el halo misterioso.
Por detrás quedamos Álvaro y yo sacando fotos de este paraje y de pronto nos encontramos con que no sabíamos por donde había que seguir. Al final, y a voces, nos fue indicando Antonio la dirección hacia el refugio. Atravesamos antes un claro por el que pasaba un arroyo que encharcaba la pradera y en la que nos hundíamos los pies. Tras él mismo comenzamos a subir por otro sendero de nuevo entre el bosque en el que ya vimos el refugio de Urizosas. En cinco minutos llegamos a dicho lugar situado en la ladera de los Montes de Ucieda a 680 metros de altitud cuando eran las 13:15 horas y tras algo más de 5 Km recorridos.
El refugio consta de dos cuartos, uno de ellos cerrado. En el otro había una chimenea y un tablero tirado en el suelo. No estaba en muy buenas condiciones de uso realmente. Al poco de llegar nosotros nos alcanzó el grupo de jóvenes. Los árboles que lo rodeaban impedían ver el paisaje. Algo más arriba se abría un poco, pero la niebla hacia el mismo efecto. Antonio nos comentó la vista que desde allí se tiene de varios kilómetros en la lejanía. Allí tomamos un pequeño tentempié y descansamos un rato antes de ponernos de nuevo en marcha 25 minutos después.
A escasos metros del mismo, y un poco por debajo del sendero, nos indicó Antonio la presencia de una fuente en la que cargamos agua. De nuevo bajamos a las praderías que atravesamos para desandar el tramo anterior hasta salir al ancho camino. Seguimos por él encontrando más troncos caídos a ambos lados. Seguía embarrado el firme y lleno de rodaduras de vehículos, lo que le enfangaba aún más. También vimos troncos serrados encontrando poco después una máquina aparcada a la orilla. Entre la arboleda veíamos de vez en cuando parte del valle que estábamos rodeando.
Así llegamos a un arroyo que formaba un bello rincón en el que decidimos parar a comer. Eran las 14:45 horas. Nos acomodamos a su vera tranquilamente para reponer fuerzas reanudando la marcha 40 minutos más tarde. Entre el bosque vimos luego un curioso tocón de tronco de gran tamaño que semejaba totalmente la figura de un gato sentado, con la peculiaridad de tener un gran pico que a su vez le hacía parecer una lechuza. La imaginación al poder. Siguiendo la racha, y poco después, encontramos un delgado árbol que se había curvado y se había injertado en otro tronco formando un arco con dos raíces. Misterios de la naturaleza.
Vimos también algunos zarzales con moras un poco pasadas ya. Llegamos luego a una bifurcación en la que otra señal nos indicaba la dirección a la Braña de Zarza. En otras tablillas ponía “Sendero de los Árboles Singulares” y “Vuelta de la Gotera”. Estábamos en un mirador sobre el valle y el camino daba allí un brusco giro de 180 grados. Serpenteamos por él y atravesamos por un puente hormigonado uno de los dos arroyos principales de la cabecera del valle. Paralelos a éste fuimos perdiendo altura viendo de continuo curiosos ejemplares de hayas. Así dejamos atrás “La casa del Tío Maer” una finca vallada cerca de un puente de madera sobre el arroyo. Saqué varias fotos a los gruesos hayas que encontrábamos en esa parte de la ruta que además tenían formas retorcidas y singulares.
A las 16:15 horas cerrábamos el círculo en el punto donde además se unían los dos ramales que formaban el río Bayones. Nos restaban escasos metros para terminar la marcha en el lugar de comienzo. Cerca del río se formaban también bellos rincones con pequeños rápidos y la vegetación de sus orillas. A las 16:22 horas terminábamos esta marcha de 12 kilómetros entre el bonito bosque de Hayacorva. Allí cerca había otra cabaña de madera que parecía sacada de una película del oeste.
Sin más retrasos emprendimos la marcha con intención de acercarnos hasta Comillas a ver si nos dejaba el tiempo meternos a la playa. En Ucieda salimos a la carretera principal y en un bar de la misma nos detuvimos a tomar un café. En su terraza tenía infinidad de plantas cargadas de bonitas flores multicolor. De nuevo en marcha, y antes de llegar a Cabezón de la Sal, se encuentra otro bello rincón, un bosque de secuoyas. A la entrada aparcamos y caminando escasos 50 metros ya nos encontrábamos entre infinidad de ejemplares de altura colosal. Una escalinata de troncos permite descender unos metros por el mismo y disfrutar de este singular rincón de belleza destacable. Desde un balcón se puede ver la amplitud del mismo exteriormente.
Ya sin detenernos llegamos a Comillas a las 17:50 horas y con el cuentakilómetros marcando 396 Km. No llovía, pero el cielo seguía encapotado, aunque algunos decidimos bañarnos. El agua estaba realmente fría, pero como siempre, una vez dentro se acostumbra uno. Esteban había llevado unas gafas de buceo y se metió más adentro. Tras un rato disfrutando del baño, salimos y nos cambiamos para dar un paseo por Comillas. Subimos por sus calles con típicas casas con balconadas y atravesamos la plaza donde hay una gran iglesia. En esta localidad se encuentra “El Capricho de Gaudí”, un monumento de singular belleza al que Álvaro, Gabriela y yo decidimos entrar tras abonar 5 € de entrada.
Realmente mereció la pena la visita. Su diseño colorista y el interior en el que predomina la madera es digno de ver. La visita no es guiada, pudiendo deambular por las estancias libremente con la ayuda de un folleto explicativo.
Una vez fuera nos reunimos con el resto, qua habían tomado un refrigerio allí cerca, y nos encaminamos sin más hacia los coches.
Teníamos la intención ahora de parar en Santillana del Mar y así lo hicimos a las 20:45 horas tras 416 Km totales. Por sus empedradas calles caminamos viendo las bellas construcciones de esta localidad en la que se encuentra el Museo de la Tortura o el del Barquillo, que entramos a visitar. De nuevo las balconadas cargadas de flores era nota predominante. Dimos una vuelta circular por el casco antiguo antes volver a por los coches ya para dirigirnos hacia Liérganes sin más paradas. Llevábamos 455 Km a la llegada a este pueblo.
Allí llovía y estuvimos buscando un lugar para cenar, según habíamos planeado para esa noche. Al final decidimos hacerlo en el restaurante “El Cantábrico” y en él nos acomodamos para hacerlo cuando ya eran casi las 23:00 horas. Pasamos un rato agradable y cenamos bien por 17 € cada uno.
Luego nos quedaba acercar a Antonio hasta su casa en El Tojo, a 26 Km de allí pasado Santander. Salimos a las 00:15 horas y llegamos 40 minutos más tarde. En esa casa estuvimos hace unos años cuando hicimos la ruta de la Vega de Pas en una experiencia inolvidable. Desde la misma puede verse Santander. No nos entretuvimos mucho, y con el ojo bien abierto para no equivocarnos de trayecto, recorrimos los mismos kilómetros hasta Liérganes. Pues bien, después de llegar sin problema alguno, fue aquí donde cogimos la calle equivocada y dimos varias vueltas hasta tener que preguntar para salir de dudas. Llevábamos 507 Km.
Total que eran las dos de la mañana cuando nos metimos esa noche en la cama.

LUNES 25
El reloj estaba puesto este día a las 8:00 horas. Nos levantamos comprobando que el día estaba aún peor que el anterior. Por la noche había llovido bien y ahora lloviznaba y teníamos la niebla allí mismo encima. Llegó Antonio, al que había traído un amigo suyo, y decidimos qué hacer. Ni siquiera ascender a unas pequeñas cumbres cercanas, Las Enguinzas, merecía la pena. También barajamos la posibilidad de irnos hacia Asturias, pero preveíamos que el tiempo en la costa podía ser el mismo, así que, tras deliberar el tema, decidimos repetir lo del año anterior, venir hacia Burgos y hacer una ruta por el Cañón del Ebro, diferente eso sí a la de Orbaneja del Castillo.
Abonamos la estancia, 300 € en total, y a las 9:30 horas emprendimos el viaje ya de regreso hacia nuestra tierra. Ahora venía Antonio con nosotros también hacia León. En 45 minutos llegamos a Ontaneda donde paramos a comprar unos sobaos y quesadas. En ruta por la N-623 comenzamos a subir el puerto El Escudo, límite provincial y autonómico. Aunque hacia Burgos seguía estando nublado, no tenía comparación con el panorama cántabro. Pasamos luego el puerto de Carrales y comenzamos a divisar el Cañón del Ebro a nuestra derecha. Javi y los que le acompañaban habían tirado delante en Ontaneda y se habían desviado luego a Orbaneja. Por el móvil quedamos en encontrarnos en Quintanilla Escalada, pueblo emplazado en medio del cañón. Para acceder a él la carretera baja un tramo empinado y serpenteante desde el cual tuvimos una bonita vista del mismo deteniéndonos a fotografiarlo.
Bajamos este puerto y nos detuvimos en un bar a tomar una consumición y esperar por los compañeros que tardaron escasos minutos en llegar. La ruta prevista partía de Valdelateja y terminaba allí mismo, aunque la idea era hacer la mitad y volver. Íbamos a hacerlo desde el otro pueblo ya que el tramo aquél era el más bonito. Al final algunos la hicimos entera por los motivos que luego se detallan.
Sin más seguimos carretera adelante hacia dicho pueblo desviado un kilómetro de la principal. Aparcamos en un lugar adecuado para ello antes de entrar en sus calles y comentamos el plan de la marcha. Decidimos no llevar comida y volver a comer allí, o en algún restaurante o lo que llevábamos. A las 12:30 horas comenzamos a caminar atravesando este bonito pueblo también emplazado dentro del cañón, pero en un ramal por el que bajaba el río Rudrón.
Salimos por un estrecho sendero entre arboleda paralelos al río y a la carretera que transcurría por la margen contraria. El paisaje era precioso con los contrastes de roca y vegetación. En los riscos podían verse numerosas oquedades en la que anidan algunos buitres. Los helechos rellenaban las laderas formando un manto uniforme en varios lugares de las mismas. Mientras Nati quedaba por detrás, el resto cogió carrerilla quedando Álvaro y yo en medio. No podía dejar de plasmar todo aquel paisaje a la vez que disfrutábamos del mismo plenamente.
Poco a poco nos fuimos acercando a la confluencia del río Rudrón con el Ebro, la cual no era visible en el ensanche que formaba el cañón en dicho lugar. También tengo que decir que hasta más tarde que me lo dijeron, y por que no me cuadraban los sentidos de las corrientes, no supe que el primer tramo no era del río Ebro.
De nuevo entramos en otro tramo de bosque donde el sol que allí reinaba daba un aspecto totalmente diferente al del día antes. Llegamos así a un estrecho puente de cemento sin barandilla sobre el río. Allí estaba Antonio esperándonos. Le pedí que nos sacase una foto en él y tardaba tanto que ya me daba vértigo el ver correr el agua bajo nosotros. Tendría poco más de medio metro de anchura y en el centro había varios contrafuertes.
En la parte contraria se bifurcaban dos rutas yendo nosotros a la izquierda hacia la ermita de Nuestra Señora del Ebro, situada a diez minutos de allí. En este tramo nos encontramos con una bonita cascada que se precipitaba por la ladera derecha y pasaba bajo el camino al encuentro con el Ebro. La misma se formaba del rebosadero de un canal que transcurría un poco por encima de nosotros. Llegamos a la ermita cuando eran las 13:45 horas. A nivel del camino se podía ver el tejado de un edificio al que estaba adjunta dicha ermita.
Pues bien, resulta que Gabriela y e Isabel habían pasado por allí sin detenerse y Javi no las había visto. Decidió junto con Antonio, al que dejé las llaves de la fuergoneta, regresar a paso ágil hacia el pueblo a coger los coches e ir hacia Quintanilla Escalada donde, si no les daba por regresar, llegarían por aquel camino. Quedamos en que nosotros, Álvaro, Esteban y yo seguiríamos por el camino en su busca y ya con intención de terminar la ruta por aquel lado. De un total de 9 kilómetros nos quedaban un poco más de la mitad.
Nos detuvimos unos minutos para descansar y ver este lugar. Delante de la fachada de la iglesia había una explanada. Dentro, con el flash de la cámara, pudimos ver que era una sencilla ermita con un pequeño altar y algunos bancos. También tenía un pendón y algunos cuadros. Sin más retrasos retomamos la marcha hacia el final de la ruta teniendo que retroceder yo unos metros a por los bastones olvidados..... por que variar.
Al igual que el día antes, el ancho camino que iba por esta parte cambiaba el “tono” idílico del paisaje. Seguía siendo bonito, pero el cañón era más amplio y abierto. De pronto recibí la llamada de Gabriela, que ya estaba por delante como suponíamos. Apenas había cobertura y no habíamos podido contactar antes entre nosotros. Yo me rezagué un poco cambiando la tarjeta de la cámara y demás y ellos dos llegaron a alcanzarlas. Mas adelante ya pasamos un tramo más boscoso encontrándonos de nuevo con el canal que se metía allí bajo la montaña por un túnel de la misma. Paralelos al mismo y al río avanzamos subiendo suavemente como veníamos haciendo desde la ermita. El primer tramo hasta ella lo habíamos hecho de bajada.
Llegamos a un puente sobre este canal pasando al otro lado por debajo mismo de las paredes y laderas del desfiladero. Vimos no tardando cómo ese mismo canal pasaba sobre el río por un viaducto. El sol le daba bien y algunos tramos estaban expuestos totalmente sin sombra alguna. Antes ya nos habíamos dado algo de protector solar.
Por fin divisamos un vehículo en el camino y al llegar a él comprobamos que estábamos a escasos 50 metros de la carretera. A las 15:00 horas salimos a ésta a pocos metros del bar donde habíamos estado por la mañana y de la entrada del pueblo. Nos dirigimos al bar en el que también estaban Javi y Antonio. Nos tomamos un refrigerio y sin más emprendimos la vuelta hacia Valdelateja donde alguien había reservado lugar para comer. Ya puestos, Antonio hizo de chofer hasta el mismo dejando esta vez los coches en un aparcamiento más céntrico. Llevábamos 612 Km.
Caminando y disfrutando de la bellas vistas de este lugar llegamos al “Mesón Valdelateja” en cuya terraza nos acomodamos para comer. Como detalle apuntaré que en la misma estaba también comiendo un conocido cantante cuyo nombre me reservo de dar. Antonio se sacó después una foto con él.
La comida a base de pinchos de primero, plato y postre después fue realmente deliciosa. También el servicio recibido estuvo acorde. Allí, a la sombra de los árboles, con la vista del pueblo bajo nosotros, era todo un lujo.
Ya eran las seis de la tarde cuando levantamos anclas para emprender el regreso directos a León. Nati se quedaba con la ganas de echar “la primitiva” ese día, y nos íbamos fijando a ver si en algún pueblo había algún despacho, aunque había que tener en cuenta que era día festivo. Por ello nos desviamos un momento a Sedano, donde tampoco encontramos. Por la nacional llegamos a Burgos, ciudad que rodeamos. Aquí detallo un incidente que ya me pasó hace un mes viniendo de Logroño. Pues bien, en uno de los accesos a la A-1 hay un enorme bache, que se coge acelerando, y que además del golpe que lleva el vehículo, hace desestabilizarle por completo. Me puso de muy mala uva comprobar como es posible que nadie sea capaz de repararlo con el peligro real que supone.
Ya metimos en la autovía hacia León habíamos acordado hacer una última parada en la estación de servicio de Villaherreros. La suerte hizo que al tiempo llegase un coche de la Guardia Civil de Tráfico y me decidí a comentarles el caso, del cual tomaron nota, sirva o no de algo.
En este lugar tomamos una consumición e hicimos las cuentas de gastos y demás del fin de semana. Media hora más tarde emprendíamos, ahora sí, el último tramo a nuestra cuidad. Con el sol frente a nosotros recorrimos estos 111 Km. restantes saliendo en Onzonilla. Ya en Trobajo había caravana y atajamos por un camino de Villacedré llegando nosotros a Armunia a las 21:45 horas y tras un total de 874 Km recorridos.
Como ya apunté al comienzo, de nuevo el mal tiempo reinante en la provincia cántabra durante el fin de semana nos hizo modificar los planes previstos, aunque el resultado final fue bastante satisfactorio sabiendo capear esas inclemencias contra las que nada cabe. Ya hemos dicho que si volvemos el próximo año, nada de comentar antes algo sobre el Castro Valnera. Si sale bien, y si no...........













































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