lunes, 26 de julio de 2010

BRAÑAS DE LA SEITA Y ZARAMEO (Cuevas del Sil) - 25-07-10

 

1ª TRAVESÍA “CUEVAS DEL SIL – BRAÑAS DE LA SEITA – BRAÑAS DE ZARAMEO”.

25-07-10       (Domingo)

De nuevo hemos suspendido una actividad programada por el club de montaña, esta vez por falta de participantes. Dentro del calendario estaba prevista una travesía desde Oriñón a Laredo, en Cantabria, una ruta costera con tramos de montaña y algo de playa. Como apunto, la falta de participantes nos la hizo suspender y en su lugar improvisamos esta ruta de solo un día en la zona del Sil.
Seis fuimos los que realizamos esta excursión: Adelino, Roberto, Álvaro, Mª Jesús, José Antonio y yo. Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos hacia Guzmán donde nos reunimos con el resto. En mi coche y el de Adelino emprendimos el viaje pasadas las 8:30 horas. En La Magdalena nos metimos hacia Omaña encontrándonos la carretera cortada en Los Bayos cuyas obras ya duran años. Eso nos hizo dar un buen rodeo hacia Cabrillanes para proseguir luego a Villablino. Atravesamos éste y salimos por la carretera de Ponferrada en la que, a pocos kilómetros, se encuentra Cuevas del Sil, 886 m.
En este pueblo, tras preguntar a algunos vecinos, nos indicaron un lugar donde dejar los coches cerca del apeadero del ferrocarril. Aquí, paralelos a la vía estrecha, aparcamos los dos vehículos en un camino sin salida. Nos preparamos para la ruta que comenzaba allí mismo al lado del paso a nivel. Ya eran las 10:50 horas cuando nos pusimos en marcha por aquel camino que comenzaba subiendo suavemente y que enseguida nos situó en medio de huertas plagadas de hortalizas realmente exuberantes.
Paseamos un rato entre ellas mientras nos íbamos metiendo en el valle del Reguero de La Seita. En un prado cercano encontramos un viejo tractor en el que nos sacamos unas fotos. Álvaro ya tiene unas cuantas en varios vehículos de ese tipo y un rato tengo que recopilarlas. Nos metimos de lleno en el valle y la arboleda comenzó a aliviarnos el calor sofocante que ya sufríamos. La pendiente se hizo visible y rebajamos la velocidad. El arroyo bajaba por nuestra izquierda varios metros por debajo. En la ladera contraria se podían ver algunas afiladas agujas en zonas de riscos.
Nos dejó atrás un todoterreno y enseguida atravesamos un regato que cruzaba el camino. Nos metimos después en una zona de helechos de grandes hojas y verdor destacable. Así llegamos a un estrecho puente de madera que cruzaba sobre el río evitando el paso de peatones por el camino ancho que en ese punto era atravesado por el mismo arroyo. En este puente nos sacamos unas fotos de grupo, todos salvo José Antonio, que se había ido a investigar por un ramal lateral que salía poco antes.
Enseguida divisamos las brañas de La Seita a pocos metros de nosotros y cuando eran las doce del mediodía llegamos a ellas. Encontramos varias edificaciones de piedra y pizarra, muchas de ellas en buen estado y restauradas. Nos metimos en el pórtico de una y nos sentamos a descansar un rato y comer un pequeño bocado. Allí estábamos a unos 1200 metros de altitud y se podían divisar las brañas de Zarameo al final del valle a unos 400 metros por encima de éstas. Tras unos minutos allí llegó José Antonio por la parte alta. Nos pusimos en marcha atravesando entre los edificios y llegamos a la fuente donde cargamos agua ya que algunos no llevábamos. Al lado de la fuente caía otro chorro y vimos un hueco de piedras, la fresquera, utilizado antiguamente como nevera. Estando allí llegó el matrimonio dueño de la casa cercana y precisamente nos dijo la señora que seguía utilizando ese hueco para conservar algunos alimentos durante la estancia allí. Nos invitó a tomar un café a la vuelta si estaban aún en casa.
A las 12:40 horas emprendimos de nuevo la caminata hacia las siguientes brañas. El camino se inclinó entre prados regados por arroyos que bajaban por la ladera izquierda. En uno de ellos vimos regando al joven que había subido en el todoterreno. Dejamos atrás estas praderías y nos metimos entre arboleda que agradecimos. Encontramos varios acebos y comenzamos a ver en la loma contraria los oscuros tejos destacando en el bosque. Atravesamos algunos helechales y dimos varios zigzag antes de divisar las brañas escasos metros por encima. En las mismas vimos varias personas y vehículos.
El camino entonces tomó rumbo al alto de la loma en dirección contraria mientras un sendero continuaba hacia las brañas. En medio del mismo nos encontramos un rebaño de vacas entre las cuales pasamos. A las 13:50 horas llegamos a las Brañas de Zarameo situadas a una altitud de unos 1600 metros. Allí nos encontramos varias familias que habían subido a pasar el día o el fin de semana completo en las numerosas cabañas del recinto. Había unas cuantas en buen estado, pero también muchas en ruinas o en restauración. El acceso a ellas con vehículo todoterreno se hace por una pista desde Matalavilla. Preguntado por el acceso a la braña de La Degollada cada uno nos daba una opinión diferente. Mientras unos decían que no tenía pérdida alguna, otros apuntaban que el sendero se extraviaba y que estaban lejos.
En principio teníamos pensado comer allí, pero con tanto personal decidimos seguir para adelante y llegar a un refugio situado un kilómetro camino arriba. Hacia él salimos tras pocos minutos en aquel paraje. Al igual que en las anteriores, un cartel de madera indicaba el nombre de las brañas a la entrada de las mismas. El camino subía suavemente sin sombra alguna que nos refugiara del sol abrasador. Tras dar una curva cerrada comenzamos a bajar y enseguida divisamos el refugio a unos 500 metros.
A las 14:25 horas llegamos al mismo viendo que se trataba de una reciente edificación circular de pared de piedra y techo de pizarra exterior y madera interior. Tenía unos 5 metros de diámetro con una puerta, dos pequeñas ventanas y chimenea de leña. Por debajo pasaba la pista y por encima subía un bosque cuya sombra aprovechamos para sentarnos a comer cómodamente. Tras ello nos tumbamos a dormir la siesta o descansar tranquilamente sin prisa. Mª Jesús quería hacer algo más y decidió seguir por la pista hacia la collada que da paso a las otras brañas y desde la que se sube al pico Cuerno del Sil, cuya cumbre era visible casi desde allí y con una altitud de 1928 metros. De haber madrugado más y no haber cogido aquel calor hubiésemos subido todos. Ella sí lo hizo mientras nosotros estábamos allí relajados. Había quedado que bajaría a las cinco, pero llegó esa hora y no estaba allí. Por el móvil nos dijo que estaba bajando del pico y que nos cogería de camino.
A las 17:20 horas emprendimos el regreso nosotros. Desde la pista eran visibles a la vez el Cueto Arbás, Miro de Tejedo, Cornón y Muxiven entre otros. Antes de llegar a las brañas de Zarameo divisamos también las de La Seita en el fondo del valle. Al encuentro nuestro salió uno de los hombres que estaban en las mismas y nos indicó el sendero que bajaba por el medio del bosque para no volver por el mismo camino. Mientras José Antonio y Mª Jesús quedaban de charla con él, el resto emprendimos el descenso por el mismo atravesando unos prados y siguiendo las indicaciones que nos había dado en los desvíos que encontramos. Así nos metimos enseguida en medio del bonito bosque en el que vimos numerosos árboles de troncos retorcidos y formas caprichosas. Cómo ya he apuntado más veces, no me quedo con las especies, pero sí distinguimos algunos tejos y acebos así como bastante helecho. Los líquenes y el musgo cubría muchos de ellos dándoles un aire místico. En el tronco de uno de ellos nos sacamos una foto subidos en él.
Estábamos parados en medio de la arboleda cortando un recto palo de avellano cuando vimos pasar a los dos compañeros por encima de nosotros en un tramo donde habíamos dado una curva cerrada. Decidimos escondernos y dejarlos pasar para seguirles, así que subimos unos metros entre la maleza y nos ocultamos. Pues bien, inexplicablemente, y tras más de cinco minutos de espera, no aparecieron. Bajamos de nuevo al sendero pensando dónde se habrían metido. Al poco los vemos venir y echamos a correr para hacer lo mismo más adelante, pero vieron a Álvaro que iba detrás. Decidí entonces esconderme yo y el resto les dijo que no sabían nada de mí desde hacía un rato. Cuando pasaron les comencé a seguir viendo como miraban hacia atrás a ver si llegaba.
El sendero descendía bruscamente y enlazamos al final con el camino de ascenso. Por él seguimos bajando y decidí entonces alcanzarles aprovechando que habían parado para no bajar yo solo todo el resto del camino. No se supo cómo me habían dejado atrás.
Ya juntos retomamos la marcha mientras el sol seguía pegando fuerte a esa hora, las siete de la tarde. Enseguida divisamos las brañas por debajo de nosotros. Hasta ellas se baja bruscamente y en diez minutos estábamos entrando en las mismas. Allí mismo encontramos la fuente en la que nos refrescamos y cargamos agua. En la casa del matrimonio no había nadie, aunque tenían el coche. Nos quedamos sin café..............
Retomamos la marcha sin más atravesando entre las cabañas. En una de ellas ya se había acoplado José Antonio con algunas personas que estaban fuera. Nosotros pasamos por debajo y salimos del paraje a las 19:30 horas. Enseguida llegamos al puente de madera, aunque esta vez algunos atravesamos el arroyo por unas piedras en el camino, por variar. Por última vez, y echando la vista atrás, divisamos aún las brañas de Zarameo en lo alto del valle.
Ahora la sombra era constante y se agradecía. Pasamos entre helechales y dejamos atrás algunas entradas a prados. Ahora los riscos de la parte contraria se iluminaban con la luz amarillenta del atardecer. En medio del camino vimos una roca que había caído hacía poco, pero no supimos de que lado a pesar de las indagaciones del “CSI LEÓN”. No tardamos en llegar al prado donde estaba el tractor. De frente destacaba Peña Negra, una cumbre situada encima de Mataotero, o La Peñona, encima de Cuevas del Sil.
Entramos entre las huertas que no dejaron de maravillarme una vez más por su esplendor. En ellas se veían pimientos, patatas, berza, judías, etc, etc. Todo ello alineado y cuidado al extremo. Tras una curva cerrada hicimos el último descenso hasta terminar en el paso a nivel donde teníamos los coches. Eran las 20:20 horas.
Nos cambiamos tranquilamente esperando por el rezagado que llegó 25 minutos más tarde. Además se metió entre la maleza y le costó salir de allí sin tener que dar la vuelta por el camino. Estaba cerrado de arbustos y además había un salto que no podía sortear. Después de unos minutos lo consiguió.
Emprendimos el regreso a las 20:50 horas. En el pueblo no hay bar y decidimos parar de camino. Atravesamos Villablino y paramos al llegar a Piedrafita de Babia. Allí nos acomodamos en la terraza de un bar a tomar un refrigerio. Se estaba de maravilla pero tuvimos que retomar el regreso ya a las 22:00 horas. Antes de llegar al desvío de San Emiliano hice una breve parada para sacar una bonita foto de la luna llena sobre las cumbres y el cielo morado del crepúsculo.
Por la mañana habíamos ido por Omaña, pero al encontrarnos las obras decidimos volver por Babia. Entramos en la autopista para salvar el tramo del pantano de Luna y salimos de ella en La Magdalena. Sin novedades recorrimos los últimos kilómetros por la carretera hasta entrar en León pasadas las 23:15 horas. Dejé a José Antonio y luego a Mª Jesús llegando a casa sobre las 23:30 horas.
Finalizamos esta improvisada ruta de bonitos paisajes que ya bajando decidimos que podía ser ideal como marcha nocturna. La única pega de este día fue el no haber madrugado más y haber podido subir a la cumbre sin sufrir los efectos del sol. Para repetir.
















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