1ª ASCENSIÓN A “LA POLINOSA”.
06-06-10 (Domingo)
Comenzamos este mes de Junio con una ascensión programada dentro del calendario del club de montaña. En esta ocasión se trataba de una cumbre emplazada en el macizo del Mampodre, en la zona del Porma. Entre las diferentes rutas de ascenso habíamos optado por la que parte de Redipollos, muy cerca de Puebla de Lillo y del pantano del Porma. Desde cualquier punto de partida el desnivel a la cima es considerable llegando a los 1010 m desde este pueblo. Además la aproximación es también larga, lo que supone un tiempo añadido a sumar.
Tras recoger a Mª Jesús y a Arancha nos dirigimos a Guzmán, punto de partida habitual. La hora de salida la habíamos concretado para las 7:00 h. más teniendo en cuenta aprovechar “la fresca” que el tiempo de subida, que era sobrante en esta época del año. En este punto nos reunimos parte de los participantes mientras otros lo harían luego. De aquí partimos Mª Jesús, Arancha, Gabriela, José Antonio, Silvano, Vicente, Mateo, Cundi y yo. En el cruce de Solle se nos agregó Álvaro y por su cuenta fueron luego Ricardo y Cesar, con los que contabilizamos los 12 participantes de esta salida.
En mi coche y el de Vicente emprendimos el viaje por la nacional hacia Puente Villarente donde giramos hacia Boñar. Las nieblas se cerraban en las cumbres desde el norte. Bordeamos el pantano y en el cruce de Solle se nos agregó Álvaro en su coche. Llegamos luego al desvío de Redipollos, 1150 m, donde entramos poco después. Aparcamos cada uno en un punto del pueblo y nos preparamos para la marcha. Las cumbres seguían invisibles tras las nieblas bastante bajas.
A las 8:35 horas comenzamos a caminar por una pista que salía del pueblo por el valle de Murias. Entre prados fuimos avanzando dejando atrás un pilón de ganado. Enseguida nos metimos entre arboleda subiendo cómodamente entre la misma. Así llegamos a un desvío del camino donde giramos a la izquierda entrando de lleno en el Robledal de los Torcedos. En este paraje pueden verse numerosos ejemplares de gruesos troncos y grandes copas en pleno verdor primaveral. Esta postal la completaban las escobas floridas que moteaban la pradera entre ellos dándole un punto de colorido al paraje. Allí hay un merendero con una fuente en la que intentamos llenar las cantimploras sin éxito. El mínimo chorro de agua que salía nos podía tener allí toda la mañana para llenarla.
Nos sacamos una foto de grupo antes de continuar subiendo por el camino llegando enseguida a otro cruce. Giramos a la derecha siguiendo las marcas de la ruta del PR que venía desde el pueblo. Comenzamos a subir por la vertiente izquierda del valle dejando atrás y por la derecha un cerro en cuya cima vimos una caseta de guarda forestal. Echando la vista atrás se veía el pico Susarón con su cima tapada por las nieblas y bajo él Redipollos y Puebla de Lillo. Estábamos en el Alto de la Carrerina Blanca según un indicador de madera. Eran las 10:00 horas.
Poco a poco fuimos girando al norte metiéndonos en el valle del Bustil de Pepe. Por esta vaguada bajaba el arroyo muy cercano al camino formando pequeñas cascadas. El grupo ya se había disgregado y a algunos ya no se les veía por delante. Con el walkie que Silvano me había dejado teníamos comunicación con ellos.
No tardamos en divisar por fin la cumbre de La Polinosa aun entre nieblas. Poco después llegamos a la Fuente del Cardo donde pudimos cargar agua fresca. Al lado del manantial hay cardos que dan nombre a la fuente. Más arriba se veían ya los corrales en la zona de La Cervencia. A esa zona llegamos cuando eran las 10:35 horas tras unos 7 Km. recorridos. Estábamos ahora justo bajo la falda del pico y sus empinadas laderas. Habíamos subido unos 450 metros de desnivel y nos quedaban otros 550 en vertical.
Haré una reseña de cómo nos repartimos desde allí. Por delante, hacia la cabecera del valle y la collada de Fermosa, se habían adelantado Silvano, José Antonio, Gabriela y Arancha. Detrás quedábamos Mateo, Cundi, Mª Jesús, Vicente, Álvaro y yo. El primero nos dijo que él había subido otras veces desde allí mismo directamente por una loma, así que nos dirigimos hacia ella. Cundi estaba un poco por detrás y fue él en su busca mientras los demás comenzábamos a subir la ladera de pradera. Yo no estaba muy convencido de poder llegar a la cumbre. No iba ni en buena forma ni con ánimo aunque iba a intentarlo hasta donde pudiese. La pendiente que se veía por delante era realmente impresionante y larga. Pues bien, alcanzamos el alto de la loma donde había varios caballos con crías y sacamos unas fotos. Allí Vicente decidió abandonar ya que desde atrás ya no se veía con ánimos ni fuerzas. Cundi apareció poco después y comentó que Mateo tampoco se animaba a subir. Al final quedábamos en aquel segundo grupo Mª Jesús, Álvaro, Cundi y yo. Eran las 11:00 h.
Seguimos subiendo por la loma siguiendo un sendero entre matorral que se nos cerraba en algunos tramos y que tuvimos que bordear. Según el mapa era la zona de La Pradera de las Planas. Delante teníamos un bloque rocoso bajo el cual nos situamos para bordearlo por su izquierda. En el fondo del valle comenzamos a ver un grupo grande de personas que subían también por la ladera pero lo hacía directamente por una vaguada más empinada. Algo más arriba nos fuimos uniendo a ellos para comenzar a subir una pradera de pendiente casi vertical. Haciendo zigzag por la misma fuimos ganando altura poco a poco y con mucho esfuerzo. La niebla se nos cerró durante unos minutos aunque iba y venía sin estacionarse.
A las 11:40 h alcanzamos un pequeño collado al lado de un picacho que se alzaba en la falda del pico. Allí había varios participantes de este grupo de Torrelavega como ya nos habían informado. Aprovechamos este descanso para esperar a Cundi que venía unos metros por detrás de nosotros. De nuevo en marcha nos metimos en una zona con un poco más de roca aunque con la misma pendiente. En una cresta más arriba vimos con los prismáticos subir a Arancha. Del grupo cántabro subía una joven que ya no podía más y se agarraba con pies y manos para poder avanzar. El compañero y nosotros la animábamos a seguir indicándola los mejores lugares para ello. Por mi parte iba mejor de lo que esperaba, eso sí, con mucha calma y despacio. Cual fue la alegría al ver a un compañero de ellos que había bajado unos metros y nos indicó que ya teníamos la cumbre “a tiro de piedra”.
A las 12:35 horas coronamos la cumbre de La Polinosa con una altitud de 2160 metros. Allí estaban los compañeros nuestros desde hacía un rato y varios del otro club. Cundi lo hizo poco después. Al norte la visibilidad era prácticamente nula. Sólo se veía un poco la cumbre de La Cruz. No tardó en despejar algo más aunque los valles seguían sin verse. Nos sacamos una foto de grupo en la cima y dejamos nuestra tarjeta. Algunos querían hacer más cimas del macizo, así que emprendieron la marcha por el cordal hacia el sur. Allí quedamos Arancha, Álvaro, Cundi y yo.
Cómodamente comimos disfrutando del paisaje que se abría cada vez más. El calor era sofocante a pesar del poco viento que corría. Habíamos quedado solos en la cumbre pero enseguida llegaron cuatro jóvenes de León que también se sentaron más abajo a comer. Nosotros, unos tumbados y otros sentados, intentamos dormir un poco. Yo estuve sacando varias fotos aprovechando que las nieblas se habían disipado casi por completo. Podía verse desde allí la zona de San Isidro con la estación y las cumbres que lo rodean. Muy al fondo incluso podía verse Peña Ubiña, una cima que es visible desde casi todas las demás de la montaña leonesa así como otras más al Suroeste: Peña Galicia, Valdorria, Cueto Aucino o el Bodón. También al Noreste teníamos Peña Ten y Pileñes y el pico Lago más al Norte donde se distinguía el puerto de Las Señales. Por detrás de las cumbres de La Cruz, Convento y Cervunal está el valle de Maraña, pueblo oculto tras las mismas, aunque sí se veía otro que podía ser Acevedo. Al sur teníamos las lomas que dividen los valles de Solle y Redipollos con el pico Corral de los Diablos en su confluencia.
Por el walkie nos comunicábamos con los compañeros que veíamos en la cima del Cervunal primero y luego en La Cruz. De ella comenzaron a bajar Ricardo y César, que habían subido también desde Redipollos más tarde directamente hacia aquellas cumbres. Venían hacia La Polinosa y les esperamos mientras el paisaje seguía haciéndose cada vez más visible. A las 15:20 horas llegaron estos a la cumbre donde nos sacamos otra foto y 15 minutos después nos pusimos en marcha ladera abajo.
Lo hicimos por la parte por la que habían subido antes los compañeros, más pegados a la cresta norte. La misma inercia nos hacía descender la fuerte pendiente que teníamos por delante en la que sufrimos algunos resbalones sin consecuencias. Poco a poco fuimos echándonos hacia la parte por la que habíamos subido. En una pradera estuvimos sentados unos minutos antes de seguir el descenso del último tramo de roca. Tras el mismo llegamos a la collada en la que habíamos parado nosotros a la subida. Eran las 16:20 horas.
El siguiente tramo era la pradera también muy inclinada por la que bajamos más cómodamente. Al final de la misma encontramos de nuevo una yegua con el potro a su vera. En vez de echarnos a la loma, decidimos bajar por el medio de la vaguada por la que había subido el grupo cántabro. Entre las escobas había un estrecho corredor por el que se descendía sin dificultad. Cundi, que había bajado poco antes que nosotros, estaba haciéndolo por la parte alta de la loma. Ya en la parte baja encontramos otro gran grupo de equinos. Con ellos saqué una bella foto con la cumbre de fondo.
A las 16:50 horas salimos al camino que llega a los corrales y que continúa valle arriba hacia la collada de Fermosa. Hacia ella iban tres personas con las que nos cruzamos. Ya en el camino emprendimos la bajada por el valle del Bustil de Pepe llegando poco después a la Fuente del Cardo. En ella saciamos la sed y cargamos agua. Camino abajo encontramos otros cuatro caballos y enseguida atravesamos un puente sobre el arroyo y más adelante una cancilla. Poco a poco fuimos girando para meternos en el valle de Murias. Al llegar al alto de La Carrerina Blanca decidimos desviarnos un momento y subir hasta la caseta forestal situada en lo alto de un cerro cercano y sin mucho desnivel. Por otro camino llegamos a ella en pocos minutos y subimos a la misma por las pendientes escaleras de madera. Desde allí se podía divisar todo el valle de Murias con Redipollos, Puebla de Lillo y el Susarón así como el de Bustil con La Polinosa al fondo.
Retomamos la marcha y enlazamos de nuevo con el camino principal para seguir descendiendo hacia el pueblo. En las laderas del valle se podía ver un cuadro multicolor de matorrales verdes, pinos y flores de diversos colores y tonalidades. No tardamos en llegar al desvío del Robledal de Torcedos. Ahora iluminado con el sol del atardecer era totalmente diferente de cuando subimos. Yo me fui rezagando del resto y así hice el camino hasta el pueblo. En la fuente del robledal me pareció ver a alguien un momento, pero desapareció y supuse que habría sido una ilusión. Eran las 17:45 horas
Llegué así a la siguiente confluencia girando a la derecha ya hacia Redipollos. El camino va entre arboleda tras la cual pueden verse los prados cercanos al arroyo Murias. Dejé atrás el Caserío de la Vega de San Pedro y paulatinamente fui acercándome al pueblo que comencé a ver tras salir de la arboleda. Hacia el Oeste el cielo se cubría de negros nubarrones. Antes de llegar a él me encontré con Mateo que iba a ver si encontraba un grupo de tilos que había en la zona y de paso a ver si veía a Cundi, que no había llegado. Luego supe que era a ella a la que había visto en la fuente del robledal quedando allí por detrás de nosotros.
A las 18:35 horas entré en Redipollos ahora con una amplia y bonita vista de La Polinosa. Allí mismo tenía la furgoneta y aproveché para cambiarme antes de dirigirme al bar donde suponía acertadamente que estaban los compañeros que habían bajado conmigo y también Vicente. Tomamos allí un refrigerio esperando por el resto que aún tardaron un rato en llegar. Habían subido cinco cumbres: La Polinosa, Cervunal, Convento, La Cruz y La Uve.
Tras hacernos una foto con el macizo de fondo emprendimos el viaje de regreso a las 20:15 horas. Poco antes del pantano paré a sacar otra foto de la cumbre desde allí. Encontramos algunas retenciones antes de entrar en León pasadas las 21:30 horas. Aquí fueron bajando las compañeras que venían conmigo y a las diez de la noche llegaba yo a casa.
En el Mampodre ya he subido la Peña La Cruz en otras dos ocasiones y desde Maraña. También aquella requiere su esfuerzo por lo pendiente de sus faldas y laderas, pero creo que La Polinosa lo supera y personalmente fue un gran reto ascenderla.
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