21-03-10 (Domingo)
Una vez más hemos salido a la montaña para realizar en esta ocasión una triple ascensión en un macizo situado en las inmediaciones de Cistierna, concretamente en La Mata de Monteagudo. La climatología nos ha dado una tregua y volvimos a conseguir alcanzar el objetivo tras la última actividad improvisada y cambiada.
A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán los diez participantes de esta excursión: José Antonio, Toño, Arancha, Gabriela, Mª Jesús, Cundi, Álvaro, Pedro y yo. El décimo componente no era si no Silvano, amigo y compañero mío en los comienzos del club Don Bosco, lo cual no dejó de hacerme cierta ilusión. En los coches de Toño, Arancha y el mío nos repartimos para salir de León por la nacional hacia Mansilla donde giramos para tomar la de Riaño. En Sahechores volvimos a cambiar el rumbo y pasamos luego por Almanza y Puente Almuhey antes de llegar a La Mata de Monteagudo, comienzo de la ruta, 1150 m.
Aparcamos los coches cerca de la iglesia y nos compusimos mientras las nieblas se cerraban en las cimas. A las 10:20 horas comenzamos la marcha saliendo del pueblo por un camino embarrado entre praderías y al lado del arroyo de Los Ríos que atravesamos poco después. Comenzamos enseguida a subir más directamente por la ladera entre algunos robles. Allí encontramos varios huesos de lo que parecía una vaca. Serpenteando fuimos acercándonos a una pista que también salía del pueblo y que daba un poco más de rodeo. El camino que llevábamos se iba perdiendo y por eso decidimos salir a la pista aquella.
Comenzamos a ver entonces la cima de Peña Corada hacia atrás y cerrada de nieblas. El camino transcurría entre robles con troncos cargados de verde musgo. Algo mas arriba llegamos a una bifurcación de la pista que atravesaba por la ladera con dirección Este hacia donde se encontraba el pueblo de Ferreras del Puerto en un valle paralelo. Nosotros cogimos el otro ramal que seguía subiendo y dejamos atrás una zona con pradera ya cerca de la collada de Los Abedules. A las 11:40 horas alcanzamos este paso con una altitud de 1421 metros.
El camino se volvía a bifurcar allí, y mientras uno bajaba por la ladera contraria, otro seguía subiendo hacia el Norte con dirección al Campriondo que comenzamos a ver enseguida. Las nieblas se habían ido disipando y nos dejaban ver la mayor parte de las cimas; incluso salía el sol a ratos. Unos metros más adelante se difuminó el camino en la pradera llena de escobas ya por debajo de las pedregosas laderas del pico. Allí vimos el quad que antes nos había adelantado subiendo.
Mientras unos trepaban por la roca, otros seguimos un sendero que la rodeaba un poco. Seguimos una vaguada por la que se subía cómodamente y enseguida nos reunimos con los compañeros que habían ido por la roca. A partir de allí se pronunció la pendiente pero se seguía subiendo sin dificultad alguna. En la parte alta ladeamos unos metros perpendicularmente sin apenas desnivel hasta llegar a una collada entre la cima del Campriondo y otra con algo menos de altitud cuyo nombre no se especifica en el mapa. Desde allí pudimos ver claramente las cimas del pico Moro, Peña Rionda y el Cerroso. Eran las 12:20 horas y la altitud era de unos 1550 metros.
Mientras algunos ya subían hacia el Campriondo cerca de la cumbre, otros decidieron subir a esta segunda cima. Los demás optamos por seguir hacia el primero para el que ya quedaban pocos metros. La ladera era pedregosa pero no de roca compacta. Tampoco de excesiva pendiente, por lo que subimos cómodamente por ella. A las 12:40 horas alcancé yo la misma en la que estaban ya los compañeros que se habían adelantado. La vista era espectacular ya que las nubes habían levantado casi por completo. En la parte baja se veía Ocejo de la Peña bajo la misma falda del pico. Al lado contrario estaba Ferreras del Puerto y también se divisaba un poco de La Mata de Monteagudo.
En esta cima del Campriondo con 1673 metros de altitud había un hito de piedras con dos hierros en medio. No había buzón alguno, ni placa ni cruz. La tarjeta la dejamos en un bote entre las rocas y nos sacamos una foto de grupo. Desde allí podíamos ver casi completa la ruta que hicimos hace dos años en la que intentamos subir al Cerroso desde Ocejo. Algunos comimos un pequeño pincho ya que teníamos pensado subir aún a la Peña Villa que nos quedaba al Sur y al otro lado de la collada de los Abedules. Cerca de la cumbre había unos pequeños neveros que nos sirvieron para comenzar una guerra de bolas de la que no se libró nadie. A las 13:35 horas emprendimos el descenso por la misma parte de subida. En algunos neveros que encontrábamos seguíamos con la guerra de bolazos. Aún me duele el brazo de tirarlas.
Entramos en el camino entre robles mientras el sol que salía entre las nubes calentaba lo suyo. En la collada de los Abedules hubo división de grupo. Toño y Cundi optaron por descender ya desde allí al pueblo por el mismo camino de subida. El resto nos metimos en la ladera contraria para dirigirnos a Peña Villa hacia la que ya se había adelantado Silvano hacía un rato. El sendero subía entre robles y escobas hasta alcanzar un alto que dividía el macizo. Al Suroeste se alzaba el Castillón, peña solitaria que debe su nombre a la semejanza con dicha fortaleza. Por el Sudeste corría la loma hacia la Peña Villa en la que vimos ya a Silvano. Cómo la primera era fácil de subir nos dirigimos a ella entre el matorral y atravesando una alambrada.
A las 14:41 horas llegamos a esta cima del Castillón de Fuentes con 1488 metros de altitud. Mientras que por el Oeste era una loma, por el Este tenía una paredes no muy altas pero verticales. La vista era espectacular hacia el Norte con el Campriondo, Cerroso, Peña Rionda y el Moro entre otros. Ahora veíamos también el Espigüete, Peñas Pintas, Arbillos, etc.
Apenas estuvimos unos minutos en la cima en la que no dejamos tarjeta alguna al no tener ni señal de cumbre. Emprendimos el descenso por la misma ladera hacia la collada desde la que comenzamos a subir hacia la Peña Villa, 1546 m, de la que ya veíamos bajar a Silvano, el cual se dio la vuelta con nosotros al cruzarnos. Ya cerca de la cima la cresta se complicaba un poco y algunos optamos por seguir bordeándola para cogerla más al sur. Aunque pendiente, subimos bien estos últimos metros hasta la cúspide a la que llegamos sobre las 15:15 horas.
En ella tampoco dejamos tarjeta aunque sí nos sacamos una foto de grupo. Nos acomodamos entonces para comer mientras veíamos como por el Oeste se cubría de negros nubarrones y se veían cortinas de lluvia que se acercaban. Hacia esa parte contemplábamos el pueblo de Fuentes de Peñacorada y a lo lejos el valle de Sabero. También se veía el mirador de Los Rejos. Hace dos años en el Encuentro de Montañeros se hizo una ruta por varios de los pueblos que ahora veíamos.
Poco a poco fueron escapándose gotas de lluvia que nos hicieron apurar el bocata y a las 15:50 horas, con lluvia ya constante, emprendimos el descenso. Lo hicimos por la ladera sur hacia la pista que une La Mata con Cistierna y que pasa por debajo de Peña Corada, aunque tampoco íbamos con esa idea clara. Si había otro lugar por donde bajar al pueblo podíamos desviarnos. En una collada pudimos haberlo hecho, pero no se veía muy clara la bajada por la vaguada llena de arboleda y matorral. En esta ladera vimos algunos árboles solitarios de bonitas formas. Poco a poco fue pasando el nublado y la lluvia fue cesando. En la pista vimos un par de vehículos parados. Hace varios años subimos desde allí a Peña Corada un domingo por la tarde improvisadamente mi hermana, otro amigo y yo. Esta collada se llama Las Vallejas y está a 1331 metros de altitud.
Tras el chaparrón salió el sol claro poco antes de llegar a esta collada cuando eran las 16:40 horas. José Antonio había comenzado a subir por la parte contraria hacia unos peñascos. El resto comenzamos a bajar por la pista pero enseguida la abandonamos para entrar en una vaguada que no se veía muy cerrada y que bajaba sin tanto rodeo al pueblo ya visible. Por praderas descendimos entre arboleda y matorral muy disperso al lado de un arroyo. Más abajo entramos en una zona más cerrada pero con sendero claro y muy transitable. En el arroyo vimos una bonita cascada entre rocas cargadas de musgo. Poco después atravesamos el mismo para seguir por el sendero que ahora estaba abnegado por el agua del arroyo. No tardamos en salir al camino ancho que suponemos era uno que habíamos visto al comienzo de la vaguada pero que no sabíamos si bajaría o no.
Por él seguimos descendiendo entre robles hasta llegar a una nave ganadera en la que se oían baladas de corderos y ovejas. El último tramo hasta el pueblo estaba totalmente embarrado y cubierto de abono y orines de ganado. Había que ir sorteando todo ello como se podía.
A las 17:25 horas entramos en La Mata de Monteagudo por otra calle diferente a la de salida. Ésta nos llevó directamente a la iglesia donde teníamos los coches aparcados. En una fuente cercana lavamos las botas y polainas embarradas. Allí estaba Toño esperando y Cundi que llegó al poco rato de dar un paseo por el pueblo. También José Antonio apareció enseguida. Al contrario que por la mañana, ahora se veía claramente la cima de Peña Corada y Peña Villa.
Tras cambiarnos y demás, decidimos acercarnos a ver el santuario de la Virgen de La Velilla, situado un kilómetro antes del pueblo. Toño y Cundi lo habían ido a ver y nos dijeron que estaba abierto hasta las siete. Pues bien, cuando llegamos lo encontramos ya cerrado aunque eran las seis. Aun así merece la pena su vista exterior y como fondo el Campriondo. Sacamos una fotos allí antes de comenzar el regreso.
Ya en Almanza nos detuvimos a tomar un refrigerio en un bar e hicimos las cuentas como es habitual. Estuvimos una hora allí antes de retomar la marcha hacia la capital donde llegamos sin novedades sobre las 20:30 horas.
Terminamos así una actividad más del calendario programado para esta año que está siendo un tanto irregular climatológicamente, pero que nos está dejando alcanzar la mayoría de los objetivos propuestos.
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