lunes, 10 de agosto de 2009

"PENDILLA - COLLADA PROPINDE" Y "LA VID - ERMITA SAN LORENZO" 09-08-09

 



3ª TRAVESÍA “PENDILLA-COLLADA DE PROPINDE”
Y “SUBIDA A LA ERMITA DE SAN LORENZO DESDE LA VID”

09-08-09    (Domingo)

Por segunda vez en este año hemos tenido un intento frustrado para ascender al Estorvín de Valverde. Si en enero fue la nieve acumulada, en esta ocasión la climatología, casi invernal, nos impidió de nuevo dicha ascensión. Salvo por las temperaturas, que no eran frías en exceso, el panorama de lluvia y niebla volvió, como digo, el paisaje totalmente invernal. El titulo del resumen de “3ª Travesía Pendilla- Collada de Propinde” lo tomo como referencia contando las dos veces que he ascendido al Tres Concejos desde este pueblo y pasando por la collada.
Nueve fuimos los animados a participar en esta salida: Álvaro, Mª Jesús, José A., Roberto, Nati, Gabriela, Pedro, Javi F. y yo. A las ocho nos reunimos en Guzmán de donde salimos en mi coche y el de Gabriela, una nueva compañera del club. En la carretera de Asturias tenía que estar Javi F. con su coche, ya que él iba a hacer la ruta en plan maratón para entrenarse. Como se retrasaba quedamos en reunirnos ya en Pendilla, 1337 m. Sin novedades nos fuimos acercando a éste mientras el panorama se oscurecía por completo. En León solo algunas nubes cubrían el cielo, pero allí las nieblas lo cerraban por completo sin dejar ver cima alguna.
Decidimos hacer la subida por el valle de Bustamores, que aunque es más largo, tiene menos problemas para llegar al collado del Cuadro. Emprendimos la subida por dicho valle cuando eran las 9:20 horas. El ancho camino subía suavemente por la parte izquierda quedándonos el arroyo a la derecha. Poco a poco la niebla se fue humedeciendo y hubo que ponerse los chubasqueros. Lo hicimos cerca de unas naves ganaderas al lado de las cuales vimos un coche desguazado. Allí ya era lluvia lo que caía y decidí cambiar la cámara de fotos.
Continuamos el avance por el camino que se empinaba un poco más y se estropeaba el firme. El agua había formado grandes surcos por el medio del mismo. Así llegamos a una bifurcación por la derecha que entraba hacia el fondo del valle pero poco definida. José Antonio y Gabriela nos habían dejado atrás y Javi ya desde el pueblo. Nos pareció que era mejor subir por el camino ancho e ir cogiendo altura. Dejamos atrás una cabaña de piedra por debajo del camino y al lado de éste vimos un ternero tumbado bajo unos matorrales que ni se inmutó al vernos, lo cual nos extrañó.
Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que el camino se desviaba del valle y se dirigía con toda seguridad a la collada de Propinde, por debajo del Tres Concejos. El mapa que llevábamos no era muy específico, aunque la ruta sí la marcaba al lado del río. En las laderas encontramos grandes zonas de helechos. La niebla se iba cerrando y pronto dejamos de ver el valle. Cuando el camino dio un giro de 180 grados fue cuando nos convencimos casi del todo de que íbamos hacia la collada. El paisaje era totalmente de un día de invierno. La temperatura era suave, pero al pararnos se quedaba uno frío.
A las 11:00 horas nos encontramos con un gran cartel en el que nos indicaba que estábamos en la collada de Propinde, 1589 metros, y además la ubicación cercana de la “Villa Romana de la Carisa”, un castro del que no vimos nada al no poder ubicarlo por la cerrada niebla. Por el móvil, a duras penas por la mala cobertura, supimos que Javi había ido valle arriba y estaba en un collado, que podía ser el Cuadro, aunque la niebla igual de cerrada le impedía situarse. Decidió que iba a retroceder. Por su parte, José y Gabriela estaban un kilómetro por delante de nosotros, ya en Asturias, cuyo límite era la collada. Estando allí bajó un joven en un caballo que había estado hablando con ellos dos. Aunque habíamos quedado en esperarles allí decidimos emprender poco a poco el descenso ya que nos quedábamos fríos. Habíamos comentado la posibilidad de subir al Tres Concejos desde allí, pero como digo, la visibilidad era nula.
En este descenso se nos unió un perro de caza que bajó a nuestro lado un buen rato. Según perdíamos altura se abría de nuevo la niebla dejándonos ver parte de valle. Íbamos comentando dónde podía estar Nati, a la que habíamos oído en la subida por debajo de nosotros. Sabíamos que ella con esa niebla no iba a subir por el valle, y cabía la posibilidad de que hubiese bajado de nuevo.
Continuamos el descenso por el camino hasta llegar a la altura del ternero que seguía allí tumbado. Sospechamos que podía estar enfermo o tener algo roto y no se podía mover. Dejamos atrás las naves de ganado con una fuente al lado y no tardando divisamos las primeras casas del pueblo. Nos cruzamos con un todoterreno y comentamos al conductor, que buscaba un perro negro, la situación del ternero. En este tramo nos alcanzaron José Antonio y Gabriela.
Antes de entrar en Pendilla se atraviesa un puente sobre el arroyo en el que volvimos a ver un grupo de ocas y patos. A las 12:40 horas entramos en el pueblo donde aún no estaba ni Nati ni Javi. Me di una vuelta por el mismo por si estaba por allí y además por si veía el coche de una compañera de trabajo que suele ir de vez en cuando.
Javi sabíamos que bajaba por el valle, pero Nati no sabíamos donde podía estar. Cabía la posibilidad de que hubiese ido hasta Tonín caminando, así que fuimos Roberto y yo con la furgoneta hasta allí. Al no verla de camino ya sospechamos que no era fácil que hubiese llegado por el tiempo que se tardaba y que la habíamos oído subiendo. No es que estuviésemos especialmente preocupados, más que nada por que pensase que no habíamos bajado tan pronto y que no se diese prisa. Queríamos hacer alguna cosa más si el tiempo estaba mejor al sur.
De regreso ya estaba Javi pero no ella. Decidimos subir con la furgoneta por el camino y llegamos hasta la nave de ganado. Allí la aparcamos y Roberto y yo nos acercamos andando por el valle hasta una cabaña del mismo. De regreso subía Javi con el todoterreno suyo. Nosotros comenzamos a bajar pendientes de los alrededores y antes de llegar al pueblo nos alcanzó Javi que ya venía con ella. La había visto cerca del arroyo.
Casi a las dos de la tarde decidimos bajar hacia La Vid donde se celebraban las fiestas de San Lorenzo y donde habían oído que daban bollos preñaos en la ermita. En pocos minutos llegamos y aparcamos dirigiéndonos hacia una explanada donde había una concentración de coches clásicos, muchos de ellos los que el pasado año en San Juan estuvieron en León. Supimos que lo del bollo preñao era al día siguiente, San Lorenzo, cuando subían en romería a la ermita.
En una mesa de la terraza de un bar estaba ya Javi tomando un refrigerio y allí nos acomodamos para comer mientras los coches marchaban a hacer lo mismo en Villamanín. Tras la comida tomamos un café allí mismo y decidimos subir hasta la ermita y aprovechar la tarde un poco. Javi no se animó y emprendió la vuelta a León.
Yo cogí la mochila con algo de agua y a las 15:50 horas emprendimos la marcha. Esta ermita de San Lorenzo se sitúa en unos riscos al otro lado de la carretera y algo más al norte. Puede haber un desnivel de unos 200 metros. Atravesamos la carretera y la vía férrea por unos túneles y allí se despistaron cogiendo el camino que no era. Ello nos supuso tener que subir por una loma directamente con fuerte desnivel hasta enlazar con la ruta señalizada. Ésta senda va a la ermita y pasa luego por Villasimpliz y Buiza con un recorrido de 10 Km volviendo luego a La Vid.
Como digo, nos costó subir un tramo de fuerte inclinación hasta alcanzar la senda marcada por la que nos dirigimos hacia la ermita. Nati y Pedro aún se metieron por una vaguada peor y tuvimos que esperar por ellos unos minutos. Aquí el sendero se suavizó y se internó entre arboleda dándonos un respiro del sofocante sol. Luego bajamos suavemente antes de retomar la subida final, también muy ligera. El último tramo el sendero atraviesa una zona de rocas y justo antes de la ermita subimos una ladera de hierba. Eran las 17:00 horas cuando llegué yo, otros ya estaba arriba y algunos quedaba por detrás.
Del interior de la ermita no se veía apenas nada ya que la única ventana accesible estaba cubierta por una alambrada. En una foto que luego vimos en un cartel se veía la imagen del santo y un altar. En un indicador de madera de la ruta marcaba 1255 metros como altitud allí. El edificio es de piedra con tejas y en un peñasco cercano hay una gran cruz. A la sombra del mismo nos sentamos algunos en la hierba mientras otros decidían tomar el sol. El viento era fresco y yo me puse la sudadera. Desde allí se podía ver el valle de Gordón hacia el norte y sur atravesado por la carretera de Asturias. Por ella vimos pasar numerosas motos que iban hacia el norte. Al sur se elevaba el Cueto San Mateo y al norte seguían cerradas las cumbres a las que habíamos querido subir por la mañana.
Para que variar, sacándonos fotos nos comenzamos a tirar por la hierba y hacer tontas piruetas. Así, haciendo un poco el payaso y charlando nos dieron las 18:30 horas. Antes de emprender la bajada nos sacamos otras fotos en torno a la cruz. También en el tramo de rocas han colocado una barandilla de metal para agarrarse a ella. Hay que tener en cuenta que allí sube el día de la romería numeroso personal y no tienen que ser montañeros.
Sin novedades desandamos el camino por el medio del bosque y ahora siguiendo las marcas sin abandonarlas. Bajamos por la loma y nos desviamos hacia la derecha donde el camino era más marcado. En éste encontramos un ciruelo cargado de frutos que algunos se dedicaron a recolectar. Echamos un buen rato allí mientras que José Antonio y Gabriela habían seguido para delante. Así llegamos al punto donde se une la ruta circular marcando a Buiza 1:15 horas y a Villasimpliz por la ermita 1:05 h. Escasos metros nos separaban del túnel bajo la vía y carretera entrando en el pueblo a las 19:26 horas. Desde la plaza de la iglesia se podía ver la ermita en lo alto. Allí estuvimos un rato de charla con un vecino del pueblo. También me encontré con la familia de esta compañera de trabajo, aunque no con ella que había marchado ya. No sé que hora era cuando salimos de allí, pero a la llegada en León eran las 21:30 horas.
Así transcurrió esta atípica jornada de montaña en la que al menos hicimos un poco de ejercicio en la subida al collado de Propinde y a la ermita de San Lorenzo. Al final voy a calificar al Estorvín como “pico maldito”.















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