lunes, 5 de mayo de 2008

CALABAZOSA (Torrestío) - 04-05-08

 


1ª ASCENSIÓN A “LA CALABAZOSA”.

04-05-08    (Domingo)

Retomamos de nuevo el calendario previsto tras unas semanas de cambios provocados por la climatología, que también en esta ocasión nos jugó una mala pasada impidiendo disfrutar plenamente de la jornada. Nos acercamos esta vez a la comarca de Babia para ascender a la Peña Calabazosa, cumbre situada en la zona de los lagos de Somiedo. Doce fuimos los animados a realizar tal ascensión cuyos nombres eran: Adelino, Roberto, José Antonio, María Jesús, Nati, Mateo, Miguel, Vicente, Merche, Goyi, Piedad y un servidor.
De Guzmán salimos siete participantes en los coches de José Antonio y de Adelino. El resto tenía que ir por La Pola de Gordón a recoger a Miguel para pasar luego por Aralla hacia Luna. A las 8:00 horas emprendimos el viaje con el cielo despejado completamente. Por la carretera de Caboalles llegamos a La Magdalena donde entramos en la autopista para evitar las curvas del pantano. Ya fuera de ella dejamos Luna y entramos en Babia pasando por San Emiliano con dirección al puerto de Ventana. Antes de emprender la subida a éste se encuentra el desvío a Torrestío (1350 m), donde llegamos a las 9:40 horas.
A la entrada estaba ya el otro coche y en el pueblo aparcamos los mismos frente al bar donde tomamos un café rápido. Antes de comenzar la marcha a las 10:00 horas sacamos una foto de grupo. En una de las calles que recorrimos pudimos ver una curiosa señal de tráfico indicando el peligro de gallinas sueltas que no tardamos en ver por las cercanías.
Salimos por el valle Sañedo hacia los lagos encontrando enseguida un desvío a la izquierda que comenzaba a subir empinadamente por una pista de cemento hacia el valle de Valverde. Unos metros más adelante finalizaba el duro firme y seguía el camino de tierra entre unas tapias bajas de piedras que delimitaban varios prados. Al fondo del valle comenzábamos a ver varias cumbres que lo rodeaban, como las de Peña Solarco, Redonda y Corros. Mas adelante fueron apareciendo otras como la de Peña Congosto, por detrás de las anteriores e incluso la de La Calabazosa. El valle se encontraba totalmente cubierto de verdes praderías en medio de las cuales había un corral y varios caballos con potrillos pastando cerca.
No tardamos en dividirnos en grupos quedando por detrás los de siempre, yo entre ellos. Cuando paré para quitarme la sudadera se me quedó la cámara olvidada y gracias a que de continuo voy sacando fotos no tuve que retroceder muchos metros. De frente a la izquierda aparecía la pirámide del Morronegro. El camino serpenteaba por la parte derecha del valle por el que bajaba el arroyo Morronegro. Por encima de nosotros teníamos la cumbre de Los Riondos y entre ésta y otras de esa parte del macizo bajaban algunos arroyos formando pequeñas cascadas.
Por los walkies me comunicaba con el grupo que iba varios metros por delante. Habían dejado atrás un pequeño refugio al que llegamos nosotros a las 11:15 horas. Por encima se veía un corro con restos de estiércol a continuación del cual subimos una empinada cuesta de hierba. Tras la misma hicimos una breve parada y estudiando el terreno me pareció que si abandonábamos el sendero e íbamos subiendo por la ladera ganaríamos altura mas suavemente. Roberto, Adelino y yo así lo hicimos mientras Merche, Mateo y Goyi optaron por seguirlo. Nos metimos entonces por la ladera escalonada bajo las paredes de la Peña Redonda hasta llegar a la vaguada entre ésta y la de Solarco. Por la misma también se podía acceder a otra collada por debajo de la Calabazosa, pero el resto no había ido por ella, así que decidimos no separar más el grupo.
Ya por la falda de la Peña Solarco nos encontramos con un gran pedregal que comenzamos a atravesar. Fue precisamente allí donde vimos una culebra de un metro mas o menos que se metió enseguida entre las piedras pero que me dio tiempo a fotografiar y grabar un instante.
A mediodía alcanzamos el collado Quexeiro, (1751 m), donde comprobamos que no habíamos aguantado nada yendo por el pedrero. Allí cruzaba una alambrada que recorría el cordal hacia el Morronegro y el Solarco. Frente a nosotros, al otro lado del valle de Congosto, se alzaba la cumbre del mismo nombre con 2084 metros de altitud. Dicho valle baja desde las laderas del norte hacia La Majúa. Desde allí comienza un camino mejor definido con dirección a la cabecera de dicho valle donde veíamos la cumbre de Peña Orniz. Comenzamos el suave descenso por dicha pista hasta aun bifurcación de la misma. Un ramal continuaba con la misma dirección mientras que otro giraba valle abajo hacia el pueblo de La Majúa.
No tardando entramos en una zona angosta donde el río de La Majúa que transcurría por dicho valle se encajonaba entre la ladera Este de la peña Congosto y la Oeste de la Solarco. Por encima de éste subía la senda que antes de salir a valle abierto pasaba por una estrechez entre rocas. Tras la misma tuvimos una amplia con dos peñas por la parte derecha que nos metían la duda de cual sería la Calabazosa. El grupo de avance estaba subiendo por la primera de ellas sin saber tampoco si era o no la Calabazosa.
Por la ladera derecha comenzamos a subir con esa dirección por praderas entre rocas y pisando ya algunos neveros. En una roca lisa estuvimos haciéndonos Roberto y yo unas fotos “escalando”. Merce optó por darse la vuelta allí mismo y le recomendamos que no se entretuviera y llegase al menos a la collada, desde allí podía bajar sin problema valle abajo hasta el pueblo. El cielo se iba poco a poco cubriendo de nubarrones que ya vaticinaban el cambio anunciado en las previsiones. Decidimos nosotros dejar atrás la peña por la que los demás estaban subiendo y dirigirnos hacia una collada entre ambas desde la que según el mapa se podía subir fuera cual fuera la Calabazosa. Nos colocamos bajo la situada mas al norte, La Peña, tras pasar un arroyo entre neveros. Desde allí subía un sendero muy marcado con dirección a la collada Congosto, (1989 m), aunque en esos momentos no estábamos seguros de su nombre.
Poco a poco vimos como la peña situada más al sur, la que habíamos dejado atrás, se cubría de niebla llegada de la parte contraria, de Asturias. También por el Oeste se había oscurecido de forma espectacular y ya se escapaban gotas de lluvia. Cómodamente alcanzamos la collada a las 13:30 horas y con la niebla casi cubriéndonos. Allí estábamos Adelino, Roberto, Goyi, Mateo y yo. No tardó en llegar José Antonio y poco después Vicente y María Jesús. En esos momentos llovía copiosamente y no había resguardo alguno cerca. José Antonio estaba seguro que la Calabazosa era la situada al sur y hacia ella se dirigió sin contar con nadie. No tardando aparecieron por la parte contraria Miguel y Piedad, que habían bordeado la peña por otra collada distinta. Desde allí podíamos ver al fondo el Montigüero y en primer plano Peña Orniz. Por el norte también pudimos ver los Picos Albos.
Media hora estuvimos allí en la collada antes de comenzar a subir por la ladera de la peña cuya cumbre era invisible tras la niebla. El primer tramo era terreno de hierba y no muy pendiente, pero enseguida llegamos a la roca donde se acentuó la misma y tuvimos que echar la mano en algunas ocasiones. En otra media hora alcanzamos la cresta desde la que vimos la cumbre a pocos metros. Por la parte sur caían a plomo numerosas canales bajo las que antes habían estado los compañeros del otro grupo. Con la niebla rasgada de fondo, la cumbre tenía una vista realmente de postal. En pocos minutos alcanzamos la misma los últimos.
Desde esta cima de 2113 metros, limítrofe con Asturias, apenas si vimos paisaje, ya que la niebla lo cubría casi todo y no tardó en cerrarse por completo. Nos sacamos una foto de grupo y dejamos nuestra tarjeta en el buzón pegado a la cruz. Nos íbamos a poner a comer allí, pero la lluvia volvió a hacer acto de presencia y tuvimos que emprender el descenso a tientas. La total falta de visibilidad hizo que nos despistásemos y no cogiésemos la misma ruta de ascenso. El problema era que si nos desviábamos mucho podíamos llegar al fondo del valle de la parte asturiana y terminar no se sabe dónde. Tardamos un rato en dar con el buen camino y cuando lo hicimos y perdimos altura abrió la niebla un poco. Nos dirigimos a la collada Congosto donde llegamos a las 15:20 horas y nos acomodamos para comer. La niebla volvió a envolvernos aunque no llovía.
Media hora estuvimos allí antes de retomar el descenso. Nos volvimos a separar bajando el primer tramo desde la collada. La visibilidad era nula y al menos teníamos la certeza de que llegando al fondo del valle y siguiendo el río nos llevaría al paso angosto. Por la senda, en la que vimos una salamandra, pasamos el pequeño arroyo y nos reunimos de nuevo. A partir de allí el sendero se difuminaba y entre la niebla apenas teníamos referencia. Nos parecía que no perdía altura y optamos por echarnos directamente hacia abajo llegando a una campera cerca del río principal. Paralelos a él continuamos descendiendo mas suavemente a la vez que salíamos de la niebla que quedaba en la parte alta y más al fondo del valle.
Precisamente hacia allí avanzábamos entrando poco después de nuevo en ella y oscureciéndose de tal manera el paisaje como si estuviese anocheciendo. Llegamos al paso estrecho entre las rocas a partir del cual retomamos el sendero que desembocó en el ancho camino que subía a la collada o bajaba hacia el valle. Encontramos a Vicente en este ramal esperando y creyendo que era el camino correcto. Por el camino hacia arriba alcanzamos la collada Quexeiro a las 16:45 horas. Ahora no veíamos valle ni cumbre alguna como cuando habíamos subido. Esta vez, en vez de meternos al pedrero, optamos por seguir el sendero marcado por el valle. José Antonio optó por dirigirse a la parte derecha y bajar por la margen contraria del río. Otros ya se habían adelantado y les habíamos perdido de vista.
Poco a poco íbamos perdiendo altura y de nuevo la niebla quedo en la parte alta. Podíamos ver gran parte del valle y algunas cumbres que aparecían entre las nubes, entre ellas la del Morronegro. Mas abajo pasamos al lado de unos corrales cercados con piedras y luego cerca de la caseta de piedra donde comenzaba el camino ancho. Al lado de este camino había varios pedreros donde algunos se dedicaron a buscar fósiles. Vicente había olvidado en la collada donde comimos una piedra que había cogido subiendo y que tenía varias conchas fosilizadas, lo cual le había mosqueado.
Dejamos atrás el arroyo que bajaba por la izquierda entre las peñas mientras se abrían algunos claros por los que se colaba el sol hacia el valle de Valverde. Llegamos de esa forma a las majadas donde ya no vimos caballos. Hacia atrás podían verse unos bonitos contraluces entre las cumbres mientras que por delante, al fondo del valle, se volvía a cerrar la niebla.
Entramos en un pequeño refugio cercano a las majadas donde bien se podía pasar una noche. Tenía incluso una pequeña chimenea. Mas adelante disfrutamos de un bello efecto luminoso. El camino transcurría entre verdes praderas que relucían al sol mientras de fondo, pero muy cerca, subía una niebla tan oscura como la noche. Unas fotos reflejan este bello contraste paisajístico.
Nos envolvió la niebla en pocos minutos entre las tapias de piedra de los prados. El camino se volvió de cemento y se empinó bajando hacia el pueblo. Enlazamos con el que se dirigía a los lagos y que entraba en Torrestío hacia el lado contrario. Eran las 18:55 horas y algunos decidimos acercarnos hasta la cascada del río que caía al fondo de unos prados encharcados. Era un bonito salto cercano a un viejo molino que en su tiempo funcionaba con el agua recogida en lo alto de la cascada y llevada por un canal aún visible en la roca.
A las 19:15 horas entramos al pueblo por la calle principal donde vimos algunos hórreos y grandes casas de arquitectura peculiar. Al llegar donde los coches comprobamos que los primeros en llegar ya se habían ido en uno de ellos. Nosotros entramos al bar donde estuvimos tomando un refrigerio y unas tapas tras lo cual salimos para emprender el regreso.
Sobre las 20:30 horas salimos de Torrestío hacia León. Volvimos a coger la autopista en el tramo del pantano de Luna abandonándola en La Magdalena. Ya en Camposagrado comenzó a cubrirse el cielo de negros nubarrones que iluminados por la luz del atardecer formaban verdaderos lienzos de color. Llovía cuando entramos en la capital a las 21:45 horas y paramos en Guzmán donde nos despedimos. Ya en casa descargó una fuerte tormenta que, como comentario personal apunto, nos averió una de las televisiones.
Tras las últimas actividades improvisadas, realizamos esta programada donde el tiempo nos dio solo una medio tregua.




























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