lunes, 12 de junio de 2006

"BUFONES DE PRÍA" (Asturias) 11-06-06

 


1ª TRAVESÍA “BUFONES DE PRÍA”. (Asturias).

11-06-06    (Domingo)

Primera salida del club de este año fuera de nuestra provincia. Nos hemos desplazado en esta ocasión a la vecina Asturias para realizar una travesía costera y ver los Bufones de Pría, lo cual no nos fue posible dado el buen estado del tiempo y del mar, que por una vez podía haber sido un poco más revuelto. Los bufones son unas “tuberías” que comunican la parte baja de los acantilados con chimeneas en la superficie. Al entrar el fuerte oleaje por ellas, salen chorros de agua pulverizada por la parte alta haciendo a la vez fuerte ruido formando un bonito espectáculo visual. Como digo, no tuvimos suerte en esta ocasión para ver dicho fenómeno, aunque las vistas panorámicas y demás paisajes costeros compensaron este contratiempo.
Comenzamos el día con no muy buen pié. A las 8:00 horas nos encontramos en Guzmán Luis, Álvaro y yo. Cundi me había dicho que si no estaba allí a la hora que no la esperásemos. Pues bien, justo cuando arrancábamos nos llama para decir que se ha retrasado y que pasemos a buscarla. Con las mismas tuvimos que atravesar León hasta Pendón de Baeza a por ella. En principio teníamos pensado ir por la autopista, pero desde allí optamos por hacer el viaje por el puerto. Así, casi a las 8:30 horas, salimos de León por la carretera de Asturias. Sin novedades fuimos avanzando por la misma hasta llegar al puerto donde entramos en la provincia vecina. Tras bajar el fuerte desnivel del mismo nos metimos en la autopista hasta la altura de Mieres donde cambiamos de vía hacia la “minero”. Pues bien, a pesar de ir con cuidado y atentos, debido como siempre a la pésima señalización que tenemos, nos pasamos el desvío hacia la autovía de Santander. Total que tuvimos que continuar hasta la salida de Pola de Siero y atravesar esta población para entrar en dicha vía rápida. Por fin ya encaminados fuimos restando kilómetros con dirección Santander atentos a la salida de Nueva, entre Ribadesella y Llanes. Dimos bien con la misma y abandonamos la autovía hacia esta población donde, poco antes de llegar nos adelantó Javi con su coche.
Muy cerca de Nueva se encuentra la playa de Cuevas del Mar en la cual estuvimos el pasado año de regreso de la ruta por Saja. Allí llegamos poco después de las 10:30 horas reuniéndonos con Javi F., Isabel, José Antonio, Ramón y Corín, que ya habían ido el viernes y el sábado. Sin más nos preparamos para la ruta y sobre las 10:40 horas salimos de allí por la carretera de acceso a la playa. Ésta atraviesa un corto túnel y tras recorrer unos 500 metros cogimos un desvío a la derecha hacia unas casetas y corrales. Poco después nos metimos en un prado por el que continuaba un camino que nos llevó cerca de una hórreo y unas viejas casas. Entre vegetación caminamos varios metros y dejamos atrás un corral con vacas y un hombre a su cuidado. Un poco más adelante, ya cerca de Villanueva, nos desviamos por otro camino hacia la costa de nuevo. En un prado vimos un bonito caballo blanco y negro. Siguiendo el camino en dirección norte y entre varios prados con ganado pastando nos acercamos a la costa hasta ver un indicador de la playa de Villanueva. Bajamos varios metros hacia la misma encontrándonos una estrecha y bella ensenada donde se ubicaba la pequeña playa. Allí había varios buceadores con una barca que luego veríamos por la costa haciendo buceo.
Tras disfrutar de este bonito paraje desandamos unos metros para coger de nuevo el camino y retomar la ruta. Cuando veíamos que el camino se desviaba de la costa, tomábamos alguno de los numerosos senderos que cruzaban los prados acercándonos a los acantilados desde los cuales tuvimos impresionantes vistas de las verticales paredes con el mar batiendo sobre ellas. Tan pronto estábamos al mismo borde como nos separábamos varios metros del mismo. Hacia la parte contraria íbamos viendo los pueblos de Villanueva y Garaña con las altas cumbres de la sierra de Escapa
Como la belleza de este lugar es imposible de describir en palabras y de continuo fuimos disfrutando de esta maravilla, no repetiré sin cesar lo mismo salvo algunos detalles destacables.
De continuo íbamos atravesando alambradas de los pastos muy preparadas con pasos adecuados para las personas pero no para el ganado. Más adelante atravesamos un gran helechal que casi nos cubría por completo. Aquí me desvié del resto y me metí entre maleza que me rozó las piernas y brazos dándome un buen masaje. Ya los tojos que abundaban por doquier iban dejándonos marcas a los que llevábamos pantalón corto. Tras salir de este laberinto me dirigí al borde desde el cual continué viendo bonitas ensenadas y abruptos acantilados. En el sendero encontré, al igual que luego, cáscaras pintas rotas de huevos. Supongo que fueran de gaviotas, las cuales también vimos en gran cantidad. Algo menos agradable fue encontrar numerosos restos de basura esparcidos entre las rocas. Al lado del precipicio estuve un rato y me saqué una foto con el disparador. Poco después vi aparecer a Ramón y al rato al resto. Allí cerca vimos los primeros bufones en los que se oía resoplar el aire y el agua abajo, aunque como digo, no tuvimos la suerte de verla salir por ellos.
Ya reunidos continuamos la marcha por los senderos y pasamos al lado de un prado con la hierba segada en él. Desde otro punto vimos a los buceadores sumergirse cerca de los acantilados. A continuación atravesamos una zona de matorral quemado que además de rozarnos las piernas, nos entiznaban. De frente vimos venir un numeroso grupo de personas entre ellas varios niños. Resultó ser un grupo del colegio Luis Vives de León y entre ellos había conocidos de varios de nosotros.
Ya cerca de Llames nos encontramos con un paraje realmente espectacular. El mar se infiltraba por debajo del suelo y formaba luego una laguna de agua calmada y bonito color azulado. Bajamos unos metros y atravesamos un puente natural entre esta laguna y otra abertura sobre el mar. Otros bordearon la laguna y subieron por la parte contraria. Ya arriba nos encaminamos hacia Llames y el Bramadoriu, lugar de la ruta donde más bufones se concentran y donde de nuevo nos tuvimos que conformar con oír el mar a través de ellos. Varios caminos se acercaban hasta los acantilados cerca de los cuales vimos algunos vehículos. No tardando contemplamos la bonita playa de Aguamía situada al final de otra bella ensenada y rodeada de altos eucaliptos. Eran las 14:00 horas y llevábamos 5,700 Km.
En un bar situado encima de dicha playa estuvimos tomando un refrigerio para combatir el sofocante calor que hacía. La ruta ahora volvía por la carretera de los pueblos. Una media hora después de llegar retomamos la marcha por el mismo camino de llegada. Pasamos al lado de la zona de los bufones y nos desviamos entonces por otro camino que nos llevó directamente hasta la laguna anterior. La bordeamos por la parte alta y nos dirigimos hacia los pueblos entre prados y verdes helechales. Nos fuimos separando y yo me quedé con Cundi, Isabel y Corín. Por dicho camino entramos en Garaña y salimos a la carretera por la que haríamos el resto de la ruta.
Atravesamos este pueblo y nos encaminamos hacia Villanueva de Pría tras desviarnos en un cruce que lo indicaba. En ese momento llamé a casa y hablé con mi hermana Juli. Entre sol y sombra fuimos avanzando hasta dicho pueblo. Durante el trayecto y en los pueblos vimos varias casas y chalets de atractivas líneas y estilos. En uno de ellos había un limonero cargado de frutos.
Así llegamos al cruce de la carretera que entra desde Nueva a la playa de Cuevas del Mar. Poco más de un kilómetro nos quedaba para la misma. Pasamos por el primer desvío que habíamos tomado por la mañana y atravesamos el corto túnel antes de terminar la ruta a las 16:00 horas más o menos. Habíamos recorrido 11,100 Km.
Allí estábamos todos salvo José Antonio y Ramón, que luego vinieron por otro camino de la parte alta. Tras comentar los planes que había, algunos optaron por comer ya mientras que otros decidimos meternos un rato en el agua. Estaba bastante fresca y después de venir de ruta al sol se notaba aún más. Poco a poco me fui metiendo hasta mojarme del todo. A la entrada del agua estaba lleno de piedras con las que me di algunos golpes en los dedos del pie. Dentro venían corrientes alternativas de agua templada y otras bastante fría. En la playa había numeroso personal, entre ellos los de la excursión de León.
Ya cerca de las cinco salimos y tras buscar una sombra al lado de los acantilados de la playa, nos pusimos a comer Luis, Álvaro y yo. Al poco de terminar recibimos la llamada de Guiomar, que junto a Fernando, se habían acercado hasta allí. Los dos fueron compañeros nuestros del club y tras casarse el año pasado fueron a vivir cerca de Llanes. Ya el día antes habían estado con los demás y ahora estaban allí mismo en la playa buscándonos con Javi y José Antonio. Realmente fue muy gratificante volver a verlos tras varios meses desde su despedida.
Ellos mismos fueron los que propusieron ir a ver un par de curiosos lugares de la costa asturiana cercana a Llanes. Pasadas las seis de la tarde emprendimos la marcha en los cuatro coches que había, el de ellos, Luis, Javi y el de Ramón. Llevábamos hasta allí 233 Km. y aún nos íbamos a desviar más. Nos dirigimos a Naves, a escasos cinco kilómetros de allí aparcamos en un camino. Por el mimo, y entre prados, llegamos a la playa de Gulpiyuri, declarada Monumento Natural. Se trata de una pequeña playa situada en el interior de una ensenada cerrada en redondo por rocas y prados, entrando el agua por aberturas bajo los acantilados. En la misma se bañaba numeroso personal. Se accede bajando por un sendero desde los mismos prados superiores. Algunos subimos hasta el borde de los escarpados.
Tras disfrutar de ese bello entorno nos pusimos de nuevo en marcha. Nos dirigimos ahora a Buelna, a unos 25 Km. de allí. Con dirección a Santander dejamos atrás Llanes y a escasos 10 kilómetros de la provincia cántabra, llegamos a dicho pueblo. Aparcamos los coches cerca de la carretera y nos proveímos de linternas antes de atravesar el pueblo en el que vimos varias casas con floridas balconadas. Salimos luego por un camino entre prados hasta llegar al punto clave que nos querían enseñar. Tras pasar por un puente natural de piedra sobre el mismo mar nos encaminamos hacia la entrada de una cueva. Linternas en mano o frontales en cabeza, fuimos entrando en la cavidad pasando un primer tramo agachados. Con cuidado de no resbalar avanzamos por la oscuridad hasta comenzar a ver tras unos 200 metros la claridad. Realmente espectacular el interior de dicha cueva emplazada en el llamado Complejo de Cobijero. Rocas multiformes y especie de estalactitas y estalagmitas se distribuían por la misma entre hoyas llenas de agua de la marea alta que inunda la cueva. Yo me quedé fotografiando todo ello antes de seguir al resto que ya había salido, tras sortear como se pudo dos de estas hoyas, al exterior de la cavidad. Nos encontrábamos debajo de los acantilados a nivel del mar. En las rocas vimos gran número de percebes así como algunos erizos de mar. Yo estaba un poco “mosqueado” porque no me quedaba tarjeta para sacar las fotos que quería y menos aún grabar toda aquella maravilla.
Salimos de nuevo por la parte contraria y enseguida vimos otra playita al final de un entrante del mar. Por un sendero pasamos al lado de otra gran cavidad llena de rocas puntiagudas colgadas del techo de la entrada. Repito, ya no pude sacar foto alguna de ello. Sin más regresamos hacia los coches y ya en el pueblo saqué la última foto que había reservado para todo el grupo.
Con un poco de tristeza nos despedimos de Guiomar y Fernando y ya cuando eran las nueve de la tarde emprendimos el regreso a León. Nos esperaban ahora unos 260 kilómetros hasta casa. Resumiendo, tras algunos kilómetros por la nacional 634 entramos en la autovía hacia Oviedo. No sabemos cómo, pero nos pasamos el desvío para entrar en la de Mieres así que llegamos a Oviedo.
Allí ya no tuvimos problema alguno al coger la A-66 hacia León. Mientras anochecía fuimos descontando kilómetros hasta llegar a Campomanes. Ya habíamos decidido no abandonar allí la autopista, y tras pagar el peaje, 3´50 € como dato, emprendimos el ascenso hacia nuestra provincia. En el valle se veían numerosos pueblecitos iluminados dando un tono místico al paisaje nocturno. Tras varios túneles y el del Negrón, con sus 4,100 Km. entramos en León. Enseguida pasamos en puente colgante de Luna y ya en La Magdalena abandonamos la autopista tras abonar otros 2´55 €. Según nos dirigíamos a la capital vimos algunos relámpagos hacia la misma.
15 minutos antes de la media noche entramos en la ciudad y en Guzmán nos despedimos Luis, Cundi, Álvaro y yo. Con la moto volví a casa tras esta larga, pero bien aprovechada, jornada de........... montaña?


































No hay comentarios:

Publicar un comentario