INTENTO DE ASCENSIÓN A LOS “VALLINES”.
15-01-06 (Domingo)
Comenzamos el año con una ascensión frustrada por la mala climatología, ya anunciada por otro lado. La nieve, pero sobre todo la niebla, nos impidió alcanzar la cumbre no muy lejana ya. Aún así, resultó un día agradable y no podemos quejarnos del resultado, más si cabe como digo, a sabiendas de las pésimas previsiones.
A las 8:00 horas llegué a Guzmán donde ya estaba Antonio esperando. Desde allí nos dirigimos hacia La Granja donde llegaron Javi F., Roberto y Amador en el coche de éste último. Por último recogimos a Ramón en Villaobispo y salimos sin más por la carretera de Santander mientras el cielo se mantenía nublado. Por ella alcanzamos la carretera de Boñar y poco antes de éste volvimos a desviarnos por otra vía hacia Sabero y la carretera de Riaño. Ya por ella fuimos avanzando hacia esta villa bordeando al pantano. Para nuestra sorpresa, la carretera estaba completamente limpia y la nieve abundaba incluso a partir de media ladera para arriba.
En Boca de Huergano nos detuvimos y tomamos un café durante unos minutos. De nuevo en marcha llegamos a Portilla de la Reina donde decidimos dejar mi coche y subir los seis el poco trayecto hasta el comienzo de la ruta, unos cinco kilómetros mas arriba por la carretera de Pandetrave. Como anécdota, ya casi en el punto de parada nos encontramos con la guardia civil. Claro, íbamos seis en el coche, lo que no realmente tampoco era grave teniendo en cuenta las circunstancias y el trayecto. Lo ocurrido fue que, yendo pendientes de ellos, nos pasamos el punto de comienzo unos metros y tuvimos que retroceder. La patrulla había parado unos metros antes y nos preguntábamos, con guasa, que pasaría si nos veían salir a los seis del coche.
Eran las 10:00 horas aproximadamente cuando llegamos a este punto, el kilómetro 4,800 de la carretera de Portilla a Santa Marina de Valdeón. Allí nos preparamos con polainas, cazadoras, guantes, etc. Y sobre las 10:30 horas emprendimos la ascensión entrando en un camino cargado de nieve después de pasar, por donde pudimos, el arroyo Vallines de Arriba. Eso pasó por no coger el camino en su comienzo, pero allí era justamente donde esta parada la patrulla con otro vehículo.
Ya en dicha pista, que intuíamos mas que ver, pasamos por encima del arroyo de nuevo entrando de lleno en el valle cargado de nieve blanda, la peor para avanzar cómodamente. Este camino hizo un zigzag hacia atrás antes de dirigirse valle arriba nuevamente. En una media hora alcanzamos una bifurcación por la izquierda por la que según el mapa había que continuar. Por allí bajaba otro arroyo secundario y con poco caudal en el que nos metimos casi por el medio de él.
Avanzamos un tramo en esa dirección antes de cambiar el rumbo hacia el este mas directamente al pico. Poco a poco vimos como la niebla iba cerrándose y se escapaban copos de nieve, lo cual no auguraba nada bueno. La pendiente se hizo más pronunciada y se bajó el rito, yo al menos. Además, como digo, la nieve mas bien blanda no facilitaba la marcha. Seguimos una vaguada mas bien estrecha paralela al valle principal del arroyo Vallines de Arriba alcanzando mas arriba la cresta entre los dos valles. La niebla se cerraba cada vez mas y durante un rato nevó con ganas. Además soplaba algo de viento del oeste que levantaba remolinos en la nieve polvo del suelo. Eran las 12:00 horas.
Yo había quedado por detrás y no tardé en agregarme a Antonio mientras el resto iban poco por delante. Nos encontramos entonces con unas formaciones rocosas en la cresta y las bordeamos por la izquierda siguiendo casi a tientas la mejor opción. Yo me lo iba tomando con calma ya que llevaba unos días con algo dolor de piernas y cadera que en esas circunstancias se podía agudizar. Acompañado de Antonio fuimos avanzando por la fuerte pendiente mientras la visibilidad era ya nula por completo prácticamente. Apuntaré que, tanto mi hermana como Luis, un compañero del club, me habían mandado sendos mensajes diciendo que en León estaba nevando bastante.
Bordeando dichas rocas, y a la una de la tarde, vimos como el resto que nos precedía, comenzaba el descenso hacia nosotros. Habían alcanzado una collada cercana y no viendo absolutamente nada, decidieron emprender el descenso. En esos momentos nevaba poco, pero la niebla hacía del suelo blanco y el resto del paisaje se fundieran en un completo cuadro monocolor. Reunidos todos nos hicimos unas fotos con el banderín y una bandera de León delante de las rocas antes de emprender el descenso poco después de las 13:00 horas.
De nuevo se adelantaron algunos mientras yo, vista la pendiente que había, no lo dudé y saqué el plástico que en invierno siempre meto en la mochila. Con él me tiré haciendo “culoskí” varios metros disfrutando realmente de este descenso. Como quería grabar con la cámara de fotos, me quité los guantes para sujetarla bien, lo que me supuso quedarse los dedos helados cuando al parar raspé las manos en la nieve. Todo sea por una buena toma. La nieve blanda me impedía coger mas velocidad, pero no estuvo mal. Me entretuve con la cámara, los guantes, etc. y me adelantaron todos. Ya bastante abajo había un pequeño árbol de tronco torcido que me pareció una bonita estampa en medio de la nieve.
Me uní entonces a Antonio para seguir bajando por la vaguada de ascenso teniendo cuidado de no hundirnos en los tramos de nieve con arroyo debajo. Al final ninguno nos libramos de ello quedando enterrados hasta mas arriba de la cintura, eso sí, con un buen rato de risas.
De esa forma alcanzamos el arroyo perpendicular al principal por el que recorrimos unos metros antes de llegar a la confluencia con este último cuando eran las 14:00 horas. Aquí retomamos la pista cargada de nieve que baja paralela al arroyo. El mismo arroyo entre la nieve y algo de arboleda tenía una vista realmente bonita a pesar del día gris. Ahora apenas nevaba y la niebla cerrada había quedado arriba, pero estaba bastante oscuro. Zigzagueamos siguiendo el camino antes de pasar sobre el arroyo. Antonio se había adelantado y me quedé solo por detrás. Ahora no abandoné la pista y así salí a la carretera cuando eran las 14:20 horas.
El coche estaba unos 100 metros mas arriba y Antonio venía de allí caminando. Intentamos hacer señas a Amador y Roberto, que estaban dentro del coche, para que se acercaran y no nos veían. Al final casi llegamos donde ellos antes de ponerse en marcha. Javi y Ramón estaban carretera adelante ya caminando hacia Portilla y les alcanzamos casi en el pueblo. Así atravesamos éste y paramos donde había dejado yo la furgoneta, en el cruce de entrada al pueblo. Por cierto, no expliqué la razón de haberla dejado allí. Ésta no era otra que, en caso de haber subido al pico y tener mas o menos buen tiempo, habríamos bajado por otro valle hacia Llánaves y luego carretera abajo hacia este punto.
Aquí nos cambiamos y decidimos, como ya habíamos hablado, parar a comer en algún bar, restaurante, etc. cercano. A mi no me parecía mala idea del todo, a pesar de tener la comida que había llevado, lo que sí les indiqué fue que se mirase el precio de la misma ya que, y no por tacañería ni nada por el estilo, pero no me parecía lógico gastarse una exageración en una comida de una salida normal de montaña, lo que a mi parecer, y sin entrar en detalles, luego pasó.
Tras cambiarnos la ropa húmeda emprendimos el viaje de retorno con esa intención. En las paredes de los laterales de la carretera había unas bonitas formaciones de hielo que no pude por menos de parar a fotografiar. Al final paramos en Boca de Huergano y en el mismo restaurante de la mañana. No tenían plato del día y pedimos a la carta, tampoco nada del otro mundo, por lo que como ya indiqué, salió mas caro.
Ya cerca de las 17:00 horas reemprendimos Antonio y yo el retorno hacia Riaño disfrutando de nuevo de una vistas impresionantes de los picos nevados, el pantano, la niebla, etc. También paré a sacar una foto. El resto, en el otro coche, habían decidido volver por Prioro. Bordeamos nosotros el embalse con la carretera húmeda pero sin nieve. Y ya tras pasar la presa, en el tramo hasta Cistierna, volvimos a ver increíbles parajes nevados entre niebla y roca. Curiosamente, y al contrario de toda lógica, fue a partir de Cistierna donde comenzamos a ver nieve en la carretera y en el aire. Extremando la precaución para evitar deslizamientos o derrapajes, ya que con la fina capa es donde más probabilidades hay de que ocurra, fuimos avanzando hacia Mansilla mientras anochecía. En esta villa cambiamos el rumbo a la capital donde entramos también pisando nieve y cayendo mas o menos abundantemente. A las 18:40 horas aparcamos en Guzmán y me despedí de Antonio. Sin más, con la nieve cayendo sin cesar, llegué a casa a las 18:55 horas.
En definitiva, a pesar de no haber alcanzado el objetivo, personalmente me ha quedado una grata sensación de esta jornada montañera, primera de este año 2006.
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