2ª TRAVESÍA “LAS FUENTES DEL OMAÑA”.
23-10-05 (Domingo)
Para este domingo teníamos los del club preparada una salida para ascender al pico Jario, cumbre a la que hace tres meses ya subimos algunos en una marcha de la Delegación. Pues bien, de los escasos seis participantes, tres íbamos a ascender dicho pico y el resto iba con intención de meterse más de lleno en Picos de Europa. Al final, de los tres que íbamos a hacer lo realmente programado, solo quedé yo, y no tenía intención de acompañar al resto en sus aventuras. Así que, el mismo sábado, tras enterarme de que José Antonio, un compañero nuestro y miembro de la A.M.P.A. del colegio de las teresianas, hacía con la misma una salida y había sitio para ir, no lo dudé más.
De esa forma aproveché el día y repetí una travesía ya realizada el pasado año con el club a Las Fuentes del Omaña. En esta ocasión se acortó el recorrido de 17 Km a 13 Km y se varió un poco el mismo debido a la asistencia de varios menores. Aún así, resultó una grata jornada en la que pudimos disfrutar de un tiempo increíble después de cómo habían estado los días anteriores.
La travesía original parte de Murias de Paredes, pasa por Montrondo y asciende por el valle de Los Solanos hasta la falda del Tambarón. Desde allí asciende por el pico Mular bajando a la collada que divide el valle anterior del de Fasgarón que baja al puerto de La Magdalena y luego a Murias. En esta ocasión como digo, se redujo el recorrido y se varió un poco. En principio se comenzó la marcha en el Puerto de La Magdalena en sentido contrario, no se subió por el pico Mular y se terminó en Montrondo.
Con la moto me acerqué hasta el aparcamiento situado detrás de la catedral, de donde salíamos. Allí fueron llegando los participantes y el autocar. Poco después de las 9:00 horas emprendimos el viaje parando en Quevedo donde subió José Antonio y la familia, completando los 28 participantes de esta excursión. Con el cielo completamente despejado salimos de León hacia La Magdalena y entramos en el valle de las Omañas. En poco mas de una hora llegamos al puerto de La Magdalena donde nos preparamos para la macha. Viendo el día tan bueno que hacía decidí dejar la cazadora, pero la mayoría la llevaba y opté por meterla en la mochila. Al final me sobró la misma y casi la sudadera.
Poco antes de las 10:30 horas partimos de dicho punto situado a una altitud de 1434 metros. Por un camino descendimos unos metros hacia el norte mientras de esa misma parte aparecían algunas nieblas en las cumbres. No tardamos en ver algunas señales de esta ruta integrada en el conjunto de las marcadas por la asociación “Cuatro Valles”. Enseguida nos fuimos alejando de la carretera que se dirige a Villablino y fuimos girando hacia el oeste por el valle de Fasgarón. Por la parte derecha, tras el arroyo, subían las laderas de la peña El Buitre, cubiertas de helechos amarillos que contrastaban de forma excepcional con la roca dando al conjunto una vista de postal.
Poco a poco fuimos ganando altura suavemente internándonos entre algunos trozos arboleda y otros entre roca. Así se fue abriendo el valle caminando nosotros por la parte izquierda del mismo en el sentido de la marcha. La vez anterior que lo había hecho, en sentido contrario, era invierno y encontramos nieve y hielo en el camino y las laderas.
Al final de la parte baja del valle el camino dio un brusco giro a la izquierda. Allí paramos un rato y nos reunimos todos. A partir de ese punto la pendiente se acentuaba hasta la collada del Llano Oscuro. Haciendo varios zigzag pasamos al lado de una caseta en construcción y de una fuente con pilón. Por debajo veíamos ya la amplitud del valle y al fondo iban emergiendo varias cumbres lejanas.
A las 12:00 horas, y tras 4,600 Km recorridos, alcanzamos esta collada con una altitud de 1753 metros. La vista era espectacular. Hacia la parte de la que veníamos y bastante alejadas, podíamos contemplar la cumbre de Peña Ubiña y el macizo adyacente. También el alto de La Cañada, Peña Orniz, Montigüero, etc. Hacia la parte contraria y a “tiro de piedra”, el Lagunón, Nevadín, Dos Hermanos, el Molar y el Tambarón. El personal se acomodó a tomar un tentempié y disfrutar de aquellas maravillosas vistas. Antes de emprender la marcha saqué una foto de grupo.
Una media hora después de llegar continuamos la ruta de nuevo. El camino ladeaba ahora la loma del Miro Cutichón hacia otra collada entre éste y La Colchona. Por debajo vimos una bonita laguna, que según comentaron era artificial. Sí se veía por una parte un cerco mas alto de contención del agua. El arroyo que parte de ella, el de Portillas, ya transcurre por el valle que baja a Vivero. De frente íbamos viendo de continuo las cumbres del Tambarón y La Portilla. En las praderas pastaban unas vacas con cuernos desmesuradamente puntiagudos.
A la una de la tarde alcanzamos esta otra collada que une los valles de Montrondo y Vivero. El podómetro marcaba 6,200 Km. Allí la ruta real sube hacia el pico Molar para bajar luego a la cabaña del mismo nombre, pero la intención era bajar directamente por el valle sin ascender aquella cumbre. En aquella collada vimos tres bonitas vacas albinas. Además del Tambarón, se veía ahora la cumbre del Arcos del Agua tras las lomas de la parte contraria del valle.
Abandonamos como digo la pista de la ruta para comenzar el descenso directamente hacia el valle. En las laderas vimos como han rasurado con máquinas parte de las escobas para crear mas zona de pasto. Dichas máquinas arrancan y trituran los matorrales dejándolos allí mismo como abono natural. Anteriormente lo había visto en la zona de los Llamargones hace unas semanas.
Ya bastante abajo atravesamos el arroyo para seguir una senda a media ladera. Por la parte opuesta vimos numerosos caballos y me acerqué un poco a fotografiarlos. Formaban una bonita estampa con el fondo colorido de los árboles y la ladera. Algo más adelante perdimos altura y bajamos casi a nivel del arroyo. Por allí nos cruzamos con un grupo de unas cinco personas que iban valle arriba.
Poco a poco fuimos llegando a la confluencia con el valle principal y giramos siguiendo el sendero hacia el fondo del mismo. Por allí las escobas eran más altas y volvimos a ver de nuevo el Tambarón tras un rato oculto por las laderas del Mular. Así alcanzamos el punto donde nos reintegramos a la ruta en sí. Se trataba de la Cabaña del Mular, zona con algunos corrales de ganado. Un indicador señalaba 7,500 Km al Puerto, mientras que mi podómetro marcaba 9,000 Km. La diferencia es posible a los errores por parte de las dos medidas y de la variación en la ruta hecha.
En una zona de rocas se comenzó a acomodar el personal para comer, siendo las 14:00 horas en esos momentos. Yo vi a José Antonio subir por entre un pequeño desfiladero y le seguí. No tardó en indicarme que no había salida y que bajase. Desde allí teníamos una amplia y bella vista del valle del arroyo Los Solanos que baja a Montrondo.
Bajamos de nuevo junto al grupo para comer cómodamente disfrutando de un día que parecía imposible estuviese así tras los anteriores nublados y lluviosos. Del arroyo cercano algunas niñas sacaron algunos renacuajos que querían traerse a casa en botellas de agua. Tras terminar de comer bajé unos metros hasta donde ya la vez anterior había visto una cascada de difícil acceso. No me fue más fácil ahora el mismo y además con menos compensación debido a la menor cantidad de agua que bajaba. Entre maleza y roca resbaladiza me pude acercar y salir luego luchando con el ramaje y la fuerte pendiente.
Cuando subí ya se estaban preparando para emprender el último y quizás más bonito tramo de la ruta. A las 15:20 horas echamos a andar por el ancho camino que baja por todo el valle dejando el arroyo a la izquierda. Numerosos regatos cruzaban el mismo algunos de ellos erosionándolo durante varios metros antes de abandonarlo hacia el cauce principal. Por la derecha comenzamos a ver el gran abedular de Montrondo, uno de los mayores de la provincia e incluso de la península, según un cartel indicador que luego nos encontramos. Tanto éste como los árboles que crecían a la vera del arroyo tenían un colorido de hoja realmente indescriptible. Yo no hacía más que fotografiar toda aquella gran postal natural en la que estábamos inmersos. Al otro lado del arroyo vimos un curioso árbol que parecía tener tres tonalidades diferentes de color de hoja de abajo a arriba bien definidas. Luego nos dimos cuenta de que se trataba de dos ejemplares diferentes y el color amarillento de arriba correspondía a otro situado por detrás. Lo cierto es que daba el pego. Al lado del camino encontramos un curioso montón de setas anaranjadas. Pasamos poco después al lado de una nave ganadera donde conversamos unos minutos con un joven que se ocupaba de la misma.
Yo seguía fascinado con el contraste de colores del valle y aún me quedaba por disfrutar lo mío. Poco a poco fuimos girando al norte y el valle se fue cerrando. Ahora tocaba de nuevo el turno de deleitarse con las laderas de la Peña Negra, las cuales, al igual que habíamos visto por la mañana en las de la Peña del Buitre, estaban moteadas de helechos amarillos entre la roca gris y verdes escobas. Para redondear el cuadro, los árboles en primer plano y un gran toro pastando en el prado cercano. La cámara de fotos se me calentaba en las manos y “echaba humo”.
Sin darnos cuenta vimos como una gran masa de nubes negras se había ido acercando por el sur y aparecía ahora por encima de nosotros lentamente sin llegar apenas a tapar el sol. Así nos fuimos acercando a Montrondo entrando en él por un antiguo puente de piedra a las 17:00 horas. Caminando por una de sus calles vimos en un prado un manzano cargado de apetitosas frutas rojas.
En escasos minutos llegamos al lugar donde estaba aparcado el autocar. Un indicador señalaba la distancia al Puerto de La Magdalena donde habíamos comenzado la ruta: 13,300 Km. Curiosamente en mi podómetro se había reducido la diferencia con la medida anterior a un kilómetro, marcando exactamente 14,400 Km.
Justo de tiempo me cambié de calzado y la ropa sudada antes de emprender el regreso. Aquí vino uno de los momentos para recordar del día. Al atravesar el pueblo llegamos a una curva entre casas donde el autocar no daba vuelta. Al entrar le había caído mejor el ángulo que ahora, que le era imposible el giro. Realmente puedo asegurar que tras varias maniobras, y si no raspó la chapa, pasó literalmente a escasos milímetros entre las dos casas. Una ovación le dimos tras este apurado momento en el que creímos no salir de allí sin tirar alguna casa o desguazar el vehículo.
Sin mas continuamos el trayecto hasta Murias de Paredes donde también tuvo que maniobrar, más fácil, para salir del pueblo. En el autocar hicieron un sorteo de regalos para los niños. En el cercano pueblo de Senra paramos en un mesón durante unos minutos a tomar un refrigerio antes de continuar el viaje sin novedades hacia la capital. A las 19:00 horas entramos en ella y en Quevedo bajaron algunos compañeros. El resto continuamos el corto trecho por las calles de León hasta el lugar de partida por la mañana donde terminó el viaje de regreso para todos. Allí cerca tenía la moto aparcada, y como pude, coloqué la mochila en ella para regresar a casa donde entré a las 19:38 h.
Realmente fue una agradable experiencia la de este día compartido con compañeros de otra asociación, gracias a la cual no me quedé en casa este domingo tras tenerlo todo preparado. Lo digo porque soy de los que no me gusta salir solo a hacer actividades de este tipo, mas que nada por el riesgo que supone en el caso de ocurrir algún accidente o incidente durante la misma, aparte del aburrimiento que ello representa.
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