1ª travesía por la “sierra de gistredo”.
16-03-03 (Domingo)
Un domingo más hemos vuelto a salir para disfrutar del bello entorno de la montaña. La zona elegida esta vez ha sido la bonita Sierra de Gistredo, en las cercanías del pueblo berciano de Toreno. La ruta escogida transcurría por dos valles recorridos por sendos torrentes, el arroyo Velasco y el río Primout. Como referencia llevábamos un mapa muy escasamente detallado de la ruta y otro geográfico que nos sirvieron de bastante poco como se verá luego. Así y todo conseguimos realizar la ruta más o menos marcada pero solo parte del grupo participante. De todo ello doy cuenta en las siguientes líneas.
A las 8:00 horas había quedado con Miguel y Carlos Gil para salir de mi casa. Pues bien, Miguel se retrasó y Carlos no llegaba. El móvil no lo tenía activo y a casa no quería llamar a esas horas, ya que lo más lógico era que llamase él en caso de retrasarse. Pues bien, los dos nos acercamos con mi furgoneta hasta Guzmán donde habíamos quedado con el resto. Estando allí me llamó Carlos para decirme que se había dormido y que le esperásemos donde sus padres, en la avenida Párroco Pablo Díez. Hasta allí nos acercamos y aún tuvimos que esperar otros diez minutos largos antes de que llegase. Total que eran ya casi las 9:00 horas cuando nos pusimos en marcha.
En los coches de Jorge, Emilio y mío nos acomodamos las 11 personas participantes que enumero: los tres conductores, María, Miguel, Merce, José F., Sonia, Ángel, Carlos y Pedro. Ángel es un joven que hace años salió con nosotros en un par de ocasiones, la ascensión al Colinas y la del Picón. Tras un tiempo sin salir, se puso en contacto con nosotros para acompañarnos en alguna ocasión. Pedro es un amigo de éste.
Con el cielo nublado fuimos avanzando por la nacional hasta Astorga donde entramos en la autovía. Por la misma circulamos hasta el desvío de Toreno, donde los de delante se equivocaron y entraron por Bembibre antes de coger la carretera estrecha y llena de curvas hacia este pueblo. Ya allí, y estudiando el mapa y la ruta, decidimos subir con los coches hasta Villar de las Traviesas en vez de comenzarla allí en Toreno. De esa forma nos evitábamos un tramo de unos 7 kilómetros de subida por carretera ya que luego podíamos atajar hasta ese pueblo desde Librán, evitando así otro trecho de asfalto. Con los coches nos acercamos entonces hasta Villar donde nos indicaron el comienzo de la ruta y aparcamos los coches. Tras prepararnos nosotros, comenzamos a caminar cuando pasaban unos diez minutos de las 10:30 horas.
Como dije ya antes, el mapa que llevábamos era muy simple y las indicaciones del señor anterior poco nos habían aclarado salvo el comienzo de la misma. Según mis cálculos, la ruta transcurría por el valle del arroyo Velasco, entre el alto de Escrita y La Colombrilla. Pues bien, hasta llegar a este valle dimos un rodeo de miedo por la ladera del primer cerro siguiendo el camino que nos habían indicado y que, tras subir varios metros, volvió a perder altura tontamente. Comprobamos así que hubiese sido mejor haber salido directamente del pueblo siguiendo el arroyo.
Al llegar a éste nos encontramos con que el camino lo atravesaba mientras que de él salía un sendero con la misma dirección de la vaguada. Optamos entonces por seguir este último ya que el objetivo primero era llegar a la collada del fondo de la misma. Aquí cometimos el principal error, ya que había que haber seguido el camino que luego vimos como llegaba hasta el mismo alto del pico Gistredo, por el que se podía pasar luego fácilmente a la collada.
De ese modo nos metimos en el valle por el sendero paralelo al arroyo que tuvimos que sortear en infinidad de ocasiones. A veces era sencillo, pero otras no lo era tanto ya que las piedras resbaladizas no eran una buena base para saltar. Eso sí, el entorno era realmente bello. Pudimos disfrutar con las innumerables cascadinas que se formaban en el curso del mismo y de la vegetación donde destacaban los árboles con los troncos cubiertos de enredaderas formando caprichosas formas. Cuando había que pasar el arroyo en lugares complicados, no faltaban las cámaras de fotos preparadas para captar alguna instantánea que mereciera la pena. ¡Qué malos!
Cada vez se iba cerrando más la vegetación en trono a nosotros hasta que llegó un momento en que nos fue imposible seguir el cauce. El sendero se había perdido también y no veíamos más salida que la de comenzar a subir ladera arriba. Entre la opción de hacerlo por la derecha o la izquierda, escogimos este última viendo que prácticamente daba lo mismo.
Aquí comenzó realmente el suplicio. La pendiente era muy pronunciada, pero lo peor era la espesa vegetación de escobas e incluso zarzas que nos iban dejando marcados a cada paso. Cada uno fue subiendo por donde y como mejor pudo. A veces era desesperante ya que era imposible apartar tanto ramaje. Esto además iba aumentando el cansancio propio de la subida en sí.
Según íbamos ganando altura se fue abriendo cada vez más la espesura y avanzábamos más cómodamente. A la otra parte del valle veíamos el mismo panorama y en lo alto divisamos ya la cumbre del Gistredo. Nuestro objetivo ya dije que era alcanzar la collada entre éste y el Valdemorín para descender desde allí a Pardamaza y seguir la ruta de regreso por la carretera.
A mitad de ladera nos juntamos Jorge, Sonia, José, Merce, Emilio y yo. Del resto no sabíamos nada desde hacía un rato que se habían adelantado. Emilio iba con ellos pero había esperado por nosotros. Suponiendo que iban por delante, continuamos nosotros el ascenso por aquella ladera en la que ahora se veían numerosos pinos pequeños repoblados. Ya bastante arriba encontramos una especie de camino en el que vimos varias cajas de madera ya desarmadas usadas en la repoblación. Poco después dijo no sé quien que había alguien en la parte alta del arroyo, pero muy por debajo de nosotros. Pues bien, con los prismáticos comprobamos que se trataba de Carlos, lo cual nos desconcertó mucho. A través del móvil supimos que estaban todos juntos y que, en vez de haber subido como nosotros, fueron ladeando para evitar las maleza sin ganar apenas altura. Ahora se encontraban con que la pendiente era aún mayor y seguían teniendo el problema de las escobas. Al final decidieron abandonar la idea de subir y regresaban al pueblo desde allí. Un detalle chocante era que los tres conductores de los coches estábamos juntos arriba, por lo que no tenían medios de usar vehículo alguno.
Por nuestra parte, y ya estando tan cerca de la cima, no podíamos abandonar ahora la ruta. Recorrimos entonces los pocos metros que nos quedaban hasta alcanzar la parte alta de aquel macizo por donde que vimos que transcurría un camino. No estábamos en la collada que queríamos, si no en la otra parte del alto Valdemorín. La vista desde allí era ya amplia del valle de Toreno con la nueva autovía que une éste y Ponferrada y el pantano de Barcena al fondo.
Pocos metros nos separaban del alto aquel donde había un pinar tras el cual se abría la vista hacia el valle de Pardamaza y toda la sierra de la zona de Villablino al fondo. Realmente una panorámica bonita la que teníamos desde allí. Seguimos el camino que iba al lado del pinar hasta que se internó en éste y comenzó a descender por la otra parte. Estábamos al lado contrario de la collada a la que teníamos que haber llegado. Decidimos entonces parar allí mismo a comer. Eran las 14: 00 horas mas o menos y la altitud allí es de 1494 metros.
Nos acomodamos al lado del camino para comer y descansar un poco de la agotadora subida. Yo aproveché y llamé a casa desde el móvil. En ello estábamos cuando llegó un matrimonio de mediana edad que había subido cómodamente por el camino aquel desde el mismo pueblo que nosotros. Resulta que ese camino bordea las cumbres en las que estábamos por la parte contraria. También ellos estaban despistados, ya que buscaban una fuente que realmente estaba en la base del pico Gistredo, justo en la parte opuesta. Como apenas les quedaba agua, les llenamos la botella con la nuestra.
Unos 45 minutos después de parar nos pusimos de nuevo en marcha. Nos quedaban aún unos 14 kilómetros de los 20 o 22 que al final calculo que hicimos. La ruta entera eran 26 Km.
Ahora bajábamos por la pista aquella con bastante pendiente y completamente recta. Íbamos con dirección a Pardamaza donde cogeríamos la carretera. Tras unos 700 metros recorridos vimos como giraba a la izquierda para continuar bajando más suavemente por el medio de la ladera. Hacia adelante seguía una especie de cortafuegos. Yo dudé entonces por donde seguir, pero ellos siguieron el camino y así lo aprobé de momento. Tras unos 500 metros recorridos vi que el camino no bajaba hacia donde tenía que estar el pueblo. Con las mismas optamos por retroceder y subir de nuevo hasta el cruce con el cortafuegos por el que decidimos bajar. La pendiente, como digo, era bastante pronunciada, pero se bajaba fácilmente. Temíamos que se terminase en algún corte o algo parecido, aunque mi opinión era que, si la máquina había hecho aquello, tenía más lógica que hubiese subido por algún lugar en vez de bajar y luego subir por el mismo sitio.
Pues bien, mi lógica no era tal. De repente vimos como se terminaba el cortafuegos y continuaba la ladera llena de vegetación como por la parte de subida. Además la inclinación era realmente exagerada. Tras haber bajado todo aquello, no nos quedó más remedio que atacarlo como pudimos. De nuevo nos tocó pelear con zarzas y ramas que nos arañaban las manos y la cara. Además de ello nos encontramos ahora con trechos en los que había algo de roca resbaladiza donde había que extremar la precaución. También encontramos algunos pedreros por donde bajamos más fácilmente. Lo que seguíamos temiendo, y que por fortuna no sucedió, era encontrarnos de repente con algún corte que no pudiéramos pasar por lado alguno y hubiese que retroceder. El tiempo ya no nos sobraba para tener que andar con más retrasos.
Hora y media tardamos en bajar desde la cima hasta alcanzar la carretera que iba hasta Pardamaza y por el cual no teníamos que pasar al quedar ya por detrás a un kilómetro más o menos. Eso sí, al llegar al asfalto di un beso a la carretera en señal de haber terminado aquel suplicio. Repito que aún así, las vistas y el paisaje mereció la pena dicho esfuerzo.
Nos quedaba aún disfrutar de otro trecho destacado de la ruta, la garganta del río Primout. La carretera transcurre por la ladera del valle de dicho río quedando éste a mano derecha. La misma traza varias curvas y va ascendiendo suavemente durante un tramo hasta alcanzar el punto más alto desde el cual hay una vista panorámica del cañón. Realmente es precioso el rincón aquel, aunque la brumilla que había lo deslucía un poco. El río se encajona durante unos pocos metros ya cercano a Librán, pueblo que teníamos también a la vista. Paramos unos minutos a disfrutar de este entorno antes de seguir, ahora bajando hacia el pueblo.
Desde éste parte la senda que nos habían dicho en Villar que unía los dos pueblos. Lo que sí veíamos era que el pueblo quedaba más bajo que la carretera, por lo que supusimos que el camino o senda tenía que partir de la misma. Claro, veíamos alguno que otro, pero no podíamos arriesgarnos a esas horas a coger uno equivocado. Otra opción que teníamos era seguir por la carretera hasta Toreno, a unos tres kilómetros, pero luego había que subir por los coches a Villar o encontrar a alguien que nos subiera al menos a un conductor.
Jorge y Sonia se habían adelantado mucho y tuve que llamarles al móvil para que esperasen y juntarnos todos. Sonia había contactado con el resto que estaba en Toreno. Cuando vimos pasar un todoterreno le paramos y preguntamos a la pareja que iba sí eran de por allí y si sabían de donde partía el camino a Villar. Nos indicaron que salía de la carretera unos 500 metros más atrás y que en una media hora o 45 minutos llegaríamos al pueblo. Para asegurarnos, montó Sonia en el vehículo y la acercaron hasta ese desvío. De nuevo tuvimos que retroceder por segunda vez y ascendiendo. El camino resulto ser uno que habíamos visto antes y que José había dado como posible. Nos metimos en él a las 17:45 horas aproximadamente.
Comenzamos a subir por entre prados donde crecían gruesos castaños. El sol, que a lo largo del día había estado a ratos cubierto por brumas, ya se encontraba bastante bajo. A lo lejos pudimos ver un curioso efecto en los picos. Dos cimas formaban una “M” y el vértice central de ella coincidía con la cima de otro pico mas cercano formando una “X” perfecta.
El camino aquel comenzó a bordear diferentes lomas, lo cual nos recordó mucho al camino de la ruta entre Burbia y Campo del Agua o la del Volframio. Ahora veíamos las cimas del Escrita y Valdemorín por la parte contraria a la que nosotros habíamos subido. En ocasiones nos encontrábamos con un joven que estaba con un perro y un todoterreno y que nos iba también indicando el camino. Aunque no había mucha pérdida, encontrábamos algunos cruces o desvíos.
En una de las vaguadas que bordeamos se encuentra un antiguo cargadero de una mina. Pasamos por encima de éste y por debajo de la mina. Antes de llegar al pueblo llamé a Carlos para ver donde estaban. Me dijo que nos esperaban en un mesón de Toreno donde llevaban ya un buen rato.
Tras pasar alguna loma que otra más, llegamos por fin a Villar de las Traviesas. Eran las 18:45 horas. Entramos justo por el camino donde yo tenía la furgoneta aparcada y de donde habíamos partido por la mañana hacia el otro valle. Los otros los habían dejado más en el centro del pueblo y continuaron. Me quité la mochila y bajé a reunirme con ellos. Estuvimos un rato mientras se deshacían del equipaje y demás y emprendimos la bajada hacia Toreno.
Allí aparcamos los coches y en el mesón encontramos al resto que se habían tomado varios vasos ya. Nosotros también nos refrigeramos un poco y comentamos un poco con ellos el transcurso de la marcha. Tras ello hicimos las cuentas de la gasolina y emprendimos el regreso a León sobre las 19:45 horas. Recorrimos los 12 kilómetros por carretera hasta coger la autovía en Bembibre. Sin novedades llegamos a Astorga donde salimos a la nacional por la que entramos en León. Aquí dejé a Ángel y a Pedro y con Miguel llegué a Armunia poco después de las 21:00 horas.
Y con ello di por terminada otra aventura más de las tantas que he llevado a cabo en los numerosos años que llevo en este maravilloso mundo del montañismo.
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