lunes, 26 de agosto de 2002

NOCTURNA "CASCADA DE SOTILLO DE SANABRIA" 24/25-08-02

 



VI TRAVESÍA NOCTURNA.
3ª TRAVESÍA A LA "CASCADA DE SOTILLO DE SANABRIA" (Zamora)
24/25-08-02

De nuevo otro año más hemos realizado una marcha nocturna aprovechando el relativo buen tiempo de esta época estival. Y digo relativo ya que, tras varios días más o menos buenos, al fin tuvimos la compañía de la lluvia, que por fortuna fue suave.
Al final fuimos los siguientes componentes tras el abandono de Miguel a última hora: Toño, José F., José B., María, Jorge, Sonia, Carlos Gil y yo.
Con todo ello, y tras acordar un poco el transcurso de la misma, el resultado fue el siguiente.

SÁBADO 24
Alrededor de las 17.30 horas pasó José B. a recogerme por casa donde ya le esperaba con todo preparado. Seguidamente marchamos en busca de Carlos a San Andrés para luego dirigirnos hacia Ardón donde habíamos quedado en encontrarnos en casa de Toño. Aquí llegó también José F. con el resto y dejó el coche en la cochera de Toño ya que éste llevaba el suyo. Como íbamos siete de aquí no pudimos acercarnos en un solo coche, y a Toño no le íbamos hacer venir cuando llevábamos aquella dirección.
Sobre las 18:30 horas emprendimos el viaje hacia Sanabria donde teníamos que buscar lugar donde dormir. Los negros nubarrones amenazaban lluvia como luego comprobamos en camino. Yendo por la autovía de Benavente hacia Puebla de Sanabria nos descargaron tres o cuatro aguaceros considerables. En Puebla dejamos esta vía y salimos con dirección al lago. Algo más arriba de Galende se encuentra el camping “Peña Gullón”, en el que ya estuvimos una vez acampados. Allí preguntamos si tenían algún bungalow o caravana que alquilasen ya que no se presentaba muy buena la noche para dormir en las tiendas. Tras la respuesta negativa, nos indicaron otro de ellos mismos situado cerca de Vigo de Sanabria, el “Folgoso”, donde sí tenían bungalows.
Hacia este nos dirigimos y nos encontramos con que estaban todos ocupados. Decidimos entonces acercarnos hasta Vigo donde sabíamos que alquilan unas cabañas de madera. Aquí, tras dar con dos de estos alojamientos, nos dijeron lo mismo de antes, que estaban ocupados. Por último nos indicaron un bar cercano que alquilaba habitaciones y en él nos informamos. Tenía cuatro dobles libres a 18´00 € cada una, lo que nos parecía un poco caro ya que además solo íbamos a pasar parte de la noche.
Viendo que era un riesgo montar las tiendas y nos cayese un chaparrón o tormenta, y que además íbamos a venir a mitad de la noche, cansados e igual mojados, optamos por quedarnos allí mismo. Subimos con lo que íbamos a necesitar para cenar y demás y nos repartimos las cuatro habitaciones. Dos tenían dos camas y otras dos una grande. En otro cuarto estaba el servicio y lo mejor, una terraza con una mesa y sillas donde nos acomodamos para cenar. De esa forma fue anocheciendo y al menos se contenía sin llover, aunque veíamos algunos relámpagos lejanos.
Terminado de cenar recogimos y nos preparamos para irnos. En los coches metimos solamente las mochilas que íbamos a llevar cada uno y emprendimos el trayecto hacia Sotillo de Sanabria donde comenzaríamos la ruta. Para llegar a él volvimos a salir a la carretera del lago, en cuyo cruce vimos una autocaravana que se había metido por encima de una isleta y estaban haciendo maniobras para salir sin rozar mucho los bajos. En El Puente giramos hacia una estrecha carretera llena de curvas que nos llevó directamente a Sotillo. Tras atravesar este bonito pueblo salimos por una pista de cemento hasta un merendero donde comienza la ruta. Aquí aparcamos los coches y echamos las mochilas al hombro con lo mínimo indispensable, cámara de fotos, chubasquero y poco más, ya que habíamos cenado antes.

DOMINGO 25 (MADRUGADA)
Aquí comenzaré esta jornada del domingo aunque faltaban unos minutos para ser las 00:00 horas cuando nos pusimos en marcha.
Exactamente eran las 23:40 horas cuando comenzamos a caminar por un camino de tierra y piedras que partía del merendero donde terminaba la pista de cemento. Tras atravesar un puente sobre un arroyo llegamos poco después a una bifurcación del mismo donde una señal nos indicaba la dirección a seguir. El cielo se mantenía cubierto aunque no llovía aún. La pendiente era pronunciada a trozos y abundaban las piedras. Con los frontales y linternas íbamos alumbrando la ruta oscura por completo. La luna llena de esta semana quedaba tapada por las nubes antes citadas.
El personal se fue acelerando y tuve que ir parándoles de vez en cuando para descansar un poco y disfrutar de la ruta, ya que a pesar de ser de noche, también tenía su encanto. Por el lado izquierdo se elevaba la ladera llena de árboles mientras que a la derecha teníamos el valle por el que bajaba el arroyo que venía de la cascada hacia la que nos dirigíamos. Se alternaban los trechos suaves con algunos de pendiente pronunciada que costaba subir, aunque parece que si no se ve la cuesta supone menos esfuerzo.
De esa forma fuimos avanzando sin dificultad alguna ya que no tiene perdida esta ruta ni cruces en los que despistarse. Yo tuve que cambiar las pilas del frontal que apenas me alumbraban ya, y de las que llevaba tenía algunas desgastadas mezcladas con las nuevas. En el medio de la oscuridad también sacamos algunas fotos con el flash.
A mitad de camino comenzó a pintear y al final tuvimos que ponernos los chubasqueros. Los árboles nos cubrían bastante, pero ya se sabe el dicho de que “el que se mete debajo de hoja......”.
Ya bastante arriba el camino da una curva cerrada y poco después comienza a descender bruscamente. Unos metros después nos encontramos con un bonito mirador natural en una gran mole de piedra cara al valle. Aquí sí hubiese venido bien la luna llena para admirar el contraste de sombras en esta vaguada. Tras un tramo llano vuelve a bajar de nuevo fuertemente y para ello han colocado unos escalones hechos con troncos que evitan resbalones cuando está húmedo el camino. En los últimos metros del camino hay que pasar agachados bajo algunas ramas gruesas de árboles hasta que se llega al mirador desde el que pudimos ver por fin la cascada. Eran entonces las 1:15 horas.
Desde allí veíamos perfectamente la bonita cascada situada a unos 50 metros. En este mirador hay una barandilla de madera para evitar caídas al río ya que el desnivel es considerable. Desde allí parte un sendero que llega directamente debajo de la cascada. Como nadie se animaba a ir, lo hice yo solo. Era impresionante situarse casi de bajo de ella con el ruido que producía y las nubes de gotas de agua que se formaban. Además tenía el encanto y el “misterio” de la oscuridad de la noche. De regreso les intenté convencer y solo Jorge se acercó. Fui con él de nuevo y nos sacamos una foto mutuamente. Luego también fueron Sonia y María. La verdad es que era una sensación diferente la que se experimentaba en aquel lugar y a esa hora.
Como nadie más quiso acercarse, comenzamos el regreso tras unos 20 minutos allí. Volvimos a subir por aquellos troncos y llegamos a la gran roca donde paramos unos minutos y sacamos unas fotos. Apuntar que había parado de llover y que incluso hacía calor.
De nuevo nos pusimos en marcha subiendo un tramo antes de comenzar el descenso continuo hacia los coches. También ahora parece que llevaban prisa y no tardaron en coger carrerilla Carlos, José F., y Toño dejándonos al resto detrás durante todo el camino. Entre los árboles del lado del valle veíamos las luces de algunos pueblos al fondo.
Jorge y María llevaban unas linternas de tubo fluorescente que parecían farolas por la luz que daban. Los cinco fuimos descendiendo sin alcanzar a los otros que nos sacaron 20 minutos cuando llegamos abajo nosotros. Eran entonces las 3:15 horas.
Aquí lo metimos todo a los coches y comenzamos el regreso a Vigo, a 16 kilómetros de allí. Volvimos a atravesar Sotillo y luego pasamos por El Puente donde nos desviamos por la carretera del lago hasta el cruce a San Martín de Castañeda y luego a Vigo. Sobre las 3:45 horas llegamos a éste y subimos a las habitaciones para acostarnos. Yo lo hice con José B. en una de las cuatro que teníamos para nosotros. En ella había una cama grande, un armario, una mesita y un ventilador. Sobre las cuatro estábamos acostados ya.

(POR LA MAÑANA)
Aunque algunos se levantaron temprano, yo me quedé en la cama hasta las 11:00 horas. Luego desayunamos y decidimos lo que hacer ese día. Seguía nublado y llovía algo. Yo había comentado el día antes de acercarnos a ver el lago y luego lo que fuera. Carlos había propuesto comenzar el regreso y hacer de paso una ruta por unos pueblos con restos arqueológicos que él conocía. Otros querían parar también en El Puente donde el día antes habíamos visto que había una feria de cerámica y artesanía.
Ya pasadas las doce metimos todo a los coches y emprendimos el viaje. Yo pensé que íbamos a ir hasta el lago un rato, pero no, cogieron y giraron hacia el lado contrario. Esto me mosqueó un poco ya que yo tenía ganas de verlo de nuevo ya que estábamos allí al lado. Sí que pararon a ver la feria de cerámica, que por cierto era lo que a mí menos me interesaba. Allí cerca había una oficina de turismo donde cogimos algunos folletos. Una media hora después nos pusimos de nuevo en marcha con la intención de hacer esa ruta arqueológica.
Por la carretera llegamos a la glorieta del cruce hacia Puebla y entramos en la autovía. Por ella circulamos hasta la salida de Camarzana de Tera donde cogimos la carretera hacia La Bañeza. Poco después de Santibáñez de Vidriales se encuentran los primeros restos romanos, el campamento de Petavonium. Aquí vimos que están cercados y para verlos cobran 3´00 € por persona. Nos pareció que no merecía la pena y continuamos hasta el cruce de San Pedro de la Viña. Hacia este pueblo nos dirigimos para ver la Fontana Romana, una fuente de este estilo arquitectónico situada un poco a las afueras de la localidad.
Visto lo anterior volvimos a la carretera general y continuamos hacia el límite provincial de Zamora y León sin llegar a entrar en éste. En un merendero situado en un pinar decidimos parar a comer acomodándonos en las mesas dispuestas para ello. Cerca había un estanque excavado en el terreno y al que están vallando con alambrada. Supusimos que podía servir de depósito para recoger agua en caso de incendio.
Tras un buen rato allí sentados nos pusimos de nuevo en marcha. Esta vez nos dirigimos hacia Arrabalde, otro pueblo situado en la base de la sierra de Carpurias, desde el que sale una pista que sube por la ladera de esta sierra hasta el punto mas alto de la misma donde se sitúa otros restos de un poblado romano.
Con los coches subimos por dicho camino hasta que la pendiente y el estado del mismo aconsejaban no seguir. Aparcamos los mismos y comenzamos a caminar llegando en unos 25 minutos a la parte más alta. Aquí encontramos parte de la muralla reconstruida y algunos restos muy deteriorados de lo que fueron las viviendas. Varios carteles indicaban e informaban de todo lo que se podía ver en aquel lugar. Igualmente había una caseta de vigilancia forestal en la que estaba un joven y cerca de la misma el hito del punto geodésico. Como ya antes habíamos visto, enormes molinos de viento para generar electricidad se reparten por toda aquella sierra.
Desde aquella altitud de 977 metros pudimos divisar a lo lejos los pueblos leoneses de La Bañeza o Santa María del Páramo entre otros muchos más. También veíamos todo el macizo de Sanabria hacia el oeste y las llanuras del sur y del este.
Tras unos minutos contemplando aquel paisaje descendimos de nuevo hacia los coches y bajamos por el mismo camino hasta Arrabalde donde cogimos la carretera para ir hacia Pobladura del Valle y desde allí salir a la nacional de Benavente - León.
No fue así como salió el plan, ya que nos equivocamos en dos cruces y terminamos metiéndonos de nuevo en la autovía de Sanabria teniendo que recorrer varios kilómetros hacia atrás para encontrar un cambio de sentido, ya que como es habitual, no abundan.
Por fin, tras varios rodeos, salimos a la nacional por la circulamos hasta llegar al cruce de Ardón donde entramos para hacer el cambio de coches. De nuevo en marcha, al llegar a la altura de la autovía a Burgos se encuentra un concesionario de coches de ocasión en el que paramos un rato ya que Carlos quería ver alguno de los modelos que tienen fuera. Por casualidad estaban allí los que lo llevan y estuvimos un rato charlando con ellos. Sin más retrasos, cuando eran las 20:30 horas aproximadamente, llegamos a Armunia donde me dejaron a la puerta de casa.
Y este fue el final de otro grato fin de semana montañero en el que realizamos otra de las actividades programadas con optimo resultado, lo que por fortuna viene siendo habitual.





















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