XIII TRAVESÍA NOCTURNA.
1ª TRAVESÍA “SUERTES-COLLADO DEL CUADRO” Y “2ª ASCENSIÓN AL MIRAVALLES”.
23/24-08-08
Por primera vez este año hemos realizado una travesía nocturna tras la anulación de la anterior a Saja en junio. En esta ocasión ha resultado un éxito y hemos disfrutado de unas jornadas agradables en todos los sentidos. Tan solo la climatología por medio de la niebla nos jugó una mala pasada en la cumbre al impedirnos ver el paisaje plenamente.
Cinco fuimos los componentes de esta expedición: José Antonio, Álvaro y yo por parte del club. Además se nos unieron Pedro, un joven al que resultó que conocía de hace tiempo y José Luis, un barcelonés nieto de una vecina mía de toda la vida que estaba pasando las vacaciones aquí. El grupo completaba el número exacto para ir en mi furgoneta, vehículo usado en esta ocasión.
SÁBADO 23
A las 17:00 horas pasé a recoger a José Luis en Armunia donde tuve que esperar por él unos minutos. Nos dirigimos hacia el paseo de Salamanca donde estaban ya los otros tres componentes del grupo.
Ya casi a las seis de la tarde emprendimos el viaje hacia Suertes, a unos 160 Km de la capital. Por la nacional avanzamos hasta Astorga donde cogimos la autovía. Por ella a Bembibre donde enlazamos con otra carretera mas estrecha con dirección a Toreno. El día se mantenía despejado al llegar a esta población donde nos detuvimos unos minutos.
En un supermercado cercano compraron algo de comida los que no llevaban y los demás algunos refrescos. Retomamos la ruta y al salir de Toreno nos equivocamos teniendo que retroceder unos metros para entrar en la carretera a Vega de Espinareda. Dejamos atrás dicha localidad y comenzamos a subir el puerto de Lumera con obras de ensanchamiento. Desde su cumbre se comienza el descenso del último tramo llegando a Candín sobre las 19:45 horas. Aquí paramos en un bar a tomar un refrigerio y seguidamente nos desviamos en un cruce cercano hacia Suertes, distante 2,300 Km.
A las 20:30 horas terminamos este viaje tras 154 Km. recorridos. Aparcamos cerca de la iglesia en uno de los escasos lugares que había para ello en las estrechas calles. En un abandonado tractor nos hicimos Álvaro y yo unas fotos montados en él. Seguidamente nos preparamos para la ruta y cuando eran las 20:50 horas emprendimos la marcha. La altitud aquí es de 900 m.
Mi intención hubiese sido cenar antes de comenzar y así dar tiempo a que oscureciese, pero José Antonio dijo que podíamos hacerlo algo mas adelante. En una fuente a la salida del pueblo cogimos agua antes de abandonarlo cuando eran las nueve en punto. El asfalto se convirtió enseguida en camino de tierra que se internaba en el valle de la Vega. Entre algo de arboleda comenzamos a subir suavemente por el mismo mientras anochecía. Yo seguía empeñado en parar cuanto antes, mas que para cenar, para que se hiciese de noche, ya que al final íbamos a hacer la ruta completa a luz del día. Al otro lado del río pudimos vislumbrar una gran cascada. Nos cruzamos con un lugareño que bajaba en moto y con el que estuvimos hablando unos minutos.
A las 22:00 horas, en una bifurcación del camino, opté por detenerme a cenar ya. Acomodados en piedras estuvimos media hora reponiendo fuerzas y dando tiempo a que terminase de oscurecer. En media hora cenamos y retomamos la marcha por aquel ancho camino en el que nos encontramos varios sapos de gran tamaño. La pista se veía bien sin luz, pero se corría el riesgo de tropezar con alguna piedra fuera de lugar, por lo que llevábamos siempre algún frontal encendido. Atravesamos algunos puentes sobre arroyos laterales y sobre el principal. Con la cámara de fotos conseguí sacar alguna instantánea de las estrellas con la exposición larga.
El camino comenzó a dar algunas curvas cerradas y la pendiente empezó a notarse más pronunciada. Al su lado encontramos también paredes de piedra que subían hasta perderse de vista o caídas de varios metros en vertical. Desde unos de los recodos pudimos contemplar a lo lejos las luces de Vega de Espinareda y de otro pueblo. Las constelaciones se veían claramente como en pocos lugares. Varios aviones atravesaron por encima de nosotros y también vimos algunas estrellas fugaces. Como dato apuntaré que a las 00:00 horas el podómetro marcaba 4,190 Km.
DOMINGO 24
En un determinado tramo del camino éste casi iba colgado sobre el precipicio. De hecho sacamos unas curiosas fotos donde quedamos iluminados nosotros y el camino quedando el fondo oscuro del precipicio a nuestro lado.
No tardamos en llegar al alto del Cuadro, (1612 m) aunque en un letrero ponía Alto Boquín 1753 m, que según el mapa era una cumbre situada al oeste de allí por donde pasaríamos de camino al Miravalles por la mañana. Eran las 0:35 horas y llevábamos 5,100 Km.
Desde allí comenzamos el corto descenso hacia el refugio del Campo de la Pesca, situado en la cabecera del valle de Fornela donde hace años habíamos estado. De frente pudimos ver aparecer la luna tras las lomas. En el fondo del valle había al menos un par de vehículos ya que se veían las luces traseras. Enseguida vimos también los reflectantes de otro aparcado a la orilla del refugio.
Tras algunos zigzag de descenso llegamos los últimos al refugio cuando eran las 00:55 horas y tras 5,750 Km. recorridos según el podómetro, aunque nos parecían pocos. Éste era un edificio de piedra con algún banco delante. En el mismo había un grupo de jóvenes que habían cenado en una mesa delante de una chimenea encendida. Con ellos estuvimos de charla un rato y nos acomodamos en un cuarto adjunto con cuatro literas y un altillo donde subí yo. No me hacía ninguna gracia ya que no tenía protección alguna contra la caída de dos metros al suelo. La base era de tablas de madera sobre las que colocamos los sacos de dormir. Simétrico había otro igual en el que estaba aquel grupo. Durante la noche “sufrimos” los ronquidos de alguien del que no revelaré su identidad. Pasaban las 2:00 h cuando quedó todo en silencio. Sobre las paredes se reflejaba la luz anaranjada de la lumbre.
A las ocho menos cuarto salí del refugio encontrado ya a algunos compañeros fuera. Sobre las cumbres frente al refugio pudimos ver un espectáculo impresionante de colores formados por el sol y las nubes que aparecían del norte. Los tonos rojos y anaranjados sobre los azulados conformaban una auténtica postal. En las cimas de la parte trasera se comenzó a reflejar también el sol del amanecer. Detrás del refugio había otro más pequeño. José Antonio se marchó a su bola mientras el resto nos pusimos a desayunar. Estábamos ya preparando para emprender la marcha cuando regreso de las cumbres.
A las 9:15 horas comenzamos nosotros la marcha saliendo por el mismo camino de llegada por la noche. Subimos hacia el collado El Cuadro mientras veíamos como la niebla iba entrando en el valle. En 15 minutos alcanzamos este alto de 1612 metros; el refugio se encuentra unos 100 metros mas abajo.
Abandonamos allí la pista y nos metimos en la ladera de la derecha hacia el alto del Boquín para bordearlo por su falda. Al lado contrario de la collada se emplazaba la loma de Peña Dueña, según el mapa. La ladera por la que subíamos estaba tapizada por matojo bajo y florido. Poco a poco vimos como la niebla se metía incluso en las cumbres hacia las que nos dirigíamos. Me separé entonces del resto un poco ya que me parecía que bajaban hacia una pequeña hondonada. Al final no hubo diferencia alguna cuando nos reunimos poco más arriba. A José Antonio ya le veíamos también avanzar hacia nosotros alcanzándonos enseguida. Desde la parte alta de la loma contemplamos el valle de Suertes y la pista por la que habíamos subido la noche anterior.
No tardó en envolvernos la niebla a nosotros cerrándose el paisaje completamente. Apunto aquí que durante algo más de media hora estuve hablando con mi hermana Juli por teléfono dándole instrucciones para que pudiese descargar unas fotos en el ordenador en casa.
Mientras tanto continuábamos avanzando por el alto de la loma pasando de un lado a otro de la misma siguiendo un sendero mientras la niebla se volvía tan húmeda que se veían caer las gotas de agua. Era una lástima ya que teníamos intención de ver los lagos de Chagozos que no conseguimos ni situar.
Nos metimos al norte de la loma por la que seguía el sendero que nos marcaba la ruta entre la espesa niebla. De esa forma pasamos por debajo de la cumbre hasta llegar a un collado de la parte noroeste. Desde allí giramos 180 grados por la loma hacia la cumbre. La niebla seguía cerrada mientras subíamos por la misma. José Antonio se había separado y ya no le veíamos. A escasos metros de la cima divisamos el hito en la cumbre donde ya habían llegado algunos.
A las 12:08 horas alcanzamos nosotros la cumbre del Miravalles en la que aparte del hito de cemento había además un buzón anclado al suelo y otro en un soporte de hierro con forma de piolet. De uno de ellos recogimos una tarjeta de cumbres.
En torno a todo ello nos acomodamos para comer algo. Poco a poco fue abriendo el paisaje y pudimos ver algunos valles cercanos y la parte alta de las cumbres de la zona del Cuiña. En la parte baja de la zona sur de la cumbre, por la que luego pasaríamos, había un buen rebaño de rebecos o animal parecido. Con los prismáticos y la cámara conseguimos verlos algo más cerca.
Corría una fresca brisa que arrastraba las nubes y en un momento creímos que despejaría del todo, pero no consiguió arrastrarlo. Sí que vimos parte de la ruta hecha de ascenso con el sendero por la loma. Después de comer me puse a coser una de las correas de un bastón que se me había descosido subiendo. Mientras, Pedro se había tumbado al lado del hito y dormía placidamente.
Eran las dos de la tarde cuando emprendimos el descenso siguiendo mas o menos el mismo sendero de subida. La niebla no estaba tan cerrada ahora y veíamos un poco mejor la ruta. La dirección que llevábamos era la del puerto de Ancares, desde el cual subí yo la única vez que había alcanzado esta cumbre. Ya habiendo dejado la niebla arriba, llegamos a un collado en el que había una señal con varios indicadores, algunos caídos. En ellos marcaba las direcciones del Miravalles, Tejedo de Ancares, Balouta y el Puerto de Ancares. Con un rotulador José Antonio escribió el nombre de Balouta en la tabla que indicaba esta dirección y que no tenía la placa con el mismo.
Nosotros cogimos la dirección de Tejedo de Ancares siguiendo otro sendero que nos metió bajo las rocas por las que antes habíamos cresteado. Frente a nosotros corría la sierra que dividía el valle en el que estábamos del de Suertes. Tras ella, más al fondo, podíamos ver la cumbre del pico Tabillón, ascendido este año por nosotros. Allí se veía la caseta que estaban levantando cuando subimos nosotros.
El sendero nos llevó a una prolongación de una loma intermedia que daba paso a la vaguada en la que habíamos visto los animales desde arriba. En la parte alta por la que antes habíamos bajado nosotros había un hombre y su mujer que nos preguntaron por la bajada hacia el sendero por el que íbamos. Se la indiqué y en pocos minutos llegaron al mismo. Tenían intención de ir hacia el puerto de Ancares ya que habían subido por donde nosotros bajábamos y les pareció complicado. Les indiqué que tenían que seguir el sendero hasta la collada donde vimos los indicadores y continuar siguiendo la línea de cumbre hasta dicho puerto. En esos momentos la niebla tapaba aquella collada y pasaba algo hacia el valle nuestro. En la cumbre del Miravalles se veía un grupo de personas.
Nosotros continuamos siguiendo el sendero y algunos hitos visibles que nos iban llevando hacia la cabecera del valle de Miravalles. Entre matorral de diferente altura bajamos hasta meternos en una vaguada por la que corría un arroyo. Por su orilla descendía el sendero que terminaba en una pequeña explanada donde nos detuvimos unos minutos Álvaro, Pedro, José Luis y yo, ya que José Antonio se había separado bajando por lugar paralelo. Eran las 15:45 horas.
Tomamos un breve tentempié y nos pusimos en marcha de nuevo. El sendero se perdía entre las escobas y tuvimos que buscarlo un momento, pero dimos con él enseguida y encontramos a José Antonio que subía en busca de nosotros. Juntos retomamos la bajada entre la vegetación hasta llegar a un desnivel pronunciado por el que la senda serpenteaba hasta terminar en otra explanada mayor rodeada por las rocosas laderas del Miravalles y de la sierra que nos separaba del valle de la Vega.
Al final de la explanada se veían los restos de lo que pudo ser un chozo de piedras. En una estaca que recolocamos señalaba la dirección a Tejedo. Desde aquel lugar el sendero se internaba en una especie de bosque de árboles y arbustos algunos con frutos rojos. Los helechos también abundaban en aquel paraje así como los acebos. Entre toda esa frondosidad atravesamos algunos pedreros de enormes rocas.
De esa forma fuimos perdiendo altura hasta que el sendero se ensanchó convirtiéndose en un camino que trascurría por la ladera izquierda del valle según el sentido de la marcha. Pedro ya iba bastante agotado y quedamos por detrás. Poco a poco fuimos viendo de frente las cumbres del Cuiña y Dos Hermanitos así como la carretera que sube al puerto de Ancares.
Ya bastante abajo el camino se aparejó a la carretera varios metros por encima de ella. Eran las 17:50 horas y ya se nos estaba haciendo largo el descenso. Por un error de interpretación creímos que Tejedo estaba al final de este valle y llegamos a pensar que lo dejábamos atrás oculto entre la arboleda y la ladera. No estaba José Antonio, que hacía rato que estaba desaparecido por delante, para sacarnos de dudas.
Al otro lado de la carretera corría la sierra tras la cual se encontraban los valles de Burbia por los que hemos andado en varias ocasiones. En lo alto de una de las cumbres se podía distinguir una antena y un edificio grande. Solo algunas nubes cubrían el cielo a esa hora de la tarde, aunque hacia la sierra del Miravalles continuaba cerrada la niebla.
A las 18:20 horas vimos por fin Tejedo. Lo confirmamos viendo en el mapa la forma de las curvas cerradas de la carretera. Poco después llegamos a una bifurcación en la que el ramal mas marcado cambiaba de sentido 180 grados con dirección opuesta al pueblo. Pensábamos que daría un rodeo por la parte baja y lo seguimos hasta que comprobamos que nos alejaba demasiado y dimos la vuelta hacia el otro.
A las 18:35 horas entramos en Tejedo de Ancares tras un total de 17,500 Km. recorridos según el podómetro. Allí vimos a José Antonio que no supimos si entraba también en esos momentos o llevaba rato. En una bonita fuente de piedra adyacente a una vivienda bebimos agua fresca. Optamos por dirigirnos hacia el bar, situado en la carretera principal a las afueras del pueblo. José Antonio quedó de charla con una vecinas del pueblo.
Para llegar a Suertes, donde teníamos la furgoneta, había que pasar otra collada no muy alta, pero con las fuerzas que ya nos quedaban se podía hacer eterna. En el bar tomamos un refrigerio y preguntamos a varios conductores hasta que uno que bajaba hacia Candín se ofreció a bajarme en el coche. Iba con la familia hasta Ponferrada y llevaba prisa, por lo que me dijo que me dejaba en dicho pueblo situado a casi 6 Km.
A las 19:00 horas bajé en el desvío a Suertes, donde estaba el bar en el que habíamos parado el día antes. 2,3 Km. me separaban del pueblo hacia el que comencé a caminar por una carretera de curvas entre huertas, prados y algo de arboleda. Un lugareño me preguntó al paso hacia donde iba. Confirmándome lo que antes habíamos oído en Tejedo, me recomendó no subir solo más arriba del pueblo ya que la noche antes había bajado el oso hasta unas colmenas que había destrozado. A buenas horas lo sabíamos, después de haber andado la noche anterior valle arriba.
Dejé atrás el desvío a Espinareda y a las 19:30 horas entraba en Suertes. Atravesé sus calles con casas de diferentes estilos arquitectónicos hasta llegar al lugar donde estaba la furgoneta aparcada. Aproveché para sacar unas fotos de la iglesia cercana y me cambié antes de emprender el regreso a Tejedo. Aquí se cambió el resto de compañeros y poco después de las 20:00 horas nos pusimos de regreso a casa.
Volvimos a encontrar la carretera en obras de ensanchamiento. Antes de Pereda de Ancares nos encontramos caminando al matrimonio que había bajado hasta el puerto de Ancares y que tenían el coche en este pueblo. Paramos a saludarles un instante y retomamos la marcha hacia el alto del puerto Lumera donde nos detuvimos un momento para contemplar el Miravalles que ahora se veía claro aunque cubierto con una capa de nubes por encima. Ya bajando hacia la parte contraria vimos Vega de Espinareda y puede que también Fabero. En el primero de ellos decidimos coger la dirección a Ponferrada en vez de Toreno como a la ida.
Así llegamos a Columbrianos donde nos detuvimos a tomar un refrigerio y hacer las cuentas en un bar. De él salimos a las 21:30 horas. A la puerta había una furgoneta parecida a la mía y José Antonio esperaba que abriese para entrar. No me dio tiempo a sacarle una foto agarrado a la puerta.
Allí cerca, antes de entrar a Ponferrada, nos desviamos para coger la autovía hacia Astorga. Ya de noche circulamos por esta vía de la que salimos en ésta última localidad. Por la nacional hicimos el tramo final del viaje hasta la capital en la que entramos a las 23:00 horas. Frente al piso de José Antonio nos despedimos de él, de Pedro y de Álvaro. A José Luis y a mí nos restaba el último recorrido hasta Armunia donde dejé a éste minutos más tarde llegando yo a casa poco antes de las 23:30 horas.
Terminó así este fin de semana en el que realizamos una actividad singular dentro del calendario del club. Una o dos veces al año hemos ido consolidando esta tradición de las marchas nocturnas que suman ya 13 desde su comienzo en el año 1997 todavía con el club Don Bosco.