lunes, 9 de junio de 2008

CALAR DE LAS CORCADAS (Pandetrave) - 08-06-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “CALAR DE LAS CORCADAS”.

08-06-08          (Domingo)

Siguiendo el calendario de actividades de este año, que viene siendo muy improvisado y con variaciones de última hora, realizamos esta ascensión programada para esta misma fecha. Tan solo 4 componentes participamos en la misma: Adelino, Roberto, Álvaro y yo. Los cuatro quedamos en Guzmán a las 8:00 horas de donde salimos en mi furgoneta hacia Portilla de la Reina. De camino hicimos una parada en Riaño donde nos encontramos con varios compañeros de otro club que iban a realizar otra actividad por la zona. Entre ellos se encontraba Roberto, el cual ha salido en alguna ocasión con nosotros. El panorama no era muy halagüeño ya que las cumbres se encontraban cubiertas de nieblas y llovía a ratos. Aún así optamos por no variar la ruta establecida y al menos acercarnos hasta su comienzo para ver como se presentaba. Tras pasar por Portilla de la Reina avanzamos por la carretera del puerto Pandetrave hasta llegar a un pequeño aparcamiento entre el kilómetro 4 y 5 de donde partía la ruta según el mapa. Poco antes habíamos visto lo que nos pareció la cumbre del Calar cubierta de niebla.
En dicho apartado dejamos la furgoneta y nos preparamos para la ruta cuando eran las 10:15 horas. En esos momentos se habían abierto grandes claros y lucía algo de sol, aunque por el norte se veían venir negros nubarrones. Ahora teníamos que encontrar el puente que atravesara el río Puerma que baja de Pandetrave y que nos metiese en el valle de Ceranzo, al otro lado del mismo. Por allí vimos un chozo al que llegaba un camino que tras retroceder unos 600 metros por la carretera vimos que salía directamente de la misma. Antes de llegar a él decidimos que podíamos traer la furgoneta y entrar por ella al camino a ver donde nos llevaba. Con el tiempo que estaba, un avance en la ruta no venía mal.
Retrocedí a por la furgoneta y recogí al resto para avanzar por dicho camino dejando atrás el chozo redondo de piedra con techumbre de paja. Entre prados y laderas subimos con cuidado por el camino lleno de piedras durante algo más de un kilómetro hasta llegar al cruce con el arroyo Ceranzo a partir del cual se empinaba y se estropeaba más el firme. Allí mismo había un puente de madera al lado del cual aparcamos la furgoneta en una pradera inclinada. Tras coger las mochilas comenzamos a caminar ya definitivamente cuando eran las 10:35 horas.
Atravesamos dicho puente y seguimos por el camino que se hizo algo más empinado entre arboleda. Por la parte izquierda, hacia el oeste, se veía el final de un macizo que no estábamos seguros si era o no el de las Corcadas y que así resultó ser luego. Por debajo estaba el hayedo que bajaba hasta nosotros y por el que se podía haber subido también, aunque desechamos la idea por si se cerraba y nos impedía subir cómodamente.
Algo mas arriba encontramos un todoterreno aparcado en otro prado y mas adelante atravesamos un paso canadiense para el ganado. El camino se encontraba embarrado por la lluvia caída y que podía caer, ya que se iba nublando cada vez más el cielo. No tardamos en llegar al segundo puente similar al anterior por el que pasamos al margen derecho del arroyo. Allí dejamos atrás el bosque y continuamos entre matorral cargado de flores amarillas. En el cauce vimos varios pequeños saltos.
No tardamos en llegar al tercer puente situado antes de una bifurcación del valle en medio de la cual vimos un refugio de piedra con chimenea. Decidimos acercarnos a él a la vuelta y tras atravesar el puente nos metimos en el ramal izquierdo. El camino continuaba ascendiendo suavemente mientras iba girando de norte a noroeste hasta que conseguimos ver por fin la vertiente norte del macizo del Calar de las Corcadas cubierto totalmente por las nieblas en la parte alta. Nada mas pasar el arroyo que bajaba por la vaguada desde las laderas del macizo y que cruzaba el camino, abandonamos éste para meternos en la verde loma hacia la montaña. Eran las 11:30 horas.
Al fondo del valle ya veíamos la cabecera del mismo desde la que también se podía subir, pero vimos bastante fácil el acceso subiendo por la loma derecha de la vaguada mencionada. En esos momentos se escapaban algunas gotas de lluvia que por suerte no tardaron en cesar sin aparecer el resto de la jornada.
Atravesamos unos prados de verdor exuberante en los que vimos varios ejemplares de setas de gran tamaño. Alcanzamos enseguida la parte alta de la loma entrando de nuevo entre escobas floridas. De frente se alzaba el macizo de las Corcadas sin que supiésemos de momento en que posición se encontraba la cumbre mas alta. Nosotros seguíamos un sendero que serpenteaba entre matorral bajo y nos cruzamos algunos mas trasversales.
Poco a poco vimos abrirse claros y de pronto se despejó por completo la cumbre de las Corcadas en la que incluso pudimos ver el hito geodésico sobre el cielo azul. Fue breve el deleite que tuvimos ya que enseguida volvió a cubrirse de nuevo con las nieblas que pasaban por lo alto. En la cresta vimos un enorme macho cabrío, o algo parecido, de cuernos enormes que se podían distinguir a simple vista desde la distancia a la que nos encontrábamos, que era considerable.
Así llegamos al final de la parte verde de la loma y entramos en la roca. En algunos lugares pudimos ver pequeños neveros pero de gran espesor. Sorteamos uno de ellos de camino a la cresta donde al llegar nos envolvió la niebla. Allí mismo vimos como por la parte contraria caía una fuerte canal también cargada de nieve. Con ella de fondo nos hicimos una serie de fotos seguidas en plan cachondeo. Eran las 13:15 horas.
Desde allí nos situamos en la misma cresta del macizo por la que avanzamos hacia el Este entre la niebla cerrada que no tardó en volver a abrirse dejándonos ver los valles próximos. Por la cara sur eran paredes casi verticales y con caídas de varios metros que nos recordaron un poco al último tramo del Gilbo. La pendiente era apenas perceptible y cómodamente alcanzamos la cima del Calar de las Corcadas cuando eran las 13:40 horas.
En esta cumbre de 2056 metros había un punto geodésico y un buzón con la placa encima. La temperatura era bastante fría y hubo que ponerse las cazadoras y algunos incluso guantes y gorro, que no sobraban. De vez en cuando se abría un pequeño claro por el que se colaba el sol, pero enseguida volvían las nieblas a cerrarse. Nos acomodamos a la abrigada para comer mientras disfrutábamos de las vistas de los valles cercanos e incluso algunas cumbres visibles entre las nieblas. Allí cerca teníamos Los Vallines, programada su ascensión para el próximo mes. Al norte se elevaba el Gabanceda y tras él hubiésemos visto en un día claro los macizos de Picos de Europa. Sí que veíamos ahora el tramo de carretera desde el cual habíamos divisado en el viaje la cumbre entre las nubes. También por debajo, al sur, se situaban los valles que bajaban hacia Portilla de la Reina y las colladas por las que hace 6 años pasamos en el Encuentro de Montañeros organizado por nosotros entre Casasuertes y Portilla.
Nos sacamos varias fotos y dejamos nuestra tarjeta recogiendo otra del buzón. Poco antes de emprender el descenso pudimos ver un bonito efecto que ya contemplamos en otras ocasiones. Mirando el macizo a lo largo se podía ver la niebla cubriendo la parte derecha mientras la izquierda estaba despejada por completo habiendo una línea definida en medio.
A las 15:05 horas emprendí yo el descenso mientras el resto ya lo había hecho minutos antes. Habíamos decidido bajar por la parte contraria donde antes habíamos visto un grupo de rebecos. Nos metimos en una canal ancha donde se acumulaba una gran lengua de nieve que llegaba hasta la parte baja. Por su derecha lo bordeamos hasta situarnos de nuevo en la cresta. De frente se alzaban los Vallines que se cubrían de nieblas a ratos. Por la derecha seguían las canales de fuerte desnivel y algunas hondas y cerradas donde apenas si cabía una persona. Comentamos que igual se podía acceder por ellas, pero que si caía alguna piedra era imposible librarse del impacto.
Nosotros además teníamos que bajar hacia la parte contraria para llegar a la misma vaguada por la que habíamos subido, pero esta vez por la loma contraria. Por debajo del largo nevero se podían ver numerosos hoyos de gran envergadura en la caliza. Álvaro y Adelino habían subido a un pequeño alto rocoso por encima de la collada a la que íbamos, la de la Hoya del Ceranzo. Desde aquel alto nos sacamos una foto con la cumbre de fondo, aunque no quedó bien por no poder colocar la cámara en condiciones.
Desde allí emprendimos el descenso ya por la vaguada atravesando varios pedreros. Encontramos algunos trozos pendientes de roca húmeda donde se podía resbalar fácilmente y otros con hierba con el mismo peligro. Algo mas abajo tuvimos que sortear una cascada en el arroyo Cacabiellos. Nosotros por la izquierda y Roberto por la derecha llegamos a su parte baja donde se reunía un gran rebaño de vacas con algunas crías y allí paramos unos minutos. De nuevo nos sacamos allí otra foto de grupo con la vaguada y la cumbre de fondo.
Ya en la parte baja Álvaro, gran conocedor de las setas, nos señaló los grandes corros en los que crecen las mismas y que eran visibles claramente. De hecho pudimos ver algunos ejemplares de gran tamaño al igual que en la subida. Poco antes de llegar al camino vimos por éste un todoterreno que entró en los prados y se dirigió hacia la zona del rebaño de vacas.
Eran las 16:45 horas cuando entramos en el camino. Desde allí podíamos contemplar toda la vaguada y la cumbre del pico claramente. Además, y para colmo de recochineo, ahora abundaban los claros y el sol lucía sobre los valles dando al verde un tono intenso y bonito. Eso sí, la cumbre seguía a la sombra y no conseguimos verla iluminada antes de desaparecer de la vista a los pocos minutos de caminar por la pista abajo.
Por dicho camino fuimos descendiendo suavemente mientras veíamos Los Vallines de frente. Enseguida tuvimos a la vista también el refugio al que decidimos acercarnos. Mientras Álvaro iba hasta el puente situado más adelante, los demás atravesamos el arroyo donde pudimos. Luego él tuvo que atravesar el del otro ramal del valle también por donde pudo. No vimos ningún puente que diese paso directo al refugio.
Dentro de este edificio de unos 15 metros cuadrados había una chimenea, un armario con algunas mantas, sillas, una cocina de gas, un banco, leña, y un somier con colchón. Al lado del mismo había mas leña tapada.
Unos 15 minutos estuvimos allí antes de reemprender la marcha a las 17:15 horas. Tuvimos que pasar el arroyo por piedras que antes había atravesado Álvaro y salimos al camino. Echando la vista atrás se podía ver una bonita postal del valle soleado con los verdes prados tapizados de flores amarillas. Por encima también relucía el bosque con los rayos solares. Ahora podíamos ver claramente el final del macizo que terminaba en este valle de Ceranzo.
Dejamos atrás el puente que antes habíamos pasado a la ida y enseguida llegamos al siguiente por el que pasamos a la margen contraria del arroyo. Todos estos puentes son peatonales ya que los vehículos pasan vadeando el arroyo. En esos momentos nos dejó detrás el todoterreno que había subido antes hacia arriba. Nos metimos nosotros entre la arboleda y no tardando atravesamos el paso canadiense. De frente entre los árboles seguíamos viendo las cumbres de Los Vallines.
A las 17:50 horas llegamos al final de la ruta donde teníamos la furgoneta. Pasamos el último puente para llegar a ella donde nos cambiamos. Allí cerca vimos un hormiguero con miles de hormigas rojas todas juntas. Diez minutos mas tarde emprendimos el regreso por el camino desde el que pudimos ver la cara norte del Espigüete y posiblemente el Tres Provincias y Peña Prieta. Con precaución avanzamos por el estrecho camino hasta llegar al chozo donde paramos. Se trataba de una especie de palloza de unos 15 metros de diámetro externo, de piedra y techo de paja. En el interior se podía ver un banco y restos de una hoguera pegada a la pared. La puerta era de madera y parecía nueva.
De nuevo en marcha pasamos otro puente, esta vez para vehículos también, y salimos a la carretera general. Estuvimos al tanto y paramos en el tramo recto desde el cual se veía la cumbre del pico. Sacamos unas fotos y retomamos el viaje. Ahora solo algunas nubes cubrían el cielo, lo cual daba algo de rabia.
Llegamos así a Portilla de la Reina donde decidimos parar a tomar un refrigerio. Entramos en el bar de la carretera donde estuvimos unos 20 minutos. A las 19:00 horas salimos y nos pusimos de camino a León. Sin novedades recorrimos los 120 Km. que nos separaban de la capital donde llegamos poco antes de las 21:00 horas. En Guzmán terminamos el viaje y poco después llegué a casa.
Nuevamente cumplimos otro objetivo marcado en el calendario del club “Cumbres de León”. Tras el pésimo panorama que se nos presentaba por la mañana, no tuvimos tan mala suerte y pudimos disfrutar al menos de algo de paisaje y sobre todo de los bonitos valles que rodean al Calar de Las Corcadas.

























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