lunes, 21 de marzo de 2005

VALLE DE RODILLAZO - 20-03-05

 


TRAVESÍA POR EL “VALLE DE RODILLAZO”.

20-03-05    (Domingo)

Al igual que ya hiciese en otras ocasiones anteriores, voy a añadir a esta lista de actividades una salida particularmente corta pero con transcurso anecdótico y por supuesto enmarcada en la montaña. Avanzo ya que duró escasamente dos horas y que resumiré en pocas líneas.
Este Día de Ramos después de comer animé a mi hermana Juli para irnos “por ahí” a pasar la tarde medio nublada. Opté entonces por llegarnos hasta Rodillazo y subir dando un paseo hasta el Valle del Marqués. Como hasta él hay camino, decidimos no llevar botas e irnos con playeros. Con la cazadora, cámara y prismáticos emprendimos el viaje sobre las 15:15 horas. Por la carretera del Torío llegamos al desvío de Tabanedo por el que pasamos luego antes de llegar a Rodillazo.
Aparcamos la furgoneta a la entrada y poco antes de las cuatro comenzamos a caminar. Salimos del pueblo por el camino que sube hacia el collado de Santiago encontrándonos cada vez con más nieve, lo cual no habíamos tenido en cuenta. A escasos 500 metros vimos que no merecía la pena subir con la nieve acumulada. Echando la vista hacia la izquierda vi las laderas limpias y un sendero entre las escobas. Nos metimos entonces en él subiendo con dirección contraria a la que llevábamos. Yo iba viendo la parte alta de la loma y no me parecía difícil alcanzarla.
Poco a poco fuimos ganando altura hasta alcanzar una cresta rocosa desde la que vimos el engaño de la perspectiva anterior. Entre nosotros y la loma que antes veíamos bajaba un enorme valle antes oculto tras la cresta en la que estábamos. A pesar de lo triste del día, la vista del valle era realmente espectacular. Por las vaguadas contrarias bajaban numerosos arroyos formando grandes saltos en la ladera. A la parte derecha y al fondo se alzaba la cumbre de un pico que luego comprobé pudiera tratarse del Cueto Calvo.
Visto el panorama decidí que era mejor subir por la cresta aquella y pasar por la parte alta de la vaguada al lado contrario del valle por donde se veía un sendero. Sorteando las rocas, la nieve y las escobas llegamos a la parte superior de dicha cresta. Desde allí había que bajar por un nevero hasta una collada que dividía el valle aquel del Barranco del Sancenas.
Hacia la parte contraria pudimos contemplar ahora la cumbre del Correcillas saliendo tras el circo que bordea el Valle del Marqués. También se veía el pueblo y las cumbres de la parte de Valporquero. También es posible que una de ellas fuese el Salgüerón, cerca de Villamanín.
Nos metimos entonces por la nieve, como digo en playeros y chándal, metiendo a veces las piernas hasta por encima de la rodilla. Con la cámara iba sacando fotos y grabando todas estas incidencias. Según íbamos descendiendo entramos de nuevo entre el matorral y atravesamos también un pequeño tramo pizarroso. Así fuimos bordeando la vaguada hasta la parte contraria por la que se suponía bajaba un sendero. Fue entonces cuando nos encontramos con los arroyos que bajaban por dicha ladera y que teníamos que sortear.
En el primero de ellos metió Juli “la pata” y además se arañó en un dedo. Luego nos encontramos con algunos pedreros por los que bajamos en busca de la senda. A veces se nos cerraba las escobas, y lo que era peor, las zarzas. Al llegar al segundo arroyo vi un palo muy curioso que puse como puente. Pues bien, fue pisar en él y romperse a la mitad tirándome de lleno en el cauce. Además quedó grabado con la cámara que Juli tenía en ese momento. Ya con los pies empapados continuamos ladera abajo atravesando de vez en cuando algunos verdes y bellos prados tapizados por neveros. Igualmente vimos bonitas cascadas y rápidos en el cauce de los diferentes arroyos con los que nos encontrábamos.
De esa forma salimos a un camino un poco más ancho por el que corría también bastante agua. Ya no tardamos en divisar las casas de Rodillazo saliendo poco después a la carretera de entrada al pueblo. Eran las 17:40 horas.
Sin más cogimos la furgoneta y emprendimos el regreso. Como era pronto decidimos subir hasta Valporquero. A pesar de estar mojados, no teníamos los pies fríos. Cuando estábamos subiendo por la carretera hacia allí comenzaron a caer algunas gotas de lluvia y optamos por dar la vuelta. Ya de regreso a León se intensificó la lluvia a ratos y así llegamos a casa sobre las 19:00 horas.
Como dije, aunque sencilla, no dejó de ser una travesía llena de incidencias y anécdotas para recordar.









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