2º DESCENSO DEL “RÍO CURUEÑO” .
06/07-07-02
Por segundo año consecutivo hemos salido para realizar el descenso de un tramo del río Curueño utilizando grandes cámaras de ruedas como medio de locomoción. Esta vez nos decidimos a salir el sábado y acampar en las cercanías de este río, que por cierto baja con poco caudal de agua. Hago constar que esta salida no la consideramos actividad del club, tratándose de algo totalmente particular aunque hayamos participado algunos componentes del club.
Todo dispuesto y hablado, llegó el día acordado.
SÁBADO 6
Mientras el resto de los compañeros marchaban este día por la mañana o por la tarde a primera hora, yo lo aplacé un poco más ya que teníamos reunión del club programada. Por ello eran las 19:00 horas cuando emprendí el viaje con la furgoneta hacia el lugar donde habíamos quedado en que estarían. Llegado a La Vecilla cogí el desvío hacia Nocedo y las Hoces de Valdeteja. Al final de ellas, en el mismo lugar donde el pasado año habíamos preparado el día de campo con la parrillada, tenían ya montadas las tiendas de campaña. Allí se habían reunido estas once personas: Ángel, Sheila, Toño, Carlos Gil, Rubén, Vicki, Sergio, Elena, Abel, Omar y Lorena.
Eran las 20:00 horas cuando llegué yo y me puse a montar mi tienda entre las demás. Hicimos tiempo charlando hasta acomodarnos para cenar con lo que habíamos comprado en común. Tras ello, y ya casi anochecido, algunos decidimos dar un paseo por las cercanías. Carlos y yo nos encaminamos por un camino al otro lado del puente que pasa cercano al mesón y camping “El Caserío” y que sube a la collada del pico Cueto Aucino, debajo del cual nos encontrábamos acampados. En esta vaguada vimos numerosas tiendas montadas y gente de cachondeo.
De nuevo en el lugar de campada nos reunimos todos y comenzó la juerga nuestra. Acompañados por una armónica y una especie de timbal nos liamos a “cantar”, contar chistes, etc. y nos dieron las tres y media a algunos. Con la videocámara iba dejando reflejados estos momentos.
DOMINGO 7
Sobre las 10:10 h salí de la tienda tras haber pasado una cómoda noche. Algunos ya llevaban tiempo levantados, como Toño, que se había venido ya hasta la cascada de Nocedo, a cuatro kilómetros, y había vuelto. Poco a poco fueron levantándose el resto y desayunamos. El día prometía ser tan bueno como el anterior con el sol ya calentando de mañana. Lo que sí estaba fría era el agua del río.
Tras desayunar y recoger un poco las cosas por allí, nos encaminamos hacia el comienzo del descenso. Abel, primo de Sheila y Rubén, se iba a dedicar a la pesca, poco el día antes, que por cierto no nos trajo trucha alguna. Los neumáticos los habían hinchado el día antes en una gasolinera y a uno de ellos le tuvimos que parchear con precinto ya que se había pinchado con algún pico en la hierba donde les habían colocado.
Algo más arriba del cruce de Valdeteja se encuentra el puente desde donde ya el pasado año comenzaron el descenso. Elena era la única, junto conmigo, que no iba a meterse. Yo iba como reportero oficial de la prueba, como el año pasado, y ella mi compañera.
Ya todos en el cauce con sus respectivos neumáticos, dio por comenzada la prueba en la que participaban nombres tan conocidos como: “Lucio de las Profundidades”, “Trucha del Curueño”, “Pulpo Cinco Patas” o “El Potro de San Andrés”, entre otros numerosos personajes del mundo del descenso en neumático internacional.
No faltaron las “picadillas” entre ellos y todos terminaron en más de una ocasión volcados unos por otros. Yo les iba siguiendo lo más cerca que podía, aunque muchas veces tenía que grabarles desde la carretera ya que era imposible acercarse a la orilla por lo inclinado de la caída. Todo el que pasaba con coches se quedaba mirando. Pensábamos que iba a haber más pescadores en el río, pero solo vimos a uno y además no le molestó en absoluto el paso de los navegantes.
Lo divertido eran las corrientes rápidas donde se cogía algo de velocidad y los pasos estrechos entre piedras donde quedaban trabados los neumáticos. Así llegamos al sprint final donde los participantes se ayudaban de los brazos para pasar bajo el puente final el primero de todos siendo por fin Sheila la que se proclamó ganadora de esta segunda edición del descenso de Curueño.
Aún estábamos donde el puente cuando llegó Marta con Dani. Por otro lado, Sergio tuvo la valentía de tirarse al agua desde lo alto de dicho puente, desde el que hay un desnivel que impone. Tras ello nos encaminamos hacia donde habíamos dejado las tiendas montadas para que no nos quitasen el sitio, ya que por la mañana había llegado un matrimonio y a la señora le había parecido mal que ocupásemos todo el sitio porque ellos iban todos los domingos a pasar el día allí. Vamos, de risa.
Yo me quedaba con el gusanillo de meterme al río y al final cogí un neumático y aproveché un tramo que no cubría para bajar por él unos cuantos metros mientras Carlos grababa la “proeza”. En cuanto llegó un tramo de profundidad me salí ya que solo me defiendo un poco nadando. Por ello no bajé con el resto anteriormente.
Tras ello nos pusimos a preparar la comida. Habían llevado beicon, chorizos y callos. Preparamos una hoguera y dejamos que se hicieran brasas y allí asamos el beicon y los chorizos. Los callos los ya iban hechos y solo fue calentarlos. Mientras se hacía esto desmontamos las tiendas y a la poca sombra de unos arbustos nos acomodamos para comer. Ah! Como por allí cerca apenas había leña, la habíamos trasportado por el río en unos neumáticos. Vamos, ni los mejores aventureros.
Tras la deliciosa comida llegó la hora del reposo. Tumbados cada cual donde mejor le vino, nos echamos una buena siesta a la sombra. Daniel, el niño de Carlos y Marta, estaba un poco inquieto y decidieron emprender el regreso. El resto estuvimos un rato más de charla y luego desinflamos las ruedas para traerlas. Cuando ya casi íbamos a venir llegaron Sonia, Jorge, su hermana y una amiga que subieron más arriba para bañarse.
Sobre las 19:30 horas emprendimos el regreso acordando parar en Valdepiélago a tomar algo. En este pueblo aprovechamos para tirar la basura que traíamos y en un bar estuvimos casi una hora antes de continuar el regreso a casa.
Sin novedades llegué a Villaquilambre y como ya eran las nueve y cuarto, llamé a casa para quedar con mi hermana Juli y Carlos en León y dar una vuelta.
Y de esta forma finalizó esta jornada y pico en la que disfrutamos de una grata convivencia entre amigos, que es lo que realmente importa.
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