3ª ASCENSIÓN A “PEÑA VALDORRIA”.
11/12-05-02
Por causa de la climatología adversa que estamos teniendo, nos hemos visto a modificar el calendario de actividades previsto para este mes. Aparte del Encuentro de Montañeros que se celebrará el día 26, y que organizamos nosotros mismos, había prevista una salida a Burgos para ascender al pico San Millán. Como digo, la pésima climatología nos hizo cambiar los planes y decidimos adelantar esta ascensión a Peña Valdorria prevista para finales de año. El resultado fue del todo satisfactorio ya que alcanzamos el objetivo y, como se verá, lo pasamos de miedo.
El grupo final lo compusimos 12 personas: Omar, Pablo, Ángel, Carlos Gil, Marta, Pepe, José F., Miguel, Toño, Cristina, Sheila y yo. Además fuimos repartidos en diferentes viajes.
SÁBADO 11
Alrededor de las 17:00 horas cogí la furgoneta para acercarme a recoger a José F. y a Pablo en Sto. Domingo. Allí estaba también mi hermana Juli que iba a coger el autobús para venir para casa. Con ellos dos marché hasta Villaobispo donde estaba otra parte del grupo que íbamos en ese momento: Ángel, Sheila, Toño y Miguel. En el coche de Toño y el mío emprendimos el trayecto hacia La Vecilla alrededor de las 17:30 horas.
En unos 45 minutos llegamos a este pueblo donde ya nos esperaba Pepe Castro, que había ido por la mañana, a la puerta de la finca que los salesianos tienen allí y que nos habían cedido para esta ocasión. La primera sorpresa fue ver la enorme reforma que han hecho en el lugar. El pequeño edificio que había lo han restaurado del todo y han construido uno nuevo adyacente a él. En este último se encuentran los dormitorios en los que dejamos los útiles que necesitábamos, sacos, comida etc. Luego nos acercamos hasta una panadería y una tienda donde algunos hicieron compras. De regreso en la casa decidimos acercarnos hasta Valdorria.
Con los coches subimos a este pueblo, distante unos 10 kilómetros, y desde el cual ascenderíamos al día siguiente a la peña. Aparcamos los vehículos y comenzamos a subir hacia la ermita de San Froilán a través de los 365 escalones que ya apenas se mantienen. Desde allí hay una bonita panorámica del pueblo y los valles que lo rodean así como de la cima de Peña Galicia o Peña Valdorria. En la pequeña ermita se puede ver la imagen de San Froilán, en cuyo honor se celebra una romería anual cada 1 de mayo.
Un buen rato estuvimos allí de charla y disfrutando del paisaje y de la tarde tan buena que hacía. De vuelta en el pueblo cogimos los coches para volver hacia La Vecilla. Al llegar a la altura de la cascada de Nocedo paramos para verla. Como ya he comentado en otra ocasión, han construido una pasarela y unos puentes por los que se puede llegar justo hasta la misma cascada. Antes había que hacerlo por las rocas resbaladizas en el último tramo.
Al ponernos en marcha vimos llegar a Carlos y a Marta en su coche. Dieron la vuelta y nos encaminamos todos hacia La Vecilla donde, como ya era buena hora, nos acomodamos para cenar. Lo hicimos en el comedor que han situado en la sala que antes ocupaba el dormitorio en el que pasamos la noche hace ocho años. En aquella ocasión también habíamos ido a subir Valdorria.
Cuando terminamos ya era de noche y fue entonces cuando nos animamos a jugar a “bote”, igual que aquella vez, aprovechando la oscuridad de la finca. Tras un rato de búsqueda de un recipiente adecuado, encontramos una botella de plástico aparente para ello. El juego, variante del escondite, consiste en lo siguiente: Se coloca el bote en el centro de la finca y uno cuenta hasta diez su lado mientras los demás se esconden. Éste tiene que ir en busca del resto mientras no deja de observar el bote. Si ve a alguien, tiene que decir su nombre mientras corre a dar una patada al bote. Si el que es visto u otro cualquiera que salga, le da una patada al bote antes que él, sigue poniendo, si no, queda al que haya visto. Lo divertido de esto es arriesgarse a salir cuando el que queda está alejado del bote y dar la patada antes que éste para que vuelva a poner. Con este juego estuvimos bien a gusto hora y media corriendo de un lado a otro. Lo peor fue cuando llegó Pepe, que había ido con José a dar un paseo, y nos dijo que la zona por la que habíamos estado pisando estaba casi recién sembrada y estaba saliendo el primer césped. Se le había olvidado decírnoslo y ahora era ya tarde. Tampoco era mucho lo que se notaba.
Como eran ya las doce y media, comenzamos a subir al dormitorio. En este había unas 25 literas con colchones, mantas y almohadas. El resto abrió los sacos que llevaban, pero a mí me bastaba con las mantas que había.
Por no perder la costumbre, decidí animar un poco la velada picando a unos y otros. José casi saca la cacha a pasear porque no le dejábamos dormir a gusto. Toño me perseguía con una almohada para darme con ella y Carlos me confiscó el frontal con el que les deslumbraba. Hubo hasta quien se atrevió a contar una historia de miedo que daba la risa y quien terminó cantando también. Vamos, un aliciente típico de las salidas de más de un día.
Total, eran las 2:00 horas cuando quedó la habitación en silencio.
DOMINGO 12
Como habíamos acordado, el despertador sonó a las 9:00 horas. Nos fuimos levantando y bajamos a desayunar al comedor. Sobre las 10:15 horas cogimos los coches para acercarnos hasta Valdorria. De camino paramos en Valdepiélago a comprar pan.
Aún quedaban por llegar Cristina y Omar, con los que habíamos quedado a las 11:00 horas en Valdorria. Allí estuvimos hasta un cuarto de hora mas tarde sin que apareciesen, por lo que decidimos ponernos en camino. Pepe no tenía intención de subir a causa de un pequeño problema de salud que ha tenido y optó por hacer él solo una ruta que transcurría por aquellos valles y bajaba a La Mata de Bérbula. El resto nos pusimos en marcha por un camino que sale del pueblo bordeando Peña Valdorria por su cara oeste.
El cielo se mantenía más o menos despejado y yo dejé la cazadora abajo, de lo que me arrepentí más tarde. El camino ascendió durante unos metros para luego comenzar a bajar. Apenas recorrido un kilómetro desde el pueblo abandonamos el camino y empezamos a subir por la ladera del pico. La pendiente de éste es bastante pronunciada desde el comienzo y lo tomamos con calma. Tras unos metros ascendiendo, Pablo decidió que volvía al pueblo a ver si habían llegado Omar y Cristina. Dejó la mochila y se encaminó hacia éste. Desde allí no teníamos cobertura con los móviles para poder llamarles.
El cielo se fue cubriendo poco a poco por nubes que corrían del oeste movidas por un molesto viento. El grupo se comenzó a disgregar y algunos decidimos esperar un rato por Pablo. Como no aparecían, nos pusimos de nuevo en marcha poco a poco hasta que, mirando para atrás, vimos asomar por una loma a los tres compañeros. La roca se hizo cada vez más abundante, lo cual suele facilitar el ascenso. Por la misma ladera, pero más arriba, vimos a una pareja con un perro. Apuntar también que Carlos y Marta habían llevado también a Danka, su perra.
De esa manera llegamos a la vaguada desde la que vimos el valle de la parte contraria. Desde allí nos quedaba el último tramo hacia la cumbre a través de unas canales entre roca. En la cima ya estaban algunos cuando llegué yo acompañado por otros compañeros a las 13:20 horas aproximadamente. Igualmente estaba allí una pareja que no tardó en comenzar el descenso. En esta cumbre de 1927 metros de altitud encontramos una cruz y un par de buzones de los que habían recogido una tarjeta de cumbres.
El cielo se fue cubriendo cada vez más y durante unos instantes nos envolvió una neblina húmeda que casi nos hizo decidirnos a bajar ya. Por fortuna se esparció un poco y nos acomodamos para comer allí. A pesar de dichas nubes bajas, pudimos disfrutar de la vista de varias cimas cercanas, como la del Correcillas o Peña Galicia. No veíamos sin embargo el pueblo de Valdorria, aunque sí la ermita situada en un alto de la parte contraria a la que estábamos nosotros.
Así fueron llegando todos los demás componentes del grupo y comimos juntos alrededor de la cruz de cumbres. En el buzón dejamos nuestra tarjeta de cumbres y sacamos unas fotos en torno a dicha cruz antes de emprender el descenso poco antes de las 15:00 horas. Seguimos prácticamente el mismo sendero que antes y aprovechamos los pedreros para hacer “canchal-boart”. De esa forma bajamos en poco tiempo hasta el camino donde paramos unos minutos. Por lo visto José se había caído entre unos tojos arañándose un poco la cara y brazos.
Ya por la pista nos dirigimos hacia el pueblo donde llegamos sobre las 16:00 horas. Aquí nos cambiamos la ropa mojada del sudor y el calzado antes de emprender el regreso. En los cuatro coches nos repartimos y salimos de Valdorria minutos después. Bajamos la fuerte pendiente hacia Nocedo donde cogimos la carretera de La Vecilla.
Al llegar a Valdepiélago estaba Pepe esperando y allí paramos a tomar un vaso en uno de los bares. Nos acomodamos en la terraza y pasamos un buen rato de charla antes de emprender de nuevo el viaje. Sin novedades llegamos a León y en el centro dejé a José continuando luego hacia Armunia. En el Bosco dejé a Pepe y sobre las 19:00 horas llegué yo a casa.
Y de esta forma finalizamos este fin de semana repleto de buenos momentos para recordar, incluida la satisfacción de haber alcanzado el objetivo previsto.
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