lunes, 6 de agosto de 2012

NOCTURNA "SOLLE - VIOBA - LINARES - SOLLE" - 04/05-08-12

 


XXII TRAVESÍA NOCTURNA. 1ª TRAVESÍA “SOLLE- COLLADO VIOBA – COLLADO LINARES –

REFUGIO DE LINARES (Nocturno) – REFUGIO – SOLLE (Diurno)”.

04/05-08-12

Después de haber anulado la salida a la Sierra del Cuera, en Asturias, por la mala previsión climatológica, nos hemos decidido a realizar otra marcha nocturna este fin de semana. En principio se pensó en la ruta de Las Fuentes de Omaña, en Murias de Paredes, pero también allí la previsión anunciaba lluvia por la noche. Estudiando algunas alternativas más, y las zonas con mejores perspectivas del tiempo, nos decidimos por el pueblo de Álvaro, Solle. Avanzo ya que acertamos de lleno, ya que no cayó una gota durante toda la marcha y sí en cambio en la no lejana Cistierna, como luego he sabido.

SÁBADO 4
Al final hemos ido 5 participantes: Tiquio, Mª Jesús, Álvaro y yo. Nos acompañaba Luis, mi cuñado, que llevaba tiempo animado a hacer otra ruta nocturna. De Armunia salimos medio lloviendo en el coche de Tiquio a las 20:45 horas para recoger a continuación a Álvaro en Villaobispo. Poco después de las 21:00 horas emprendíamos el viaje por la carretera de Santander hacia el destino. La lluvia seguía cayendo a ratos aunque se veían también muchos claros. Enlazamos con la carretera de Boñar atravesando éste por el centro. Con todo el peso que llevábamos, el cajetín de Rex, colgado de la bola del coche, pegaba en los pasos elevados de las travesías.
Así fuimos avanzando hasta el pantano del Porma en el que paramos a sacar unas fotos. La lluvia había desaparecido casi por completo y solo caían algunas gotas, aunque el cielo seguía amenazando con algunos nubarrones.
A las 22:15 horas llegamos a Solle, 1190 m, aparcando al lado de la casa de los padres de Álvaro, los cuales salieron a recibirnos. Lo primero que hicimos fue cenar allí mismo sentados a la fresca. Alguno cenó lo suyo, y parte de lo mío aprovechando que fui a por agua a la fuente cercana. Si le cojo....... La luna aparecía entre las nubes queriendo poder con ellas. Nos preparamos luego con el equipo al hombro para la marcha que habíamos concretado con los consejos de los padres de Álvaro, y lo resumo.
La idea era subir hasta el collado de Vioba, bajar a Lois, subir al collado de Linares y dormir en el refugio que hay en lo puertos, algo por debajo, del que ellos tenían la llave. Luego por la mañana bajar a Solle de nuevo. Claro, desde el primer collado a Lois la bajada no estaba muy clara por la vaguada directamente, ya que está cerrada de maleza y demás, aunque sí por una pista que da más rodeo hasta bajar al pueblo. Luego detallaré también la incidencia de esta pista.

DOMINGO 5
A las doce en punto de la noche emprendíamos la marcha por las calles del pueblo dejando atrás la iglesia y pasando entre algunos perros del pueblo. Nos cruzamos con unos jóvenes que se quedaron extrañados al vernos cargados con mochilas a esas horas. Nos desviamos luego por el camino de la ermita cerca de la cual se emplaza el cementerio. Allí me detuve un poco sacando unas fotos con la exposición larga. Las nubes formaban un bonito empedrado que destacaba con la luna detrás. En el camino, paralelo al Río del Valle, encontramos algunos trozos encharcados, aunque se veía seco en general. Este valle se llama Reinamón y por él bajamos en otra ruta en el III Encuentro del club hace 6 años.
Pasamos entre arboleda y en unos matojos vimos brillar los ojos de un pequeño animal. Enseguida Rex notó la presencia del mismo y al acercarse salió un gato embalado entre las hierbas. En algunos lugares las ramas formaban un túnel sobre nosotros y en otros veíamos los prados segados al lado del ancho camino.
Más adelante cruzamos un puente sobre el río quedando ésta ahora a nuestra derecha. En varios tramos se juntaban casi a la par éste y el camino. Por detrás de él se veía la silueta de una sierra con varios picachos. En un momento en el que quedó clara la luna pude sacarla una bonita foto con el zoom. Estaba en la primera fase menguante y aún daba mucha luz. De hecho casi no hacía falta encender las linternas en muchos lugares. Había sitios en los que las ramas se cruzaban y había que sortearlas.
Encontramos el indicador que marcaba la dirección a Acebedo siguiendo un estrecho sendero hacia la ladera izquierda y más adelante otro hacia la collada de Murias en la misma dirección. A las 2:50 horas llegamos a una fuente seca con pilón en la que nos detuvimos unos minutos y sacamos unas fotos con la silueta del pico Susarón de fondo.
A partir de allí se terminaba el camino y entramos en un sendero cercano al lecho de arroyo. La pendiente ya se acentuó un poco en este tramo entre escobas y otros matorrales. Por encima oíamos ladrar unos perros y Álvaro nos comentó que había un pequeño chamizo a la vera de unas rocas por detrás de las que luego pasaríamos.
Ya con algo de esfuerzo fuimos ganando esos últimos metros hacia la collada de Vioba, lógicamente invisible en la oscuridad. De pronto apareció por detrás de nosotros un mastín de los que antes habíamos oído. Entre las escobas vimos además varias vacas. Cruzamos también el regato por unas piedras y a las 3:50 horas llegábamos a la collada de Vioba con 1712 metros de altitud. Por la misma atraviesa una alambrada que cruzamos no sin cuidado por los espinos de la misma. Unos metros por debajo, hacia el valle contrario, se encuentra el refugio de piedra en el que ya estaban Álvaro y Tiquio. A su vera había un pequeño tractor con remolque en el que nos sacamos unas fotos. Dentro del refugio había chimenea que habían prendido y un banco. Por el techo, entre las vigas de cemento, vimos revolotear un pájaro. Desde fuera se veía al fondo las siluetas de varias cumbres con la luz lunar.
A las 4:30 horas retomábamos la marcha por un ancho camino que ascendía hacia el Sur paralelo a la línea de cumbres y bordeándolas por la parte Este. Siguiendo el trazado del mismo serpenteamos por la parte alta del valle que cae a Lois y por el que no estaba muy clara la bajada. Llegamos así a un collado desde el cual vimos en la lejanía las luces de la presa del pantano del Porma. Allí cerca había una manada de caballos que se nos acercaban sin miedo alguno.
Fuimos dando una curva por la parte alta de dicha vaguada hasta que llegamos a la collada Hermosa, 1784 m, desde donde tuvimos una bella vista de un mar de nubes nocturno en el valle de Lois. En la lejanía se veían además varias luces de más pueblos. Eran las 5:30 horas y estábamos en la parte más alta de la ruta por debajo del pico Carbonera.
Ahora nos restaba la bajada a Lois, emplazado a 1238 metros, por un camino lleno de piedras sueltas con las que había que tener precaución. Éste describía numerosas curvas en la ladera desde la que vimos algún momento las luces de Lois. Tras varios metros de bajada llegamos a la incorporación de otro camino que subía hacia la derecha y que a Álvaro le pareció que era el que iba hacia la collada de Linares. Aquí surgió una duda.
Eran las 6:30 horas y ya se comenzaba a ver el alba. Lois había desaparecido de la vista y no sabíamos lo que nos restaba aún. Además no conocíamos lugares dónde poder dormir unas horas allí cerca del pueblo. Decidimos aún así seguir bajando hasta que comprobamos como el camino empezaba a subir de pronto tras el paso por una pequeña vaguada. Fue entonces cuando Mª Jesús decidió adelantarse y subir aquel repecho mientras la esperábamos a ver que nos contaba a la vuelta.
Unos minutos después regresaba y nos decía que aún había que subir un trecho y que el pueblo quedaba oculto pero varios metros por debajo. Ya con el cielo clareando decidimos dar la vuelta y emprender la subida directa a la collada de Linares. Podíamos estar allí a unos 1350 metros más o menos.
La niebla aparecía por las partes altas y comenzaba a descender por las laderas de las cumbres. Tras el valle de Lois emergían Los Llerenes y Las Pintas entre otros. El camino se suavizó luego e incluso bajamos unos metros hasta llegar a un refugio que encontramos cerrado. Desde el mismo retomamos la subida y no tardamos en divisar en el valle las dos torres de la iglesia de Lois, conocida como La Catedral de la Montaña por su amplitud. El repecho se hizo notar mientras describíamos varias curvas y el camino llegó a desaparecer en la pradera ya cercana al collado. Tan solo unas rodadas se distinguían en la misma y por ellas alcanzamos esta cota cuando la niebla nos cubría por completo. Estábamos en la collada de Linares, a 1571 metros y eran las 7:45 horas.
Aprovechando como base una estaca de la alambrada que lo cruzaba nos sacamos unas fotos de grupo. Sin tardanza, y con paisaje casi nulo, emprendimos el descenso hacia el Oeste por el valle de Linares. Según perdíamos altura se abría el valle y las nieblas quedaban en la parte alta. El sendero era imperceptible en la pradera pero no tardando enlazamos con el ancho camino. Éste se metió entre escobas un tramo para salir luego a otra zona de praderías en las que pastaban varias reses de vacuno, los Puertos de Linares. Enseguida vimos el tejado rojo del refugio donde descansaríamos un poco. Para llegar a él el camino rodeaba una loma que Mª Jesús decidió atajar.
A las 8:30 horas llegamos a éste refugio con una cuadra de ganado cubierta adyacente. Antes habían llegado Álvaro y Tiquio que ya habían abierto el recinto. En el interior encontramos una mesa con sillas, chimenea que prendimos, una cocina de gas y varios colchones en condiciones poco utilizables. En la mesa nos acomodamos para ¿desayunar?. Mª Jesús se encargó de darle una pasada con un cepillo que había en la estancia de la que subía unas escaleras al piso superior que estaban reformando y arreglando.
Sin tardanza extendimos las esterillas y sacos en el suelo para dormir un rato. Mª Jesús se acostó encima de la mesa. Hubo que abrir alguna ventana para que saliese el humo que se había acumulado al encender la chimenea. Sin más retrasos nos acostamos poco antes de las 10:00 horas.
Eran las 12:30 horas más o menos cuando hemos ido levantándonos. En el cielo teníamos nubes y claros alternados y la temperatura era buena. En el exterior había un estanque de agua en cuyo centro se situaba el tubo por el que manaba un buen chorro de ella. El mastín, que a la llegada estaba en un recinto, había salido y se paseaba por las cercanías dónde también vimos numeroso ganado que antes no estaba. Había varias vacas y un gran toro al lado de la puerta. Del piso superior del refugio, en el que había un pastor eléctrico con batería, salía un alambre que recorría un tramo de valle. Tardé un poco en situarme dentro del mapa en el que no me cuadraba lo que Álvaro me decía. Según él, el arroyo que bajaba por este valle iba al de Reyero, no a Solle, situado en el contiguo, como yo creía.
Tras recogerlo todo y limpiar un poco la estancia, emprendimos la marcha a las 13:20 horas. el camino seguía por la ladera hacia el Noroeste bajando suavemente y paralelo a la alambrada. Cruzamos luego una cancilla y nos metimos entre escobas comenzando a subir enseguida hacia una collada en la parte Suroeste del Sextilón donde del mapa marca el Puerto de Linares con 1498 m. Allí comenzamos el descenso por el valle del arroyo de la Llosa. En este valle, bajo un gran peñón, vimos otra cabaña con una ganadería en un cercado. Frente a nosotros emergió el Susarón y a sus pies algunos edificios del desabitado Camposolillo.
Hacia la cabaña se dirigía el camino serpenteante, por lo que atajamos el último tramo a ella. Allí había otro perro que se nos acercó. Unos metros por debajo había una fuente con pilón de la que cargamos agua. Desde allí nos metimos en la misma vaguada sin seguir el camino y haciendo caso al oriundo de la zona. Entre unos árboles encontramos un grupo de caballos y un bonito potro. Enseguida enlazamos de nuevo con el camino cerca del cual vimos algunos manantiales. Este camino forma parte de la ruta señalada como “PR LE-30 Las Biescas” que recorre algunas de las cumbres de la parte sur de dicho valle entre Solle y Pallide. De hecho hace años hicimos una ruta por esas crestas desde este último pueblo.
El valle se fue estrechando hasta casi encajonarse con el arroyo paralelo al camino. En algunos prados había más ganado pastando y en el alto de la Peña Forcada vimos una bandera de España en un mástil. Encontramos unas zarzamoras con frutos que comimos y luego en un indicador marcaba dos opciones hacia el collado de Orones por la ruta de Las Biescas. No tardamos en divisar las primeras casas de Solle al final del desfiladero. En pocos minutos entrábamos en el pueblo cuando eran las tres en punto de la tarde. Por sus calles recorrimos los últimos metros de esta ruta y en diez minutos terminamos la misma donde teníamos el coche y dónde ya estaban algunos compañeros.
Nos cambiamos mientras la madre de Álvaro salía a convidarnos con unos trozos de riquísimo bizcocho que le agradecimos. El sol podía más que las nubes que rondaban aún en el cielo y calentaba bien. Estuvimos decidiendo donde comer y decidimos hacerlo en el merendero de Pardomino.
Nos despedimos de la familia de Álvaro y a las cuatro emprendimos el viaje. En el pantano nos detuvimos unos minutos a sacar unas fotos, y habiendo dejado la presa atrás, entramos en el camino de Pardomino. Unos metros mas adelante, y antes de entrar en la zona restringida, se encuentra este merendero en el que nos detuvimos y acomodamos a comer. En uno de los bancos del mismo nos sentamos cómodamente a la sombra y allí estuvimos hasta las 17:20 horas.
Retomamos el viaje de regreso a esa hora pasando poco después por Boñar y a la altura de Vegaquemada nos desviamos a tomar un refrigerio y hacer las cuentas de la salida. En la terraza de un bar estuvimos una hora antes de emprender el último trayecto a León a las 18:40 horas. En Barrio de Nuestra Señora nos desviamos para volver por la carretera de Santander al lado de la cual vimos varios huertos solares con numerosos paneles. A la entrada de Villaobispo circulaba por delante un bonito coche clásico. En esta localidad nos despedíamos a Álvaro a las 19:15 horas. Poco después hacíamos lo mismo con Mª Jesús y a las 19:35 horas quedábamos Luis y yo en casa.
Tras las previsiones meteorológicas que teníamos, y que no se cumplieron, no pudo resultar mejor esta marcha nocturna. Salvo la incidencia de la bajada a Lois, que desechamos, resultó una experiencia totalmente satisfactoria y todo lo inaudita que puede resultar siendo nocturna























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