lunes, 24 de agosto de 2009

NOCTURNA - LAS PUENTES DE MAL PASO (Molinaseca) - 22/23-08-09

 


XV TRAVESÍA NOCTURNA.

3ª TRAVESÍA “LAS PUENTES DE MAL PASO”.

22/23-08-09

Como ya hicimos hace dos meses, hemos realizado una nueva marcha nocturna este año. Para mayor satisfacción mía, seis fuimos los animados a esta travesía que resultó un éxito total en todos los sentidos.

SÁBADO 22
Acordado el plan de la marcha, concertamos la hora de la salida para las 21:00 horas del sábado. En Guzmán nos reunimos cinco de los seis participantes: Pedro, Roberto, Álvaro, Nati y yo. La última componente del grupo, Gabriela, se nos uniría en el punto de salida ya que pasaba unos días en la zona con su familia. Como anécdota apunto que se me había olvidado el bocata que había cogido para cenar un poco antes de comenzar la marcha.
En mi furgoneta nos acoplamos como pudimos con todos los bártulos en la parte trasera. Emprendimos la marcha más o menos a la hora prevista por la carretera hacia Astorga donde entramos en la autovía. Por ella avanzamos hacia el puerto Manzanal pasado el cual paramos en una gasolinera donde estuvimos unos minutos tomando un refresco y Nati y yo cenamos un poco la tortilla que ella llevaba. Eran las 22:40 horas cuando retomamos el viaje hacia Ponferrada donde entramos minutos más tarde. No sé por donde lo hicimos, pero terminamos en la parte contraria a la salida hacia Molinaseca. Atravesamos la ciudad mientras íbamos montando algo de jolgorio en el coche con una cancioncilla que nos enseñaba Nati.
Por fin cogimos la carretera hacia Molinaseca, 595 m, donde llegamos sobre las 23:30 horas y donde ya estaba Gabriela. Aparcamos en la misma carretera cerca de la fuente con el monumento al peregrino de donde habíamos partido las dos veces anteriores que he hecho la ruta. En ella nos sacamos una foto y emprendimos la marcha por la calle principal del pueblo en la que vimos numerosas terrazas. Aunque no todos estábamos animados, al final nos sentamos en una de ellas a tomar también nosotros un refrigerio.

DOMINGO 23
A las 0:15 horas retomamos la marcha por la calle empedrada con dirección al puente medieval que los más adelantados comenzaron a atravesar. A mí no me convencía la salida por allí ya que la ruta iba por esta parte del río Meruelo. Retrocedimos unos metros y nos desviamos hacia la iglesia de donde sí partía la senda. Una señal de madera nos indicaba el comienzo de la misma saliendo por una calle ancha por la que caminamos unos 200 metros antes de que otro indicador nos invitase a cambiar de dirección.
Allí sí nos metimos en la estrecha senda entre arboleda y zarzales. En este tramo encontramos algunos castaños con frutos aún verdes. El sendero comenzó a empinarse en varios tramos de forma significativa. Las mochilas pesaban lo suyo ya que llevábamos dos tiendas de campaña repartidas entre todos aparte de los sacos y demás. Por la parte izquierda teníamos una fuerte caída al río mientras que por la derecha subían los canchales y laderas. El sendero iba siguiendo la orografía del valle por el que bajaban numerosas vallinas que hacían serpentear el mismo. Aunque en general la ruta va subiendo, la senda va haciendo toboganes.
En una de esas vallinas pasamos un puente de rejilla metálica sobre un pequeño arroyo. Unos metros más adelante hicimos una parada y al poco nos encontramos con un indicador que señalaba 2 Km. desde Molinaseca y 0,5 Km. al primer puente. La primera distancia no nos parecía correcta y no nos coincidía con la del mapa. En este marcaba 4,5 Km al primer puente y nos parecía lo más correcto después de lo andado ya. Era la 1:50 h de la madrugada.
Desde allí volvíamos a descender camino de este primer puente mientras el sendero daba bruscos giros hacia el fondo del valle. En medio del sendero veíamos numerosas manchas que parecían aceite, lo cual nos extrañaba. Llegamos a suponer que eran de motos que habían pasado por allí. A la luz del día vimos que era la savia de un tipo de árbol que crecía por allí sobre el sendero.
A las 2:00 horas llegamos a este primera Puente de Mal Paso situada a una altitud de 820 metros. Se trataba de la Puente Pequeña y el acceso a la parte baja no era muy bueno que digamos. Lo intentamos Gabriela y yo bajando por una empinada pendiente resbaladiza con grava y roca llegando solo a la mitad. Allí saqué unas fotos del arco y volvimos a subir. Atravesamos este puente a cuyos lados han colocado unas cuerdas con estacas de madera como protección.
Seguimos avanzando ahora subiendo de nuevo por una zona rocosa y con algo de arboleda. La noche estaba ideal para caminar con la temperatura idónea. Con la luz de las linternas íbamos guiándonos sin problema alguno siguiendo el sendero bien marcado. En este kilómetro entre un puente y otro encontramos abundante matorral que para nada molestaba a la marcha. Roberto había cambiado la posición de la tienda en la mochila ya que la llevaba atravesada e iba rozando con todo.
A las 2:30 horas llegamos a la segunda Puente de Mal Paso, la grande, situada a 700 metros de altitud y a 4,5 Km de Molinaseca. Esta segunda puente es la que han restaurado recientemente ya que la última vez que fui, hace dos años, estaba medio derruida y recomendaban, más bien prohibían, el paso por ella. Algunos bajaron por el río, pero otros decidimos pasar por encima ya que no nos parecía tan en mal estado como para caerse a nuestro paso. Ahora como digo, totalmente reconstruida, no había problema alguna para atravesarla y así lo hicimos. En ésta el descenso es más fácil por el lado contrario. Un sendero baja hasta el mismo río desde el que se puede contemplar el arco completamente.
Retomamos la marcha subiendo de nuevo un tramo entre rocas. Al lado del camino se había escondido Roberto, pero le vimos enseguida. Tras unos metros de ascenso comenzamos a bajar de nuevo bruscamente hacia la última vaguada del valle. El arroyo que atravesamos estaba totalmente seco y algunos iban a seguir por él antes de darse cuenta de que el sendero lo atravesaba y comenzaba a subir por la parte contraria. Desde el último puente se suben 200 metros hasta Riego de Ambrós, final de la ruta. Ahora la caída al arroyo la teníamos por la derecha e intenté sacar una foto con la exposición larga e iluminando con las linternas la arboleda, pero no salían. En este tramo llevábamos a Nati y a Pedro de guías, lo cual nos sorprendía a algunos.
Llegó un momento en el que se nos despistó un poco el sendero que parecía entrar hacia el fondo del valle, pero enseguida dimos con él. Pocos minutos después llegamos al enorme castaño de tronco descomunal en el que siempre nos sacamos una foto de grupo. No iba a ser menos esta vez y así lo hicimos con el banderín del club. Retomamos la marcha encontrando ahora una plantación de árboles frutales que nos indicaban que ya no estábamos muy lejos del pueblo, cuyas luces hacía rato que veíamos.
No tardamos en enlazar con un ancho camino que venía de la parte alta hacia el fondo del valle. Ahora dejamos de ver las luces de Riego y el camino cambió tanto de rumbo que nos hizo dudar de su destino. Por la derecha encontramos un desvío que nos pareció un atajo al pueblo y que cogimos tras varios metros recorridos por el camino aquel. Pasamos entre zarzales y prados hasta que por fin nos encontramos con una huerta tapiada muy cerca del pueblo ya.
A las 4:25 horas entramos en Riego de Ambrós, 916 m, por una calle cementada entre casas de balconadas antiguas y otras mas recientes. Sin meter mucho ruido caminamos por ella hasta llegar a una plaza con una fuente en medio. Un par de perros pequeños salieron a nuestro paso en esta plaza en la que nos hicimos una foto. Nuestro objetivo era encontrar una campa en la que había estado yo en las otras ocasiones y colocar allí las tiendas. El problema era que no estaba muy seguro de la orientación que teníamos que coger hacía ella. Con la brújula nos orientamos un poco y salimos por otra calle que nos sacó del pueblo pero hacia unas praderías en ladera y sin lugares para acampar. Con las linternas recorrimos estas praderas hasta que por fin reconocí el bajo tapial de piedras donde habíamos parado en aquellas ocasiones. Por encima de él estaba la pradera en la que podíamos colocar las tiendas de campaña. Aún estando en ella no había muchos corros adecuados, pero terminamos encontrando uno donde colocar las tiendas; ya eran las cinco de la madrugada.
La zona era además rocosa y las picas no entraban bien. Nati y Pedro había decidido hacer vivac y se fueron a acomodar en la pradera misma. No era muy buena idea ya que era una zona donde las ovejas pastaban y estaba plagado de excrementos de ellas. En media hora montamos las dos tiendas y nos repartimos los cuatro en ellas. A lo lejos se podían ver las luces de Ponferrada. Casi eran las 6:00 horas cuando nos acostamos. Yo no dormí mal del todo a pesar de no acomodar la almohada. Había llevado una hinchable que puse sobre la mochila, pero no quedaba muy bien.
Nos levantamos sobre las 9:15 horas cuando el sol ya calentaba lo suyo y se notaba dentro de las tiendas. Mientras que Nati ya estaba en pie, Pedro dormía plácidamente en el saco. Luego supimos que los insectos les habían molestado durante la noche.
Fuimos desayunando y desmontando las tiendas. Al Norte, a lo lejos, podíamos ver parte de Ponferrada entre la bruma matinal. Al Oeste se elevaba toda la sierra de los montes Aquilanos y al sur teníamos el pueblo a escasos 100 metros.
Eran las 10:30 horas cuando emprendimos la marcha hacia el pueblo donde entraban dos motoristas de trial desde el valle. En sus calles vimos numerosas casas con balcones cargados de flores. Como ya apunté, los estilos eran de lo mas variado, encontrándose desde viviendas antiguas restauradas, de estilo moderno y también varias derruidas. Llegamos a la plaza en la que habíamos estado por la noche y que estaba al final de la calle que partía de la misma campa. Luego continuamos por alguna otra hasta salir casi del pueblo donde había una iglesia abierta en la que entramos para visitarla. Alguno se había quedado a la sombra sentado en el pueblo. En las calles encontramos numerosas fuentes antiguas de diferentes tipos. Conversamos con algunos lugareños y todos nos preguntaban si hacíamos el Camino de Santiago. Esta ruta pasa por el pueblo hacia Molinaseca bajando a éste por un camino que transcurre por el lado contrario al de la senda de los puentes. Antiguamente era este senda por la que bajaban los peregrinos antes de hacer el nuevo trazado.
Eran las 11:20 horas cuando salimos del pueblo por el mismo lugar que habíamos entrado de noche. En éste encontramos numerosos zarzales de moras que algunos recolectaron. El sol ya calentaba bien y cualquier sombra era buena para hacer una breve parada. No tardando enlazamos con el camino ancho que bajaba del pueblo dando más rodeo y que pasaba al lado de la campa en la que habíamos trasnochado. Entre escobas bajamos unos metros hasta llegar a la bifurcación que nos metía hacia el valle. Todos iban delante y se la pasaban de largo hasta que me vieron a mí parado esperando a ver lo que hacían. Por el sendero llegamos enseguida al enorme castaño en el que volvimos a posar para una foto. Eran las 11:48 horas.
Poco a poco nos fuimos metiendo al valle mientras contemplábamos atrás algunas casas del pueblo. La parte alta apenas tenía arboleda, pero según descendíamos iba abundando cada vez más. Nos cruzamos con unos caminantes que subían hacia el pueblo haciendo esta ruta. No tardando llegamos al arroyo seco y lo atravesamos para comenzar a subir por la parte contraria. Encontramos zonas rocosas en el mismo sendero donde por la noche hubo que poner un poco de atención para evitar resbalones. Llegamos así a una parte alta con una vista espectacular del valle. Desde allí comenzamos el descenso hacia La Puente Grande a la que llegamos cuando eran las 12:40 horas.
Por otro sendero bajamos a la parte baja donde había un grupo de jóvenes. El arroyo invitaba a meterse y así lo hicieron algunos. Yo mientras, aprovechando el idílico lugar, me dediqué a meditar y reflexionar sobre un tema particular que traía entre manos. Se estaba tan bien allí que daba pereza irse, pero lo hicimos cuando eran las 13:30 horas.
Atravesamos el puente y retomamos la marcha por el sendero que volvía a ascender por la ladera del valle. El sol estaba en pleno apogeo y las sobras no eran muy abundantes. Bajamos un tramo de zigzag y de roca antes de llegar a La Puente Pequeña a las 13:40 horas. Como ya vimos por la noche, el acceso a la parte baja de este puente es complicado, por lo que ahora tampoco decidimos bajar. Yo me desvié un poco por el sendero para sacar una foto algo lateral, pero sin bajar el tramo empinado que habíamos hecho de noche. Tras ella se sube de nuevo bruscamente y salimos a la solana. Enseguida vimos al otro lado del valle la carretera que sube desde Molinaseca a Riego y que durante un tramo va oculta tras otra loma más cercana.
Dejamos atrás el indicador de madera que marcaba 2 Km a Molinaseca y 0,5 Km al primer puente. La vista del valle desde las partes altas era realmente bonita. El sendero volvió a cambiar de inclinación bajando una vez más entre escobas y otros matorrales que además de no dar sombra, despedían un calor infernal.
Íbamos un poco desperdigados y en una recurva del sendero, donde crecían unos árboles y había algunas rocas, nos reunimos de nuevo todos salvo Pedro, que había cogido carrerilla. A la sombra se estaba de maravilla y daba pereza retomar la marcha. A las 14:30 horas, tras unos 20 minutos de relax, nos pusimos de nuevo a caminar bajo el sol abrasador. Enseguida llegamos a las bajadas de fuerte pendiente de la ruta que son en las que más metros hay de desnivel. Estas nos llevaron al puente de rejilla sobre un arroyo secundario y donde otro cartel marcaba 1 Km a Molinaseca.
Una vez más volvimos a subir y echando la vista atrás contemplamos otra bella panorámica del valle de Meruelo que veníamos recorriendo. Algunos troncos secos moteaban el paisaje dándole un matiz incluso más bello. Por delante ya veíamos el Santuario de las Angustias situado en la carretera a la entrada de Molinaseca. La arboleda se hizo un poco más abundante y en el mismo valle había un gran plantío de árboles. Tras él comenzamos a ver también la torre de la iglesia de donde partía la ruta. Grandes castaños y otras especies escoltaban el sendero en esta última parte antes del pueblo.
Cinco minutos después de las tres de la tarde dejamos el sendero y salimos al ancho camino cementado que entraba en el pueblo. Allí, sentados cerca de una nave, estuvimos unos minutos antes de retomar los últimos metros. A las 15:15 horas llegamos al final de la ruta frente a la fachada del Templo Parroquial de Molinaseca. En total habíamos recorrido 15 Km de ida y vuelta más los andados por Riego de Ambrós.
Sin más tardanzas nos dirigimos a una terraza de un bar donde tomamos un refrigerio tranquilamente a la sombra. Media hora después nos encaminamos hacia la playa fluvial bajo el puente medieval. Allí hay pradera para tumbarse, lo cual hice yo, mientras otros no dudaron en darse un baño. Se estaba realmente a gusto allí a la sombra, o al sol, como los que se habían bañado. No éramos los únicos, por supuesto. Aquello estaba lleno de gente haciendo lo mismo.
Pasaba un poco de las cinco y media cuando recogimos los bártulos y nos dirigirmos hacia el coche por la calle principal. Roberto me hizo unas fotos con la mochila que llevaba toda torcida. Viendo los bonitos balcones floreados de algunas casas llegamos a la plaza de la fuente con el peregrino cerca de la cual tenía la furgoneta. En esta plaza me dejé olvidados los bastones la última vez que hice esta ruta. A las 17:44 horas llegábamos a ésta dando por finalizada la marcha completamente.
Allí nos cambiamos el calzado y ropa sudada y estuvimos haciendo tiempo a que fuesen a buscar a Gabriela. Al final, como se retrasaban, nos despedimos de ella y a las 18:05 horas emprendimos el regreso a casa. Decidimos hacerlo por la carretera que pasa por Riego de Ambrós y se dirige a Foncebadón y Astorga. Paralelos a la ruta realizada subimos por la carretera hacia dicho pueblo en el que no llegamos a entrar. Dejamos atrás varios pueblos más antes de llegar a la Cruz del Ferro donde nos detuvimos cuando eran las 18:40 horas. En una mesa a la sombra de los árboles nos acomodamos para comer, que aún no lo habíamos hecho. Yo solo tenía sed y la bebida que llevábamos estaba caliente del todo. No se nos había ocurrido comprar algo fresco. Numeroso personal andaba por las cercanías de la cruz y de la ermita.
A las 19:20 horas retomamos la marcha con intención de parar a tomar algo en algún bar. Sin novedades llegamos a Astorga donde hicimos esta segunda parada y en una cafetería a la entrada estuvimos tomando un refrigerio e hicimos las cuentas. Una vez más nos pusimos de camino a León, esta vez sin intención de hacer parada alguna. Por todo el Este se veía una franja en el cielo que parecía humo.
A las 21:10 horas terminamos el viaje en León donde me despedí de los compañeros antes de dirigirme a casa. Camino de ella vi un incendio en los prados cercanos a la antigua azucarera y me acerqué a ver. Allí estaban los bomberos ya apagándolo. De todas formas no era ese el humo que habíamos visto de camino. Escasos minutos más tarde llegaba yo a casa 24 horas después de haber salido de ella.
Toda una grata experiencia la vivida en esta marcha nocturna que espero sigamos practicando habitualmente en los meses estivales. A ver si los socios se siguen animando y conseguimos un grupo asiduo para las mismas.

























lunes, 10 de agosto de 2009

"PENDILLA - COLLADA PROPINDE" Y "LA VID - ERMITA SAN LORENZO" 09-08-09

 



3ª TRAVESÍA “PENDILLA-COLLADA DE PROPINDE”
Y “SUBIDA A LA ERMITA DE SAN LORENZO DESDE LA VID”

09-08-09    (Domingo)

Por segunda vez en este año hemos tenido un intento frustrado para ascender al Estorvín de Valverde. Si en enero fue la nieve acumulada, en esta ocasión la climatología, casi invernal, nos impidió de nuevo dicha ascensión. Salvo por las temperaturas, que no eran frías en exceso, el panorama de lluvia y niebla volvió, como digo, el paisaje totalmente invernal. El titulo del resumen de “3ª Travesía Pendilla- Collada de Propinde” lo tomo como referencia contando las dos veces que he ascendido al Tres Concejos desde este pueblo y pasando por la collada.
Nueve fuimos los animados a participar en esta salida: Álvaro, Mª Jesús, José A., Roberto, Nati, Gabriela, Pedro, Javi F. y yo. A las ocho nos reunimos en Guzmán de donde salimos en mi coche y el de Gabriela, una nueva compañera del club. En la carretera de Asturias tenía que estar Javi F. con su coche, ya que él iba a hacer la ruta en plan maratón para entrenarse. Como se retrasaba quedamos en reunirnos ya en Pendilla, 1337 m. Sin novedades nos fuimos acercando a éste mientras el panorama se oscurecía por completo. En León solo algunas nubes cubrían el cielo, pero allí las nieblas lo cerraban por completo sin dejar ver cima alguna.
Decidimos hacer la subida por el valle de Bustamores, que aunque es más largo, tiene menos problemas para llegar al collado del Cuadro. Emprendimos la subida por dicho valle cuando eran las 9:20 horas. El ancho camino subía suavemente por la parte izquierda quedándonos el arroyo a la derecha. Poco a poco la niebla se fue humedeciendo y hubo que ponerse los chubasqueros. Lo hicimos cerca de unas naves ganaderas al lado de las cuales vimos un coche desguazado. Allí ya era lluvia lo que caía y decidí cambiar la cámara de fotos.
Continuamos el avance por el camino que se empinaba un poco más y se estropeaba el firme. El agua había formado grandes surcos por el medio del mismo. Así llegamos a una bifurcación por la derecha que entraba hacia el fondo del valle pero poco definida. José Antonio y Gabriela nos habían dejado atrás y Javi ya desde el pueblo. Nos pareció que era mejor subir por el camino ancho e ir cogiendo altura. Dejamos atrás una cabaña de piedra por debajo del camino y al lado de éste vimos un ternero tumbado bajo unos matorrales que ni se inmutó al vernos, lo cual nos extrañó.
Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que el camino se desviaba del valle y se dirigía con toda seguridad a la collada de Propinde, por debajo del Tres Concejos. El mapa que llevábamos no era muy específico, aunque la ruta sí la marcaba al lado del río. En las laderas encontramos grandes zonas de helechos. La niebla se iba cerrando y pronto dejamos de ver el valle. Cuando el camino dio un giro de 180 grados fue cuando nos convencimos casi del todo de que íbamos hacia la collada. El paisaje era totalmente de un día de invierno. La temperatura era suave, pero al pararnos se quedaba uno frío.
A las 11:00 horas nos encontramos con un gran cartel en el que nos indicaba que estábamos en la collada de Propinde, 1589 metros, y además la ubicación cercana de la “Villa Romana de la Carisa”, un castro del que no vimos nada al no poder ubicarlo por la cerrada niebla. Por el móvil, a duras penas por la mala cobertura, supimos que Javi había ido valle arriba y estaba en un collado, que podía ser el Cuadro, aunque la niebla igual de cerrada le impedía situarse. Decidió que iba a retroceder. Por su parte, José y Gabriela estaban un kilómetro por delante de nosotros, ya en Asturias, cuyo límite era la collada. Estando allí bajó un joven en un caballo que había estado hablando con ellos dos. Aunque habíamos quedado en esperarles allí decidimos emprender poco a poco el descenso ya que nos quedábamos fríos. Habíamos comentado la posibilidad de subir al Tres Concejos desde allí, pero como digo, la visibilidad era nula.
En este descenso se nos unió un perro de caza que bajó a nuestro lado un buen rato. Según perdíamos altura se abría de nuevo la niebla dejándonos ver parte de valle. Íbamos comentando dónde podía estar Nati, a la que habíamos oído en la subida por debajo de nosotros. Sabíamos que ella con esa niebla no iba a subir por el valle, y cabía la posibilidad de que hubiese bajado de nuevo.
Continuamos el descenso por el camino hasta llegar a la altura del ternero que seguía allí tumbado. Sospechamos que podía estar enfermo o tener algo roto y no se podía mover. Dejamos atrás las naves de ganado con una fuente al lado y no tardando divisamos las primeras casas del pueblo. Nos cruzamos con un todoterreno y comentamos al conductor, que buscaba un perro negro, la situación del ternero. En este tramo nos alcanzaron José Antonio y Gabriela.
Antes de entrar en Pendilla se atraviesa un puente sobre el arroyo en el que volvimos a ver un grupo de ocas y patos. A las 12:40 horas entramos en el pueblo donde aún no estaba ni Nati ni Javi. Me di una vuelta por el mismo por si estaba por allí y además por si veía el coche de una compañera de trabajo que suele ir de vez en cuando.
Javi sabíamos que bajaba por el valle, pero Nati no sabíamos donde podía estar. Cabía la posibilidad de que hubiese ido hasta Tonín caminando, así que fuimos Roberto y yo con la furgoneta hasta allí. Al no verla de camino ya sospechamos que no era fácil que hubiese llegado por el tiempo que se tardaba y que la habíamos oído subiendo. No es que estuviésemos especialmente preocupados, más que nada por que pensase que no habíamos bajado tan pronto y que no se diese prisa. Queríamos hacer alguna cosa más si el tiempo estaba mejor al sur.
De regreso ya estaba Javi pero no ella. Decidimos subir con la furgoneta por el camino y llegamos hasta la nave de ganado. Allí la aparcamos y Roberto y yo nos acercamos andando por el valle hasta una cabaña del mismo. De regreso subía Javi con el todoterreno suyo. Nosotros comenzamos a bajar pendientes de los alrededores y antes de llegar al pueblo nos alcanzó Javi que ya venía con ella. La había visto cerca del arroyo.
Casi a las dos de la tarde decidimos bajar hacia La Vid donde se celebraban las fiestas de San Lorenzo y donde habían oído que daban bollos preñaos en la ermita. En pocos minutos llegamos y aparcamos dirigiéndonos hacia una explanada donde había una concentración de coches clásicos, muchos de ellos los que el pasado año en San Juan estuvieron en León. Supimos que lo del bollo preñao era al día siguiente, San Lorenzo, cuando subían en romería a la ermita.
En una mesa de la terraza de un bar estaba ya Javi tomando un refrigerio y allí nos acomodamos para comer mientras los coches marchaban a hacer lo mismo en Villamanín. Tras la comida tomamos un café allí mismo y decidimos subir hasta la ermita y aprovechar la tarde un poco. Javi no se animó y emprendió la vuelta a León.
Yo cogí la mochila con algo de agua y a las 15:50 horas emprendimos la marcha. Esta ermita de San Lorenzo se sitúa en unos riscos al otro lado de la carretera y algo más al norte. Puede haber un desnivel de unos 200 metros. Atravesamos la carretera y la vía férrea por unos túneles y allí se despistaron cogiendo el camino que no era. Ello nos supuso tener que subir por una loma directamente con fuerte desnivel hasta enlazar con la ruta señalizada. Ésta senda va a la ermita y pasa luego por Villasimpliz y Buiza con un recorrido de 10 Km volviendo luego a La Vid.
Como digo, nos costó subir un tramo de fuerte inclinación hasta alcanzar la senda marcada por la que nos dirigimos hacia la ermita. Nati y Pedro aún se metieron por una vaguada peor y tuvimos que esperar por ellos unos minutos. Aquí el sendero se suavizó y se internó entre arboleda dándonos un respiro del sofocante sol. Luego bajamos suavemente antes de retomar la subida final, también muy ligera. El último tramo el sendero atraviesa una zona de rocas y justo antes de la ermita subimos una ladera de hierba. Eran las 17:00 horas cuando llegué yo, otros ya estaba arriba y algunos quedaba por detrás.
Del interior de la ermita no se veía apenas nada ya que la única ventana accesible estaba cubierta por una alambrada. En una foto que luego vimos en un cartel se veía la imagen del santo y un altar. En un indicador de madera de la ruta marcaba 1255 metros como altitud allí. El edificio es de piedra con tejas y en un peñasco cercano hay una gran cruz. A la sombra del mismo nos sentamos algunos en la hierba mientras otros decidían tomar el sol. El viento era fresco y yo me puse la sudadera. Desde allí se podía ver el valle de Gordón hacia el norte y sur atravesado por la carretera de Asturias. Por ella vimos pasar numerosas motos que iban hacia el norte. Al sur se elevaba el Cueto San Mateo y al norte seguían cerradas las cumbres a las que habíamos querido subir por la mañana.
Para que variar, sacándonos fotos nos comenzamos a tirar por la hierba y hacer tontas piruetas. Así, haciendo un poco el payaso y charlando nos dieron las 18:30 horas. Antes de emprender la bajada nos sacamos otras fotos en torno a la cruz. También en el tramo de rocas han colocado una barandilla de metal para agarrarse a ella. Hay que tener en cuenta que allí sube el día de la romería numeroso personal y no tienen que ser montañeros.
Sin novedades desandamos el camino por el medio del bosque y ahora siguiendo las marcas sin abandonarlas. Bajamos por la loma y nos desviamos hacia la derecha donde el camino era más marcado. En éste encontramos un ciruelo cargado de frutos que algunos se dedicaron a recolectar. Echamos un buen rato allí mientras que José Antonio y Gabriela habían seguido para delante. Así llegamos al punto donde se une la ruta circular marcando a Buiza 1:15 horas y a Villasimpliz por la ermita 1:05 h. Escasos metros nos separaban del túnel bajo la vía y carretera entrando en el pueblo a las 19:26 horas. Desde la plaza de la iglesia se podía ver la ermita en lo alto. Allí estuvimos un rato de charla con un vecino del pueblo. También me encontré con la familia de esta compañera de trabajo, aunque no con ella que había marchado ya. No sé que hora era cuando salimos de allí, pero a la llegada en León eran las 21:30 horas.
Así transcurrió esta atípica jornada de montaña en la que al menos hicimos un poco de ejercicio en la subida al collado de Propinde y a la ermita de San Lorenzo. Al final voy a calificar al Estorvín como “pico maldito”.