lunes, 30 de julio de 2012

CAÑÓN DEL TERA (Sanabria - Zamora) - 29-07-12

 


1ª TRAVESÍA “RIBADELAGO VIEJO – CAÑÓN DEL TERA – CUEVA DE SAN MARTÍN –

SAN MARTÍN DE CASTAÑEDA – RIBADELAGO VIEJO”. (Zamora).

29-07-12                    (Domingo)

Finalizamos este mes de julio en otra provincia limítrofe con la nuestra, en este caso Zamora. En Sanabria hay numerosas rutas marcadas, varias de las cuales hemos recorrido, como esta misma. En esta ocasión la hemos ampliado cerrando un circulo completo desde La Cueva de San Martín a Ribadelago por San Martín de Castañeda.
Salimos de León a las 8:00 horas en mi furgoneta y el coche de Tiquio. Además iban Nati, Álvaro, José Antonio e Irene. Por la autovía nos dirigimos hacia Benavente viendo como el cielo se cubría amenazante, lo cual contrastaba con la buena previsión que teníamos para esa zona. Ya con dirección a Sanabria nos desviamos a Camarzana de Tera dónde se nos unieron Alex y Alba. Retomamos el viaje hacia Puebla de Sanabria dónde nos desviamos hacia el lago. El cielo se había ido abriendo inesperadamente y ahora lucía de nuevo el sol.
Cerca de las 10:00 horas llegamos a Ribadelago Viejo, 1017 m, deteniéndonos en un bar a tomar un café. Tras el mismo nos dirigimos hacia el final del pueblo saliendo al lado del campo de fútbol y aparcando a la sombra de unos árboles cerca de un chiringuito. Nos preparamos para la ruta y a las 10:30 horas emprendimos la misma por un camino paralelo al río Tera que bajaba por nuestra izquierda. Entre vegetación avanzamos hacia el Norte pasando ya algunos tramos de grandes rocas. Más adelante cruzamos el río por varias de esas moles mientras el camino se convertía en estrecho sendero. Por el mismo salimos a la gran explanada llena de enormes piedras, muchas de ellas arrastradas por la avalancha de la rotura de la presa de la Vega del Tera hace 53 años. Atravesamos por el medio de ellas y fue al dejarlas atrás cuando abandonamos la ruta buena que en todo momento va marcada por señales de color verde, estacas o pintura.
Por acercarnos hasta el río, en el que ya se comenzaban a ver cascadas y pozas excavadas en la roca, nos salimos de la senda sin darnos cuenta, ya que sí había hitos de piedras de los que en ningún momento hay que fiarse demasiado. Estuvimos un rato sacando fotos y demás en aquel lugar antes de retomar la marcha ya metidos en el cañón y ascendiendo por las formaciones rocosas del mismo. Franqueamos un paso entre grandes rocas y llegamos a una bajada un tanto complicada hacia el lecho. Del otro lado venía una pareja que nos comentó que no se podía seguir por allí. José Antonio ya había pasado y Álvaro se decidió tras él. De frente había una bonita cascada que tampoco se podía remontar.
Yo llevaba un pequeño resumen de la vez que lo había hecho y en él indicaba que había que subir un tramo empinado por la izquierda, lo cual no habíamos hecho aún. Mientras ellos dos bajaban y cruzaban al otro lado, el resto optamos por retroceder unos metros y buscar el sendero bueno, ya que además no veíamos las marcas verdes. Nos separamos entonces unos de otros buscando el sendero bueno. Yo avancé paralelo al cañón a media ladera entre matorral y piedra sin encontrar lugares para bajarlo y cruzarlo. Estábamos en una encrucijada de dos vaguadas, la principal y otra secundaria que bajaba por la izquierda. Volví sobre mis pasos y comencé a subir siguiendo a los compañeros y pronto vi un poco por debajo a la pareja anterior que me indicaron que iban por las marcas, por lo que me uní a ellos sin pensarlo. Para mi sorpresa me encontré a Nati en el mismo sendero algo más arriba.
El sendero subía por esta ladera izquierda del cañón y pasaba por detrás de un cerro antes de dar vista de nuevo al mismo. Yo veía a Álvaro pero no al resto. Les estuve llamando sin respuesta y a Álvaro le indiqué por dónde podía cruzar de nuevo sin problema, ya que estaba en un punto sin salida. Al poco aparecieron los demás por la parte alta del cerro y José Antonio en la misma margen que Álvaro. Habíamos perdido mas de media hora con este error a tener en cuenta. No dejar nunca las marcas verdes y subir hacia la izquierda a la entrada misma del cañón.
Desde aquel punto había que bajar unos escalones de piedra hacia el cañón secundario. Luego pasamos un tramo entre arboleda y nos metimos en una subida por una losa de roca encima del arroyo en el que apenas corría el agua y había numerosas pozas. Siguiendo el sendero ascendimos mientras pasábamos al cañón principal por el que continuamos mientras el agua desaparecía bajo el lecho rocoso. Las estacas y pinturas verdes en forma de huella seguían guiándonos fielmente. Subimos luego un tramo dónde el agua había formado una especie de tobogán alisando la piedra. En la parte alta del mismo nos alcanzó un joven que nos sacó unas fotos de grupo.
Unos metros por delante se encuentra una bonita laguna de aguas cristalinas. La dejamos a la derecha y poco más arriba el sendero se pegaba a la pared izquierda teniendo una bella vista de la laguna detrás. No tardando alcanzamos otra zona donde el río formaba algunas cascadas y pozas en las que nos sacamos algunas fotos más. De vez en cuando encontramos algunos repechos de fuerte subida en los que ganábamos altura rápidamente. También medio trepamos en algunos lugares dónde el sendero desaparecía en la roca.
Llegamos a otro punto dónde había que atravesar el río y en cuya pared de frente había una placa recuerdo y una caja metálica a su lado. Álvaro se acercó hasta ella, aunque no era fácil alcanzarla al estar en medio de la pared. Al otro lado del río nos detuvimos unos minutos a la sombra de un árbol y vimos aparecer a José Antonio por detrás, el cual había quedado por detrás en el primer paso.
El sendero seguía ahora dejando el río a la izquierda y alejándonos de él. Subía por la ladera dando algunos giros hacia la parte contraria a la marcha. Echando la vista atrás vimos otra serie de pequeños saltos y cascadas en el lecho del río. El sendero cruzó luego una zona de vegetación varios metros por encima del cauce y pegado después a las paredes del cañón. En pocos minutos nos situamos de nuevo a la misma altura del agua comenzando desde allí una fuerte subida por una canal rocosa no muy larga. Desde allí vimos Ribadelago al final del cañón.
Siguiendo el sendero muy marcado subimos paralelos al río y viendo cómo el desfiladero se iba ampliando. Nos encaramamos a una roca en medio de la ruta desde la que se veía ya el ensanche dónde se emplaza La Cueva de San Martín. Atravesamos seguidamente una zona de arboleda y helechos llegando luego a un puente de cemento muy envejecido por el que pasamos. A los pocos metros vimos por fin el lago de La Cueva de San Martín, 1160 m. Eran las 14:45 h.
Otro puente de cemento nos situó frente al mismo con una bella panorámica. Allí nos sacamos una foto de grupo. De frente teníamos la cascada que lo alimenta y desde la que sigue el cañón, aunque más cerrado. Bordeamos el lago por la derecha donde había unas praderías y nos colocamos al mismo borde del agua, viendo como a un metro de la orilla el terreno se desplomaba verticalmente hacia las profundidades.
El calor era sofocante y nos habíamos ido mojando en el río durante la subida, al igual que Rex, el perro de Tiquio, que se había metido en varias. Ahora buscamos una sombra para comer bajo unos arbustos cercanos y nos acomodamos sentados en algunas rocas que había. Por allí estaba el joven que nos había sacado las fotos en la ruta y algunas personas más. Nos comentó que por encima de la cascada había otra y una bonita poza.
Cuando terminamos de comer decidimos subir a esta zona. Álvaro e Irene optaron por quedar allí. Subimos por las rocas de la derecha de la cascada y nos situamos encima de ella. Unos metros más arriba se emplazaba el bonito rincón con la poza cristalina y el salto que la alimentaba al fondo. Para llegar a ella solo se podía por el agua, y eso hizo José Antonio, que no dudó en tirarse a nadar. El resto nos metimos los pies en un agua helada que cortaba. Acabábamos de comer y aún no había peligro de corte de digestión.
Pasamos un rato ameno allí antes de regresar donde habían quedado los compañeros custodiando las mochilas. Sin tardanza recogimos y a las 16:40 horas emprendimos la marcha. La ruta continuaba marcada desde el punto de llegada a la vega, aunque nosotros atajamos sin retornar a dicho punto enlazando enseguida con la senda. Atravesamos el río por unas piedras y enseguida comenzamos subir fuertemente entre vegetación por la ladera Este. En algunos tramos veíamos el sendero totalmente adoquinado por las raíces de los arbustos. El calor era sofocante y el agua ya nos escaseaba. Decidimos cargar algo en un arroyo que bajaba a nuestra orilla y que nos pareció “bebible”.
Mas arriba salimos a una explanada en la que había un par de majadas. Atravesamos un prado de helechos donde el sendero casi se perdía. Volvimos a subir otro tramo empinado hasta que la senda se suavizó un poco a media ladera. Algunos tramos, los menos, se metían entre arboleda, mientras que otros atravesaban pedreros. Cruzamos una cancilla de ganado mientras la vista se agrandaba y contemplábamos la laguna y parte del cañón. También fue ampliándose la vista hacia la parte alta de éste viendo muy al fondo el muro derruido de La Presa Rota o Vega del Tera.
La dirección que llevábamos era contraria a la subida por la parte baja y tras un rato vimos Ribadelago. Allí la senda se había ensanchado y en medio vimos una tapa de registro de aguas. Por delante nos restaban pocos metros hasta la parte alta en una especie de altiplanicie moteada por grandes moles rocosas y redondeadas.
A las 18:00 horas alcanzábamos esta cota de unos 1600 metros desde la que comenzamos el descenso suave por la ladera contraria y siguiendo el camino entre escobas. Las marcas habían desaparecido y en un sendero señalado con hitos nos entró la duda. Éste bajaba por el medio de una vaguada hacia unas praderías mientras el ancho camino ascendía desde este punto de forma moderada hasta alcanzar el borde del barranco desde el cual pudimos ver una bonita panorámica del Lago de Sanabria con los pueblos a su orilla.
El camino comenzaba a bajar con dirección a Ribadelago Viejo en vez de a San Martín de Castañeda hacia el que queríamos ir. Tampoco había otra alternativa, salvo volver al desvío del sendero anterior. Al final, y como ya eran las 18:20 horas, optamos por seguir el camino que se internaba entre arboleda dando varios zigzag por la ladera. Más abajo salimos a un escampado en el que paramos unos minutos a la sombra.
Pasamos otro tramo de bosque y en otro descampado encontramos una excavadora de desguace en la que saqué unas fotos a Álvaro siguiendo la tradición. De nuevo en marcha y por bosque vimos una marca verde de la ruta por fin. Entre los delgados troncos veíamos el lago por la derecha. Enseguida salimos a cielo abierto cerca de una explotación ganadera a la que subía un camión. En las praderas vimos varias cigüeñas.
Llegamos así a otra bifurcación en la que las señales tampoco estaban muy claras. Tomamos el ramal de la derecha que a los pocos metros nos sacó a la carretera como marcaba el mapa que llevábamos. Quedábamos por detrás Tiquio, Álvaro yo y ahora dudamos si San Martín quedaba hacia arriba o hacia abajo. Una vez más el mapa nos dio una pista y nos encaminamos hacia abajo siguiendo el trazado serpenteante del asfalto. Llegamos a una fuente que manaba al lado de la carretera y en la que cargamos agua antes de seguir bajando. En otra cerrada curva de la carretera se encuentra el “Refugio San Bernardo” de la Agrupación Montañera Zamorana. Allí estaban los compañeros con uno de los guardas del mismo. Éste nos indicó que, para enlazar con la “Senda de Los Monjes”, por la que regresaríamos a Ribadelago, podíamos atajar allí mismo para cogerla sin entrar en San Martín de Castañeda, que lo teníamos al lado. Yo me quedaba con las ganas de entrar al pueblo, pero ya eran las 19:20 horas y se nos hacía tarde. Estábamos a unos 1300 metros.
Salimos por un sendero que atravesaba un túnel bajo la carretera y en el que había una cosechadora. La senda bajaba entre vegetación y arboleda hasta que salimos a una atalaya sobre el lado con una vista amplia y bonita del mismo. Bajábamos de continuo pasando algunos tramos donde el fuego había dejado su huella. Cruzamos también algunos riachuelos sobre los que habían colocado unas grandes losas a modo de puentes.
Bajamos algunas cuestas de fuerte pendiente cerca de riscos rocosos y vimos en varios trechos los vestigios de la calzada empedrada que según se dice, armaron los monjes. De hecho esta ruta se llama “Senda de Los Monjes” y bordea todo el lago estando marcada por estacas y señales de color azul. La anterior del Tera terminaba en San Martín de Castañeda.
Ya en la parte baja cruzamos un puente de piedra y dejamos atrás una nave antes de meternos en un camino entre prados de hierba segada y formaciones rocosas dónde crecían los helechos. Poco a poco fuimos girando con dirección a Ribadelago ahora con roquedales a ambos lados. Me había quedado solo por detrás y así entré en Ribadelago encontrando la antigua iglesia derruida allí mismo. Eran las 20:35 horas.
Por delante, ya en el tramo hacia los coches, vi a los compañeros. Cerca de una casa en ruinas había un mojón grabado en memoria de una de las víctimas de la tragedia de la presa. Enseguida llegué al desvío del campo del fútbol y tras unos 200 metros por aquel camino terminaba la ruta a las 20:45 h. En total habíamos hecho unos 13 Km. Nos cambiamos y allí mismo en el chiringuito nos acomodamos para tomar algo. Nati estaba en el pueblo y la llamé. Alex y Alba marcharon enseguida.
A las 21:45 horas emprendimos nosotros el regreso a León. Por la carretera bordeamos el lago y poco después llegábamos a la incorporación de la autovía de Benavente por la que circulamos hasta en enlace con la de León. A las 23:30 horas llegábamos a la capital dónde quedaban los compañeros. En pocos minutos llegaba yo a casa.
Sin duda resultó una grata jornada en la que recorrimos una de las varias rutas señalizadas de Sanabria y de las más agrestes.




















lunes, 16 de julio de 2012

"SENDA DEL CAORU" (Asturias) 15-07-12

 


1ª TRAVESÍA “ARENAS DE CABRALES – SENDA DEL CAORU – TIELVE – SENDA DE LA RUMIADA - PONCEBOS”. (Asturias).

15-07-12                 (Domingo)

Para este fin de semana teníamos programado dentro del calendario de actividades del club de montaña esta travesía en la vecina provincia asturiana. En principio la idea era ir a pasar la noche cerca de la misma para emprender al día siguiente la ruta pronto, pero varios de los que estaban animados no podían hacerlo, así que se decidió madrugar el domingo y marchar pronto de León.
A las 7:00 horas nos reunimos en Guzmán los 7 participantes de la marcha emprendiendo el viaje en el coche de Tiquio y el mío. Además de nosotros dos, iban también Nati, Álvaro, Mª Jesús, Santiago y Alex, acompañados también por Rex. Por la nacional salimos hacia Puente de Villarente dónde giramos hacia Boñar y en éste a enlazar con la de Riaño en cuya localidad nos detuvimos a desayunar unos minutos. De nuevo en marcha nos dirigimos hacia el puerto del Pontón que bajamos camino de Oseja de Sajambre. En el desfiladero de Los Beyos entramos en el Principado de Asturias con dirección a Cangas de Onis primero y Arenas de Cabrales después, final de nuestro viaje. Algo menos de 200 Km. recorridos hasta esta localidad a la que llegamos a las 10:30 horas.
En un aparcamiento paramos viendo al Sur la sierra que luego subiríamos cubierta en parte por nieblas que no daban buen augurio. Para evitarnos los 6 Km. de carretera entre aquí y Poncebos, final de la ruta, decidimos acercar un coche hasta aquel punto. Allí nos encontramos con un buen número de vehículos de personal que en su mayoría haría la Senda del Cares. Varias personas indicaban el lugar para aparcar dejando mi furgoneta en uno de los carriles de la carretera. Nati decidió también quedar allí mientras en el coche de Tiquio regresábamos a Arenas. Algunos teníamos que coger agua, y lo hicimos en una fuente de un parque cercano antes de emprender la marcha hasta el comienzo de la ruta, al principio de la carretera de Poncebos. En el Cares vimos unas bonitas formas de la roca moldeada por el agua a modo de cavidades.
En el comienzo de la ruta, un cartel indicaba los datos de la misma y el mapa. Hasta Poncebos teníamos 20 Km. en total con un desnivel de unos 1200 metros, sin contar el acumulado por subidas y bajadas. Nos encontrábamos a 140 m de altitud y la máxima estaba en el collado de Posadóiro a 1200 m y tras 11 Km. Luego bajaríamos a Tielve, en el kilómetro 15 y a unos 650 metros de altura y terminaríamos en Poncebos tras los 20 Km. y a 250 metros de altitud. La ruta hasta Tielve estaba marcada como “PR AS 127”.
Tras una foto de grupo, emprendimos la marcha a las 11:30 horas y ya subiendo por un bonito bosque. El camino serpenteaba entre la arboleda dónde pudimos ver algunos grandes troncos. Diez minutos después del comienzo atravesamos sobre un canal de agua pasando luego un tramo a cielo abierto. En un gran tronco nos encaramamos para sacarnos unas fotos entre sus gruesas ramas. Nos encontramos además con un sinfín de helechos que escoltaban el camino. Echando la vista atrás podíamos ver de vez en cuando Arenas de Cabrales entre la arboleda.
Más adelante pasamos al lado de un grueso tronco caído de grandes dimensiones. El bosque en su conjunto era un verdadero cúmulo de bellos rincones y totalmente verde. En algunos árboles se podían ver los vestigios de los rayos que los habían atravesado de arriba abajo. No he apuntado, y es importante saberlo, que esta ruta transcurre sobre una antigua calzada romana, y como tal está adoquinada por gran cantidad de piedras en el terreno.
De vez en cuando salíamos a cielo abierto viendo sobre nosotros la numerosas nubes amenazantes. De continuo íbamos ganando altura y solo algún tramo insignificante llaneábamos. Por encima de Arenas corría la Sierra del Cuera, que en menos de un mes tenemos también como actividad del club. Nos cruzamos con algunos senderistas más e incluso nos dejó atrás un joven corriendo. Sinceramente, la envidia que me dio tener esa resistencia.
En un determinado punto vimos unos metros por encima una curiosa estampa. Lo que en época de lluvias era una torrentera, ahora era un tobogán de roca en el que había varias pequeñas pozas horadadas formando un curioso mosaico de huecos. Completaba la postal un tronco seco y erguido por delante de la misma.
Allí habíamos dejado atrás el frondoso bosque y tan solo algunos árboles quedaban en el paisaje cercano. Al final tenemos que agradecer las nubes y el bosque, ya que de cogernos el sol de julio subiendo podíamos haber quedado en el intento.
Después de unos metros llegamos a una zona rocosa dónde el sendero serpenteaba por una especie de canaleta que nos sacó a otro claro. En él había una gran roca con una cruz y una placa en homenaje a “Los Pastores de Arenas”, según rezaba la misma. Este punto se llama “La Cruz de Pruvia”. Eran las 13:40 horas y podíamos llevar unos 4 Km. recorridos. Nos detuvimos unos minutos en dicho lugar dónde unos indicadores marcaban “La Bolera” y “Tordín” y otro “Fuente Teja”. Apunto que Santiago había marchado hacía rato por delante y no le habíamos visto más. Adelanto que no lo hicimos en todo el resto de la ruta.
Siguiendo los primeros indicadores atravesamos otro campo de helechos mientras ahora lucía el sol radiante. Dejamos atrás una gran cavidad en una roca y otro tronco seco y pasamos un pequeño bosque de arboleda antes de dar vista a una empinada ladera recorrida por tapias de piedras trasversales. Por encima vimos una majada a la que se dirigía el sendero que también serpenteaba por dicha pendiente. Entre helechos y praderías ganamos esos metros hasta alcanzar dichas brañas a las 14:30 horas.
Aquí haré un pequeño inciso. Llevábamos un mapa detallado de la ruta con los kilómetros y las majadas indicadas en él, pero cómo habíamos encontrado algunas más desperdigadas, en esos momentos no podíamos concretar exactamente cuales eran. Lo mismo nos pasó con las siguientes, aunque no con las últimas que sí estaban más indicadas con señales. Ahora revisando mejor el mapa y consultando fotos de Internet y demás, puedo concretar que estas primeras eran los Invernales de Portudera o Del Portugués y estábamos a unos 870 metros de altitud y habiendo recorrido 5 Km.
Nos sacamos una foto en ellos y retomamos la marcha por el sendero que se introdujo en un pequeño desfiladero. Fue aquí dónde nos encontramos con una joven que se nos uniría el resto de la ruta hasta Tielve. Se trataba de una chica holandesa y algo sordomuda que sin embargo entendía el castellano leyendo los labios. Estaba de vacaciones en Arenas y la habían recomendado en el hotel dicha ruta, encontrándose con una dureza que no esperaba y sin mapa. Hay que decir que la ruta está en general marcada, aunque como siempre, encuentras lugares dudosos dónde no hay ni una. Eso le había pasado a ella además y acababa de darse la vuelta. Nos comentó la posibilidad de unirse a nosotros y así fue como, habiendo perdido un acompañante, recuperamos otra.
No tardamos en dejar atrás y a la izquierda la Majada de Tambrín tras la cual emergían varias cumbres en la lejanía. Emprendimos entonces una subida por una vaguada que nos sacó a una collada en la que encontramos una fuente con pilón seco al lado de un árbol. Allí nos metimos en la ladera de una vega por debajo de nosotros encerrada entre roca. Suavemente ganamos altura allí hasta salir a otra pradería en la que vimos dos majadas más a la abrigada de unas rocas. El sendero seguía por el medio de la vega sin marca alguna y de él salía otro a la derecha que cogimos.
Mª Jesús había hecho esta ruta una vez, pero según nos contó, por causa de un incendio que había, les habían desviado de la misma en esta zona, por lo que no estaba segura de la senda real. Alcanzamos otro pequeño collado desde el cual vimos allí mismo otro grupo de cabañas, algunas medio derruidas. Tanto las anteriores como estas se denominan Humardo y la altitud era de unos 1030 m. Llevábamos 7 Km. y eran las 15:15 horas.
Desde allí bajaba un regato al que Mª Jesús fue a investigar. Estudiando el mapa nos convencimos que era el otro ramal el que había que seguir, por lo que emprendimos el regreso. Para atajar, optamos por meternos entre el matorral bajo para no perder altura a la vega ya que luego teníamos que remontarla hasta una collada. Entonces fue cuando vimos a un pastor en las cabañas bajo las rocas y nos confirmó que sí era ese el camino a seguir. Lo repito, dónde no hacen falta marcas porque no hay pérdida alguna, las encuentras, y dónde son necesarias no hay ni una. Menos mal que la niebla aún no nos había envuelto, como ya adelanto que pasaría.
Desde aquel collado bajamos a otra vega que por nuestra izquierda se perdía hacia el valle de la carretera entre Arenas y Panes. Encontramos entonces algunas estacas de la ruta que nos llevaron a otro regato estrecho por encima del cual subía el sendero. Al lado de otro tronco seco erguido encontramos pequeñas fresas silvestres que comimos. Atravesamos luego algunos pasadizos estrechos entre rocas antes de volver a salir a la ladera tupida de helechos. Fue entonces cuando vimos aparecer la niebla por encima y por debajo de nosotros cerrando rápidamente el paisaje.
Aún no nos llegó a envolver del todo y seguimos subiendo ahora por otra vaguada en la que se encuentra la Fuente Viña con un buen chorro fresco y pilón de piedra. Eran las 16:20 horas y llevábamos algo más de 9 Km. Allí nos detuvimos unos minutos antes de retomar el último repecho al collado que ya nos dio paso a la vega de Tordín y las majadas del mismo nombre.
En esta vega hay una gran cueva a la que nos acercamos unos minutos antes de ir a las cabañas. A la vera de una de ellas nos acomodamos en bancos y sillas para comer por fin cuando eran las 17:00 horas. Estábamos a unos 1200 metros de altura y en la mitad de la ruta.
Mientras comíamos vimos como la niebla se cerraba por completo en la vega. Poco antes un pastor nos había preguntado si habíamos visto unas cabras por detrás y le indicamos que así era en la otra majada. Poco después vimos aparecer un grupo de ellas por el lado contrario y a voces le avisamos.
Media hora después emprendimos la marcha comprobando que teníamos que buscar a tientas la senda que habíamos abandonado para ir a la cueva y las cabañas. Por suerte estaba por allí aquel joven que entre la bruma nos indicó que fuésemos hacia él que también llevaba rumbo al collado Posadoiro.
Siguiendo la estela del rebaño de cabras seguimos el sedero hasta ver por fin otra marca de la ruta. Subiendo suavemente llegamos por fin a dicho collado y entrada al Parque de Picos de Europa. Estábamos en el punto más alto de la ruta con 1220 metros, a 11 Km. de Arenas y eran las 17:40 h. Ahora, viendo fotos en Internet, compruebo lo que nos perdimos por la niebla. Desde allí hay una vista impresionante de Picos de Europa con el Naranjo de Bulnes “a tiro de piedra”, entre otras cumbres. Con tiempo, y buen tiempo, se puede subir al cercano pico Cueto de Tordín en el que hay dos grandes antenas que desde Humardo habíamos visto. El desnivel desde allí es de poco más de 100 metros.
Emprendimos sin mas el descenso por otro tramo de la calzada romana sin más visibilidad que unos metros. El joven se desviaba hacia Sotres y nos indicó el sendero a seguir a Tielve, aunque luego encontramos algunos desvíos que nos hicieron dudar un poco. En las rocas vimos encaramadas algunas cabras montesas y machos cabríos de grandes cuernos, uno de los cuales ni se inmutó al pasar por debajo de él. En algunos lugares encontrábamos marcas pintadas o señales de la ruta en la roca o estacas. Pasamos un regato en el que vimos numerosos renacuajos. También desde aquel tramo había una bonita vista del valle del río Duje desde Tielve hacia Sotres, lo cual nos perdimos igualmente. La joven que nos acompañaba, de nombre Femke, bajaba peor que subía y la íbamos esperando.
Más adelante nos encontramos con otro pastor que nos indicó la vaguada a seguir hasta una fuente tras la cual enlazaríamos ya con una pista cementada. Él iba hacia el mismo lugar pero por otro sendero de la parte alta.
Por la vaguada perdimos altura hasta encontrar dicha fuente y el pilón lleno de musgo formando un bonito manto bajo el agua. Entre helechos y algo de arboleda llegamos a la majada de Valfrío en la que ya estaba el pastor que antes nos había indicado la bajada. Eran las 18:35 horas y llevábamos 13 Km. Altitud allí, unos 1000 metros.
Por la pista, que en sus tramos más empinados estaba cementada, fuimos perdiendo altura considerablemente hasta divisar entre la niebla el pueblo de Tielve. Por encima de nosotros vimos unas curiosas formaciones de roca puntiagudas. Según íbamos bajando se abría más la niebla y veíamos más claro el valle. Varios metros por debajo transcurría la carretera hacia Sotres por la que vimos algún vehículo. Dejamos atrás una fuente dónde el camino se convertía en sendero. Pasamos algunos tramos entre arboleda y vegetación y otros al lado de paredes rocosas antes de entrar en Tielve a las 19:25 horas. Estábamos a 650 metros de altitud y habíamos recorrido 15 Km.
Nos encaminamos al bar del pueblo a tomar un refrigerio antes de retomar la última parte de la ruta a Poncebos. Habíamos dicho a Femke anteriormente que podía bajar con nosotros y la acercábamos luego a Arenas, pero visto cómo la habíamos visto bajar, ni ella lo vio claro ni nosotros por el retraso que nos ocasionaría. Por ello decidió seguir el plan que tenía, que era llamar a un taxi y bajar en él. Nos despedimos de ella intercambiando las direcciones E-mail para enviarle algunas fotos y demás y en pocos minutos llegó el taxi desde Arenas. Nosotros nos tomamos un refrigerio en la terraza del bar y a las ocho de la tarde emprendimos la marcha de nuevo.
Al igual que antes, el ancho camino se fue estrechando hasta hacerse senda, la cual se conoce como La Rumiada. Dejamos atrás una fuente y algunas cuadras de ganado pasando también un tramo al lado de una pared de roca que se curvaba por encima de nosotros a modo de techo del que colgaban unas enredaderas. Subimos entonces unos metros y pasamos entre un rebaño de vacas y un gran toro. Encima de unas rocas vimos un espantapájaros que en principio confundimos con una persona. Por delante, la niebla formaba unos bellos efectos entre unas agujas de la sierra. Tiquio, Álvaro y Alex se habían adelantado quedando Mª Jesús y yo algo por detrás. La niebla se convirtió en lluvia durante un rato y nos hizo protegernos con chubasqueros.
De vez en cuando íbamos viendo algunos invernales por debajo o a nuestra altura entre la vegetación y ramaje y pasamos al lado de otro bebedero con fuente en las cercanías de uno de éstos. Luego encontramos de frente un rebaño de ovejas por el medio del cual cruzamos. El sendero atravesó después un pequeño bosque para luego meterse bajo unas paredes de la sierra en cuya falda vimos más majadas. Cruzamos algunos pedreros y pasamos bajo una torreta eléctrica tras la cual el sendero se arrimó a un gran barranco de caída vertical.
Justo por debajo de la línea eléctrica transcurría la senda en medio del cual encontramos una oveja muerta y llena de gusanos que la devoraban. Desprendía un fuerte mal olor y nos desviamos rápidamente, aunque casi me la había llevado por delante antes.
No tardamos en ver Camarmeña frente a nosotros y poco después los bares de Poncebos. Por el móvil habíamos hablado con Santiago, que ya llevaba unas dos horas allí con Nati. A nosotros nos restaba una última bajada de fuerte pendiente que, tanto Santiago como Mª Jesús me habían pintado fatal por lo resbaladiza y empinada. Ya situados encima de la carretera de Arenas me llamó de nuevo Santiago a ver dónde estábamos y por las indicaciones nos consiguió ver ya desde abajo.
Al final la bajada no fue tanto como me esperaba. Los sucesivos zigzag evitaban en gran medida esa dificultad. La senda estaba en muchos tramos ensillada con piedras que de estar muy mojadas sí podrían suponer un peligro. Del otro lado de la carretera veíamos los tubos por los que baja el agua del canal del Cares a la central eléctrica que teníamos bajo nosotros. Pasamos al lado de un gran caserón medio derruido y pegado a la pared de roca de la derecha y salimos por un lateral de una alambrada de sujeción para las piedras sueltas de aquel roquedal.
A las 22:00 horas salíamos a la carretera frente a la central eléctrica. Por la misma, y tras atravesar un túnel, llegamos al desvío de Sotres y Tielve cerca del cual está la entrada del funicular que sube a Bulnes. Escasos metros nos restaban para llegar al lugar dónde estaban los compañeros, lo cual hicimos a las 22:08 horas, tras 20 Km. recorridos y estando a una altura de 250 metros.
Ya con el cielo muy anochecido me quedaba acercarme a por la furgoneta, que había dejado unos 200 metros más adelante en dirección a la senda del Cares. Me acompañaron Mª Jesús y Álvaro y en este tramo dejamos el desvío a Camarmeña, distante 1,5 Km. Con la furgoneta regresamos dónde los compañeros. Ahora subió Tiquio también para ir hasta Arenas de Cabrales dónde quedamos nosotros mientras él volvía a por Santiago y Alex.
En la terraza de una cafetería cercana nos acomodamos para tomar un refrigerio y algunos cenar un poco. Cuando llegaron los demás se nos unieron y pasamos unos minutos allí sentados. No nos retrasamos mucho ya que nos quedaba el regreso, que habíamos decidido hacer por Oviedo y Pajares.
Salimos sobre las 23:30 horas con esa dirección dejando atrás Cangas de Onis y varias poblaciones más antes de enlazar con la autovía. Por ella llegamos a Oviedo dónde enlazamos con la de León. En Campomanes la abandonamos para subir Pajares, en cuya parte alta encontramos niebla. A medida que avanzábamos hacia la capital se fue desvaneciendo y así entramos en León a las 2:20 horas. Dejamos a Nati cerca de casa y a Álvaro en Guzmán donde nos despedimos también de Santiago, Alex y Tiquio. Minutos después dejaba a Mª Jesús en casa y a las 2:45 horas llegaba yo a la mía.
Sin duda ha sido una de la rutas más fuertes que he hecho hasta ahora, aunque también es cierto que me resultó muy cómoda por la tranquilidad que la hicimos... algunos. Viendo ahora varios blog de Internet con las fotos y demás en días despejados, compruebo que nos perdimos unas bellas vistas desde la collada y toda la parte alta. No descartamos repetir parte de ella, asegurando buen tiempo, y subiendo aunque solo sea desde Tielve a la collada de Posadoiro. Se estudiará.






























lunes, 2 de julio de 2012

TRES OBISPOS - LOS PENEDOS - LAS CHARCAS - CUERNO MALDITO (Porcarizas) - 01-07-12

 


1ª ASCENSIÓN A “CUERNO MALDITO”, “LAS CHARCAS”,

“LOS PENEDOS” Y “TRES OBISPOS”. (Porcarizas).

01-07-12          (Domingo)

Una vez más hemos intentado, esta vez con éxito, la ascensión al pico Tres Obispos, al que ya el club pretendió subir en marzo pasado cuando la climatología adversa se lo impidió. En aquella ocasión no iba yo, y la niebla y lluvia hizo imposible alcanzar dicho objetivo. Esta vez no solo no llegamos a esta cima, sino que nos recorrimos parte del cordal en el que se emplazan también las del Cuerno Maldito, Las Charcas y Los Penedos.
Hemos ido seis componentes del club: Álvaro, José Antonio, Santiago, Mª Jesús, Nati y yo. De Guzmán salimos a las 8:00 h. en mi furgoneta todos menos Marcial, que se nos unió en Astorga minutos más tarde. Por la autovía circulamos hacia Villafranca del Bierzo dejando atrás algunas nieblas en la zona del Manzanal. En dicha localidad abandonamos esta vía rápida y nos metimos en la estrecha y serpenteante carretera hacia Porcarizas, 1000 m. A las 10:20 horas llegábamos a dicho pueblo tras 158 Km., aparcando los coches en un rincón de una calle a la salida del valle norte.
Nos preparamos para la ruta y cargamos agua antes de ponernos en marcha a las 10:40 horas. Por el camino paralelo al arroyo de Porcarizas comenzamos a ascender suavemente entre escobas floridas contemplando al fondo parte de la sierra que luego recorreríamos. Pasamos al lado de un merendero y el antiguo molino cerca del cual pastaban varias vacas y terneros. Tres mastines comenzaron a seguirnos y lo hicieron durante un buen trecho. Vimos innumerables plantas con campanillas rosadas formando bellos ramilletes. También encontramos muchos helechos de gran verdor que contrastaban con las laderas floridas de color amarillo y morado formando una bonita alfombra. El camino atravesó entre praderías, algunas de ellas cercadas con bajas tapias de piedras, y un tramo de arboleda antes de salir de nuevo a cielo abierto en un gran helechal. Caminamos un tramo más entre este bonito entorno antes de salir a una pista ancha que bajaba por la ladera de la izquierda y seguía hacia el fondo del valle. Hace unos años, cuando hicimos una travesía por este valle, había nieve y encontramos un todoterreno atascado en esta pista.
Al llegar al cambio de rumbo de la pista, que volvía por la ladera contraria, atravesamos un puente sobre el arroyo y allí cerca estaba el desvío del sendero que se internaba en el bosque. Un indicador marcaba “Camino Antiguo – Fuente de los Cardos”. Una cadena impedía el paso de vehículos, aunque estaba en el suelo. Nos metimos en este sendero entre arboleda tupida hasta llegar a la Fuente Bendita. Un puente de madera nos dio paso al otro lado del arroyo dónde estaba el manantial. Bebimos de este agua con un vaso que llevaba Álvaro encontrándola fresca y rica.
Retomamos la marcha por el sendero que ahora salía de nuevo al sol. De vez en cuando veíamos enormes piedras redondeadas y cubiertas de musgo en las márgenes de la senda. En medio de la explanada vimos otra piramidal con dos árboles a su lado, un acebo de hojas verdes y otro cargado de flores amarillas. Pasamos al lado de una zona vallada con alambrada antes de meternos en el verdadero bosque del valle. No especificaré que clase de árboles vimos por allí, porque nunca los he distinguido muy bien, pero los vimos de formas realmente curiosas y retorcidas. Uno de ellos estaba cubierto totalmente con líquenes que le colgaban de las ramas y tronco haciéndole parecer un tanto fantasmagórico. En otro de gran tronco nos sacamos una foto Álvaro, Mª Jesús y yo, que éramos los que quedábamos por detrás. En algunas zonas los árboles formaban un tupido bosque de troncos no muy gruesos.
Dejamos un desvió a la derecha hacia la Fuente de Los Cardos mientras nosotros dábamos un giro a la izquierda. Encontramos acebos cargados de frutos rojos en este tramo en el que la pendiente se hacía notar. Salimos poco después del bosque viendo enseguida el refugio por encima de nosotros. Por detrás de él también vimos algo que no era alentador, la niebla se cerraba en las cumbres. Tras unos metros más de subida y salir a un ancho camino, llegamos nosotros al refugio de Las Charcas, 1500 m, a las 13:00 horas.
Allí ya estaban José Antonio y Santiago. El refugio consta de dos habitáculos separados en los que había chimenea, unos camastros, mesas y sillas. La vista del valle era amplia y por encima ya veíamos la cumbre del pico Tres Obispos. La niebla seguía entrando del Norte cubriendo las cimas y bajando unos metros hacia el valle.
Quince minutos después retomamos la marcha por el ancho camino que seguía hacia arriba. Pasamos al lado de un rebaño de vacas y llegamos a la laguna de Las Charcas, que estaba seca. Allí abandonamos el camino siguiendo un sendero entre escobas. Aunque la cumbre del Tres Obispos estaba más al Oeste, nos habíamos desplazado hacia el otro lado siguiendo la mejor opción de subida. Fue en este tramo dónde decidimos que se podía ascender al Cuerno Maldito, la cumbre más alta de ese valle y cuya dirección llevábamos ahora.
Santiago ya había alcanzado la cresta mientras que nosotros íbamos subiendo por la ladera entre matorral bajo y algunos pedreros. Al fondo del valle veíamos Porcarizas, dónde por cierto habíamos dejado a Nati. A las 14:00 horas llegábamos nosotros a la cresta de la sierra, límite provincial con Lugo, cuyos valles veíamos desde allí.
La niebla se mantenía en las cimas del Este por delante de nosotros, aunque no se veía muy cerrado más allá. Incluso de vez en cuando veíamos la cima del pico Las Charcas tras otro más pequeño y cercano. Echando la vista atrás veíamos el cordal que seguía por Los Penedos, Tres Obispos y se perdía hasta llegar a Peña Rubia, cumbre a la que subimos desde Tejéira hace dos años en parte de noche.
Por un sendero comenzamos a rodear la cima más baja por la parte Norte hasta alcanzar el collado siguiente. Fue entonces cuando vimos atravesar a pocos metros un grupo de corzos que pasaron por debajo hacia la parte de atrás. Enseguida comenzamos el ascenso a la cumbre de Las Charcas, aunque algunos la bordeamos hacia el Cuerno Maldito. Santiago ya había llegado a éste y volvía hacia nosotros. Le indicamos que volviese para reunirnos todos en el principal y sacarnos la foto de grupo en él. Nos restaban pocos metros para la cima a la que llegamos nosotros cuando eran las 14:30 horas.
Desde esta cima del Cuerno Maldito, con 1850 metros de altitud, podíamos ver el lago de Burbia bajo las laderas del Mustallar. La niebla se había disipado por completo y la vista era amplia en redondo con numerosas cumbres cercanas y lejanas. También teníamos los valles que bajaban por las vertientes de las dos provincias entre las que nos encontrábamos. Al lado de la laguna de Burbia veíamos a tres personas y enseguida comenzaron a llegar muchas más desde el valle. Por encima de ellos vimos un gran número de corzos en las praderas. De pronto vimos aparecer allí mismo un pequeño perro negro que más tarde comenzó a bajar por estas laderas.
En la cima no había señal alguna de cumbre, así que entre unas piedras colocamos el bote con la tarjeta y pusimos una barra de hierro vertical de las varias que había por allí no sabemos para qué. Nos sacamos también unas fotos de grupo e individuales con toda la cresta que luego recorreríamos hacia el Tres Obispos y emprendimos el paso a éste cuando eran las 15:20 horas.
Pasamos por el collado y en diez minutos alcanzamos la cima de Las Charcas. En esta cumbre de 1800 metros de altitud también dejamos una tarjeta entre el hito de piedras que había y nos sacamos otra foto.
Bajamos la ladera hacia el collado pasando una alambrada que a la subida casi “me como”. Esta vez fue Mª Jesús la que se la llevó por delante. Lo cierto es que resultaba un verdadero peligro en medio de la loma dónde no te esperas un alambre sin ningún tipo de señal. Si alguien baja corriendo, como algunas veces hacemos, puede causar un buen accidente. En este collado había dos señales de reserva de caza, una de La Junta de Castilla y León y otra de La Xunta de Galicia.
Emprendimos la subida a la cumbre intermedia sin nombre por la que pasamos poco después. El siguiente collado era bastante largo y comenzamos a cruzarlo por la parte alta siguiendo el sendero bien visible. En pocos minutos lo atravesamos y emprendimos la subida al primero de los varios picachos de Los Penedos. Estas cumbres son bastante rocosas y cómodas de subir. Algunas las pasamos bordeando hasta llegar a la última, la más alta con 1787 metros. Eran las 16:20 horas.
Para sacar las fotos en él tuvimos que hacer algunos números ya que no había casi lugar para colocarnos nosotros y la cámara. Allí no dejamos tarjeta y emprendimos el descenso hacia el último collado antes de subir al ya cercano Tres Obispos. La bajada fue un medio destrepe entre rocas hasta dicho collado. En pocos minutos estuvimos en él y comenzamos el remonte al objetivo principal de la excursión. También en esta subida tuvimos algunos tramos pendientes entre piedras de gran tamaño que sorteamos sin problema.
A las 16:55 horas llegábamos a la cumbre del Tres Obispos con 1798 metros de altitud. Tampoco allí había señal alguna de cumbre. Sí encontramos una en gallego algo más al Oeste que ponía “Tres Bispos”. Nos sacamos unas fotos en la cima y dejamos la tarjeta en un hueco antes de acomodarnos por fin a comer. Del Norte corría una brisa bastante fresca y nos sentamos a la abrigada. En la parte baja veíamos el refugio y en la lejanía la ermita y alguna palloza de Campo del Agua. Mas alejados aún se podían distinguir los edificios de Ponferrada así como la central térmica. Eran numerosas las cumbres que se veían también desde esta cima. Hacia el Oeste, la primera más alta era Peña Rubia, tras los collados que habíamos pasado en su ascensión. Porcarizas estaba oculto tras una de las lomas que caían en la mitad del valle. El verde era el color predominante en el paisaje en el que las escobas granates destacaban.
Cuando terminamos de comer y me levanté me dio un fuerte tirón muscular en el muslo izquierdo que me dejó paralizado. Me era imposible enderezar la pierna sin sufrir un dolor agudo que me quitaba la respiración. Como pude hice unos estiramientos hasta que fue remitiendo en su mayoría. Varias veces me ha dado subiendo y más suave, pero nunca tan fuerte como en esta ocasión. Realmente no hubiese podido bajar si no me hubiera remitido algo como lo hizo.
Eran ya las 18:10 horas cuando emprendimos el descenso. Lo hicimos hacia la loma Oeste entre matorral bajo que no causaba mayor contratiempo. Al llegar a un collado emprendimos el descenso directo al valle en el que vimos otro numeroso grupo de corzos en las praderas. Además pasamos cerca de un gran rebaño de vacas, una con curiosa piel rayada como nunca lo había visto.
Siguiendo los senderos perdimos altura hasta meternos entre matorral más alto y algo de arboleda tupida. En medio de una pradera vimos un mástil de colores para marcar las alturas de las nevadas. Esta vez no llegamos al refugio, al que dejamos unos metros a la izquierda antes de salir al ancho camino. Por éste nos metimos al bosque en el que Mª Jesús y yo decidimos atajar aprovechando que el camino daba una curva. Entre la arboleda comenzamos a bajar más bruscamente encontrando algunos árboles caídos. De pronto vimos por delante lo que parecía una gran roca comprobando luego que se trataba de un enorme tronco derribado de una envergadura que creo no haber visto nunca. Tenía muchas oquedades y nudos y en algunos lugares parecía realmente de piedra. Nos sacamos unas fotos con él antes de seguir descendiendo en busca del camino con el que forzosamente teníamos que encontrarnos. Aunque no tan enormes, vimos algunos ejemplares más de gran calibre y formas retorcidas.
Al fin salimos al camino en el que poco después nos reunimos con Álvaro. Vimos una gran piedra cubierta de musgo y a modo de mostrador de bar en el que nos sacamos también unas fotos. Pasamos bajo un túnel de vegetación y salimos a cielo abierto en la pradera dónde estaba la roca con forma piramidal. Desde ella nos sacamos más fotos con la línea de cumbres como fondo. Metidos de nuevo entre árboles dejamos atrás la Fuente Bendita y pasamos el puente de troncos antes de llegar poco después a la pista de tierra. Eran las 20:05 h.
Por la misma recorrimos unos 200 metros antes de abandonarla hacia el sendero que nos metía entre los helechos y más arboleda. No tardamos en llegar a las praderías en las que estaban las vacas y los mastines que por la mañana nos habían seguido. Esta vez también lo hicieron durante unos metros antes de abandonarnos. Nos fuimos juntando al río en el que se formaban algunas pequeñas cascadas. Así llegamos al merendero con el molino adjunto en el que entramos. En él aún se puede ver parte del mecanismo de moler.
Siguiendo la marcha vimos aparecer la luna detrás de las lomas frente a nosotros. Escasos metros nos restaban para llegar a Porcarizas en el que entramos a las 21:10 horas. Allí mismo teníamos la furgoneta. Santiago ya no tenía el coche y supusimos que se habría ido. Nos cambiamos y nos dirigimos al bar en el que estaban Nati y José Antonio.
En él nos tomamos un refrigerio y fuera, con una vieja bici, estuvieron Nati y Álvaro dando una vuelta. Ya eran las 22:05 horas cuando nos pusimos en marcha hacia León. Por la estrecha carretera hicimos los 25 Km. hasta Villafranca del Bierzo por la que atravesamos para enlazar a la autovía poco después.
Yo iba pendiente de encontrar una gasolinera para llenar el depósito; pues bien todas las que encontramos, incluida una en Cacabelos tras salirnos hacia él, estaba cerradas. Mas cien Km. sin una gasolinera abierta.....ahí lo dejo. Por fin cerca del Manzanal pude echar gasoil y seguir el viaje más tranquilo. En Astorga decidí, dado la hora que era y como excepción, hacer también el último tramo por la de Peaje. A León llegábamos cuando eran las 00:30 horas. Quedaron Álvaro y José Antonio en el centro y acerqué a Mª Jesús a casa antes de llegar yo a la mía poco después.
Cumplimos otro de los objetivos pendientes de este año y lo ampliamos como ya hicimos en la salida de Peña Correa.