lunes, 28 de agosto de 2006

NOCTURNA "CAÑÓN DEL FORCADURA Y LAGUNA DE LOS PECES". (Sanabria - Zamora) 26/27/08-06

 


XI TRAVESÍA NOCTURNA.

2ª TRAVESÍA “VIGO DE SANABRIA - VALLE DE FORCADURA - LAGUNA DE LOS PECES”. (Zamora).

26/27-08-06

Una vez más, la segunda de este año, hemos realizado otra marcha nocturna de las que tanto me gustan a mí personalmente. En esta ocasión nos acercamos a la vecina provincia de Zamora y más concretamente a la comarca de Sanabria donde ya conocemos varias de sus rutas señaladas. Una de estas transcurre por el cañón del Forcadura, que partiendo de Vigo de Sanabria, tiene su final en la bonita Laguna de los Peces.
Como ya es habitual, escasos fuimos los participantes en esta actividad, reduciéndose el número a tres solamente: José Antonio, Álvaro y yo, lo cual no fue obstáculo para pasarlo todo lo bien que pudimos dadas las circunstancias que luego relataré.

SÁBADO 26
Poco antes de las 21:00 horas llegaron Álvaro y José a mi casa. Tras dejar el coche del primero en el garaje, emprendimos el viaje con mi furgoneta. Enseguida entramos en la autovía hacia Benavente por la que circulamos hasta enlazar con la de Orense. El sol se fue escondiendo mientras avanzábamos por la misma y la luna creciente apenas si se distinguía en el cielo. De esa forma llegamos a Puebla de Sanabria donde se abandona la autovía para continuar por la carretera que entra al lago de Sanabria. Antes del mismo se encuentra el desvío hacia Vigo de Sanabria, pueblo con varios barrios y de gran largura. Atravesamos los mismos por estrechas calles hasta el último donde encontramos lugar para aparcar al lado de la iglesia. Eran aproximadamente las 22:30 horas y llevábamos 165 Km.
Por allí pasaron tres chiquillas que nos acompañaron hasta una fuente para cargar agua. De regreso nos pusimos a cenar bajo el pórtico de la iglesia. La temperatura era bastante fresca y hubo que abrigarse. Como postre sacó Álvaro una torta de turrón y solo nos faltaba ponernos a cantar villancicos para rematar. Terminado ello nos preparamos mochila al hombro y alrededor de la medianoche nos pusimos en marcha.

DOMINGO 27
Recorrimos unos metros por el pueblo y tras atravesar un puente de piedras, por el que antes ya habíamos pasado con la furgoneta dos veces en busca de sitio para aparcar, encontramos el comienzo de la ruta señalado por un cartel de madera. En el mismo indicaba la distancia a la laguna de los Peces, 5,250 Km. y el tiempo estimado, 4:00 horas así como el desnivel, que subía desde los 1000 metros de Vigo a los 1700 en la laguna. El sendero comenzaba ascendiendo suavemente por entre vegetación y arboleda. Con las linternas íbamos iluminando el mismo dejando por detrás las luces del pueblo. Por supuesto, la vista del entorno era prácticamente nula, aunque como ya he repetido en otras ocasiones, tiene su encanto el paisaje nocturno.
Poco a poco se fue acentuando la pendiente como ya nos indicaba el cartel mencionado. Así llegamos a una bifurcación de senderos y decidimos seguir el de la izquierda. Como no veíamos marca alguna, José retrocedió unos metros y enseguida vio la estaca roja en el otro. Aprovecho para apuntar que en todo el Parque Natural del Lago de Sanabria existen numerosas rutas balizadas de diferentes colores, tanto en mapas como luego con estacas y marcas en las mismas. Ésta que ahora hacíamos tenía asignado el color rojo y así estaban pintadas las flechas y estacas durante toda ella. Echando la vista atrás vimos las luces de Vigo ya bastante abajo. Con tres bastones atados con un pañuelo improvisé un trípode para sacar una foto con la cámara quieta y retardando el cierre del objetivo.
Pasamos luego una zona pedregosa con varios pedreros que cubrían las laderas de la derecha. El arroyo Forcadura descendía por la izquierda unos metros por debajo de nosotros. A la 1:15 h. llegamos a la piedra que hacía de puente por la que pasamos a la margen contraria del arroyo (1520 m). Allí sacamos una foto de los tres como antes habíamos hecho ya. Aunque ahora no lo veíamos, estábamos en la parte más cerrada del cañón. La senda se inclinó considerablemente tras pasar el puente e hizo un zigzag antes de meterse en una zona de praderías. Casi piso un enorme sapo que atravesaba el sendero en ese momento. Era en esta zona donde yo tenía miedo despistarme ya que la vez anterior que lo hice de día se nos perdió la senda. Pues bien, de nuevo nos ocurrió lo mismo y ahora de noche. En el prado había numerosas vacas entre las cuales buscamos la senda y alguna marca. Mientras Álvaro y José subía un poco, yo lo hacía algo por debajo encontrando enseguida una marca roja. De nuevo juntos continuamos la marcha por la senda algo más marcada hasta llegar a una cabaña de piedras con un corral adjunto. Eran las 2:00 horas.
La noche estaba fresca, pero caminando se agradecía. Siguiendo la senda de nuevo comenzamos a cambiar de dirección poco a poco dejando el valle de Forcadura para entrar en otro secundario, el del arroyo Fuego. Este bajaba no muy lejos de la senda en varios tramos. Por encima de una de las lomas de la parte contraria nos pareció ver luces que se movían. Yo vi en el cielo varias estrellas fugaces. Éste se encontraba totalmente despejado y era una maravilla contemplar el firmamento tan nítido.
Tras un rato contemplando esto retomamos la marcha del último tramo de la ruta y el más empinado. Tranquilamente ascendimos por la senda muy trotada hasta que nos encontramos de frente con la presa que contiene el agua de la Laguna de los Peces. Eran las 3:15 horas y el podómetro marcaba 5,150 metros.
Ahora venía la segunda fase, encontrar el refugio para dormir, ya que no habíamos subido la tienda sabiendo que lo había. Atravesamos el muro de contención hacia la parte contraria ya que el mapa en el que marcaba el refugio, que por cierto no era muy detallado como comprobaríamos, lo situaba un poco por debajo de la misma. Justo al final del dique vimos una estaca de color azul y un sendero que partía de allí. Optamos por avanzar por ella a ver si estaba el refugio por allí cerca, y aquí empezó la aventura que intentaré relatar lo mas fielmente posible.
Como digo, decidimos seguir las marcas aquellas que según José indicaban la ruta a Peña Trevinca. Suavemente fuimos subiendo por la vaguada que nace en el muro de la laguna por su parte noroeste. Mas o menos siguiendo las señales fuimos atravesando una zona de monte bajo sin ver en ningún momento rastro de refugio alguno. Arriba se veía la silueta de la loma y por detrás la de la laguna clareando en el paisaje nocturno. A mí se me terminaron las pilas del frontal, las segundas, y Álvaro tuvo que dejarme una linterna de mano. También las de la cámara, con tanto flash, las había cambiado también.
Pues bien, ya bastante arriba se nos despistaron las señales y hacia atrás dejamos de ver la laguna. Vamos, estábamos literalmente perdidos, aunque más bien podemos decir que desorientados. Emprendimos el descenso hacia una parte más baja que veíamos y enseguida notamos que nos metíamos en “la boca del lobo” al entrar en una especie de cañón. Retrocedimos de nuevo subiendo y ya por la parte alta distinguimos una vez más la silueta de la laguna, aunque realmente tampoco estábamos seguros si era o no la de los Peces, ya que estaba bastante alejada y nos parecía que no podíamos habernos separado tanto. No estábamos ni tan siquiera orientados e incluso llegamos a pensar que podía tratarse de otra situada en el valle contrario, el del Tera.
Como no cabía otro remedio, nos acomodamos en la esterilla de José y abrigados con las cazadoras, que previniendo ya el frío que podía hacer habíamos llevado, estuvimos rematando la torta de turrón de Álvaro. Eran las 5:40 horas.
Como se quedaba uno frío allí mucho tiempo, optamos por subir una loma que veíamos desde allí. Pues bien, al irnos acercando comprobamos que entre medias había un valle, por lo que volvimos a retroceder con dirección a la laguna por la parte alta. El terreno era de monte y encontramos oquedades que teníamos que evitar.
Sobre las 6:30 horas se fue perfilando la luz del amanecer sobre las cimas cercanas. Justo por encima de ellas vimos como un lucero del amanecer parecía bailar con un efecto bastante curioso. Incluso nos pareció una luz artificial sobre la loma. Con esta luz del día llegó la orientación nuestra. Ahora contemplábamos la laguna y vimos el gran rodeo que habíamos dado por la noche hasta situarnos en la parte alta y contraria al valle de Fuego.
José Antonio se adelantó mientras Álvaro y yo quedamos en una rocas ya que yo quería sacar unas fotos y ver la laguna desde allí al amanecer. Mientras salía éste, nos acercamos hasta la parte alta ya que según el mapa, detrás tenía que estar la laguna de Yeguas, a la que también queríamos ir. Pues bien, desde allí vimos el final del valle de Forcadura con una cabaña pero ni rastro de la laguna. Bajamos de nuevo a la parte contraria donde saqué varias fotos de la laguna con el sol del amanecer que le comenzaba a dar justo de frente.
José ya estaba por otra loma dirigiéndose a la laguna. A las 8:00 horas emprendimos también nosotros la marcha pasando la vaguada por la que por la noche nos habíamos metido equivocados y subimos a la loma entre ésta y la buena por la que estaban las marcas. Por la misma pasa un cortafuegos que habíamos visto por la noche y que de haberle seguido, como ahora, nos hubiese llevado directamente a empalmar con el sendero señalizado. Desde allí escasos metros nos separaban de la laguna a la que llegamos a las 8:50 horas y con el podómetro marcando 12,000 Km. Habíamos andado más por arriba que en la ruta.
Al lado de una roca cercana a la presa nos acomodamos para desayunar. Yo había llevado un par de tarros con café autocalentable. El primero no lo supe hacer y quedó frío, pero el segundo sí dio resultado. El sol ya calentaba algo y nos fuimos quitando ropa. Una vaca con su ternero pasó cerca y fue a beber al lago. Allí nos sacamos una foto con el banderín, que no lo habíamos sacado para ninguna de las anteriores. Por la ladera cercana al camino que une la presa con el aparcamiento de coches situado a la otra parte me pareció ver subir una especie de rebeco.
Ya eran las diez cuando nos encaminamos hacia abajo por el mismo valle de la ida. El primer tramo es empinado hasta alcanzar la parte baja del mismo. Luego se suaviza más la bajada y casi llanea mientras se va girando para dejar el arroyo de Fuego y entrar en el de Forcadura. A la parte contraria, y en lo alto, se veían las lomas por las que acabábamos de estar. Paulatinamente fuimos cambiando de dirección y entramos de lleno en el principal. Entre matorrales transcurre la senda en esta parte abierta del valle. José se fue adelantando y quedamos Álvaro y yo detrás. A las 10:50 horas llegamos al chozo de piedras y el corral. Tras pasar un tramo de helechos se encuentran los prados donde habíamos tenido el pequeño despiste y en los cuales seguía el ganado.
La senda se metió entonces por entre matojos altos y secos por donde no nos sonaba haber pasado por la noche. Luego vimos que habíamos cogido un ramal de los varios que han hecho las vacas por la zona. Retomamos la senda buena y en pocos minutos nos metimos en la parte más cerrada de valle, donde se encuentra el cañón propiamente dicho, y que tiene escasos 200 ó 300 metros. Allí bajamos bruscamente hasta el puente de losa tras el cual esperaba José Antonio. Por encima se veían bonitas paredes escarpadas en contraste con la vegetación.
Atravesamos la zona donde la senda va por roca pelada formando escalones irregulares. En la ladera, entre un pedrero, vimos los restos de un corral redondo y por supuesto de rocas. Poco después nos cruzamos con una pareja que subía hacia la laguna y luego con una familia con las mismas intenciones. Según bajábamos se veía más arboleda entre la que pasamos. También fueron divisándose los pueblos en el fondo del valle y otros mucho más alejados.
De nuevo llegamos a la bifurcación que nos había despistado la noche pasada. El sol ya le daba lo suyo y la gorra no sobraba. Sin apenas darnos cuenta nos metimos encima de las primeras casas del pueblo y así, a las doce del mediodía, entramos en Vigo de Sanabria. Por sus calles nos dirigimos hacia donde teníamos el coche aparcado y en 15 minutos terminamos a su lado la ruta tras un total de 18,660 Km.
Allí cerca había una máquina de refrescos, pero Álvaro comprobó que no funcionaba. Nos cambiamos y entablamos conversación con unos vecinos del pueblo estando más de una hora de charla antes de emprender el viaje. Optamos por subir hasta un mirador en la carretera de la Laguna de los Peces desde el cual se puede contemplar todo el valle de Forcadura y una amplia panorámica de los alrededores. Siguiendo la carretera llegamos a la laguna y aparcamos en el lugar para ello. Desde Vigo hay 15 Km.
Allí estaba una mujer preocupada por la tardanza del marido que había subido hacia el valle del Tera y ya se retrasaba. Con los prismáticos le vi aparecer por un camino en lo alto de una loma y tardó un buen rato en llegar. Por lo visto se había metido en un lugar de difícil acceso y se había dado un buen golpe.
A la sombra de una roca nos sentamos para comer y luego llegaron unos montañeros que nos indicaron donde se situaba la laguna de las Yeguas, a la que por lo visto se llegaba bastante bien desde allí. Si es por José Antonio hubiésemos ido.
Ya eran las 16:30 horas cuando emprendimos el regreso. En otro mirador sobre el lago de Sanabria paramos y disfrutamos de una amplia vista del mismo. Retomamos la marcha y descendimos hasta el fondo del valle cogiendo la carretera principal. Al llegar a El Puente nos detuvimos para tomar un refrigerio en un bar y hacer las cuentas. Cerca de las cinco y media volvimos a la carretera ya con intención de hacer el viaje directo a León. Entramos en la autovía con dirección a Benavente. El cansancio y el sueño ya se hacían notar en nosotros tras la larga caminata y sin dormir.
En Benavente cambiamos de autovía y por ella llegamos a Ribaseca donde la abandonamos. Entramos luego por un camino hacia Villacedre y cuando eran las 19:00 horas llegamos a Armunia donde terminamos el largo viaje.
Esto fue lo acontecido en esta nueva aventura nocturna. Después de todo, y al no haber nada que lamentar realmente, el resultado final fue de lo más interesante.

























lunes, 14 de agosto de 2006

"PEÑA PRIETA", "TRES PROVINCIAS" Y "CUBIL DEL CAN". (Puerto de San Glorio) 13-08-06

 


2ª ASCENSIÓN AL “PEÑA PRIETA” Y “TRES PROVINCIAS”.

1ª ASCENSIÓN AL “CUBIL DEL CAN”.

13-08-06         (Domingo)

Este domingo de agosto hemos intentado, y conseguido en esta ocasión, lo que la climatología nos impidió en el mes de marzo. La actividad prevista era la ascensión al Gabanceda, pero visto que tanto Luis como yo, los dos que en principio íbamos a realizarla, ya la habíamos subido hace tres meses con el grupo Yordas, decidimos cambiarla e intentar de nuevo lo antes apuntado uniéndose a nosotros Álvaro, Fernando y José Antonio.
El domingo a las 7:00 horas nos juntamos en Guzmán Álvaro, Luis y yo. José Antonio había hablado con uno de ellos y quedó en que también iba, pero pasaba la hora y no llegaba. Dimos cinco minutos de margen y justo cuando ya arrancábamos llegó. Así salimos de León por la nacional hacia Mansilla donde nos desviamos hacia Riaño, localidad donde habíamos quedado con Fernando. Avanzamos sin novedades pasando Cistierna y bordeando luego el pantano de donde se elevaba una ligera neblina. En la gasolinera de Riaño esperaba el compañero y con los dos coches continuamos el viaje hacia el puerto de San Glorio, límite provincial de Cantabria y León, situado a una altitud de 1684 m. Allí llegamos poco antes de las 9:00 horas. Nos preparamos para la marcha con el cielo bastante despejado salvo alguna bruma suelta. Hacia Cantabria sí se veía niebla baja.
A las 9:10 horas comenzamos la ruta que íbamos a variar respecto a la vez anterior. En esta ocasión lo íbamos a subir por el mismo lugar por el que yo lo había hecho hace 6 años siguiendo la línea de cumbres en vez de por los valles. Para ello entramos en el camino que entra en la vega de Tarna y que está señalizado como sendero PR. Avanzamos por él unos 200 metros antes de abandonarlo hacia la pradera con dirección SE. Poco a poco fuimos ganando altura por debajo de los picos Nave y Los Campanarios. Siguiendo los numerosos senderos de la vega, algunos con bastante desnivel, y cada uno por donde mejor le vino, alcanzamos la collada entre el Campanario Superior, al que habían subido Fernando y Luis, y el pico Las Tetas. José Antonio se adelantó por la collada y comprobó que tenía mal paso. Por ello, mientras los tres se encaminaron hacia la cumbre de Tetas, Álvaro y yo optamos por bordearla por el norte hacia el Portillón de las Yeguas. En este tramo tuvimos que subir algunos fuertes repechos y el último trecho hacer una sencilla medio trepada.
La niebla se había ido acercando desde el norte y durante unos minutos nos estuvo rondando, lo cual temíamos ya que hasta Peña Prieta nos quedaba aún un buen trecho. Por otro lado, merecía la pena la vista del mar de nubes que contemplábamos por debajo de los tres macizos de Picos de Europa que ya se empezaban a distinguir.
Estábamos en una de las laderas del pico y teníamos que bajar unos metros para coger la senda bien marcada que bordeaba las cimas de Yeguas y Faro. Por la misma serpenteamos un rato teniendo por debajo la vega del Naranco por la que la vez anterior habíamos subido al también visible Boquerón de Bobias.
Mientras Fernando y Luis ya iban por delante y no se les veía, Álvaro y José quedaron por detrás de mí. El sendero estaba cubierto de polvo suelto que se levantaba al paso. Así alcancé el collado Robadoiro a las 11:15 horas donde estaba Fernando ya esperando. Luis se había despistado por completo y si éste no le advierte, marchaba hacia un pico bastante alejado pensando que era Peña Prieta. En este collado nos reunimos todos y saqué una foto que luego he visto como ha quedado rayada por el fallo de la cámara. En este punto había tres grandes hitos de piedras apiladas no sé con que sentido. Desde allí pudimos contemplar ahora Llánaves de la Reina al fondo del valle del Naranco.
Reanudamos la marcha por el sendero subiendo ahora más duramente hacia el Cubil del Can. Las laderas peladas se alternaron con algunos canalizos de gravilla con la que se resbalaba. Algunos tramos tenían una inclinación exageradamente vertical y pasamos entre moles de piedra conglomerada y verdecida por los musgos o líquenes. De esa forma alcanzamos la parte alta donde se sitúa la cumbre del Cubil del Can con 2412 metros de altitud. Eran las 12:40 horas.
Álvaro y Fernando ya se habían adelantado y sacamos una foto José, Luis y yo dejando una tarjeta en un bote. Desde allí se contemplaba el circo de Peña Prieta y Tres Provincias bajo el cual puede verse una laguna. También hacia el Oeste se distinguía parte del pantano de Riaño.
Sin más reemprendimos la ruta siguiendo el sendero algo por debajo de la línea de cumbres en su parte Oeste y con suave pendiente. Atravesamos varios pedreros hasta llegar a un collado pocos metros por debajo de la cumbre del Tres Provincias al que optamos por no subir de momento. Lo pasamos por la parte Este al igual que lo habíamos hecho la vez anterior cuando la niebla nos impidió incluso verlo. Esta vez el sendero estaba bien visible y tras bajar ligeramente alcanzamos otro collado entre dicho pico y el Peña Prieta. Abajo, en la parte sur, se emplazan las lagunas de Fuentes Carrionas, nacimiento del río Carrión. Hacia dicha parte se elevaba la cumbre del Curavacas y algo más al Oeste el Espigüete.
El sendero se metió ahora de nuevo entre pedreros de la ladera del Peña Prieta aunque se subía cómodamente. No sé por qué José se desvió y yo le seguí unos metros hasta que comprobé que no se caminaba nada bien por fuera de la senda y decidí perder unos metros de altura y reincorporarme a la misma. La cumbre de este pico es doble y el sendero pasa por la izquierda de una de ellas hasta terminar directamente en la cúspide más alta. A ella llegué cuando eran las 13:45 horas. Allí estaba ya Fernando y Álvaro desde hacía un buen rato y Luis desde poco antes.
En esta cumbre cántabra de 2536 metros hay un buzón y el hito geodésico caído en el suelo. En la misma había algún montañero más y otros que fueron llegando. Sentados cómodamente nos dispusimos a comer los recién llegados. La cantidad de cumbres que se pueden divisar desde allí es tremenda y por enumerar algunas de ellas puedo apuntar las del Torres, Toneo o Agujas, en San Isidro, así como Peñas Pintas, Yordas y Redondo, en Riaño, y más cercanas las del Coriscao, los Vallines, Corcadas o Gabanceda, al que estaba previsto subir en principio. Igualmente puedo decir que se distinguía Peña Ubiña, situada al Oeste y en línea recta a 100 kilómetros exactos medidos por mapa. Por la parte cántabro-leonesa seguíamos viendo el impresionante mar de nubes por encima del cual sobresalían los tres macizos de Picos de Europa. En Palencia destacaban las cumbres del Curavacas, Espigüete o el Murcia.
A las 15:00 horas, tras sacarnos unas fotos en la cumbre, emprendimos el descenso para subir al Tres Provincias. Por el mismo sendero entre pedreros bajamos a la collada y lo abandonamos para subir los escasos 50 metros hasta la cumbre del mismo donde llegamos a las 15:25 h. En dicha cima, triple límite provincial, hay un buzón metálico con tres caras formando un triángulo en cada una de las cuales se lee el nombre de la provincia hacia la que apunta. Por un lado Cantabria, por otro Palencia y la tercera León. La otra vez que estuvimos estaba bien colocado y se leían, esta vez ya estaba suelto y las letras tachadas y rayadas por los típicos gamberros que abundan en cualquier lugar. Allí coincidimos con una pareja de jóvenes extranjeros.
Sobre las 16:00 horas comenzamos a descender hacia el collado por el que pasaba el sendero. Fernando ya se había adelantado antes ya que quería llegar pronto al coche y marchar pronto. Volvimos a pasar por la cumbre del Cubil del Can y retomamos la senda enseguida. José Antonio se fue quedando detrás e íbamos Luis Álvaro y yo juntos. Como ya habíamos acordado, el descenso lo íbamos a hacer por el Boquerón de Bobias y el valle del Naranco. Por ello, justo antes de comenzar a bajar el tramo fuerte hacia la collada de Robadoiro, nos desviamos hacia la izquierda siguiendo el cordal que bajaba hacia dicho paso. Por debajo teníamos la vega de Bobias que más adelante se une a la de Lechada por las que bajamos en marzo los que no intentamos ya continuar desde el Boquerón de Bobias al pico. Ahora me arrepiento menos que antes al ver el desnivel que aún quedaba por subir y la pendiente que había. Los que sí lo intentaron apenas si alcanzaron otro collado por debajo del Tres Provincias cuando el viento y la nieve acumulada les hizo desistir. En el relato de aquel día se especifica todo.
Comenzamos entonces el descenso hacia dicho valle siguiendo la línea del desfiladero que caía hacia la vega contigua del Naranco. Hacia dicha parte bajaban numerosas canales estrechas y verticales con pedreros. Poco a poco nos fuimos desviando del mismo para bajar hacia el arroyo de la Canaleta de Bobias cerca del cual hicimos el último tramo antes de alcanzar el boquerón de Bobias a las 17:30 horas. José Antonio había quedado por arriba y supusimos que bajaba por el mismo lugar de la ida. Allí nos juntamos de nuevo con la pareja del pico que nos había adelantado bajando aquél tramo.
Desde dicho punto se comienza a bajar bastante fuerte hacia la vega del Naranco por un sendero que la vez pasada subimos cargado de nieve blanda. Algún tramo del mismo lo bajamos incluso corriendo ahora alcanzando el fondo de la vega en pocos minutos. En la misma se emplaza el refugio de Tajahierro cerca del cual se veían algunos vehículos. Por la parte alta se distinguía el sendero por el que habíamos subido al pico por la mañana. Atravesamos el valle y entramos en el camino que sube desde Llánaves a dicha vega. Recorrimos por él unos metros antes de desviarnos por un sendero señalizado hacia el Boquerón de Tarna. Una indicación marcaba 2 Km al puerto y comprobé luego con el podómetro que así era realmente.
La senda sube ligeramente y pasa entre grandes moles de piedra al lado de un arroyo que baja de la vega de Tarna a la del Naranco. Este sendero enlaza poco después con el camino que parte del puerto y por el que antes habíamos ya recorrido unos metros cuando subimos. En pocos minutos y cuando eran las 18:45 horas, llegamos al coche los tres.
De José Antonio no había ni rastro, aunque conociéndole no nos extrañaba nada. Nos cambiamos y decidimos subir con el coche los dos kilómetros que había hasta el mirador de Llesba. Por una estrecha carretera fuimos ganando altura mientras la niebla se nos cerraba por completo. Arriba había varios coches más pero fue imposible ver paisaje alguno. La vista era nula desde aquel balcón hacia los Picos de Europa. Unos metros más arriba se encuentra el monumento al oso hasta el que solo yo me acerqué.
De regreso al puerto despejó de nuevo y en esos momentos llegaba José. Sin más, sobre las 19:20 horas, emprendimos el regreso a León. Bajamos el puerto y bordeamos el pantano. Creo que fue en Crémenes donde paramos a tomar un refrigerio y hacer las cuentas de gasto de gasolina. Estuvimos unos minutos y reemprendimos el viaje hacia León donde entramos pasadas las 21:30 horas. En Guzmán nos despedimos y con la moto que tenía allí cerca vine a casa en pocos minutos.
Un buen resultado para este nuevo intento de ascensión a Peña Prieta que fue ampliado además con otras dos cumbres del mismo macizo.