lunes, 31 de octubre de 2005

I MAGOSTO MONTAÑERO - "FUENTES MEDICINALES" - (Noceda del Bierzo) 30-10-05

 


I MAGOSTO MONTAÑERO PROVINCIAL DE LEÓN.

1ª TRAVESÍA “FUENTES DEL NOCEDA”.

30-10-05        (Domingo)

A tan solo una semana de la actividad anterior, me he decidido a salir de nuevo para recorrer, curiosamente, otra ruta por las fuentes de otro río leonés, el Noceda. En esta ocasión aproveché la organización por parte de la Delegación Leonesa de Montaña y el club Gistredo de Bembibre, del “PRIMER MAGOSTO MONTAÑERO PROVINCIAL DE LEÓN” para hacer esta corta pero bonita ruta berciana.
Aunque extraoficial del club, del mismo fuimos José F., José Antonio, Luis y yo. Con una mala previsión del tiempo, que se terminó cumpliendo, nos reunimos los participantes en Guzmán para salir poco después de las 8:00 horas. Con la lluvia acompañándonos fuimos recorriendo los kilómetros hacia Colinas del Campo de Martín Moro donde llegamos poco antes de las 10:00 horas. La actividad tenía dos opciones, por una parte, una larga travesía de 21 Km desde Colinas, por Montes de la Ermita, Urdiales a Noceda. La segunda, de 10 Km, la que yo realicé, las Fuentes Medicinales de Noceda. En Colinas bajaron los que iban a realizar la ruta larga a pesar del pésimo estado del tiempo. Desde allí emprendimos el resto el trayecto hacia Noceda (850 m).
Cerca del polideportivo del barrio bajo de esta localidad nos apeamos y en un soportal nos preparamos los que decidimos hacer la ruta. Otros ya habían optado por quedar en alguno de los bares y no mojarse. Eran ya las doce del medio día cuando emprendimos la marcha. Yo tuve que regresar unos metros ya que había dejado los bastones olvidados. Íbamos Luis y yo juntos ya que José A. había quedado para hacer la larga y José F. supusimos que ya había salido.
Atravesamos este barrio para salir por un camino al comienzo del cual un indicador marcaba la ruta que llevábamos y que estaba señalizada como “PRC-LE 44”. En el primer tramo encontramos numerosos castaños con cientos de frutos caídos en el suelo. La intención nuestra era coger castañas a la vuelta, ya que en principio íbamos a regresar por el mismo lugar. La ruta en sí recorre el valle del nacimiento del río Noceda viéndose varias fuentes con propiedades medicinales y de gran belleza visual. Al final del mismo se encuentra un mirador y por debajo de él unas bonitas cascadas desde las que se cierra la ruta circular. Por lo visto, para llegar a ellas había que bajar un tramo complicado y con cuerda, por lo que no recomendaban hacerlo dado el día que teníamos. Adelanto ya que Luis y yo sí lo terminamos haciendo como se verá.
Caminando por aquel camino nos cruzamos con un tractor en el que bajaban varios sacos cargados de castañas. De pronto vimos venir frente a nosotros a José F., que ya se había adelantado y había visto dos de las fuentes de la ruta. Como era muy pronto aún, dio la vuelta para ir con nosotros un trecho más. No tardamos en alcanzar el primer manantial con el nombre de “Fuente de Juan Álvarez”. Entre una pila de piedras salía un chorro de agua procedente de la ladera.
Continuamos ascendiendo suavemente y los castaños dieron paso al bosque de helechos, roble y otras especies arbóreas. El colorido del otoño en aquel entorno es imposible de plasmar en palabras. La nota “negativa” era la lluvia que no dejaba de caer haciendo molesta la marcha y para mí, particularmente, para sacar fotos. De hecho, me salieron varias mal por la condensación, las gotas en el objetivo, etc.
Poco a poco nos fuimos acercando al río y terminó el ancho camino al lado de una especie de pilón tapado que bien podía ser una toma de aguas. Allí comenzaba un sendero que comenzó a ascender más bruscamente por la ladera zigzagueando. Aquí fue donde perdimos a José. Se había adelantado y no le volvimos a ver más hasta el final del día en el pueblo. Lo más probable es que nos cruzáramos cuando alguno de nosotros estábamos algo separados del sendero.
No tardamos en llegar a un puente de madera que daba paso al lado contrario del cauce. Cerca de él vimos un tronco con unos curiosos hongos que Luis, haciendo algunos números, fotografió. El rincón del río tampoco tenía desperdicio alguno. Enseguida alcanzamos un desvío a la segunda fuente, la “Fuente del Azufre”. Por un sendero resbaladizo se bajan unos metros hasta una plataforma de rejilla de hierro por la que se llega a la misma. Una placa de granito indicaba el nombre y las propiedades del agua. Los alrededores del manantial tenían un bonito color rojizo que contrastaba entre los helechos verdes y algunos troncos. Para redondear el cuadro, cerca caía una bonita cascada en el cauce principal también en un marco de postal.
Retomamos el sendero principal de nuevo para ascender por la ladera hacia la última fuente de esta parte del recorrido. Ahora veíamos el valle mas abiertamente y con todo el esplendor. Enseguida nos topamos con otro indicador doble que señalaba, por un lado la Fuente de la Salud” y por otro la cascada y el mirador de La Gualta. Hacia la primera nos dirigimos llegando tras escasos 50 metros recorridos. Sin duda fue la más bonita de todas. Situada en una pequeña cavidad, la disparidad de tonos en aquel rincón era sin duda destacable. De nuevo el tono rojizo se mezclaba con los verdes de los helechos y el musgo así como los grises de la roca medio cubierta por todo ello. También una placa granítica relataba el nombre y las propiedades medicinales del agua.
Volvimos hasta el cruce de senderos pensando en lo que hacer, si emprender el regreso o continuar en busca del mirador y la cascada de Gualta. Yo no lo tenía muy claro, pero Luis quería continuar y me convenció. Eran las 14:10 horas y el magosto comenzaba a las 16:30 horas. No había llevado el podómetro por falta de pilas.
Atravesamos de nuevo otro puente de madera y salimos a una ancha pista. Otro indicador señalaba la dirección a la cascada y mirador, pero en ninguno de ellos hacía referencia a distancia o tiempo. No iba muy convencido de seguir, pero animado por Luis como digo, continuamos camino arriba mientras éste iba bordeando el fondo del valle y se metía por encima de otro. Al lado de la pista vimos una pequeña cascada que dudamos mucho fuera la indicada en las señales.
No tardamos en divisar encima de unas rocas lo que parecía una valla de madera, pudiéndose tratar del mirador. Tras unos metros más, y siendo las 14:38 horas, alcanzamos una especie de collado desde el que se desviaba un sendero hacia dicho mirador. Poco antes de él, otro indicador señalaba la dirección a la cascada por otra senda hacia abajo. Entonces decidimos bajar a ver ésta antes de llegar al mirador donde podíamos comer, fallo que tuvimos como ahora se verá junto con este siguiente.
El sendero que bajaba a la cascada era empinado y con numerosos escalones. Yo, que los bastones me molestan en bajadas así, decidí dejarlos al lado del sendero viendo que no había nadie por allí. Luis decidió coger uno de ellos quedando el otro allí posado. Como digo, la pendiente era exagerada y en algunos tramos hay una cuerda para ayudarse y no resbalar. No pasa cualquiera por allí y ahora entendimos que no recomendasen hacer este tramo.
Tras varios metros de descenso y algunos pasos franqueados agarrados a la cuerda, encontramos un doble indicador, a la cascada y a Noceda. Fue esto lo que nos dio rabia, ver que la ruta de regreso se podía hacer por allí y que ni habíamos estado antes en el mirador y encima había dejado yo el bastón arriba. Diez minutos nos llevó desde arriba llegar a la base de la bonita cascada que traía un caudal considerable. El agua caía desde una altura de unos 15 metros a una poza y desde esta se precipitaba hacia abajo por otro salto que se podía ver siguiendo el sendero principal. Justo debajo del mismo estaban dos jóvenes.
Nos quedaba ahora subir de nuevo este tramo no sin esfuerzo por la pendiente y el relativo peligro de resbalar. La cuerda sí nos fue en este caso de gran ayuda. Ya pasado el trecho más complicado nos sacamos una foto con el valle de fondo y no tardamos en alcanzar la parte alta tras unos 15 minutos de ascensión. A las 15:25 horas llegamos al mirador donde un joven, compañero de actividad, había subido sin peso alguno y ya se disponía a emprender el descenso. Antes le pedimos que nos sacase una foto aprovechando que el valle, con Noceda al fondo, se veía claramente. La vista desde aquella altitud de 1322 m era realmente amplia divisándose incluso Bembibre en la lejanía.
Nos acomodamos a comer en unas rocas con la suerte de nuestro lado al no llover en esos momentos. Como anécdota contaré lo que me pasó entonces. Desde allí vi abajo, entre la maleza, lo que me pareció una cantimplora azul. Cuando terminé de comer bajé hasta allí encontrándome tan solo con una botella de agua de plástico.
Viendo que de nuevo se echaba a llover y que se cerraba poco apoco la niebla en las cimas, emprendimos el regreso a las 16:15 horas. Por tercera vez nos tocaba pasar aquella parte empinada y resbaladiza. Y dejando atrás el desvío a la primera cascada, entramos a la base de la segunda. La espectacularidad de ésta era más si cabe al poderse ver por encima parte de la otra, uniéndose visualmente como una sola. Visto ello reemprendimos el caminar por el medio de un bosque realmente impresionante donde los deformados troncos, helechos, raíces, etc. formaban verdaderas postales multicolor. La lastima, por no variar, era el horario tan apurado que llevábamos. A las 16:30 horas se suponía que comenzaba el magosto del que quería participar ya que era otra parte importante de la jornada.
Bajábamos ahora por un brazo del valle principal que llegaba a Noceda y que junto con el de subida formaban una “Y”. Bastante abajo cruzamos otro puente de madera sobre el arroyo que bajaba de la cascada cerca del cual se formaba otro bello rincón. No tardando vi la última fuente que nosotros encontraríamos, la del “Canalijo”, bastante sencilla comparada con las anteriores. Yo me había rezagado y cogí buen paso, casi corriendo, para alcanzar a Luis.
El bosque fue quedando atrás y nos metimos en una zona de matorral y escobas justo antes de pasar al lado de un plantío de chopos al lado del río. No tardamos en llegar a una piscifactoría que nos indicaba ya la cercanía del pueblo. Sobre las 17:00 horas entramos en el barrio alto de Noceda atravesándolo por varias calles. El día se había cerrado de nuevo y ya no se veían las peñas en las que habíamos estado. Para llegar a los autocares, situados en otro barrio, una vecina nos indicó el camino más corto a través de una carretera que unía ambos. En ella vimos algunos castaños, pero apenas con frutos en el suelo.
Sobre las 17:20 horas llegamos al polideportivo donde se reunía el personal de la excursión, o parte de él como ahora explico. De los que habían ido a la ruta larga no había llegado ninguno aún, cuando la hora prevista para finalizarla eran las 16:00 h. Por lo visto la niebla, la lluvia así como la misma ruta en sí, habían desbarajustado todos los planes de la misma. Se sabía que algunos incluso habían dado la vuelta, teniendo que ir un autocar en su busca. Otros habían aparecido en Igüeña y el resto estaba aún de camino.
Sinceramente, muchos ya lo esperábamos y hubo alguna crítica por no haber suspendido esa travesía larga y haber hecho todos la opcional. Personalmente, aparte del estado de la climatología, me parecía apurado del todo el tiempo previsto para recorrer esa distancia, 21 Km. Por eso yo ya no iba con intención de hacer la ruta larga.
En el soportal donde habíamos estado por la mañana me cambié de ropa y volví al pabellón cubierto donde ya se podían probar las castañas asadas y algunos refrescos. Allí estaba José F. con Cundi e Irene. Bastante después comenzaron a llegar los primeros de la ruta larga. Las habían pasado bastante mal y habían hecho algún kilómetro más de los marcados.
Cuando ya no quedaba nadie por llegar, a las 19:00 horas, Buzzi, el delegado en León, hizo entrega de una placa al representante del grupo Gistredo, coorganizador de la actividad. Tras ello nos dirigimos a los autocares para emprender sin más retrasos el regreso a los diferentes destinos. A las 19:15 horas nos pusimos en ruta hacia León. Como a la ida, en los monitores del autocar se iba viendo la ruta que seguíamos guiada por GPS. Era chocante ver como marcaba la distancia a los desvíos, cruces, etc. Como en el pabellón no hubo tiempo, se hizo sorteo de material en cada autocar. El método para realizarlo fue curioso. Ganaba el que tuviese el asiento con el número de las dos últimas cifras de la matrícula del primer vehículo que nos fuese adelantando tras marcar el tiempo. Si pasaba de 55 se volvía a repetir.
En el Manzanal había niebla y ya en Astorga abandonamos la autovía. Sin mas novedades entramos en la ciudad y a las 20:50 horas paramos en Guzmán. Yo había ido en moto que había dejado aparcada en la Avda. de la Facultad en uno de los varios aparcamientos para ellas que han habilitado en la ciudad. Me despedí de los compañeros y emprendí el último trayecto a casa mientras pinteaba un poco.
Y de esta forma finalicé la tercera salida de este mes de octubre. Aunque pasada por agua, resulto para mi una grata experiencia sobre todo por el paisaje contemplado. No me puedo quejar este otoño de lo que estoy disfrutando del mismo y todo su colorido espectacular en valles y bosques.





















lunes, 24 de octubre de 2005

"FUENTES DEL OMAÑA" (Puerto de La Magdalena) 23-10-05

 


2ª TRAVESÍA “LAS FUENTES DEL OMAÑA”.

23-10-05      (Domingo)

Para este domingo teníamos los del club preparada una salida para ascender al pico Jario, cumbre a la que hace tres meses ya subimos algunos en una marcha de la Delegación. Pues bien, de los escasos seis participantes, tres íbamos a ascender dicho pico y el resto iba con intención de meterse más de lleno en Picos de Europa. Al final, de los tres que íbamos a hacer lo realmente programado, solo quedé yo, y no tenía intención de acompañar al resto en sus aventuras. Así que, el mismo sábado, tras enterarme de que José Antonio, un compañero nuestro y miembro de la A.M.P.A. del colegio de las teresianas, hacía con la misma una salida y había sitio para ir, no lo dudé más.
De esa forma aproveché el día y repetí una travesía ya realizada el pasado año con el club a Las Fuentes del Omaña. En esta ocasión se acortó el recorrido de 17 Km a 13 Km y se varió un poco el mismo debido a la asistencia de varios menores. Aún así, resultó una grata jornada en la que pudimos disfrutar de un tiempo increíble después de cómo habían estado los días anteriores.
La travesía original parte de Murias de Paredes, pasa por Montrondo y asciende por el valle de Los Solanos hasta la falda del Tambarón. Desde allí asciende por el pico Mular bajando a la collada que divide el valle anterior del de Fasgarón que baja al puerto de La Magdalena y luego a Murias. En esta ocasión como digo, se redujo el recorrido y se varió un poco. En principio se comenzó la marcha en el Puerto de La Magdalena en sentido contrario, no se subió por el pico Mular y se terminó en Montrondo.
Con la moto me acerqué hasta el aparcamiento situado detrás de la catedral, de donde salíamos. Allí fueron llegando los participantes y el autocar. Poco después de las 9:00 horas emprendimos el viaje parando en Quevedo donde subió José Antonio y la familia, completando los 28 participantes de esta excursión. Con el cielo completamente despejado salimos de León hacia La Magdalena y entramos en el valle de las Omañas. En poco mas de una hora llegamos al puerto de La Magdalena donde nos preparamos para la macha. Viendo el día tan bueno que hacía decidí dejar la cazadora, pero la mayoría la llevaba y opté por meterla en la mochila. Al final me sobró la misma y casi la sudadera.
Poco antes de las 10:30 horas partimos de dicho punto situado a una altitud de 1434 metros. Por un camino descendimos unos metros hacia el norte mientras de esa misma parte aparecían algunas nieblas en las cumbres. No tardamos en ver algunas señales de esta ruta integrada en el conjunto de las marcadas por la asociación “Cuatro Valles”. Enseguida nos fuimos alejando de la carretera que se dirige a Villablino y fuimos girando hacia el oeste por el valle de Fasgarón. Por la parte derecha, tras el arroyo, subían las laderas de la peña El Buitre, cubiertas de helechos amarillos que contrastaban de forma excepcional con la roca dando al conjunto una vista de postal.
Poco a poco fuimos ganando altura suavemente internándonos entre algunos trozos arboleda y otros entre roca. Así se fue abriendo el valle caminando nosotros por la parte izquierda del mismo en el sentido de la marcha. La vez anterior que lo había hecho, en sentido contrario, era invierno y encontramos nieve y hielo en el camino y las laderas.
Al final de la parte baja del valle el camino dio un brusco giro a la izquierda. Allí paramos un rato y nos reunimos todos. A partir de ese punto la pendiente se acentuaba hasta la collada del Llano Oscuro. Haciendo varios zigzag pasamos al lado de una caseta en construcción y de una fuente con pilón. Por debajo veíamos ya la amplitud del valle y al fondo iban emergiendo varias cumbres lejanas.
A las 12:00 horas, y tras 4,600 Km recorridos, alcanzamos esta collada con una altitud de 1753 metros. La vista era espectacular. Hacia la parte de la que veníamos y bastante alejadas, podíamos contemplar la cumbre de Peña Ubiña y el macizo adyacente. También el alto de La Cañada, Peña Orniz, Montigüero, etc. Hacia la parte contraria y a “tiro de piedra”, el Lagunón, Nevadín, Dos Hermanos, el Molar y el Tambarón. El personal se acomodó a tomar un tentempié y disfrutar de aquellas maravillosas vistas. Antes de emprender la marcha saqué una foto de grupo.
Una media hora después de llegar continuamos la ruta de nuevo. El camino ladeaba ahora la loma del Miro Cutichón hacia otra collada entre éste y La Colchona. Por debajo vimos una bonita laguna, que según comentaron era artificial. Sí se veía por una parte un cerco mas alto de contención del agua. El arroyo que parte de ella, el de Portillas, ya transcurre por el valle que baja a Vivero. De frente íbamos viendo de continuo las cumbres del Tambarón y La Portilla. En las praderas pastaban unas vacas con cuernos desmesuradamente puntiagudos.
A la una de la tarde alcanzamos esta otra collada que une los valles de Montrondo y Vivero. El podómetro marcaba 6,200 Km. Allí la ruta real sube hacia el pico Molar para bajar luego a la cabaña del mismo nombre, pero la intención era bajar directamente por el valle sin ascender aquella cumbre. En aquella collada vimos tres bonitas vacas albinas. Además del Tambarón, se veía ahora la cumbre del Arcos del Agua tras las lomas de la parte contraria del valle.
Abandonamos como digo la pista de la ruta para comenzar el descenso directamente hacia el valle. En las laderas vimos como han rasurado con máquinas parte de las escobas para crear mas zona de pasto. Dichas máquinas arrancan y trituran los matorrales dejándolos allí mismo como abono natural. Anteriormente lo había visto en la zona de los Llamargones hace unas semanas.
Ya bastante abajo atravesamos el arroyo para seguir una senda a media ladera. Por la parte opuesta vimos numerosos caballos y me acerqué un poco a fotografiarlos. Formaban una bonita estampa con el fondo colorido de los árboles y la ladera. Algo más adelante perdimos altura y bajamos casi a nivel del arroyo. Por allí nos cruzamos con un grupo de unas cinco personas que iban valle arriba.
Poco a poco fuimos llegando a la confluencia con el valle principal y giramos siguiendo el sendero hacia el fondo del mismo. Por allí las escobas eran más altas y volvimos a ver de nuevo el Tambarón tras un rato oculto por las laderas del Mular. Así alcanzamos el punto donde nos reintegramos a la ruta en sí. Se trataba de la Cabaña del Mular, zona con algunos corrales de ganado. Un indicador señalaba 7,500 Km al Puerto, mientras que mi podómetro marcaba 9,000 Km. La diferencia es posible a los errores por parte de las dos medidas y de la variación en la ruta hecha.
En una zona de rocas se comenzó a acomodar el personal para comer, siendo las 14:00 horas en esos momentos. Yo vi a José Antonio subir por entre un pequeño desfiladero y le seguí. No tardó en indicarme que no había salida y que bajase. Desde allí teníamos una amplia y bella vista del valle del arroyo Los Solanos que baja a Montrondo.
Bajamos de nuevo junto al grupo para comer cómodamente disfrutando de un día que parecía imposible estuviese así tras los anteriores nublados y lluviosos. Del arroyo cercano algunas niñas sacaron algunos renacuajos que querían traerse a casa en botellas de agua. Tras terminar de comer bajé unos metros hasta donde ya la vez anterior había visto una cascada de difícil acceso. No me fue más fácil ahora el mismo y además con menos compensación debido a la menor cantidad de agua que bajaba. Entre maleza y roca resbaladiza me pude acercar y salir luego luchando con el ramaje y la fuerte pendiente.
Cuando subí ya se estaban preparando para emprender el último y quizás más bonito tramo de la ruta. A las 15:20 horas echamos a andar por el ancho camino que baja por todo el valle dejando el arroyo a la izquierda. Numerosos regatos cruzaban el mismo algunos de ellos erosionándolo durante varios metros antes de abandonarlo hacia el cauce principal. Por la derecha comenzamos a ver el gran abedular de Montrondo, uno de los mayores de la provincia e incluso de la península, según un cartel indicador que luego nos encontramos. Tanto éste como los árboles que crecían a la vera del arroyo tenían un colorido de hoja realmente indescriptible. Yo no hacía más que fotografiar toda aquella gran postal natural en la que estábamos inmersos. Al otro lado del arroyo vimos un curioso árbol que parecía tener tres tonalidades diferentes de color de hoja de abajo a arriba bien definidas. Luego nos dimos cuenta de que se trataba de dos ejemplares diferentes y el color amarillento de arriba correspondía a otro situado por detrás. Lo cierto es que daba el pego. Al lado del camino encontramos un curioso montón de setas anaranjadas. Pasamos poco después al lado de una nave ganadera donde conversamos unos minutos con un joven que se ocupaba de la misma.
Yo seguía fascinado con el contraste de colores del valle y aún me quedaba por disfrutar lo mío. Poco a poco fuimos girando al norte y el valle se fue cerrando. Ahora tocaba de nuevo el turno de deleitarse con las laderas de la Peña Negra, las cuales, al igual que habíamos visto por la mañana en las de la Peña del Buitre, estaban moteadas de helechos amarillos entre la roca gris y verdes escobas. Para redondear el cuadro, los árboles en primer plano y un gran toro pastando en el prado cercano. La cámara de fotos se me calentaba en las manos y “echaba humo”.
Sin darnos cuenta vimos como una gran masa de nubes negras se había ido acercando por el sur y aparecía ahora por encima de nosotros lentamente sin llegar apenas a tapar el sol. Así nos fuimos acercando a Montrondo entrando en él por un antiguo puente de piedra a las 17:00 horas. Caminando por una de sus calles vimos en un prado un manzano cargado de apetitosas frutas rojas.
En escasos minutos llegamos al lugar donde estaba aparcado el autocar. Un indicador señalaba la distancia al Puerto de La Magdalena donde habíamos comenzado la ruta: 13,300 Km. Curiosamente en mi podómetro se había reducido la diferencia con la medida anterior a un kilómetro, marcando exactamente 14,400 Km.
Justo de tiempo me cambié de calzado y la ropa sudada antes de emprender el regreso. Aquí vino uno de los momentos para recordar del día. Al atravesar el pueblo llegamos a una curva entre casas donde el autocar no daba vuelta. Al entrar le había caído mejor el ángulo que ahora, que le era imposible el giro. Realmente puedo asegurar que tras varias maniobras, y si no raspó la chapa, pasó literalmente a escasos milímetros entre las dos casas. Una ovación le dimos tras este apurado momento en el que creímos no salir de allí sin tirar alguna casa o desguazar el vehículo.
Sin mas continuamos el trayecto hasta Murias de Paredes donde también tuvo que maniobrar, más fácil, para salir del pueblo. En el autocar hicieron un sorteo de regalos para los niños. En el cercano pueblo de Senra paramos en un mesón durante unos minutos a tomar un refrigerio antes de continuar el viaje sin novedades hacia la capital. A las 19:00 horas entramos en ella y en Quevedo bajaron algunos compañeros. El resto continuamos el corto trecho por las calles de León hasta el lugar de partida por la mañana donde terminó el viaje de regreso para todos. Allí cerca tenía la moto aparcada, y como pude, coloqué la mochila en ella para regresar a casa donde entré a las 19:38 h.
Realmente fue una agradable experiencia la de este día compartido con compañeros de otra asociación, gracias a la cual no me quedé en casa este domingo tras tenerlo todo preparado. Lo digo porque soy de los que no me gusta salir solo a hacer actividades de este tipo, mas que nada por el riesgo que supone en el caso de ocurrir algún accidente o incidente durante la misma, aparte del aburrimiento que ello representa.




















jueves, 6 de octubre de 2005

BOSQUE DE MUNIELLOS (Asturias) 05-10-05

 


1ª TRAVESÍA “BOSQUE DE MUNIELLOS”. (Asturias)

05-10-05        (Miércoles)

Por fin llegó el día fijado para la visita al Bosque de Muniellos, reserva natural de Asturias con acceso restringido a 20 personas por día, al que solo con autorización se puede entrar. Para ello, en enero de este año se envió un listado de 17 personas con nombre y DNI solicitando la entrada al parque en una de las varias fechas que se apuntaban. Al final nos concedieron la visita para esté día 5 de octubre, festividad de San Froilán en León. Tras algunos cambios y bajas, tan solo 8 personas hicimos esta excursión, lo cual, tras todos los trámites que nos había llevado y demás, me ha mosqueado en serio.
Como digo, llegó el día señalado y a las 7:00 horas nos reunimos en Guzmán los 8 participantes que finalmente iríamos: Luis A., José F., Álvaro, Guiomar, José Luis, Luis, Javi Rivas y yo. El segundo Luis es un amigo de Javi Rivas, socio del club amigo de Marta, que hasta ahora no había salido. En los coches de ambos Luis, y aún de noche, emprendimos el largo viaje a Moal, pueblo cerca del cual se encuentra la reserva. Por la carretera de Caboalles salimos de León y en La Magdalena entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano. Tras pasar el puente colgante la abandonamos para dirigirnos hacia Villablino por Babia. Bordeando el pantano vimos como éste se encuentra bajo mínimos, como pocas veces se ha visto. Paramos y le saqué una foto.
Sin más novedades pasamos Villablino y después de Caboalles de Arriba comenzamos el ascenso al puerto Cerredo. En su cumbre, límite provincial, paramos de nuevo y saqué otra bonita foto del amanecer. Eran las 8:55 horas y el termómetro exterior del coche marcaba había llegado a marcar casi 10 grados bajo cero.
Comenzamos el descenso hacia la parte asturiana y en el pueblo de Cerredo tuvimos que parar por obras en la travesía. Un apunte curioso fue como, al ver parada una furgoneta y no saber por qué, la adelantamos y nos encontramos con otros tres o cuatro vehículos delante. Al final nos pusimos los primeros ante el asombro del que regulaba el tráfico. Poco más de cinco minutos estaríamos allí antes de continuar la marcha. Mas adelante se encuentra Degaña, principal núcleo urbano de la zona tras él Fondos de Vega, a partir del cual se sube y baja el puerto Rañadoiro. Avanzando por la misma carretera llegamos a Ventanueva, donde giramos con dirección a Moal. Íbamos ya fijándonos en el desvío a la reserva, el cual se encontraba a unos dos kilómetros pasado éste. Por una pista de cemento avanzamos otro pequeño tramo hasta llegar a la caseta de recepción del parque (800 m). Eran las aproximadamente las 10:00 horas y habíamos recorrido 145 Km.
Antes de nada entramos a la oficina de recepción donde una joven muy amable nos recibió y comprobó las identidades con el listado que ella tenía. Luego, junto a otra pareja, nos explicó un poco el recorrido que íbamos a realizar. Allí tenía una emisora y walkies, pero eran de “2 metros” en vez de “27” como los nuestros, por lo que nos dejó uno de los que tienen allí. Así, tras sacarnos una foto de grupo, emprendimos la ruta circular por el Bosque de Muniellos. Eran las 10:45 horas.
Salimos por un camino por encima de la casa entre bosque al que el sol le daba un colorido espectacular. A lo largo del recorrido pudimos comprobarlo y seguramente lo repita en más de una ocasión. En el bosque pueden verse numerosas especies arbóreas entre las que destacan el roble, abedul, hayas o tejo. También vimos numerosos acebos e infinidad de helechales.
Como ya nos había advertido, este primer tramo de unos 3 Km. era el más empinado y luego ya se iba más o menos a la misma altura de la ladera. Aún así, no tenía mayor dificultad y además el bosque evitaba el calor del sol. No tardamos en cruzar un puente de madera sobre un arroyo que bajaba por la derecha. Algunos indicadores señalaban la dirección a las lagunas, objetivo principal de la ruta. Hasta ellas había unos 10 Km. por esta parte y 6,5 por el recorrido corto, el del río, por el que íbamos a regresar. Algunos tramos sí tenían una pendiente considerable, pero se subían cómodamente. Comenzábamos a ver enormes ejemplares de varios metros de altura y otros de gruesos troncos. El verdor del paisaje acentuaba la belleza del mismo. Según cogíamos altura, íbamos viendo entre el ramaje la parte del valle por la que habíamos entrado así como las cimas lejanas. Intentar describir todo ello es casi imposible con palabras.
En otro puente nos reunimos todos y nos sacamos una foto de grupo. Mas adelante, al entrar en otra vaguada, el bosque se abrió de forma inesperada. A lo largo de este tramo en el que bordearíamos numerosas vaguadas, comprobamos como las laderas norte estaban cerradas por el bosque mientras en las del sur solo abundaba el matorral bajo. En un pequeño trecho de esta ladera sur nos encontramos con una cuerda agarrada a la roca ya que el sendero pasaba por ella y había un ligero peligro de resbalar hacia abajo. Algo más arriba pasamos por una zona de rocas sueltas entre troncos de árbol medio secos y con formas retorcidas. Aquí me encontré con un pequeño desvía de senderos, un de ellos continuaba recto y otro serpenteaba hacia arriba. Viendo éste más trotado, avancé por él y después de un paso más con cuerda de seguridad, llegué a Fuenculebrera, (900 m). Aquí estaba José Luis, Luis y Javi, pero el resto no, y eso que iban por delante. Resultó que ellos habían cogido el sendero equivocado y tuvieron que retroceder hacia el bueno. José Luis bajó en su busca mientras yo me adelanté unos metros y por otra senda subí un poco para ver unos robles de tronco realmente exagerado.
Ya reunidos todos donde la fuente, nos sacamos otra foto de grupo antes de continuar. Yo ya iba pensando que no nos sobraba tiempo alguno y que teníamos que apurar para hacer el recorrido entero y llegar a las siete a la caseta de recepción, hora en la que se cierra el parque. Ello me fastidiaba ya que de nuevo nos limitaba el tiempo para disfrutar del paisaje plenamente. Teníamos que haber salido a las seis de León.
Con 4 Km. ya recorridos, nos quedaba mas de la mitad para llegar a las lagunas. Eran las 12:30 horas cuando reanudamos la marcha a través de aquel maravilloso entorno boscoso. No aburriré repitiendo lo mismo. Continuamos a media ladera bordeando barrancos y vaguadas por las que bajaban regatos. Poco a poco fuimos viendo más claramente el fondo del valle donde se suponía que estaban las lagunas. El grupo se dispersó y Luis, Javi y Álvaro nos dejaron atrás al resto. Por su parte, José F. iba en baja forma y se retrasó con José Luis. El sendero atravesó algunos canchales y zonas de escobas. En medio de él vimos un agujero del que salían numerosas avispas. Encontramos igualmente varios troncos caídos en medio del sendero algunos tan gruesos que les habían cortado para facilitar el paso. A través de del walkie me comunicaba con José Luis le indique la existencia de una fuente de agua clara donde se podía cargar la cantimplora.
A las 15:05 horas por fin llegamos al desvío hacia las lagunas. Unos indicadores señalaban la distancia a las mismas, 1 Km, y a Tablizas, la casa de recepción, 6,5 Km. Llevábamos 11 Km por el podómetro mío. Guiomar y Luis A. se habían adelantado y yo me quedé solo. El sendero continuaba bordeando la ladera y subiendo suavemente. Me crucé con la pareja que estaba en recepción por la mañana y me comentaron que el resto ya llevaba arriba un buen rato. También me dijeron que a las tres lagunas superiores igual no merecía la pena subir ya que eran más pequeñas y podían tener poco agua.
Continué serpenteando y tras 20 minutos desde el cruce, alcancé el paraje de la laguna de la Isla, (1400 m). Allí estaba el resto de compañeros a la orilla de la laguna, salvo José y José Luis que venían detrás. Subí a un pequeño alto desde el cual había una extraordinaria vista de toda ella, con la islita en medio, y las cumbres que la rodeaban. Aproveché para sacar numerosas fotos de la misma así como del valle por el que habíamos llegado.
Al poco rato llegaron los dos compañeros y nos acomodamos para comer todos a escasos metros del agua. En la ladera se veía el pedrero por el que se sube a las otras tres lagunas, la de la Honda, la Grande y la de la Peña. Se podía tardar unos 15 minutos hasta ellas, pero había ya pocas ganas de continuar. Todos opinábamos que era una ruta más “fuerte” de lo que parecía.
Antes de emprender el regreso aún saqué una foto de postal. Situándome a ras de agua, conseguí una imagen simétrica de la isla y una cumbre reflejadas en el lago. Sobre las 16:20 horas abandonamos aquel idílico paraje y desandamos el tramo hasta el cruce. Ahora regresaríamos por el río siguiendo el camino corto. El podómetro marcaba entonces 13,790 Km.
Al igual que antes, el tramo inicial era el que más pendiente tenía. Directamente bajaba el estrecho sendero por la ladera hacia el cauce del arroyo Candanosa. De nuevo nos encontramos en medio del bosque plagado de helechos, arboleda y regatos donde el verde musgo abundaba por doquier. Ya al lado del arroyo se ensanchó el sendero y se suavizó la pendiente. Como ya hubiéramos visto antes, numerosas setas rojas con lunares blancos crecían en las orillas del sendero.
Al llegar al primero de los numerosos puentes que atravesamos en este recorrido de regreso, volvimos a reunirnos para sacar otra foto juntos. Lo que al final se me olvidó, fue sacar alguna con nuestro banderín. Poco a poco me fui rezagando embelesado por el paisaje que nos rodeaba y que plasmé en casi 200 fotos de toda la ruta. Ahora cambiaba un poco el tipo de vegetación al estar muy cercano el río. A los helechos se unían los zarzales, musgos y líquenes. Por la izquierda caían grandes pedreros entre los que crecían altos árboles, algunos de ellos con formas realmente retorcidas. En el mismo cauce del río pudimos contemplar rincones de belleza extrema. En un tramo del sendero se podían ver las gruesas raíces de los árboles entre una rojiza tierra que formaba un talud al lado de la senda. Entre la arboleda se podían distinguir las cumbres rocosas que cierran el valle por los laterales.
Tras la unión de varios afluentes, el arroyo se convierte en río y cambia su nombre por el de Tablizas. En él vi una pequeña presa utilizada, por lo que me pareció ver, para captación de agua en otro canal. No tardando se abrió el bosque y en medio de una pradera crecían varias especies de árboles con tonalidades de hojas que contrastaban con el verdor del suelo. Escasos metros me separaban ya de la casa cerca de la cual se erguía un enorme pino y otros delgados árboles que no identifico. A las 18:40 horas, y tras 21,190 Km. recorridos, terminé esta inolvidable travesía.
Tras cambiarme de ropa y calzado, subimos a la oficina donde, en un libro de visitas, puedes escribir una pequeña opinión de la ruta. La joven nos dio unos folletos informativos y estuvimos un rato charlando con ella. Me enteré entonces de que Javi había visto una pequeña víbora por el camino.
Como nos quedaba un largo viaje de regreso, no demoramos la partida y a las 19:23 horas emprendimos el viaje. Bajando el puerto del Rañadoiro disfrutamos de una bella vista de luces y sombras al atardecer. En marcha saqué una foto como pude desde la furgoneta de Luis. Antes de llegar a Cerredo vimos un coche en la cuneta con el morro en el suelo y la culera hacia arriba. En este pueblo encontramos de nuevo las obras, pero esta vez seguimos a un par de coches que atajaron por algunas calles y con suerte sorteamos las mismas. Al llegar al alto del puerto Cerredo ya se había quitado el bonito colorido del cielo que veníamos viendo y no paramos. Comenzamos entonces el descenso hacia Caboalles y Villablino mientras iba anocheciendo. A través de los walkies íbamos comunicándonos los dos coches.
En Villafeliz paramos y entramos en un bar a tomar algo e hicimos las cuentas de la salida. De nuevo en marcha entramos poco después en la autopista por la que llegamos a La Magdalena. Pasadas las 22:00 horas entramos en León y en La Condesa, donde tenía el coche José Luis, nos apeamos él y yo. Por teléfono llamé a Guiomar, a ver por donde andaban, ya que hacía un rato que por los walkies no conseguíamos hablar. Aún estaban por Azadinos y optamos por no esperar. José Luis me acercó a casa terminando con ello esta larga pero grata jornada de montaña.