lunes, 24 de noviembre de 2008

CASCADA DEL XIBLU (Puerto de Ventana - Asturias) 23-11-08

 



1ª TRAVESÍA “CASCADA DEL XIBLU”. (Asturias).

23-11-08            (Domingo)

Por tercera semana consecutiva realizamos otra salida del club de montaña. En esta ocasión hicimos una corta pero bonita travesía en la vecina comunidad asturiana, la Cascada del Xiblu, en el puerto de Ventana. En el calendario estaba programada esta ruta, pero en la última reunión se comentó la posibilidad de ascender al Ferreirúa por la mañana y por la tarde hacer la misma, incluso se podían unir las dos bajando de la cumbre por las cercanías de dicho salto. La climatología nos impidió la ascensión, pero no la travesía a la cascada, cuyo transcurso es como sigue.
Nueve éramos los animados para esta ocasión: Adelino, Javi B., Nati, Macrina, Irene, Mateo, Isidoro, Mª Jesús y yo. Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos a Guzmán donde esperaba otra parte del grupo. En El Crucero recogimos a Mateo y su amigo Isidoro y en los coches de Adelino y el mío emprendimos el viaje hacia el puerto de Ventana. Se veía muy cubierto el cielo hacia toda la parte de la montaña y no tardó en ponerse a llover. En La Magdalena entramos a la autopista para evitar las curvas del pantano abandonándola tras el puente colgante.
No tardamos en llegar al desvío hacia San Emiliano donde decidimos parar a tomar un café encontrándonos los bares cerrados. Igual nos ocurrió en Torrebarrio, por lo que sin más continuamos avanzando hacia el puerto mientras llovía y se cerraba la niebla. En el alto paramos y rápidamente decidimos abandonar la idea de subir al Ferreirúa, cuyo comienzo era allí mismo, y bajar los seis kilómetros hacia la parte asturiana. Por la estrecha carretera bajamos este tramo fijándonos a la izquierda para no pasarnos el aparcamiento donde comenzaba la ruta a la cascada. Sin problemas dimos con él y allí mismo dejamos los coches antes de prepararnos para la marcha. Unos carteles informaban de la ruta por el Hayedo de Montegrande así como de su fauna, flora, etc.
A las 9:40 horas comenzamos a caminar por una pista ancha entre arboleda y prados. No tardamos en encontrar un enorme haya de tronco descomunal. En numerosos tramos estaba el suelo tapizado por las hojas caídas. La lluvia era incesante aunque no arreciaba demasiado. Encontramos varios saltos en arroyos que bajaban por nuestra izquierda de las laderas del monte. Varios carteles informaban de las especies arbóreas que se veían y de la fauna que podía encontrarse en el lugar. Al lado del camino dejamos una casa de piedra en ruina. La niebla impedía ver paisaje alguno hacia el valle.
No tardamos en distanciarnos unos de otros en varios grupos. En el camino encontramos numerosos árboles caídos, muchos de ellos al irse excavando el terreno cercano al camino por causa de la lluvia. Vimos también bonitos rincones en los que contrastaban los verdes helechos entre la hojarasca marrón. También el musgo se adueñaba de los troncos de los árboles así como las enredaderas. En algunos tramos eran las paredes pétreas las que escoltaban el camino.
A las 10:40 horas llegamos al final de la pista donde dos carteles señalaban la cascada y unas brañas. Pues bien, para llegar a ambas había que atravesar el arroyo del Barranco sin puente alguno y con un caudal considerable. La opinión general era la misma, cómo se puede señalar una ruta tan bien y luego no tener los accesos en condiciones. El arroyo era el que más arriba, a un kilómetro, formaba la cascada del Xiblu. Hasta allí había 4 Km.
Buscamos lugares para atravesarlo y en el sitio más estrecho había que dar un buen salto y luego subir agarrados a las ramas y demás. Sólo mi tocayo se atrevió a ello mientras el resto estudiábamos las alternativas. La única viable era seguir por la misma margen del arroyo sin sendero alguno y entre el bosque de la ladera. Macrina y Nati abandonaron allí mismo y decidieron regresar tranquilamente.
El resto comenzamos a subir por fuerte pendiente y por donde mejor nos parecía. Cada uno fue viendo el mejor lugar para avanzar y mientras algunos subíamos hacia la parte alta, otros lo hacían más a la vera del arroyo. Nosotros nos pegamos a una pared de roca bajo la cual parecía transcurrir un sendero. Dejamos atrás este paso y tuvimos que bajar a una campa verde cercana al arroyo. Por su parte, Adelino, Mª Jesús y Mateo se atrevieron a pasar por unos troncos mientras Irene y yo íbamos por la parte alta. El terreno era pésimo para andar ya que bajo las hojas caídas había roca sobre la que se resbalaba como una pista de hielo.
A todo ello se unía otro detalle no muy alentador. Aquella zona tiene una concentración elevada de víboras, de hecho en época estival no recomiendan visitar aquel paraje. Ahora, aunque no estamos en verano, siempre puede quedar alguna “despierta” que nos pusiera en apuros. Por lo pronto procurábamos no echar mucho la mano al suelo, troncos o rocas por si acaso.
Peleando con el terreno, sorteando arroyos, pendientes resbaladizas etc., vimos por fin la cascada Irene y yo. Nos quedaba un tramo de similar trazado a los anteriores que poco a poco fuimos atravesando hasta situarnos por fin bajo ella. De los tres grandes saltos que tiene, veíamos los dos seguidos de abajo. Era realmente impresionante por la enorme cantidad de caudal que bajaba y que formaba una columna de vapor en la parte donde caía el chorro. El ruido también era elevado allí al lado. Sacamos varias fotos en dos lugares diferentes. Yo hice una panorámica vertical que al unirla me ha quedado perfecta. Al otro lado veíamos a Adelino, Javi e Isidoro. Por lo visto el sendero se complicaba subiendo hacia el salto superior, así que daban la vuelta. Nosotros ya ni lo intentamos porque por aquella parte sí se ponía realmente complicado sin sendero alguno. Allí estuvimos unos 20 minutos antes de emprender el descenso a las 12 del mediodía.
Intentamos seguir la misma ruta de ida, pero tampoco sabíamos exactamente por donde habíamos pasado, por lo que buscamos de nuevo los mejores pasos entre la arboleda. Como digo, el mayor peligro era la pendiente resbaladiza con las hojas y rocas húmedas. La niebla se había disipado un poco en lo alto e incluso se veían algunos trozos de cielo azul. Ahora se veía la cascada más claramente entre la arboleda. A Irene le había dejado uno de los bastones para que se ayudase con él. Aún así se iba resbalando a cada paso.
De esa forma fuimos avanzando atravesando el bosque y los arroyos que lo cruzaban. Encontramos algunos troncos de formas caprichosas que fotografié. Cerca del arroyo vimos un hito de piedra en el que estaban grabadas las siglas “MP”. Allí comenzaba la pequeña vega que atravesamos. En vez de subir hasta las paredes de rocas, decidimos ir hacia el paso por el que lo habían hecho los compañeros a la ida al lado del arroyo. Continuábamos viendo la cascada echando la vista atrás entre las ramas. Yo estuve sacando varias fotos del caudal de agua que bajaba a su mismo nivel.
Pegados al cauce atravesamos un tramo entre troncos y piedras hasta llegar a un paso un “pelín” complicado. Había que apoyarse en un resbaladizo tronco que además no era muy estable. Yo lo intenté con éxito, pero Irene no se decidió. Optó por retroceder unos metros y subir para pasar por la parte alta cerca de la pared por la que habíamos ido anteriormente.
Nos restaban pocos metros hasta el camino por el medio del bosque a través del cual veíamos a los compañeros cerca de los paneles de la pista. Pasamos un pequeño arroyo antes de salir a la misma cuando eran las 13:10 horas. Allí estaban Mateo, Adelino, Isidoro, Mª Jesús y Javier. Tanto había abierto la niebla que se seguía viendo la cascada a lo lejos. Con ella de fondo nos sacamos unas fotos antes de emprender el regreso. Mª Jesús cargaba con una enorme cornamenta de ciervo que había encontrado.
Con el aliciente del cese de la lluvia fuimos recorriendo los cuatro kilómetros de pista hacia la carretera. Durante un buen trecho continuamos viendo los saltos del arroyo, incluso los tres. Delante de ellos se metían algunas nieblas que los ocultaban parcialmente. Entre la arboleda se veía ahora también parte del valle e incluso el sendero que se dirige a las brañas de Fociecha desde el mismo desvío a la cascada. Por debajo del camino vimos una braña en buen estado. Mas adelante comenzaron a verse cumbres de la otra parte de la carretera. En ese tramo nos cruzamos con una pareja que subía.
Poco a poco nos fuimos acercando al final de la ruta y vimos el pueblo de Páramo al pié de la carretera. El camino serpenteaba por la loma sin apenas desnivel. Éste estaba todo desde la pista a la cascada subiendo unos 250 metros. Dejamos atrás los varios arroyos laterales y la braña derruida. En el enorme haya nos sacamos unas fotos y no tardamos en divisar el aparcamiento al que llegamos los últimos a las 14:45 horas.
Ahora teníamos una bonita vista del valle dando el sol incluso en algunos puntos. La mayoría de las cumbres se mantenían cerradas de nieblas pero otras eran visibles. Con ellas de fondo sacamos una foto de todo el grupo. Allí nos cambiamos antes de emprender el viaje de regreso.
No teníamos claro dónde para a comer, si en Torrestío o Torrebarrio. Subiendo el puerto paré a sacar una foto del valle asturiano y en la cumbre otra del leonés. Descartamos entrar a Torrestío y en Torrebarrio seguía cerrado el bar. Continuamos hacia San Emiliano donde aparcamos al lado de la iglesia. Eran las 15:35 horas.
En uno de los laterales en los que daba un poco el sol nos acomodamos la mayoría para comer, otros se acercaron al bar próximo. Allí aparecieron varios licores por aquello de hacer bien la digestión. Claro, los conductores tuvimos que abstenernos.
Tras la comida nos acercamos hasta el bar a tomar un café. Allí hicimos las cuentas de la salida y sin mas retrasos emprendimos el regreso a León. Según avanzábamos se abrían más claros y lucía el sol. Volvimos a entrar en la autopista el tramo del pantano y abandonamos la misma en La Magdalena. En pocos minutos entramos en León cuando eran las 18:00 horas. Fueron bajando los ocupantes de los vehículos y al lado de su casa dejé a Mª Jesús por último antes de llegar a la mía.
Según lo previsto, solo nos queda el Belén de Cumbres el día 14 de diciembre para terminar las actividades del año como club. Sí que comentamos la posibilidad de hacer una salida aparte el día 6 si el tiempo acompaña. Ya se verá.















lunes, 17 de noviembre de 2008

V ENCUENTRO "CUMBRES DE LEÓN" - LA MIEZCA Y FONTAÑÁN (Olleros de Alba) 16-11-08

 


(Nota: El denominado Pico Roberto en realidad es el pico La Miezca. En la mayoría de los mapas, al menos de cuando se hizo la ruta, no aparecía el nombre, por lo que lo "bautizamos" en homenaje a nuestro compañero Roberto, fallecido tiempo atrás. Colocamos incluso una cruz en dicha cima, que tiempo después destrozaron, no sin cierta razón por dicho error cometido. Lo correcto hubiese sido colocar una placa en su memoria y no esa cruz. En este resumen y fotos que publico mucho tiempo después no he retocado los datos, de ahí esta breve nota aclaratoria).

V ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”.

HOMENAJE A ROBERTO PÉREZ.

2ª ASCENSIÓN AL “PICO ROBERTO (MIEZCA)” Y AL “FONTAÑÁN”.

16-11-08            (Domingo)

Tras la anulación hace dos meses del encuentro del club previsto en Asturias, se decidió aprovechar el homenaje a Roberto que se había pensado realizar en el primer aniversario de su fallecimiento para unir las dos actividades, lo cual puede quedar formalizado de aquí en adelante. Para ello se pensó por parte de varios socios del club en colocar una cruz en una cumbre sin nombre definido y bautizarla con el de Roberto. Así se hizo por parte de Ramón, Amador y Javi F. días antes de la celebración de este encuentro en una cima de la zona de Gordón, que realmente se conoce como La Miezca, y a la que ya habíamos subido algunos en otra ocasión anterior junto con el cercano Fontañán. Allí colocaron una peana de rocas y la cruz con el nombre y la altitud de la misma, 1600 metros.
Como es habitual en estas actividades, una segunda parte de la jornada se dedica a la gastronomía, y en esta ocasión nos decantamos por hacer la comida en “Casa Senén” de Vega de Gordón. Días antes fuimos completando la lista de los participantes en la misma que quedó formada por las siguientes personas: Nati, Piedad, Álvaro, Roberto, Adelino, José Luis, Juan, Toño, Javi F., Corín, Ramón, Amador y yo por parte del club. Además nos acompañaron: Sena, Fernando, Goyo, Alsina, Cundi, Ana e Isabel, éstas dos últimas solo fueron a la comida.
A las 9:00 horas quedamos en Guzmán parte de los componentes que íbamos. Toño me recogió en casa antes de dirigirnos a dicha plaza donde nos reunimos con el resto. En los coches de José Luis y de Toño nos acomodamos además Nati, Adelino, Piedad, Roberto, Juan, Álvaro y yo. El resto iba en otro grupo y lo hacían por la carretera de Asturias en vez de por la de Caboalles como nosotros. Con el cielo completamente despejado salimos de León hasta poco antes de La Magdalena donde tomamos el desvío a La Robla. Así llegamos a Olleros de Alba, 1100 m, donde acababa de llegar el resto de compañeros. Nos preparamos para la ruta y antes de emprenderla sacamos una foto de todo el grupo. A las 10:00 horas comenzamos a caminar por una pista marcada por Cuatro Valles como “Ruta del Fontañán”. En un cartel se indica y explica la misma.
Paralelo al camino baja el arroyo San Martín, no Marzán como apunté en la anterior salida a esta zona hace cuatro años. En hilera íbamos subiendo suavemente atravesando el arroyo poco después por unas rocas. En el cauce vimos luego una bonita cascada entre arboleda. No tardando dejamos atrás un merendero con mesas y bancos de piedra. Había una buena helada, aunque se presentía un día caluroso, como así resultó.
En pocos minutos se llega a la entrada del desfiladero donde se atraviesan varios pasos estrechos en los que han encauzado el arroyo y cementado el firme para que no lo desmonte el agua. Por los laterales suben grandes canales en las que se pueden ver ejemplares de encinas. Las formaciones rocosas son de lo más curiosas construyendo sierras afiladas y paralelas.
No es muy largo este desfiladero y enseguida lo dejamos atrás abriéndose el valle a continuación. Enseguida vemos bosques de hayas y robles con su colorido otoñal ya muy adelantado. El camino sigue subiendo cómodamente por la margen derecha del arroyo y al su lado encontramos una fuente de cemento de la que sale un buen chorro de agua. A mí se me había olvidado llenar la cantimplora pero iba convencido de que la llevaba con agua y no cogí. Al lado mismo de la fuente terminaba una vaguada lateral por la que luego bajaríamos sin saber a que punto nos llevaba.
Ya bastante arriba veíamos una cumbre de frente que aún no sabíamos que era el pico Roberto, al menos los que no habíamos subido. Por mi parte, era una de las rutas de la que no me acordaba para nada tras haberla hecho hacía cuatro años. El grupo se había disgregado e íbamos distanciados unos de otros. Así llegamos al final del valle donde el camino se empinaba hacia la collada de Las Yeguas. Además, en vez de seguirle, lo fuimos cogiendo más directamente, por lo que se hacía aún más empinado. Amador había atajado por el medio del robledal y al resto ya se les veía muy arriba.
Echando la vista atrás pudimos ver ya la cumbre del Fontañán con sus dos cuernos definidos. A las 11:10 horas alcanzamos nosotros este collado de 1526 metros de altitud. Desde allí se podía ver la cumbre del pico Santiago así como las de los Llamargones y el Altico. Con todos ellos nos sacamos unas fotos Álvaro, Juan, Roberto y yo, que éramos los que subíamos juntos. Cundi había quedado por detrás y Nati, como siempre, iba a su paso tranquilamente.
El camino no pasa por el mismo collado, si no que lo hace unos metros por debajo ladeando las cimas cercanas. Atravesamos el robledal y no tardamos en situarnos frente al pico Roberto al que nos dirigíamos. Allí teníamos que abandonar el camino, que daba un giro hacia el Fontañán. Como referencia puedo apuntar la existencia de un panel informativo situado allí mismo. En el suelo dejamos marcadas unas flechas para que Cundi no siguiese por el camino.
Nos metimos de lleno en una vaguada viendo a parte de los compañeros subir por la misma mucho más arriba. Algunos incluso ya estaban en la cumbre que no se llegaba a ver desde allí. La pendiente era más fuerte pero se hacía cómoda de subir. Desde el camino restaban unos 100 metros a la cima a través de pedreros y matorral bajo. El paisaje era cada vez más amplio hacia el sur donde se podía ver la carretera en el fondo del valle. Así mismo se veía todo el cordal que une esta cumbre con el Fontañán tras el cual se elevaba el humo de la central térmica de La Robla.
A las 11:50 horas llegamos a la cumbre del pico Roberto en la que ya estaba la mayoría de los compañeros. Como habíamos acordado, subimos unas cervezas y refrescos para tomarlos brindando por Roberto. En un casette sonaba música para amenizar dicho homenaje. Sobre una base de piedras pegadas con cemento estaba la cruz de unos 40 cm con la inscripción “Pico Roberto 1660 m” hecha por Ramón. Si eché en falta, y se lo comenté, haber colocado un pequeño buzón adherido.
La vista desde allí era espectacular. Bajo nosotros se veía La Pola de Gordón y otros pueblos cercanos. Por encima de estos, y algo alejados, se elevaban el Fontún y el Brañacaballo cubierto de nieve. También el Correcillas, Valdorria, Espigüete, etc. Al suroeste también se podía ver la silueta del Teleno y al sur parte de la ciudad de León. Por el norte corría la sierra hacia el Altico y los Llamargones y por el sur hacia el Fontañán.
Apenas si corría una ligera brisa por la que había que abrigarse un poco, aunque sin necesidad de cazadoras. Por parte de Javi F. se leyó la letra de una canción que luego escuchamos en el CD. Un poco por debajo de la cumbre estaban los restos de las trincheras de la guerra civil en las que se acumulaba un nevero donde habían puesto a enfriar la bebida. Tras hacernos una foto de todo el grupo, vimos con sorpresa que llegaba también Nati a la cumbre, por lo que volvimos a colocarnos para estar todos en la instantánea.
Poco después de las 13:00 horas algunos decidimos pasar hacia el Fontañán, teniendo en cuanta que deberíamos de estar abajo sobre las 14:30 horas. Lo hicimos por la misma loma pero más arrimados a la cresta. Los primeros en bajar nos sacaron mucha ventaja, de echo ya nos les vimos más hasta llegar abajo. Por detrás quedamos Adelino, Álvaro, Roberto, Cundi y yo. Bajamos un pedrero y bordeamos unas rocas cercanas. Por la vaguada veíamos bajar a los que no se habían decidido a subir esta segunda cumbre. Siguiendo el sendero dejamos atrás un pequeño ruedo de robles. De vez en cuando veíamos los restos de unos soportes metálicos anclados en el suelo con cemento. También volvimos a ver algunas señales de la ruta que habíamos perdido al subir al Roberto.
Haciendo suaves toboganes llegamos al comienzo de la última pendiente hacia el Fontañán. Echando la vista atrás comenzaron a aparecer las bonitas cumbres del Las Tres Marías y el Ortigal al lado. A las 13:55 horas llegamos a una de las cumbres del Fontañán en la que se emplaza una cruz con buzón. En el mismo había una tarjeta y una libreta con numerosos relatos de anteriores ascensiones. Allí nos sacamos una foto los cinco, ya que el resto ya había comenzado el descenso. Cerca de esta cumbre vimos un pasadizo por debajo de las rocas. Como ya apunté, en esta zona quedan numerosos restos de las trincheras de la guerra civil. En la segunda cumbre a la que nos acercamos enseguida se pueden ver más claramente las fortificaciones con los huecos desde los que se vigilaba y se disparaba al enemigo. Desde ambas cumbres se ve claramente La Robla. Hacia el norte, además de Las Tres Marías, se podía ver ahora Peña Ubiña.
No tardamos en emprender el descenso ya que íbamos apurados de tiempo. Lo hicimos siguiendo la vaguada del Reguero de Enmedio. En su primer tramo estaba muy abierta y se bajaba bien. Cundi se iba quedando atrás y Roberto con ella. Por su parte, Álvaro cogió carrerilla y le perdimos de vista enseguida. Adelino y yo quedamos en medio. Más abajo se fue estrechando el valle y nos encontramos con pedreros de rocas planas donde había bastante peligro de resbalar sobre ellas. De echo lo hice en varias ocasiones aunque supe guardar el equilibrio. Sí que me torcí un poco un tobillo sin mayores consecuencias.
Por delante vi a dos o tres personas que no pude reconocer, pero me parecían del grupo nuestro. Decidí adelantarme y casi corriendo les alcancé ya muy abajo, eran Amador y Goyo. No tardamos en llegar a la confluencia con el camino del valle principal en el punto donde se emplazaba la fuente con pilón y donde estaban también más compañeros. Eran las 14:40 horas.
Mientras ellos continuaban la caminata, yo decidí esperar por Cundi, Adelino y Roberto. Saqué mientras unas fotos de un bonito robledal que reflejaba la luz del sol en sus hojas ya amarillentas. Diez minutos después llegaban éstos y continuábamos el regreso nosotros también. Enseguida llegamos al comienzo del desfiladero en cuyas paredes también se reflejaba el sol ya decadente.
Sin detenernos un momento y ya con apremio dejamos atrás este cañón. Fuera de él se encuentra el merendero y la pequeña cascada en el arroyo que también franqueamos antes de llegar por fin a la carretera a las 15:10 horas. Sin perder un minuto nos repartimos en los coches y emprendimos el trayecto hacia Vega de Gordón. Por la comarcal llegamos a La Robla y entramos en la nacional hacia dicha localidad. En este tramo se pueden ver las obras que se están realizando para el tren de alta velocidad.
Así llegamos a Vega de Gordón aparcando cerca del restaurante “Casa Senén”. Allí me cambié de ropa y subimos a la parte de arriba donde ya nos tenían la mesa preparada para los 20. Habían elegido el menú del día con dos platos, postre, bebida y café. Para los 12 € que costó estuvo muy bien. Durante la comida le cantamos el cumpleaños feliz a Javi F. ya que había sido su cumpleaños dos días antes. También saqué una serie de fotos de todos los participantes de dos en dos. Al final de la misma visualizamos en el ordenador de Javi un montaje audiovisual con Roberto como protagonista.
Poco antes de las 18:30 horas emprendimos el regreso a León mientras anochecía. De camino pudimos ver la silueta de los dos picos ascendidos y la loma intermedia. Tras haber subido el Rabizo disfrutamos de una bonita vista de la línea rojiza del horizonte que poco a poco se fue difuminando. Entramos en León y cerca de San Marcos quedaron Juan y Nati. Ya en Armunia me despedí de Toño que continuaba el viaje hacia su casa.
De esa forma finalizamos esta emotiva jornada en la que quisimos rendir un homenaje a nuestro compañero Roberto Pérez al que una maligna enfermedad se lo llevó hace poco mas de un año. En memoria suya.






















lunes, 10 de noviembre de 2008

LA CERVATINA (Puebla de Lillo) 09-11-08

 


1ª TRAVESÍA “LA CERVATINA”.

09-11-08         (Domingo)

En esta ocasión hemos modificado la actividad prevista, la ascensión al Miro de Tejedo, por otra improvisada tres días antes. La razón no era otra que evitar la repetición de dicha ascensión adelantada a principio de este año en sustitución de otra que no era posible realizar por la climatología. Cómo los que íbamos a realizarla éramos los mismos, fue ese el motivo de dicho cambio.
Desde el viernes anterior yo llevaba sufriendo molestias en el estómago que me tenían completamente bajo de forma. Por ello llamé a Roberto para avisarle de que no se extrañasen de que el domingo no pudiese ir, aunque les llamaría para comentárselo.
Ese día me levanté mas o menos regular y decidí arriesgarme ya que la ruta era corta y de escaso desnivel. Había elegido, ya antes de comenzar las molestias, una ruta marcada y publicada en folletos situada en Puebla de Lillo y conocida como “La Cervatina”.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán los cuatro componentes de esta salida: Álvaro, Roberto, Adelino y yo. En el coche de Adelino nos acomodamos y emprendimos el viaje hacia dicha población. Lo hicimos por el Puente Villarente y Boñar mientras las nieblas se mantenían cerradas en los altos. Así bordeamos el pantano del Porma y llegamos a Puebla de Lillo sobre las 9:20 horas. Aparcamos el coche y entramos al bar donde tomaron un café. Yo me abstuve para no forzar el estómago.
A las 9:45 horas emprendimos la marcha dirigiéndonos hacia el torreón de donde se suponía que partía la ruta. Pues bien, no encontramos marca alguna de la misma por allí y preguntando nos remitieron de nuevo a las cercanías del bar Madrid donde habíamos estado. Una vez allí tampoco había rastro de cartel alguno que señalara dicha ruta, por lo que más o menos orientando el mapa, salimos por un camino con dirección suroeste por encima de los prados. No estaba éste muy marcado y parecía usarse solo para los prados. Poco a poco fuimos viendo más abajo a la izquierda otro mas ancho por el que habíamos subido al Susarón y en el que veíamos un gran cartel. Sin más decidimos atravesar por los prados y perdimos la altura que ya habíamos cogido hasta llegar a dicho camino, cerca del indicador en el que estaba el mismo mapa que yo llevaba de la ruta. Eran las 10:05 horas.
Unos indicadores de madera señalaban la ruta de La Cervatina y el Valle de Celorno, que no era otro que al que nos iba metiendo el camino por el que habíamos salido. Como referencia para próximas veces hay que coger el arroyo de Celorno que en ese punto sí que pasa al lado de la ruta y que entra paralelo al camino en Puebla de Lillo.
Sin más retomamos la marcha por el ancho camino que transcurre por la base de la cara norte del Susarón. Pasamos una cancilla abierta mientras íbamos ascendiendo muy suavemente entre prados. Por la izquierda subía la vaguada por la que en marzo de 2006 ascendimos a ésta cumbre. La dejamos atrás y no tardamos en llegar a La Fuente del Obispo, un manantial al que han acoplado un grifo sobre una gran roca cerca de la cual también había un banco. Según el mapa, llevábamos algo más de dos kilómetros y eran las 10:30 horas. Yo llevaba el podómetro, pero no sé porqué en este primer tramo no me hizo bien los cálculos.
Continuamos subiendo poco a poco con las nieblas persistentes por encima de nosotros. Al menos no llovía ni hacía frío. En las laderas vimos plantaciones de pinos aún muy jóvenes. También comenzamos a pisar algunos neveros. Llegamos de esa forma al punto donde la ruta se bifurcaba. La opción corta de la misma partía de allí atajando por el collado de Las Posadas hacia la zona recreativa de Pegarúas. Un joven conocido de Álvaro nos dejó atrás allí cogiendo éste desvío de la misma. Hasta el merendero marcaba 1,9 Km y 1 hora de duración. Por el contrario, la opción larga nos llevaba al monte de La Cervatina para el que quedaban otros 3 Km y también en una hora. Eran las 11:10 horas.
Nosotros avanzamos por ésta última dejando a la derecha la peña de La Solana. Poco a poco fuimos viendo más hayedos en cuyos ejemplares apenas si quedaban ya hojas. Era curioso como la niebla formaba una línea definida en la ladera tapando por completo la parte alta de las cumbres y lomas. El camino moteado de nieve y el tono del día daban al paisaje un aspecto totalmente invernal. Roberto y yo nos lo íbamos tomando con calma ya que según había comentado no iba mejor que yo desde hacía días. Como teníamos tiempo de sobra nos lo tomamos con mucha calma.
Así llegamos a la Vega Ternillo, una pradería rodeada de un bonito bosque. Allí se acumulaba algo más de nieve y en el camino habían echado grava gruesa para evitar atollamientos de los vehículos. La ruta daba allí un giro de noventa grados para subir por el medio de la ladera entre el bosque. Unas estacas en las que marcaba la inscripción “PR-LE 28 La Cervatina” nos iban señalando de continuo los cruces y desvíos sin que hubiese posibilidad de pérdida.
Situados por encima de la vega paramos a sacarnos unas fotos con las que luego nos reímos un rato, y lo explico. Con la cámara hago una secuencia de fotos de cinco o seis seguidas en las que nos colocamos juntos y nos vamos moviendo como nos parece. Luego, cuando hago el montaje audiovisual, le pongo música y repito la secuencia de fotos varias veces pareciendo que bailamos a su ritmo. El humor que nunca falte.
Seguimos subiendo suavemente entre aquel bonito bosque, ya medio pelado, pero de un contraste extremo con la nieve. En el camino se ven varias rodadas de vehículos que han pasado anteriormente y otras de personas. La ruta da tantas curvas y recurvas que apenas nos podemos situar en el mapa aproximadamente. Solo cuando llegamos a algún punto señalado, como el cruce con el arroyo de Ruidosos, nos emplazamos exactamente. Un cartel de madera nos indica éste regato que forma un bello rincón entre la blanca nieve, el verde musgo y las hojas marrones. Eran entonces las 12:15 horas y llevábamos unos 4,5 Km.
El camino desciende un poco ahora y se abre el bosque. Incluso en el cielo pueden verse algunos claros por los que quiere colarse el sol. Poco dura este descenso antes de retomar la subida que nos lleva a una zona en la que vemos una amplia panorámica hacia atrás. De nuevo hacemos vaivén y bajamos entre bosque con algunos acebos hasta llegar a una bifurcación por la derecha que, mirando ahora el mapa más detenidamente, bajaba al encuentro del arroyo Ruidosos. Sin dejar la ruta encontramos un tramo donde se ha derrumbado parte del camino estando vallado y balizado con señales.
Mas adelante volvemos a tener una bonita panorámica en la que se pueden ver algunas cumbres de la sierra del Arveyal. Cerca dejamos el Canto del Oso ya camino de La Cervatina. El camino comienza a descender, lo cual nos mosquea un poco ya que vamos creyendo que el punto más alejado de la ruta se emplaza en lo que es la parte alta, cuando si miramos bien el mapa no es así. La Cervatina es un monte, pero la ruta no pasa por su parte alta. Incluso estudiando bien el mapa veo que está situado bajo el pico Mahón, que en el de la ruta no llega a aparecer.
El camino como digo, va descendiendo casi rectilíneo hasta que por fin llegamos al punto clave. En una cerrada curva encontramos una bifurcación en la que una señal nos indica la situación del tejedo a 400 metros de allí cuesta arriba. Son las 13:00 horas y llevamos 6 Km recorridos.
Siguiendo otro ancho camino de ascenso llegamos en pocos minutos a un cercado de estacas y alambrada dentro del cual vemos ya algunos ejemplares de tejos centenarios. Accedemos al recinto por una puerta y bajamos unos metros para ir contemplando la docena de tejos que hay en dicho monte. Con altura de hasta 10 metros y troncos de 4 de diámetro, son ejemplares de una gran belleza. Sus retorcidos troncos parecen raíces fuera del terreno. En un cartel informativo leemos algunas de sus características y nos da a entender que la razón de haber vallado el lugar es evitar la entrada de animales que los dañen. Tras unos minutos disfrutando de este bonito entorno salimos de nuevo y regresamos al punto de desvío. A las 13:50 horas retomamos la ruta en éste punto más alejado del pueblo y con algo más de la mitad del recorrido por hacer. La ruta completa son 13,100 Km. y llevábamos 6 Km.
Enseguida nos encontramos con otro bonito rincón en el que las hojas hacían un mullido manto en el suelo. Allí nos sacamos otra serie de fotos similares a las primeras y luego otras más andando por el camino y empujándonos unos a otros. Aquí nos dejó detrás una pareja.
Poco a poco fuimos bajando por el valle de Támbado y el bosque fue quedando arriba. Al otro lado del arroyo del mismo nombre corría la sierra del Arveyal. Entre las nubes el sol comenzaba a lucir, aunque en algunas cumbres se mantenía la niebla cerrada. Me quedaré con la duda de saber si alguna de las que veíamos era el Mahón, cosa de la que estoy casi seguro. Sí que, viendo algunas fotos de las que saqué cuando subí a dicho pico, se ven tramos del camino de esta ruta.
Llegamos a la confluencia del arroyo Támbado con el de Rebueno, que precisamente nace en las laderas de otro de los picos que subí aquel día. Al fondo del valle de este arroyo se veían varias cumbres cubiertas de nieve. En esos momentos lucía el sol y se habían abierto grandes claros. No tardando tuve que sacar la gorra ya que incluso “picaba”.
A partir de allí se allanaba el terreno considerablemente. Cuando retomamos la marcha en el desvío a la tejeda habíamos calculado estar en el merendero a las 14:15 horas, pero ya eran las 14:20 horas y nos quedaba aún un trecho. El camino iba paralelo al arroyo Rebueno al que ya se había unido el de Támbado. El valle era ancho y por la ladera sur se veía un gran pinar de escasa altura. Al lado del camino vimos un curioso chorro que salía por los tubos de un ladrillo.
Llegamos a la fuente de Fombea, otro manantial cerca del cual vimos las ruinas de un caserío de piedra. Algunos altos troncos escoltaban el camino que ahora se encontraba cubierto de una capa de piedras blancas entre las que había restos de talco, de cuyas minas cercanas sale este firme.
Por fin divisamos el área recreativa de Pegarúas, cerca de la cual viene a parar el circuito corto. En pocos minutos llegamos a la misma entrando en el recinto vallado por una estrecha cancilla que evita el acceso de animales. En ella había un grupo de personas. En una de las mesas construidas de piedra y bancos del mismo material nos acomodamos. Eran las 14:45 horas y llevábamos 9 Km. más el desvío al tejedo.
Yo no había llevado más comida que tres piezas de fruta. Comí una de ellas y unos pinchos de tortilla que llevaban ellos. No quería meter mucho más para no forzar el estómago aún.
Una hora estuvimos allí antes de retomar la marcha para recorrer los últimos 4 Km. de la ruta. Por encima de la pista pudimos ver la ermita de Pegarúas a la que se accede desde allí mismo por otro camino. Atravesamos un paso canadiense para el ganado, que veíamos pasando en los prados, y al fondo unas bellas formaciones rocosas de afiladas crestas entre el bosque.
Dejamos algunos desvíos de la pista, entre ellos uno a la laguna de Aguezo y poco a poco fuimos entrando en el valle del río Silván, siendo éste el principal en el que ya se emplaza Puebla de Lillo. Pasamos un tramo asfaltado antes de desviarnos hacia otro camino cerca del cual había una especie de pequeño refugio de piedra y teja. Estábamos de lleno ya en la vega del río Silván bordeando Peña Redonda y el pico del Águila. En sus laderas crecía más bosque marronáceo de colores contrastados entre las peñas. Yo ya iba algo cansado y con ganas de terminar la ruta, que aunque no muy larga ni dura, las condiciones en las que la estaba haciendo no eran las mejores. A Roberto le pasaba otro tanto.
No tardamos en encontrarnos con el camino encharcado y embarrado y para sortearlo salimos algunos tramos hacia las praderas. Por el valle transcurría la carretera que sube hacia San Isidro. El cielo se había cubierto completamente de nuevo cuando llegamos a la altura de un puente sobre el arroyo por el que se salía a la carretera. Por parte de Roberto se propuso pasar este puente abandonando la ruta a un kilómetro del pueblo y acercarse hasta el restaurante en el que habíamos parado de camino y de vuelta al Pileñes. Así lo hicimos y entramos al mismo donde tomamos unos refrigerios cuando eran las 16:45 horas. Allí me encontré con un antiguo compañero de trabajo.
A las 16:20 horas salimos para recorrer el último kilómetro hasta Puebla de Lillo. Optamos por hacerlo ya por la carretera en vez de retomar la ruta que daba un poco más de rodeo y que no tenía interés especial alguno. La niebla cubría totalmente la cima del Susarón que se alzaba tras el pueblo. Igualmente los Mampodres apenas aparecían tras las nubes.
Dejamos atrás el desvío de Cofiñal y no tardamos en entrar en Puebla de Lillo por la carretera general. Por otro puente atravesamos el río y dejamos a un lado el Torreón antes de terminar por fin la ruta a las 17:35 horas y tras unos 14 Km. recorridos, en total.
Nos cambiamos allí mismo, al lado del coche, y decidimos entrar a un edificio cercano que albergaba la oficina de turismo y una exposición sobre el Parque Regional de Picos de Europa. En la misma había varios paneles y objetos relacionados con el mismo, su flora, fauna y medio ambiente.
Salimos ya anocheciendo y sin más nos pusimos de regreso a León cuando eran las 18:10 horas. Volvimos a bordear el pantano, bastante mermado en su capacidad, y sin novedades fuimos acercándonos a la capital tras dejar atrás Boñar y el Puente Villarente. Poco antes de las 19:30 horas entramos en la ciudad donde nos encontramos retenciones en las cercanías del campo de fútbol y el palacio de deportes por sendos partidos. En Guzmán me dejaron los compañeros y allí cerca tenía la furgoneta en la que volví a casa.
Una bonita ruta para esta jornada tranquila en la que el cuerpo después de todo me respondió mejor de lo que me esperaba. A la hora de terminar este resumen, miércoles día 12, ya estoy bastante repuesto de dicho malestar.
El domingo que viene espero estar en plena forma ya que tenemos la salida en la que homenajearemos a nuestro compañero Roberto Pérez, fallecido hace un año tras la larga enfermedad que le alejó de la montaña y de todos nosotros.