lunes, 15 de diciembre de 2008

BELÉN DE CUMBRES - "LOS LLANOS" - (Pola de Gordón) - 14-12-08

 


1ª TRAVESÍA “POLA DE GORDÓN- LOS LLANOS- POLA DE GORDÓN”. (Belén de Cumbres).

14-12-08                (Domingo)

Finalizamos el calendario oficial del club “Cumbres de León” con el ya tradicional Belén de Cumbres. La climatología adversa de los días previos nos hizo variar la zona escogida para el mismo, que no era otra que Fasgar y el pico Arcos de Agua. La nieve caída hacía impensable acceder con seguridad a dicha zona e incluso estuvo a punto de hacernos desistir de colocarlo en cualquier otro punto. El sábado mismo comenzó a nevar en León y nos hizo replantear la conveniencia o no de salir el domingo a realizar dicha actividad. Apurando al máximo acordamos ver como amanecía ese día para decidir.
Por mi parte había pensado en varias rutas cercanas y con posibilidad de tener refugio o cueva para resguardarnos y colocar el Belén si venían mal dadas. Fue Miguel Ángel el que me propuso una ruta en Pola de Gordón, donde vive, y que yo no había hecho nunca. Era sencilla y pasaba al lado de un refugio en el que poder resguardarse. Trascurría por la zona de Los Llanos, situada en la falda del Cueto San Mateo y así lo acordamos y decidimos hacer.
Como suele suceder a menudo, basta que se trate de una actividad destacada para que el personal del club pase olímpicamente de asistir. Entre esos y los que no podían, el grupo quedó reducido a seis personas, que por otro lado no dejamos de pasarlo estupendamente y disfrutamos tanto o más que siendo mayor número. Los seis participantes éramos: Toño, Nati, Piedad, Miguel Ángel, Javi B., y yo.
A las 8:30 horas recibí la llamada de Miguel para decirme que allí estaba nublado pero no nevaba. En Guzmán nos reunimos los otros cinco que salimos en mi furgoneta media hora después. Por la carretera de Asturias fuimos avanzando detrás de una quitanieves que iba regando sal. La carretera estaba limpia de nieve aunque el resto se veía completamente blanco. Las nubes se alternaban con los claros.
Sin novedades llegamos a La Pola de Gordón, (1012 m), entrando en ella por unas calles heladas donde había que extremar la precaución. Las guías que llevaba para ir a casa de Miguel no dieron con la dirección buena y volvimos a salir a la general. Aparcamos cerca del camping y le llamamos quedando con él en la cafetería del mismo. Allí tomamos un café mientras llegaba y luego nos preparamos para la ruta repartiendo las botellas de cava y sidra, turrones, etc. entre todos.
A las 10:30 horas emprendimos la marcha por una pista completamente blanca al lado del camping. El sol no nos daba aún aunque en el cielo se veían numerosos claros azules. Yo paré un momento a meter en la mochila una bolsa y como suele suceder, ya no vi más al resto hasta media ruta, salvo a Nati con la que terminé haciendo la marcha tranquilamente. Cierto es que me mosqueó un poco ya que no es plan de ir seis y desperdigados, máxime cuando era una ruta para hacer tranquilamente y disfrutando el paisaje.
Poco a poco nos fuimos metiendo entre arboleda y prados blancos que formaban verdaderas postales invernales. A la izquierda, un poco por encima, vimos un merendero y cerca una caseta de aguas. Al lado del camino había también un pilón helado. No tardando encontramos una señal vertical con la inscripción “P.R.C. 38- Cueto San Mateo” y el tiempo a emplear. No mucho mas adelante comenzamos a ver dicha cumbre por delante de nosotros.
El camino transcurría por el valle del arroyo Santas Martas, según el mapa que ahora consulto. Dicho arroyo bajaba por nuestra derecha aunque no era visible. El ramaje de los árboles y arbustos cargados de nieve impedían su visión unos metros por debajo.
No tardó en cerrarse y comenzó a nevar suavemente. Dejamos atrás unos repechos de fuerte pendiente y tuvimos una bonita vista del valle con las laderas boscosas. Las cumbres que antes veíamos al otro lado de la carretera general quedaron totalmente ocultas tras la bruma. Por el móvil llamé al resto que me comentó que ya estaban en la cabaña. En el camino se acumulaba cada vez más nieve, aunque no era aún incomoda para avanzar.
Así vimos Nati y yo la cabaña por fin. Nos quedaban pocos metros para llegar a ella y lo hicimos cuando eran las 11:40 horas. En la chimenea habían prendido fuego con varios troncos que había dentro. Además tenía un fregadero con un grifo y desagüe y un banco con mesa. La paredes estaban totalmente cubiertas de pintadas.
Allí tomamos un café caliente que llevaba Javi en un termo y decidimos que se podía cerrar la ruta circular ya que apenas quedaba unos metros de subida. Además había abierto de nuevo un poco y volvíamos a ver las cimas lejanas. Nos sacamos unas fotos con la cumbre cercana del San Mateo de fondo. También comentamos la posibilidad de subir a dicha cima, aunque lo desestimamos ya que desde allí había un desnivel todavía de 400 metros de fuerte pendiente y además con las previsiones de tiempo que teníamos. Acertamos de lleno como se verá.
Como los troncos no se habían quemado enteros, los apagamos en la nieve y los metimos dentro para que no se mojasen. A las 12:15 horas retomamos la marcha siguiendo de nuevo las señales hacia el pico. Una vez más cogieron carrerilla mientras Nati y yo subíamos tranquilamente. De frente se alzaban algunas paredes del Cueto San Mateo y varias canales nevadas.
No tardó en darnos por fin el sol ya situados bajo la falda del pico por donde transcurría la pista. Al resto ya se les veía en una collada más adelante y comenzaban a bajar hacia la parte contraria. Nos cruzamos con un joven al que Nati conocía y con el que estuvo hablado unos minutos. Llegamos así a una zona donde crecía un pequeño grupo de hayas que formaba otra bella postal delante de las laderas del pico. En un panel se indicaba la flora, fauna y aves que se pueden ver en el entorno de la ruta. Unos metros más arriba se encuentra el collado al que llegamos a las 12:30 horas. La altitud allí es de unos 1200 metros y a la cumbre indicaba 25 minutos de duración. De frente veíamos ahora un alto pico nevado que no puedo identificar.
Sin más tardanzas retomamos la marcha descendiendo suavemente hasta entrar en un bonito bosque. Encontramos de nuevo un bebedero de ganado totalmente lleno de agua congelada. Indescriptible era aquel entorno nevado entre ramaje y arboleda.
Llegamos así a una bifurcación donde estaba el resto esperando. Allí partía un sendero hacia la izquierda donde las señales indicaban a La Pola 1 h 25 m. y a Santa Lucía 1 h 30 m. Nos comentó Miguel que podíamos llegar a una pequeña cueva donde poner el Belén. Nos metimos entonces en el sendero cargado de nieve teniendo ahora a la vista el valle que bajaba a Santa Lucía así como la carretera nacional al fondo del mismo. Por el norte veíamos como se cerraba de nuevo con negros nubarrones. Una vez más quedamos rezagados aunque el motivo lo merecía. Fue en este tramo donde realmente pude sacar unas verdaderas postales invernales. A la hora de decidirme luego cual revelar o no me ha sido complicado desechar muchas. Aún nos dio el sol un rato ayudando a dar más contraste al paisaje ya de por sí inmejorable. Con la cumbre de fondo saqué varias instantáneas teniendo el bosque en primer plano.
El sendero se distinguía por estar un poco más limpio de maleza, ya que la nieve acumulada lo hacía todo uniforme. Por otro lado, íbamos siguiendo las huellas de los que nos precedían y también se veía alguna señal que otra. Eso sí, con niebla y no conociéndolo hubiese sido imposible la orientación. Llegamos a una segunda bifurcación en la que se desviaban las sendas de los dos pueblos, La Pola a la izquierda y Santa Lucia a la derecha. Al primero marcaba 1 h 5 m y solo 1 h al segundo. Nosotros íbamos a La Pola y nos metimos en el ramal izquierdo que aún era menos visible desde allí.
Poco a poco se fue cerrando y enseguida dejamos de ver paisaje alguno comenzando a nevar. Lo hacía además con ventisca y en algunas ocasiones parecían perderse la huellas de los compañeros que se iban difuminando en el terreno. Pasamos un bonito encinar y no tardamos en llegar a su altura que esperaban para desviarnos de nuevo hacia una zona rocosa en la que íbamos a colocar el belén. Aquel lugar es el que viene marcado en los mapas como Los Llanos.
Como ya apunté, yo le entendí a Miguel que había una cueva, cuando no era así. Simplemente era una zona de rocas en forma de pequeñas terrazas hacia la que nos acercamos llegando a la misma cuando eran las 13:45 horas.
Enseguida buscamos un saliente en el que colocamos las figuras del belén y todo lo que llevábamos para celebrarlo a su alrededor para sacar la foto oficial. Por la situación no era posible salir nosotros con todo ello a la vez, es más, era difícil hasta salir nosotros en grupo por falta de espacio para la cámara. Aún así no nos dificultó para comenzar la celebración abriendo el cava, la sidra y los turrones que son imprescindibles en estas ocasiones. No menos importante es el aspecto musical. Sacamos las partituras, (chuletas), y comenzamos a entonar los diferentes villancicos de las mismas mientras veíamos cómo, no sabemos por qué razón, arreciaba cada vez más la nevada. Resulta que el día antes no había encontrado las panderetas que normalmente llevamos, así que la función era “A Capella”. Al día siguiente di con ellas.
Disfrutando de todo ello estuvimos casi una hora. Las manos se quedaba heladas y no cesaba de nevar. Allí dejamos el belén recogiendo todo lo demás. Yo me puse unos guantes de latex que llevaba con los que no me mojaba las manos y podía usar la cámara, aunque como éstas ya estaban húmedas tardaron en entrar en calor.
Volvimos al encuentro con la ruta marcada y retomamos la marcha por ella. Pasamos entre bellos encinares cargados de nieve y anduvimos un rato paralelos a un arroyo. El poco paisaje que se veía era bonito de todas formas. Vimos más zonas de paredes rocosas moteadas de blanco y poco a poco nos fuimos metiendo en un enorme pinar. Yo paré un momento a cambiar la tarjeta de la cámara de fotos antes de seguir por el medio de aquel increíble paisaje de película.
Cuando nos reunimos de nuevo saqué unas fotos de grupo y resulta que salieron todas borrosas por la humedad del objetivo. Atravesando aquel pinar dejó de nevar un rato e incluso vimos el sol entre el ramaje. Así nos fuimos metiendo en una vaguada por la que transcurría el sendero que bajaba por la ladera derecha. Al fondo se veía más bosque entre la niebla que volvía a cerrarse y la nieve que caía de nuevo. En una rama se me enganchó el gorro de balón que llevo siempre a los belenes y quedó colgado de ella.
Sin darnos cuenta salimos Nati y yo al ancho camino por el que habíamos subido por la mañana. Viendo ahora el desvío era normal pasárselo sin darse cuenta. Solo una señal vertical con flechas hacia notar que por allí venía un sendero. Ya en éste vimos más rincones de extrema belleza a pesar de lo oscuro de la tarde. En cinco minutos llegamos a la altura del merendero y el pilón de agua. Dejamos atrás una casa por debajo del camino y no tardando vimos las primeras de Pola.
A las 15:50 horas pasamos al lado de las caravanas del camping. En el camino encontramos un muñeco de nieve cuyos brazos eran dos cardos. Hacia arriba subía un todoterreno que iba patinando en la nieve. En diez minutos llegamos al bar donde ya estaba el resto de compañeros. Allí tomamos unas consumiciones y estuvimos un rato. Cuando fui a sacar una foto me encontré que la cámara se había empañado por dentro y tuve que esperar un rato a que se aclarase.
Una hora más tarde salimos para emprender el regreso a León. La furgoneta estaba cubierta de nieve que hubo que quitar, al menos de los cristales. De allí al lado salió un quitanieves poco antes que nosotros. Nos despedimos de Miguel Ángel y al poco de salir a la nacional vimos un coche volcado en la cuneta contraria. No paramos por que estaba allí ya la guardia civil.
Durante el trayecto no cesó de caer nieve suavemente. Hice una parada para sacar unas fotos y grabar después de subir el Rabizo y sin novedades entramos en León a las 19:30 horas. Paré a dejar Nati y Piedad y en Guzmán a Toño y Javi. Aquí seguían escapándose copos de nieve y así llegué a casa cuando eran las 17:45 horas. Apunto aquí que una hora después se puso a nevar en serio y al día siguiente teníamos una capa de 20 cm en la ciudad. Las heladas posteriores la mantienen casi una semana después en muchos lugares.
Personalmente me resultó una jornada de montaña de lo más especial. Nos dejó colocar el Belén de Cumbres más o menos cómodamente y además disfrutamos de unos paisajes invernales que no envidian a las mejores postales. Con esta excursión finalizamos las mismas por este año, tanto del club como mías, ya que en Navidades no suelo hacer ninguna salida. Remataremos con la cena anual el sábado día 20.




























domingo, 7 de diciembre de 2008

ARROYO DE MELEROS (Geras de Gordón) 06-12-08

 


1ª TRAVESÍA “ARROYO DE MELEROS”.

06-12-08           (Sábado)

Aunque no programada dentro del calendario del club, hemos aprovechado este día festivo para hacer una sencilla travesía por la zona de Gordón, concretamente en Geras. Avisados todos los socios, solo cinco nos animamos a realizar la misma: Mateo, Cundi, Nati, Mª Jesús y yo. Tras unos días despejados, se cumplieron las previsiones de mal tiempo y la lluvia incesante no nos dio apenas tregua esta jornada. La ruta fue propuesta por Mateo y realmente me gustó a pesar de las condiciones en las que la hicimos. De todo ello doy cuenta en el siguiente resumen.
Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos a Guzmán de donde salimos a las 9:00 horas. Cerca del puente de San Marcos se nos unió Mateo saliendo poco después por la carretera de Asturias con la lluvia ya acompañándonos. Sin novedades llegamos a La Pola de Gordón donde nos desviamos por la carretera del puerto Aralla hasta llegar a un kilómetro antes de Geras de Gordón donde hay un puente sobre el río Casares. La nieve acumulada y la estrechez del puente me hizo extremar la precaución al pasarlo sin que se fuese la furgoneta hacia la barandilla. Entramos en el valle del arroyo Meleros y subimos unos 100 metros por un camino nevado hasta aparcar la furgoneta en una pequeña pradera con nieve y hielo. Eran las 9:50 horas y estábamos a unos 1100 metros de altitud.
Nos preparamos para la ruta que emprendimos diez minutos más tarde por el mismo camino paralelo al arroyo. No tardamos en meternos en un pequeño pero bonito desfiladero de enormes paredones y canales casi verticales. El camino se veía labrado en la misma roca y con armadura de piedras sobre el cauce. No tardamos en dejarlo atrás y se abrió el valle contemplando las laderas llenas de hayas apenas moteadas por las últimas hojas marrones del otoño. Preciosa también era la estampa que formaban los jirones de niebla que atravesaban delante de estos bosques.
Llegamos así a una bifurcación del camino. Por una parte cruzaba el arroyo Meleros y por otra subía paralelo a él. Mateo, que era el guía, nos dijo que había que atravesarlo para hacer la ruta larga. Por su parte, Nati y Cundi optaron por seguir de frente y hacer la corta qua pasaba un collado cercano y bajaba hacia Geras. Como luego supimos, dieron la vuelta sin terminar la circular.
Mª Jesús, Mateo y yo atravesamos el arroyo por unas piedras y comenzamos a subir por un ancho camino de fuerte pendiente con dirección Este. El paisaje era cada vez más amplio viendo varias cumbres de la Sierra de Arniza, dato que he sabido tras ver otro mapa en casa, ya que llevaba uno de escala grande poco detallado. Abundaban los robles en la ladera Sur por la que subía este camino hacia la collada del Pozo de La Fuente, al Norte del pico Colancho, que también situamos mal durante la ruta. A las 10:40 horas alcanzamos este collado de altitud 1275 metros, desde el cual pudimos ver el valle que baja hacia Cabornera y al fondo el Cueto San Mateo difuminado entre la neblina.
Cambiamos de dirección siguiendo un sendero entre escobas y cargado de nieve por la ladera del Colancho. Enseguida entramos en el bosque de hayas. En el mismo vimos rincones realmente bellos donde se conjuntaban las rocas cargadas de musgo, los árboles con ramas llenas de líquenes, troncos de grosor considerable y la nieve blanca tapizando todo ello. El sendero subía con apenas pendiente a través del mismo hasta que alcanzamos una zona de rocas a modo de mirador natural. El acceso era un tanto complicado en el sentido de que se podía patinar con las rocas húmedas y meter el pie en los huecos entre ellas. Desde allí se podía ver el valle y el camino por el que habíamos subido así como parte de Geras tras una loma.
Continuaba la senda por el medio del bosque que poco a poco fue difuminándose mientras nos metíamos a otra vaguada donde la nieve se acumulaba aún más en el sendero. Dejamos atrás la arboleda y comenzamos a subir con más inclinación por aquel estrecho valle entre el Colancho y el Cueto Melloza. La niebla ya nos envolvía aunque no muy espesa. Entre ella veíamos aislados árboles que crecían entre las rocas de las laderas en un paisaje totalmente invernal.
Pues bien, de pronto me llegó un fuerte olor nauseabundo cuya procedencia no tardamos en comprobar. En medio de la nieve había un gran animal muerto recientemente y medio comido. Se encontraba medio enterrado en la nieve y, aunque nos parecía muy grande, dimos por sentado que era una jabalí. Alrededor del mismo se veían restos desperdigados y multitud de huellas de lo que bien podrían ser lobos.
Continuamos subiendo por la vaguada hacia los puertos de Meleros y el Pico Feliciano, aunque abandonamos la misma para comenzar a subir por la ladera de la derecha con dirección a otra collada invisible tras la niebla. Un poco en zigzag fuimos tomando altura hacia la misma mientras la nieve era cada vez más abundante y blanda, ya que seguía lloviendo débilmente. De esa forma alcanzamos la collada situada al Sur del Cueto Melloza con una altitud de 1509 metros. Allí encontramos un bonito caballo marrón y blanco solitario en la pradera. Eran las 12:00 del mediodía.
Este alto daba paso de nuevo al arroyo de Meleros que habíamos abandonado al cruzarlo en el fondo del primer valle. La razón de no haberle seguido en su totalidad era el paso impracticable que había en el valle que lo seguía. Al otro lado de ese valle se entreveían las cumbres de la sierra de Arniza con altitudes en torno a los 1600 y 1700 metros. El panorama era totalmente invernal.
Intuyendo un sendero por lo que sería la parte baja de la ladera del Pico Feliciano, fuimos bordeando éste por su cara Norte con dirección a la cabecera del valle de Meleros. Volvimos a atravesar entre escobas antes de alcanzar otro pequeño collado cargado de nieve cerca del cual nos dijo Mateo que había varios acebos. Nos desviamos del sendero hacia la derecha y enseguida vimos varios ejemplares cargados de frutos rojos entre las verdes hojas puntiagudas. Eran las 12:30 horas.
Retornamos enseguida a la collada para seguir un sendero que habíamos visto entre la nieve desde los acebos. Por lo que fuera, no dimos con él y nos fuimos metiendo entre ramaje que sorteamos como mejor podía cada uno. Desde la collada fuimos perdiendo un poco de altura por esta ladera cargada de nieve. En la parte baja del valle se veía el angosto paso del arroyo entre rocas por la que según Mateo era imposible el acceso. Por esa parte se veía subir también la niebla.
Nos dirigimos hacia la cabecera donde se veían varias pequeñas cascadas en el arroyo Meleros. Hasta ellas nos acercamos para subir luego unos metros y situarnos en la vega alta donde nace este arroyo bajo las Paredes del Feliciano y el Alto de la Ensancha. El sendero atravesaba el arroyo para continuar valle arriba con dirección Oeste hacia la Sierra de Arniza. Por detrás de la misma se puede cerrar la ruta a través del arroyo Polanco que baja a Geras de Gordón. Decidimos allí mismo que, visto el panorama que teníamos, con niebla, lluvia y demás, no merecía la pena hacer este siguiente tramo de la ruta, máxime cuando era aún más largo del que llevábamos.
Mateo nos comentó entonces que más arriba, bajo unas paredes verticales, nacía el principal ramal del arroyo Meleros saliendo de la misma roca. Le convencimos para acercarnos hasta allí aunque para ello teníamos que subir una loma cargada de nieve entre la que serpenteaban varios arroyos que formaban el principal. En pocos minutos, cuando eran las 13:30 horas, alcanzamos este punto situado bajo el pico Feliciano y el Alto de la Ensancha, aunque no salía más agua que un pequeño regato que se metía enseguida bajo la nieve. Eso sí, el rincón tenía su encanto ya que alrededor del manantial se acumulaba el verde musgo que contrastaba con la roca y la nieve.
A las 13:45 horas comenzamos el regreso desde aquel punto bajando por las mismas huellas de ascenso hasta el paso sobre el arroyo. Desde allí intentamos buscar el sendero hacia la collada, cosa imposible entre el manto blanco. Mateo se fue hacia abajo, a las huellas anteriores, mientras Mª Jesús y yo lo hacíamos más arriba intentando no meternos entre las escobas. Al final tuvimos que bajar también unos metros antes de alcanzar esta primera collada, en la que se me había quedado que estaba el caballo, cuando no era así. Eran las 14:20 horas entonces.
Nos hicimos una foto de grupo con las cumbres ahora aún más cerradas por la niebla pero con un encanto invernal insuperable. De este paso al siguiente era más fácil el acceso y en diez minutos alcanzamos esta collada bajo el Cueto Melloza donde vimos el caballo. Nos acercamos a él unos minutos y le saqué alguna foto.
Allí abandonábamos el valle del Meleros y pasamos al paralelo. Bajamos la pendiente ladera hasta el fondo de la vaguada donde nos encontramos de nuevo con los restos del animal muerto. Pues bien, tras mirarlo detenidamente decidimos que era una vaca y no un jabalí. Con el palo de Mateo y los bastones escarbamos para intentar ver la cabeza, pero estaba tan cubierta de nieve que no era fácil. Sí que sacamos la cola a la luz y definitivamente vimos que se trataba de un caballo negro.
Continuamos bajando por la estrecha vaguada entre algunos arbustos pelados y procurando no meter mucho la pierna en la nieve blanda. Por encima se veían grandes formaciones rocosas en ambas laderas, las del Colancho de la derecha y el Cueto Melloza de la izquierda. Antes de llegar a la parte baja se desvía el sendero por la ladera del Colancho metiéndose enseguida en el bosque de hayas. La lluvia era más insistente mientras atravesábamos este paraje. Desde las piedras del mirador ahora apenas si se veía una pequeña parte del valle. A continuación bajamos un pequeño trozo de fuerte pendiente con roca a la derecha y la ladera por la izquierda.
A las 15:20 horas llegamos al último collado donde se enlazaba con el ancho camino. Tampoco desde allí era visible el valle contrario. Por la pista comenzamos el descenso hacia el arroyo Meleros. Mª Jesús nos dejó detrás y nos dijo que si llegaba antes seguiría hacia el pueblo, cosa que no entendimos ni Mateo ni yo. La niebla cubría todas las laderas sin dejar ver nada más que una mínima parte de la zona baja. Así llegamos al arroyo atravesándolo por las piedras.
Ya paralelos al mismo nos encaminamos hacia el estrecho desfiladero con las gargantas verticales surcando las paredes. Al lado del camino vimos una estrecha cueva que entraba en la roca. Con la lluvia como acompañante llegamos los dos a la furgoneta cuando eran las 15:40 horas. Pues bien, no vimos a Mª Jesús por lado alguno y nos extrañó que hubiese seguido hacia el pueblo sin dejar una nota o algo. Como digo, no la habíamos oído cuando nos lo comentó al dejarnos atrás. Algo mosqueados decidimos retroceder en su busca atentos a los márgenes del camino y río por si la hubiese ocurrido algo. Así desandamos unos 500 metros hasta la confluencia con el arroyo y decidimos volver a la furgoneta e ir hacia Geras sin más. En el pueblo la encontramos ya y fue cuando deshicimos el enredo. Pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde.
Allí cerca se encontraba el bar en el que ya habían comido Cundi y Nati, que habían regresado por el mismo camino al encontrarse también mucha nieve. Nosotros nos cambiamos y allí mismo comimos lo que llevábamos con unas consumiciones que pedimos. Mateo dio cuenta al del bar la existencia de los dos caballos acordando éste avisar al dueño en cuanto le viese. A las 17:20 horas, y con la lluvia incesante, nos pusimos de regreso a León. Durante el trayecto anocheció del todo llegando a la capital una hora más tarde.
Entrando por el paseo de Salamanca, donde dejamos a Mateo, encontramos retenciones por un atropello que había en dicha calle. Minutos después dejaba a Mª Jesús en casa y seguidamente llegué a la mía, terminando así esta penúltima salida de montaña de este año a falta del Belén de Cumbres del día 14.