lunes, 15 de septiembre de 2003

DESFILADERO DE LAS XANAS (Villanueva- Asturias) 14-09-03

 


1ª TRAVESÍA “DESFILADERO DE LAS XANAS”. (Asturias).

15-09-03     (Domingo)

De nuevo hemos salido el club de montaña para acometer otra actividad programada para este mes de septiembre en el vecino Principado de Asturias. Esta vez se trataba de una sencilla, pero no por eso menos bella, ruta por el desfiladero de Las Xanas en la zona de Proaza por donde también transcurre la conocida Senda del Oso ya hecha por nosotros en algunas ocasiones. La misma es de una belleza realmente destacable desde su comienzo hasta su final en el bonito pueblo de Pedroveya. Con un tiempo realmente inmejorable transcurrió esta travesía que a continuación relato detalladamente.
Minutos antes de las 9:00 horas salimos de Armunia Carlos, Miguel y yo en el coche del segundo. Tras recoger a mi hermana Juli, que aprovechamos para acercar hasta León, llegamos a Guzmán de donde teníamos prevista la salida. Allí nos unimos a María, José F. y José A. En los coches de Miguel y José F. emprendimos el trayecto por la carretera de Caboalles hacia el puerto de Ventana. En San Emiliano se nos unió el último de los participantes, Ricardo, que como no está federado aún y siguiendo las normas del club, tenía que ir en su coche propio. Para que no fuese solo, monté yo con él el resto del camino. Así llegamos al alto del puerto de Ventana desde donde comenzamos el descenso hacia la parte asturiana.
Tras bajar este puerto y pasar por un bello desfiladero, entramos en el valle de Proaza teniendo el trazado de la Senda del Oso muy cercano a la carretera. Así llegamos al aparcamiento del comienzo de la ruta situado en el desvío de la carretera que sube hacia Tenebredo, entre Tuñón y Villanueva. Aquí nos costó aparcar los coches debido a la gran afluencia de ellos que ya había.
Cuando comenzamos la ruta eran ya alrededor de las 12:00 horas. Salimos por la carretera antes mencionada recorriendo unos 300 metros antes de coger un desvío a la derecha ya por sendero en la ladera. El mismo está lleno de piedras sueltas a modo de calzada y va subiendo muy suave con dirección contraria a la que traíamos por la carretera. Poco a poco va girando hacia la izquierda metiéndose de lleno en el desfiladero en sí. Tras pasar un pequeño túnel se va pronunciando el desnivel hacia el río.
La senda es estrecha pero muy marcada. Aunque sin peligro, no hay que despistarse demasiado ya que en algunos puntos el desplome es de varios metros en vertical hacia el cauce. En otros lugares bajan pedreros también de fuerte inclinación. Salvando las distancias, tiene un parecido con la ruta del Cares. Salvo algunos repechos insignificantes, la pendiente durante el recorrido es muy baja. Hay que tener en cuenta que se suben 300 metros escasos en unos cuatro kilómetros.
En las laderas contrarias del río se alzaban grandes cimas con largos y pronunciados canchales. De continuo íbamos serpenteando por el sendero que en ocasiones se abría en la misma roca. Numeroso personal hacia la ruta en los dos sentidos pareciendo a ratos aquello una romería. Yo iba sacando fotos con la nueva cámara digital que estrenaba ese día al igual que la mochila. Vamos, que iba como un niño con zapatos nuevos.
Más adelante pasamos otro túnel pequeño y poco a poco fuimos nivelándonos con el cauce del río. En el mismo se oían numerosas cascadas, siendo este río muy utilizado para descenso de cañones. El encajonamiento que tiene da lugar a la formación de dichos saltos aprovechados para la práctica de esa actividad. Carlos y yo quedamos por detrás y bajamos hasta el cauce para ver uno de los saltos.
De nuevo en el camino nos metimos entre bosque de avellanos, castaños etc. Más adelante encontramos un puente de madera sobre el que pasamos a la margen derecha del río, cuyo nivel ya estaba igualado al del sendero. En él paramos a sacar unas fotos antes de continuar entre numerosa vegetación y cerca de un antiguo molino ya bastante derruido. Enseguida vimos a nuestra derecha unos prados hacia los que subía el sendero y en los que vimos sentadas a varias personas. Con la duda encima decidimos seguir otro ramal de la izquierda entre el ramaje hasta que comenzó a girar con la misma dirección que el anterior. De esa forma salimos a los prados y vimos de frente la ermita – iglesia de Pedroveya. Tras unos metros por la empinada pradera alcanzamos la misma viendo el pueblo unos 200 metros más adelante.
Eran las 13:30 horas aproximadamente cuando llegamos a dicho lugar. Verdes praderías entre altas cumbres y en medio los pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosangos hacían de dicho entorno algo verdaderamente idílico. Cercano a la iglesia, dedicada a San Antonio, vimos el centenario tejo del que hacían referencia los apuntes que llevábamos. A su alrededor se acomodaba numeroso personal comiendo y disfrutando del veraniego día.
Nosotros continuamos unos metros por la carretera que une la ermita con el pueblo y en una sombra de un árbol hicimos lo mismo. Sentados en la pradera comimos tranquilamente disfrutando de toda aquella maravilla visual. Al terminar, algunos nos animamos a bajar al pueblo, distante unos 400 metros. En él contemplamos varios hórreos típicos asturianos y otra pequeña ermita de piedra. Entramos al bar y tomamos un café, que tuvimos que soplar “muy mucho” para que enfriase. En el mismo, y en las mesas exteriores, se juntaba bastante gente degustando la típica fabada asturiana.
De regreso comenzamos a preparar para bajar. Sobre las 15:30 horas emprendimos dicho descenso. Cabía la posibilidad de hacer una ruta alternativa de regreso, pero había que subir hasta una collada y no había ya ánimo para ello. Se pasaría por Rebollada para subir a la misma y luego bajar a Villanueva desde donde caminaríamos por la carretera hasta el coche. Según el folleto nos llevaría unas tres horas más. Por ello cogimos el mismo itinerario de ida salvo al comienzo, que lo hicimos por el tramo que bajaba por los prados hasta dar con el cruce que antes habíamos visto y dejado atrás.
Así entramos en la senda entre vegetación dejando aquellas verdes praderas por detrás de nosotros. Volvimos a pasar cerca del molino y por otro puente de madera sobre un arroyo. Cuesta abajo empezamos a coger velocidad por la inercia a pesar de no tener prisa alguna. No tardamos en llegar a la segunda pasarela sobre el arroyo de Las Xanas continuando un tramo más por entre vegetación más o menos tupida. El río volvió a coger desnivel con la senda y poco a poco entramos en el desfiladero. El sol de la tarde daba otro aspecto distinto al paisaje, lo que motiva de nuevo a irse fijando en los detalles de la ruta.
Cercano al río, muy abajo, veíamos algunas sendas que suponemos utilizan los que practican el descenso de cañones, como ya dije. Aunque no es probable que haya mucho caudal de agua, ya que la altitud es poca y no nieva en abundancia, lo estrecho del desfiladero en algunos lugares sí que hace bajar el agua con fuerza.
Sin apenas darnos cuenta tuvimos a la vista el pueblo de Villanueva, en el valle de la carretera. El último trecho es el más empinado, si puede decirse que lo es. Tras atravesar el pequeño túnel variamos la dirección, ya paralela a dicha carretera, y en pocos minutos alcanzamos la que sube a Tenebredo. Solo nos quedaban esos 300 metros hasta la zona de aparcamiento donde teníamos los coches.
No eran las 16:30 horas cuando dimos por finalizada esta bella travesía. Sin tardanza nos cambiamos la ropa sudada y calzado, lo que constituye siempre un gran alivio. Por su parte José F., junto con María y José Antonio, que iban con él, se despidieron de nosotros ya que el primero tenía que ir hasta cerca de Gijón a coger unas cosas en una casa que por allí tiene. Nosotros optamos por acercarnos a tomar un refrigerio en Proaza, donde celebraban las fiestas del Cristo. En un bar estuvimos un rato antes de ponernos de regreso a casa.
En vez de hacerlo por Ventana, decidimos venir por Pola de Lena. Ricardo sí que venía por allí ya que quedaba en San Emiliano. En Caranga de Abajo cogimos el desvío a esta carretera en la que no tardamos en encontrar obras de ampliación de la calzada. Lo hicimos por aguantar y al final tardamos más que a la ida. Cómo no teníamos prisa alguna, no nos importó. Además, el paisaje que contemplamos mereció la pena. Al llegar al alto de La Cobertoria hicimos una parada para disfrutar más ampliamente del mismo. Hacia una parte teníamos todo el valle por el que habíamos subido con numerosas y altas cimas. A la vertiente contraria veíamos Pola de Lena en el fondo del valle y los coches pasando por la autopista.
Tras una breve pausa reanudamos la marcha bajando dicho puerto, ya sin obras, contemplando en las laderas una gran cantidad de sabinas con un bello color a la luz del atardecer. Un poco tarde las vi para parar a sacar una foto de ello. Así llagamos a Pola y entramos en la autopista hacia Campomanes. Optamos entonces por salir y subir el puerto ya que no era tarde aún. A la mitad pillamos un camión que sí nos hizo ralentizar la subida. Tras pasarlo en un tramo adecuado alcanzamos la cima y entramos en León. Sin novedad circulamos por la nacional pasando Villamanín, La Robla y entrando en la ciudad poco después. Alrededor de las 20:30 horas bajamos Carlos y yo en Armunia dejando a Miguel seguir el último trecho hasta Valdevimbre.
Y esto es todo lo ocurrido en esta jornada dominical. Acompañada la lectura de esto con la vista de las fotos, uno se puede hacer una ligera idea de lo vivido por el grupo durante la misma. Eso sí, como experimentarlo uno mismo no hay.