martes, 26 de julio de 2011

BOSQUE DE HAYACORVA (Cantabria) - CAÑÓN DEL EBRO (Burgos) - 23/25-07-11

 


1ª TRAVESÍA “BOSQUE DE HAYACORVA”. (Cantabria).

1ª TRAVESÍA “VALDELATEJA- CAÑÓN DEL EBRO- QUINTANILLA ESCALADA”. (Burgos).

23/25-07-11

Una vez más, y es el segundo año consecutivo, la climatología nos ha impedido alcanzar el objetivo previsto, que no era otro que la ascensión al pico Castro Valnera, en Cantabria. De nuevo la lluvia y niebla nos ha jugado una mala pasada teniendo que variar parte de los planes previstos para estos tres días.
Habíamos acordado realizar la travesía del Bosque de Hayacorva y el Castro Valnera, pudiendo solamente cumplir con la primera de ellas y sustituir la segunda por otra ruta en los Cañones del Ebro, en Burgos, como ya hiciéramos igualmente el pasado año. Después de todo aprovechamos bastante bien el tiempo realizando rutas de montaña, turismo e incluso playa.
Días antes habíamos acordado la estancia en un alojamiento rural de Liérganes, “La Cabaña”. Allí reservamos dos apartamentos para los 7 que íbamos desde León: Javi F., Isabel, Gabriela, Álvaro, Nati, Esteban y yo. En Cantabria, su tierra, nos esperaba Antonio, que ya llevaba unos días allí.

SÁBADO 23
Llegado ese día, el sábado por la mañana marchaban 4 de estos 7 participantes: Javi F., Isabel, Gabriela y Esteban. El resto lo hacíamos por la tarde por razones laborales. A las 18:15 horas salimos de Armunia en mi furgoneta Nati, Álvaro y yo. Por la autovía de Burgos llegamos a Osorno donde se enlaza con la de Santander. Avanzamos por ella hasta Reinosa decidiendo parar un poco en dicha localidad. Eran las 20:10 h. Aquí estuvimos tomando un refrigerio y dimos un paseo por un mercadillo de la plaza principal. En uno de los puestos compró Nati un trozo de queso.
Media hora más tarde retomamos el viaje por dicha autovía mientras perdíamos altitud hacia la zona costera. Ya en la entrada de Santander nos desviamos hacia Bilbao para dirigirnos al destino. En ese momento decidimos que podíamos acercarnos un rato hasta la playa de Santander, El Sardinero. Giramos en una rotonda y ya en la entrada a la ciudad encontramos retenciones. En ésta también se celebraba Santiago y había fiesta en algunos puntos de la misma.
A las 21:50 horas, tras 283 Km recorridos, aparcábamos en el paseo de la playa y bajamos a la misma donde vimos un par de pescadores a los que fotografié con un pez que habían cogido. En el mar se veía un gran carguero con numerosas luces. Las terrazas estaban repletas de gente disfrutando de la buena noche que hacía. Allí estuvimos hasta las 22:30 horas que reemprendimos la marcha hacia Liérganes, a 30 Km de allí. Abandonamos la autovía en Solares y por varias carreteras llegamos a dicho pueblo 45 minutos más tarde. Llevábamos 313 Km.
También allí había festejos y numeroso personal en una zona de casetas y chiringuitos. Preguntamos por la situación de la casa, cercana a la parroquia y el cementerio, indicándonos las afueras del pueblo y en la parte alta. Allí hablamos con la dueña de la casa en la que tiene varios apartamentos y sin más subimos al nuestro. Con los compañeros habíamos hablado y estaban cenando en dicho pueblo. No tardaron en llegar.
El apartamento constaba de una cocina-salón, un aseo y dos habitaciones de dos camas cada una en las que nos distribuimos Nati, Gabriela, Álvaro y yo. Sin más retrasos nos dispusimos a cenar tranquilamente en la cocina.
Tras acordar la hora de levantarse, nos acostamos ya a la 1:15 horas para descansar esa primera noche.

DOMINGO 24
A las 7:45 horas tocó el despertador. El panorama fuera era gris y había llovido por la noche. Las cumbres cercanas estaban cerradas por las nieblas. Desayunamos y poco después llegó Antonio. Nos reunimos “en concejo” para decidir qué hacer. La subida al Castro Valnera realmente no merecía la pena en esas condiciones, aunque algunos opinaban que se podía intentar. Lo cierto es que subir para no ver nada habiendo otras alternativas, como adelantar la ruta de Hayacorva, no resultaba muy lógico. Al final decidimos esta última opción, como ya hicimos el año anterior, y emprendimos el trayecto de 60 Km hasta Ucieda, localidad situada en el valle de Cabuérniga y Saja - Besaya.
Encontramos de camino una vuelta ciclista en dos ocasiones, la primera en una carretera y otra vez al tratar de evitarla por una alternativa. Por fin llegamos a Ucieda y lo atravesamos para salir por una estrecha carretera con dirección a una zona recreativa, La Casa del Monte, 272 m, en la que aparcamos a las 10:45 horas tras 375 Km recorridos en total.
Nos preparamos para la ruta con chubasqueros, ya que la lluvia caía fina a ratos. Allí cerca había una curiosa casa cuyo tejado bien parecía más un huerto lleno de hierbas y arbustos. En un puente nos sacamos una foto de grupo antes de comenzar la ruta circular de 12 Km a las 10:55 horas. Ya adelanto que lo único que le quitó encanto a la misma, para mi gusto, es que toda ella, salvo el desvío al refugio, transcurre por camino en vez de por sendero.
Desde el primer momento comenzamos a ver ejemplares de hayas de retorcidas formas y gruesos troncos. Caminamos paralelos al río Bayones dejando atrás enseguida la finca “La Cabaña del tío Mero”. Más adelante llegamos al comienzo de la ruta circular en sí donde uno de los desvíos, por el que volveríamos, marcaba “La Vuelta de la Gotera” y el otro “ Ruta del Hayacorva”, ambos señalizados como PR-S 111 y PR-S 112 respectivamente.
Seguimos el segundo encontrándonos algunos bancos de madera a la vera del camino. Los helechos inundaban los espacios despoblados de arboleda y numerosos arroyos atravesaban el camino por desagües acondicionados a tal efecto bajo el firme. Serpenteamos por el valle arriba dando algunos giros casi completos. El grupo se había dividido e íbamos espaciados unos de otros. La lluvia seguía cayendo casi constante, unas veces más fuerte que otras. También vimos varios tocones de troncos invadidos por completo por musgo y otros ramajes. Poco a poco nos fuimos metiendo en la niebla que daba al paisaje boscoso un aire realmente místico. Entre la arboleda encontramos algún ejemplar de avellano con frutos ya con buen tamaño, pero aún verdes.
A las 12:30 horas llegamos al haya que da nombre a la ruta, el Haya Corva, un gran ejemplar de esta especie situada en medio de una curva cerrada del camino. Algunos nos sacamos una foto allí mientras el resto ya caminaba por delante. A la par venía también un grupo de jóvenes de Valladolid con los que nos fuimos relevando de continuo hasta el refugio de Urizosas, punto más alto de la ruta al que hay que desviarse un tramo. Estando en este punto del haya nos adelantó Javi, que iba corriendo camino arriba. Por su parte, Nati e Isabel ya quedaban por detrás.
Desde el haya comenzamos a ascender por un tramo embarrado y algo más empinado. Al lado del mismo encontramos un gran trozo de tronco que a la vista parecía más bien una roca. Enseguida nos desviamos del ancho camino siguiendo una señal indicadora al refugio. Nos metimos en un sendero y atravesamos una cerca de través de una escalera de troncos situada a tal efecto. El sendero se perdía ahora entre hayas con troncos de grandes proporciones en su grosor. En ellos se veían grandes nudos o huecos que los cruzaban de lado a lado. La neblina que envolvía al lugar seguía manteniendo el halo misterioso.
Por detrás quedamos Álvaro y yo sacando fotos de este paraje y de pronto nos encontramos con que no sabíamos por donde había que seguir. Al final, y a voces, nos fue indicando Antonio la dirección hacia el refugio. Atravesamos antes un claro por el que pasaba un arroyo que encharcaba la pradera y en la que nos hundíamos los pies. Tras él mismo comenzamos a subir por otro sendero de nuevo entre el bosque en el que ya vimos el refugio de Urizosas. En cinco minutos llegamos a dicho lugar situado en la ladera de los Montes de Ucieda a 680 metros de altitud cuando eran las 13:15 horas y tras algo más de 5 Km recorridos.
El refugio consta de dos cuartos, uno de ellos cerrado. En el otro había una chimenea y un tablero tirado en el suelo. No estaba en muy buenas condiciones de uso realmente. Al poco de llegar nosotros nos alcanzó el grupo de jóvenes. Los árboles que lo rodeaban impedían ver el paisaje. Algo más arriba se abría un poco, pero la niebla hacia el mismo efecto. Antonio nos comentó la vista que desde allí se tiene de varios kilómetros en la lejanía. Allí tomamos un pequeño tentempié y descansamos un rato antes de ponernos de nuevo en marcha 25 minutos después.
A escasos metros del mismo, y un poco por debajo del sendero, nos indicó Antonio la presencia de una fuente en la que cargamos agua. De nuevo bajamos a las praderías que atravesamos para desandar el tramo anterior hasta salir al ancho camino. Seguimos por él encontrando más troncos caídos a ambos lados. Seguía embarrado el firme y lleno de rodaduras de vehículos, lo que le enfangaba aún más. También vimos troncos serrados encontrando poco después una máquina aparcada a la orilla. Entre la arboleda veíamos de vez en cuando parte del valle que estábamos rodeando.
Así llegamos a un arroyo que formaba un bello rincón en el que decidimos parar a comer. Eran las 14:45 horas. Nos acomodamos a su vera tranquilamente para reponer fuerzas reanudando la marcha 40 minutos más tarde. Entre el bosque vimos luego un curioso tocón de tronco de gran tamaño que semejaba totalmente la figura de un gato sentado, con la peculiaridad de tener un gran pico que a su vez le hacía parecer una lechuza. La imaginación al poder. Siguiendo la racha, y poco después, encontramos un delgado árbol que se había curvado y se había injertado en otro tronco formando un arco con dos raíces. Misterios de la naturaleza.
Vimos también algunos zarzales con moras un poco pasadas ya. Llegamos luego a una bifurcación en la que otra señal nos indicaba la dirección a la Braña de Zarza. En otras tablillas ponía “Sendero de los Árboles Singulares” y “Vuelta de la Gotera”. Estábamos en un mirador sobre el valle y el camino daba allí un brusco giro de 180 grados. Serpenteamos por él y atravesamos por un puente hormigonado uno de los dos arroyos principales de la cabecera del valle. Paralelos a éste fuimos perdiendo altura viendo de continuo curiosos ejemplares de hayas. Así dejamos atrás “La casa del Tío Maer” una finca vallada cerca de un puente de madera sobre el arroyo. Saqué varias fotos a los gruesos hayas que encontrábamos en esa parte de la ruta que además tenían formas retorcidas y singulares.
A las 16:15 horas cerrábamos el círculo en el punto donde además se unían los dos ramales que formaban el río Bayones. Nos restaban escasos metros para terminar la marcha en el lugar de comienzo. Cerca del río se formaban también bellos rincones con pequeños rápidos y la vegetación de sus orillas. A las 16:22 horas terminábamos esta marcha de 12 kilómetros entre el bonito bosque de Hayacorva. Allí cerca había otra cabaña de madera que parecía sacada de una película del oeste.
Sin más retrasos emprendimos la marcha con intención de acercarnos hasta Comillas a ver si nos dejaba el tiempo meternos a la playa. En Ucieda salimos a la carretera principal y en un bar de la misma nos detuvimos a tomar un café. En su terraza tenía infinidad de plantas cargadas de bonitas flores multicolor. De nuevo en marcha, y antes de llegar a Cabezón de la Sal, se encuentra otro bello rincón, un bosque de secuoyas. A la entrada aparcamos y caminando escasos 50 metros ya nos encontrábamos entre infinidad de ejemplares de altura colosal. Una escalinata de troncos permite descender unos metros por el mismo y disfrutar de este singular rincón de belleza destacable. Desde un balcón se puede ver la amplitud del mismo exteriormente.
Ya sin detenernos llegamos a Comillas a las 17:50 horas y con el cuentakilómetros marcando 396 Km. No llovía, pero el cielo seguía encapotado, aunque algunos decidimos bañarnos. El agua estaba realmente fría, pero como siempre, una vez dentro se acostumbra uno. Esteban había llevado unas gafas de buceo y se metió más adentro. Tras un rato disfrutando del baño, salimos y nos cambiamos para dar un paseo por Comillas. Subimos por sus calles con típicas casas con balconadas y atravesamos la plaza donde hay una gran iglesia. En esta localidad se encuentra “El Capricho de Gaudí”, un monumento de singular belleza al que Álvaro, Gabriela y yo decidimos entrar tras abonar 5 € de entrada.
Realmente mereció la pena la visita. Su diseño colorista y el interior en el que predomina la madera es digno de ver. La visita no es guiada, pudiendo deambular por las estancias libremente con la ayuda de un folleto explicativo.
Una vez fuera nos reunimos con el resto, qua habían tomado un refrigerio allí cerca, y nos encaminamos sin más hacia los coches.
Teníamos la intención ahora de parar en Santillana del Mar y así lo hicimos a las 20:45 horas tras 416 Km totales. Por sus empedradas calles caminamos viendo las bellas construcciones de esta localidad en la que se encuentra el Museo de la Tortura o el del Barquillo, que entramos a visitar. De nuevo las balconadas cargadas de flores era nota predominante. Dimos una vuelta circular por el casco antiguo antes volver a por los coches ya para dirigirnos hacia Liérganes sin más paradas. Llevábamos 455 Km a la llegada a este pueblo.
Allí llovía y estuvimos buscando un lugar para cenar, según habíamos planeado para esa noche. Al final decidimos hacerlo en el restaurante “El Cantábrico” y en él nos acomodamos para hacerlo cuando ya eran casi las 23:00 horas. Pasamos un rato agradable y cenamos bien por 17 € cada uno.
Luego nos quedaba acercar a Antonio hasta su casa en El Tojo, a 26 Km de allí pasado Santander. Salimos a las 00:15 horas y llegamos 40 minutos más tarde. En esa casa estuvimos hace unos años cuando hicimos la ruta de la Vega de Pas en una experiencia inolvidable. Desde la misma puede verse Santander. No nos entretuvimos mucho, y con el ojo bien abierto para no equivocarnos de trayecto, recorrimos los mismos kilómetros hasta Liérganes. Pues bien, después de llegar sin problema alguno, fue aquí donde cogimos la calle equivocada y dimos varias vueltas hasta tener que preguntar para salir de dudas. Llevábamos 507 Km.
Total que eran las dos de la mañana cuando nos metimos esa noche en la cama.

LUNES 25
El reloj estaba puesto este día a las 8:00 horas. Nos levantamos comprobando que el día estaba aún peor que el anterior. Por la noche había llovido bien y ahora lloviznaba y teníamos la niebla allí mismo encima. Llegó Antonio, al que había traído un amigo suyo, y decidimos qué hacer. Ni siquiera ascender a unas pequeñas cumbres cercanas, Las Enguinzas, merecía la pena. También barajamos la posibilidad de irnos hacia Asturias, pero preveíamos que el tiempo en la costa podía ser el mismo, así que, tras deliberar el tema, decidimos repetir lo del año anterior, venir hacia Burgos y hacer una ruta por el Cañón del Ebro, diferente eso sí a la de Orbaneja del Castillo.
Abonamos la estancia, 300 € en total, y a las 9:30 horas emprendimos el viaje ya de regreso hacia nuestra tierra. Ahora venía Antonio con nosotros también hacia León. En 45 minutos llegamos a Ontaneda donde paramos a comprar unos sobaos y quesadas. En ruta por la N-623 comenzamos a subir el puerto El Escudo, límite provincial y autonómico. Aunque hacia Burgos seguía estando nublado, no tenía comparación con el panorama cántabro. Pasamos luego el puerto de Carrales y comenzamos a divisar el Cañón del Ebro a nuestra derecha. Javi y los que le acompañaban habían tirado delante en Ontaneda y se habían desviado luego a Orbaneja. Por el móvil quedamos en encontrarnos en Quintanilla Escalada, pueblo emplazado en medio del cañón. Para acceder a él la carretera baja un tramo empinado y serpenteante desde el cual tuvimos una bonita vista del mismo deteniéndonos a fotografiarlo.
Bajamos este puerto y nos detuvimos en un bar a tomar una consumición y esperar por los compañeros que tardaron escasos minutos en llegar. La ruta prevista partía de Valdelateja y terminaba allí mismo, aunque la idea era hacer la mitad y volver. Íbamos a hacerlo desde el otro pueblo ya que el tramo aquél era el más bonito. Al final algunos la hicimos entera por los motivos que luego se detallan.
Sin más seguimos carretera adelante hacia dicho pueblo desviado un kilómetro de la principal. Aparcamos en un lugar adecuado para ello antes de entrar en sus calles y comentamos el plan de la marcha. Decidimos no llevar comida y volver a comer allí, o en algún restaurante o lo que llevábamos. A las 12:30 horas comenzamos a caminar atravesando este bonito pueblo también emplazado dentro del cañón, pero en un ramal por el que bajaba el río Rudrón.
Salimos por un estrecho sendero entre arboleda paralelos al río y a la carretera que transcurría por la margen contraria. El paisaje era precioso con los contrastes de roca y vegetación. En los riscos podían verse numerosas oquedades en la que anidan algunos buitres. Los helechos rellenaban las laderas formando un manto uniforme en varios lugares de las mismas. Mientras Nati quedaba por detrás, el resto cogió carrerilla quedando Álvaro y yo en medio. No podía dejar de plasmar todo aquel paisaje a la vez que disfrutábamos del mismo plenamente.
Poco a poco nos fuimos acercando a la confluencia del río Rudrón con el Ebro, la cual no era visible en el ensanche que formaba el cañón en dicho lugar. También tengo que decir que hasta más tarde que me lo dijeron, y por que no me cuadraban los sentidos de las corrientes, no supe que el primer tramo no era del río Ebro.
De nuevo entramos en otro tramo de bosque donde el sol que allí reinaba daba un aspecto totalmente diferente al del día antes. Llegamos así a un estrecho puente de cemento sin barandilla sobre el río. Allí estaba Antonio esperándonos. Le pedí que nos sacase una foto en él y tardaba tanto que ya me daba vértigo el ver correr el agua bajo nosotros. Tendría poco más de medio metro de anchura y en el centro había varios contrafuertes.
En la parte contraria se bifurcaban dos rutas yendo nosotros a la izquierda hacia la ermita de Nuestra Señora del Ebro, situada a diez minutos de allí. En este tramo nos encontramos con una bonita cascada que se precipitaba por la ladera derecha y pasaba bajo el camino al encuentro con el Ebro. La misma se formaba del rebosadero de un canal que transcurría un poco por encima de nosotros. Llegamos a la ermita cuando eran las 13:45 horas. A nivel del camino se podía ver el tejado de un edificio al que estaba adjunta dicha ermita.
Pues bien, resulta que Gabriela y e Isabel habían pasado por allí sin detenerse y Javi no las había visto. Decidió junto con Antonio, al que dejé las llaves de la fuergoneta, regresar a paso ágil hacia el pueblo a coger los coches e ir hacia Quintanilla Escalada donde, si no les daba por regresar, llegarían por aquel camino. Quedamos en que nosotros, Álvaro, Esteban y yo seguiríamos por el camino en su busca y ya con intención de terminar la ruta por aquel lado. De un total de 9 kilómetros nos quedaban un poco más de la mitad.
Nos detuvimos unos minutos para descansar y ver este lugar. Delante de la fachada de la iglesia había una explanada. Dentro, con el flash de la cámara, pudimos ver que era una sencilla ermita con un pequeño altar y algunos bancos. También tenía un pendón y algunos cuadros. Sin más retrasos retomamos la marcha hacia el final de la ruta teniendo que retroceder yo unos metros a por los bastones olvidados..... por que variar.
Al igual que el día antes, el ancho camino que iba por esta parte cambiaba el “tono” idílico del paisaje. Seguía siendo bonito, pero el cañón era más amplio y abierto. De pronto recibí la llamada de Gabriela, que ya estaba por delante como suponíamos. Apenas había cobertura y no habíamos podido contactar antes entre nosotros. Yo me rezagué un poco cambiando la tarjeta de la cámara y demás y ellos dos llegaron a alcanzarlas. Mas adelante ya pasamos un tramo más boscoso encontrándonos de nuevo con el canal que se metía allí bajo la montaña por un túnel de la misma. Paralelos al mismo y al río avanzamos subiendo suavemente como veníamos haciendo desde la ermita. El primer tramo hasta ella lo habíamos hecho de bajada.
Llegamos a un puente sobre este canal pasando al otro lado por debajo mismo de las paredes y laderas del desfiladero. Vimos no tardando cómo ese mismo canal pasaba sobre el río por un viaducto. El sol le daba bien y algunos tramos estaban expuestos totalmente sin sombra alguna. Antes ya nos habíamos dado algo de protector solar.
Por fin divisamos un vehículo en el camino y al llegar a él comprobamos que estábamos a escasos 50 metros de la carretera. A las 15:00 horas salimos a ésta a pocos metros del bar donde habíamos estado por la mañana y de la entrada del pueblo. Nos dirigimos al bar en el que también estaban Javi y Antonio. Nos tomamos un refrigerio y sin más emprendimos la vuelta hacia Valdelateja donde alguien había reservado lugar para comer. Ya puestos, Antonio hizo de chofer hasta el mismo dejando esta vez los coches en un aparcamiento más céntrico. Llevábamos 612 Km.
Caminando y disfrutando de la bellas vistas de este lugar llegamos al “Mesón Valdelateja” en cuya terraza nos acomodamos para comer. Como detalle apuntaré que en la misma estaba también comiendo un conocido cantante cuyo nombre me reservo de dar. Antonio se sacó después una foto con él.
La comida a base de pinchos de primero, plato y postre después fue realmente deliciosa. También el servicio recibido estuvo acorde. Allí, a la sombra de los árboles, con la vista del pueblo bajo nosotros, era todo un lujo.
Ya eran las seis de la tarde cuando levantamos anclas para emprender el regreso directos a León. Nati se quedaba con la ganas de echar “la primitiva” ese día, y nos íbamos fijando a ver si en algún pueblo había algún despacho, aunque había que tener en cuenta que era día festivo. Por ello nos desviamos un momento a Sedano, donde tampoco encontramos. Por la nacional llegamos a Burgos, ciudad que rodeamos. Aquí detallo un incidente que ya me pasó hace un mes viniendo de Logroño. Pues bien, en uno de los accesos a la A-1 hay un enorme bache, que se coge acelerando, y que además del golpe que lleva el vehículo, hace desestabilizarle por completo. Me puso de muy mala uva comprobar como es posible que nadie sea capaz de repararlo con el peligro real que supone.
Ya metimos en la autovía hacia León habíamos acordado hacer una última parada en la estación de servicio de Villaherreros. La suerte hizo que al tiempo llegase un coche de la Guardia Civil de Tráfico y me decidí a comentarles el caso, del cual tomaron nota, sirva o no de algo.
En este lugar tomamos una consumición e hicimos las cuentas de gastos y demás del fin de semana. Media hora más tarde emprendíamos, ahora sí, el último tramo a nuestra cuidad. Con el sol frente a nosotros recorrimos estos 111 Km. restantes saliendo en Onzonilla. Ya en Trobajo había caravana y atajamos por un camino de Villacedré llegando nosotros a Armunia a las 21:45 horas y tras un total de 874 Km recorridos.
Como ya apunté al comienzo, de nuevo el mal tiempo reinante en la provincia cántabra durante el fin de semana nos hizo modificar los planes previstos, aunque el resultado final fue bastante satisfactorio sabiendo capear esas inclemencias contra las que nada cabe. Ya hemos dicho que si volvemos el próximo año, nada de comentar antes algo sobre el Castro Valnera. Si sale bien, y si no...........













































lunes, 18 de julio de 2011

NOCTURNA "FUENTES DE NOCEDA" (Noceda del Bierzo) - 16/17-07-11

 


XIX TRAVESÍA NOCTURNA.

3ª TRAVESÍA “FUENTES MEDICINALES DE NOCEDA DEL BIERZO”.

16/17-07-11

Como ya es habitual en esta época estival, hemos vuelto a realizar una marcha nocturna por montaña, siendo en esta ocasión la Ruta de las Fuentes Medicinales de Noceda del Bierzo.
La mala previsión del tiempo, con lluvia precisamente en esas horas nocturnas, nos hacía presagiar una noche pasada por agua. Al final la suerte estuvo de nuestra parte y tan solo cayeron cuatro gotas antes de comenzar la misma durante la cena.
Nos animamos siete componentes del club a realizar la misma: Nati, Cundi, Álvaro, Mª Jesús, Alex, Alba y yo. Días antes habíamos concretado la estancia en el camping de la localidad, que administra la Junta Vecinal, y que nos ofreció sin cargo alguno al no tenerlo aún en funcionamiento regular. Teniendo el lugar de pernocta asegurado, solo nos restaba esperar que el tiempo se pusiera de nuestra parte.

SÁBADO 16
Tras algunos ajustes de última hora, al final salimos de Armunia poco después de las 20:00 horas por la ronda sur de la ciudad hacia Astorga. Por la nacional avanzamos hacia dicha localidad que rodeamos para entrar en la autovía hacia el Bierzo. El cielo despejado de la capital se volvió oscuro al otro lado del puerto Manzanal. Ya en Bembibre nos salimos de ésta autovía y nos costó encontrar la carretera hacia Noceda. Al final dimos con ella, pero no con la más directa, si no por la que iba hacia Toreno, teniendo que desviándonos por varios pueblos anteriores antes de llegar a Noceda del Bierzo, 850 m de altitud, a las 22:00 horas. En dicho pueblo nos encaminamos hacia el camping, situado en el barrio del medio, encontrándonos enseguida con el presidente de la junta vecinal que nos condujo al mismo, en el que solo había otras dos tiendas.
Nos presentó al responsable del recinto y charlamos un rato con ambos antes ponernos a cenar en una de las mesas del merendero. Estando en ello fue cuando comenzó a llover haciéndonos resguardar bajo el techo de uno de los edificios. No fue mucho lo que cayó y enseguida salimos para decidir que hacíamos, si poner las tiendas en ese momento o a la hora de llegar. Optamos por lo primero y nos dispusimos a montarlas en una de las parcelas del camping mientras la luna jugaba detrás de las nubes que pasaban movidas por el viento. Tras dejarlas montadas y todo recogido, emprendimos la ruta nocturna, que en mi caso supone ya la decimonovena.

DOMINGO 17
A la 1:30 horas salimos por la puerta trasera del recinto justo al comienzo de la ruta señalizada. Enseguida comenzamos a subir suavemente situándonos poco a poco sobre el barrio alto de Noceda. De momento caminábamos por un ancho camino en el que no tardamos en ver una gran araña a la que le brillaban los ojos a la luz de nuestras linternas. No sacamos una foto en un enorme castaño antes de proseguir subiendo con dirección Norte y dejando atrás un vallado de alambre por la parte baja. Yo me detenía a menudo para sacar fotos de la luna que formaba bonitos efectos entre las nubes y las ramas de los árboles.
Nos fuimos dividiendo tirando por delante los “maratonianos” llegando así a la primera fuente de la ruta, la de “Juan Álvarez”, 1002 m. Se trata de una fuente que mana entre las piedras con un pequeño canal empotrado del que bebimos. Eran entonces las 2:50 horas.
Por detrás fuimos quedando Álvaro, Mª Jesús y yo y nos sacábamos fotos de vez en cuando con el bosque que nos rodeaba y que la luna llena iluminaba. En los tramos que éste se abría no hacía falta ni linternas. Poco a poco fuimos viendo más ampliamente el valle con las luces rojizas de pueblos más grandes reflejadas en las nubes. Saqué una foto del mismo con exposición larga y me salió como si fuese de día. Más adelante encontramos un par de enormes sapos que casi pisamos en la oscuridad. Estaban en un tramo donde el camino se encontraba encharcado.
A las 3:30 horas nos reunimos de nuevo todos en el punto donde la ruta se separa del ancho camino que baja hacia el arroyo cerca del cual hay un colector de recogida de agua. En este lugar decidieron dar la vuelta Nati y Cundi mientras el resto, tras detenernos unos minutos, comenzamos a subir por un sendero de fuerte pendiente. Serpentea primero por la ladera entre más arboleda hasta situarse unos metros más arriba del camino anterior y luego llanear un tramo más. De nuevo encontramos un sapo aún más grande que el anterior.
Pasamos al lado de un grueso tronco inclinado sobre el sendero y enseguida llegamos al primer puente de madera de la ruta. Lo atravesamos para dejar el arroyo a nuestra derecha y comenzar a subir una zona de roca tras la cual se encuentra el desvío a la “Fuente del Azufre”. Para llegar a ella bajamos unos metros hasta el arroyo que allí forma una bonita cascada sobre una poza. En uno de los laterales, y tras pasar un puente metálico, se llega a este manantial que sale directamente de una pared formando una escurridura rojiza bajo ella. Unos carteles y placas indican los nombres de las mismas así como sus propiedades medicinales. Eran las 4:20 horas.
Nos sacamos una foto en dicho lugar y nos acercamos a ver la cascada a unas rocas que formaban la poza. Yo estudié el terreno y decidí bajar hasta la misma donde se formaba una gran cavidad en la que, tras bajar el resto, nos sacamos más fotos. Tras unos minutos en este lugar, retomamos la marcha subiendo de nuevo los metros hasta el desvío del sendero para seguir por el otro ramal que continuaba ascendiendo por la ladera. Mientras, la luna llena nos seguía iluminando entre las nubes.
Enseguida llegamos a un nuevo desvío, esta vez al de la “Fuente de la Salud”. Una vez más se desciende unos metros hasta llegar a este manantial escondido en una bonita cueva tapizada de verde musgo que contrasta con lo rojizo de la roca oxidada por el agua ferruginosa. En su entorno nos sacamos unas fotos y a las 5:00 h de la madrugada retomábamos la marcha ya camino de la parte alta de la ruta, el mirador de La Gualta.
Este tramo atraviesa un bonito bosque de jóvenes árboles que forman túneles con sus ramas sobre el sendero. Realmente en la noche se aprecia pocos detalles de estos, pero en las fotos con el flash salen nítidos y bonitos. Pasamos enseguida un nuevo puente de madera con barandilla a un lado solo, como el anterior, y nos sacamos en él unas fotos haciendo un poco “el ganso”......... y lo divertido que es?
Poco antes de las 5:30 horas salimos a la pista de la cabecera del valle que transcurre a media altura del mismo. El paisaje se abrió y comenzamos a ver numerosas luces de pueblos alejados en los valles cercanos a Bembibre y Ponferrada. Por delante de nosotros levantó el vuelo un gran ave asustada al oírnos. La pendiente era suave pero el cansancio, más que de la ruta en sí, de llevar sin dormir tantas horas, se hacía notar.
El camino serpenteaba siguiendo la orografía del terreno. Llegamos así a un brusco giro donde otro indicador nos sacaba de esta pista hacia las rocas en las que se encuentra dicho mirador. Echando una mirada atrás vimos como el cielo ya comenzaba a clarear por el Este. Pocos metros nos restaban de este balcón natural antes del cual se encuentra la bifurcación que baja hacia la cascada de La Gualta y el resto de ruta circular. Dejamos de momento este ramal y trepamos por las rocas hasta alcanzar este punto más alto de la ruta, con 1322 metros de altitud, a las 6:00 h. de la mañana.
En el mismo hay una banderola de metal y el precipicio está protegido por una barandilla de madera. La vista del valle desde allí con Noceda y los demás pueblos llenos de luces era realmente bella. La luna seguía encima de nosotros iluminando el entorno mientras la claridad matinal iba ganando espacio en el firmamento. Sin más retrasos nos sacamos una foto de grupo allí mismo antes de sentarnos a la abrigada de las rocas. En pocos minutos se había levantado un viento muy frío que nos hizo abrigar con lo poco que habíamos subido. Nunca pensamos estar a esas horas allí. La idea era estar ya casi en el camping.
Como digo, nos acomodamos sentados o tumbados cerca de las rocas tapados hasta las orejas mientras se hacía de día completamente. Alex decidió emprender él solo la marcha ya que le podía el sueño y el frío. Allí quedamos Alba, Álvaro, Mª Jesús y yo viendo como el sol proyectaba en las nubes sus rojizos rayos del amanecer. En la lejanía se veía un cerro con un sombrero de niebla totalmente coloreado por ese efecto. En la desembocadura del valle se emplazaban los tres barrios de Noceda del Bierzo que se veían por completo. Mas al fondo también parte de Bembibre.
Estuvimos estudiando la posibilidad de ascender un poco más por el camino hasta lo alto de la sierra, pero intuimos que lo que veíamos no era lo más alto y nos quedaba bastante más. Además, aún nos quedaba el descenso, y no era corto. Lo comenzamos a las 7:20 horas cogiendo poco después el desvío a la cascada. Este primer tramo es muy pendiente teniendo como apoyo una cuerda atada a estacas ancladas en el terreno. Estando seco no es tan complicado, pero mojado, como ya lo he bajado en las dos anteriores ocasiones, puede ser peligroso. En poco espacio se bajan varios metros de desnivel.
Alcanzamos un nuevo desvío al salto principal. Aquí sí que se hace necesaria la cuerda para bajarlo por lo pendiente y el mal estado del firme. Así se llega a la Cascada de la Gualta emplazada en un bonito paraje entre roca. No traía mucho caudal, pero merecía la pena verla. En sus cercanías hay algunos troncos con raíces fuera del terreno semejando culebrillas. Nos sacamos una foto en la parte baja que luego he completado en panorámica con otras del resto del salto.
Retornamos al sendero principal subiendo este tramo encordado y viendo enseguida entre la arboleda como comenzaba a dar el sol en Noceda. Mas abajo volvimos a meternos unos metros hacia el arroyo para ver la cascada desde otro punto de vista y además con el salto inferior. De nuevo en la ruta atravesamos un helechal bajo unos árboles casi suspendidos en el aire por desprendimientos del terreno. Echando la vista atrás vimos las peñas y el mirador ya iluminados por el sol matinal. Estábamos bajando por otro ramal del valle diferente al de subida por la noche.
Mas abajo atravesamos otro puente de madera similar. En un tronco de doble rama nos sacamos una foto subidos al mismo. No sé si era por la falta de dormir, el chupito que algunos se habían tomado por la noche, o qué, pero bajábamos desmadrados. A alguno le daba por hacer la posición de la grulla mientras otras invitaban a no se que chocolate...............................eh¡ con leche. Claro, a mí me dio un rato la risa tonta y no podía parar. Total, que en ese plan llegamos a la fuente “Del Canalijo”, que como su nombre indica, sale por un pequeño canal similar a la primera que vimos. Eran las 9:10 horas.
Frente a nosotros ya contemplábamos el valle de Noceda totalmente iluminado y con él de fondo nos sacamos unas fotos. Perdimos altura entre escobas y enseguida nos llegó también el sol a nosotros. Entramos luego en un bosque de árboles delgados en el que grabamos un ataque de zombis a un paseante que andaba por esos lugares a esas horas intempestivas. Nosotros pudimos salir ilesos de tal asalto.
Un nuevo puente nos condujo a la margen contraria del arroyo de este ramal del valle y llegamos a un punto donde una tabla sobre el mismo arroyo daba paso a un sendero que ascendía por la ladera hacia la “Fuente del Rubio”, la última de la ruta. Aquel no era el “oficial”, por lo que no estaba señalizado pero sí bien marcado. En cinco minutos de subida regular llegamos a este manantial similar al anterior, con un pequeño canal saliendo entre unas rocas dispuestas alrededor del mismo. Era la única en la que no había estado ninguna de las veces anteriores.
A las 10:00 horas retomamos la marcha sin retroceder en esta ocasión. Seguimos subiendo unos pocos metros más hasta salir a un ancho camino en cuyo cruce sí había señal de la ruta. Comenzamos entonces el descenso por éste encontrando algún castaño de enormes dimensiones. En una finca había un perro que nos ladró al paso. Dejamos atrás una nave ganadera ya próximos al pueblo y en un prado vimos “dos vacas tuneadas de burros”, según comentarios al respecto...... ese chupitoooo. Echando la vista atrás contemplamos ahora el valle de bajada y las peñas de La Gualta. Por encima aún quedaba un trozo bueno de ladera hasta el cresteo.
A las 10:20 horas entrábamos en el barrio alto de Noceda. En algunas huertas vimos cerezos cargados de rojos frutos así como numerosas flores de vivos colores. Atravesamos este barrio y en una plaza una vecina del lugar nos sacó una foto a todos. Al decirle lo que habíamos hecho por la noche nos comentó lo atrevidos que éramos habiendo como había algún lobo y jabalí por aquellos parajes. Valientes que somos.
El último tramo hasta el camping era cuesta arriba y en él entramos a las 10:45 horas. Lo cruzamos hacia el lugar donde estaban las tiendas en las que estaban Cundi y Alex. Nati había bajado a desayunar al bar. Tras deshacernos de la mochila y demás, nos dispusimos a desayunar nosotros también. Algunos decidieron ir también al bar del pueblo mientras otros quedábamos allí. Con el camping-gas calenté los batidos que llevaba acompañados por bollería que pasamos por encima del fuego, a la plancha.
Mas tarde decidí meterme un rato en la tienda. Medio dormité un poco, pero descansé un rato. Luego un lavado de cara para despejar y sin más nos pusimos a desmontar las tiendas mientras decidíamos qué hacer el resto del día. Se había comentado la posibilidad de hacer una pequeña ruta por las cercanías, pero ¿cuál?. Algunos estaban más animados que otros para hacerla, por lo que al final decidimos no perder el tiempo en buscar alternativas y venir para León directamente. Al fin y al cabo la ruta prevista estaba hecha y bien aprovechada.
Antes de partir nos sacamos una foto de grupo allí mismo. A las 15:15 horas emprendimos el regreso a casa. En el pueblo preguntamos por la casa del responsable del recinto y nos acercamos a ella para agradecerle las atenciones y demás. Sin más retrasos retomamos el viaje, esta vez por la carretera más directa a Bembibre. Decidimos entrar en San Román a tomar un refrigerio y hacer las cuentas de la salida. En una terraza de un bar nos acomodamos para ello durante una media hora. Algunas nubes rondaban el cielo, pero el sol calentaba lo suyo.
A las 16:30 horas nos levantamos para recorrer el último tramo a la capital. Como no íbamos los dos coches al mismo punto, nos despedimos allí mismo unos de otros. Durante el viaje se hacía patente el cansancio en todos. Por la autovía llegamos a Astorga abandonándola hacia la nacional. Por ella restamos kilómetros hacia León y a las 17:40 horas llegábamos a Armunia, Álvaro, Mª Jesús y yo. El primero tenía el coche aquí y nosotros estábamos al lado de casa.
Y esto fue lo acontecido durante esta escasa jornada de montaña. Realmente fue otra experiencia inolvidable, tanto por la compañía como por los gratos momentos vividos. Aún nos queda otra salida de este tipo este año, “La Ruta del Gallo”, en Agosto. Este próximo fin de semana también tenemos la de Cantabria de tres días. A ver como sale.