domingo, 21 de junio de 2015

CORRAL DE LOS DIABLOS Y SEXTILÓN - 14-06-15




1ª ASCENSIÓN AL “CORRAL DE LOS DIABLOS” Y  2ª ASCENSIÓN AL “SEXTILÓN” (Solle)
14-06-15                  (Domingo)


Si la ruta anterior fue larga, esta no se quedó atrás. 18,200 Km y un desnivel acumulado de 1060 metros ascendiendo dos cumbres en ella. El Corral de los Diablos era una cumbre que tenía pendiente desde que en dos ocasiones anteriores se hiciese con el club y no pudiese participar. Si había subido ya el Sextilón en otra salida hace unos años celebrando un encuentro del club.
Solo dos participantes hemos ido a esta ruta, Álvaro y yo, una salida modificada debido a la climatología “casi invernal” de este fin de semana en el que la lluvia, niebla y frío nos acompañaron durante casi toda la jornada. Abandonamos la idea de subir el Torres, en San Isidro, pico que puede contemplarse desde las cimas hechas hoy y que dicha niebla nos impidió ver claramente.

A las 8:30 horas le recogía en Villaobispo para salir por la carretera de Santander hacia Boñar. Aquí tomamos un café para seguir luego hacia Solle, 1160 m, al que llegamos a las 9:45 horas tras dejar atrás la presa del Porma y parte del embalse. Aparcamos al lado de la casa en la que estaba su padre, Álvaro es de dicho pueblo, y nos preparamos para la ruta.

A las 10:15 horas emprendimos la marcha hacia el valle del arroyo El Valle, valga la redundancia, dejando atrás algunas edificaciones con los tejados hundidos por las nevadonas del pasado invierno. También pasamos al lado de la iglesia antes de meternos de lleno en dicho valle. Las nubes cubrían el cielo y amenazaban lluvia. El camino atraviesa el arroyo por un puente para seguir hacia la parte alta en la que se emplaza el collado de Vioba. En ambas laderas se mezclan los prados verdes y los escobares floridos y multicolores. En la parte baja la arboleda cubre varios tramos de este camino. También la roca emerge hacia arriba en ambos laterales y ya en la parte alta.

Llegamos a un determinado punto, a 1,700 Km. del pueblo, y abandonamos el camino principal para desviarnos a la ladera izquierda por otro de más pendiente. Álvaro me dijo entonces que era mejor coger altura allí a la cresta que no llegar al collado y subir a la cima desde él. Luego veríamos que no resultó tan bien como era de esperar, aunque la idea era buena. Por supuesto que mejor guía que un nativo de allí no iba a encontrar y me fiaba totalmente de él.

La pendiente se acentuó mientras entrábamos en un bonito bosque con un manto de helechos de alfombra. Tras varios metros de subida pronunciada se suavizó un poco la misma cuando nos situamos de nuevo paralelos al valle. Fue en este tramo cuando comenzó a llover por primera vez. El resto de la jornada, hasta casi el último descenso, tuvimos que ponernos y quitarnos el chubasquero en varias ocasiones.

En un par de momentos dejamos ramales que salían del camino hacia otros puntos diferentes de nuestro destino. Habiendo cogido bastante altura atravesamos un pinar entre el que vimos parte del pantano del Porma hacia el Oeste. Cuando habíamos caminado 4,500 Km nos situamos frente a la collada de Murias, al Norte. Un sendero, llamado “De Los Frailes” bajaba desde ella hacia el fondo del valle para seguir entre el bosque de la ladera contraria. Estábamos ahora a 1552 metros de altitud y eran las 11:55 horas.  

Nos desviamos hacia dicho sendero por la pendiente loma entre escobas hacia la collada de Murias,1600 m, a la que llegamos en 10 minutos. Dicho paso da acceso al valle de Murias en el que se emplaza, más abajo y oculto, Redipollos. Frente a nosotros, al Norte, y ocultas por las nieblas, teníamos algunas cumbres de Los Mampodres.

Retomamos la marcha por la cresta que enseguida nos puso en aprietos. El matorral alto dificultaba el avance por la loma en la que los senderos eran apenas perceptibles. En algunos lugares además había alambradas de espinos medio ocultas con las que había que tener cuidado de no tropezar. En esta odisea hacia la cima del Corral de los Diablos pasamos por varias cumbres más bajas y rocosas que en ocasiones eran difíciles de crestear, teniendo que bordearlas luchando con esa misma maleza. Cruzando uno de esos picachos se me cayó uno de los bastones y tuve que bajar unos metros a recuperarlo, no muchos, también es cierto.

La norma general de que cuanto más alto menos maleza hay, aquí no se cumplía. Cruzamos algunos tramos con arbustos de tamaño considerable y tupidos que a mí me iban desmoralizando. Las nieblas se mantenían en las parte altas, aunque nos iban dejando ver algunas cumbres y paisaje. Los Mampodres se habían despejado casi por completo y veíamos La Polinosa, Convento, y Mediodía entre otras.
A las 14:10 horas alcanzamos la cumbre del Corral de Los Diablos con sus 1978 metros de altitud tras haber recorrido 6,900 Km. Vimos desde la cima el pueblo de Acebedo al Nordeste y los valles que suben por esa orientación. Hacia la parte contraria, el Suroeste, teníamos el Sextilón, a una distancia de casi 3,000 Km en línea recta.

Allí recogimos una tarjeta, dejamos la nuestra y nos sacamos unas fotos antes de que la niebla nos envolviese por completo. El frío, sin ser intenso, nos dejaba las manos heladas. Por ello solo estuvimos media hora allí arriba antes de emprender el descenso por la ladera del Sur hacia el collado de Vioba. Aunque de pendiente mas fuerte, el desbroce de las plantaciones de pinos habían limpiado el terreno por el que se bajaba cómodamente. Casi hubiese preferido subir por allí.
La niebla cerrada nos impidió ver en pocos metros durante un buen rato. La intuición de Álvaro y el GPS ayudaban a no perder el rumbo hacia el collado. Sí que encontramos varios hoyos de las plantaciones con los que había que tener precaución para no tropezar, pero en general se bajaba muy bien. Como curiosidad, al pie de uno de los muchos pinos diminutos encontramos un globo de feria con su cinta. Suponemos que era uno de los infinitos que se les escapan a los niños y que en algún lugar tienen que caer cuando explotan.

Poco a poco fue quedando la niebla arriba y vimos de nuevo el paisaje. Una alambrada en la collada dividía los dos valles, el de Solle y el de Lois. A unos metros de ésta división y en este último valle, se encuentra el refugio de Vioba. Hacia él nos encaminamos llegando a las 15:20 horas y tras 7,800 Km hechos. Este collado está a 1714 metros de altitud.
En este refugio paramos en una ruta nocturna que hicimos hace tres años desde Solle por el valle hasta este punto para seguir por el camino que luego cogeríamos hasta la collada de Linares para bajar a Solle de nuevo.
En esta caseta de piedra, hormigón y teja hay una chimenea y una mesa con bancos. Sacamos uno de estos para comer fuera aprovechando unos claros que se abrieron en esos momentos, aunque algunos nubarrones de tormenta no predecían nada bueno. La parte trasera del tejado estaba desprendida también por la nieve del invierno y era peligroso ponerse debajo.

Una hora estuvimos en este lugar antes de retomar la caminata por la pista hacia el Sur. La misma rodea enseguida un pequeño montículo hacia el Oeste antes de continuar un largo y tendido ascenso hacia un collado en la parte Norte del pico Carbonera. En este tramo vimos un pequeño nevero en un hoyo al lado del camino.

A las 16:50 horas alcanzamos este collado de 1766 metros y que une los valles de Lois y de Reyero. El camino se bifurcaba para seguir por un lado bajo el pico Cabornera y rodearlo hacia la collada de Linares y el otro, que seguimos nosotros, y que mantenía la línea alta de la sierra hacia el Sextilón visible desde allí. La cresta montana describía vaivenes de pocos metros de desnivel. Durante un tramo vimos el refugio y corral en el que habíamos dormido en aquella ruta nocturna y que está situado en los puertos de Linares, en una de las amplias vaguadas que tienen caída hacia Reyero. De nuevo una borrasca del Sur nos llegó y tuvimos que poner el chubasquero una vez más.

Pasamos al lado de una manada de bonitos caballos y abandonamos el camino, que bajaba hacia el valle del Sur, antes de llegar a la base rocosa del Sextilón. En dos minutos trepamos este peñón rocoso cuya altitud es de 1751 metros. El GPS marcaba hasta allí 11,200 Km. Eran las 17:30 horas.

Apenas si nos pusimos a hacer la tarjeta y sacar unas fotos cuando otro aguacero nos apuró, aunque la imagen que nos ofreció el mismo mereció la pena. Unos rayos de sol formaron un arco iris de una nitidez espectacular a la misma altura que nosotros. Con el chubasquero puesto, y el paraguas de Álvaro abierto, emprendimos el descenso directo por la loma del Sur entre escobas al encuentro del camino que antes habíamos dejado. Por él descendimos hasta situarnos paralelos a unas antiguas alambradas que el mismo Álvaro había colocado hace ya unos años. Da gusto ir con un guía tan integrado en la zona.

En la parte baja enlazamos con el camino que baja de la collada de Linares y que también habíamos cogido en la ruta nocturna tras dormir en el refugio de Linares. Por éste seguimos descendiendo hasta el refugio situado al lado de la Peña del Valle, una caseta similar a la de Vioba. Poco más abajo hay unos corrales y cerca la fuente El Recogedero, un caño con pilón para el ganado.

En una curva cerrada del camino, a una altura de 1390 metros, está el desvío hacia el avellanal de Las Bisecas. Un sendero homologado como “PR-LE 30 – Las Bisecas” lo recorre partiendo desde Solle. Pues bien, aunque yo estaba creído que no había hecho este bosque, revisando las rutas, en el 2004 hicimos una desde Pallide a la collada de Linares bajando por este camino al Prado del Toro y Orones.
Este camino transcurre por el medio de la ladera del valle de Valdesolle y va ascendiendo más o menos suave por ella entre praderías. Tras la peña La Forcada asoma parte de Solle en el valle. En un punto el camino da un brusco doble giro para seguir la misma dirección hacia el Oeste. Enseguida entramos en el bosque de avellanos silvestres, el mayor de toda Europa. En algunos lugares las largas y rectas varas de los mismos se cierran sobre el camino formando un bonito túnel mientras por los lados se extiende en una tupida selva. Es curioso como en vez de ser árboles de tronco solitario, forman grupos de varias varas que nacen juntas.

La lluvia caída había formado charcos y embarrado algunos tramos del camino. El último trozo de este bosque ya no estaba desbrozado y el camino ya casi era sendero. Había que sortear las ramas y troncos, aunque eso le daba un toque más salvaje y natural. Ya fuera del mismo vimos Solle casi en su totalidad. También delante de nosotros estaba la collada de Orones hacia la que nos encaminamos descendiendo unos metros por pradería.
Pasamos por este punto emplazado a 1424 metros de altitud para seguidamente remontar una corta subida hacia la cumbre del Oeste y que en los mapas marca como Peñas de Doñín, aunque en otros pone Prado del Toro. A las 20:00 horas llegábamos a esta cumbre de 1454 metros y de amplias vistas en redondo. El día había despejado mucho y el sol se abría paso entre las nubes que aún quedaban sueltas. Ahora que terminaba la jornada era cuando más a gusto se estaba. Muy cerca teníamos el Susarón emergiendo al lado del pantano del Porma y poco más allá Puebla de Lillo. Los Mampodres se mantenían cerrados de niebla así como el Corral de los Diablos, que solo casi antes de bajar conseguimos ver. En línea recta estábamos a 6,000 Km de dicha cumbre. A más o menos mitad de distancia estaba el Sextilón.
En aquella cima estuvimos media hora antes de comenzar la bajada hacia el collado de Orones donde habíamos abandonado la ruta de Las Bisecas. Por allí encontramos un gran mastín que nos siguió unos metros y que espantamos para que volviese. Creemos que venía de la parte de Orones.

El sendero se metía hacia la ladera Norte siempre marcado por las estacas de la ruta. Cruzamos entre algunos arbustos y bajamos una gran pradería, el Prado del Toro, antes de volver a meternos en la parte baja del avellanal donde de nuevo nos hicieron túnel las ramas del mismo durante un tramo. Echando la vista atrás vimos una bonita imagen del Susarón a contraluz.

Por debajo de este bosque está la Peña Forcada, 1338 m, en cuya cima pueden verse las banderas de España y de León. El sendero rodea esta cumbre por el Este desde donde también vimos el refugio de la Peña del Valle. En este tramo cambié la tarjeta de la cámara que había llenado. Hacía mucho tiempo que no terminaba una tarjeta en una ruta.
Ya en la parte baja llegamos al arroyo La Llosa que durante un pequeño tramo invade la ruta antes de desembocar en el camino principal del valle. Allí se cierra el círculo de la ruta de Las Bisecas restando solo unos 200 metros hasta Solle. En él entramos cuando eran las 21:30 horas parando unos minutos a ver un cartel de dicha ruta. Por las calles de Solle nos encaminamos hacia la furgoneta terminando la ruta cinco minutos después. El GPS nos daba estos datos: 18,200 kilómetros y un desnivel acumulado de 1060 metros.

Allí nos cambiamos y Álvaro me estuvo enseñando los destrozos que la nieve les había ocasionado en una nave cercana. Tras despedirnos de su padre emprendimos el regreso a León a las 10:10 horas. Sobre el Susarón había unas bonitas nubes rojizas por el sol del atardecer. Sin novedades hicimos el trayecto a la capital donde llegamos una hora más tarde.

En las cercanías de la Catedral se celebraba un mercadillo romano que fuimos a ver, aunque ya estaban recogiéndolo todo. Yo había estado el día antes. Tomamos un vaso en un bar cercano y le acerqué a casa. De paso guié a uno de los “mercaderes” a la salida hacia La Magdalena. Iba para Proaza por Ventana.
A las 0:25 horas llegaba yo a casa tras esta larga y completa jornada de montaña con ruta extensa y dos cumbres ascendidas. Algo menos de lluvia hubiese sido lo ideal.           

                       
MAPA ESQUEMA
ENLACE TRACK:

ARMUNIA
BOÑAR
SOLLE
EL VALLE








LOMA DEL CORRAL DE LOS DIABLOS

VALLE DE REDIPOLLOS





CORRAL DE LOS DIABLOS




COLLADO DE VIOBA




ENTRE COLLADAS

LOMA DEL SEXTILÓN



SEXTILÓN


VALLE DE VALDESOLLE




LAS BIESCAS



SOLLE
EL PORMA DESDE PEÑA DOÑÍN


PRADO DEL TORO


CONTRALUZ DEL SUSARÓN

ENTRANDO EN SOLLE




RASTRILLO DOMINICAL EN SOLLE