lunes, 28 de noviembre de 2011

PEÑA VALDORRIA (Desde el Curueño) - 27-11-11

 


4ª ASCENSIÓN A “PEÑA VALDORRIA”. (Desde el Curueño).

27-11-11           (Domingo)

Casi finalizando el año montañero, hemos realizado la ascensión a Peña Valdorria desde la misma orilla del río Curueño. Las tres veces anteriores que yo lo había hecho siempre había comenzado en el pueblo de Valdorria, situado 300 metros por encima de este punto. A pesar del considerable desnivel, unos 900 metros, fue cómoda la subida a dicha cumbre.
Nos animamos este día 11 participantes: Mª Jesús, Mateo, José A., Camino, Álvaro, Guillermo, Miguel A., Nati, Tiquio, Antonio y yo, acompañados también por Rex. En Guzmán nos reunimos a las 8:00 horas partiendo en los coches de Álvaro y Tiquio los diez que de aquí salíamos. Ya en Robles de la Valcueva se nos unió Miguel A., que venía de Pola. En los tres vehículos recorrimos el último tramo hasta dejar atrás Nocedo de Curueño y en la confluencia con el valle de Villarrasíl aparcamos éstos en un prado cercano a la carretera. Nos preparamos para la marcha descartando subir algún vehículo al pueblo. Nos sacamos una foto de grupo y cuando eran las 9:15 horas emprendimos la marcha por un camino que comenzaba a subir suavemente por dicho valle. Las primeras heladas de la temporada se notaban en el terreno y el frío de momento era intenso. Yo, que estaba aún convaleciente de un buen gripazo, me lo iba a tomar con calma y sin agobio alguno.
El ancho camino serpenteaba entre algo de arboleda ya muy desprovista de hojarasca. Cercana se alzaba la piramidal cumbre del Cueto Aucino mientras que de Valdorria contemplábamos las laderas Norte pero no la cima. El camino era bonito y en él pudimos ver un manantial entre raíces y musgo. Algunos regatos cruzaban bajo nosotros por tuberías que los sacaban en la parte baja cayendo algunos en estanques hechos con alguna vieja bañera.
Ya después de un tramo salimos de la zona sombría al sol matinal que se agradeció. A las 10:00 horas llegábamos al refugio donde el ancho camino terminaba. Este recinto de unos 20 m2 tenía una mesa con algunas sillas y una chimenea con una estufa dentro. A partir de él seguía un sendero por el medio de la vaguada que se iba estrechando en su parte más honda. Más arriba había otra fuente con pilón-bañera.
Nos metimos en la estrecha vallina siguiendo la senda marcada por el paso del ganado y más senderistas anteriores. Llegamos entonces a una alambrada divisoria de terrenos que atravesaba perpendicularmente el valle. En ella nos reunimos y nos detuvimos unos minutos a tomar un pequeño tentempié. Eran las 10:40 horas.
No tardamos en retomar la subida abandonando ahora la dirección para meternos de lleno en la ladera izquierda con dirección a la cresta. De nuevo entramos en zona sombría y la pendiente se acentuó. Algunos comentamos el parecido de este tramo con la subida desde el refugio a la cresta en el Espigüete. Aquel era aún mas largo y quizás algo más pendiente.
El sendero si es que lo había aquí, ya no se distinguía, y cada uno fue ganando altura por donde mejor le parecía. El paisaje era cada vez más amplio divisando numerosas cumbres alejadas como el mismo Espigüete o los Mampodres. Tras el valle contiguo se veía también Peña La Verde, a la que algunos querían ir. Un poco más al Oeste emergía el Bodón de Lugueros. Hacia San Glorio sobresalían varias cimas en la zona de Peña Prieta totalmente blanquecinas, y aquí surgió la discusión. ¿Era niebla o nieve?. A la mayoría nos parecía nieve, aunque algunos decían que eran nubes bajas. Con el zoom de la cámara salimos de dudas al comprobar que era una buena capa de nieve lo que cubría todo el macizo aquel. Alguien perdió la apuesta que hizo. Por cierto, no pagó.
La ladera herbosa y pendiente se hacía eterna, aunque no se subía mal del todo. Zigzagueábamos para hacerlo más cómodo y así ganábamos altura progresivamente. Ya en los últimos metros me di de lleno con un regato congelado en el que casi pegó un patinazo. En la cresta veíamos a los compañeros más adelantados destacando la silueta a contraluz. Pocos metros nos restaban para alcanzar el Portillo del Agua, collado con 1812 metros de altitud al que llegamos cuando eran las 11:45 horas. Allí encontramos una pareja y a algunos de los compañeros esperando.
Nos quedaban poco más de 100 metros de desnivel a la cumbre, pero también de fuerte pendiente. Ahora contemplábamos el valle del arroyo Valdecesar que baja a Valdorria y tras él el Correcillas y Peña Galicia. La llanura hacia el sur se extendía varios kilómetros llegando a distinguir incluso la ciudad de León.
Comenzamos a ascender por la loma, ya que no era propiamente cresta, una vez más serpenteando para hacerlo más llevadero. El sol aparecía de vez en cuando tras la línea rocosa dándonos de totalmente frente. Así alcanzamos un falso llano tras el cual vimos una empinada canal estrecha en la que nos metimos. Había que tener precaución con la piedra suelta, mas que por resbalar, por que no se fuese hacia los de atrás.
Al final de dicha canal se encontraba por fin la cumbre de Peña Valdorria con sus 1927 metros de altitud. Aprovechando la estancia de otra pareja en la cima, nos sacamos una foto de grupo con el banderín del club al lado de la cruz. En uno de los dos buzones dejamos nuestra tarjeta y nos dispusimos a comer, aunque solo eran las 12:10 horas. Por su parte, Miguel A., Mª Jesús y poco más tarde José Antonio decidieron emprender la marcha hacia el collado Bucioso y si podían, Peña La Verde. Por la cresta les vimos después durante un buen tramo hasta desaparecer entre las cima intermedias.
El paisaje era realmente extenso contemplándose numerosas cumbres de la Cordillera Cantábrica de Este a Oeste. Sí destaco la del cercano Prado Llano, en Montuerto, donde en 15 días colocaremos el Belén de Cumbres de este año con el que terminaremos el calendario 2011. Hacia el sur se alejaban los valles de los principales ríos como el Bernesga, Torío, Curueño e incluso parte del Porma. Valdorria pueblo no se veía, pero sí la ermita de San Froilán en los riscos superiores del Bosque de las Hadas. Algunos nos tumbamos luego aprovechando el estupendo día que hacía. El sol calentaba, aunque también corría un ligero viento frío que contrarrestaba ese efecto. Yo me tumbé en una roca que me pasaba el frío y tuve que poner más ropa debajo.
A las 14:00 horas emprendimos el descenso por la misma canal hacia la collada del Portillo de Agua a la que llegamos en 15 minutos. La opción que tomamos ahora fue echarnos al sur, hacia el valle de Valdecesar. Apenas encontramos roca en esta ladera muy herbosa y con matojo bajo. En ella sí vimos numerosos hitos que guiaban el sendero más o menos marcado. Atravesamos algunos pedreros en los que casi echábamos a correr patinando sobre la grava de los mismos. También aquí zigzagueaba por la ladera ya que es una de la rutas más usadas para ascender a esta cumbre desde el pueblo. Encontramos un trozo donde habían plantado pinos en pequeños huecos del terreno. También vimos algunas setas entre ellos.
Una hora después de salir de la cumbre llegábamos al camino del valle cerca del cual encontramos los restos de un espantapájaros en el suelo. Algunos árboles crecían en la parte baja de este valle formando grupos. Al lado del camino vimos otra fuente con pilón tras la cual subimos suavemente durante un trecho hacia las cercanías del cementerio. Tras un recodo apareció Valdorria por debajo de nosotros y hacia él comenzó a descender el camino que entraba pegado a la iglesia.
Eran las 15:15 horas cuando llegamos a este pueblo desde el que también se podía ver la espiga de la ermita en el alto de las rocas donde se emplaza. En las calles vimos numerosas gallinas y algunos gallos corretear libremente. No falta en este pueblo el agua, que mana de fuentes con varios caños.
Nos encaminamos hacia el bar donde decidimos tomar un refrigerio. Nuestra intención era bajar por el Bosque de las Hadas, pero no nos lo recomendaron por el gran caudal que bajaba por el río y que impide su paso en el último tramo antes de la cascada. En este bar nos convidaron a una copa de cava, lo cual agradecimos.
Aquí hago el inciso siguiente. Nos habíamos dividido en tres grupos formados por: Nati y Camino, que habían quedado a su aire desde el comienzo, Mª Jesús, José Antonio y Miguel Ángel, que se habían desviado en la cumbre, y el resto, Álvaro, Mateo, Antonio, Tiquio y yo. Ahora también nosotros nos dividíamos ya que algunos decidimos subir hasta la ermita de San Froilán mientras Guillermo y Antonio emprendían el descenso por la carretera. Mateo no quería subir y se ofreció a quedar cuidando las mochilas mientras subíamos Tiquio, Álvaro y yo. Ellos no habían estado nunca allí y así subimos por el sendero, a través de los 365 escalones que cuentan había hasta este lugar. Antes de llegar había un belén colocado en un hueco de unas rocas, y tenía unas cuantas figuras. En la Ermita se encuentra un altar con la imagen del santo que puede verse desde el ventano de la puerta. En un ventanuco había colocado otro Portal de Belén. En el cepillo dejamos unas monedas como limosna y que además sirven para conservar estos lugares emblemáticos.
Trepando un poco alcanzamos una roca con una cruz desde la que tuvimos una bella panorámica de la cumbre y el pueblo aún soleado que usamos de fondo para una foto de grupo. Pues bien, después de volver a la altura de la ermita tuve que volver a subir a por el gorro que se me había quedado olvidado al sacar la foto. Sin más emprendimos el descenso al pueblo en el que entramos cuando eran las 16:40 horas.
Desde él atajamos para salir a la carretera subiendo unos metros hasta la collada desde la que se baja a Nocedo. Los tres kilómetros son una sucesión de curvas cerradas que van perdiendo altura rápidamente hasta desembocar en la carretera del Curueño en dicho pueblo. Eran las 17:20 horas cuando llegamos. Álvaro y Tiquio se encaminaron hacia los coches, a un kilómetro de allí hacia arriba, mientras nosotros íbamos hacia el bar donde encontramos a las compañeras y compañeros salvo los tres que había seguido la ruta desde arriba. Esperamos por ellos una hora y poco después de llegar emprendimos el regreso a León. Sin novedades recorrimos los 50 kilómetros hasta la capital donde llegamos a las 19:35 horas.
Terminamos así esta penúltima excursión del año por parte del club de montaña “Cumbres de León”, restando tan solo el Belén de Cumbres en el Prado Llano y la cena de Navidad, como ya es habitual en el mes de diciembre.
















domingo, 13 de noviembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

MAGOSTO - VALLES DE BALBOA 06-11-11

 

MAGOSTO EN BALBOA.

1ª TRAVESÍA “BALBOA – PUMARÍN – CANTEJEIRA – CASTAÑOSO – BALBOA”.

06-11-11         (Domingo)

Después de habernos quedado sin plazas para el Magosto de la Delegación de Montaña, hemos decidido agregarnos a otro en el último momento. Por parte de Mª Jesús se nos propuso acercarnos a Balboa, localidad berciana en la que durante el fin de semana se celebraba este evento típico de estas fechas otoñales. Tan solo cuatro nos animamos a ello quedando luego reducidos a tres los participantes en el mismo: Mª Jesús, Álvaro y yo.
A las 7:30 horas salimos de Armunia en mi furgoneta por la ronda sur enlazando enseguida con la nacional hacia Astorga. En ella entramos a la autovía por la que dejamos atrás Ponferrada abandonando la misma en Ambasmestas. Escasos 7 Km. nos restaban a Balboa, 700 m, donde encontramos aún numeroso personal en diferente estado de “alegría” que seguía la fiesta desde el día antes. Eran las 9:30 horas y habíamos hecho 150 Km.
El cielo gris y con algo de llovizna cayendo nos obligaba a determinar los planes para la jornada. Por una parte queríamos ver una bonita cascada en Cantejeira y por otra realizar una ruta circular por los pueblos cercanos. Sobre las cinco de la tarde comenzaba el magosto, que consistía en una actuación de música celta en una de las pallozas-bar mientras se consumían castañas asadas que daban como tapas en la misma.
Para hacer la ruta completa subiendo a la cascada era muy difícil llegar a esa hora o incluso poco más tarde. Siempre se podía atajar desde cualquiera de los pueblos de la misma, lo cual hicimos al final. Por un lado, la ruta marcada y oficial estaba trazada desde Balboa a Castañoso, Villariños, Chandevillar y vuelta a Balboa. Para ver la cascada había que subir hasta Cantejeira pasando por Pumarín y luego dirigirnos hasta Castañoso y enlazar con la ruta. Ya adelanto que, tanto la mala señalización, como la falta de la misma, por insuficiente o gamberrismo, nos hicieron perder muchísimo tiempo durante la jornada como luego detallaré.
A las 9:40 horas emprendimos la marcha hacia Cantejeira, distante 4,5 kilómetros y con un desnivel de 400 metros hasta el mismo. Atravesamos un bonito parque por el que cruzaba un arroyo y poco después cogimos la carretera que asciende de continuo hacia dicho pueblo. El sol quería salir entre la nubes y avanzo que al final se impuso, aunque peleando de continuo con ellas. La lluvia se fue haciendo más débil y también cesó antes de llegar arriba. El frío sí era intenso de momento.
Delante de nosotros se alzaba el castillo de Balboa en el alto de un cerro cubierto de arboleda. Los castaños escoltaban la carretera a ambos lados dejando caer sus frutos ya maduros. Íbamos cogiendo algunas para probarlas sin entretenernos demasiado ya que la marcha se prometía larga, si la hacíamos entera. Algunos coches iban y venían por ella, aunque muy escasos. Dejamos atrás unos depósitos de agua mientras ganábamos altura constantemente.
La vista era cada vez más amplia del valle de Balboa sobre el que veíamos un amplio y bonito arco iris que salía del mismo pueblo. Hacia el Noroeste se cerraban negros nubarrones que amenazaban lluvia con fuerza, pero el viento corría algo trasversal y no los llegaba a cerrar sobre nosotros.
En esta subida íbamos siguiendo una ruta señalizada para bici de montaña que recorre las cuencas mineras de la comunidad y encontrábamos señales de la misma en diferentes tramos. La carretera serpenteaba valle arriba por la ladera Este entre arboleda, aunque los castaños habían desaparecido según avanzábamos. Llegamos así a una bifurcación donde cada ramal se divide para llegar a Cantejeira por diferente ruta. Uno va directamente mientras el otro pasa por Pumarín, aunque en distancia es similar uno a otro. Mª Jesús había tomado un atajo por un sendero mientras Álvaro y yo decidíamos no abandonar de momento el asfalto. Nos encaminamos hacia el primer pueblo, Pumarín, donde nos encontramos en pocos minutos cuando eran las 10:50 horas.
En dicho pueblo, situado a 1050 metros de altitud, entablamos conversación unos minutos con una vecina. Retomamos la marcha atravesando la pequeña localidad y enlazando luego a la otra carretera que baja hacia Villafeile y Ambasmestas. Hacia el lado contrario nos encaminamos divisando enseguida Cantejeira a poco más o menos un kilómetro. Ahora lucía el sol y entre la niebla pudimos ver la cumbre de Peña Rubia. Poco después llegamos al encuentro de los dos ramales de la carretera a dicho pueblo que se unían poco antes de entrar en él.
A la entrada de Cantejeira se encuentra el cementerio desde donde poco antes parten dos senderos, uno de ellos marcado con dirección a Balboa y el otro sin nada. Nos habían dicho que también salía de allí uno hacia Castañoso, pero no lo vimos.
A las 11:25 horas llegábamos a Cantejeira situado a 1100 metros de altitud. Alguien nos indicó la salida hacia la cascada y hacia ella nos dirigimos. En una fuente paramos unos minutos y charlamos con una pareja de lugareños que nos indicaron también dicho camino. Apunto que en la fuente había unas bonitas esculturas de madera empotradas entre las piedras de la misma así como una placa de homenaje a un personaje de la localidad.
A las 11:40 horas salimos del pueblo por un camino hacia el Este por encima de varias huertas y prados. A unos 500 metros encontramos una bifurcación con una señal en medio a modo de flecha señalando a la derecha que ponía “cascada”. Pues bien, dicha señal estaba desclavada puesta provisionalmente en medio de los ramales y de frente al ramal derecho, con lo cual, si nos fiábamos de ella teníamos que seguir por nuestra izquierda. Claro que, si la flecha realmente tenía que estar mirando hacia el pueblo, que era lo normal, teníamos que ir hacia la izquierda. Vamos, un dilema. María Jesús se acercó unos metros hacia la derecha sin ver señal alguna de los hitos que nos habían comentado que había.
Sin más nos encaminamos hacia la izquierda comenzando un fuerte descenso hacia un valle. No tardando surgió otro dilema al ver un nuevo cruce de tres senderos. Uno lo descartamos al ver que subía demasiado hacia la cresta. De los otros, otro bajaba directo al río y el tercero seguía de frente hacia el fondo del valle. Seguimos éste último llegando a unas praderías donde daba un giro total por la margen contraria de la reguera Tabernas. Dudamos si habría que seguir valle arriba, pero ya no se veía trotado y desistimos. Seguimos el sendero por esa otra margen entrando en un pequeño pinar que atravesamos enseguida.
Ya fuera de él, y sin señales de la cascada, oímos ladrar un perro en la parte contraria y dimos una voz a ver si venía alguien. Nos contestó una chica que nos comentó que no íbamos bien por allí y que no estaba tan lejos. Resumido este rato, atajamos por la vaguada pasando el río para comenzar a subir por otro sendero empinado hasta encontrarnos con esa joven. También iba buscando la cascada, a la que ya había ido alguna vez, pero de cuya situación no se acordaba. Total que decidimos volver al pueblo de nuevo y sopesar las alternativas. Cuando entramos en Cantejeira de nuevo eran las 13:10 horas.
Nos encaminamos hacia la gran palloza de este pueblo, también convertida en bar, y entramos a verla. Volvimos a encontrarnos con la señora de la fuente y otra vecina que nos explicaron ciertamente por donde se iba. La señal estaba movida y había que girar a la derecha realmente. Nos indicó además otro sendero por debajo del anterior que iba más directo y ya por amor propio nos encaminamos por él. Éste estaba más embarrado y nos sacó al ramal que venía de la bifurcación de arriba. Enseguida vimos otra flecha que nos metía hacia el fondo del mismo valle de Tabernas pero varios metros río abajo. La pendiente era pronunciada y una nueva bifurcación nos ponía en apuros de nuevo. Una flecha hecha con piedras en el suelo y las indicaciones que nos habían dado de ir siempre a la izquierda, nos sirvió para elegir el sendero. Bajamos varios metros entre vegetación hasta llegar por fin al ansiado rincón, que por lo demás no nos defraudó. Eran las 13:50 horas. Desde el pueblo habíamos tardado 20 minutos.
Este bonito salto de unos 10 metros se desploma por una pared rocosa a una pequeña poza antes de seguir su curso entre la arboleda. El caudal de la misma era suficiente para ya poder disfrutar de su vista. Aprovechando la estancia de un grupo de jóvenes gallegos, nos sacaron una foto con ella detrás. En unas rocas cercanas nos acomodamos para comer escuchando el sonido del agua desplomándose. Nos quedaba la duda de saber si, de haber seguido el cauce del río hubiésemos podido bajar hasta allí mismo o se encontraría cerrado por vegetación o más cortes insalvables.
A las 14:40 horas retomamos la marcha subiendo hacia el pueblo. Después de comer, las cuestas cuestan más. En un prado vimos un burro que se nos acercó al paso nuestro. Un rebaño de vacas y un caballo nos cerró un momento el camino mientras entraban a otro prado. Atravesamos Cantejeira sin detenernos ya y llegamos al camino cercano al cementerio que señalaba Balboa, y que según ya nos habían comentado, se bifurcaba luego a Castañoso.
A las 15:15 horas tomábamos dicho camino por el que comenzamos a descender entre arboleda y arbustos. Frente a nosotros veíamos varios árboles con diferente colorido otoñal que formaba un mosaico impresionante. Nos hicimos algunas fotos delante de ellos y seguimos avanzando en busca de la bifurcación. En algunos lugares encontramos una especie de pozas que recogían el agua de algunos regatos que bajaban por la ladera y que luego usarían para alguna pradería de la parte baja.
Así llegamos a una bifurcación donde una señal doble marcaba “Cantejeira 0,5 – Balboa 3,5 Km”. Bien, cogimos la dirección a Balboa suponiendo ya de los dos ramales, al que mejor indicaba la flecha. A los 50 metros otro desvío más estrecho volvió a ponernos en jaque descartándolo por ese detalle de la anchura. Seguimos el otro más alto entre arboleda mientras veíamos que nos iba metiendo a una vaguada que no nos convencía, aunque podía luego girar bruscamente. Así recorrimos un trecho durante diez minutos hasta llegar al arroyo donde no giraba, si no que terminaba bruscamente el sendero. El rincón era bonito al menos, pero teníamos que regresar por enésima vez en el día.
Volvimos al punto donde se separaba del pequeño y entrando en él un poco vimos la estaca a unos 50 metros del cruce. Volvimos a descender atentos a las posibles bifurcaciones que podíamos dejarnos atrás sin marcar y así llegamos de nuevo al mismo arroyo anterior, pero por el paso bueno. No tardando encontramos el desvío de los dos pueblos. Desde Cantejeira llevábamos 1,8 Km., a Balboa había 2,4 y 1,5 Km. a Castañoso. Eran las 16:10 horas.
En este tramo a dicho pueblo nos encontramos de nuevo numerosos castaños con frutos caídos en el suelo algunos de los cuales recogimos para comer. Las formas retorcidas de sus troncos eran verdaderas obras de arte en algunos de ellos.
A las 16:50 horas entrábamos en este pueblo donde preguntamos a un joven por la salida hacia Villariños, la cual se encuentra cercana al puente de la entrada sobre el reguero de Castañoso. Si bien las casas de los anteriores pueblos mantenían en general un tono rústico, con algunas excepciones, en éste las excepciones las hacían las antiguas teniendo el resto demasiado cemento y uralita en general. En un tractor también viejo saqué una foto a Álvaro y Mª Jesús, por no perder la costumbre. La altitud del pueblo es de 866 m.
Salimos de allí a las 17:00 horas para recorrer los 3,5 kilómetros a Balboa por la carretera. Sabíamos que había un sendero, y de hecho lo vimos cerca del río, pero ya no arriesgábamos a tener que andar con más retrasos. En este tramo encontramos muchos más castaños cuyos frutos caídos aplastaban los vehículos que iban y venían. Por la izquierda subían las laderas por las que transcurría el sendero por el que habíamos bajado. También vimos más adelante la collada donde comenzaba el mismo en Cantejeira. Al lado de la carretera vimos una larga escalera apoyada en la roca y nos dejó un poco intrigados. No se veía a nadie por allí ni coches.
Poco a poco nos fuimos acercando a Balboa y nos situamos bajo la carretera que sube a Pumarín. Frente a nosotros comenzó a perfilarse a contraluz la silueta de la torre del castillo y no tardando vimos las primeras casas del pueblo bajo nosotros. Tras una cerrada curva, donde se encontraba el desvío de Villariños, entramos en Balboa cuando eran las 17:45 horas.
Haciendo cálculos, entre pueblos habíamos recorrido unos 12 Km. y con las idas y venidas a la cascada y demás otros 6 Km. bien a gusto.
Antes de ir a la furgoneta a cambiarnos preguntamos donde se hacía la fiesta y demás. Pues bien, resulta que al final se había suspendido la actuación musical prevista en la palloza. En un rincón cercano estaban unos jóvenes asando las castañas en un bidón para luego darlas en esa palloza como tapa-degustación. Nos cambiamos y entramos en “La Casa de Gentes”, la casa del pueblo de Balboa, donde había una exposición de aperos y demás. Allí compré un bizcocho de castañas. Luego lo hicimos en la palloza a tomar una consumición y probar las castañas. Aunque había personal, no quedaban ni la mitad de coches que habíamos visto por la mañana al llegar.
Luego decidimos acercarnos hasta la otra palloza-bar, situada a las afueras. Es más grande que la anterior y también muy original. Tomamos otra consumición e hicimos las cuentas de la salida. Regresamos luego al centro del pueblo donde teníamos la furgoneta y a las 20:20 horas emprendíamos el viaje hacia la capital.
Enlazamos con la autovía en Ambasmestas y por ella circulamos hasta la altura de Astorga donde la abandonamos. Por la nacional recorrimos los últimos 45 Km. hasta León llegando a Armunia cuando eran las 22:00 horas. Dejé a Mª Jesús en casa y Álvaro tenía su coche donde la mía.
Este fue nuestro magosto particular de este año. Resultó bien, pero la señalización nos jugó unas cuantas malas pasadas haciéndonos perder demasiado tiempo, tiempo que podíamos haber aprovechado visitando al menos el siguiente pueblo de la ruta. Cuando estoy escribiendo esto ya hemos hecho el calendario del próximo año y en abril hemos puesto la misma ruta para terminar de rematarla o hacer la segunda parte de ella.