lunes, 27 de abril de 2009

LIEGOS -ACEBEDO 26-04-09


1ª TRAVESÍA “LIEGOS- COLLADO DE LOIS- ACEBEDO”.

26-04-09         (Domingo)

Siguiendo el programa del club de montaña hemos realizado esta travesía en la bonita zona leonesa de Riaño. En esta ocasión nos acercamos hasta Liegos donde comienza esta ruta señalizada en un folleto del parque regional de Picos de Europa. El tiempo pésimo de los días anteriores nos hizo pensar en lo peor, pero al final no tuvimos tan mala suerte y nos dejó disfrutar más o menos bien de las vistas de la ruta.
Catorce fuimos los animados a dicha excursión cuyos nombres son: Adelino, Roberto, Nati, José Antonio, Toño, Merche, Toñi, Elvira, Piedad, Mª Jesús, Álvaro, Mateo, Irene y yo. En los coches de Toño, el de José Antonio y el mío nos acomodamos todos emprendiendo el viaje hacia Liegos. En Riaño nos detuvimos a tomar un café unos minutos antes de retomar la marcha hacia este pueblo ya próximo. Ya pasadas las diez de la mañana aparcamos en una de las calles del mismo preparándonos para la marcha. Altitud de Liegos, 1140 m.
Por no variar, ya desde el principio, carreras. Quise sacar una foto de grupo y la mitad ya se habían marchado a la maratón. Hubo quien se desvió de la ruta al comienzo de la misma y se fue “a su bola” por donde le pareció el resto de la jornada. El resto nos lo tomamos con calma y comenzamos a caminar cuando eran las 10:30 horas. Salimos por un camino señalizado como “PR-LE 32 Liegos- Acebedo”con dirección Sur hacia el valle de San Pelayo. Las nubes cubrían casi todas las cumbres y el sol se colaba entre algunos claros. De frente se alzaba el pico Yordas también con la cumbre oculta en la niebla. El camino transcurría con altibajos entre prados en los que vimos numerosos caballos y yeguas con pequeños potros a su vera. En una curva del mismo atajamos por las praderías y no tardando llegamos un pequeño collado que da paso al valle de San Pelayo por el que transcurre el río Belluco. Paralelos a él, y ya por debajo mismo de la falda del Yordas, comenzamos a subir entre algunos prados. En las laderas del macizo del Yordas se veían varios hayedos entre los cuales sube el camino que va hacia la cumbre. A la orilla de la pista encontramos también un corral con cuadras y ganado dentro. Poco más adelante había una piedra vertical con una cruz, unas iniciales y las siglas RIP.
Frente a nosotros, alejada aún, sobresalía la cumbre de La Trapa. También hacia la izquierda destacaba otra cumbre cuyo nombre no puedo deducir por los mapas. Bonita era la estampa que se podía disfrutar de esta cumbre con los prados verdes y el ganado pastando en primer plano. Mientras, el camino seguía subiendo suavemente hacia la collada de Demedios. Atravesamos algunos pasos canadienses camino de ésta y llegamos así a una bifurcación de caminos. Un indicador nos señalaba desde Liegos 6 Km. en 2:30 horas, cuando llevábamos 1:30 horas y subiendo. Al otro lado marcaba a Lois 3,400 Km. en 1:30 horas. El ramal que se desviaba a la izquierda no ponía nada, pero según la descripción de la ruta, podría subir hacia la collada de Anciles. Eran las 12:10 horas.
Con dirección a Lois nos encaminamos hacia el collado Demedios mientras nos caía una pequeña ventisca de nieve. En cinco minutos alcanzamos dicha cota de 1335 metros con una bonita vista al Oeste. De nuevo se abrían algunos claros y lucía el sol. Hasta allí llevábamos 6,500 Km.
Comenzamos a descender hacia los Prados Demedios siguiendo el ancho camino que traíamos. Por el fondo del mismo baja el arroyo de Llorada que viene del Norte hacia donde continuaba la ruta por el valle del mismo nombre. Algunos atajaron por las praderas y tuvieron que saltar dicho arroyo mientras otros bajamos unos metros más evitándolo. A la orilla del camino vimos algunos árboles completamente cubiertos de flores blancas. Poco después atravesamos una zona algo más estrecha entre el pico Trapa y el Sestil de las Vacas. Por la falda del primero vimos subir una manada de rebecos así como un grupo de tres árboles que ampliados con la cámara nos parecieron tejos. Mas adelante encontramos otro rincón curioso. Había un gran nevero que ocupaba casi todo el paso entre las rocas por donde también bajaba el río. Pues bien, la misma nieve formaba un puente sobre el arroyo con un arco perfecto sobre él. Dudamos si había o no un puente, pero nos agachamos y sacamos fotos con la cámara comprobando que solo era nieve. Sobre el mismo nos sacamos unas fotos del grupo de siete que íbamos juntos. Allí cerca había también una cavidad en la roca.
Este angosto paso daba salida a otra ancha parte del valle de Llorada. En él se encuentran los restos de una antigua mina de cinabrio con varios edificios medio derruidos. Luego en Acebedo nos comentaron que se había cerrado en la década de los 60. Ahora la ruta era compartida por un tramo del “GR- 1 Ampurias- Finisterre”, por lo que las marcas amarilla y blanca del PR eran sustituidas por la roja y blanca del GR. El camino transcurría también paralelo a una línea de alta tensión. En otro indicador nos marcaba a Acebedo 7,200 Km. en 3:30 horas habiendo recorrido ya unos 8 Km. También marcaba la distancia y tiempos a Lois por Llorada o por el valle de Zaco. No lejos había un refugio forestal tras el cual vimos también unas cuadras de ganado vacías. Pues bien, resulta que ahora viendo unas fotos de hace 8 años cuando hicimos la ruta desde Lois a Acevedo, se nos ve comiendo al lado de este mismo refugio. Más adelante vimos una bañera usada como bebedero de ganado en la que en aquella ocasión se metió Roberto, otro compañero del club de aquella época y también sale en la foto.
Se abrió aún más el valle bifurcándose en varias vallinas. El camino continuaba por el centro hundido en medio de las praderas. Salimos a éstas para evitar el agua que abnegaba el mismo. En esos momentos tuvimos otro rato de ventisca de nieve, aunque realmente era más bien granizo muy pequeño que además mancaba en la cara. No sé por qué abandonaron éste para comenzar a atajar hacia otro que se veía en la ladera mucho más arriba. Pues bien, al final no sabíamos por donde continuar y fue Roberto el que nos dijo que por donde él iba se veían las marcas de la ruta. Subimos a él y retrocedimos hasta coger de nuevo la ruta buena justo por la loma contraria a la que se dirigían en un principio. De frente se alzaba la cumbre del Ricacabiellos con 1857 metros en la que se pueden ver varias antenas.
Siguiendo el camino nos fuimos metiendo de lleno en un bonito hayedo con algunos ejemplares de grueso tronco y formas retorcidas. La pendiente se hizo mucho más pronunciada entre este bosque y el camino dio algunos giros. Por la izquierda se alzaba ahora la cumbre del pico Lázaro con 1908 metros. Hacia atrás se podían contemplar entre las nieblas las del Yordas y otras más cercanas a él. Poco antes de llegar al collado encontramos una bonita fuente con pilón de piedras. Estaba casi cubierta por la nieve que en la collada abundaba por esta parte sur.
A las 14:00 horas alcanzamos la collada de Lois o de Lito con 1550 metros de altitud según el indicador o 1585 m según el mapa. Estábamos en la mitad de la ruta. Aquí también tenemos una foto aquel día totalmente cubierto de nieve y con niebla. Ahora nos surgió una duda ya que el camino se mantenía por la ladera de la peña La Vela pero se veía como otra bajada más directa por el medio de la vaguada. Al final optamos por seguir el ancho camino mientras se cerraba de nuevo y comenzaba a nevar copiosamente acompañado de viento. Teníamos por delante el bonito valle del río Erendia y al otro lado las cumbres de los Mampodres totalmente invisibles. Más adelante encontramos un desvío que según el mapa subía a la cumbre del Ricacabiellos. Poco a poco fuimos descendiendo mientras se abrían grandes claros y pudimos ver numerosas cumbres que bordeaban el valle, como la peña Cuadrada, El Corral de los Diablos, el pico Entrecolladas o la peña Convento en el Mampodre. También en ese macizo estaba el Valjarto y la Cuesta Rasa. En este tramo se nos unieron Merce y Toñi, que habían ido detrás de José Antonio y dieron la vuelta, y Nati que venía detrás de nosotros. Allí nos juntamos entonces: Nati, Toñi, Merce, Mateo, Adelino, Roberto, Álvaro, Irene, Mª Jesús y yo. Del resto no sabíamos nada.
Llegamos así al fondo del valle y decidimos seguir por el camino ya que en el mapa venía marcado un refugio o caseta más adelante donde parar a comer. Mateo decidió para allí mismo. Nosotros atravesamos el arroyo por unas piedras comenzando a bajar por la parte izquierda del valle. De frente, pero alejada, podíamos ver la mole de Peña Ten y posiblemente el Pozúa. Hacia atrás contemplábamos una bonita vista del pico Lázaro con su silueta casi piramidal. A la derecha del camino había una caseta que parecía de recogida de aguas. Por allí quedó también Nati a comer. Sorteamos una valla que cerraba el paso al ganado y luego un tramo entre bosque antes de divisar el refugio a nuestra izquierda. Nos desviamos unos metros hacia él y llegamos a su altura a las 15:15 horas. Algunos que habían llegado un poco antes ya estaban recogiendo leña para encender la chimenea. Entre todos recogimos varias ramas de allí cerca, aunque después de prender la lumbre salimos fuera a comer. Se estaba bien, aunque durante un rato volvió a escaparse el granizo. Allí decidí cambiar la cámara y cogí la vieja. Como apunte añado que me di un pequeño corte en la mano al abrir una lata de conserva. Nati y Mateo llegaron mientras comíamos. El chupito del final fue lo mejor.
A las 16:15 horas retomamos la marcha por el mismo camino que llevábamos anteriormente y que por entre matorrales y prados. Yo me quedé atrás por “obligaciones fisiológicas” y ya no les alcancé en todo en trayecto. Más abajo había un desvío que se dirigía hacia la falda del Mampodre por el Este. De éste macizo se veían varias cumbres. Me crucé con un tractor que subía con un caballo atado atrás. De nuevo se cerró un rato y nevó algo antes de llegar yo al pueblo. A las cinco de la tarde entraba en Acebedo, 1181 m, tras 15 Km. recorridos.
Aquí me reuní con los compañeros y entramos en un bar a tomar un refrigerio. Preguntando por una alternativa a la carretera para hacer los cinco kilómetros restantes a Liegos, nos contestaron que no la había. Ya en plan para marchar, nos encontramos a José Antonio que había venido a buscarnos con el coche. Montamos cuatro y el resto quedó a la espera de que fuese Toño. De camino dejamos atrás a Merce y Toñi por la carretera. Pasamos por Lario y ya cerca de Liegos encontramos a Toño, Elvira y Piedad que aún no habían llegado. Decidimos entonces que fuese yo en busca de los demás y con la furgoneta retrocedí hacia Acevedo. Sin llegar a él recogí a Mateo, Nati, Mª Jesús e Irene. Claro, no pude recoger a Toñi y Merce, aunque ya les quedaba poco trecho para llegar. Seguían alternándose los claros y la lluvia a ratos.
Ya en Liegos nos reunimos todos en el bar de la entrada del pueblo. Eran las 18:00 horas. Aquí tomamos otra consumición e hicimos las cuentas de gasolina. Yo me cambié de ropa también. Media hora más tarde salimos para emprender el regreso a León. Bordeando el pantano de Riaño paré varias veces a sacar algunas fotos de contraluces realmente espectaculares. El regreso lo hicimos igualmente por Sabero a Boñar y Puente Villarente. Sin novedades llegamos a León parando en Guzmán a las 20:20 horas.
Otra jornada positiva de montaña en la que restamos una actividad más del calendario. El tiempo no acompañó todo lo mejor que se desea para la época en la que ya estamos, pero tampoco nos estropeó mucho el día.





















 

lunes, 20 de abril de 2009

PÁRAMO Y RAPAONA (Isoba) 19-04-09

 


1ª ASCENSIÓN AL “PÁRAMO” Y 2ª ASCENSIÓN A “LA RAPAONA”.

19-04-09              (Domingo)

De nuevo no hemos podido cumplir una actividad programada por el club de montaña debido a la nieve acumulada en la zona. La misma era una ascensión al Canto del Oso, en Asturias, pero con comienzo en Isoba. La ruta en sí ya era larga, y aunque no complicada, la nieve que aún se mantiene en esta primavera, nos truncó dicha subida. Algunos lo intentaron más que otros, aunque sin éxito alguno. Los que nos desviamos antes de la ruta hacia éste pico ascendimos a otros dos, e incluso tres en el caso de José Luis; mientras, el resto hizo una travesía por las cercanías.
De Guzmán salimos a las 8:00 horas algunos de los participantes de esta salida: Nati, José Luis, Adelino, Roberto, Vicente y yo. Por su parte, Javi F., Ramón, Corín, Amador y Ricardo salían de otro punto a la misma hora. Los coches usados eran los de Vicente, Adelino y Amador.
Por la nacional llegamos a Puente Villarente donde nos desviamos hacia Boñar. Tras bordear el pantano del Porma llegamos a Puebla de Lillo donde nos detuvimos unos minutos a tomar un café. A las 9:45 horas llegamos a Isoba, 1375 m, donde ya estaban los compañeros del otro coche. Tras sacarnos una foto de grupo emprendimos la marcha a las 10:00 horas de la mañana.
En el cielo se alternaban nubes y claros, aunque hacia el Norte se cerraban más los primeros. Salimos por un camino frente a la cara Norte de la peña San Justo aunque enseguida cambiamos de rumbo al Este. Según íbamos ganando altura contemplamos una bonita panorámica del pueblo. El camino se fue cubriendo de nieve hasta desaparecer bajo ella. Siguiendo las huellas de los que ya se adelantaban atravesamos algunas vegas hasta alcanzar la collada bajo el pico San Justo en su cara Norte y por encima del valle del Pinzón. Allí perdimos las huellas de los que iban delante a los que tampoco veíamos. Por la izquierda, al norte, vimos subir a José Luis solo por otra loma, pero tampoco veíamos las huellas suyas. Allí estábamos Álvaro, Adelino, Roberto y yo.
La ruta pasaba por una alta collada que veíamos de frente al otro lado del valle de Pinzón. Las laderas que subían a ella se encontraban cargadas de nieve y lo peor era que había que perder bastante altura de nuevo bajando al valle. Optamos por comenzar a subir por la loma de la izquierda paralela al valle Pinzón en el que no tardamos en ver al grupo que ya comenzaba a subir por un sendero de la parte contraria. Enseguida encontramos las huellas de José Luis en la nieve blanda. De frente se alzaba la cumbre de La Rapaona y algo mas a la derecha la del Páramo, aunque en esos momentos tampoco estábamos seguros de cuales eran.
El cielo había despejado un poco y ahora los claros abundaban. El sol reflejado en la nieve nos había obligado a poner las gafas y darnos crema protectora. Nos dirigíamos a una de las dos cabeceras del valle de Pinzón para comenzar a subir una cumbre cercana a la que se dirigía por delante José Luis. Habíamos ya desistido de seguir al resto que continuaba su ascenso hacia el collado Borugo que daba paso ya a la zona asturiana donde se encuentra el Canto del Oso, para el cual aún les quedaría un buen trecho.
Nosotros emprendimos la subida a la cumbre mencionada cuyo nombre no figuraba en el mapa que llevábamos. Tan solo ponía en él que se trataba de la zona del Páramo. Fue ya en casa cuando confirmé en otro mapa más detallado que también el pico llevaba dicho nombre. La pendiente hacia el mismo era muy pronunciada y la nieve blanda hacía pesado el avance. Procuramos seguir las huellas ya abiertas de José Luis, aunque a veces se nos perdían entre el matorral bajo. Dejamos atrás unas formaciones rocosas de agujas y a las 12:55 horas alcanzamos esta cumbre de 1850 metros de altitud. En la misma había un hito de piedras con un bote vacío entre medias. A José Luis le vimos ya en otra cumbre de la sierra principal, el Valdevezón. Esta cumbre en la que estábamos es perpendicular a la sierra principal que hace límite con Asturias en la que se emplazan cimas como La Rapaona, Rapaina o la Peña del Viento.
En la cumbre nos hicimos unas fotos y dejamos nuestra tarjeta de cumbres firmada. José Luis había vuelto de la otra cima y estaba en el collado La Mullida, entre ella y La Rapaona. Por la loma se acercó unos metros hacia nosotros que comenzamos a bajar no tardando. Ya juntos decidimos que para subir a La Rapaona era mejor rodear la laguna Negra por el sur y subir por la ladera de ese lado ya que la otra que partía de La Mullida estaba cargada de nieve con terrazas volantes con peligro de avalanchas. De hecho se veía un deslizamiento en uno de los laterales hacia la laguna. Atravesamos esta vega en cuyo centro se podía ver un pequeño trozo de la laguna entre la nieve. Llegamos al comienzo de la loma que subía ya hacia la cima, pero en medio podían verse unas rocas que había que bordear.
José Luis decidió hacer una parada para comer un poco y no estaba muy decidido a seguir. Yo tampoco iba en buena forma y me estaba costando avanzar entre la nieve blanda. Álvaro era el que estaba dispuesto a todo y a Adelino y Roberto les daba igual. Al fin éste nos convenció y continuamos los cuatro hacia arriba hasta llegar a las peñas. Álvaro se metió en una canal que no tenía salida y al final tuvo que bajar unos metros. El resto comenzamos a bordearlas directamente por la izquierda sorteando los huecos que había tapados por la nieve. Frente a nosotros teníamos la estación de San Isidro y todas sus cumbres. Nos alternábamos abriendo paso para no agotarse uno solo. Enseguida vimos unas rocas en la parte alta aunque hacia la izquierda, más alejado, se veía otra cumbre de más altura. Sabíamos que la Rapaina era más alta y supusimos que podía ser ella, aunque también podía ser La Rapaona y lo que teníamos encima unas simples rocas.
Poco a poco fuimos ganando altura y fue Álvaro el que primero llegó confirmándonos que se trataba de La Rapaona. Nosotros tres alcanzamos su cumbre minutos después cuando eran las 15:10 horas. En ella una cruz marcaba el nombre y la altitud de la misma, 1975 metros y pegada a ella había un buzón del que recogimos una tarjeta. En uno de los horizontales de la misma tenía soldada una silueta de una montaña y en el otro lado una persona con un bastón. La inscripción había sido rayada por algún desaprensivo de los que hay en cualquier parte.
Llamé a José Luis para preguntarle si iba a subir o no y decirle que no era mucho lo que le quedaba desde donde estaba. Al final se animó y nos dijo que subía. También intenté comunicarme con cualquiera de los otros compañeros, pero ninguno tenía cobertura. A Nati la habíamos visto llegar a la cabecera del valle donde la perdimos de vista. Intentar enumerar las cumbres que podíamos ver desde allí es casi imposible. Por un lado estaban las de San Isidro: Torres, Agujas, Toneo, Ausente, etc. varias más de la zona del Curueño y Porma, como el Cueto Aucino, Mahón o Susarón. Más al Sureste emergían los Mampodres y muy al fondo incluso el Espigüete. Por el Este teníamos Peña Ten, Picos de Europa como destacados y también el macizo del Cueto del Oso. Precisamente en la ladera de éste pudimos ver con los prismáticos subir un grupo de personas entre la nieve. Lo primero que pensamos fue, que si eran los compañeros nuestros, no llegarían a los coches de día. La distancia a la que se encontraban era considerable y ya eran las 15:30 horas. Aún con los prismáticos era difícil distinguirlos.
Mientras contemplábamos todo esto comimos acomodados en las rocas de la cumbre. Corría una brisa fresca, pero abrigados se aguantaba. No tardó en aparecer José Luis y todos juntos nos sacamos una foto en torno a la cruz, en cuyo buzón dejamos otra tarjeta.
De pronto vimos como por la ladera norte del mismo macizo en el que estábamos subía un grupo de personas que no tardamos en identificar como nuestros compañeros, lo cual desechaba la idea de que fuesen los que habíamos visto en el Cueto del Oso, cuya altitud es de unos 1800 metros.
Se dirigían hacia la collada de La Mullida teniendo por delante una pendiente de considerable inclinación y cargada de nieve. Media hora tardaron en alcanzar ésta y nos comunicamos por fin por teléfono. Nos dijeron que la gran cantidad de nieve les había impedido continuar poco después de la collada y que habían bajado hasta las brañas de Brañagallones desde donde subían ahora.
A las 17:00 horas emprendimos el descenso por el valle de Las Hazas que llegaba directamente a la carretera. La ladera se encontraba cubierta de nieve aún más emblandecida donde a veces metíamos las piernas hasta la cintura. Echando la vista atrás se podía ver la curiosa cumbre que más parecían unos peñascos en medio de la loma que un pico. Yo me quedé un poco rezagado sacando alguna foto. Por el norte iban apareciendo negros nubarrones que no tardaron en cubrir por completo el pico Torres. Poco a poco fueron avanzando llegando a cubrir el resto de cimas incluida la de La Rapaona. No tardando comenzaron a caer gotas de agua-nieve arreciando durante un rato más o menos fuerte y cesó. Por mi parte, cambié la cámara de fotos y saqué la antigua para evitar mojar la nueva. Como es el mismo modelo, solo cambié las pilas y tarjeta.
Alcancé a Roberto ya fuera de la ladera nevada y nos metimos entre matorral alto antes de salir a las praderías cercanas a una cabaña en la que estaban Adelino, Álvaro y José Luis. Nosotros pasamos cerca de la misma sin acercarnos y ya juntos continuamos valle abajo siguiendo un sendero por la parte derecha del arroyo de Las Hazas. En el cielo se abrían de nuevo algunos claros.
A las 18:40 horas llegamos a la carretera unos 500 metros por encima de Isoba. El arroyo formaba allí una pequeña cascada bajo un puente de la carretera antigua antes de meterse bajo la nueva y salir a desembocar en el río Isoba. Cinco minutos después entramos en el pueblo donde ya estaban los otros compañeros desde hacía un buen rato. Nos cambiamos e hicimos las cuentas ya que ellos querían marchar. Los demás, Vicente, Adelino, Roberto, Álvaro, Nati y yo entramos al bar a tomar un refrigerio. En él estuvimos casi una hora emprendiendo el regreso a León a las 19:40 horas.
Sin novedades bordeamos el pantano del Porma, con el bonito Susarón a su vera, y atravesamos Boñar camino de Puente Villarente. Aquí nos desviamos hacia la capital donde entramos una hora más tarde. En Guzmán terminamos el viaje y nos despedimos emplazándonos en una semana para la siguiente excursión.
Así finalizamos esta grata jornada en la que, sin alcanzar el objetivo previsto, disfrutamos con la ascensión realizada y las vistas que desde la cumbre tuvimos.