lunes, 28 de febrero de 2005

BESANDE INVERNAL 27-02-05

 


1ª TRAVESÍA “BESANDE-FALDA PICO ARBILLOS-BESANDE”.

27-02-05             (Domingo)

Segunda actividad modificada en lo que llevamos de año, aunque esta vez se realizó parte de lo programado. La ruta prevista era la siguiente: “Besande- Pico Arbillos-Valverde de la Sierra- Besande”. Al final, mientras unos ascendían al pico, otros realizamos solo una parte de la travesía. En el relato se reflejan las incidencias de dichas modificaciones y el resultado de las mismas.
En Guzmán nos fuimos reuniendo los participantes de la marcha hasta que solo faltaba Ramón, que además tenía que llevar coche. Por su parte Javi F. al haber avisado tarde, tenía que ir en el suyo propio. Pues bien, tras un rato de espera y ver que éste no aparecía, optamos por dividirnos en los coches de Roberto y de éste último. En total 8 fuimos los participantes en esta salida: Roberto, Javi F., Luis, Guiomar, Jorge, Sonia, José Luis y yo.
Mientras el coche de Roberto salía hacia el portillo, nosotros en el de Javi nos acercamos hasta su casa a coger unas cosas. Ya cerca de las nueve salimos de León por la nacional hasta Mansilla donde nos desviamos. En Sahechores giramos hacia Almanza y en éste a Puente Almuhey. Desde allí salimos hacia Guardo, ya en Palencia. En esta localidad se coge la carretera hacia Velilla del Río Carrión y aquí al puerto de Las Portillas, donde se entra de nuevo en León. El cielo de momento se presentaba soleado, aunque las nieblas rondaban cercanas. Con este panorama llegamos a Besande sobre las 10:10 horas.
Las calles del mismo se encontraban con mas de medio metro de nieve, por lo que aparcamos los coches como se pudo en el cruce de las carreteras de Riaño y Prioro. Tras prepararnos y demás comenzamos la marcha sobre las 10:30 horas. Por las calles cargadas de nieve atravesamos Besande. En una de las casas vimos unos “chupiteles” de hielo de más de un metro de largo. Atravesamos el puente sobre el río Grande para salir por una pista en principio señalizada. De frente se alzaba el pico Arbillos con 1965 metros de altitud, el pueblo está a 1290 metros.
La pista cargada de nieve blanda impedía ver claramente las señales además de ralentizar nuestro paso. El viento traía la nieve del norte y nos azotaba fuertemente en forma de ventisca. Temimos que la masa de nubarrones se nos cerrara encima estropeándonos la jornada, cosa que no sucedió en todo el día por fortuna.
Enseguida José Luis se adelantó demasiado y comenzó a subir por la ladera sin contar con nadie. Javi le siguió mientras el resto estábamos por detrás aún en el camino. A pesar del mapa, la nieve impedía situar bien la ruta concreta y la subida. Jorge, Sonia y Guiomar optaron por no ascender el pico y hacer la ruta hasta Valverde. Por mi parte, ya estaba mosqueado con los que nunca esperan por nadie y hacen lo que les sale de las narices. Eso, y que la nieve blanda podía hacer un infierno la subida, me hizo desistir también de la ascensión y hacer la ruta solamente. Roberto y Luis se decidieron a seguir ladera arriba hacia la cumbre y nos separamos también de ellos. Echando la vista atrás se podía contemplar una bella estampa invernal del pueblo y las cumbres cercanas a él, como la del Cueto Martín, La Peña, Peñas Blancas, etc.
Continuo ahora con lo que a nuestro grupo le fue ocurriendo, que no tiene desperdicio. Como ya adelanté, el camino no estaba nada claro y llegamos incluso a perderlo en la ladera. Campo a través entre la capa de nieve salimos a una pista que subía hacia el pico y así estaba señalada como tal con las marcas del PR-1. Optamos entonces por bajar por ella hacia otra trasversal que, paralela a la carretera, tenía la dirección hacia Valverde. En ella vimos señales del GR-1, referencia que teníamos en la descripción del mapa, lo que nos daba la seguridad de ir por buen camino.
Total que eran las 11:30 horas y estábamos de nuevo a unos 500 metros de Besande después de haber caminado un kilómetro según mi podómetro. Hasta Valverde de la Sierra teníamos unos 6 kilómetros en total. De la carretera nos separaban unos 200 metros y el río. Pues bien, ya encaminados continuamos por la blanca pista con el macizo del Arbillos por detrás y a la derecha. En un punto de la ruta cruzamos un puente con valla de madera, que con el fondo de unas rocas y pinos era otra foto de postal. Entre algunos pinares pasamos disfrutando realmente de dichas vistas invernales favorecidas por el sol radiante que se mantenía milagrosamente.
Siguiendo la forma del valle, tanto la carretera como el camino giraron hacia la izquierda casi bruscamente. Ahora teníamos a la espalda toda la parte del valle de Besande con el pueblo al fondo. Por la derecha salía un cortafuegos entre los pinares de la ladera. En él vimos un señal en “X” del GR-1, marca de mala dirección. Pocos metros más adelante volvió a describir otra curva el valle para coger de nuevo la dirección original hacia el norte. Ahora estábamos más separados de la carretera, unos 400 metros. De frente, y tapado por la niebla, se alzaba el impresionante pico Espigüete.
La nieve hacía el caminar pesado y a Sonia además le había dado un amago de tirón muscular en la pierna, por lo que iba bastante despacio. Nos quedarían unos 3 kilómetros hasta Valverde. De pronto llegamos a un cruce con una pista que subía desde la zona del río. En él vimos, o nos pareció ver como luego comprobamos, un puente. Optamos entonces por bajar y atravesarlo para salir a la carretera y hacer el resto de la ruta por ella. Pues bien, al llegar a la altura del cauce vimos que lo que nos había parecido un puente, era una cascada entre el matorral. Por más que buscamos, no encontramos señal alguna del mismo. Por si fuera poco, a pesar del escaso caudal, no había forma de pasarlo sin mojarse. Las orillas estaban cubiertas de nieve que se iba nada más pisarlas. Atravesamos un prado hacia otra parte del río en busca de algún lugar para atravesarlo, pero sin éxito. Yo me metí entonces entre el matorral y de pronto, un montón de nieve que parecía sólido, se desplomó bajo mis pies cayéndome directamente al río hasta casi la cintura. Encima no tenía apoyo y me costó lo mío salir. Hasta las rodillas me calé por completo botas, pantalones etc. Ellos estaban en otro lugar donde el río tenía unos tres metros de ancho, pero con poca profundidad. Visto el panorama y como yo ya estaba mojado, a cuestas atravesé a Jorge y a Sonia hacia el otro lado. Por su parte Guiomar se puso cabezona y dijo que no quería que la pasase y prefería volver por el mismo camino. Claro, ahora ya habíamos desistido de seguir hacia Valverde y regresar a Besande. Llevábamos 2´950 Km.
Ya en la carretera cambiaba el tema. Yo tenía los pies helados, pero decidí continuar a ver si me entraban en calor caminando. No tardando vi que no era así y paré a cambiarme. En la mochila llevo unos calcetines finos que me puse. Luego metí unas bolsas de plástico y encima los gruesos mojados y las botas. Aquello era otra cosa.
Sonia había seguido caminando y nos sacaba bastante ventaja a Jorge y a mí. De pronto, y mirando hacia atrás, pudimos disfrutar de una vista extraordinaria del Espigüete completamente despejado. Fue para mí uno de los momentos más gratos de la jornada. De él saque varias fotos desde diferentes puntos según íbamos de regreso. También contemplábamos íntegramente todo el macizo del pico Arbillos así como la pista por la que antes habíamos caminado y por la que ahora regresaba Guiomar a la que vimos varias veces.
Siguiendo el trazado del valle, la carretera describió la curva cerrada que antes apunté. En el asfalto vimos un par de agujeros perfectamente circulares de unos 10 cm de diámetro y que traspasaban la capa de brea. A mi parecer pudieran ser catas para estudio del terreno o la carretera. Antes de llegar a Besande vimos una casa cercana al río con una curiosa veleta con forma de cigüeña. Sobre las 14:45 horas entramos en el pueblo. El podómetro marcaba 4´960 Km.
Claro, los de los coches habían subido al pico y no podíamos cambiarnos. Guiomar tampoco había llegado, así decidimos comer. La nieve tapaba cualquier sitio bueno para sentarse. Retrocedimos unos metros por la carretera y subimos hasta un albergue en reforma. A la puerta del mismo nos acomodamos librando como pudimos las goteras del tejado. Una silla medio rota también sirvió a Sonia para acomodarse.
Con el móvil hablé con Javi y poco después les situamos bajando por la ladera. Guiomar llegó también un rato más tarde. Tranquilamente comimos con los tejados de las casas nevados y el pico Arbillos de frente formando otro bello cuadro.
Cuando ya vimos al grupo bastante cerca del pueblo nos encaminamos hacia los coches de nuevo. Poco antes de las cuatro fueron aparecieron y tras abrir los coches nos cambiamos la ropa mojada. Tengo que añadir que la camiseta térmica que compre sigue dando tan buen resultado que desde que la tengo no me hace falta cambiarme la parte de arriba por causa del frío o sudor.
Durante este rato vimos como el viento arrastraba la nieve de los tejados y las laderas formando verdaderos remolinos y ventisqueros en el pueblo.
Poco antes de las cuatro y media emprendimos el regreso. Subimos el puerto de Las Portillas bajo el cual se encuentra el embalse de Besande, al que no bajamos por causa de la nieve en la carretera. Este embalse se alimenta entre otros del río Grande, el mismo que nos había puesto en apuros anteriormente. En la cima entramos en Palencia y bajamos hacia Velilla donde nos detuvimos en un bar un rato a tomar café. Ya cerca de las 17:45 horas reanudamos el viaje. Tras pasar al lado de la centrar térmica de Velilla llegamos al cercano Guardo y salimos por la carretera hacia La Espina, antes del cual se encuentra el límite provincial. Sin novedades pasamos por Puente Almuhey, Almanza y en Sahechores giramos hacia Mansilla. Poco antes de entrar en León nos metimos en la ronda sur y en la salida de Puente Castro me apeé para esperar a mi hermana Juli a la que antes había llamado para que me recogiese allí.
Sobre las 19:00 horas terminé en casa esta sencilla pero grata jornada de montaña. El paisaje del que disfrutamos contrarresta sin dudas el resto de las incidencias acaecidas.
















lunes, 14 de febrero de 2005

PEÑA BLANCA - SANTA MARÍA DEL PUERTO SOMIEDO 13-02-05

 


1ª TRAVESÍA “Sta. MARÍA DEL PUERTO (SOMIEDO)-PEÑA BLANCA”. (Asturias).
13-02-05                (Domingo)

Por primera vez en este año nos hemos visto obligados a realizar un cambio de planes dentro de una excursión. La climatología adversa nos jugó una mala pasada impidiéndonos cumplir el objetivo de la misma, que apenas si llegamos a intentar. La primera finalidad era la ascensión a las cumbres del Cornón y Cornín desde el Puerto de Somiedo, lo que tuvimos que reemplazar por una sencilla travesía por la zona para no desperdiciar la jornada totalmente. A continuación queda reflejado el relato del transcurso de la misma.
Salí de casa con la intención de coger el bus a las 8:00 horas. Pues bien, el mismo indicador de horarios se contradecía en el de los festivos. Tras ver que no aparecía el mismo, volví a casa para ir en la furgoneta hasta Guzmán, lugar habitual de salida. Allí nos reunimos 8 de los 9 participantes en la excursión: Álvaro, Ramón, Luis, Carmen, José F., Emilio, Antonio y yo. Por no variar, surgieron las discrepancias. Teníamos que ir por Babia a recoger a Ricardo en San Emiliano, pero había algunos que querían hacerlo por Omaña. También algunos querían hacerlo por la autopista para evitar el pantano, lo que me parece inútil yendo sin prisa y teniendo que pagar. Al final les dije que hiciesen lo que les diera la gana. Yo iba con Álvaro y Luis en el coche de éste y decidimos ir por el pantano hasta San Emiliano. El cielo se mantenía despejado, pero hacia la zona norte de la montaña estaba bastante cubierto.
Sobre las 9:45 horas llegamos a este pueblo donde estaban Ramón y Antonio con su coche. El resto había ido en el de Emilio por Omaña. Tras recoger a Ricardo nos pusimos de nuevo en marcha y así llegamos a Piedrafita de Babia donde se encuentra el desvío al Puerto de Somiedo. En este pueblo nos esperaba el resto y juntos subimos los 10 kilómetros hasta el alto. Poco antes del mismo se encuentra el límite provincial y en la cima el pueblo de Santa María del Puerto (1486 m). Eran las 10:30 horas cuando llegamos a éste.
Al igual que nos pasó en Leitariegos el mes pasado, no había sitio donde aparcar los coches. Las calles estaban tapadas por la nieve y no se podía entrar en ellas. Lo mismo ocurría al lado de la carretera. Al final encontramos dos huecos justos para dejarlos sin estorbar demasiado. Justo hacía el Oeste, donde se situaba el Cornón, la niebla se cerraba de forma alarmante. Además, hablando con un vecino nos indicó que se había cerrado de mañana, por lo que era menos probable la mejoría. El problema añadido era la distancia que teníamos que recorrer hasta la base, unos cinco kilómetros, y luego la subida de otros dos. A eso se añadía que había varios valles en medio, lo que dificultaba más la orientación.
Tras varias decisiones, y como la ruta estaba señalada, se optó por intentarlo. Salimos entonces del pueblo por un camino cargado de nieve en el que se distinguían algunas marcas de la ruta. Precisamente del Oeste continuaban llegando nubarrones y la zona hacia la que nos dirigíamos estaba casi en tinieblas. Haciendo de nuevo “concejo” y viendo además que hacia el lado contrario los claros eran abundantes, optamos por retroceder y hacer una ruta también señalada que se dirigía hacia el pueblo de Valle del Lago.
Viendo el cartel indicador decidimos intentar llegar hasta las Bañas de Sousas, situadas a 7 kilómetros. Para ello había que subir un par de collados y descender a ellas, teniendo luego que retroceder por el mismo camino. Ya eran las 11:00 horas cuando nos pusimos en marcha de nuevo por esta otra ruta que partía del final del pueblo hacía el Este. Suavemente ascendimos por una ladera que nos iba metiendo en un valle hacia el Norte. Una señal en un cruce nos hizo desviarnos del camino para meternos de lleno en la loma. La nieve aún abundaba y estaba bastante blanda, lo que a veces dificultaba la marcha.
De vez en cuando se veían las marcas de la ruta, aunque tampoco había mucha pérdida. Sí que nos sirvieron al llegar a un giro del valle hacia la izqueirda donde algunos subieron de frente hacia una collada mientras el resto, que íbamos más atrás, continuamos por la parte baja del mismo. Poco a poco veíamos como la niebla también iba invadiendo aquel valle, aunque de momento no se estacionaba. Yo hice una parada para darme crema protectora, ya que el sol y la nieve me estaba quemando la cara.
De nuevo, tras un tramo en línea recta, volvimos a girar casi 90 grados hacia la derecha para ya dirigirnos hacia el collado El Putracón. Poco a poco fuimos divisando las cumbres del valle contiguo por la derecha. Entre ellas las del Rañadoiro, Fontanina, y es posible, aunque tampoco con seguridad, que se viese Peña Orniz. Al llegar al collado Putracón (1790 m), eran las 12:40 horas y habíamos recorrido 3 Km.
La niebla nos iba respetando pero todas las cumbres de la parte izquierda estaban tapadas por ella. Allí se alzaban los picos Pultracón y Peña Salgada. Hacía ésta se dirigían varias huellas que ya seguíamos desde abajo. A la derecha estaba la cumbre de Peña Blanca, pocos metros por encima de nosotros. Había un indicador que tampoco entendimos muy bien que señalaba. Aquí surgió de nuevo el dilema. Yo opinaba que, dado que habíamos tardado casi dos horas en llegar hasta allí, y que si bajábamos a las brañas, para las que nos quedaban otros 4 kilómetros, teniendo luego que subir de nuevo, íbamos a andar justos de tiempo, podíamos intentar subir alguna de las cimas aquellas, o la pequeña de la derecha o alguna de las otras más tapadas por la niebla. Por su parte, Carmen y Emilio querían intentar llegar a las mismas, por lo que al final hubo división de opiniones y destinos. Por su parte, José, que no se encontraba en forma, optó por bajar un poco hasta unas rocas y comer.
Mientras que la pareja bajaba valle abajo, el resto subimos en pocos minutos hasta la cumbre de aquella peña de 1803 metros. Estudiando Ricardo y yo el mapa comprobamos que el valle no llegaba a las brañas, si no que había que atravesar hacia el norte otra collada, la de peña Salguada, subiendo por las huellas que antes habíamos visto por la ladera.
En la cima sacamos una foto y bajamos unos metros por la parte contraria hasta unas rocas a comer. Eran las 13:40 horas. El cielo se oscurecía cada vez más y hacía frío. En poco más de media hora comimos y sin más nos pusimos en marcha hacia el valle por otra vaguada. Bajando había que tener algo más de cuidado en no meter el pie en algún hueco bajo la nieve, Aún así, yo creo que todos caímos alguna de bruces vez al hacerlo.
Ya bastante abajo nos reunimos con José. Con el móvil intentamos ponernos en contacto con Carmen y Emilio, pero la cobertura de unos u otros era nula. Casi estábamos en ello cuando les vimos aparecer por detrás de nosotros. De esa manera continuamos el descenso hacia el pueblo que ya veíamos mientras ellos dos decidieron parar a comer allí mismo. La niebla casi cubría el mismo pueblo cuando llegamos a él. Yo paré un rato a sacar alguna foto y grabar, ya que el día no había acompañado para ello y tenía sitio en las tarjetas de la cámara.
Poco después de las 15:00 horas salí a la carretera y me dirigí hacia el coche donde estaban los primeros en llegar. Sin tardanza me cambié de ropa y las botas completamente humedecidas por la nieve. Luego nos acercamos hasta el bar-hotel donde nos juntamos todos y tomamos unos cafés para entrar en calor. Cuando salimos incluso se escapaba algo de llovizna.
Ya eran las cuatro y cuarto cuando emprendimos el regreso a León. El día se había vuelto invernal del todo en la zona. Delante de nosotros iba Antonio y bajando el puerto nos pareció ver que llevaba la rueda delantera derecha muy desinflada. Como no estábamos muy seguros y a él no parecía afectarle, no se lo indicamos. Ya en la general de Villablino, y al tomar una curva, vimos que se le iba algo el coche y se detuvo. Efectivamente llevaba la rueda pinchada y hubo que cambiarla para seguir.
En San Emiliano paramos a dejar a Ricardo y en el bar tomamos otra consumición e hicimos las cuentas de la gasolina. Allí me encontré con un vecino mío al que saludé.
Sin más retrasos volvimos a reanudar el viaje ya sin intención de parar. No se cumplió del todo ya que, al bordear el pantano de Luna le pedí a Luis que se detuviese ya que había visto un paisaje realmente bonito para fotografiar. El contraste del sol sobre la montaña y el agua formaba una bella postal que no pude por menos de plasmar. Es increíble como puede cambiar el ambiente climático en unos pocos kilómetros.
Pues ya sin novedad alguna recorrimos el resto del trayecto hasta entrar en la ciudad poco antes de las 19:00 horas. En Guzmán nos apeamos y cerca tenía la furgoneta en la que volví a casa.
Personalmente no he tenido gran decepción al no poder hacer lo programado. Al final aprovechamos parte del día a pesar de la mala climatología de la zona con esta sencilla ruta que también incluyo en la lista de actividades por mí realizadas.