domingo, 30 de septiembre de 2012

BURÓN - MIRVA - RABANAL - BURÓN 30-09-12

 


1ª TRAVESÍA “BURÓN – VALLE DE MIRVA – VALLE DE RABANAL – BURÓN”.

30-09-12                (Domingo)

Dentro de las actividades programadas para este mes teníamos la denominada como “Los Hayedos de Riaño”, travesía muy genérica que había que concretar llegado el momento. Tras una búsqueda en Internet de las posibles alternativas, encontré esta ruta marcada y señalizada como “PR LE-21 MIRVA - RABANAL” en Burón. La misma recorre los valles con dicho nombre dando amplias vistas desde los collados intermedios.
Nos animamos a participar 9 socios del club y una pareja de amigos de Tiquio. A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán los 11: Tiquio, Nati, Alex, Juan, José A., Marcial, Álvaro, Cundi, Sergio, Diana y yo, saliendo poco después en los coches de Tiquio, Alex y el de la pareja. El viaje lo hicimos por Puente Villarente a Boñar pasando luego a la carretera de Riaño, localidad en la que paramos, aunque no estaba previsto. Allí me encontré con Moro y otro amigo que también iban de ruta.
Retomamos la marcha hacia Burón, 1095 m, donde aparcamos cerca de las 10:30 horas. Nos preparamos para la marcha y a las 10:45 horas emprendimos la misma saliendo a la carretera principal con dirección Norte hacia el comienzo de la ruta en sí un kilómetro más adelante, en un área recreativa cercana a esta vía. En ella nos sacamos una foto de grupo, todos menos José Antonio, que por no variar ya había marchado a su bola.
La ruta tiene 13 kilómetros de largo, mas el de la carretera, y parte de ese merendero por un amplio camino hacia el Nordeste paralelo al arroyo de Mirva. Dejamos atrás este área recreativa y cruzamos enseguida un paso canadiense para el ganado. Por encima vimos una cavidad en las rocas a la que Álvaro se acercó. Enseguida nos metimos entre praderías y comenzamos a ver los hayedos en la parte alta de las laderas. Comprobamos entonces lo pronto que habíamos programado esta salida al encontrarlos aún totalmente verdes y no con los bellos colores otoñales que esperábamos. Aún así mereció la pena como luego constatamos al meternos entre ellos.
El arroyo era tan solo un regato tras la fuerte sequía que hemos sufrido durante casi todo este año y especialmente primavera y verano. Lo cruzamos por un puente entubado más adelante dejando luego una bifurcación a la izquierda señalada con un aspa. El grupo ya se había disgregado por completo y por detrás quedábamos tranquilamente a nuestro paso los rezagados. Teníamos tiempo de sobra para hacerla cómodamente sin apuros.
Llegamos así a la altura de una fuente de piedra marcada en el mapa y de la que salía aún un chorro de agua fresca. Más adelante, y unos metros por encima, vimos un refugio en la ladera. Al lado del arroyo había un corral cercado. Una señal prohibía el paso a los vehículos desde aquel punto. El camino estaba desde allí menos marcado en la pradera aunque luego volvió a definirse con algo de piedra molida.
No tardamos en meternos al hayedo encontrando algunos ejemplares de gran altura y grosor en los que nos fuimos deteniendo para sacar varias fotos con ellos. También comenzamos a encontrar zarzamoras cargadas de frutos en su punto de maduración. El valle se estrechó en aquel punto con las laderas cargadas de arboleda. Encontramos un gran número de mojones de piedra con la inscripción “CHD” grabada. Mas adelante cruzamos una explanada en la que también nos sacamos unas fotos panorámicas. Tras la misma entramos en la parte cerrada del hayedo con los árboles cubriéndolo todo salvo el camino. La pendiente se hizo más pronunciada y bajamos el ritmo. Los helechos crecían en numerosos corros entre las hayas, algunas de las cuales se retorcían creando esculturas de gran belleza. El camino describía varias curvas mientras ganaba altura visiblemente. Llegamos a un punto donde se concentraban varios de estos ejemplares de troncos enormes y retorcidos con los que nos fotografiamos.
Enseguida salimos a una explanada donde estaba el resto de compañeros adelantados sentados en la pradera. Allí cerca había un tronco quemado y hueco en el que también nos sacamos unas fotos a modo de “olla caníbal”. Tras unos minutos allí detenidos retomamos la marcha hacia el collado ya cercano. Cerca del mismo había una caseta de vigilancia forestal a la que subió Marcial. Al ver que dentro había alguien bajó sin más. Luego resultó que era José Antonio el que estaba allí metido.
A las 13:30 horas alcanzábamos el collado de Prao Llano con una altitud de 1450 metros y vistas espectaculares. Bajo nosotros teníamos el pueblo de Retuerto mientras que por la izquierda subía el cordal del pico Parme hasta el Pozúa. De fondo, los macizos Central o Occidental de Picos de Europa con Torre Santa cubierta parcialmente de nieblas. También el Gildar, Corcadas y algunas cumbres más de la zona de San Glorio y La Reina.
Antes de ponernos a comer, algunos volvimos a la caseta de nuevo a la que subimos por la empinada escalera de maderos. Es una gran atalaya de vigilancia de los bosques y laderas del contorno. De regreso al collado nos acomodamos para comer disfrutando de la vista y el buen tiempo reinante. No estaba para manga corta, pero con poco más se aguantaba la brisa que corría.
Eran las 15:00 horas cuando nos incorporamos para retomar la marcha. La ruta ahora comenzaba un largo descenso hacia el valle de Retuerto entre otro hayedo con aspecto más otoñal. Cruzamos una cancilla para el ganado y en algunos troncos sacamos más fotos subidos en sus ramas de gran grosor. Tras haber perdido bastante altura llegamos a la bifurcación de Retuerto. Una señal nos informó que estábamos a mitad de la ruta quedando 6,500 Km. a Burón en ambas direcciones. A Retuerto sólo teníamos 0,600 Km.
Comenzamos a subir desde aquel punto por el camino en el que vimos una pequeña seta. También nos encontramos con un curioso haya cuyo tronco estaba cubierto totalmente por una corteza llena de bultos. Salimos a cielo abierto viendo en la parte baja la carretera del Pontón y tras ella el pico Redondo. El camino dio varias curvas por la ladera subiendo suavemente a tramos entre arboleda hasta alcanzar así el Collado de la Giesa con 1354 metros. Eran las 15:55 horas.
En este collado encontramos unas marcas de pintura verde y amarilla diferentes a las de la ruta y que nos indicaban seguir hacia el valle de Rabanal por el que bajaríamos a Burón. Por otro lado, el camino seguía por la collada adelante y por allí había ido el resto. Yo había quedado atrás con alguno más y vi un sendero que bajaba desde allí y a los pocos metros una estaca de la ruta a la que faltaba la placa y de ahí que hubiesen usado pintura para marcar aquel tramo. Pues bien, a voces indicamos al resto de compañeros que volviesen a aquel punto desde el que nosotros ya comenzamos a descender metidos de nuevo en un bonito hayedo entre el cual se colaba ahora el sol del atardecer formando un bello mosaico de luces y sombras.
Con fuerte pendiente perdimos altura rápidamente hasta salir a unas praderías del valle donde cruzamos el escaso regato de Rabanal. En otros prados más abajo encontramos ganado pastando. Desde allí se ensanchó el camino que fue descendiendo por el estrecho valle con las laderas llenas de hayedos entre los cuales vimos también una manada de caballos. Poco a poco fue asomando delante de nosotros y al fondo la cumbre del Yordas, aunque yo dudada en ese momento si era ella por su forma.
Dejamos atrás más vacas y terneros a la orilla del arroyo y así llegamos a otra pradería en medio de la cual hay un enorme cepo de tronco hueco que ya había visto en Internet. Tiene unos tres metros de largo y por dentro pasa una persona “a gatas”. Tal como había visto en alguna foto, imitamos la misma sacándonos nosotros más con medio cuerpo de uno saliendo por una parte y las piernas de otro en la de atrás. Resulta curioso y divertido el efecto.
Estuvimos allí media hora, hasta las 17:15 horas que retomamos la ruta por el valle que seguía descendiendo y abriéndose poco a poco. De nuevo encontramos moras maduras y gordas para comer y en ello nos fuimos entreteniendo algunos. En otra fuente de piedra bebimos agua y poco después vimos ya la carretera al fondo del valle.
Pasamos luego una amplia zona de pastos dónde el camino atravesaba el arroyo pedregoso totalmente seco. Una cancilla con otro paso canadiense nos sacó al asfalto a las 17:50 horas. Cerca vimos una nave ganadera con varios cerdos en ella. Unos metros más adelante abandonamos la carretera por un sendero que nos bajó a la calle principal dónde ya teníamos los coches. Antes de llegar a ellos, Álvaro y yo nos acercamos hasta la iglesia emplazada en un bonito entorno ajardinado. No lejos se emplaza el ayuntamiento también de bonita fachada. Preguntamos a un lugareño que nos sacó de dudas sobre la cumbre que veníamos viendo, confirmando que era el Yordas.
Ya donde los coches, a las seis de la tarde, nos cambiamos el calzado y ropa sudada. Luego entramos al cercano bar a tomarnos un refrigerio e hicimos las cuentas. Media hora después nos poníamos en marcha hacia León.
Enseguida atravesamos los viaductos sobre el pantano de Riaño que en muchas de sus lenguas se encuentra seco. En alguna se ve la antigua carretera que atravesaba los bonitos valles ahora abnegados. Fuimos bordeando el mismo hasta dejar atrás Riaño y poco después el mismo embalse en la presa. De nuevo giramos hacia Boñar y esta vez optamos por coger el desvío a Santovenia del Monte para entrar por Villaobispo a la capital. A las 20:05 horas llegábamos a Guzmán donde terminábamos este trayecto de 115 Km. Con la furgoneta volvía a casa minutos más tarde.
Sin duda resultó una grata jornada con una bonita ruta a la vez que sencilla. Una pena no haberla programado para dentro de unos 20 días cuando el bosque hubiese adquirido los intensos colores del otoño, pero aún así, no podemos pedir más.





























lunes, 17 de septiembre de 2012

TORRE DE HORCADOS ROJOS (Fuente Dé) - 16-09-12

 


1ª ASCENSIÓN A LA “TORRE DE HORCADOS ROJOS”. (Fuente De, Cantabria).

16-09-12             (Domingo)

De nuevo hemos hecho una incursión en Picos de Europa para ascender en esta ocasión a Horcados Rojos, una cumbre del Macizo Central muy cercana al Tesorero y a Peña Vieja, ya ascendidas anteriormente por el club.
En esta ocasión tan solo cuatro nos alentamos a ir: Álvaro, Nati, Santiago y yo. Con buena previsión climatológica, que no pudo cumplirse mejor, emprendimos el viaje desde Guzmán en mi furgoneta a las 6:30 horas por la antigua carretera de Santander. Por ella circulamos hasta el enlace con la de Boñar desviándonos luego hacia la de Riaño por Sabero. El cielo iba clareando mientras avanzábamos y al llegar al pantano nos detuvimos unos minutos a sacar unas bonitas fotos del mismo. El sol aún no aparecía a esas horas, las 7:50 h, pero el cielo tenía un bonito colorido de postal.
Ya en Riaño llené el depósito de la furgoneta en la gasolinera que abría en esos momentos, por suerte para nosotros. A la salida volvimos a parar un momento para fotografiar las cumbres con un bello capuchón soleado. Sin más detenciones seguimos el viaje hacia el puerto de San Glorio desde donde vimos los valles cántabros y un incendio en ellos. Un minuto paramos en el mirador antes de proseguir el largo y retorcido descenso del puerto en el que nos encontramos con ganado en medio de la carretera.
Ya en la parte baja llegamos a Potes, en plenas fiestas de La Cruz, con las atracciones y puestos de la noche anterior ocupando calles y plazas. En unas curiosas carrozas nos sacamos unas fotos y en un bar nos tomamos un café y sobaos típicos de la zona.
A las 9:35 horas, tras veinte minutos allí, retomamos el viaje a Fuente De, 1078 m, por la carretera que sube al mismo. Media hora después aparcábamos bajo el teleférico que comenzaba a funcionar en esos momentos. Nos dirigimos a la taquilla para sacar los billetes, y mientras unos quedaban en la fila de acceso a las cabinas, yo me acerque a llenar las cantimploras en una fuente cercana. A las 10:38 entrábamos a una de ellas y en 3 minutos estábamos a 1824 metros de altitud. Desde el balcón suspendido en el vacío y con rejilla en el suelo para más vértigo, nos sacamos unas fotos con el amplio paisaje que teníamos al Sur.
A las 11:00 horas nos poníamos en marcha por el camino hacia el Norte dónde ya veíamos la Torre de Horcados Rojos asomando. Por la izquierda teníamos Peña Remoña, La Padierna y más adelante el Pico San Carlos. No tardó en aparecer también al fondo la pirámide del Tesorero con un pequeño nevero en su falda.
El camino dio algunos virajes antes de llegar a las cercanías de la collada de Covarrobres, acceso a la ruta de Los Puertos de Áliva hacia los que se encaminó Nati. Por su parte, Santiago ya nos había sacado ventaja a Álvaro y a mí y adelanto que ya no le vimos hasta la cumbre. Nosotros seguimos a nuestro paso tranquilo y sacando fotos de todo ello. A nuestra izquierda veíamos ahora los Hoyos de Lloroza muy secos, tan solo uno tenía un poco de agua casi inapreciable. Desde allí se cerraba un poco más el valle pedregoso pasando bajo las verticales paredes de la Peña Olvidada en las que vimos unos cuantos agujeros de gran tamaño. En su base hay numerosos pedreros que siguen hacia el fondo tras cruzar el camino en medio.
En una zona de grandes desprendimientos con enormes rocas conocida como La Vueltona, el camino traza una cerrada curva para irse por la ladera contraria hacia atrás y subiendo. Nosotros seguimos el sendero que parte de ella con la misma dirección que traíamos y marcado con las señales de pintura de la ruta “ PR-PNPE 23 - Horcados Rojos”. En la parte contraria vemos ahora una gran cavidad en la roca por encima de un gran hoyo o jou. El sendero pedregoso va subiendo suavemente mientras se mete bajo las paredes de Peña Vieja. Poco a poco van apareciendo a la izquierda, y seguidas al pico San Carlos, las cumbres de Hoyo Oscuro, Madejuno, Llambrión y La Palanca entre otros. En medio, un paisaje totalmente lunar y escabroso de pedreros y grandes moles desprendidas de todas aquellas cimas.
La pendiente se acentúa cerca de la fuerte subida en zigzag que nos espera. El serpenteante sendero se distingue en esta loma por la que suben mas montañeros que nos adelantan o que adelantamos, estos últimos los menos, hay que reconocer. A mitad de esta subida encontramos a tres de ellos estudiando un mapa en busca del desvío a Peña Vieja. Nos comentan que vienen de Cabaña Verónica, que comenzamos a ver, y entonces les damos la mala nueva que ya se lo han pasado bastante arriba. Resignados se dan la vuelta a la par nuestra y tras otras varias curvas y recurvas llegamos a dicho desvío. En una roca indica la dirección a esta cima, aunque apenas es visible ya la pintura.
Unos metros más adelante comienza un suave descenso en el que perdemos unos 30 metros antes de volver a subirlos y llegar al desvío del refugio en una pequeña collada. Desde la misma vemos también al fondo la de Horcados Rojos hasta la que tenemos que llegar. El sendero serpentea de nuevo hacia la misma con algunas pendientes considerables pero llevaderas. Parece que el collado se aleja de nosotros mientras avanzamos hacia él, pero es tan solo una ilusión ya que a las 13:15 horas alcanzamos Álvaro y yo esta cota de 2343 metros con una vistas espectaculares del Naranjo de Bulnes, Torre Cerredo y varias más de esa zona Norte del Macizo Central de Picos de Europa. Por debajo teníamos el gran hoyo al que se baja por una pared casi vertical con la ayuda de un cable amarrado a la misma como apoyo casi obligatorio. Hace más de 20 años que lo bajé por primera y última vez.
Tras 15 minutos en este collado emprendimos la subida a la Torre de Horcados Rojos siguiendo un sendero que serpentea por la fuerte pendiente de esta cima. En varios tramos se hace resbaladizo por la tierra que lo cubre y con la que hay que tener un poco de cuidado. Según ganamos altura aparecen más neveros en el paisaje en los hoyos de la parte Norte del Tesorero, al que ascendimos también desde ese collado hace un par de años. Ya cerca de la cumbre, en la que vimos a Santiago, nos encontramos con el único paso delicado en la ruta. Se trata de una repisa de unos 5 ó 6 metros de largo dónde solo cabe un pie de ancho y con caída casi vertical hacia una estrecha canal. Con tiento y precaución se pasa mas o menos bien siempre que no esté húmeda la roca. Tras ella ya solo restan unos 20 metros casi sin desnivel a la cumbre a la que llegamos cuando eran las 14:00 horas.
En esta cima de 2506 metros de altitud hay un curioso buzón en forma de casita de pájaro. Por cierto, eran numerosas las chovas piquigualdas que vimos tanto aquí en la cumbre como en el collado con su característico pico amarillo. A nosotros se nos acercaban en busca de comida cuando nos pusimos a ello nosotros. Por una de las verticales canales que caían desde la cima llegó una pareja escalando.
La vista no podía ser más amplia. Al sur y alejados podíamos ver claramente el Espigüete y Curavacas así como Peña Corada. Delante, cumbres como Peña Prieta, Tres Provincias, Murcia o Coriscao entre otros. Aún se veía el humo en el valle de Liébana. En torno a nosotros también eran numerosas la cimas que nos rodeaban: Peña Vieja, Picos de Santa Ana, Campanarios, Naranjo de Bulnes, Torre Cerredo, techo de los Picos de Europa, Tesorero, Llambrión etc, etc. Bajo nosotros corría la senda por la que habíamos subido y el refugio de Cabaña Verónica con su peculiar forma de cúpula plateada. Al fondo se distinguía la parte alta del teleférico.
Cómodamente comimos disfrutando de todo ello y del día tan estupendo que teníamos con algunas nubes y brumas altas que no impedían las vistas que había. Nos sacamos unas fotos y dejamos una tarjeta en el buzón antes de emprender el descenso a las 15:20 horas. De nuevo cruzamos el paso delicado y descendimos el sendero serpenteante hacia el collado. Ahora vimos en esta bajada una gran sima no lejos de dicha senda. Poco más de 15 minutos nos llevó esta bajada al collado desde el que continuamos descendiendo por el terreno pedregoso e irregular hacia el desvío del refugio al que decidimos subir. En otros diez minutos llegamos a éste donde nos detuvimos un rato charlando con dos montañeros que habíamos encontrado también en la cima.
A las 16:30 horas retomamos la marcha hacia el sendero principal por el que seguimos bajando unos metros antes de encontrarnos con el tramo pendiente arriba. Desde este punto alto emprendimos el fuerte descenso en el que dejamos atrás el desvío a Peña Vieja. Siguiendo los zigzag continuos perdimos altura rápidamente en medio de aquel desierto de piedras. Se suavizó luego la bajada en un tramo estrecho entre rocas antes de salir a los pedreros. Eran numerosos los montañeros que bajaban también en esos momentos e incluso nos cruzamos con alguno que aún subía, suponemos que hacia el refugio. Así llegamos a La Vueltona donde el camino se ensanchó un poco. Yo me fijé en un detalle del suelo y fue ver como entre toda la piedra pequeña había una capa de polvo blanquecino producido por el desgaste del continuo tránsito de personas sobre dichas piedras.
Dejamos atrás los pedreros y llegamos a la altura de los Hoyos de Lloroza bajo La Peña Olvidada. Allí el camino casi transcurre sin pendiente alguna hasta llegar la collada de Covarrobres, 1922 m, a la que nos desviamos unos momentos Álvaro y yo. Santiago ya hacía un rato que le habíamos perdido de vista. Desde allí se contempla La Morra de Lechugales en el Macizo Oriental y parte de los Puertos de Áliva.
Nos restaban escasos 500 metros hasta el teleférico. En la pared de La Peña Olvidada se puede ver con algo de imaginación una cara de persona, y con un poco más, un fantasma con los brazos estirados. Ahí lo dejo.
A las 18:10 horas terminábamos la ruta en lo alto de El Cable donde ya estaba Santiago de espera. Sacamos unas fotos del valle al atardecer y poco después cogíamos el funicular hacia la parte baja. Por la senda de descenso veíamos bajar a un joven que había salido corriendo de la parte alta y que llegó abajo poco después que nosotros.
A las 18:30 horas “aterrizábamos” en la parte baja y en la furgoneta nos cambiamos antes de emprender el viaje hacia Espinama dónde estaría Nati esperándonos en el bar habitual. Cerca de las siete llegamos al mismo acomodándonos en la terraza en la que estaba nuestra compañera tras haber hecho los 15 kilómetros de la ruta de Los Puertos de Áliva. Allí nos tomamos un merecido refrigerio e hicimos las cuentas de la salida. A las ocho de la tarde emprendíamos la vuelta a León.
Dejamos atrás Potes con la fiesta en pleno apogeo y poco después comenzamos la subida a San Glorio. Durante este tramo encontramos de nuevo ganado en medio de la carretera con el peligro añadido de estar ya bastante oscurecido el día. Una hora después de salir pasábamos por el alto y entrábamos en nuestra provincia. Casi todo el viaje no dejaron de hablar de comida y a esas horas ya empezaban a “rugir las tripas”. Sin novedades llegamos a Riaño y bordeamos el pantano. Dejamos atrás Cistierna tras haber decidido venir por Mansilla. Aquí nos desviamos hacia la capital a la que llegamos a las 23:00 horas. En Guzmán me despedí de los compañeros llegando a casa minutos más tarde. En ella no pude por menos, y después de las conversaciones del viaje, me hice unos huevos fritos con salchichas que no puedo explicar como me supieron.
De nuevo cumplimos con el objetivo previsto disfrutando de una jornada inmejorable en todos los sentidos.


























lunes, 3 de septiembre de 2012

CUMBRES DEL ANGLIRU - (Asturias) 02-09-12

 


1ª ASCENSIÓN A “LA GAMONAL”, “MONCUEVO” Y “GAMONITEIRO”. (El Angliru, Asturias).

02-09-12           (Domingo)

Como primera salida de este mes de septiembre teníamos programada la ascensión a varias cumbres en la Sierra del Aramo, en el alto del Angliru de Asturias. Hace unos años lo habíamos intentado sin éxito por la nieve acumulada en la misma carretera de acceso y luego un grupo del club sí lo había conseguido. En esta ocasión la mayoría ascendimos tres de las principales cumbres y algunos compañeros dos más. A la salida hemos ido cinco componentes: Álvaro, Mª Jesús, José Antonio, Gloria y yo.
A las 8:00 h. salimos de Guzmán en el coche de José A. por la nacional hacia Pajares. El cielo se mantenía despejado, lo cual era raro en la parte asturiana. Eso nos animaba, y tras bajar el puerto, llegamos a Pola de Lena dónde nos desviamos por carreteras secundarias hacia Riosa tras el cual emprendimos la subida del puerto Angliru. En aquella ocasión encontramos nieve desde la parte baja donde dejamos los coches para subir andando por la carretera oculta bajo cerca de dos metros de espesor. Ahora lo subimos sin dificultad con el coche, aunque apurando las marchas más cortas por la pendiente de más del 20 % de algunos tramos y sus curvas cerradas.
A las 10:00 horas, tras 115 Km., llegábamos a la parte alta, 1550 m, donde termina la carretera en un aparcamiento en el que dejamos el coche. Nos preparamos para la marcha con el primer objetivo a la vista y cercano, La Gamonal. A las 10:20 horas emprendimos la ruta metiéndonos hacia una hondonada emplazada entre el aparcamiento y la ladera del pico en la que bajamos unos 50 metros. Procuramos ir ladeándola para no perder demasiada altura, pero yo creo que hubiese sido mejor seguir la ruta normal que la atraviesa directamente.
Así nos metimos en una zona pedregosa que, sin oponer mucha dificultad, creo que nos retrasó. Íbamos sesgando el hoyo por la parte Norte hasta que nos metimos de lleno en la misma ladera de la cumbre. Por una cresta rocosa fuimos ganando altura dejando a un lado una ganadería con perros que nos ladraron. José Antonio se había ido más al Norte y seguía otra cresta paralela.
Cómodamente fuimos cogiendo altura y alcanzamos la cumbre de La Gamonal a las 11:10 horas. En la misma hay instaladas unas antenas y un panel solar grande de alimentación. En un buzón con forma de hórreo dejamos nuestra tarjeta y cercano vimos un belén entre unas rocas. Allí nos sacamos también unas fotos. La brisa del Norte nos hizo abrigar.
Desde aquella altitud de 1712 metros teníamos una vista impresionante como luego ya no volvimos a tener. Desde Oviedo a Gijón así como Grado y creemos que Avilés. Infinidad de cumbres tanto asturianas como leonesas emergían de Suroeste a Sudeste. Picos de Europa, Macizo de Ubiña y cumbres cercanas al mismo como Peña Rueda, Tapinón, etc. Otras tantas de Somiedo y Ventana, Mampodres, Sierra del Cuera y el Pienzu en la del Sueve se contaban en la panorámica que teníamos desde aquella magnífica atalaya. Como no, allí mismo surgían todas las de esta sierra del Aramo cuya máxima altitud es el Gamonitéiro, emplazado a unos 5 kilómetros en línea recta destacando sus grandes antenas y la caseta. A su lado estaba el pico Xistras y en medio teníamos el Moncuevo y Barriscal que completan las cinco principales cimas del macizo y objetivos posibles de la jornada. En el aparcamiento veíamos ahora numerosos vehículos que antes no estaban.
A las 11:50 horas emprendimos el descenso hacia el valle por la ladera Sudeste encontrándonos con zonas cerradas de matojos y rocas cortantes que sorteamos como mejor se pudo. Así llegamos a la parte baja donde la altitud es de unos 1460 metros para comenzar a remontar sin más la ladera del Moncuevo. Lo hemos cogido transversalmente pasando entre una manada de caballos y dejando a la derecha, y algo alejado, un refugio en la base de unas rocas en las que además se veía una cueva en la parte alta.
Fuimos ganando altura gradualmente, unos por un lado y otros por otro, con dirección a una collada entre la cumbre principal y otra más baja al Norte. A ésta decidió subir Mª Jesús mientras Gloria y Álvaro se metían en una canaleta hacia la principal. Yo opté por seguir las indicaciones del mapa que llevábamos y bordeé la cima hacia el Este para encaramarme luego por roca en los últimos metros a la cumbre a la que llegué a las 12:55 horas.
El Moncuevo tiene una altitud de 1719 metros y en ella hay una placa incrustada en la silueta de un montañero hecho de chapa. No hay buzón en el mismo y sí un hito de piedras entre el que dejamos nuestra tarjeta tras recoger otra. La vista también es amplia comprobando como la bruma iba difuminando el paisaje hacia la costa.
Tras hacernos unas fotos retomamos la marcha a las 13:25 horas descendiendo por la loma Suroeste hacia una collada del pequeño macizo que se alarga en esa dirección cerca de un kilómetro. Al llegar a dicho collado vimos un bonito valle hacia la derecha que terminaba en una verde campa abajo. En vez de bajar desde el mismo a la Vega Barrera, optamos por crestear toda la sierra siguiendo un sendero que transcurría por la roca y muchos tramos entre matorral que tuvimos que sortear. De continuo íbamos viendo la cumbre del Gamonitéiro al que nos dirigíamos ahora y para el que nos quedaba aún una buena tirada.
Al final de la sierra se encuentra la cima del Vallongo, de 1623 metros, a la que algunos optaron por subir. La gran cantidad de matorral de la misma hacía no muy fácil el acceso y Álvaro y yo decidimos olvidarla y reservar fuerzas para el resto de cumbres principales que nos restaban. Los otros tres compañeros siguieron cresteando a la misma mientras nosotros dos seguimos el sendero que comenzaba a bajar hacia la Vega Barrera o Teicieyu, como marca el mapa. Entre más matorral y roca fuimos perdiendo altura hacia el valle tras el cual corría la sierra en la que se emplaza el Barriscal. Pasamos entre los restos de unas brañas, las de Vallongo podían ser, y llegamos al fondo del valle dónde formaba un pequeño colladín en medio de la vaguada. Echando la vista a la parte baja del valle veíamos Peña Rueda y Ubiña justo frente a nosotros y “a tiro de piedra”. Allí la altitud era de unos 1450 metros y eran las 14:30 horas.
Sin más comenzamos a ascender por la ladera herbosa siguiendo un sendero medio marcado con dirección Sur que ganaba altura muy suavemente. Por la falda del Vallongo bajaban ahora los compañeros hacia el valle. Nosotros pasamos luego por encima de un rebaño de cabras custodiado por un par de perros que nos ladraron al acercarnos. Tras atravesar una zona pedregosa llegamos al final de la sierra del Barriscal en su parte Sur en el marcado como Campa Teya, en ella pastaba un rebaño de vacas, una de ellas con un bonito ternero que estaba amamantando.
Frente a nosotros volvíamos a ver el Gamonitéiro y delante algo que no nos hizo mucha gracia, otro valle. Bordeamos este final del macizo mientras nos alcanzaban los compañeros y estudiábamos un poco la ruta mejor de bajada evitando algunos hoyos que había. Allí estaríamos a unos 1600 metros de altitud y eran las 14:55 h.
Comenzamos a descender con dirección a la cabecera de este valle por el cual subía un camino ancho desde la desembocadura. El terreno era pedregoso y el sendero apenas inexistente. Encontramos más ganado en la ladera del mismo. José Antonio y Gloria pararon a comer un bocata y quedaron por detrás mientras Álvaro ya se adelantaba unos metros. Pasamos una zona rocosa con pasadizos y canaletas antes de llegar a la parte baja del valle cubierta por numerosos cardos. Eran las 15:25 horas y estábamos a 1500 metros de altitud.
Ahora cabían dos posibilidades, seguir el camino que subía del valle y que luego emprendía una rampa en zigzag a la cima o atajar por una loma de hierba más corta pero bastante pendiente. Optamos por ésta última opción y nos metimos en esta ladera Norte del Gamonitéiro improvisando nosotros los giros serpenteantes para hacerlo más llevadero. Entramos a una zona rocosa que no era homogénea y nos entorpecía más que ayudar. Álvaro se había adelantado un poco más a la izquierda hacia otras rocas de las que luego se desvió también. La inclinación se las traía y solo haciendo esos quiebros era más sufrible.
Llegamos a un punto en el que salimos al camino de tierra por el que bajaba un todoterreno de ganaderos. A ellos les preguntamos por la existencia de una ruta de regreso por otro valle que veíamos confirmándonos que sí se podía. Al poco nos alcanzaron José A. y Gloria que subían por dicho camino mientras Álvaro ya estaba en la cima. Atajamos nosotros algunas curvas mientras a mí me daba de nuevo los calambres en las pantorrillas. Decidí entonces seguir también el camino por el que subí a mínimo paso. Mas arriba enlazó entonces con una carretera asfaltada recientemente que llega a esta cumbre y que, sinceramente, le resta todo el encanto de una cumbre montañosa. Los últimos metros los hice por el asfalto hasta llegar arriba dónde ya estaban todos, al igual que más personal que había subido en coche. Eran las 16:30 horas y la altitud, 1791 m.
Una cruz encima de unas rocas marcan esta cima tan peculiar como fea. Cerca de ella se emplaza el recinto cerrado con un gran edificio y las dos torretas de antenas de telecomunicaciones. Salva todo ello la gran vista que se tiene desde allí también con toda la sierra de Aramo desde el lado contrario a La Gamonal. Ahora sí tenemos Peña Rueda y Ubiña al alcance de la mano. En cambio, la bruma impide ver ya los valles de Oviedo y aún menos la costa. Algunas nubes han comenzado a surcar el cielo y por la zona Norte de la Sierra vemos unas lenguas de niebla que a mí no me gustan lo más mínimo. Al Este, en la misma sierra y no muy lejano, se encuentra el Xistras con sus 1765 metros al que optamos por dejar para otra ocasión.
Ya era buena hora para comer, más bien tarde, y nos sentamos allí mismo a hacerlo. Teníamos un pequeño problema con la cantidad de líquidos que nos quedaban para el regreso ya que, aunque los habíamos administrado, eran muchas horas las que llevábamos. Fue José Antonio el que le echó cara y gracias a eso alguien de los que habían subido en coches nos dieron agua e incluso algunas latas de refrescos que agradecimos sinceramente.
A las 17:30 horas emprendimos el largo regreso al coche. Bajamos de nuevo por la ladera Norte, pero hacia el Lago de La Cueva, por una fuerte pendiente que cogimos diagonalmente. En unas rocas vimos un curioso y gran furaco que traspasaba la caliza totalmente. Seguimos un sendero polvoriento del que nos salíamos a tramos para evitar tragar dicho polvo que se levantaba y pasamos cerca del lago dónde había ganado pastando. A su vera había también un pequeño caseto con un panel solar y un bebedero. Más abajo dejamos atrás los restos de las majadas del Xugu La Bola, zona más baja del valle en aquel punto con 1529 metros.
José Antonio y Gloria habían marchado de nuevo por delante y enseguida les vimos desviarse a su bola hacia la cumbre del Barriscal. Nosotros seguimos el sendero que nos fue metiendo en el valle de la parte Este de dicho pico. En un continuo sube - baja, aunque ganando altura, fuimos bordeando la sierra a media altura encontrando en el terreno unas curiosas zanjas de origen desconocido para nosotros. Así alcanzamos un alto desde el cual vimos la cabecera de dicho valle y lo que nos restaba de subida aún, y no era toda.
Sin perder altura ladeamos el lago Robles y pasamos entre otro rebaño de ganado con dirección a la siguiente collada. En la base del pico Cuadrazales vimos algunas cabañas y por unas campas alcanzamos la collada Llana La Collá con 1591 metros de altura a las 18:50 horas. Desde allí vimos por fin el aparcamiento, pero.... oh! sorpresa, tras otro par de bajadas y subidas.
Bordeamos entonces el Barriscal por su ladera Nordeste mientras perdíamos altura hacia la Vega Barrera que por la mañana habíamos atravesado más abajo. Perdimos de vista de nuevo el coche y antes de llegar abajo se nos unieron Gloria y José A. En la parte baja había un estanque de agua que se alimentaba con varios regueros y tubos que la recogían en diferentes puntos altos del valle. Allí estábamos a unos 1475 metros y eran las 19:30 horas.
Emprendimos la subida por la loma contraria con el cansancio ya haciéndose notar. Yo me tomaba con calma estas subidas para evitar los calambres que de vez en cuando querían reaparecer. Del valle subía un camino ancho al que nos incorporamos poco antes de llegar a otra de las infinitas colladas que habíamos pasado durante toda la ruta. En esta nos reunimos con un joven en moto y al que la falta de gasolina le había hecho subir con ella de la mano hasta el aparcamiento al menos. La altitud aproximada de este punto era de 1591 metros y eran las 19:45 horas. Echando la vista atrás vimos por última vez la cumbre del Gamonitéiro.
El resto de ruta describía una serie de vaivenes por hondonadas en las que vimos unos bonitos caballos pintos y otra cabaña con estanque cercano. Nos comentó aquel joven que usaban mucho motores para conseguir llenar estos estanques al estar muy altos y de ahí también las casetas. Un último tramo en llano nos llevó por fin a la explanada del aparcamiento cuando eran las 20:15 horas. Echando cálculos me salen un total de unos 1100 metros de desnivel acumulado. Los kilómetros ya no me atrevo, pero no menos de 15.
Al pie del coche nos cambiamos antes de emprender el regreso a las 20:35 horas. En un mirador cercano paramos unos minutos a ver los valles al atardecer. Bajamos el pendiente puerto con cautela mientras en el cielo se dibujaban unos bellos efectos luminosos con las nubes. En pocos minutos llegamos a Riosa dónde nos detuvimos a tomar un refrigerio. Media hora después retomamos el viaje, esta vez hacia Mieres por mejores carreteras. Aquí enlazamos con la autopista hacia León que no abandonamos hasta La Magdalena.
A las 23:00 horas llegamos a la capital dónde tenía la furgoneta en la que acerqué a Mª Jesús a casa antes de llegar yo a la mía.
Jornada dura de montaña en la que sin embargo disfrutamos de unas vistas espectaculares de buena parte de la provincia limítrofe y de un tiempo inmejorable.