lunes, 25 de mayo de 2009

XIII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES - SUSARÓN (Camposolillo - Puebla de Lillo) - 24-05-09

 


XIII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

1ª TRAVESÍA “CAMPOSOLILLO- PICO SUSARÓN (3ª ASCENSIÓN)- PUEBLA DE LILLO”.

24-05-09             (Domingo)

Un año más nos hemos reunido todos los clubes de León para celebrar la 13ª edición del Encuentro de Montañeros Leoneses, organizado en esa ocasión por el club Susarón y la Delegación Leonesa de Montañismo. Haciendo honor a su nombre, la ruta escogida transcurría desde Camposolillo a Puebla de Lillo con la alternativa de ascender al pico Susarón que da nombre al grupo. Como ediciones anteriores, el número de participantes ronda los 300, viniendo autocares y microbuses de toda la provincia.
Guzmán era uno de los puntos de salida en el que varios componentes de nuestro club emprendimos el viaje a las 8:30 horas. Hasta allí me había acercado con la furgoneta tras recoger a Mª Jesús. De nuestro grupo fuimos un total de trece socios que enumero: Adelino, Álvaro, Antonio, Elvira, Juan, Toñi, Mª Jesús, Merce, Miguel Ángel, Nati, Piedad, Roberto y yo.
Tras recoger a los socios de Sahagún en Puente Villarente, nos dirigimos hacia Boñar y luego bordeamos el pantano del Porma hasta llegar a su final donde terminamos el viaje sobre las 10:00 horas. Al comienzo de la carretera que entra hacia Camposolillo, 1103 m, pueblo deshabitado y en parte abnegado por el pantano, aparcaron los autocares y nos preparamos para la ruta. El GREIM, que suele colaborar en esos eventos, velaba por la señalización del tráfico y está atento a cualquier incidente que pueda ocurrir durante el resto de la marcha.
Tras sacarnos una foto de grupo emprendimos la marcha sobre las 10:15 horas. Por la estrecha carretera nos encaminamos hacia dicho pueblo distante aproximadamente 1 Km. Antes del mismo vimos unas naves ganaderas y corrales. Entre prados transcurre esta carretera rectilínea que en pocos minutos nos metió en Camposolillo. Era impresionante ver parte del pueblo medio inundado por el embalse con plena capacidad. Por la derecha se pueden ver las viviendas a las que no les llega el agua así como la iglesia derruida de la que solo queda en pie la torre y parte de los muros. En la misma vimos un nido de cigüeñas con un ejemplar en él. Dejamos atrás este lugar siguiendo el “PR-LE 15 Embalse del Porma” disfrutando de una bella vista del mismo con las praderías y cumbres a su vera. Poco a poco cambiamos de dirección bordeando el Susarón por el sur. Desde allí tuvimos una amplia panorámica de dicha peña con sus canales. Por el camino transcurría la hilera multicolor de los participantes. En los prados vimos ganado pastando y unos corrales.
El camino serpenteaba siguiendo la orografía del terreno cambiando de continuo la dirección hasta estabilizarse poco a poco hacia el norte. Enseguida nos colocamos paralelos al arroyo Barbadillo estrechándose el valle. En las laderas se veían multitud de escobas con las flores amarillas típicas de la primavera. También los espinos estaban cargados con sus flores blancas. Encontramos trechos embarrados que sorteamos como mejor pudimos. Aprovechando una estrechez de rocas habían colocado una barrera para el ganado. En lo alto de la loma, frente a nosotros, se veía destacando una silueta que a mí me parecía un árbol y a Mª Jesús una caseta. Con el zoom de la cámara salimos de dudas teniendo ella razón, era una caseta de vigilancia forestal elevada sobre una estructura.
Así llegamos al final de la parte baja del valle donde se concentraba numeroso personal tomando un tentempié. Eran las 11:40 horas. Hasta allí llevábamos según la ruta casi 6 Km. Ahora tocaba comenzar lo más empinado por una vereda que serpenteaba por la loma derecha del valle hasta situarnos en pocos minutos en la Majada Cimera, punto desde el cual se veía la cumbre del Susarón tras otra loma cercana. Desde este collado seguía el sendero entre algo de matorral subiendo hasta otro alto-llano desde donde se veía la loma por la que subía la hilera de senderistas camino de la collada de Barbadillo. Dejamos atrás un pequeño tejo de copa muy simétrica y no tardamos en alcanzar un sendero más ancho que subía mucho más suave hacia la collada. En esos momentos caían algunas gotas de lluvia.
Atravesamos enseguida un pequeño bosque de robles y a las 12:30 horas, tras 7 Km. recorridos, llegamos a la collada de Barbadillo cuya altitud es de 1468 metros. Desde allí vimos cómo varios participantes subían por la derecha hacia un cerro cercano, Los Curriellos, tras el cual se emplazaba la collada del Pradico desde la que se podía ascender a la cumbre. La ruta sin embargo continuaba bordeando este cerro por el norte evitando la subida del mismo y la bajada a la collada siguiente, aunque luego comprobamos que hubiese sido mejor subirlo ya que el descenso posterior era menor que el que se hacía por la ruta, siempre que la opción fuese subir al Susarón y no hacer solo la travesía.
Nos encaminamos por la ruta señalada entrando enseguida en un bonito bosque de hayas reluciente con los rayos de sol. No fue mucho el trayecto por el mismo y salimos a un ancho camino que era el punto de inflexión entre las dos opciones, ruta o ascensión. Por un lado el camino bajaba por el valle hacia el encuentro con la pista de la ruta de La Cervatina que parte de Puebla de Lillo. Hacia el lado contrario se subía suavemente con dirección a la collada del Pradico llegando poco después a una fuente con pilón cerca de la cual se concentraban varios participantes. Eran las 13:00 horas en esos momentos.
Numeroso personal ascendía por la loma del Susarón para el cual nos quedaban unos 500 metros de desnivel. Por esa misma parte ascendimos hace tres años nosotros a dicha cumbre. Tras cargar agua en la cantimplora emprendimos la subida siguiendo más o menos el sendero. Éste se dirigía hacia la collada, pero cada uno fuimos cogiéndolo por donde mejor nos parecía. Hasta allí íbamos juntos Álvaro, Roberto, Adelino, Mª Jesús y yo. La pendiente se las traía y había que zigzaguear de continuo. Con todo ello, el punto común era alcanzar la cresta del Noroeste por la que se veía la hilera de personas subiendo y algunos ya bajando. La vista era cada vez más amplia y bonita. Las nubes se alternaban con los claros dejando escapar algunas gotas de lluvia de vez en cuando.
A las 13:30 horas alcancé la cresta desde la cual se tiene ya una bella panorámica de Puebla de Lillo y Cofiñal. De fondo emergían las cumbres de la Rapaona y aledañas por las que anduvimos hace poco más de un mes así como la zona de Tronisco a primeros de año. También destacaban las cumbres del Mampodre y las de San Isidro.
El tramo que quedaba era un poco menos duro, pero no menos largo. El sendero sigue la misma cresta sorteando las rocas grandes. Nos cruzamos con varios participantes que ya descendían y alcanzamos a Toñi y Merche que no sabían si continuar o no. Poco a poco fui avanzando y por fin alcancé la cumbre a las 14:20 horas. En la misma se reunía numeroso personal comiendo y disfrutando del amplísimo paisaje que se nos ofrecía. Por allí andaban Mateo y también Luis y Marisa así como alguno socio más de nuestro club. Aprovecho para apuntar que también había visto por la ruta a Constantino, José Fernández, Antelmo, que era parte de la organización, así como a algunos clientes del supermercado que no sabía que también hiciesen montaña.
Nos acomodamos para comer tranquilamente viendo cómo por el Norte se metía la niebla cubriendo ya toda la zona de San Isidro. No voy a enumerar las cumbres que desde allí se veían porque me dejaría unas cuantas. La vista del pantano bajo nosotros era espectacular, así como los varios pueblos contemplados, entre ellos Solle, el de Álvaro. La altitud de esta cumbre es de 1878 metros y según la ruta llevábamos 9,800 Km recorridos.
Nos sacamos una foto de grupo en torno al hito y dejamos una tarjeta en el buzón recientemente colocado por el club Susarón. Casi los últimos comenzamos a bajar a las 15:30 horas. Siguiendo la misma senda fuimos perdiendo altura mientras llovió de nuevo un rato. Por la cumbre vimos pasar algunas nieblas que la tapaban temporalmente. Algo más de media hora tardamos en alcanzar la zona de la fuente donde apenas quedaba ya personal. Nos sacamos una foto con la cumbre de fondo y emprendimos el descenso por una vaguada más directa al camino del valle, por la que habíamos ascendido nosotros la última vez.
Por detrás sólo quedaban dos personas a las que iba esperando unos de los organizadores. Por la estrecha vaguada íbamos perdiendo altura ya con el camino de La Cervatina a la vista y Puebla de Lillo al fondo. Al llegar a unas praderías, en las que había una cuadra de ganado, nos detuvimos Antonio y yo junto con el organizador y otro joven compañero de uno de los que venía detrás a esperar por ellos. A mí me parecía conocido este chico y resultó ser también un cliente del supermercado donde estoy. También él cayó en la cuenta al comentárselo.
Escasos metros nos separaban del ancho camino que enseguida enlazó con el de ruta de La Cervatina, hecha por nosotros el pasado año. Una vez más llovió durante unos minutos camino del pueblo. Atravesamos un paso canadiense para el ganado y dejamos atrás un cartel indicador de la ruta mencionada. A las 17:20 horas entrábamos en Puebla de Lillo atravesando todo el pueblo para salir de nuevo por la ruta de la Cervatina en el tramo contrario. Paralelos al río Silván caminamos casi otro kilómetro hasta la zona del polígono industrial donde estaban los autocares y el que se celebraría la fiesta. En un prado vimos dos bonitas yeguas blancas con sendos potros marrones, lo cual nos llamó la atención. A las 17:30 horas, tras 16 Km recorridos, terminamos la ruta en dicho paraje industrial de Puebla de Lillo, 1200 m.
Sin más dilaciones me cambié y nos sacamos una foto delante del autocar. La cumbre del Susarón estaba totalmente cerrada de nieblas cada vez más bajas. Nos acercamos al recinto cubierto donde ya se reunía la mayor parte de los participantes. Un pinchadiscos ponía música variada con la que ya bailaba el gentío. No tardando se fue formando la fila para recoger el refrigerio que nos daban, esta vez individual. En un plato venía embutido, pan, un bollo preñao y pastas acompañado luego por vino o refresco. Fuimos de los primeros en recogerlo y “pillamos” buen sitio para sentarnos cómodamente.
Tras dar tiempo a degustar este pincho se procedió a entregar la placa conmemorativa al club Susarón por la organización del evento. Como es tradición, ésta es entregada por un representante del próximo organizador, en este caso La Sección de Montaña de la Casa de Asturias en León. Luego se hizo entrega a cada club de un lote de libros sobre León y seguidamente a cada participante de otro libro, que por cierto no sé que hice con él, y de un sombrero con referencia al encuentro celebrado. Con él nos sacamos una foto de grupo luego. En esos momentos descargaba una fuerte tormenta de agua y granizo en el exterior anulando la vista del paisaje casi totalmente.
La gente se fue animando y comenzó, o mas bien comenzamos, a bailar al ritmo de la música festiva que pinchaba el Dj Jorge. Con la cámara dejé constancia de todo ello en fotos y videos. Realmente pasamos un estupendo rato festivo como colofón a este tradicional evento anual.
A las 19:30 horas, y aún descargando el aguacero, corrimos hacia los autocares cercanos al recinto. En ellos emprendimos el regreso minutos después. Ahora el pico estaba despejado de nieblas y saqué alguna foto, pero quedó borrosa por el agua de la ventanilla. Sin novedades fuimos bordeando el pantano mientras Buzzi nos dirigía unas palabras enfocado por una cámara que le proyectaba en los monitores interiores. Otra cámara recogió la imagen delantera de la carretera el resto del trayecto como a la ida.
Con ese panorama hicimos el viaje hasta Puente Villarente donde nos despedimos de los compañeros de Sahagún antes de continuar hacia la capital. Poco antes de las 21:00 horas llegamos a Guzmán donde continuaba lloviendo con ímpetu. Nos despedimos mutuamente y en la furgoneta acerqué a Mª Jesús a casa antes de llegar yo a la mía minutos después.
Un año más celebramos esta memorable actividad que intenta reunir a la mayor parte de montañeros de León y provincia en una jornada de convivencia y de recuerdo al que fuera su fundador Fernando Algorri. Particularmente tengo que destacar en esta ocasión el perfecto cálculo de tiempos que permitió disfrutar sin correr de toda la ruta, corta o larga, cosa que pocas veces ocurre. Un diez.
























lunes, 18 de mayo de 2009

PEÑA RUEDA (Lindes -Asturias) - 17-05-09

 


1ª ASCENSIÓN A “PEÑA RUEDA”. PUERTOS DE AGÜERIA. (Asturias)

17-05-09                (Domingo)

Como segunda actividad de este mes de mayo hemos realizado una interesante ascensión a esta emblemática cumbre asturiana, próxima al macizo de Ubiña y del cual se aísla totalmente por un profundo valle. Ya ascendida hace cuatro años por una parte del club de montaña, la climatología impidió al resto alcanzarla y los que lo hicieron sufrieron los envites del temporal de frío y viento. En esta ocasión tuvimos más suerte y pudimos disfrutar de mejor tiempo, aunque no el más idóneo por culpa de las nieblas y algo de lluvia.
Ocho fuimos los animados a dicha actividad cuyos nombres son: Nati, Mateo, Álvaro, Miguel Ángel, Mª Jesús, Adelino, Ricardo y yo. A las ocho nos reunimos en Guzmán saliendo en los coches de Ricardo y el mío. Por la carretera de Asturias llegamos a Pola de Gordón donde recogimos a Miguel A. Sin novedades llegamos al alto del puerto Pajares que comenzamos a bajar con dirección a Campomanes donde entramos en la autopista por la que circulamos hasta Pola de Lena. Aquí tuvimos que preguntar por la salida hacia el puerto de La Cobertoria que no tardando comenzamos a subir. Las dos veces que he pasado este puerto me había encontrado con obras en él, y esta tercera no podía ser menos. Desde el mismo Pola hasta la cumbre se encontraba casi totalmente levantado el asfalto, desvíos provisionales, socavones a los lados de los que había que alejarse, etc. tardamos un buen rato en subirlo y llegar a su altura máxima desde donde sale el desvío a Lindes. Allí paramos unos minutos y saqué unas bonitas fotos con Peña Rueda de fondo.
La carretera hasta este pueblo no era mejor que la anterior. A pesar de no tener obras, es estrecha y llena de continuas curvas. Eso sí, íbamos teniendo una espectacular vista de la cumbre con los verdes valles y pueblos delante de la misma.
A las 10:00 horas llegamos a Lindes, (930 m), aparcando a la entrada en un prado cercano a la iglesia. El sol lucía y solo algunas nubes cruzaban el cielo. Incluso la temperatura ya era casi veraniega. Nos preparamos y diez minutos más tarde comenzamos a caminar por un sendero ancho hacia el suroeste. Era impresionante el verdor de los árboles y prados que veíamos a ambos lados. Atrás dejamos una cabaña y un pilón con fuente antes de comenzar a subir bruscamente un repecho que en la descripción de la ruta figura como El Carrilón. Así alcanzamos una bifurcación donde un indicador marcaba por un lado Peña Rueda y Manín de Arriba y por otro Los Puertos de Agüeria.
No sé por qué se me había quedado que la ruta del folleto la marcaba subiendo por los puertos y bajando por el otro lado. Tampoco me dio por mirarlo en ese momento. Por suerte iba Ricardo, que era uno de los que ya la había subido, y nos dijo que era mejor hacer primero la cumbre y bajar por los puertos. Digo que fue suerte no hacerla al contrario por como encontramos a la vuelta el camino, cosa que luego describiré. Por su parte, Mateo sí que decidió irse hasta los puertos ya que iba con una molestia en una pierna y prefería no subir. Nati ya había quedado atrás a su aire, como es habitual en ella.
El resto, cuando eran las 10:40 horas, comenzamos a subir otro fuerte repecho atravesando luego algunas praderías de verdor exuberante. Por debajo vimos unas cabañas que pensamos que eran las de Manín, aunque estábamos equivocados. Mientras Mª Jesús, Miguel Ángel y Ricardo ya despuntaban por delante, Adelino, Álvaro y yo quedábamos por detrás rezagados. Adelino no iba en muy buena forma y yo estaba parecido, por lo que lo tomamos con calma. Solo apuntar que desde el pueblo a la cumbre teníamos el nada desdeñable desnivel de 1255 metros.
Atravesamos una cancilla entrando en un bonito hayedo con ejemplares de tronco considerable y retorcido donde nos sacamos algunas fotos. Fue aquí donde comenzó a adelantarnos un grupo que por lo visto habían llegado en autocar y les iban a recoger en otro punto tras subir a la cumbre.
Salimos de este bello rincón y llegamos por fin a Manín de Arriba, (1250 m), unas cabañas medio derruidas al lado de las cuales encontramos dos osamentas de vaca con las que nos hicimos unas fotos colocándonos delante y dejando solo a la vista los cuernos detrás de nuestra cabeza. De risa. Eran las 11:30 horas. Desde allí veíamos cercanas, como ya anteriormente, las cumbres del Tapinón y Siegalavá, aplazadas en marzo por un temporal de nieve.
Retomamos la marcha acompañados de Mª Jesús, que había quedado a esperarnos. Emprendimos desde allí otra fuerte subida por una vaguada, el cuello de botella, hacia la Vallina Grande. Siguiendo el sendero entre matorral bajo pasamos al lado de una sima cercada con alambre. También vimos algunos ejemplares de acebo en esta ladera. Por delante subía la hilera del otro grupo serpenteando por la empinada vaguada que se estrechaba poco a poco. El desnivel allí era considerable y se salvaba gracias a los zigzag del sendero. Por fin dimos vista a la gran hondonada que nos separaba de la cumbre, la cual confundimos de primero con el Vaso de Rueda. Eran las 12:35 horas y estábamos a unos 1500 metros de altitud.
Ahora teníamos que decidir por donde atacar la subida, por la derecha, siguiendo el Cuchillar, o por la izquierda crestando varias cimas pequeñas. El Cuchillar es una cresta larga que termina en la cumbre de Peña Rueda, que aún estábamos situando mal. Nosotros pensábamos que era El Vaso de Rueda y entonces nos quedaba mejor subir por la izquierda. Además veíamos subir a alguien por un nevero bajo esta cumbre, así que nos convencía más que fuese la certera.
Emprendimos entonces la marcha hacia nuestra izquierda para comenzar a subir por una loma desde la que no tardamos en ver Lindes y los coches en él. Enseguida comprobamos que la cumbre era la del final del Cuchillar y en ella incluso se podía distinguir el hito. Algo que me desmoralizó aún más fue la aparición de nieblas por el Oeste que iban cubriendo el cielo completamente. Para compensar este mal presagio, comenzamos a disfrutar de una impresionante vista de los Puertos de Agüeria con el Fariñentu por encima, otra cumbre prevista para este año por el club. Las praderías verdes moteadas por el bosque bajo las cumbres medio nevadas era una auténtica postal que no me harté de fotografiar. Por debajo de nosotros teníamos el desfiladero de la Foz Grande por la que luego pasaríamos. Hacia él caían paredes totalmente verticales o canales casi imposibles de sortear.
Poco a poco íbamos ganando altura, pero aún nos quedaba un fuerte repecho a la cumbre y además estaba la vaguada en medio. A mí me empezaban a dar calambres en las piernas y me dificultaba el avance. En medio de un nevero vimos una pequeña culebra muerta.
Álvaro y María Jesús optaron por adelantarse mientras Adelino y yo les seguíamos por detrás atravesando el nevero en el que vimos un gran hoyo en forma de embudo. Bordeamos el mismo y nos metimos en una pequeña loma en medio de la vaguada hasta alcanzar la parte alta de la misma. Aquí decidimos parar unos minutos y comer un tentempié a ver si recuperábamos fuerzas. Los dos estábamos bastante agotados, pero nos fastidiaba mucho quedarnos a esa distancia de la cumbre tras haber subido la mayor parte. Podíamos estar ahora a unos 1950 metros de desnivel restándonos sobre unos 200 m. Eran las 14:25 horas.
Con fuerza de voluntad decidimos comenzar a subir la ladera del Vaso de Rueda de fuerte pendiente donde además en la nieve se podía meter el pie entre alguna roca. Nos fuimos echando a la derecha para irla bordeando llegando de esa forma a ver de frente el cordal que unía ésta con Peña Rueda. Comprobamos entonces que apenas si tenía ya desnivel por aquella parte y eso nos animó a continuar. Las nieblas se mantenían altas aunque hacia atrás se veían entrando en los valles algo más alejados. Atravesamos otro nevero antes de situarnos delante del último repecho rocoso hacia la cumbre.
Desde ella vimos bajar a Álvaro en busca de nosotros. A mí me seguían dando calambres y me costaba avanzar. Álvaro tuvo el detalle de cogerme la mochila este último tramo en el cual vimos unas curiosas trincheras de piedras de larga longitud por el borde Oeste de la loma. Apuntar que Ricardo y Miguel ya habían bajado hacía mucho rato no sabíamos por donde.
Por fin, a las 15:30 horas, alcanzamos Adelino y yo esta destacada cumbre de Peña Rueda con 2155 metros de altitud en la que había un punto geodésico sin cruz ni buzón alguno. En un bote habían dejado una tarjeta el grupo anterior y con la suya dejamos la nuestra indicando el nombre de todos los que habíamos subido. Aprovechando la estancia de una pareja nos sacamos unas fotos mutuamente.
A pesar de las nieblas, la vista era espectacular. A pocos metros teníamos el murallón del macizo de Ubiña en el que podíamos contar las cumbres del Huerto del Diablo, Ranchón, Colinas, Prao, Siete, Fontanes y Ubiña, todos alineados de norte a sur. Mas separado estaba el Fariñentu y el macizo del Tapinón y Siegalavá. También podíamos ver el Cirbanal, Cueto Negro, y alguna cima de la zona de las Tres Marías. La niebla impedía ver apenas paisaje hacia el norte, donde en días despejados incluso es visible Gijón, según indicaba el folleto, así como Picos de Europa. Sí que veíamos varios tramos de la autopista y del puerto de Pajares.
Para comer optamos por bajar unos metros hasta la abrigada de aquellos parapetos de piedras. Cómo me supo el bocadillo. Allí sentados nos cortaba el viento las tapias de piedras por encima de las cuales soplaba el mismo.
A las cinco de la tarde emprendimos el regreso. Subimos unos metros para coger una vaguada hacia el Oeste con dirección al collado de Lingreo (1635 m). Nos cundieron un cuanto estos 500 metros de desnivel directos a la collada. Mª Jesús recibió la llamada de Mateo que estaba en Santa Marina, un pueblo a 11 Km de Lindes al que había bajado por los valles que nosotros estábamos haciendo. Ya iba de regreso a Lindes por la carretera. Con el resto no habíamos podido comunicarnos y no sabíamos por donde habían bajado.
En la parte baja veíamos las cabañas de La Cardosina a las que queríamos llegar. El problema era que las laderas directas a ellas se encontraban cerradas por la maleza, así que había que seguir hacia el collado. Para llegar a él también tuvimos que atravesar una zona de escobas altas entre las que se medio veía un sendero de ganado que intentamos seguir.
A las seis de la tarde llegamos a este collado de Lingreo desde el cual bajaba un camino más marcado hacia las cabañas. Allí comenzamos a ver algunos acebos con frutos rojos. El sendero nos bajó a unas praderas donde pastaban numerosas vacas y un gran toro. Poco por debajo estaban las cabañas a las que nos acercamos mientras se echaba a llover. Ya bajando la ladera del pico habían caído algunas pintas. En una de las brañas entramos para equiparnos con las cazadoras o chubasqueros. Yo cambié la cámara de fotos y cogí la antigua para evitar mojar la nueva. Como es el mismo modelo, solo tengo que cambiar las pilas y tarjeta. Algo más tarde cesó de llover.
En pocos minutos nos pusimos en marcha de nuevo dejando atrás este grupo de cinco o seis cabañas. Tuvimos que buscar el camino que llegaba a ellas y lo encontramos totalmente abnegado de barro. Cerca del mismo había una fuente que manaba entre rocas. Álvaro encontró un pequeño corro de setas que no dudó en recolectar. Había tramos en los que era imposible no embarrarse. Más abajo encontramos unos caballos en otra campa. Sin darnos cuenta nos fuimos metiendo en uno de los bosques mayores, si no el mayor, acebal de España. Impresionante era ver la gran cantidad de troncos de este arbusto y pasar entre ellos con las ramas como techo.
Salimos del mismo y continuamos disfrutando de la vista del Fariñentu, Tapinón y Siegalavá que se alzaban por nuestra derecha tras las praderías de los Puertos de Agüeria. Por la izquierda caían las paredes del macizo de Peña Rueda por encima de las cuales habíamos subido. Enseguida llegamos a otra zona de cabañas, Los Cuadros, tras las cuales nos metimos en el mayor bosque de acebos de dicha zona. Parecía que estábamos en unos de esos bosques típicos de cuentos con ramajes entrelazados unos con otros pero con el suelo limpio y pasillos fáciles de atravesar. Añadimos a eso algunas enormes rocas con musgo en medio de todo ello y para rematarlo, una calavera de un animal ensartada en una rama. Realmente impresionante.
Salimos de él justo al lado del río de la Foz Grande. Echando la vista atrás vimos como avanzaba la niebla hacia nosotros formando un efecto espectacular con el sol a contraluz. También la veíamos aparecer por la vaguada frente a nosotros. Ahora ya no nos preocupaba mucho ya que el camino debería de llevarnos al pueblo directamente, aunque nos quedaba un buen trecho todavía.
Poco a poco nos fuimos metiendo en la parte angosta del cañón donde el sendero bajaba entre canchales paralelo al arroyo. Así llegamos a un punto donde comprobamos cómo había que atravesar éste por las piedras de su lecho. Con sumo cuidado de no resbalar lo hicimos entrando de nuevo en el sendero. Ahora nos quedaban a la parte contraria las canales que antes habíamos visto descender desde la parte alta cuando subíamos. En lo alto de unos riscos vimos una silueta y con el zoom de la cámara comprobamos que era un rebeco.
El sendero se metió entre algo de arboleda de nuevo viendo algunos neveros de gran espesor al lado del río. A la vera había algunos ejemplares de hayas con las ramas rectas y totalmente horizontales. También encontramos algunos troncos arrancados de raíz. Una vez más tuvimos que atravesar el cauce y esta vez lo hicimos ayudados de unas ramas cruzadas en él. A continuación comenzamos a subir alejándonos del río, lo cual no nos convencía. Si hubiésemos leído la descripción de la ruta y mirado el mapa, lo hubiésemos entendido.
Este tramo pendiente nos costó subirlo ya que además no fue corto. En un tronco vimos una señal pintada amarilla y blanca de PR. Alcanzamos por fin una campa, El Collau, en la que una señal nos indicaba la dirección que traíamos de los puertos, otra a Lindes y una tercera a las brañas de Manín. En ella también señalaba el trazado como PR Q-1. Eran las 20:25 horas.
Entramos entonces en un estrecho sendero de descenso donde el barro volvía a inundarlo. Entre bonitos hayas transcurre el mismo encontrando algunas empalizadas en los prados. Más adelante vimos otra señal similar y siguiendo la dirección del pueblo nos encontramos con un tramo donde el barro nos cubría los pies por completo y algo más arriba. Yo ya pasaba de todo y no me molestaba en sortearlo. Ellos por el contrario cogían senderos paralelos o salían por los prados. Bajando este tramo se echó a llover de nuevo. Lo cierto es que, si hubiésemos escogido esta ruta para subir al pico no hubiésemos llegado ya que además iríamos subiendo, lógicamente. A las nueve de la tarde llegamos por fin al punto donde nos incorporamos a la ruta ya hecha por la mañana y donde otra señal dividía las sendas hacia los puertos y Peña Rueda. Este punto, Manín y El Collau forman un triángulo de senderos.
Nos restaba bajar la cuesta de El Carrilón que nos llevó a las cabañas y la fuente con el bebedero en el que algunos se limpiaron las botas. Escasos metros nos separaban ya del pueblo en el que entramos a las 21:15 horas y tras 14 Km. recorridos según la descripción de ruta.
Allí nos esperaba el resto, alguno ya algo mosca por la tardanza. Nos tuvimos que cambiar la ropa y calzado embarrado antes de emprender el regreso a las 21:30 horas. Optamos por hacer el primer tramo por otra carretera más ancha que nos llevó a la parte baja del puerto La Cobertoria subiendo éste hasta su cumbre. La noche ya se había echado encima y la niebla cerrada no dejaba ver absolutamente nada. Pues bien, la carretera en obras, sin pintar, apenas delimitada por los laterales y con algunos socavones se convirtió en un auténtico calvario. No exagero ni un pelo cuando digo que estuvimos a punto de tener que bajar uno andando delante para ir indicándonos el trazado. Por suerte no nos cruzamos con más que otro coche.
Ya bastante abajo despejó y entramos en Pola de Lena. Allí paramos en un bar unos minutos donde hicimos las cuentas mientras tomamos un refrigerio. Ya eran las once de la noche cuando retomamos el regreso a León por la autopista hasta Campomanes. Aquí la abandonamos para comenzar el ascenso del puerto en el que volvimos a encontrar niebla en la parte alta. Ahora no fue un problema al estar bien pintada, mas o menos, la carretera. Ya con dirección a Busdongo fue despejando y sin novedades realizamos el resto del trayecto. Miguel iba en el otro coche y le dejaron en Pola. A las 0:20 horas entramos en la capital donde dejé a Nati primero y a Adelino después. Por último me despedí de Mª Jesús y en pocos minutos terminé el viaje de 120 Km. en casa tras esta larga, agotadora pero satisfactoria jornada de montaña.