lunes, 12 de septiembre de 2011

PICO MURCIA (Cardaño de Arriba - Palencia) - 11-09-11

 

1ª ASCENSIÓN AL PICO “MURCIA”. (Palencia).

11-09-11                (Domingo)

Una semana después de que se hiciera esta misma ascensión como actividad oficial del club la hemos repetido algunos particularmente. La propuse para él que no hubiese podido ir, como yo, o que quisiera repetir, como fue el caso de Álvaro, que la subió dos domingos seguidos haciéndonos de guía.
Ya hace unos años que habíamos intentado la misma desde la parte leonesa y en invierno. La nieve acumulada en aquella ocasión y un error de orientación nos impidió alcanzar el objetivo. Más adelante sí se ascendió desde Cardaño, como ahora, pero tampoco pude ir. Por fin en esta ocasión pude asistir y alcanzar la cumbre sin dificultad alguna, pero con esfuerzo, que la pendiente que tiene no es “moco de pavo”.
Se animaron a la misma además de Álvaro, Tiquio y Guillermo. También nos acompañaba Rex, el perro de Tiquio. En su coche salimos de León a las 7:30 horas por la nacional hacia Mansilla donde giramos para llegar luego a Sahechores. El cielo se tintaba de un color rojizo intenso mientras amanecía reflejándose la luz en las nubes que lo cubrían todo. Camino de Almanza pasamos varios bancos de niebla entre los que se veían las cumbres de picos como el cercano Peña Corada. Entramos en la provincia palentina llegando a Guardo poco después. En Velilla del Río Carrión nos detuvimos unos minutos a tomar un café en una cafetería, retomando la marcha minutos más tarde.
Entramos ahora en la Ruta de los Pantanos bordeando algunos de los mismos con el lecho totalmente seco. Paramos a sacar fotos en algunos puntos de este tramo viendo poco después la mole del Espigüete por encima de Cardaño de Abajo. Dejamos atrás este pueblo y nos dirigimos a Cardaño de Arriba, 1400 m, donde comenzaríamos la ruta. Allí llegamos a las 9:50 horas tras 118 Km recorridos.
Aparcamos en un lugar acondicionado para ello a la entrada del pueblo de donde además partía la ruta. Nos preparamos para la marcha comenzando la misma a las 10:15 horas. Salimos por un ancho camino paralelo al arroyo de Las Lomas. El cielo estaba cubierto por brumas más que por nubes compactas. Dejamos atrás el refugio del Club Espigüete y seguimos ascendiendo suavemente por el valle con dirección Norte. Poco a poco vamos girando al Este llegando a un puente de madera y hierro sobre el arroyo Valcabe tras el cual se abandona la ruta marcada al Pozo de las Lomas para seguir un sendero por el valle de este arroyo. En este cauce vemos numerosas pozas sobre las que se precipitan pequeñas pero bonitas cascadas.
Al lado de este sendero encontramos, y no fue la única, una piedra lisa grabada con letras y figuras a modo de poesías. No tardando emerge nuestro objetivo a la izquierda del fondo del valle. Encontramos un gran serval cargado de frutos rojos que destacaba en el entorno. Avanzamos por el valle arriba atravesando luego un pequeño puente de madera sobre el arroyo Valdecaliente y vimos enseguida una cabaña frente a nosotros cerca de la cual había varias reses. Oíamos a los pastores llamar al ganado en las laderas por las que vimos pasar un grupo de rebecos o similar, uno de ellos con la cornamenta bien grande.
En el sendero encontramos los restos de una vaca antes de pasar otro puente hecho con traviesas de ferrocarril sobre el arroyo La Cuenca. Sin llegar a esta cabaña o refugio, que dejamos por encima, nos situamos bajo la ladera misma del pico Murcia. En una pradera nos sacamos unas fotos de grupo antes de emprender la verdadera ascensión. Eran las 11:25 horas y nos quedaban unos 600 metros de desnivel.
A partir de allí el sendero marcado con hitos entra en la pendiente ladera entre matorral describiendo una serie de zigzag que se mantienen hasta casi la cumbre. Pasamos una zona entre grandes formaciones rocosas donde ganamos bastante altura. Luego se suavizó un poco la pendiente a la vez que ladeábamos toda la cumbre de Noreste a Sureste. Por debajo subía el valle hasta la misma cabecera. Antes nos había parecido que había un gran hoyo en la misma comprobando ahora que subía más o menos uniforme hasta la collada de La Cerezuela, cabecera del valle.
No tardamos en volver a encontrarnos con curvas cerradas en el sendero que iban y venían trazando zetas por las que era más cómoda la subida. A veces daban ganas de hacer atajos, pero sabiendo lo que aún quedaba, era mejor no abandonar la senda. De pronto vimos aparecer delante de nosotros la cima del Espigüete tras la loma por la que luego bajaríamos. Volvimos a pasar entre unas piedras de superficie agujereada muy curiosa.
Enseguida dimos vista a los valles del Oeste con el pantano de Riaño al fondo y numerosas cumbres leonesas. Hasta ahora habíamos subido por Palencia llegando ahora al límite provincial que recorre la cresta en la que nos encontrábamos. El desnivel que restaba no era menor que el que dejábamos atrás, aunque era cómodo de subir. Seguíamos zigzagueando siguiendo la línea provincial ya con ganas de alcanzar la cumbre que poco a poco se acercaba.
Un último esfuerzo nos llevó a la misma cuando eran las 13:35 horas. En ella, los restos de una cruz y un bonito buzón con un piolet y una cachaba metálicos marcaban esta cumbre de 2341 metros de altitud. También había una especie de trinchera hecha con piedras en la que luego nos acomodamos para comer al resguardo del fresquillo que allí se notaba. Antes de ello sacamos unas fotos de grupo y dejamos nuestra tarjeta en el buzón junto con la que una semana antes habían dejado los compañeros.
La vista desde aquella altitud era espectacular. Se podían contemplar cumbres entre las que destacaban los macizos de Picos de Europa al Norte. También otras como Peña Prieta, Tres Provincias, Curavacas, Peña Corada y así una infinidad de ellas imposibles de enumerar. A tiro de piedra teníamos la mole del Espigüete o los Altos de la Hoya de Martín Vaquero, a los que habíamos llegado la vez invernal. Los pantanos palentinos de Compuerto y Camporredondo y el leonés de Riaño con el viaducto sobre el mismo se reflejaban en los valles.
Nos acomodamos en aquella guarida de piedras a comer tranquilamente cuando llegaron dos jóvenes que venían del Espigüete. Otra pareja que antes habíamos visto subir detrás de nosotros habían dado la vuelta.
Luego, echándome un poco hacia el Norte por la cresta, vi más nítido un curioso rincón que ya desde el valle habíamos divisado. Se trataba de una especie de cascada de piedras blancas en un pequeño barranco que a simple vista parecía un verdadero salto de agua.
De regreso a la cumbre comenzamos a recoger para el descenso. Poco antes de las cuatro de la tarde emprendimos la bajada por el mismo sendero de ascenso. Llegamos a la collada de La Cerezuela con intención ahora de bajar siguiendo toda la cresta hasta casi el pueblo. Pasamos al lado de grandes rocas pizarrosas cambiando poco a poco de dirección hasta situarnos entre los valles de Valcabe y el de Mazobres que sube al Espigüete. En la falda de éste vimos algunos neveros medio escondidos en rincones sombríos. En la ladera del Murcia podíamos ver nítidamente los zigzag que trazaba el sendero.
Siguiendo la línea de cumbres sin abandonarla pasamos varios tramos rocosos, unos por encima y otros bordeándolos. Comprobamos cómo el cielo se iba despejando de nubes saliendo un brillante sol a esa hora de la tarde. Alcanzamos así el alto del Cerro del Sillar, picacho con 2078 metros de altitud desde el que se podía ver el pueblo. En él nos sacamos una foto con éste de fondo haciendo algunos números con los trípodes.
Desde allí, si seguíamos una ruta que llevábamos de un libro, había que retroceder un poco para meternos en otra loma hacia el alto del Castillo y ya bajar al valle. Decidimos seguir por la misma que nos llevaba más directos a Cardaño y por ella nos echamos abajo rodeando más formaciones rocosas, estas de conglomerado. Eran cantos rodados unidos por lo que parecía una especie de cemento que en más lugares pueden verse, aunque es más raro verlo que la caliza.
En un determinado punto desaparecía el sendero dudando entonces en echarnos hacia la derecha o izquierda de la loma. Lo hicimos a la izquierda entre escobas que al final no nos dieron muchos problemas. Atravesamos varios pedreros antes de entrar a una especie de vaguada ya con algo de arboleda por la que se bajaba sin dificultad alguna. Teníamos desde allí una amplia y bonita panorámica de todo el pueblo y la primera parte de la ruta de subida.
Los compañeros se adelantaron un poco y les vi salir directamente de la ladera al aparcamiento donde teníamos el coche. Tras pasar al lado de un poste eléctrico, terminaba yo también la marcha cuando eran las 19:00 horas. En una fuente cercana nos refrescamos y nos cambiamos tranquilamente antes de emprender el viaje de vuelta media hora después.
Rodeamos los pantanos y en Velilla saqué una foto con el Espigüete y el Murcia detrás. Así llegamos a Guardo donde decidimos parar a tomar una consumición sentados en una terraza. Una cervecita fría y unos trozos de pizza de tapa con patatas fritas nos supieron a gloria.
Retomamos la marcha cuando ya daban las 21:00 horas. Desde la cuesta a las afueras de la localidad hice otra foto de las dos cumbres ya anochecido. Sin más novedades avanzamos hacia Puente Almuey, Almanza y Sahechores de Rueda. En Mansilla giramos hacia la capital y fue al llegar a Puente Villarente donde nos encontramos con retenciones que incluso nos detuvieron. Casi media hora tardamos en recorrer esos últimos 12 kilómetros hasta León. En Guzmán terminamos el viaje y nos despedimos unos de otros hasta la siguiente. En la furgoneta que tenía allí aparcada volví a casa cuando eran casi las 23:00 horas.
Terminamos así esta jornada de salida “particular” con tan buen transcurso y resultado. El pico Murcia era uno de los que tenía pendientes junto con el Corral de los Diablos, en Solle o el Tapinón en Asturias entre otros.