domingo, 23 de mayo de 2004

VIII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES. MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”. VEGA CERCADA (GORDÓN) 22-05-04


VIII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

1ª TRAVESÍA “COLLADO ARALLA- PICO VEGA CERCADA (1ª ASCENSIÓN)-COLLADO FITO-POLA DE GORDÓN”

23-05-04           (Domingo)

De nuevo ha llegado el mes en el que, por 8º año consecutivo, se celebra el Encuentro de Montañeros Leoneses. En esta ocasión organizado por el Club “Collalampa” de Santa Lucía de Gordón junto con la Delegación Leonesa de Montañismo. Igualmente se le ha añadido la coletilla “Memorial Fernando Algorri” en recuerdo del promotor de dichos encuentros y ex-presidente de la delegación fallecido el pasado año.
La ruta prevista hasta pocos días antes no era la que finalmente se realizó. En un principio se trataba de la travesía desde La Pola de Gordón a Geras, pero el escaso espacio para aparcar tanto autocar en este último pueblo hizo cambiar los planes de los organizadores a última hora. Con todo ello resultó una larga, pero bonita ruta de 20 kilómetros con bellas y amplias vistas de los alrededores.
A las 8:00 horas estaba prevista la salida de Guzmán en los tres autocares que íbamos de León capital. Del club nuestro nos juntamos un total de 11 componentes que enumero: José Luis, José F., Carlos, Luis, Guiomar, Jorge, Sonia, José A., Antonio, Javi V. y yo. También estaba apuntada Carmen, pero no apareció en la salida.
Poco después de las 8:00 horas emprendimos el corto trayecto hacia el comienzo de la ruta. Por la carretera de Asturias pasamos La Robla y Pola de Gordón para desviarnos hacia la collada de Aralla. Allí nos juntamos 7 autocares con los casi 400 montañeros que participamos en este evento.
Sobre las 9:30 horas comenzamos la marcha desde dicho puerto, 1536 m, por una pista hacia el Cedro Pedroso. Recordaré que por ella habíamos subido nosotros a ese pico para la colocación del Belén de Cumbres este mismo mes de diciembre pasado. El día se presentaba un poco incierto respecto al tiempo, ya que algunas nubes rondaban el cielo y cabía la posibilidad de tormentas, lo que al final por fortuna no sucedió.
El primer tramo es de ascensión por una pista que va bordeando unas pequeñas lomas con dirección sur. A lo lejos, hacia el noreste, contemplábamos los picos de la zona cercana a Pajares con un bonito mar de nubes bajo el Tres Concejos. De esa forma alcanzamos el Alto de Juncanal o Loma Sextillo, desde donde se descienden unos metros hasta el comienzo de una vaguada. Aquí se atraviesa el arroyo Valmeán y se vuelve a subir ya con dirección al Collado Pedroso. En este tramo era fácil y bonito contemplar la laga hilera de participantes, alguno de los cuales subían por el centro mismo de la vaguada para atajar hacia el collado. Al fondo de la vaguada el camino describe una curva hacia la izquierda con dirección a dicho collado. Yo parecía un reportero gráfico con la cámara de vídeo y la de fotos colgadas al cuello. Quería dejar constancia de todo lo acontecido durante la jornada.
Sobre las 10:20 horas alcancé el collado donde se reunía numeroso personal. Digo alcancé, porque en ese momento había quedado solo, como varias veces durante la ruta, ya que me quedaba rezagado grabando o sacando fotos. El grupo también se dividió y a algunos no les vimos el pelo en todo el día.
Desde dicho collado Pedroso fueron muchos los que se decidieron a subir al Cedro Pedroso. Yo, al igual que alguno más del club, como lo habíamos subido hacía poco, y además aún nos quedaba otra cumbre por subir y más de 15 kilómetros, optamos por continuar la ruta. Ahora se volvía a descender hacia Brañarredonda, una bonita vega de verdes praderías. Desde la misma pudimos disfrutar de una atractiva vista de Peña Ubiña tras el Cedro Pedroso.
Tras unos metros de descenso a esta vega, hubo que volver a subir de nuevo hacia un pequeño collado desde el que se pasaba a otra vega que daba paso a la falda del pico Vega Cercada hacia el cual se dirigía la serpiente de caminantes. Por la ladera del Cedro Pedroso ya se veía igualmente bajar a numeroso personal hacia dicha vega. La pendiente fue pronunciada pero corta y en pocos minutos alcancé la cumbre del macizo. Desde ella había una amplia vista del pantano de Luna con Mirantes y Mallo de Luna a su vera. Allí me reuní de nuevo con parte del grupo nuestro. Pocos metros nos quedaban serreando hasta alcanzar la cima. A ella llegamos nosotros sobre las 11:30 horas. La altitud de la misma es de 1883 m y habíamos recorrido 4,5 kilómetros.
Desde la misma se podía deleitar uno de la más amplia vista de toda la ruta. Por citar algunas cumbres conocidas y ya subidas por mí apuntaré las de las Tres Marías y parte del valle de Arbás, Tres Concejos, Cellón, Fontún, Brañacaballo, Peña Ubiña y Llamargones entre otras muchas más. De todo ello saqué una foto panorámica que intentaré ampliar a ver como queda. Como no había buzón, dejamos nuestra tarjeta en un bote entre las piedras.
Tras un rato disfrutando de dicha maravilla, emprendimos el descenso hacia la parte contraria. Solo quedábamos Antonio y yo de nuestro club, el resto ya había salido anteriormente. El descenso fue suave hacia otra hondonada llena de escobas entre las que pasamos hasta otro pequeño collado cerca del cual vimos una lagunilla. En el fondo de la vega se intuía un hoyo donde aún se veía acumulada algo de nieve. Una de las cimas que rodeaban esta hoya, conocida como Corrales del Conde, era la del pico Lamazo, ascendido por mí allá por el año 94.
Tras pasar aquella cota de 1700 metros comenzamos a bajar de nuevo hacia Las Vegas del Palomar, también unos bonitos valles verdosos frente a los cuales se alza el pico Feliciano, al que equivoqué durante un buen rato con los Llamargones. Hacia éste se dirigían bastantes participantes que subían ladera arriba. La ruta aquí se mantenía sin apenas desnivel y así alcanzamos otra colladina entre dicho pico y el Alto del Palomar. Otra vega se abrió entonces frente a nosotros y fue allí donde, mirando el mapa y la hilera de senderistas, me di cuenta de la situación correcta de los Llamargones, que ahora teníamos justo al lado contrario de dicho valle. Pocos metros mas abajo, y al lado de unas rocas, se acomodaba numeroso personal comiendo. Allí nos encontramos Antonio y yo con parte de nuestros compañeros haciendo lo propio también.
Junto a ellos nos acomodamos para comer tranquilamente. Eran las 13:15 horas aproximadamente. El día se mantenía despejado salvo alguna nube suelta. Corría un ligero viento que nos hizo abrigar un poco para no enfriarnos de pronto. Estando allí llegaron Guiomar y Javi V. que habían subido al pico Feliciano. Nosotros ya habíamos terminado de comer, y como no nos sobraba mucho tiempo a mi parecer, emprendimos de nuevo la marcha hacia las 14:00 horas. Desde allí nos quedaban unos 12 kilómetros y teníamos que estar a las cinco en Pola.
Atravesamos esta otra vega con dirección a la collada de Llamargones, distante otro kilómetro. Por la falda de dicho pico también ascendían numerosos participantes. Aclararé aquí que solo el pico Vega Cercada estaba dentro de la ruta, los demás eran opcionales si al personal le daba tiempo a ello.
Tras haber comido, aún la pequeña cuesta hacia este collado se hacía pesada. A él llegamos en unos 15 minutos y tuvimos a la vista el valle que confluye con la entrada a los Calderones del Diablo. Igualmente veíamos la collada de Fito hacia la que teníamos que dirigirnos tras bordear los Llamargones. Este tramo de suave cuesta abajo se hizo cómodamente y no tardamos en alcanzar esta cota de 1675 metros.
Por la misma solo había pasado una vez haciendo la ruta desde Otero por Santiago de las Villas hacia el valle de Santiago y bajada a los Calderones. Ahora bajábamos hacia la confluencia de este valle por una buena pista en la que nos adelantaron varios quads que levantaron bastante polvareda a su paso. Justo en la parte baja y central del valle, el Valdelamesa, se bifurca el de Santiago por la parte derecha del que llevábamos. En las laderas de la izquierda, las de los Llamargones, florecían los matorrales con un color púrpura intenso.
La pista fue girando ya ascendente hacia el collado Urdiales. Desde éste pudimos ver a lo lejos nuestra ciudad. Con los prismáticos se distinguían numerosos edificios como los hospitales, el hotel de la carretera de Asturias etc. Hacia la parte contraria nos aparecieron en el valle los pueblos de Gordón en una bonita estampa. Hasta allí llevábamos 15 kilómetros y eran las 15:15 horas.
La pista bajaba ahora por la parte norte con dichos valles a la vista. De nuevo veíamos las cumbres que habíamos contemplado al comienzo de la ruta y que desde la cima del Vega Cercada habíamos tenido ocultas al transcurrir la misma por los valles. En una pequeña collada había varios montañeros tumbados disfrutando de la bella vista de la zona. Nosotros no paramos ya que íbamos bastante ajustados de tiempo.
El camino continuaba bajando por una loma hasta desviarse a la derecha y meterse enseguida por el medio de un bosque. En los cruces de caminos había numerosas señales indicativas del correcto. Así nos metimos en el último valle de bajada hacia Pola por el que transcurre el arroyo Villejo. La pista se convirtió en senda en uno de los cruces por ella continuamos el descenso ya apurados de tiempo. Por detrás solo quedaba el grupo que habíamos dejado en la collada, ya que los de protección civil que escoltaban la marcha iban detrás de nosotros.
Ya bastante abajo del valle entramos en un camino paralelo al arroyo en el que varios refrescaban los pies. Yo quería a toda costa no llegar más tarde de las cinco, y si tenían que esperar que no fuese por nosotros. A mi parecer, y a pesar de que muchos habían llegado dos horas antes, si se quiere disfrutar de una marcha de estas no se puede apurar tanto el tiempo de llegada. Desde luego, si la ruta se hubiese hecho como estaba prevista, de subida en vez de bajada, no se hubiese terminado en ese tiempo ni de broma.
Como digo, apurando el paso y ya a contrarreloj, conseguimos llegar con cinco minutos escasos de margen a los autocares. Estos estaban aparcados por encima de Pola de Gordón, en una zona que han habilitado como aparcamiento para las obras del túnel del AVE que pasa a Asturias y que comenzará allí mismo.
Claro, como por detrás quedaba personal, hubo que esperar por ellos. Mientras nos cambiamos la ropa sudada y calzado. Carlos y Sergio, un antiguo miembro del club, habían llegado los primeros hacía dos horas. Sigo diciendo que así no se disfruta de la montaña.
Cuando estuvimos todos, una media hora más tarde, subimos a los autocares que nos llevarían hasta un colegio de Santa Lucia de Gordón, sede del club Collalampa, donde se celebraría la fiesta final. En el patio del colegio tenían dispuestas varias mesas con abundantes aperitivos, refrescos y vino para todos los participantes.
Un grupo de tres tamborileros amenizaba el evento con su música. Mientras dábamos cuenta de todo aquello, se hizo entrega al club organizador de la placa conmemorativa por parte de la Delegación Leonesa de Montañismo. Dentro del colegio se proyectó, para el que quisiera verlo, un vídeo del encuentro del pasado año. En él aparecí yo cuando me ponían la cuelga de cumpleaños que celebraba ese día. Fuera la gente bailaba al son de la música de aquel trío.
Como estaba previsto, alrededor de las 19:30 horas comenzamos a reunirnos en los autocares para emprender el regreso. Antes habían marchado algunos de la provincia que tenían el viaje más largo.
Durante el viaje no faltó el pitorreo con mi camiseta. Me había equivocado por la mañana al ponerla y en vez de ser la nueva del club, puse una con algún agujero que otro ya. Pues bien, entre unos y otros fueron haciéndolos más grandes y terminaron por desarmármela casi por completo. Les prometí que me iba a comprar una a cuenta del club.
Con este pitorreo y demás se hizo el regreso aún mas corto de lo que ya era. En una hora escasa llegamos a León y se hizo una parada a la entrada para los que les quedara bien allí. El resto bajamos en el mismo lugar de recogida por la mañana, en Guzmán. Aquí nos despedimos unos de otros y con la furgoneta vine directamente para casa.
Con ello concluyó otro año más esta esperada actividad que sirve un poco como reunión de los montañeros de todos los clubes de nuestra provincia y que ya suman casi 30.






















lunes, 17 de mayo de 2004

PRIMAJAS-CORNIERO-VALBUENA DEL ROBLO-VIEGO 16-05-04

 


1ª TRAVESÍA “PRIMAJAS-CORNIERO-VALBUENA DEL ROBLO-VIEGO-PRIMAJAS”.

16-05-04          (Domingo)

Para este mes de mayo teníamos programada esta salida a la misma zona visitada hace tan solo dos meses, el valle de Reyero, pero con una ruta totalmente diferente. En esta ocasión se trataba de una travesía que unía las localidades de Primajas, Corniero y Valbuena del Roblo. Para evitar tener que retroceder por el idéntico camino a coger los coches, la ampliamos haciéndola circular y añadiendo el cercano pueblo de Viego a la misma. Con todo ello nos resultó una larga caminata de 23 kilómetros en la que el calor repentino de esta atípica primavera nos hizo “sufrir” un poco durante la marcha. Por lo demás, los paisajes contemplados compensaron con creces dicho “sufrimiento”. A continuación reflejo los detalles la misma.
A las 9:00 horas nos reunimos en Guzmán los componentes animados a salir. En principio éramos nueve, pero la ausencia de Roberto hizo reducir el número a los siguientes ocho participantes: José Luis, José F., Guiomar, Jorge, Sonia, José Antonio, Luis y yo. En los coches de Luis y de Jorge emprendimos el viaje hacia Puente Villarente donde nos desviamos. Tras pasar por Boñar llegamos al pantano del Porma que bordeamos en parte hasta separarnos por otra carretera que entra en el valle de Reyero. Atravesamos Pallide y Reyero para llegar poco después a Primajas. En una de las calles, a la entrada del pueblo, aparcamos los coches y nos preparamos para la ruta. El sol comenzaba a calentar y optamos por dejar la ropa de abrigo en los vehículos.
A las 10:30 horas comenzamos a caminar saliendo de Primajas por un camino ancho hacia una vaguada con dirección suroeste. La pendiente era suave y el camino zigzagueaba por el valle hacia la collada que da paso al de Corniero. La vista se hacía cada vez más amplia según ascendíamos. Además de Primajas, no tardamos en divisar Viego y la collada por la que luego bajaríamos a éste. Igualmente comenzaban a sobresalir tras las cumbres del valle las altas cimas de los Mampodres. Los prados verdes y los árboles floridos daban un frescor único e indescriptible al entorno. En la parte alta de dicha vaguada despuntaba una enorme mole de piedra, Peña Ramil, bajo la cual pasaba el camino. Aprovechando como en anteriores ocasiones la ventaja de la cámara digital, saque un número exagerado de fotos de aquellas vistas.
De esa forma, en algo menos de una hora, llegamos a la collada situada entre la Peña Ramil y el pico Riondo, algo más separado. José Antonio y José Luis se habían separado de nosotros y subían hacia este segundo pico. Desde allí bajaba el camino por este otro valle, conocido como Primajinas, hacia Corniero. De nuevo el camino fue dando giros entre praderas verdes y floridas en las cuales sacamos alguna foto. Igualmente encontramos los árboles cargados de brotes y en plena floración.
No tardó en unirse José Antonio a nosotros, mientras que José Luis continuaba serreando las cimas aquellas con dirección a Corniero para encontrarse con nosotros allí, cosa que no fue así y no le vimos más en todo el día. El camino bajaba por el valle que se estrechaba cada vez más. Por el mismo transcurre el arroyo de los Muertos y en sus laterales numerosos robles y hayas formaban bosques espesos.
Durante unos minutos hicimos una parada y picamos unos frutos secos y unos dátiles que alguien sacó de la mochila. Realmente el entorno era idílico para embriagarse de la belleza del lugar. Ya bastante abajo se cerró el valle de tal forma que durante unos metros solo había lugar para el arroyo y el camino. Por la parte derecha se veía un pequeño pero bonito cañón que salía al arroyo principal. Tras pasar este trecho se volvió a ampliar el valle y comenzamos a ver pastos de ganado y algún corral. Por encima de nosotros y a la parte izquierda, pastaban varios caballos hacia los cuales me dirigí para fotografiar. Continué luego por dicha ladera sin darme cuenta de me iba metiendo en una zona de roca con un buen desnivel a plomo sobre el camino. No tuve más remedio que subir un poco más para sortear dicho paso y ya cuando quise bajar estaba casi encima de Corniero. Después de todo resultó ser un acierto, ya que la vista que tuve del mismo con varias cumbres a lo lejos fue algo inesperado. Tras pasar un puente entré en Corniero donde estaba el resto a la sombra de una casa. Eran ahora las 12:45 horas y llevábamos unos 8 kilómetros.
Atravesamos este bonito pueblo situado ya en la cuenca del Esla, ya que Primajas se encuentra en la del Porma. Tan solo tres kilómetros nos separaban de Crémenes, en la nacional de Riaño. Sin pensarlo comenzamos a caminar por la carretera hacia este pueblo hasta que me dio por preguntar que si íbamos bien. Tuvimos que retroceder entonces unos metros hasta el pueblo para coger un camino que salía entre la iglesia y el cementerio hacia la vaguada por la que teníamos que subir ahora.
Nuestro próximo objetivo era Valbuena del Roblo, situado en otro valle diferente. El camino comenzó a ascender ahora por la parte alta de la ladera del valle de Ricuerna dándonos el sol de pleno. La pendiente además se hacía notar y solo algunos tramos transcurrían por sombra. Por el camino se nos cruzaban numerosas lagartijas. A nuestra izquierda se situaba dicho valle y tras él las cimas del pico Riondo, por donde tenía que estar José Luis.
Poco a poco fuimos llegando a la parte alta de la loma conocida como Prado Pando. En ella nos encontramos con una bella estampa de varias vacas y terneros pastando en los verdes prados que seguían abundando por la zona. Hacia la derecha se divisaba otro picacho en el que vimos un repetidor y al que se llegaba por un camino que salía algo más atrás de donde nos encontrábamos. En unos árboles había varias colmenas y por ello optamos por continuar un poco antes de parar a comer.
De frente comenzamos a ver la cumbre de Peñas Pintas y no tardando divisamos en el valle Valbuena del Roblo. Íbamos en busca de una sombra para comer, pero no había ninguna apropiada. Continuamos entonces por el camino que ahora ya comenzaba a bajar hacia el pueblo. Cerca de esta pista había unas rocas hacia las que me desvié en busca de sombra, viendo algo más abajo y al lado del camino, varios árboles apropiados.
Se lo indiqué entonces al resto y a su sombra nos acomodamos para comer. Poco antes habían pasado por allí tres moteros perturbando la tranquilidad con el ruido y olores de los escapes. Eran entonces las 14: 30 horas, mas o menos. Disfrutando de la vista del valle estuvimos casi una hora antes de ponernos de nuevo en marcha. Por el mismo camino descendimos tranquilamente y ya bastante abajo lo dejamos para cruzar los prados directamente hacia Valbuena.
Sobre las cuatro de la tarde entramos en dicha localidad donde encontramos una fuente en la que bebimos y llenamos las cantimploras. Hasta allí llevábamos unos 14 kilómetros. En el medio del pueblo sacamos una foto y no tardamos en salir de él por otra pista que va bordeando el alto de La Llomba, de 1589 metros. Desde este camino fuimos contemplando el pueblo de Salamón con la cara Oeste de Las Pintas.
De nuevo la pendiente se hizo notar y el calor seguía azotando. En las sombras nos quedábamos rezagados con pocas ganas de caminar. Aún así había que continuar y poco a poco fuimos ganando altura hacia la última collada de la ruta por la que ya bajaríamos a Viego. Unos metros antes de la misma encontramos una caseta al lado de la cual nos sentamos una media hora. José Antonio se había adelantado y tras esperar un rato en la collada por nosotros, bajó hasta el refugio. Este se encontraba cerrado y en buenas condiciones externas.
A las 17:30 horas volvimos a ponernos en marcha. Aún nos quedaban unos metros para la collada que a mí me costaron recorrer. Desde la misma contemplamos una amplia vista del macizo central de Picos de Europa a lo lejos y hacia el lado del Porma el valle de Reyero con Viego en el fondo. Varias cimas se contemplaban igualmente por la zona del pantano y alrededores. Según fuimos descendiendo fue apareciendo a la vista por la derecha el pico Susarón.
Sobre las 18:30 horas entramos en Viego. Por el camino nos cruzamos con un rebaño de vacas conducido por una joven. Le preguntamos por la existencia de algún camino que uniese Viego con Primajas y así evitar la carretera. Nos indico el comienzo de uno a la salida del pueblo que casi llegaba hasta dicha población, distante unos tres kilómetros en línea recta. Atravesamos Viego y encontramos el camino. Resulta que Jorge se había adelantado y pensábamos que iba ya por la carretera. No tardó en aparecer por detrás de nosotros y todos juntos salimos por dicho camino hacia Primajas.
Al principio estaba bien definido, pero poco a poco se fue perdiendo y nos encontramos caminando por el medio de verdes praderas, algunas de las cuales encharcadas de agua. Echando la vista atrás disfrutamos de una plácida perspectiva del pueblo con la collada al fondo de la vaguada iluminado todo ello por el sol del atardecer. Realmente indescriptible.
Pero eso no era lo último de lo que nos recrearíamos ese día. A mitad de camino entre los dos pueblos nos encontramos con un pinar por el medio del cual pasamos. De nuevo la iluminación de la tarde hizo de dicho lugar otro fondo de postal sobre el que no pude por menos de sacar unas fotos. A pocos metros por debajo discurre la carretera por la que habíamos entrado al pueblo por la mañana y la cual se encuentra escoltada por delgados álamos de una altura descomunal.
Ya con Primajas a la vista abandonamos la ladera pasa salir a la carretera. Antes de ello subí unos metros para sacar una foto del pueblo con la vaguada por la que habíamos subido por la mañana al comenzar la ruta.
A la entrada de dicha localidad nos dividimos. Algunos seguimos a José Antonio que nos llevó hasta la iglesia desde la que partía otro camino que subía igualmente por el valle antes mencionado. A pocos metros se encontraban los coches donde nos reunimos todos de nuevo y donde estaba José Luis, que nos contó como había pasado la jornada. Tras subir la cima donde nos dejó, bajó a Corniero por donde acabábamos de pasar nosotros. Después subió de nuevo por las cimas desde las cuales nos vio en alguna ocasión. También se había acercado hasta Viego antes de llegar nosotros.
La ruta nos había llevado exactamente 9:00 horas, contando paradas y demás. Eran por lo tanto las 19:30 horas cuando la finalizamos. Según el podómetro de Jorge habíamos recorrido 22´9 kilómetros.
Tras unos minutos de relax en el que nos cambiamos el calzado y ropa sudada, optamos por emprender el regreso y parar en Reyero a tomar algo y hacer las cuentas. En un bar de dicha localidad cumplimos con ello y no tardamos en ponernos en marcha hacia León. El viaje se realizó sin novedad y pasadas las 21:30 horas llegábamos a Guzmán donde terminaba esta grata experiencia.
Como apunte final, solo reiterar el pleno disfrute personal que tuve a lo largo de toda la travesía contemplando los maravillosos valles por los que transcurrió la marcha. Creo que la época escogida para la misma fue la ideal para deleitarse de todo ese esplendor.