martes, 20 de marzo de 2012

MESA BEXEJO (Polaciones- Cantabria) - 17/19-03-12

 


1ª ASCENSIÓN A LA “MESA BEXEJO”. (San Mamés - Polaciones). (Cantabria).

17/19-03-12

Primera salida de fin de semana de este año. Nos hemos acercado hasta el Valle de Polaciones, en Cantabria, para ascender a Peña Sagra, lo cual no pudo ser debido a la acumulación de nieve y sobre todo hielo en la última parte de la ladera. Sí ascendimos, no sin dificultad, a la cercana Mesa Bexejo, de algo menor altura, pero con vistas también espectaculares.
Días antes habíamos reservado habitaciones en una casa rural de Pejanda, “Casa Molleda”, donde pernoctamos las dos noches de este largo fin de semana en el que San José fue festivo en León.
Al final nos decidimos cinco componentes del club de montaña: Nati, Mª Jesús, Álvaro, Antonio y yo. Con una previsión de mal tiempo, que se cumplió a rajatabla prácticamente, decidimos seguir adelante con los planes y así llegó el sábado.

SÁBADO 17
Pasadas las 18:30 horas partíamos en mi furgoneta del barrio de La Sal, donde recogíamos a la última componente del grupo, Mª Jesús. Las nubes y los claros se alternaban en el cielo de la capital cuando salíamos de ella por la carretera de Benavente para enlazar primero con la A-66 de esa ciudad y luego la A-231 de Burgos. Por ésta circulamos hasta la conexión con la A-67 de Santander cerca de Osorno. Ya con dirección Norte vimos como los negros nubarrones nos cubrían y dejaban escapar algunas gotas sueltas de lluvia. Sin novedades llegamos a Herrera de Pisuerga donde la abandonamos para salir a otra carretera hacia Cervera de Pisuerga. Antes de llegar al mismo nos detuvimos unos minutos en Moarves para ver la bonita fachada de su iglesia con un gran Pantocrátor de piedra.
Dejamos atrás Cervera poco después y emprendimos la subida al puerto de Piderasluengas donde llegamos a las 21:15 horas. En él paramos otro rato disfrutando del cielo estrellado que allí había. Nos tuvimos que abrigar ya que soplaba un vientecillo frío del Norte. De nuevo en marcha, y ya en el descenso, entramos en la provincia cántabra. Por el valle de Polaciones fuimos descendiendo siguiendo el trazado de la serpenteante carretera hasta llegar por fin a Pejanda cuando eran las 21:40 horas y tras 224 Km. recorridos.
Al lado de la misma se encuentra la casa rural en cuyo bar entramos. La decoración del mismo, que ya habíamos visto en Internet, era de lo más típica y original. Del techo colgaban toda clase de aperos antiguos y buen número de rabeles, instrumento musical muy conocido en la zona con el que hay incluso certámenes. Varias fotos muestran también los tradicionales carnavales con los Zamarrones y otras fiestas destacadas del pueblo y comarca.
Enseguida nos indicaron las habitaciones, quedando sorprendidos al ver que era un apartamento completo. Pensamos que era un error, pero resultó ser nuestra estancia. Como digo, se trataba de un apartamento con cocina-comedor, baño y tres habitaciones, dos dobles y una de matrimonio con otro baño. Según nos dijeron luego, lo estrenábamos nosotros.
En el comedor nos dispusimos a cenar cómodamente. Nati había llevado comida para todos, tortillas y pollo frito muy rico. Cerca ya de la media noche decidimos dar un paseo por la carretera por la que habíamos llegado. Tengo que apuntar que este pueblo está muy desperdigado por la ladera del valle y por eso no dimos un paseo por él. Subimos por la carretera un tramo viendo el estrellado cielo por encima de nosotros. La temperatura había bajado y se notaba el relente.
De nuevo en la casa nos fuimos distribuyendo para dormir, las mujeres en una habitación, Álvaro y yo en otra y Antonio en la tercera. No sé por qué, pero cuando vamos a estos sitios surgen apariciones nocturnas en ciertas habitaciones. En la de ellas debió de entrar alguien o algo que a Mª Jesús la dio un buen susto, según contaron, claro. Yo, por si acaso, puse una silla detrás de la puerta para enterarme si ese alguien o algo entraba. No creo que nadie lo intentase ya que pasamos el resto de la noche tranquilamente. Era la 1:30 horas cuando nos acostamos por fin.

DOMINGO 18
Pasadas las 7:30 horas me levanté quedando sorprendido de la nevada que estaba cayendo. No se veía aún cubierto el suelo, pero nevaba con todas las ganas. Lo primero que pensamos fue que así no se podía ir a ninguna parte, al menos a la cumbre. Apenas nos dio tiempo a pensarlo cuando comenzó a abrir y quedó completamente despejado en pocos minutos. Hasta las nueve no teníamos el desayuno, que entraba con la pernocta. Hicimos tiempo en la calle donde ahora lucía un brillante sol. Por allí rondaban unos pequeños gatos con los que estuvimos jugando. En la misma ladera, unos metros por encima, veíamos San Mamés, pueblo desde el que comenzaríamos la marcha.
A las 9:00 horas entramos al comedor común donde nos sirvieron el rico desayuno. Una vez terminado subimos a por las mochilas para seguidamente subir con la furgoneta los dos kilómetros hasta San Mamés, pueblo emplazado a 1030 metros de altitud. A la entrada aparcamos la furgoneta y nos preparamos para la marcha que comenzamos a las 9:50 horas.
En una fuente cercana cogí agua y atravesamos el pueblo por sus empinadas calles. Dejamos atrás la gran iglesia de piedra y fachadas blancas y algunas viviendas de grandes balconadas de madera. Un indicador nos señalaba la ruta con la inscripción, “Las Altas Crestas, Peña Sagra – 2046 m”. Enseguida salimos por un camino hacia el Oeste por debajo de un merendero. En el valle de nuestra izquierda contemplábamos el pueblo de Belmonte, otro de los puntos de partida para esta ascensión, rodeado por bosque y verdes praderías. Por nuestra derecha subían las laderas de la sierra de Peña Sagra cuya máxima altura es la cumbre que le da nombre y que comenzamos a ver muy al fondo.
El ancho camino ascendía de continuo, a veces con algún repecho más pronunciado. En los laterales se veían varios tramos de tapia baja empedrada. En una cerrada curva atravesamos un regato con gran caudal que formaba unos saltos antes de pasar por debajo del camino. Desde atrás veníamos viendo, echando la vista al sureste, la sierra de Peña Labra con su cumbre nevada y las del Tres Mares, Cuchillón, etc. Otra de las particularidades de este valle era la gran cantidad de brañas que abundaban en él. A cada paso veíamos una casa de piedra y casi todas en buen estado. Estaban repartidas por la toda la ladera del valle.
En algunos cruces veíamos señales como la del pueblo que nos marcaban el ramal correcto. En otras señalaban algunas de las brañas u otras rutas del valle, como el paso a Liébana. El camino serpenteaba por el valle dando numerosos rodeos siguiendo la orografía más fácil del terreno.
Tras coger uno de esos ramales, nos dirigimos un poco más al Norte. No tardando comenzamos a pisar nieve en el mismo camino. Ahora ya se veían algunas cumbres hacia la zona sur de Liébana. Precisamente por allí comenzaban a cerrarse los negros nubarrones que nos podían estropear la jornada. No tardando comenzamos a atravesar un bosque no muy tupido donde la nieve ya se acumulaba de forma importante en el terreno. Habíamos ganado bastante altura, aunque nos quedaba más de la mitad.
Salimos un rato más tarde de aquel bosque hacia una explanada blanca que contrastaba con el oscuro cielo que nos iba cubriendo. Por delante seguíamos viendo la doble cima de Peña Sagra y un poco antes la Mesa Bexejo. Echando la vista atrás vimos como caían cortinas de lluvia y nieve entre nosotros y la sierra de Peña Labra. No tardando tuvimos nosotros también la nieve encima comenzando a caer copos en forma de pequeñas bolitas que al menos no llegaban a empaparnos. Avanzo que, desde ese momento hasta que volvimos al pueblo, se fueron alternando los claros con las rachas de nieve a intervalos irregulares.
Seguimos el camino medio perdido entre la nieve hasta que desapareció del todo. Nos echamos entonces ladera arriba directamente buscando algunas zonas de matojos por donde era más fácil avanzar. Por detrás vimos a una pareja que nos alcanzó y nos pasó calzados con raquetas. La pendiente era pronunciada pero se ascendía más o menos cómodamente.
De nuevo a otra altura encontramos lo que parecía un camino transversal a la pendiente. Por él seguimos hasta llegar a un panel que no fotografié y del que no me acuerdo que ponía. Lo que teníamos delante era una ladera totalmente blanca con las cumbres de fondo. Enseguida vimos retroceder a la pareja diciéndonos que habían encontrado hielo en ella. Intentando evitar éste, procuramos mantener la altura sin subir mucho e incluso bajando un poco. A continuación pasamos este tramo y nos encontramos con otro más accesible donde de nuevo ganamos altitud. Como ya apunté, los claros se alternaban con algunas rachas de ventisca que pasaban en pocos minutos.
Fue ya cerca del collado donde se nos complicó un poco la cosa. La nieve ya estaba totalmente helada y la pendiente y la inclinación de la ladera era casi vertical. Por encima había una visera de nieve que teníamos que evitar por un lateral. Íbamos clavando las punteras de las botas para hacer escalón y poder poco a poco ir ganando altura un poco transversalmente. Era primordial asegurarse ya que la caída podía ser seria resbalando varios metros hacia el valle. Por fin alcanzamos el collado 1891 m, cuando eran las 14:30 horas.
Al Oeste se alzaba la pirámide de Peña Sagra, aunque no la punta principal, situada un poco detrás y con 2046 metros de altitud. Antonio, que ya la había subido, nos había comentado que para alcanzarla había que subir una canal un poco complicada y que en esas condiciones era aún más arriesgada pasar. Por otro lado, de esa misma parte seguían viniendo nubarrones que enseguida nos cubrieron dejando de nuevo caer nieve. Decidimos entonces echarnos hacia el lado contrario e intentar alcanzar la cima de la Mesa Bexejo. Tras pasar esa borrasca pudimos disfrutar de una amplia vista de los valles al norte e incluso ver la costa y el mar al fondo con las olas destacando en blanco. El llevar a un oriundo de la provincia como Antonio era un lujo al explicarnos lo que desde allí se veía.
Con sumo cuidado con la nieve helada y las rocas resbaladizas emprendimos la trepada a esta cumbre del mismo macizo. Eran las 15:30 horas cuando alcanzamos esta cima de la Mesa Bexejo con una altura de 1964 metros de altitud. Entre los claros pudimos ver todo el cordal de Peña Labra hasta el Tres Mares y el Alto Campoo. Al Suroeste teníamos el Curavacas, Peña Prieta, y varias cumbres de la zona de San Glorio. Como no, numerosas cimas de Picos de Europa, aunque en ellas se cerraban los nubarrones que seguían amenazándonos. Al Norte vimos desde allí la ciudad de Santander y el pico Castro Valnera, uno de los pendientes por parte nuestra en dos ocasiones ya.
Sin más dilaciones nos acomodamos allí mismo para comer aprovechando una de las treguas que nos daba el temporal. Llamamos a Nati, que había quedado haciendo ruta por las pistas de la parte baja y ya estaba en el pueblo. Entre un monolito de piedras dejamos nuestra tarjeta y nos sacamos unas fotos de grupo en aquella cima antes de emprender el descenso una hora después hacia el Este. De nuevo con sumo cuidado para no resbalar o meter la pierna en los huecos ocultos fuimos perdiendo altura hacia otro collado. Pues bien, tras haber bajado unos minutos me di cuenta que había perdido las gafas de sol. Retrocedí en su busca hasta llegar a la misma cima sin encontrarlas. Echando una ojeada las vi en un hueco entre las rocas donde había colocado la cámara para la foto. Con la mano no llegaba y al intentar cogerlas con el bastón se me metieron entre la nieve. A punto estuve de desistir y dejarlas, pero en un último intento conseguí trabarlas con éste y sacarlas.
Bajé de nuevo al encuentro de los compañeros para terminar el descenso hasta la collada tras la cual se alzaba otra pequeña cumbre a la que subimos también todos salvo Antonio, que siguió ladera abajo. A mí me dio en ese momento el tirón en el muslo y me costó subir los últimos metros. Allí nos hicimos una foto pero no dejamos nada. Sí que había restos de un monolito cementado, aunque nada más.
Comenzamos a bajar siguiendo la blanca cresta hasta que llegamos al collado de Los Carros, 1859 m, tras el cual subían las lomas del Cueto Cucón, cumbre que hasta estudiar bien los mapas y demás hemos estado equivocando con la ascendida. En dicho collado había una señal que marcaba la canal del Carro y San Sebastián de Carabandal hacia el Norte. Eran las 17:30 horas.
Por allí pasaba un ancho camino cubierto de nieve que volvía descendiendo por la ladera. Antonio había bajado directamente y le vimos poco después por delante juntándonos enseguida. El cielo se había cubierto de nuevo y no tardó en volver a nevar copiosamente. Siguiendo el camino fuimos perdiendo altura por la ladera haciendo algunos zigzag. De esa forma entramos en el bosque y enseguida llegamos el punto donde por la mañana habíamos abandonado el camino hacia la loma. Entre arboleda recorrimos varios metros antes de dejarla atrás y la pista comenzó a despejarse de nieve. Las cumbres apenas eran visibles entre la neblina y los copos que seguían cayendo a intervalos. Dejamos atrás las numerosas brañas y al fin llegamos al camino cementado cercano ya al pueblo.
Eran las 19:40 horas cuando entrábamos en San Mamés por sus calles en pendiente. Cinco minutos más tarde, y cuando se echaba a nevar de nuevo, llegamos a la furgoneta. Ya estaba Nati con nosotros y sin más tardanza metimos mochilas y demás para bajar a Pejanda donde no nevaba.
Subimos al apartamento y nos fuimos adecentando un poco para cenar. Este día habíamos decidido hacerlo en el bar y algunos así lo hicimos. Mientras estábamos en ello vimos cómo también allí comenzaba a nevar copiosamente cubriendo enseguida la calle, coches y demás. Terminada la cena subimos para acostarnos tras una jornada agotadora, ya no por la ruta en sí, si no por la nieve acumulada en ella.

LUNES 19
Me levanté sobre las siete al servicio y bebí un trago de agua. Pues bien, no sé si fue eso o qué, pero al poco rato tuve que levantarme de nuevo a vomitar. No fui el único, también Nati y Álvaro tuvieron malestar similar.
A las 8:30 horas nos levantamos comprobando como una buena capa de nieve cubría todo el paisaje, aunque estaba despejado. Bajamos a desayunar y al salir estaba cerrado completamente y nevando. La furgoneta tenía 20 cm de nieve encima y tuve que limpiar los cristales para poder luego usarla. En el apartamento lo recogimos todo y bajamos a meterlo a la furgoneta. La estancia de los dos días más desayunos nos costó 42,00 € y la cena 13,90 €, por persona.
Ya eran las 10:45 horas cuando emprendimos el viaje hacia la costa. A pesar de que había pasado la máquina quitanieves, había que ir con precaución. Para este día habíamos pensado hacer alguna ruta, pero visto como se ponía el tiempo, decidimos hacerla playera y nos dirigimos hacia San Vicente de la Barquera. En el trayecto encontramos tramos con muchos desprendimientos en la carretera y obras. En Cantabria no era festivo este día de San José. La nieve se fue convirtiendo en agua que caía a ratos arreciante. Pasamos un bonito desfiladero y el embalse de la Cohilla.
Así llegamos a Cosío, pueblo donde vive un amigo de Antonio al que paramos a visitar y donde recogió un buen palo de marcha que le había preparado para éste. En su huerto estuvimos un rato y salimos a dar un paseo por el pueblo desde dónde podía verse la sierra por la que habíamos andado el día antes. En Cosío hay varias casas con escudos heráldicos y caserones antiguos. En el bar estuvimos tomando un refrigerio antes de retomar el viaje.
Con la lluvia como acompañante a ratos nos dirigimos a San Vicente de la Barquera por donde pasamos camino de la playa del Merón cerca de la cual aparcamos. Bajamos a la misma y nos acercamos hasta el agua para dar un paseo por la arena. De momento no llovía allí y nos dejó pasear por ella hasta unos riscos donde la marea casi nos impide el paso. En el otro tramo de la playa nos encontramos con unos regueros, el primero de los cuales pasamos más o menos sin problemas. El segundo era más ancho y aprovechamos que venía el agua a rachas para cruzarlo. Antonio no se atrevió, ya que además no se había puesto las botas. Le pasé las llaves de la furgoneta y volvió sobre los pasos al encuentro de Nati que había quedado por detrás. Álvaro, Mª Jesús y yo seguimos adelante hasta otro regato en cuya parte alta se amontonaba gran cantidad de palos y ramas sobre los que pasamos para salir a un aparcamiento donde llegamos al tiempo que se echaba a llover. Habíamos quedado que nos recogía en una zona alta de casas más adelante, pero le llamé para que parase allí mismo y al poco tiempo llegó. Hasta allí llevábamos 284 Km.
Lloviendo nos dirigimos entonces hacia Comillas para comer donde mejor nos cuadrase sin mojarnos. A las 14:20 horas llegábamos a esta población donde ya estuvimos el pasado año en la playa y visitando “El Capricho de Gaudí”. Nos metimos al centro donde, tras algunas vueltas, aparcamos. Con la comida caminamos unos metros hasta el soportal de un centro cultural en el que nos acomodamos para comer tranquilamente mientras seguía lloviendo.
Unos 45 minutos más tarde volvimos a la furgoneta para retomar el viaje. Pasamos por algunos pueblos con bonitos edificios como iglesias o colegios. En Novales nos detuvimos unos minutos para ver sus huertas llenas de limoneros y naranjos cargados de frutos. Desde un mirador posterior contemplamos el valle y la costa de fondo. De nuevo en marcha nos dirigimos a Torrelavega enlazando poco antes de llegar con la A-8. En la unión con la A-67 encontramos algunas retenciones que enseguida se disolvieron circulando ya con normalidad hacia la meseta.
Subiendo el puerto Pozazal se volvió a cerrar el cielo de nubarrones escapándose la lluvia. Ya desde el alto, y en la provincia palentina, se fueron abriendo los claros terminando por despejar del todo. Cerca de Aguilar de Campoo emerge la altiplanicie de Las Tuerces con La Mesa en medio destacando. Sin novedades llegamos a Osorno donde abandonamos esta autovía para entrar en la A--231 que nos traería a nuestra ciudad. Al llegar al área de servicio de Villaherreros nos desviamos para tomar un refrigerio y hacer las cuentas de gastos. Eran las 17:30 horas y llevábamos 460 Km.
Allí estuvimos media hora antes de emprender el último tramo a León. Sólo algunas nubes rondaban el cielo y lo que sí acusamos fue el contraste de los verdes prados cántabros y el amarillento campo de la meseta tras un invierno especialmente seco que venimos sufriendo. Tan sólo las parcelas sembradas con cereal destacaban por su verdor, aunque muy lejos de tener la frondosidad que debieran.
Sin novedades recorrimos estos 110 Km. restantes antes de terminar el viaje en Armunia a las 19:20 horas y tras un total de 570 Km. rodados.
Sin duda fue otra gran experiencia la vivida este fin de semana en el que la suerte nos sonrió dejándonos al menos el domingo para subir, si no la cumbre deseada, sí otra cercana y con vistas similares. También fue gratificante ver la nevada en el pueblo, lo cual ya es casi hasta extraño teniendo en cuenta que aquí en León capital no hemos visto la nieve desde hace dos años. El lunes fue menos aprovechado, aunque hicimos lo que mejor nos permitió la climatología y las circunstancias.