lunes, 27 de mayo de 2013

XVII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONENES - COLINAS - ARCOS DE AGUA 26-05-13

 


XVII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES. MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

4ª TRAVESÍA “COLINAS DEL CAMPO DE MARTÍN MORO – CAMPO DE SANTIAGO”,2ª ASCENSIÓN AL “SESTEADEO BUEY DE FRAILE”, 3ª ASCENSIÓN AL “ARCOS DE AGUA” Y 1ª ASCENSIÓN AL “MIROMALO”

26-05-13              (Domingo)

Un nuevo mes de mayo a punto de finalizar y otra nueva edición del Encuentro de Montañeros Leoneses, la 17ª ya. En esta ocasión ha sido organizado por el club de montaña Gistredo, de Bembibre y la Delegación Leonesa de Montañismo. La ruta elegida para el mismo ha transcurrido desde Colinas del Campo de Martín Moro Toledano hasta el Campo de Santiago. Como opción larga estaba la ascensión a las tres cumbres descritas en el título de este resumen. De nuestro club estábamos apuntados 9 personas: Mª Jesús, Álvaro, Nati, Juan, Miguel Ángel, Toño, Gabriela, Juan y yo.
En Guzmán nos hemos reunido con el resto de participantes de la ciudad saliendo en dos autocares a las 7:15 horas, 15 minutos más tarde de lo programado. Por la autopista hemos llegado a Astorga donde se nos unió el grupo de esta ciudad. Tras unos pocos kilómetros más por la autovía nos desviamos a las carreteras secundarias por las que hemos llegado a Colinas, 1050 m, sobre las 9:00 horas. A la entrada del pueblo, en un aparcamiento para autocares, nos encontramos con el resto de participantes de la provincia que habían llegado en más vehículos similares.
Nos preparamos para la ruta allí mismo y cuando eran las 9:10 horas comenzábamos nosotros a caminar hacia el centro del pueblo. Allí nos hemos sacado una foto de grupo tras pasar por debajo del curioso arco de la iglesia. Por sus calles empedradas salimos al valle por el que sube el ancho camino hacia la conocida campa. El verde primaveral lo inundaba todo y las escobas floridas ponían el tono amarillo entre ello.
Un viejo todoterreno nos adelantó en este primer tramo de la ruta en el que el valle era amplio y el río Del Campo que luego toma el nombre de Boeza transcurría algunos metros bajo nosotros por la izquierda. El sol aún no nos llegaba oculto tras las lomas de la derecha. Al poco llegamos al entronque con el ramal por el que luego bajaríamos para hacer el tramo común de la ruta de ida y vuelta. También dejamos atrás la fuente San Juliano, construida con piedra y de la que salía un buen chorro de agua cristalina. En numerosos lugares había manantiales de agua similar.
La hilera de caminantes avanzábamos por el ancho camino entre algo de arboleda de gran verdor y en parte florida. Cruzamos un tramo en el que un pedrero invadía el camino dando paso luego a unas verdes praderías. Desde aquel punto el camino se estrechaba hasta convertirse en un sendero que se metía entre los arbustos, algunos de gran altura.
Tras caminar un buen tramo por éste llegamos a un cruce con un arroyo lateral en el que el grupo organizador había montado un práctico puente de troncos antes del cual se formaba un pequeño embotellamiento de personal. Fuimos cruzando este paso para enseguida atravesar otro puente más sólido, el de las Palombas, sobre el cauce principal. El sendero subía desde allí más empinado y casi engullido por la maleza. Así alcanzamos un punto desde donde se podía descender bruscamente al cauce para ver una cascada hacia la que varios compañeros se dirigieron. Desde allí había una amplia vista del cañón. Otros decidimos seguir adelante ya que la ruta no era para perder mucho tiempo y comenzamos a descender suavemente también al encuentro de dicho arroyo pero más arriba. Allí cruzamos por un nuevo puente de troncos, el de Salgueirón, para seguir por la margen contraria ya el resto del camino hasta el Campo de Santiago.
Atravesamos enseguida una zona de arboleda que formaba un bello túnel sobre la senda y dejamos atrás otra fuente cuyo nombre se había borrado de la tablilla. Una vez más comenzamos a ascender de forma más brusca entre escobas que casi cerraban el sendero y volvimos a situarnos a buena altura sobre el desfiladero. En una especie de mirador natural hicimos una breve parada para contemplar el bello paisaje del mismo.
De nuevo en marcha descendimos unos pocos metros para nivelarnos después a media altura. Cruzamos algún pasadizo más bajo el ramaje y subimos algunos trechos de suelo empedrado a la vez que ya iban a pareciendo frente a nosotros algunas cumbres que rodean el Campo de Santiago o de Martín Moro. Sobre el mismo se formaban unas bonitas nubes que destacaban el cielo azul. Llegamos así a un punto desde el cual podía verse ya la gran campa desviándose un poco del sendero. Pocos metros nos restaban para llegar a dicho lugar situado a unos 1500 m de altitud y en el que se emplaza la ermita de Santiago, alrededor de la cual se congregaban numerosos participantes de la marcha.
A las 11:30 horas llegábamos algunos de nosotros a la misma tras haber recorrido 7,500 Km. Allí tomamos un tentempié y descansamos unos 15 minutos antes de emprender el siguiente tramo de la ruta, la ascensión al Arcos de Agua y las cumbres cercanas.
Por otro camino más ancho y terroso emprendimos la subida hacia el collado de Ocidiello, 1870 m, zigzagueando hacia el Este. Antes de alcanzar éste nos hemos desviado por un atajo que nos metió de lleno en la herbosa ladera del pico Sesteadero Buey de Fraile. Fue en ésta donde fui quedándome detrás y me faltaban las fuerzas. Estuve a punto de renunciar a seguir ya que el tiempo lo teníamos contado para llegar a Colinas, de donde salían los autocares a las cinco de la tarde. Echando más ganas que fuerza fui ganando altura atravesando algunos pedregales por los que se subía algo mejor. La pendiente allí se había pronunciado visiblemente y costaba atacarla. Lo compensaba la amplia vista que teníamos de todo el Campo de Santiago y las cumbres que lo rodean y que luego enumeraré.
Eran las 13:05 horas cuando alcancé la cumbre del Sesteadero Buey de Fraile con sus 1912 metros de altitud. En ella nos reunimos la mayoría de los compañeros del club, todos salvo Nati y Juan, y nos sacamos una foto de grupo. Por allí estaba un reportero de la TVCyL del Bierzo que iba plasmando la ruta y que me hizo una pequeña entrevista que ya he visto en el videomontaje que han “colgado” en el blog del Club Gistredo.
Tras dejar una tarjeta en el buzón de cumbres retomamos la marcha descendiendo ahora unos metros hacia el collado anterior al Arcos de Agua. Desde el mismo emprendimos la subida a esta cumbre con algunos cerros anteriores por los que pasamos y en los que pisamos el primero de los escasos neveros que quedan en la zona. Desde los mismos ya vimos al Noroeste el circo que forma estas dos cumbres junto con Peña Cefera y en el cual se emplazan las lagunas de Baucín.
Poco a poco fuimos avanzando hacia la cumbre principal de la ruta que alcanzamos a las 14:05 horas. El pico Arcos de Agua tiene una altitud de 2058 metros y en su cumbre hay un buzón en el que dejamos otra tarjeta nuestra. Alrededor del mismo se congregaban más montañeros disfrutando del paisaje que se nos ofrecía en redondo con numerosas cumbres tanto cercanas como en la lejanía. De las primeras podemos enumerar el Catoute, Tambarón, Nevadín, Peña Rebeza o el Vizbueno. De las más alejadas sería imposible no dejarse unas cuantas. El cordal de La Cañada, varias de la zona de Somiedo y Ventana, Babia y al Sur Los Montes de León entre otras muchas. Tras sacarnos una foto de grupo decidimos desplazarnos un poco hacia el Sur, a la segunda cima de este pico, más pedregosa y abrigada. Allí nos sentamos en las piedras para comer tranquilamente pero sin despistarnos de la hora. Hacia el Este caían verticalmente algunos cortes en cuyo filo se acumulaba la nieve en forma de cornisas de las que había que separarse prudentemente. Fuera de ellos apenas si se veía ésta.
A las 14:40 horas retomamos la marcha por el cordal al Sur subiendo unos pocos metros antes de emprender el fuerte descenso hacia el collado anterior al Miromalo. Abundaban los pedreros en esta ladera y por ellos descendimos hasta la cota de 1914 metros. Desde dicho collado volvimos a retomar la subida hacia la última cumbre de la ruta a la que yo nunca había llegado. La ropa sobraba, ya que en las cumbres anteriores el viento fresco nos hizo abrigar, y más ligeros remontamos los picachos rocosos anteriores a dicha cima a la que llegamos a las 15:10 horas. El Miromalo tiene 1964 metros de altura y apenas si paramos. Una foto rápida y la tarjeta entre el hito de piedras para continuar la última parte de la ruta ya todo descenso.
Entre brezo bajamos este tramo hacia la collada de la Campa Grande. Uno de los organizadores nos comentó que había que bajar por la loma anterior a la collada sin meterse en la vaguada. Pues bien, no todos lo sabían y no estaba marcado el lugar de desvío, por lo que muchos se fueron hasta dicho collado y entraron directamente en la vaguada, incluso compañeros de nuestro club a los que intentamos advertir. Por el alto de la loma bajaba un sendero muy bien trazado y cómodo mientras que por el medio del valle se cerraban las escobas y había varios pedreros incómodos. Mª Jesús, Álvaro y yo lo cogimos bien y ya hicimos el resto del camino juntos y por delante.
El brezo florido y rosáceo contrastaba con el verde formando un bello manto primaveral que alegraba la vista. En la parte baja se veía una pequeña pradera en la que terminaba el pedrero y se unía al sendero de la loma que continuaba mas pendiente ya metidos en el valle del arroyo por el que habíamos subido. Desde un determinado punto vimos el pueblo encajonado en dicho valle.
Poco a poco el sendero se suavizó y se situó paralelo al camino de la parte baja. Apareció la arboleda y cruzamos algunos arroyuelos. En varias zonas se encontraba empedrado y con fuerte caída hacia el valle. Cruzamos también algunas pequeñas praderas antes de desembocar en el ancho camino por el que habíamos subido por la mañana. Desde allí nos restaba más o menos un kilómetro al pueblo.
Sorteando algunos tramos encharcados y embarrados avanzamos hacia Colinas entre arboleda y con el río a nuestra derecha. No tardamos en divisas las primeras casas del pueblo entrando en él cuando eran las 16:55 horas y tras 18 Km. recorridos. Nos restaba atravesarlo para llegar al aparcamiento cruzando de nuevo bajo el arco de la iglesia. Por las calles empedradas apuramos el paso para no retrasar la salida del autocar, al menos por nuestra parte.
Pasaban cinco minutos de la hora cuando llegamos a dicho lugar en el que el resto de personal no tenía cara de muchos amigos. Libramos aún así ya que no éramos los últimos, ni mucho menos. Nos dio tiempo a cambiarnos más que de sobra en los 45 minutos que aún tardó nuestro autocar en emprender la marcha mientras que aún otro quedaba esperando por más rezagados.
Nos dirigimos hacia Bembibre, localidad en la que tiene la sede el club Gistredo, y en cuyo pabellón deportivo nos tenían organizada la fiesta. La parte gastronómica consistía en empanada, chorizo entrecallado y pan, todo ello aderezado por vino o refresco. De postre nos convidaron a unas pastas con moscatel y café. Amenizando este final de jornada estaba la Agrupación de Gaitas de la Escuela Municipal de Música Beatriz Osorio de Bembibre, que pusieron la nota musical a este evento anual. Por parte del delegado provincial de montaña, Buzzi, se hizo entrega de la placa recuerdo al presidente de la Peña de Montañeros Gistredo por la organización de esta nueva edición del Encuentro.
A las 20:00 horas tocaba retirada y lo fue por todo lo alto haciéndonos el grupo musical un pasillo a la salida del pabellón. Sin más retrasos nos encaminamos a los autocares cercanos para emprender sin más el regreso a los lugares de origen de cada club. Durante el primer tramo del viaje vimos las cumbres ascendidas en la jornada. En Astorga despedimos a los del club La Salle antes de retomar la marcha hacia León capital donde llegamos a las 21:20 horas.
Sin duda resultó una grata jornada de montaña a la que solo le pongo una pega, como a casi todas las similares: el apremio con que hay que hacer la ruta para estar a la hora en los autocares. Nosotros no tenemos ese problema.























domingo, 5 de mayo de 2013

CALEAO - VALLE XULIÓ - VALLE DE LOS ARRUDOS. (Asturias) 05-05-13

 


1ª TRAVESÍA “CALEAO - VALLE XULIÓ - CABEZA DE ARCO - VALLE PANDIELLINA - LOS ARRUDOS - CALEAO”. (Asturias).

05-05-13                  (Domingo)

Para este primer domingo de mayo teníamos la ascensión al pico Retriñón, en Caleao, Asturias. Parte del grupo sí alcanzó dicha cumbre, no sin esfuerzo, mientras otros no lo hacíamos. Nati quedaba como siempre haciendo una ruta por la parte baja y Tiquio y yo hacíamos la circular de la ruta “Cabeza de Arco” que transcurre por los valles de Xulió y Los Arrudos.
Muy pocas veces me ha pasado lo que este día, no tener fuerzas para alcanzar la cumbre. Ya desde un principio noté que iba en baja forma, lo que unido al gran desnivel, unos 1200 metros hizo que me fuese imposible alcanzar dicha cima. Por su parte, Tiquio decidió acompañarme ya que tampoco estaba muy animado a subir.
A las 7:30 horas nos reunimos en Guzmán 6 de los 7 participantes: Mª Jesús, Nati, Álvaro, Tiquio con Rex, Carmen y yo. Salimos por la carretera de Asturias poco después recogiendo a Miguel Ángel en La Pola de Gordón. Tras descender el puerto de Pajares y enlazar con la autopista, nos desviamos en Mieres hacia La Feguera. Allí cogimos otra carretera de las cuencas mineras del Nalón hasta llegar a Rioseco en el que paramos a tomar un café a las 9:20 horas. Veinte minutos después retomamos el viaje hacia Caleao al que llegamos a las 9:50 horas tras abandonar esta vía principal a otra más estrecha. Hasta allí hay unos 150 Km. y estábamos a 717 metros de altitud.
Por un camino a la izquierda y anterior al pueblo subimos unos metros hasta un aparcamiento cercano a una ermita dónde comienza la ruta de Los Arrudos. Nos preparamos para la ruta con el cielo despejado por completo y buena temperatura. A las 10:10 horas nos poníamos en marcha hacia el centro del pueblo en el que vimos un bonito hórreo. Esta ruta está señalizada toda ella, o casi toda, ya que comenzamos por no ver la marca de salida al valle de Xulió por el que teníamos que subir. Había un par de caminos y algunos comenzaron a seguir el que no era. Preguntando a un vecino del pueblo nos indicó el mismo y enseguida abandonamos Caleao con dirección Oeste. Tuvimos una bonita panorámica del mismo con sus casas en la verde ladera de la montaña.
Poco a poco fuimos cogiendo altura e internándonos en el valle entre praderías y taludes de las fincas con el arroyo a nuestra izquierda. Frente a nosotros ya se alzaban las cumbres nevadas hacia las que íbamos. Dejamos atrás una casa también a la izquierda del camino y seguimos entre una empalizada que protegía el camino de la caída al valle. No tardando encontramos un gran tronco caído medio hueco al que se encaramó Álvaro. Por su parte, Mª Jesús se había olvidado de cargar agua y había regresado al pueblo para aprovisionarse. El día se preveía algo caluroso y la ruta fuerte para ir sin líquidos.
Así llegamos a un vado del camino sobre el arroyo comprobando como parte de él abnegaba el firme. Paralelo encontramos un puente muy endeble, La Campa, por el que cruzamos con precaución. Luego nos dijo Nati que había llegado hasta allí y no se había atrevido a cruzarlo. Al poco tramo vimos una bifurcación a la derecha también marcada hacia otra ruta.
Nos fuimos metiendo a la sombra de un bosque que cubría la mayor parte de la falda del valle; por allí vimos el primer nevero de la ruta. En otro gran tronco se encaramaron de nuevo los compañeros, que ya empiezo a pensar que son un poco “monos”. Cómodamente fuimos subiendo entre la arboleda por el ancho camino del valle encontrando algunos lugares embarrados provocados por los pequeños regatos que bajaban de la ladera.
A las 11:35 horas llegamos a la cabaña de La Porquera, una majada construida al abrigo de los riscos que sirven también de pared de la misma. En ella nos sacamos una foto de grupo antes de proseguir la ruta ahora ya por sendero que enseguida se confundió con el lecho del río. Por unas tablas aún más precarias que el puente anterior cruzamos a la parte contraria por la que seguía la senda paralela a este arroyo en el que vimos bonitos rincones con saltos de agua en el curso. La arboleda ya bastante primaveral nos protegía del sol que ya calentaba.
Más arriba el sendero estaba de nuevo inundado por el agua. En un hueco de las rocas vimos un corzo muerto al que un hombre que bajaba en esos momentos le quitó el único cuerno que tenía. No tardamos en tener que cruzar de nuevo el arroyo, esta vez sin puente. Según nos había comentado este hombre, la gran cantidad de agua de esta primavera es lo que ha provocado que el cauce inunde el camino habitual. Atravesamos el mismo por las piedras y enlazamos de nuevo al sendero marcado. No tardando llegamos a una portilla en la que dejamos atrás el bosque. Por encima, a nuestra derecha, vimos una gran cavidad abierta cuya parte alta a mi me sigue pareciendo un gran águila con las alas medio desplegadas.
El sendero ahora subía fuertemente describiendo zigzag por la loma. Volvíamos a ver las cumbres nevadas de frente y la que nos parecía que era el Retriñón al fondo del valle a la izquierda. Realmente luego comprobamos que éste estaba también en la cabecera pero a la derecha.
El valle se abrió entonces apareciendo las cabañas de Xulió pocos metros más adelante. En un muro al comienzo de las mismas nos acomodamos unos minutos a tomar un tentempié. Eran las 12:15 horas y estábamos a unos 1100 metros de altitud.
Una vez en marcha cruzamos el bello paraje de estas brañas en las que pudimos ver numeroso ganado bovino. El sendero transcurría a la vera de un pequeño muro entre el que se encajonaba. Por las laderas de la derecha bajaban varios arroyos que cruzamos y que desembocaban en el principal. Lo cierto es que el paraje era un tanto idílico.
Dejamos atrás el mismo para cruzar de nuevo el cauce principal que ahora casi desaparecía entre los cantos. La ruta continuaba en una fuerte pendiente en la cual a mi se me acentuó el cansancio. Las señales de la misma en forma de pintura o indicadores de madera aparecían de vez en cuando sin posibilidad de pérdida alguna. Subimos un tramo encajonado en un pequeño cañón por el que bajaba otro arroyuelo hasta que la senda describió un giro de 180 grados hacia la parte izquierda del valle. Desde allí vimos claramente la cumbre del Retriñón al Oeste con sus 1862 metros y lo que restaba a ella.
Yo ya tenía claro que no lo iba a ascender y que iba a seguir la ruta marcada. Tiquio decidió acompañarme al no tener muy claro tampoco la intención de llegar. Yo le insistí, eso sí, que por mí no lo hiciera, ya que el resto de la ruta no tenía dificultad alguna e incluso el camino por el otro valle era aún más fácil.
De esa forma alcanzamos el collado de El Arco con una altitud de 1345 metros y a la vera del pico del mismo nombre con 1598 metros. Eran las 13:30 horas y llevábamos unos 8 Km. recorridos.
Nos sacamos una foto de grupo allí mismo antes de que Carmen, Mª Jesús, Miguel Ángel y Álvaro se pusieran en camino hacia la cumbre. Para ello tenían que llegar a la collada de La Muezca, 1776 m, rodeando el pico del mismo nombre, el que antes nos había equivocado, y desde ella emprender la última subida a la cima. Ya antes de la collada se veía mucha nieve, y como luego comprobaron, en malas condiciones.
Unos 20 minutos estuvimos allí nosotros sacando fotos y demás antes de emprender la bajada hacia el valle de La Pandiellina que abajo desemboca en Los Arrudos. La pendiente es muy fuerte y el sendero serpentea por ella, aunque decidimos echarnos directamente al ver que el matorral bajo no nos iba a molestar demasiado. Nos metimos a la vaguada perdiendo altura rápidamente con más cumbres nevadas en la lejanía. En el valle se encuentran las majadas de El Arco y Felgueru en las que queríamos comer. En un arbusto vimos un bonito pájaro que conseguí fotografiar entre las ramas antes de irse. La del Arco la forman un par de cabañas separadas entre las cuales baja un arroyo formando algunos saltos y rápidos. Fuera del sendero se encuentra la segunda de éstas a la que nos acercamos para comer.
A la sombra de un árbol nos acomodamos cuando eran las 14:30 horas. Tranquilamente comimos disfrutando el bello entorno y con el continuo sonido del agua alrededor. Luego nos hemos tumbado unos minutos que a mí me supieron a poco. Me estaba quedando dormido cuando tuvimos que retomar la marcha para que no se nos hiciese tarde. En principio el resto iba a bajar por otro lado y no sabíamos lo que tardarían. Al poco rato supimos de ellos.
Una hora después emprendíamos la caminata dejando atrás otra caseta derruida antes de meternos al sendero marcado. Echando la vista atrás vimos ahora la cumbre del Retriñón tras la collada del Arco. Con los prismáticos y el zoom de la cámara vimos a los cuatro compañeros en la nieve y a pocos metros de la cumbre. Por suerte también conseguimos contactar con ellos por el móvil y nos dijeron que la nieve estaba muy blanda y que no se iban a arriesgar a bajar por otro lado. Estando en ello vimos llegar al primero, Miguel Ángel. Eran las 16:00 horas más o menos.
Atravesamos otro arroyo que bajaba entre un roquedal y llegamos a la del Felgueru cerca de la cual vimos una fuente en la que cambiamos el agua. El sendero desde allí estaba totalmente deformado por las pisadas continuas de las vacas que van haciendo huecos a espacios regulares muy curiosos. Nos fuimos internando en el bosque de la parte baja llegando a un punto en el que la pendiente suave se trocó a empinada en una serie de zigzag largos entre arbustos y escobas con el firme empedrado. Estábamos desembocando en el valle de Los Arrudos por la Cuesta Prendeoriu en la que vimos otra cabaña arrimada a las paredes. Al Sur contemplamos también el desfiladero de Los Arrudos con el puente de La Calabaza al comienzo de la hoz.
El camino se había ido ensanchando y a su vera encontramos un depósito de agua de bloques de cemento y unas cabañas por debajo. Luego vimos algunas más antes de enlazar con el del valle principal a las 17:00 horas.
Habíamos hablado de subir unos metros por dicho valle y nos encaminamos por él viendo las bonitas cascadas y saltos en el cauce del arroyo del mismo nombre. Nos encontramos con otra casa y una fuente en su recinto en la que cambiamos de nuevo el agua. En la misma vimos una especie de arrudo, que es una pequeña escalera de tres peldaños hecha con pequeños troncos o ramas gruesas y que los ganaderos llevaban consigo para salvar a algunos pasos en la roca u otras zonas complicadas.
Bajamos luego a la orilla del arroyo y nos sacamos unas fotos con los rápidos de fondo. Allí mismo he encontrado unas gafas de sol en el suelo. Más adelante el sendero toma altura y está protegido con una barandilla de madera que nos llevó al mismo puente de La Calabaza suspendido sobre el cañón por dos escaleras metálicas a modo de pilares. Allí comienza la hoz en sí subiendo la ruta por unos peldaños rocosos hacia la parte alta. Una ruta marcada nos llevaría al Lago Uvales casi en el límite con León. Yo hace años hice este desfiladero hasta pasar el cañón en sí y desviándonos por otro valle lateral un tramo. Había mucha nieve en aquella ocasión. Nos sacamos unas fotos allí y nos encaramamos a una gran roca sobre el arroyo dejando las piernas colgadas sobre el mismo. Daba vértigo mira abajo.
Subimos luego unos metros por el cañón viendo en la margen contraria una gran lengua de nieve que caía por un pedrero hacia el río. Volvimos sobre nuestros pasos y cruzamos el puente para dirigirnos ya hacia el pueblo. Detrás nos dejó una pareja de jóvenes. Eran las 18:00 horas.
Cerca del camino vimos una especie de arqueta de donde tomaban el agua para la fuente de la casa en la que habíamos parado. Dejamos ésta atrás y el enlace con el camino de bajada, en el que por cierto no había marca alguna de la ruta. Cruzamos luego un regato y en el principal vimos unos cuantos saltos más en los que la fuerza del agua era descomunal. De las paredes rocosas crecían casi milagrosamente grandes troncos de árboles que luego se elevaban pegados a las mismas. Tras cruzar un puente encontramos un cartel informativo de la ruta de Los Arrudos, que en este tramo es común a la de Cabeza de Arco.
Pocos metros después nos hemos topado con un gran árbol derribado recientemente. Tenía un tronco descomunal y entre sus ramas nos sacamos unas fotos. Allí se abrió el valle y nos dio el sol de lleno de nuevo. El camino ahora estaba cementado en los tramos más pendientes. Por la derecha bajaban más arroyos, uno de ellos de gran caudal vimos como manaba de la misma roca. Poco a poco fueron apareciendo praderías de gran verdor en las que vimos algún caballo. Había trechos en los que el camino se encajonaba entre pequeños muretes de piedras de dichas fincas. Cruzamos otro puente sobre el arroyo de Las Campas que bajaba por un valle perpendicular por el que seguía otro ancho camino de cemento a cuya vera había una fuente con pilón.
Dejamos atrás una finca con gran caserío antes de volver a atravesar el arroyo principal. Nos metimos entonces bajo unas paredes verticales de las que en su parte baja manaba otra fuente por un estrecho tubo. Decidimos allí tomar un refrigerio y sacamos lo que nos quedaba de comida: pan, una lata de mejillones y chocolate. Estando en este lugar pasó un tractor y un quad. Eran las 19:15 horas.
Casi media hora después retomamos la marcha para llegar luego a una casa con un porche muy bien ornamentado. Allí mismo cruzamos de nuevo el río para cinco minutos después volver a la misma margen, esta vez definitivamente. Vimos algunas construcciones más en este último tramo, una de ellas nos pareció un hórreo alargado y sin elevar hasta comprobar después que se trataba de una cuadra. Poco a poco fuimos viendo como el valle se abría en la confluencia en la que se encuentra Caleao, siendo las praderías el paisaje principal con el fondo montañoso.
No tardamos en divisar la ermita del aparcamiento y a las 20:00 horas llegábamos al mismo tras unos 19 Km. recorridos, 16 de la ruta más el tramo de Los Arrudos. Nos cambiamos y esperamos por el resto que aún tardó otra hora en llegar. Nos acercamos luego hasta el bar en el que tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas.
Cerca de las 21:45 horas emprendíamos el regreso a León por el mismo trayecto de ida. Dejamos a Miguel en Pola de Gordón llegando nosotros a la capital a las 00:20 horas.
El día despejado nos permitió disfrutar de la ruta hecha, corta o larga, y el paisaje mereció la pena, como en la mayoría de las rutas.