lunes, 20 de julio de 2009

PEÑA VIEJA (Fuente Dé -Cantabria) - 18/19-07-09

 


1ª ASCENSIÓN A “PEÑA VIEJA”. (Cantabria).

18/19-07-09

Siguiendo la programación anual de este 2009, hemos realizado esta salida de fin de semana para ascender a una de las más altas cumbres de Picos de Europa, la séptima en altitud según las estadísticas y la primera de la provincia cántabra.
Días antes hemos realizado las gestiones para el alojamiento en Espinama, concretamente en el “Hostal Nevandi”, que tiene unos apartamentos en Pido, población cercana a éste. Al final 8 fuimos los que realizamos esta actividad, aunque del club también se acercaron a la zona algunos miembros más para hacer otras rutas y ascensiones ese mismo fin de semana. Este grupo lo componían Corín, Ramón, Javi F. y Cundi. Además con éstos fue el sábado por la mañana Mª Jesús que pasó con ellos ese día, pero que el domingo se unió a nosotros. Este segundo grupo lo componíamos siete personas: Toño, Roberto, Nati, Álvaro, Juan, Mateo y yo. Con ganas se quedó Adelino, pero una operación reciente le impidió acompañarnos en esta ocasión. Ya todo hilvanado, llegó la fecha prevista.

SÁBADO 18
A las 18:30 horas nos reunimos en Guzmán este grupo de siete personas saliendo en los coches de Toño y el mío. En Puente Villarente se pasó el desvío Toño y yo me metí hacia Boñar. Pensé que venía y al no hacerlo le llamé. Me contestó que ya estaban cerca de Mansilla y que irían por Cistierna. Ya habíamos quedado en parar en Barniedo, así que continuamos nosotros hacia Boñar donde nos desviamos hacia la carretera de Riaño. Bordeamos el pantano y en Riaño me detuve a llenar el depósito de gasoil. Ya en Barniedo nos encontramos con ellos y tomamos un refrigerio en el bar antes proseguir el viaje hacia el puerto San Glorio. Éste se encuentra en obras y el primer tramo está muy levantado. Sin novedades bajamos los 26 Km. del mismo hasta Potes donde llegamos a las 21:30 horas. Aquí paré a esperar por Toño que llegó poco después y continuamos avanzando hacia Espinama donde llegamos media hora más tarde. En este tramo pasamos varios pueblos con edificios realmente bonitos donde las flores lo inundaban todo. Se trataba en su mayoría de hostales, hoteles y restaurantes.
Ya en Espinama aparcamos y nos dirigimos hacia el Hostal Nevandi en el que nos informaron de que ya había cogido la llave Mª Jesús. El apartamento se encontraba en Pido, población cercana a la que no tardamos en llegar. Nos costó trabajo aparcar por la estrechez de sus calles todas en pendiente. Hasta allí hay 180 Km.
Nosotros habíamos cogido un apartamento con tres habitaciones dobles y un sofá para los siete que íbamos por la tarde salvo Mateo, que se había apuntado a última hora. La séptima plaza la ocupaba Mª Jesús. Al final éste cogió otro apartamento aparte y como sobraba una cama, pasaría Juan a dormir con él en vez de hacerlo en el sofá. Para ello tuvimos que bajar de nuevo a Espinama para contratar este segundo apartamento y nos encontramos con los otros compañeros, Javi, Ramón, Corín y Cundi. Allí hablamos sobre los planes que tenía cada uno y visto que ellos no iban a hacer Peña Vieja, acordamos despreocuparnos unos de otros al día siguiente.
De regreso a Pido aparqué la furgoneta delante de una cochera que tenía los apartamentos y que no la iban a abrir. Tras acomodarnos en los dos apartamentos nos reunimos todos en el nuestro para cenar. Tenía éste un salón con cocina y una habitación con baño abajo. En el piso abuhardillado estaban las otras dos habitaciones y otro baño. En torno a la mesa nos acomodamos para cenar tranquilamente. La cocina era muy completa con varios electrodomésticos y televisión.
Durante la cena ya avisé que en estas ocasiones suele rondar algún fantasma por la casa a media noche, para que nadie se asustase. Con esa advertencia nos fuimos acomodando en las habitaciones. Nati y Mª Jesús en una, Álvaro y Toño en otra y Roberto y yo en la última. Los dos roncábamos y por ello decidimos dormir juntos. Ni que decir tiene que tardamos en acostarnos dando vueltas de un lado a otro y con la inquietud de que apareciese el fantasma. Para más pitorreo alguien debió de oír hablar a Mateo, que estaba en el piso inferior, y estuvimos convocándole para que apareciese. Sin éxito. Tampoco faltaron las típicas fotos nocturnas en las habitaciones de cada uno, si no no es una “acampada” en condiciones. Pero aún no había llegado lo mejor.
Ya estábamos acostados cuando de pronto aparecen por la puerta las dos “chicas”. Nati venía en pijama y envuelta con el edredón rojo y blanco haciendo precisamente el fantasma. Instintivamente cogimos Roberto y yo ambas cámaras con las que grabamos ese momento y luego cuando fue hacia la habitación de los otros dos. Pensábamos que nos moríamos de risa. Roberto además le dio por decir que era igual al Rey Melchor y que le pidiéramos regalos. De verdad, yo solo sentía que era la 1:15 horas y que habíamos puesto el reloj a las 7:00 h.
Cuando ya se apaciguó la cosa y nos acostamos de nuevo vino la segunda parte. Yo era incapaz de conciliar el sueño. No sé si era por la Coca Cola de media tarde y el chupito de la cena o por qué era, pero no dejaba de dar vueltas. Para colmo, Roberto fue caer sobre la almohada y empezar a roncar, lo que remató la faena. No lo dudé un minuto, amarré la ropa de la cama y bajé para el sofá del salón. Para colmo éste crujía y escuchaba a las dos preguntarse quien metería ruido. Luego supimos que se pasaron la noche temiendo la revancha.
Apenas si pegué ojo en toda la noche. A las seis tuve que subir a ponerme los pantalones por que se quedaba uno frío. Me temía lo peor al no descansar lo suficiente para la ruta que nos esperaba. Por cierto, apunto aquí que en la anterior salida había estrenado unos nuevos pantalones de montaña a los que cosí el escudo de los anteriores, que ya dieron lo suyo.

DOMINGO 19
Tocó el reloj a las siete en punto y poco a poco nos fuimos levantando. De nuevo nos reunimos todos para desayunar en el salón nuestro. Fuera estaba nublado pero se veía azulado por encima, lo cual nos animaba. Sin más retrasos fuimos recogiéndolo todo a los coches y a las 8:10 horas nos pusimos en marcha. Bajamos el kilómetro escaso hasta Espinama donde dejamos la llave y pagamos la estancia, 100 € nuestro apartamento. Nos dirigimos sin más retraso hacia Fuente De, a 3,5 Km. de allí. De camino paré a sacar unas fotos del pueblo desde la parte alta. En cinco minutos llegamos al aparcamiento de Fuente De. La niebla alta impedía ver cualquier cumbre, aunque por encima seguía azuleando el cielo.
El teleférico abría a las 8:45 horas, y en contra de lo que esperábamos, no había nadie en la cola. En una fuente cercana cogimos agua y al abrir las taquillas sacamos los billetes de ida y vuelta. El precio para federados es de 12 € y 14 € el normal. El primer viaje que hace a las 9:00 horas es de prueba y en él suben las bicicletas de los que quieren hacer ruta con ella arriba. En el siguiente ya nos tocó a nosotros. Yo sólo había subido una vez hace más de 20 años. El desnivel que se salva es de unos 800 metros evitando la subida por la canal de la Jenduda de fuerte pendiente y nada fácil. Tarda en este recorrido poco más de 3 minutos y en él pasamos por el medio del banco de niebla hasta salir a cielo abierto arriba.
En la parte alta del cable hay un mirador suspendido al abismo y con el suelo de rejilla donde da impresión colocarse. El mar de nubes que teníamos bajo nosotros era impresionante. La vista no era menos espectacular con cumbres como el Coriscao, Vallines, Peña Prieta, Tres Provincias, Curavacas y Espigüete. Entre un claro pudimos ver los coches aparcados en la parte baja.
A las 9:20 horas comenzamos la ruta a esta altitud de 1835 metros por un ancho camino al lado de unas praderías en las que pastaba algún ganado. Frente a nosotros se alzaba la mole de Peña Olvidada que teníamos que rodear. Serpenteando por la pista nos fuimos situando por encima de los Pozos de Lloroza en los que vimos los primeros lagos. Al otro lado de los mismos se alzaban las cumbres y colladas que dividen esta vega de la de Liordes, por la que pasamos hace dos semanas, entre ellas la de Remoña.
En poco más de 15 minutos llegamos al collado Covarrobles, punto en el que se bifurca la ruta. Por un lado continua hacia Cabaña Verónica y el corazón del Macizo Central en el que nos encontrábamos y por otro lado baja con dirección a Los Puertos de Áliva, ruta que iba a hacer Nati. Esta misma la tenemos prevista en el calendario para el mes que viene, aunque hemos decidido aplazarla por no volver tan pronto a la zona. De hecho se comentó la posibilidad de hacerla conjuntamente con esta ascensión si nos diese tiempo, lo cual ya dudábamos.
Continuamos el resto por el camino que ya se metía a la sombra de Peña Olvidada de la que caían innumerables pedreros. Por debajo se veían más lagos cerca de los cuales había un par de tiendas de campaña montadas, lo cual nos extrañó al ser zona protegida. En un peñasco cercano al camino se pusieron Álvaro y Roberto a hacer un poco “el cabra”. No tardando nos encontramos el primer nevero de la ruta en el que vimos las marcas de un vehículo que según Mª Jesús estaba aparcado el día antes cuando pasaron ellos. La nieve se mantenía completamente helada.
No tardando apareció a lo lejos la cumbre del Tesorero y el refugio de Cabaña Verónica delante de él. De momento la pendiente era muy suave y estábamos pasando la zona conocida como La Vueltona. Aunque en esos momentos no lo sabíamos, estábamos justo debajo de Peña Vieja. Digo esto porque yo había interpretado el mapa de manera que me parecía que la cumbre quedaba más al Este, cuando realmente estaba justo encima de nosotros.
Salimos de la sombra al sol que ya calentaba lo suyo a esa hora, las 10:25 h. El siguiente tramo se hace por el medio de un enorme pedrero de la ladera Oeste de la cima. Habíamos pasado una estrechez en el valle entre Peña Vieja y el Pico San Carlos dando paso a otra zona ancha rodeada de cumbres. Al Oeste se elevaban el Madejuno, Llambrión y el Tesorero entre otros.
Tras pasar dicho pedregal el sendero comenzó a subir más bruscamente zigzagueando entre enormes piedras. En varios lugares encontramos atajos que desistimos de coger ya que de por sí el bueno era pendiente en algunos tramos. Yo no iba en mi mejor forma y me costaba avanzar, aunque a mí paso seguía subiendo. De esa forma llegamos a la bifurcación de las dos rutas, la del refugio y la de la cumbre. Eran las 11:05 horas y estábamos a unos 2150 metros de altitud.
En una roca habían pintado la dirección de las dos rutas. Nosotros nos encaminamos hacia la derecha por un estrecho sendero bajo la Aguja de Bustamante. Este sendero pedregoso transcurre durante un tramo suspendido sobre las verticales paredes hacia el valle del que subíamos. Sin ser peligroso, no hay que despistarse para nada ya que un tropiezo puede ser fatal. En una pequeña sombra del risco estaban los compañeros esperando aunque decidí no parar y seguir a mi ritmo poco a poco. Aquel tramo no era muy empinado aunque nos esperaban los dos peores. Desde allí teníamos una bonita vista del valle con los lagos y El Cable al fondo.
Tras una cerrada curva del sendero apareció ante nosotros La Canalona, uno de los dos tramos más fuertes de la ruta. El sendero serpenteaba por ella con un desnivel realmente considerable. Al fondo podíamos ver la collada del mismo nombre donde teníamos que llegar. En medio también teníamos algunos neveros que había que pasar y otros rodear. Según avanzábamos hacia la collada se empinaba más la pendiente y el sendero de arenisca se hacía resbaladizo. En la parte alta se estrechó la canal considerablemente subiendo el sendero entre altas paredes y agujas.
A las 11:55 horas alcanzamos el collado de La Canalona, paso con una altitud de 2444 metros desde el cual tuvimos una bella vista de Peña Vieja al Sureste. Delante teníamos una gran hondonada y al fondo un inmenso mar de nubes en los valles cántabros. Por la izquierda seguía el macizo pasando por Los Picos de Santa Ana hacia los Horcados Rojos, todos ellos en él límite provincial con Asturias. Echando la vista atrás impresionaba la canal que habíamos subido.
Nos hicimos una foto con Peña Vieja de fondo y emprendimos el camino a ella. El sendero bordea la hondonada entre pedreros y neveros algo más emblandecidos por el sol. Incluso se pierde un poco de altitud en algunos tramos para recuperarla luego. Enseguida nos colocamos al borde de los precipicios que caían hacia el valle de subida viendo el sendero y los lagos en su fondo. Las canales caían verticales hacia el mismo. De esa forma nos encontramos ante la última y peor subida de esta ascensión.
Los últimos 150 metros de desnivel se salvan casi en vertical siguiendo un sendero que serpentea entre pedreros resbaladizos y zonas de tierra deslizantes. En algunos lugares hay que echar las manos para ayudarse en la roca, y aunque no hay peligro de desplome, el desnivel es tan fuerte que sí es posible caer rodando ladera abajo. Este tramo se me hizo interminable. En él nos cruzamos con algunos montañeros que ya bajaban al igual que anteriormente.
Por fin, a las 12:45 horas, llegamos a la cumbre de Peña Vieja con 2613 metros de altitud, la mayor de Cantabria y de las que hasta ahora habíamos subido todos los que íbamos. Comprobamos lo angosto de la misma en la que apenas había lugar para acomodarse. De hecho el buzón estaba en una zona donde apenas se podía uno acercar. Al Sur caían verticales las paredes y canales hacia el valle de Lloroza. Paralelo al mismo bajaba el cresteo hacia la Peña Olvidada. En su entorno pudimos ver un extraño y bello efecto producido por las nieblas bajas. Esta peña formaba un circo dentro del cual se había metido la niebla formando totalmente la imagen de un volcán con los vapores. Al fondo de ello se veían más claramente las cumbres que ya antes desde El Cable habíamos contemplado.
Al norte corría el cresteo por los Picos de Santa Ana, Horcados Rojos y tras ellos emergía el inconfundible Naranjo de Bulnes. Más al Oeste, tras el Llambrión y la Palanca, podíamos ver Torre Santa, en el Macizo Occidental. También el Tesorero o el refugio de Cabaña Verónica. Al Este se emplaza el Macizo Oriental con La Morra de Lechugales como techo. En el valle vimos una gran población que bien podía ser Sotres.
No fue fácil colocarnos para sacar una foto de grupo en la cumbre. No habíamos encontrado a nadie en ella que nos la hiciese. Había que andarse con cuidado de no dar un traspiés y caer rodando por cualquiera de los lados de la cresta. Varias chovas se nos acercaban y les dimos pan y algunos frutos secos que nos cogían de la misma mano. Las nieblas nos rondaban por el Norte y el Sur, pero no llegaban a cerrarse. El viento que corría impedía estacionarlas. Además nos daba un respiro contrarrestando el calor del sol.
Decidimos comer en la parte baja de La Canalona y así dejar atrás los tramos peores en caso de cerrarse la niebla. A las 13:45 horas emprendimos el descenso con aún más precaución que la subida. Los tramos empinados se bajan peor que se suben a pesar de costar menos esfuerzo. El peligro de caer hacia delante es mayor que el de resbalar subiendo. Buscamos el sendero mejor de los varios que había en esta empinada ladera. En ocasiones hubo que echar el culo al suelo para bajar mejor. Así llegamos al sendero más marcado ya en la parte baja llevándonos una media hora este tramo. Pasamos sin dificultades el siguiente trecho más o menos llano hasta la collada La Canalona donde nos volvimos a hacer unas fotos con la cumbre de fondo, esta vez con mejor luz. Ahora las nieblas subían por encima de la misma.
A las 14:55 horas emprendimos el descenso por la Canalona. De nuevo lo empinado del sendero nos hizo tener precaución, aunque ahora zigzagueaba más que el anterior. Al llegar a la altura de La Aguja de Bustamante decidimos parar a comer sentados en las rocas. La sombra era nula, pero tampoco la íbamos a encontrar más abajo. En la pared de dicha roca vimos un grupo de escaladores colgados que cuando subimos estaban preparándose. Eran las 15:10 horas.
Nos acomodamos en las piedras y en un nevero cercano algunos metimos la bebida a enfriar. De nuevo las chovas nos acechaban y se acercaban a por comida. Estas eran más esquivas y no lo cogían de la mano. En el cielo iban a pareciendo nubes altas por el Suroeste. Estando allí subió un joven que iba con un grupo del que se había despistado. No llevaba mochila y en diez minutos llegó a la collada.
A las 16:10 horas retomamos el descenso pasando enseguida el tramo aéreo en el que vimos las dos mochilas que había dejado el joven anterior. Este trecho está armado con piedras y se sitúa más o menos a la misma altura del refugio de Cabaña Verónica, al que veíamos frente a nosotros. Tras él se encuentra el desvío a dicho refugio y al collado de Horcados Rojos al que habíamos comentado de subir. Eran las 16:20 horas y nos encaminamos hacia éste subiendo suavemente por el sendero. Por la izquierda vimos una zona de grandes piedras entre neveros. Al llegar a una bajada fue donde algunos cambiamos de planes.
Visto la hora que era y que había que subir aún unos 200 metros de desnivel, Roberto, Álvaro, Juan y yo decidimos retroceder y marchar tranquilamente hacia el Cable. En ese momento recibí la llamada de Javi diciéndome que estaban ya en él esperando para bajar. María Jesús no tenía problema ya que había sitio en nuestros coches para volver.
Mientras Mateo, ella y Toño se encaminaban hacia este collado, nosotros retrocedimos al desvío para comenzar a descender por el serpenteante sendero hacia La Vueltona. Hice una bella foto del pico San Carlos con una nube encima. Comprobamos cómo la niebla se iba metiendo en el valle y ya no era visible la caseta del teleférico. Ahora ya no teníamos problema de pérdida ni peligro aunque se nos cerrase ésta. Tampoco el resto que había subido ya que el sendero estaba bien marcado y no había ningún paso raro. Echando la vista arriba vimos la Aguja de Bustamante desde una perspectiva en la que se nos parecía el busto de un indígena con gorro y trenzas. La imaginación al poder.
Hacia atrás pudimos contemplar de nuevo el refugio y la pirámide del Tesorero. Así nos fuimos metiendo en el paso más angosto del valle a partir del cual se ensanchaba el camino. Otra instantánea bonita fue la que saqué a Roberto y Álvaro caminado hacia la niebla que subía por el valle a nuestro encuentro. Enseguida nos envolvió la misma ya bajo las paredes de la Peña Olvidada. De momento no era muy espesa y nos dejaba entrever el paisaje con un halo místico. Pasamos por encima de los lagos de Lloroza y contemplamos una bonita estampa de Peña Remoña entre las nubes.
A las 18:10 horas llegamos al collado de Covarrobles. El camino pasa a unos metros de él y ahora no nos acercamos ya que el paisaje era nulo. Enseguida entramos de lleno entre la cerrada niebla quedando el entorno oscurecido como pleno invierno. Yo iba algo mosqueado con la cámara ya que veía en los videos una mancha con forma de arco que no me gustaba nada. A pesar de limpiar el objetivo no se iba. En las fotos no aparecía ya que quedaba difuminada por el efecto de la lente. Ahora en casa he visto que ha desaparecido, pero me ha dejado intrigado.
En el último tramo antes del teleférico nos encontramos gran cantidad de paseantes, lo cual nos extrañó ya que no es muy económico para subir a dar solo una vuelta por allí. Se veían familias enteras con niños en plan de paseo y pensamos que igual los hoteles ofrecían a los huéspedes billetes con la estancia en ellos.
A las 18:30 horas llegamos al teleférico. Ahora era nula la vista desde el balcón, pero si era curioso ver llegar las cabinas en medio de la niebla. Un cuarto de hora más tarde embarcamos en una de ellas para emprender el descenso. Íbamos pensando que los demás no podían embobarse ya que a las ocho terminaba el servicio. Si tenían que bajar por la Jenduda, con el panorama que había no era muy recomendable.
A mitad de bajada abrió por completo la niebla dejándonos ver la parte baja con los edificios y el aparcamiento donde estaban los coches. Llegamos abajo a las 18:50 horas y nos encaminamos hacia la furgoneta. En la de Toño, una similar, le dejamos una nota avisándoles que estábamos en Espinama. Además, como pitorreo, le pusimos que Juan casi había roto un cristal de la suya para coger la medicación que tenía con la ropa de repuesto. Luego supimos que se lo habían tomado en serio y se habían dado prisa para bajar. También nos dijeron que habían pasado por encima de nosotros justo cuando marchábamos.
Ya en Espinama hice una llamada a Nati, que estaba en la terraza del hostal. Hacia allí nos dirigimos y con ella tomamos un refrigerio mientras esperábamos por el resto. Por el móvil les avisamos también a ellos de nuestra situación. Aprovechamos aquella estancia para hacer las cuentas de todos los gastos y poco después de las ocho de la tarde emprendimos el viaje de regreso.
Me quedé con ganas de hacer alguna parada y fotografiar los bellos edificios que habían en las poblaciones de aquel valle, pero ya no era hora para ello. Atravesamos Potes y emprendimos la subida del puerto San Glorio. Sin novedades llegamos al mirador donde decidí hacer una parada seguido de Toño. Desde allí tuvimos una bonita vista de Liébana con varias cumbres de fondo. Con el rebeco nos hicimos una foto de grupo y sin más retomamos la marcha hacia la parte alta donde encontramos algo de niebla.
Ya en provincia leonesa se fue disipando y con el cielo bastante despejado recorrimos los 130 Km. desde dicho alto. Dejamos atrás Riaño y el pantano y antes de Cistierna giramos hacia Boñar por el valle de Sabero. Mientras iba anocheciendo enlazamos con la carretera del Puente Villarente hacia el que nos dirigimos. Tanto ésta como la de Cistierna a Mansilla se me hacen eternas en el regreso. Además en ésta los puntos kilométricos cuentan desde el Puente Villarente y yo pensaba que eran a León, por lo que aún se me hizo más largo. A las 23:35 horas parábamos en Guzmán donde dejé a los compañeros y minutos más tarde terminaba yo el viaje en casa.
Sin duda alguna esta excursión resultó una experiencia inolvidable como otras tantas ya vividas anteriormente. En la misma no tengo que destacar ni un solo detalle negativo, al contrario, no pudo resultar mejor el fin de semana, tanto climatológicamente como en el aspecto de objetivos y convivencia. Para repetir.








































lunes, 6 de julio de 2009

VI MARCHA PROVINCIAL POR PICOS DE EUROPA - "PANDETRAVE -LIORDES -POSADA DE VALDEÓN" 05-07-09

 


VI MARCHA PROVINCIAL POR PICOS DE EUROPA.

1ª TRAVESÍA “PUERTO DE PANDETRAVE- SEDO DE REMOÑA- VEGA DE LIORDES- LLAGO BAJERO- VEGA DE LA SOTÍN- PUENTE BARREJO- EL TOMBO- POSADA DE VALDEÓN”.

05-07-09          (Domingo)

Una vez más hemos aprovechado una actividad de la Delegación de Montaña para unirnos a ellos. En esta ocasión se trataba de la marcha por Picos de Europa que cada año se realiza en una zona del parque.
En Guzmán nos reunimos la mayoría de participantes de la misma partiendo a las 7:00 horas en un autocar y un microbús. De nuestro club estábamos 9 personas: Álvaro, Antonio, Elvira, José Antonio, Mª Jesús, Miguel Ángel, Nati, Piedad y yo. En el trayecto recogimos a varios compañeros más en diferentes puntos. El panorama climatológico era pésimo con nubes cubriendo totalmente el cielo. Así fuimos recorriendo kilómetros hasta llegar al puerto de Pandetrave, 1558 m, donde se abrían algunos claros. Eran las 9:30 horas.
El grupo se dividía en dos, y mientras unos íbamos a hacer la ruta prevista, otros bajarían en los autocares a Posada para hacer una pequeña marcha por allí. Enseguida comenzamos el resto la ruta por el camino hacia el Caben de Remoña. Apunto aquí que hacía más de 20 años que no hacía yo esta parte de la ruta hasta Liordes y el tramo siguiente por la Canal de La Sotín me era desconocido. La pendiente era llevadera teniendo el valle de Valdeón hacia la izquierda. El Macizo Occidental se encontraba totalmente cubierto por las nieblas. Este tramo de unos 6 Km hasta el Caben de Remoña serpentea por la loma pasando al lado de la fuente de Cervero y un antiguo chozo cónico medio derruido. Hacia atrás veíamos cada vez más cumbres del macizo del Gildar y el Cabanceda. En la Horcada de Valcavao tuvimos una vista amplia de la vega hacia Liébana. Allí se desvía un camino hacia Fuente De. Incluso algunos vieron el teleférico.
Siguiendo la ruta nos dirigimos hacia la Caben de Remoña, 1771 m, donde se desvían otras rutas a Fuente De y hacia Posada de Valdeón. En este collado vimos algunos caballos pastando. El camino continúa hacia arriba unos metros más girando luego al Este hacia una fuente por debajo de nosotros. La ruta sin embargo lo abandona para comenzar la subida del Sedo de Remoña, un empinado tramo con algunos pasos un tanto aéreos. El sendero asciende por la ladera entre algunos pedreros llegando enseguida a un lugar donde se medio trepa por la roca. Era curioso ver la hilera multicolor pasando este lugar. Aunque realmente se sube bien por el sendero, no se puede uno despistar por los cortes que en algunos lugares tiene a su orilla. La vista hacia atrás es impresionante viendo la verde vega de Espinama así como la zona del Coriscao y Los Vallines. Mas al Oeste emergían entre las nubes Las Corcadas, Gildar y Cabanceda. Paralela al sedo sube también la Canal de Pedabejo, aún más empinada que éste. En este tramo íbamos con un componente del GREIM que había subido por allí hacía unos meses con Jesús Calleja acompañando al presidente Zapatero hacia Collado Jermoso. Dicha subida la televisaron y la había visto yo en su momento.
Poco a poco fuimos ganando altura y se suavizó la pendiente antes de atravesar un hoyo con un gran nevero en la cara Este de Torre Salinas. Pocos metros nos separaban del Alto de la Canal, 2035 m, punto más alto de la ruta desde donde se tiene una espectacular vista de la Vega de Liordes. Eran las 11:55 horas.
Algunas nubes cubrían el Llambrión dejando a la vista el resto del macizo. En su base se podía distinguir el refugio de Collado Jermoso bajo el cual pasaríamos. Estuvimos un rato disfrutando de todo ello antes de retomar la marcha descendiendo por la parte Oeste de la Vega de Liordes y bajo las canales de Torre Salinas. Por una zona pedregosa y con algunos neveros nos fuimos encaminando hacia el Llago Bajero, otro punto de reunión del grupo. Frente a nosotros se alzaba el Llambrión y La Palanca que se dejaron ver algunos ratos. Cuando lucía el sol calentaba lo suyo, no en vano estamos en julio ya.
A las 13:00 horas, poco antes de llegar al Llago Bajero, el grupo predecesor se acomodó en un pequeño hoyo para comer. Por encima de nosotros vimos un grupo de rebecos encaramados en unas rocas. Allí estuvimos unos minutos y comimos todos juntos antes de retomar la marcha subiendo un tramo empinado entre más rocas. En un nevero de la parte contraria vimos ahora al grupo de rebecos y llegamos a contar unos 15 ejemplares. No tardamos en alcanzar una collada desde donde tuvimos una vista realmente bonita de Torre Santa en el Macizo Occidental. Las nubes la dejaban a la vista durante algunos minutos tapándola luego. Comenzamos a descender por una zona kárstica donde en las rocas se podían ver restos fósiles “a patadas”.
A las 13:45 horas llegamos al Llago Bajero, 1875 m. El mismo quedaba unos metros por debajo de la ruta y en su orilla había tres personas sentadas. Sin bajar a él continuamos la marcha metiéndonos ahora de lleno en la Canal de La Sotín. Pocos minutos después vimos cómo la niebla entraba por ella desde la parte baja y nos envolvía totalmente. Por suerte solo fueron unos minutos y enseguida despejó dejándonos disfrutar de nuevo de las vistas que hacia cualquier lado teníamos. Ahora estábamos bajo las paredes de la Torre del Friero, situada a nuestra izquierda.
El sendero bien marcado bajaba por la canal entre pedreros y a veces pegado a las paredes. También allí encontramos algunos neveros. La niebla entró otra vez cuando ya teníamos a la vista la Vega de La Sotín, aunque una vez más se disipó enseguida. Santiago Morán, enciclopedia viviente sobre Picos de Europa, iba indicando y explicando cada detalle de la ruta a todo el que coincidía con él algún trecho. En una de las paredes nos indicó un curioso picacho con la forma de una mujer. También nos dijo donde se podía recoger el único agua que bajaba por la roca en aquella zona. Hacia allí se dirigió Antonio subiendo unos metros hacia la derecha.
A las 15:10 horas llegamos a la Vega de La Sotín, 1450 m, donde se acomodaba numeroso personal descansando y comiendo. Desde la misma parte un sendero hacia Collado Jermoso por la Canal Honda, por la cual bajaban algunos montañeros. Allí estuvimos unos minutos en los que subí a un pequeño alto para ver la vega desde otro punto de vista.
Media hora más tarde retomamos la marcha entrando de nuevo en la canal, ahora un poco más ancha. Por ella bajaba un enorme surco desde la zona alta del Friero formado por una tormenta de agua que descargó en pocos minutos en la zona. No sé decir cuando fue, pero el surco formado parece hecho por una máquina.
El sendero atravesó dicho surco y no tardando entramos en el Hayedo de La Sotín donde la arboleda nos dio un respiro de sombra. El mismo serpenteaba de lado a lado de la canal entre la arboleda no muy espesa. En medio de ella se encuentra la bifurcación que se dirige a Cordiñanes directamente por el sedo de La Rienda, senda más aérea que la señalada en la ruta por la que algunos decidieron atajar. El resto continuamos por la senda prevista que según Santiago era más bonita y menos conocida.
Seguimos entre arboleda saliendo luego a una zona despejada desde donde tuvimos una bonita vista del valle de Valdeón. Entre helechos fuimos bajando ya con el Cares y la carretera de Cain a la vista. Por la ladera contraria subían las canales de la zona de La Bermeja y Pambuches. El verde era cada vez más abundante y la roca cada vez mas escasa. El sendero apenas era perceptible en algunos tramos, pero al paso de los participantes se había ido marcado. En una fuente con un pilón recogimos agua ayudados por un palo y una hoja para separar el chorro de la pared. Allí me encontré con un profesor del Bosco que me dio clase a mí.
Así llegamos casi a la parte más baja donde, cerca de unas cabañas, estaba un vehículo del GREIM en el que subió Santiago, al que le había dado un tirón. El resto, ya los últimos, continuamos bajando hacia el río Cares al que atravesamos por el Puente Barrejo, punto más bajo de la ruta con 680 metros de altitud. Eran las 17:40 horas.
Nos restaban 4 Km. a Posada de Valdeón con 360 metros de desnivel y los peores tras la ruta ya hecha. Por un camino entre arboleda subimos unos metros hasta salir a la carretera que atravesamos para entrar en otro camino hacia el mirador del Tombo, 880 m. El cuerpo ya notaba el cansancio y los bastones eran una ayuda considerable. A las 18:00 horas alcanzamos el mirador donde nos sacamos una foto Álvaro, Rosa, del club Sahagún y yo. Ella era la que iba cerrando la marcha y durante toda ella nos había ido “arreando pa´lante”.
Desde este lugar la ruta seguía por el Camino del Bustio, aunque decidimos hacerlo por la carretera. Nos encaminamos hacia Cordiñanes, donde vimos numerosas tiendas de campaña de un campamento en un prado. Por el otro lado del Cares iba el camino en el que vimos varios senderistas, aunque no estábamos seguros si eran del campamento o de la marcha nuestra. Los dos kilómetros largos hasta Posada se hicieron eternos por las fuertes pendientes de la carretera, del 14 y 20 % de desnivel.
Yo me fui rezagando sacando fotos y además por el cansancio que ya me afectaba. Unos 800 metros antes del pueblo se atraviesa un pequeño pasadizo que delimita la carretera por ambos lados con piedras y donde termina la cuesta arriba. Con Posada ya a la vista y el embalse en el Cares se comienza a descender suavemente serpenteando por el valle entre verdes praderías. Antes de Posada de Valdeón se encuentra Los Llanos que dejé atrás a las 18:30 horas. Pocos minutos más tarde entré en Posada de Valdeón, 940 m, cuando eran las 18:40 horas y tras 17 Km según el mapa de ruta. Echando la vista a la izquierda pude ver el macizo del Friero al que habíamos rodeado por completo.
Atravesé las calles de Posada hacia donde estaban los autocares y Álvaro ya cambiándose. Él iba en el microbús y yo en el grande hacia el que me dirigí para hacer yo lo mismo antes de encaminarme como todos hacia el restaurante “Casa Abascal” donde estaba prevista una pequeña degustación. De camino pudimos ver un reloj de sol y un bonito pozo en una calle.
En el salón del restaurante nos fuimos acomodando en torno a las mesas donde habían dispuesto los pinchos y bebida que degustamos tranquilamente durante casi una hora. Antes de abandonar la sala fuimos recogiendo un podómetro obsequio de la organización.
A las 19:40 horas emprendimos el regreso a León. El sol lucía entonces, pero subiendo el puerto Panderruedas se cerró por completo la niebla. Fue de bajada cuando comenzó a despejar de nuevo y bordeando el pantano de Riaño tuvimos unas bonitas vistas de las cumbres cercanas como el Yordas, Pintas o Gilbo. Dejamos atrás Riaño y el pantano en la presa del mismo. En Cistierna nos detuvimos a dejar a los componentes del club Sahagún, Gistredo y alguno más. Lo mismo hicimos en Puente Villarente donde encontramos algo de caravana. Ya en la capital paramos en Santa Ana antes de terminar el viaje en Guzmán a las 21:45 horas. En la furgoneta allí aparcada vine para casa acercando también a Mª Jesús a la suya.
De esta forma finalizamos esta jornada de montaña que para nada nos esperábamos tras el panorama meteorológico que teníamos de camino a Pandetrave. Las nieblas que nos acompañaron a ratos no hicieron más que incluso mejorar el paisaje ya de por sí bello de los Picos de Europa.