lunes, 22 de octubre de 2012

IX ENCUENTRO "CUMBRES DE LEÓN" PEÑA UBIÑA PEQUEÑA (Torrebarrio) 21-10-12

 


IX ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”. HOMENAJE A ROBERTO PÉREZ.

1ª ASCENSIÓN A “PEÑA UBIÑA PEQUEÑA”. (Torrebarrio).

21-10-12            (Domingo)

Dos años después de intentar la ascensión a Peña Ubiña Pequeña, también en el encuentro anual del club, hemos vuelto a probar suerte, esta vez con más acierto. La previsión de buen tiempo nos daba la garantía para conseguirlo, aunque nos encontramos con la sorpresa de la nieve caída días antes que nos podía poner en un aprieto. La Pequeña es más baja, pero más complicada de subir que su “hermana mayor”.
Como complemento a la actividad de montañismo tuvimos también la parte gastronómica con una comida que habíamos concretado en “Casa García” de Villasecino, donde la vez anterior. En total hemos participado 16 personas: Camino, Nati, Cundi, Raquel, Amor, Rosa, Mª Jesús, Merche, José Antonio, José Luis, Tiquio con Rex, Álvaro, Marcial, José Pedro, Juan y yo.
Mientras el grupo principal salía de León a las 7:00 horas, otro lo hacía más tarde. Por otro lado, Álvaro y yo nos habíamos ido a casa de mi hermana el día antes y salíamos de San Román a las 6:30 horas entre una espesa niebla. Por la carretera llegamos a Grado donde enlazamos con la autovía hasta el desvío del valle de Trubia donde se fue disipando la bruma. En este valle dejamos atrás dicho pueblo así como alguno más entre los que contamos Villanueva, Proaza o San Martín. Allí emprendimos la subida del puerto de Ventana hasta su máxima cota en la que entrábamos en la provincia leonesa a las 7:55 horas y con las primeras luces del día.
Descendimos por la vertiente leonesa hasta llegar a Torrebarrio, 1230 m, a las 8:05 horas y tras unos 85 Km. Allí estaba Rosa, que también había ido desde Asturias y poco después llegó el grueso del grupo desde León. Aparcamos los coches en una plaza del pueblo y nos preparamos para la ruta abrigándonos casi como pleno invierno. Un manto blanco de helada cubría los coches y el terreno.
A las 8:35 horas nos pusimos en marcha por el camino que sube pasando bajo la iglesia y el cementerio de la localidad viendo enseguida el barrio de La Cubilla hacia el Norte. El camino serpenteaba por la ladera hacia la falda de Los Fontanes y Ubiña Grande. Poco a poco fueron iluminándose las cumbres detrás de nosotros con el sol del amanecer. El frío era intenso aún y en el valle de Riolago veíamos un bonito mar de nubes.
Así llegamos al desvío hacia el Ronzón por un sendero señalizado que nos metía bajo Ubiña Grande entre algunas enormes rocas desprendidas de las paredes de la misma. Subimos algunos repechos de gran pendiente y otros más suaves. El grupo iba dividido y algunos seguían senderos más bajos que luego tenían que remontar. No tardamos en salir al sol que nos daba de frente con gran molestia.
Atravesamos algunos grandes pedreros camino de la collada que enseguida vimos por encima de nosotros. La ladera Norte de la Ubiña Pequeña estaba cubierta por un manto blanco de nieve que no nos ofrecía mucha garantía. Pronto pisamos nosotros la primera nieve del año a pocos metros del Ronzón. A las 11:00 horas estábamos en esta cota de 2006 metros entre las dos Ubiñas. Frente a nosotros también se alzaba Peña Cerreos y el valle de bajada a Casa Mieres y Pinos.
Nos metimos en la ladera Este de Ubiña Pequeña cubierta por la nieve y en ella me puse las polainas. Tras bajar unos metros comenzamos a remontar la ladera perpendicularmente entrando en terreno rocoso. Encaramados a las rocas vimos un par de rebecos acechándonos. Álvaro y José Antonio subían demasiado cuando había que dirigirse más hacia el Sur al encuentro de la canal buena. El resto decidimos seguir sin ganar altura y avanzar en esa dirección mientras poníamos atención a los huecos tapados por la nieve entre las piedras.
Casi al final de la cara Este se encuentra dicha canal por la que esta peña tiene su mejor acceso. La pendiente es considerable, pero el sendero serpentea haciéndola más llevadera. En la cumbre de la Grande veíamos un gran grupo de montañeros así como por su acceso desde el collado. La nieve se hizo más abundante, aunque no complicaba el avance demasiado. No tardamos en ver en la cima a algunos compañeros cuyas huellas seguíamos. De vez en cuando pasábamos algunos tramos donde teníamos que trepar sin dificultad alguna. Se suponía que casi en la cumbre encontraríamos el paso complicado de esta ascensión, aunque el ver a los demás ya en ella nos hacía suponer que no era infranqueable.
De momento, y a pesar del fuerte desnivel, íbamos ganando altura más o menos cómodamente. Juan decidió abandonar la subida y se dio la vuelta mientras Marcial, Mª Jesús y yo remontábamos los últimos metros. En contra de lo que esperábamos, nos encontramos ningún paso comprometido en este tramo. Poco antes de la cumbre vimos el curioso agujero pasante formado entre grandes rocas y dónde nos sacamos unas fotos dentro.
Nos restaban desde allí unos 20 metros de cresteo fácil por el que alcanzamos nosotros la cumbre a las 12:45 horas. Allí nos reunimos el grupo de 8 compañeros que ascendimos a esta cima: Tiquio, José Pedro, Marcial, Mª Jesús, José Antonio, José Luis, Álvaro y yo. La altitud de Peña Ubiña Pequeña es de 2197 metros y en ella hay una cruz con un pequeño buzón del que recogimos una tarjeta dejando la nuestra. Nos sacamos unas fotos de grupo antes de acomodarnos a comer. Desde allí llamé al restaurante para avisarles que igual llegábamos un poco más tarde de las 15:30 horas a la que habíamos acordado la comida. También hablé con el grupo que había ido más tarde y que se habían acercado hasta Casa Mieres.
Desde allí teníamos una vista amplia en redondo con infinidad de cumbres y varios pueblos cercanos como el mismo Torrebarrio, San Emiliano, Villargusán, Torrestío, Genestosa y Riolago entre otros. Detrás de la sierra de Fariñentu asomaba una cumbre en la que se apreciaba con el zoom de la cámara una especie de caseta en su cima. Por la situación creemos que se trataba del Gamoniteiro. Por el Sureste corría la sierra de La Cañada entre Babia y Omaña con sus cumbres coronadas de blanco como las numerosas de la zona de Somiedo.
A las 13:30 horas comenzamos a bajar, esta vez por la cara Sureste. Por allí desciende una estrecha canal con algunos destrepes que fuimos pasando sin mucho apuro hasta un collado anterior a un peñasco del extremo Sur. Desde allí desciende una empinada ladera por la que se traza un sendero un tanto perpendicular que vuelve bajo la Pequeña por su cara Este entre los espolones de esta vertiente.
Enseguida entramos en la zona de prados moteados por grandes rocas entre las que pasamos. Por debajo vimos el refugio de Las Argaxadas al que hace dos años nos habíamos acercado con intensa lluvia. De pronto apareció en la parte alta un parapente sobrevolando aquella zona y después otros dos más. En la falda de los Fontanes vimos más tarde la base desde la que salían.
Estábamos pasando bajo el Ronzón cuando recibí la llamada de Juan, que aún estaba en el collado. No nos sobraba nada de tiempo y le apuramos para que bajase mientras le esperábamos. Ya reunidos seguimos el descenso por la ladera al encuentro del ancho camino al que nos incorporamos en el mismo punto dónde por la mañana lo habíamos abandonado. Algunos compañeros se habían desviado por el valle directamente y otros por la loma intermedia. Por su parte José Antonio había bajado ya antes hacia Pinos.
Descendimos por él disfrutando ahora de las zonas de arboleda de hojas otoñales llenas de coloridos ocres cercanas a los pueblos. Pasamos bajo la iglesia y pocos metros más adelante entramos en Torrebarrio. Eran las 15:35 horas.
En la plaza teníamos los coches y allí nos cambiamos antes de emprender el trayecto hacia Villasecino. No podíamos contactar con el otro grupo y saber si José Antonio estaba ya con ellos. Por eso, y al no encontrarle en San Emiliano, subí hasta Pinos a ver si aún estaba por allí. No lo encontramos y se nos ocurrió que podía haber bajado con el grupo de las mujeres que habían ido a Casa Mieres. Con las mismas nos pusimos en marcha hacia Villasecino en el que, efectivamente, ya estaban todos los compañeros.
Entramos al restaurante y nos acomodamos en el bonito comedor a las 16:15 horas. De menú teníamos menestra y cordero asado, además de bebida, postre y café. Todo por 18,00 €. Tranquilamente degustamos el mismo alargando la sobremesa hasta las seis de la tarde. Luego en el exterior nos sacamos una foto del grupo al completo. Después, mientras algunos emprendían el viaje de regreso, otros decidimos dar un paseo por el pueblo. En él se encuentra el Palacio de García Lorenzana, un gran caserón con capilla adyacente al que nos acercamos. El sol del atardecer daba un bonito tono a todo el paisaje del pueblo con bellos contraluces.
Regresamos a las inmediaciones del restaurante dónde teníamos los coches con los que nos pusimos en marcha, unos hacia Asturias y otros a León. A las 18:55 horas emprendimos nosotros el viaje hacia el puerto de Ventana durante el cual saqué algunas fotos de las Ubiñas con un bello colorido anaranjado. En el alto paramos unos minutos antes de comenzar el descenso por la serpenteante carretera asturiana. Cruzamos luego los estrechos desfiladeros antes de llegar al valle de Proaza ya anochecido. En Trubia decidimos ir hacia Grado directamente por la nacional pasando por éste minutos más tarde. A las 20:55 horas entrábamos en San Román donde terminábamos este viaje de regreso.
































lunes, 8 de octubre de 2012

PORRO CERVALIZA Y PEÑA NIAJO (Pío de Sajambre) - 07-10-12

 


1ª ASCENSIÓN ALOS PICOS “PEÑA NIAJO” Y “PORRO CERVALIZA”. (Pío de Sajambre).

07-10-12               (Domingo)

A tan solo una semana de la última salida del club, hemos realizado ésta para ascender a la Peña Niajo, en Pío de Sajambre. La misma tiene una buena subida con un desnivel de algo más de 1000 metros. Además la complementamos con el cercano Porro Cervaliza, en la misma sierra.
Nos reunimos a las ocho de la mañana en Guzmán los 10 participantes de la misma: Álvaro, Mª Jesús, Tiquio con Rex, Antonio, Ramón, Camino, Nati, Santiago y su perro, Alba y yo. En los coches de Santiago, Tiquio y el mío emprendimos el viaje por la carretera hacia el Puente Villarente dónde giramos a Boñar. En éste nos desviamos por Sabero a la de Cistierna cogiendo luego dirección a Riaño. Nos detuvimos unos minutos en el pantano a sacar unas fotos del mismo, cada vez más mermado, y ya en Riaño tomamos un café, aunque algunos se acomodaron demasiado. De nuevo en marcha llegamos al Pontón y bajamos a Oseja de Sajambre tras parar unos minutos en un mirador cercano. En Oseja decidieron quedar Camino y Nati mientras el resto seguíamos hasta Pío, distante algo más de 3 Km.
Eran las 10:50 horas cuando aparcábamos en este pueblo desde dónde tuvimos la impresionante vista del cordal de la Peña Niajo 1000 metros por encima de nosotros. Pío se encuentra a unos 750 metros. Nos preparamos para la marcha que comenzamos a las once de la mañana. Salimos por un camino hacia el Oeste que para colmo descendía aún más. Entre nogales cargados de frutos, que algunos se detuvo a recoger, perdimos altura hasta los 720 metros al llegar a un puente sobre el arroyo de Llaete que atravesamos. Cerca del mismo vimos un antiguo molino al que entraba un pequeño canal seco.
El ancho camino comenzó a ascender desde allí mismo, y salvo algún insignificante tramo llano, ya no tuvimos respiros hasta la cumbre. El entorno era realmente bonito entre hayas y otras especies arbóreas que formaban el bosque. Apenas una semana después, los encontramos más otoñales que en Burón.
El camino describía de vez en cuando alguna curva cerrada formando un zigzag por la ladera del valle. En algún cruce encontramos una placa con la indicación al collado de Llaete al que teníamos que llegar. Nos fuimos deteniendo a sacar algunas fotos con varios troncos de gran envergadura que había cercanos al camino, algunos de ellos marcados por algún rayo. Poco a poco fue abriéndose la vista y se nos “aparecieron” varias cumbres hacia la parte de atrás, entre ellas el Jario encima de Oseja de Sajambre.
Otro de los vegetales que empezamos a encontrar fueron los helechos, pasando entre grandes extensiones de ellos. Llegamos así a una fuente con pilón en la que nos refrescamos y repusimos líquido. A su lado había un avellano con algunos frutos. Eran las doce del mediodía.
En los altímetros de Álvaro y Alba veíamos la altitud que íbamos cogiendo rápidamente y la que nos restaba de momento a la collada. Salimos un tramo a campo abierto dónde de nuevo los helechos lo inundaban todo. Entre ellos había una señal de “circulación prohibida” para vehículos. También encontrábamos zarzamoras con frutos que fuimos degustando sobre la marcha. Hacia el lado del valle se extendía ahora una explanada de pradera vallada con empalizada y un gran árbol en medio. Echando la vista atrás contemplamos ahora la majestuosa Peña Santa en el Macizo Occidental de Picos de Europa. También veíamos la Pica Ten de Oseja, a la que habíamos dejado ya por debajo de nosotros.
Atravesamos un paso canadiense para el ganado y echando la vista adelante vislumbramos las cercanías de la collada, aún lejana y alta. La arboleda desapareció de nuestro entorno durante unos metros dejando a la vista por la derecha las paredes rocosas del Porro de la Cervaliza, cumbre anterior a la Peña Niajo. Como apunte diré que se me había olvidado el mapa en casa, lo cual me daba rabia al no poder irme situando más concretamente.
No tardamos en volver a meternos al bosque y el camino describió de nuevo algunas curvas cerradas en él. La sombra se agradecía, ya que aunque había algunas nubes, el sol aún calentaba lo propio. Al lado del camino encontramos otro tramo cercado, aunque no había más que bosque por allí. En la última curva cerrada vimos una pequeña campa muy adecuada para colocar alguna tienda de campaña. Ya por delante veíamos la claridad de la collada cercana tras otro tramo recto que recorrimos en pocos minutos llegando así a este punto de inflexión en la ruta. Eran las 13:15 horas.
La collada de Llaete se emplaza a 1408 metros de altitud y en ella termina el ancho camino. Un poco por debajo, hacia el Oeste, vimos una majada y el valle que descendía empinado hacia la parte Asturiana, cuyo límite teníamos cercano hacia esta parte.
Santiago nos había precedido en todo momento y me había llamado antes para decirme que estaba rumbo a la cumbre. El resto nos juntamos en ese punto con vistas espectaculares en redondo. Al Norte seguía la sierra hacia la cumbre de la Peña Niajo, visible desde allí tras el Porro de la Cervaliza. Nos sacamos una foto del grupo que estábamos allí y emprendimos la marcha hacia la ella. Cruzamos entre un pequeño grupo de hayas siguiendo un sendero pedregoso hasta dejar atrás la arboleda. No tardando, a la sombra de un arbusto, nos detuvimos algunos a comer un tentempié.
Álvaro también se fue adelantando y el resto le seguíamos por la ladera del Porro Cervaliza que rodeamos por el Oeste. Poco a poco fue apareciendo por esa parte, y tras las cumbres más bajas de valle intermedio, las del Pileñes y Peña Ten. Curiosamente, entre ellas y nosotros forma una pequeña “U” la provincia asturiana.
Avanzamos a media ladera entre matojos bajos y algunos grupos de árboles aislados. El paisaje es muy similar al que encontramos en el también cercano Sen De Los Mulos, que luego veríamos. Cruzamos algunas pequeñas vaguadas y tuvimos que subir un repecho por una de ellas para alcanzar el collado entre el Porro y Niajo. Allí nos encontramos con algunos troncos derribados y secos que también formaban bellos cuadros en el verdor.
Alcanzamos este collado sin nombre y con una altura de 1608 metros a las 14:30 horas. Desde allí vimos varios pueblos de la zona de Sajambre que luego enumeraré. En la pradera nos encontramos con numerosas setas de bellas y variadas formas. Nos restaba el último repecho a la cumbre en la que veíamos a Santiago, a Antonio y cerca ya a Álvaro.
Camino de la misma vi una abertura del cordal a la que nos acercamos encontrándonos con un corte vertical y bonitas vistas de Ribota, Soto y Picos de Europa así como la segunda cumbre del Niajo al borde Norte de la sierra. Paralelos al precipicio de ese lado fuimos ganando altura rápidamente por el fuerte desnivel que había. El sendero subía casi invisible por la ladera, aunque no era muy necesario.
A las 15:15 horas alcanzábamos los últimos la cima principal de la Peña Niajo con 1743 metros de altitud. En ella había un hito con buzón y una caseta cercana con una antena. Por ese lado se alargaba el cresteo hacia la cumbre secundaria con 4 metros más de altitud pero un poco lejana. Antes de nada nos sacamos unas fotos de grupo y dejamos nuestra tarjeta. Los que acabábamos de llegar nos pusimos a comer disfrutando del paisaje que se nos ofrecía desde aquella atalaya. Tanto el Macizo Central como el Occidental de Picos de Europa los teníamos a tiro de piedra. No lejos de este último se encuentran Peña Beza y el Canto Cabronero, así como La Conia. Más al Noroeste teníamos el Sen de los Mulos. También al alcance de la mano estaban Peña Ten y Pileñes. Veíamos por esa parte la ruta que parte de La Uña y viene hacia el Niajo por Llaete, y que en un principio teníamos pensado hacer. La desestimamos al resultar muy larga a pesar del menor desnivel acumulado. Entre los pueblos que veíamos desde allí se encontraban Oseja de Sajambre, Soto, Ribota, Pío y Vierdes.
Estábamos comiendo tan tranquilos cuando de pronto fuimos invadidos por una nube de hormigas voladoras que apareció de pronto en la cumbre y que a algunos nos hizo levantar. Nunca vi nada igual. Se metían entre la ropa y mochilas. Luego se arremolinaron en torno al hito contándose por miles, sin exagerar. Por suerte allí quedaron y nos dejaron disfrutar un rato más de aquella vista en la que además se incluían muy a lo lejos, el Espigüete, Murcia, Peña Prieta, etc.
Eran casi las cinco de la tarde cuando emprendimos el descenso. Seguimos el mismo sendero de subida, más o menos, mientras en el cielo se formaban bellos contraluces con las nubes. Llegamos así al collado de la parte baja cruzando un pequeño paso entre rocas hacia la siguiente vega. A la sombra de un árbol estaban los compañeros que ya se habían adelantado. Mª Jesús, Álvaro y yo decidimos subir ahora a la pequeña cumbre anterior que antes habíamos bordeado. Al no llevar mapa, no sabíamos aún cual era.
En unos cinco minutos alcanzamos esta cima con un hito de piedra entre el cual, tras mucho rebuscar, encontramos una tarjeta. En ella se nos informaba que era el Porro Cervaliza con 1636 metros de altitud. Nos sacamos una foto en ella y dejamos otra tarjeta. A voces dijimos al resto que siguiesen y les cogíamos por la otra ladera. Emprendimos el descenso por la misma entre tojos hasta llegar al sendero principal. Por él seguimos bajando hacia el collado Llaete desde el cual los tres decimos bajar unos metros hasta una cabaña que veíamos. Luego se animó Juan también. El sendero que pasaba por allí se dirigía al bosque de Arcenorio y también sigue la ruta hasta La Uña.
A las 18:00 horas emprendíamos el descenso a Pío desde el collado por el ancho camino entre bosque. Con el zoom de la cámara saqué una foto del mirador en el que por la mañana habíamos parado y el aparcamiento cercano a la carretera dónde ahora se veían vehículos.
Por la fuerte pendiente de algunos tramos perdimos altura rápidamente entre el bonito bosque de hayas. El sol del atardecer además le daba un tono aún más bonito. Por detrás quedamos los cuatro, y al llegar al desvío del sendero que marcaba Pío de Sajambre, nos desviamos hacia él. Nos metimos entonces en un mar de helechos dónde nos sacamos unas fotos. En el cielo seguíamos viendo bellos contrastes de contraluces con las nubes y cimas. Unas señales iban guiando esta ruta que se metía directamente al fondo del valle. Pronto encontramos algunas empalizadas de praderías y también majadas. Nos metimos entonces en un estrecho corredor con algo de arboleda hasta llegar a otro grupo de majadas, podrían ser La Cruceta, según el mapa que ahora veo.
En algunos tramos largos dejamos de ver señales, y eso mosqueaba a Juan, que no iba muy convencido de habernos desviado. Para colmo le hicimos creer que tampoco nosotros íbamos muy orientados, por lo que desconfió aún más. De vez en cuando veíamos el pueblo entre la arboleda, aunque dijimos que era Ribota. Qué malos somos.
En la parte baja se cerraba mucho la vegetación, aunque el sendero estaba limpio y marcado. No tardamos en ponernos paralelos al arroyo pocos metros por encima. Por allí escuchamos voces de personal que estaba cercano a éste, aunque no vimos a nadie. Álvaro se hizo un rasguño en un brazo con alguna zarza de las que cruzaban la senda.
A las 19:20 horas enlazábamos con el camino de subida a la altura del molino, al que ahora nos acercamos. A él entraba una canalización, seca en esos momentos, y por una puerta vimos la rueda de palas. Curiosamente, aunque se le veía ruinoso, el tejado estaba en perfecto estado.
Estando allí llegó parte de los compañeros, que descubrimos, eran los que habíamos oído al lado del río en el que algunos se dieron un chapuzón. Nos restaban ahora subir los 40 metros hasta Pío. Entre la arboleda vimos una bella postal de Peña Beza y el Canto Cabronero con la luz anaranjada del atardecer así como el pico Jario. Por detrás teníamos todo el cordal del Niajo, desde el Porro Cervaliza a la cumbre secundaria de éste. Las nubes, tipo algodón, también formaban bonitos cuadros con los colores del ocaso.
A las 19:35 horas entrábamos nosotros en Pío llegando poco después a los coches. Allí cerca había una fuente en la que nos refrescamos los pies y nos cambiamos el calzado. Cercana vimos una bonita casa de piedra y madera. Pasaban unos minutos de las ocho de la tarde cuando emprendimos el regreso. En Oseja estaban Nati y Camino en la terraza de uno de los bares donde nos acomodamos el resto a tomar un refrigerio. Camino había llevado una especie de empanada y un bizcocho que degustamos cómodamente allí sentados, así como unas nueces y un cascador que dio mucho que hablar.
A las 21:20 horas nos pusimos de camino a León. Ascendimos el puerto Pontón y dejamos atrás luego el pantano. Al llegar al desvío de Boñar lo tomamos y en éste nos dirigimos hacia Puente Villarente en el que giramos a la capital. A las 23:30 horas llegábamos a Guzmán dónde nos encontramos con nuestro compañero Alex, que estaba trabajando. Minutos más tarde dejaba a Mª Jesús en casa y cerca de la medianoche llegaba yo a la mía.
Así rematamos una jornada más de montaña con buen transcurso y resultado. Vamos de esa forma acercándonos al final del calendario de este año y con miras a preparar ya el siguiente.