lunes, 20 de noviembre de 2006

I MAGOSTO "CUMBRES DE LEÓN" "BRAÑAS DEL SIL" 19-11-06

 


I MAGOSTO “CUMBRES DE LEÓN” 
.
1ª TRAVESÍA: “PALACIOS DEL SIL- BRAÑAS DE CHOURINAS Y FANALES”.

19-11-06       (Domingo)

Tras el fallido intento del pasado año por culpa de la climatología, este presente hemos podido realizar el I Magosto “Cumbres de León”, que por desgracia también puede ser el último, dado el nulo interés de los socios a la hora de la preparación y sobre todo en la participación. Tan solo cinco socios fuimos los animados al mismo a los que hay que añadir otro ex-compañero del club que nos acompañó en esta ocasión. Tras la baja de otros tantos a última hora, estos fuimos los animados para tomar parte en este evento: Álvaro, José Antonio, José Luis, Ricardo y yo. El acompañante no era otro que Fernando, marido de Guiomar, también antigua compañera de fatigas, ahora residentes en la vecina Asturias. A pesar de la escasa asistencia, no resultó del todo mal la jornada teniendo en cuenta también la pésima climatología que de nuevo éste año nos jugaba una mala pasada. De todo ello doy cuenta en las líneas siguientes.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán: José Luis, José Antonio, Álvaro y yo. En las cercanías del colegio Quevedo se unía Fernando. Siendo cinco los participantes que salíamos de León, intenté llamar a Ricardo que estaba en San Emiliano para ver si él tenía el coche disponible y así solo llevar el mío desde aquí. Como no me fue posible y para no arriesgarnos, optamos por llevar también el de José Luis. De esa forma emprendimos el viaje ya con la lluvia y el cielo completamente cerrado de negros nubarrones.
En La Magdalena paré a llenar el depósito de la furgoneta antes de entrar a en la autopista. Mientras los otros decidieron ir por Omaña, nosotros teníamos que recoger a Ricardo en el pueblo y teníamos que ir por Babia. Tras pasar el puente colgante abandonamos a autopista viendo el pantano de Luna bastante más recuperado de su sequía. Ya en San Emiliano recogimos a Ricardo sobre las nueve y sin más continuamos el viaje hacia Villablino en el cual nos desviamos por la carretera de Ponferrada hasta Palacios del Sil donde ya estaban Fernando y José Antonio.
En el Bar Monica estuvimos tomando un café y dejamos los cinco kilos de castaña, ya que ellos se habían ofrecido a asárnoslas a través de José Antonio, que era el que se había movido para prepararlo yendo días antes a ver la ruta y demás.
Ya eran las 10:30 horas cuando emprendimos la marcha atravesando Palacios del Sil y saliendo por un camino entre numerosos castaños. Poco a poco comenzamos ascender por el mismo cuando de pronto vimos salir dos ardillas de entre unos matorrales. Una de ellas se escondió enseguida mientras qua la otra trepó a un árbol y la vimos como pasaba entre el ramaje con gran agilidad. Unos metros más adelante atravesamos un puente sobre el río Palacios, encontrándonos a continuación un tramo cementado y bastante empinado. Al final del mismo vimos una especie de pared alta de piedras y poco después comprobamos que se trataba de un antiguo canal que cogía el agua más arriba y en cuyo final tenía un sumidero por el que caía hacia un generador eléctrico. El lugar se conoce como Fervencia.
El estrecho camino ahora empedrado continúa empinado entre algo de arboleda y matorral. Encontramos en él un alambre cruzado por lo alto y con cintas de plástico colgando. Suponemos que se trataba de una barrera para el ganado. No tardando vemos las primeras edificaciones, algunas derruidas. En el medio del camino encontramos varios huesos de grandes dimensiones y no muy antiguos. En los prados bajos pastan algunos caballos que nos miran al pasar. En una casa cercana vemos un antiguo carretillo de rueda metálica.
Así salimos a una ancha pista que también sale del pueblo y que da más rodeo por la parte alta. Enseguida topamos con una fuente y su pilón de piedras donde hacemos una breve parada. Por la parte derecha vemos grandes pedreros mientras que por la izquierda continua el bosque hacia el río. En la parte contraria del valle se distinguen largas cascadas entre las rocas.
Sobre las doce del mediodía llegamos a las Brañas de Chourinas. Se trata de tres edificaciones bien conservadas y restauradas usadas antaño durante los meses estivales para el cuidado del ganado y los prados y en la actualidad posiblemente como residencia vacacional. Bajo el porche de una de ellas estuvimos un rato y algunos tomaron un tentempié.
A partir de ellas el camino se convierte en sendero que hace de arroyo en numerosos tramos. Las piedras abundan en el mismo con el correspondiente peligro de resbalón. Poco a poco nos vamos metiendo en la niebla que se cierra alrededor de nosotros dando al paisaje un matiz un tanto misterioso. Así alcanzamos las Brañas de Fanales, 15 minutos después de salir de las anteriores. Al contrario que ellas, aquí solo se pueden contemplar los restos totalmente derruidos de las mismas en una amplia explanada.
Continuamos sendero arriba pasando al lado de un bonito manantial entre una piedra en el suelo. No tardando tenemos que cruzar el río que todavía en esa altura apenas si lleva caudal. Nos dirigimos ya hacia la collada subiendo una fuerte pendiente y atravesando otro ramal del arroyo. El sendero serpentea por la empinada ladera en cuyo alto se encuentra la collada. Antes de llegar a ella pasamos al lado de un pequeño montón de nieve, la primera de la temporada. En la misma collada encontramos un gran nevero en el que nos hacemos una foto. Eran las 13:20 horas. el podómetro marca 4,800 Km.
La intención ahora es continuar la senda que llega a una bifurcación hacia el pico Cueto del Oso y por otro lado baja al valle de Pedroso. La niebla espesa, la lluvia y algo de viento dificultan la visibilidad. José Antonio es el que conoce la ruta y va de guía. El sendero sube muy suavemente por la loma unas veces entre matorral rasurado y otras entre altas escobas. La visibilidad es muy reducida y no vemos el cercano pico. José Antonio se desvía del resto que quedamos a la espera sin que regrese. Avanzamos por el sendero hitado viendo que éste se divide más adelante sin que ninguno llegue a sitio alguno. Cuando nos reunimos optamos por bajar unos metros hacia lo que parece ser el valle bueno, pero comprobamos que se cierra de maleza y subimos de nuevo.
De estar parados nos quedamos fríos y decidimos volver por el mismo lugar y no complicarnos más. Con la brújula y el mapa nos orientamos un poco, situando al menos la ubicación de los valles. José Antonio no queda conforme y vuelve a inspeccionar de nuevo lo anterior, por lo que hay algo de mosqueo cada uno marcha a su aire. José Luis y Fernando se adelantan mientras Álvaro, Ricardo y yo quedamos por detrás. Durante unos minutos estamos desorientados por completo hasta que damos con la senda y retomamos el regreso. Por detrás aparece José Antonio que no logró dar con la ruta buena al faltar varios hitos en ella.
Así alcanzamos de nuevo la collada tras una hora por la parte alta. Comenzamos el descenso por el mismo sendero serpenteante. Por la parte izquierda pueden verse numerosos grupos de árboles de hoja marronacea que destaca sobra la roca gris. Cruzamos el arroyo y encontramos unas flechas blancas que señalan otra dirección diferente de la ruta que llevábamos. José Antonio vuelve a separarse para investigar mientras yo continuo bajando hacia el fondo del valle. No tarda en alcanzarme mientras el resto ya se a adelantado y no se les divisa. Por el estrecho sendero descendemos pasando de nuevo el río Palacios y llegando poco después a las Brañas de Fanales. En esos momentos vemos como por detrás se abren las nubes viéndose unos instantes el azulado cielo, aunque no tarda en cerrarse de nuevo. Por la izquierda veo un bonito canal en la roca por el que baja un buen chorro de agua. Al lado del camino hay algunos acebos cargados de rojos frutos.
Camino de Chourinas, en un tramo de piedras y losas resbaladizas, se me va el pie dándome una buena culada y un golpe seco en el codo derecho que me produce un fuerte dolor además de una pequeña herida.
A las 15:20 horas llegamos José y yo a las Brañas de Chourinas donde el resto ya está acomodado comiendo. Bajo el porche anterior nos ponemos también a lo mismo durante veinte minutos antes de volver a la marcha. José Antonio se pone en contacto con el del bar para decirle donde andamos y que vaya preparando las castañas.
Por el ancho camino vamos descendiendo poco a poco entre pedreros, bosque y helechales volviendo a pasar al lado de las casas cercanas. La niebla abre y por delante vemos algunas cimas. Ahora vamos Álvaro y yo juntos por detrás. En la fuente sacamos una foto y poco después llegamos a la bifurcación de la pista superior y el camino de abajo. Por éste último bajamos las empinadas pendientes de este tramo entre escobas y raíces de los árboles que salen a través de la tierra escomida. Enseguida nos situamos paralelos al canal empedrado y luego bajamos el trozo cementado. De frente vemos ahora laderas repobladas y llenas de fundas blancas protegiendo las plantas.
Salvamos el río por el puente sobre éste entrando en el último tramo hacia el pueblo. En el cauce se veían rápidos y revueltas entre verdes prados moteados por las hojas de los árboles. Poco antes de entrar en Palacios encontramos a José Antonio hablando con una vecina del lugar.
A las 16:35 horas llegamos al pueblo. En esos momentos comienza a llover de nuevo tras un rato conteniéndose. Allí ya están los otros tres compañeros cambiándose y hacemos lo mismo. Fernando tiene mucha prisa ya que precisa pasar por León antes de marchar para Asturias, por lo que decide no entretenerse más. Nosotros nos acomodamos en unas mesas del bar a comer las castañas aún calientitas y bien asadas invitando a los que juegan la partida al lado. Haré aquí el apunte de que, si llevamos nosotros las castañas de aquí siendo como es aquello tierra de ellas, fue porque le dijeron a José Antonio que ya no quedaba nadie que las vendiese.
Allí sentados degustamos las riquísimas castañas acompañadas por refrescos o sidra. Nadie era de vino. Por supuesto que sobraron unas cuantas de los cinco kilos llevados y que luego repartimos en bolsas para cada uno. Era todo un poco insólito, pero no por ello menos interesante.
Poco antes de las 18:30 horas, ya anochecido, emprendimos nosotros el regreso. Atravesamos Villablino con dirección a La Magdalena. Con bastante precaución debido a la lluvia y al estado de la carretera, con tramos en obras y numerosas curvas, llegamos al desvío de San Emiliano. Entramos en éste a dejar a Ricardo antes de continuar el viaje. Volvimos a entrar en la autopista para evitar el tramo del pantano saliendo en La Magdalena. Sin novedades, y mientras cesaba la lluvia, fuimos avanzando hacia la capital donde entramos sobre las 20:15 horas. Aquí dejé a José Luis donde Quevedo, a José Antonio donde su casa y a Álvaro en el Paseo Salamanca donde tenía el coche. En pocos minutos llegué yo a casa tras recorrer 118 Km desde Palacios del Sil.
Con ello terminamos este magosto un tanto peculiar, pero que después de todo no tuvo tan mal resultado. Bien es cierto que no merece la pena preparar tanto una actividad para luego ir cuatro, cosa que, como ya apunté, se tendrá en cuenta en próximas ocasiones, si las hubiese.