lunes, 28 de enero de 2008

BOSQUE DE ACEBOS DE OMAÑA Y LA CAMPONA (Villanueva de Omaña) - 27-01-08

 


1ª TRAVESÍA “BOSQUE DE ACEBOS DE VILLANUEVA DE OMAÑA” . 1ª ASCENSIÓN A “LA CAMPONA”.

27-01-08           (Domingo)

Siguiendo el calendario previsto, salimos este domingo para recorrer una bonita travesía en la comarca de Omaña, ruta que completamos con la ascensión a La Campona, cumbre de escasa altitud pero de gratificantes vistas de toda la zona.
A las 9:00 horas nos reunimos en Guzmán Juan, Álvaro, Roberto y yo. Roberto es un componente nuevo del club que se ha animado a participar con nosotros. A la salida de León se nos unió Javier con su coche. En éste y el mío emprendimos el viaje hacia La Magdalena donde nos desviamos hacia el valle de Omaña. Ya en Riello nos esperaban los últimos componentes de la actividad: José Antonio con su hijo Fernando, su hermano Valentín y Christian, un nieto de éste último. En casa de Valentín estuvimos unos minutos en los que nos invitó a desayunar de nuevo un trozo de tarta de manzana casera que estaba ................. De nuevo en marcha se nos unieron con el coche de Valentín para recorrer los escasos kilómetros que nos separaban de Villanueva de Omaña, (1200 m). A éste llegamos sobre las 10:15 horas aparcando los coches en una plaza de cemento por encima del río Pequeño. En este pueblo vive Esther, una amiga de Álvaro con la que había quedado y allí estaba a nuestra llegada.
Nos preparamos en pocos minutos y cuando eran las diez y media comenzamos la ruta saliendo del pueblo por una calle hacia el valle del río apuntado. Las casas eran en su mayoría de piedra y pizarra. Por nuestra izquierda bajaba el río en cuyos márgenes había numerosos prados blancos de la fuerte helada. Donde el agua se había acumulado formaba una capa compacta de hielo. Algunos árboles despoblados de hoja escoltaban las orillas del ancho camino. Tras recorrer algo menos de un kilómetro llegamos a un puente sobre el río Pequeño pasando por él a la parte contraria. Nos dejó de dar el sol y entramos en una zona sombría donde el camino se encontraba cubierto de nieve helada. Comenzamos entonces a ver algunos ejemplares de acebos según íbamos ascendiendo suavemente.
Como digo, el camino se encontraba prácticamente cubierto por la nieve y el hielo, lo que provocó sendas caídas de Juan y Álvaro sin mayores consecuencias. Esther nos abandonó allí para regresar al pueblo. El resto continuamos valle arriba. Por detrás quedamos Álvaro, Roberto, Juan y yo que alcanzamos a los demás cuando el camino daba un brusco giro a la derecha.
Del único que no sabíamos nada era de Javi que iba con la intención de hacer la ruta rápido y bajar a comer abajo.
Comenzó a darnos el sol cuando cambiamos el rumbo por la otra parte del valle entre escobas y robles. Allí paré a quitarme la cazadora y tras andar varios metros después me avisaron que no llevaba los bastones, costumbre habitual que me va a volver a costar el perderlos. Como la pendiente no era fuerte, no eran muy necesarios. Hacia nuestra derecha caía ahora el valle al fondo del cual se emplazaba Villanueva visible entre los árboles.
Abandonamos el camino y entramos al bosque de robles donde habían parado los que nos precedían a tomar un tentempié. Álvaro sacó una tableta de turrón de la que dimos cuenta también. Mientras volvimos a quedar detrás y por intuición nos fuimos guiando entre la arboleda bajando unos metros para volver al camino que antes habíamos dejado, pero en otro valle diferente. En éste sí que nos encontramos con un verdadero bosque de acebos incluso cargados de frutos rojos que destacaban entre las verdes hojas de los mismos. Observamos, y luego nos lo confirmaron, que había de dos clases, con las hojas puntiagudas y con ellas lisas.
Nos dirigíamos a la cabecera de este otro valle cuando vimos entre los robles un rebeco o algún animal parecido. Bajaba hacia el camino, pero dio la vuelta al oírnos. Al llegar a dicha cabecera volvimos a girar en sentido contrario ya por un sendero apenas perceptible. Bastante por encima veíamos unas peñas que supusimos eran parte del alto de La Campona. Optamos entonces por dirigirnos directamente hacia ellas y nos disgregamos ladera arriba cada uno por una parte. A mí me parecía que por encima había un camino ya que veía una armadura de piedras. Al llegar a ella comprobé que solo se trataba de una división de fincas, aunque a su orilla parecía transcurrir un sendero que subía en dirección contraria a la que el resto llevaba. Allí me reuní con Valentín y el niño optando por seguir dicho sendero entre los robles donde nos cruzamos con un perro que bajaba. Sorteando los troncos y ramas salimos a campo abierto mas tarde encontrándonos entre retamas de escobas quemadas que nos dificultaban el avance.
La pendiente se hizo pronunciada según íbamos ascendiendo, lo que aumentaba el esfuerzo requerido. Valentín subía a Christian a hombros algunos trechos o le ayudaba a salvar las ramas que se cruzaban por todos los lados. Ya cerca de arriba les dejé detrás y trabajo me costó alcanzar la cresta. Me dio una especie de pájara y al alcanzar la parte alta tuve que comer una manzana para reponer fuerzas.
A la una de la tarde llegué a este alto desde el cual había una amplia vista de numerosas cumbres que luego enumeraré. En la cima de las peñas que veníamos viendo pude distinguir a Javier. Lo que no sabía era si se trataba de la cumbre o no de La Campona. Me entretuve sacando algunas fotos y reponiéndome un poco y mientras alcanzaron la cresta Valentín y Christian más adelante de mi posición. Siguiendo la línea de cumbre había una alambrada paralelo a la cual subía un camino. Por él fui avanzando pisando algunos trozos de nieve. Por delante iba la pareja que se había desviado hacia las rocas haciendo yo lo mismo al llegar a su altura. Comprobé luego que no hacía falta subir del todo ya que la cumbre estaba más adelante, por lo que las bordeé para volver de nuevo al lado de la alambrada. Por el sendero fui avanzando hasta que llegué al lugar donde estaba Álvaro y donde fueron llegando los demás. Éste me comentó que había estado con Javi y que había seguido el sol para delante. Por otro lado, Valentín había tenido que retroceder al perder el walkie que llevaba pocos metros antes. Con la ayuda del otro pudo localizarlo entre unos matorrales.
Al reunirnos de nuevo retomamos juntos la marcha hacia la cumbre en sí donde se veía un punto geodésico. Por detrás del mismo y un poco a la izquierda, comenzamos a ver una densa humareda. La pendiente era muy suave y el sendero transcurría por zona de hierba alta tumbada. Pasamos algún nevero aislado así como una pequeña zona de roca. En uno de los neveros metió la pierna Christian y no podía salir.
Siguiendo la alambrada continuamente nos llevó directamente al hito de la cumbre situado en un penacho de rocas. Eran las 14:00 horas y habíamos caminado 4 Km. La altitud de esta cumbre varía de un mapa a otro, pero la media que se puede tomar es de 1800 metros.
Enseguida vimos el origen del humo, siendo un gran incendio en la zona cercana de Murias de Paredes. Se podían incluso distinguir las llamas en la ladera. No siendo suficiente, por la parte sur aparecía otra gran humareda hacia la zona de Igueña. José Antonio dio aviso de ambos por el móvil.
Nos reunimos en torno al hito para sacar una foto de grupo. El día era casi primaveral, pero hubo que abrigarse un poco para no quedar fríos debido al vientecillo que soplaba. Luego nos fuimos acomodando algo por debajo de vértice para comer. Dejamos nuestra tarjeta en un bote y señalizamos el lugar un poco con un rotulador, ya que no había buzón. Fernando nos atrincheró en la cima tirándonos bolas de nieve de un nevero. Alguna atrapamos para devolvérsela hacia abajo.
Desde aquella altitud podíamos ver numerosas cumbres conocidas y muchas ya ascendidas. Hacia el norte destacaba el macizo del Montigüero y otras cumbres de Somiedo. Algo mas al este y en primer plano, teníamos el alto de La Cañada, Penouta, Rabinalto, etc. así como varias cimas de la zona de Luna. De sureste a suroeste contábamos las cumbres del Suspirón, Arcos de Agua, Sesteadero o Catoute. Incluso al fondo se podía ver la silueta del Teleno. Al oeste se alzaba el Tambarón y el Nevadin y de nuevo girando a norte, las cumbres cercanas a Villablino.
Minutos después de las 15:30 horas emprendimos el descenso. Lo hicimos hacia el mismo lugar pero cogimos el camino que pasaba a unos metros de la alambrada. Recorrimos unos metros por él y lo abandonamos para bajar desde allí hacia al valle de subida, pero por otra vaguada. Por debajo vimos la cabaña por la que teníamos que haber pasado. Volvimos a enlazar con otro camino que se dirigía hacia ella y lo tomamos. Aprovechando los pequeños neveros nos “vengamos” de Fernando arrojándole nosotros ahora las bolas de nieve.
El camino transcurría por la ladera dando un brusco giro antes de llegar a la campa donde estaba la cabaña con un gran corral circular de piedras. Atajamos hacia él antes de llegar a su altura y ver el interior de la caseta. En ella había un zócalo de cemento en dos de las paredes y otro de madera. Del medio del techo salía un tubo a modo de chimenea y una campana de madera recogía el humo hacia la misma.
De nuevo en el camino nos metió enseguida entre robles escasos de hojas. Volvimos a pisar nieve en algunos tramos más sombríos. Por la izquierda bajaban algunos regatos de agua que cruzaban el camino valle abajo. El sol del atardecer daba un bello tono rojizo al bosque. Poco a poco fuimos teniendo una amplia panorámica de los dos valles por los que habíamos subido y los caminos en ellos.
En una curva del camino estaban aparcados dos todoterreno de cazadores. A las 16:55 horas vimos Villanueva de Omaña al final del valle de Río Pequeño. Aún le daba el sol a parte de él y pude sacar una bonita foto del mismo. Para llegar, el camino describía varias curvas cerradas en zigzag. Álvaro quería atajarlas, pero le decíamos que las escobas no eran buen terreno. Al final nos decidimos y nos echamos los dos campo a través, aunque lo cierto es que no ganamos tiempo alguno ya que salimos a la vez que los demás. A Valentín y el nieto ya se les veía casi cerca del pueblo. Aquí recibí la llamada de Javi que estaba en Riello con Amador, con quien había comido allí. Me dijo donde tenían los coches y que iban a dar un paseo por el pueblo por si llegábamos antes de irse ellos.
Todavía hicimos un último atajo desde el camino directamente a la plaza donde estaban los coches aparcados ganando esta vez a Juan que había seguido el mismo. A las 17:20 horas terminamos nosotros la ruta tras 10 Km. recorridos. Allí estaba la Esther de Álvaro con “Chispa”, su perrita. Nos invitó a visitar el molino restaurado y nos dirigimos hacia su emplazamiento a orilla del río. En el interior de la caseta puede verse la tolva del grano, la piedra y el mecanismo que la mueve con la fuerza del agua que entra por una canal al mismo. Estaba trabado y no lo vimos funcionar, pero realmente lo han dejado muy bien restaurado.
A las 17:40 horas emprendimos el regreso tras despedirnos de Esther. Sin novedades llegamos a Riello donde paramos. Miramos a ver si estaba Javi y Amador, pero ya habían marchado. Entramos a casa de Valentín que enseguida sacó merienda para todos. Mas de una hora estuvimos allí antes de reemprender el regreso a León. Por la serpenteante carretera recorrimos los 14 Km. hasta La Magdalena y de aquí los 32 a León. Ya en la capital dejé a Álvaro, Juan y Roberto en Guzmán y poco antes de las ocho y media llegué a casa.
Buen resultado para esta segunda actividad del club de este año. Una travesía bonita y una ascensión sencilla pero con vistas espectaculares y amplias.





























lunes, 14 de enero de 2008

VALLES DE OCEJO DE LA PEÑA - 13-01-08

 

1ª TRAVESÍA “VALLES DE OCEJO DE LA PEÑA”.

(Intento de Ascensión al Pico Cerroso).

13-01-08       (Domingo)

Hemos comenzado las actividades del club de este año con no muy buen pie. La mala climatología nos ha impedido alcanzar la cumbre de este pico situado algo por encima de Cistierna y que yo mismo propuse en el calendario. Después de todo aprovechamos la mitad de la jornada para hacer una travesía circular por la base del mismo que a mí me sirvió al menos para “desentumecerme” tras mes y medio sin salir, desde el Belén de Cumbres del pico Cueto de Prioro.
Seis fuimos los que nos animamos a esta primera salida del año del club, que por otro lado ya esperábamos con tiempo revuelto tras las previsiones y lo visto en días previos. En Guzmán nos juntamos Antonio, José Luis, José Antonio y yo agregándose luego Javi F. en La Granja y Álvaro en Villaobispo. Sobre las 8:45 horas emprendimos el viaje por la carretera de Santander hacia Barrio de Nuestra Señora donde giramos a Boñar. Antes de éste se encuentra una rotonda donde giramos hacia Cistierna pasando por Sabero y otros pueblos cercanos. Ya por la carretera de Riaño, y a pocos metros de enlazar con ella, se encuentra el desvío a Santa Olaja de la Varga y Ocejo de la Peña. Hacia éste primero entran dos carretera y cada uno lo hicimos por diferente encontrándonos en este pueblo para seguir luego entre un bonito desfiladero con dirección a Ocejo. En este pueblo aparcamos los dos coches, el de Javi y el mío, y nos preparamos para la ruta. Las nieblas se cerraban arriba y no se preveía mejoría.
A las diez de la mañana comenzamos a caminar saliendo del pueblo cada uno por una parte, por que variar. Mientras que Javi se decidía por una garganta, los demás lo hicieron siguiendo un camino que partía por encima de la iglesia. José Antonio cambió de parecer y siguió a Javi por el medio del desfiladero siguiendo el reguero. Desde el camino tuvimos una bonita vista del pueblo desde lo alto.
A mí me parecía que no íbamos con buen rumbo por aquel camino ya que se dirigía con sentido contrario al que estaba el pico. Se lo dije a Antonio y a Álvaro, que eran con los que iba, ya que de José Luis no sabíamos nada. Se había adelantado y no estaba ya a la vista. Optamos por abandonar el camino y subir por una vaguada directamente. Pasamos un tramo de arboleda y por una fuerte pendiente alcanzamos la parte alta. Al lado de un arbusto veíamos una persona y creíamos que era José Luis, comprobando luego que era un cazador que nos dijo que éste había pasado hacía un rato por allí. Igualmente nos indicó un poco la dirección a seguir hacia el pico. La niebla se iba cerrando cada vez más en torno a nosotros.
Siguiendo lo que parecía un camino llegamos a ver la vaguada por la que estaban subiendo José A. y Javi. El primero de ellos se dirigió hacia nosotros mientras que Javi continuaba hacia arriba. Los cuatro retomamos la marcha subiendo por aquel camino que nos llevó bajo las paredes del pico Moro, que nos era imposible distinguir entre la cerrada niebla. Avanzamos paralelos a la falda del mismo pasando luego una cancilla para el ganado. Yo vi por delante que se nos unía alguien y pensé que era José Luis, cuando resultó ser Javi.
En el camino comenzamos a pisar algunos neveros y a travesamos luego un pequeño arroyo. Los matorrales se encontraban cubiertos por una fina capa blanca de escarcha. Soplaba viento y era frío. No tardamos en alcanzar una pequeña collada donde cambiamos de vaguada, aunque estábamos completamente desorientados. Al menos seguía el camino más o menos visible y en último recurso podíamos retroceder sobre nuestros pasos. En la nieve que lo cubría vimos algunas huellas que podían ser de José Luis, aunque lo desechamos ya que estaban demasiado heladas.
Comenzamos a bajar suavemente entre escobas encontrando a la izquierda los restos de unos corrales. Más adelante había una pequeña fuente hecha con un bidón metálico al que caía un chorro de agua de un tubo plástico. José Antonio se desvió unos metros para inspeccionar el terreno regresando al poco al camino. Alcanzamos luego una bifurcación y comenzamos a subir por otra vaguada por la que bajaba un arroyo y en la que vimos algunos chopos altos.
No tardamos en llegar a una caseta de ladrillo medio derruida donde nos sacamos una foto de grupo. Eran las 11:50 horas. Javi decía que podría ser allí el punto de partida de la loma del Cerroso, pero era imposible saberlo sin visibilidad alguna. Optamos por continuar por el camino, que teóricamente nos enlazaría con el que venía desde Argovejo hacia Ocejo, según nos había comentado también el joven con el que nos cruzamos. José Antonio también había hecho esa ruta alguna vez anterior, pero con niebla todo queda distorsionado.
Por nuestra derecha, mas o menos el Este, soplaba un fuerte viento que arrancaba la escarcha de los matorrales arrojándola sobre nosotros. Subiendo y bajando de continuo en pendientes suaves llegamos a la altura de una laguna helada cercana a unas minas, por lo que dijeron ellos. Además se veía el terreno negro típico de esas zonas. Antonio y yo bajamos un momento a ella para sacarnos unas fotos a su orilla y no tardamos en retomar la marcha. Enseguida llegamos a otra zona de arboleda en trono a un arroyo donde el camino dio un brusco giro. Nos encontrábamos mas o menos en la cabecera del arroyo principal que bajaba a Ocejo de la Peña. Por encima de nosotros estaría situada la collada de La Canalina desde la cual también se podía ascender al Cerroso. Eran las 12:30 horas.
Cerca del camino había una enorme roca que entre la niebla podía confundirse con una caseta. Al lado mismo del camino bajaba el pequeño reguero por la parte derecha. Tras unos metros de descenso variamos la pendiente y comenzamos a subir suavemente pero un desnivel algo considerable. En esos momentos comenzaban a caer copos de nieve helados en forma de granizos diminutos y poco a poco fue arreciando. Por nuestra izquierda se bifurcó otro camino que no cogieron continuando por el principal que zigzagueaba ahora de nuevo hacia abajo.
Tras un trecho más llegamos al Corral de la Cabaña donde otro camino por la izquierda se dirigía hacia Ferreras del Puerto. En el cruce, una señal indicativa marcaba 10 Km. a Argovejo por el camino que traíamos nosotros. Unos metros más adelante atravesamos un estrecho paso entre enormes moles donde estuvimos haciendo unas fotos, que ahora he visto como han salido borrosas por culpa de la humedad de la lente. El macizo de la izquierda se alejaba formando un murallón de varios metros de altura. El arroyo bajaba también por la izquierda nuestra y en sus márgenes se podían ver numerosos prados en los que vimos algunos caballos. Dos de ellos se nos acercaron cuando les llamamos. También las fotos que les saqué salieron mal por el agua.
No tardamos en divisar el pueblo Antonio y yo, que habíamos quedado rezagados. Escasos minutos después entramos en él cuando eran las 13:30 horas. Allí se encontraban todos menos José Luis, del que seguíamos sin noticias, lo cual ya nos mosqueaba a todos. Además, cuando le había llamado por el móvil no estaba disponible y ahora no había cobertura.
Sin más yo comí un bocata que llevaba mientras también algunos se cambiaban y poco antes de las dos emprendimos la marcha para ver si desde más abajo, ya fuera del valle, podíamos contactar con él. Al llegar a la altura de Santa Olaja de la Varga lo conseguí diciéndome que estaba en Aleje donde le recogimos. En un bar situado en el cruce hacia Boñar paramos a tomar un café e hicimos cuentas. Javi, que no había llevado comida, quería parar en Boñar a comer, aunque el resto queríamos venir a León directos. Resultó que había llamado Fernando, que veía de Riaño a la altura de Las Salas, aunque ya había comido también, por lo que decidimos emprender sin más el regreso a León.
Por la carretera de Sabero llegamos a la rotonda de Boñar decidiendo venir por La Vecilla para dejar a José Luis en La Valcueva. En este trayecto hubo un rato que se puso a nevar copiosamente. Ya por el Torío fuimos acercándonos a la ciudad donde entramos cuando eran las 15:20 horas y con la lluvia acompañándonos. En Guzmán dejé a José Antonio y a Antonio llegando a casa a las tres y media de la tarde.
Y de esta forma finalizamos la primera excursión del club de este 2008. Sin poder alcanzar el objetivo, al menos nos sirvió para comenzar de nuevo a funcionar tras el parón de fin de año. Como ya apunté, yo tenía ya ganas de salir tras mes y medio sin hacer actividad alguna.