lunes, 27 de agosto de 2007

BODÓN DE LUGUEROS (Valverde de Curueño) - 26-08-07

 

2ª ASCENSIÓN AL “BODÓN DE LUGUEROS”.

26-08-07                (Domingo)

Tras un cambio de última hora en la actividad prevista, la ascensión al pico Pienzu, en Asturias, nos hemos decidido a ascender esta cumbre cercana a Lugueros y a tan solo 50 Km de la capital. Tres fuimos los animados a realizar la misma: Luis, Álvaro y yo.
A las 8:30 horas pasó Luis a recogerme en su coche y seguidamente se unió Álvaro en Villaobispo. Por la carretera del Torío avanzamos hasta Robles de la Valcueva donde giramos a La Vecilla y en este, ya por el margen del Curueño, hasta el desvío de Valdeteja y Valverde donde llegamos poco después de las 9:30 horas. Delante se alzaba el macizo del Bodón iluminado por el sol del amanecer.
En una plaza aparcamos el coche y nos preparamos para la ascensión. Sacamos una foto de grupo antes de comenzar a caminar siguiendo una de las dos opciones factibles para alcanzar la cumbre desde dicho pueblo situado a 1260 metros de altitud. Desde allí se sube por la cara sur pudiéndolo hacer desde el collado del Castro, hacia el Este, o a través del collado de Valverde, por el Oeste. Elegimos este último itinerario al parecernos más suave, ya que el alternativo, por el que hace años subí yo, era más pronunciado a través de fuertes canales.
A las 9:50 horas salimos de Valverde por la calle de la iglesia al lado de la cual estuvimos unos minutos conversando con un vecino del pueblo. Siguiendo un camino pasamos al lado de una caseta de aguas y poco después fue estrechándose hasta convertirse en sendero. Éste iba sorteando algunos barrancos con tierra resbaladiza donde el apoyo no era muy fiable. Delante veíamos la collada Valverde a la que teníamos que llegar pasando por el paraje de El Viso, ladera de tierra y matojos bajos.
Antes de alcanzar la collada fuimos desviándonos hacia la derecha cruzando entre algunas formaciones rocosas hasta llegar a otro pequeño paso donde les saqué una bonita foto a contraluz. Desde allí nos restaban unos pocos metros más para llegar a la cresta desde la que tuvimos una amplia vista del valle contrario, el de Llamazares, así como varias cimas cercanas. Eran las 11:00 horas.
Aquí el sendero pasó a la parte norte permaneciendo pocos metros por debajo de la cresta. Al lado del mismo, entre los matorrales, vimos una enorme seta. Echando la vista al frente ya podíamos ver la cumbre del Bodón en la cual, con el zoom de la cámara, se acertaba a distinguir la cruz y el vértice geodésico. De continuo bajábamos y subíamos pequeños desniveles en los que encontramos algunos trechos rocosos donde la humedad hacía muy posible los deslizamientos. También pasamos un trozo donde hubo que destrepar agarrados a las peñas. Subimos luego a la misma línea de cumbres aunque no tardamos en volver a bajar de nuevo unos metros. Ya veíamos ahora Valdelugueros en el fondo del valle así como Tolibia y las cumbres del Mahón y el Rebueno hace poco alcanzadas por nosotros.
No tardamos en divisar una gran cueva al lado de la senda acercándonos a ella. Se trataba de una enorme cavidad de escasos metros de profundidad y con un gran “ojo” pasante en la roca superior. Solo nos restaba desde aquel punto una última subida de fuerte pendiente hasta la cumbre que ahora no era visible al situarse encima de la pared que teníamos delante y que había que bordear por la derecha.
Como ya íbamos viendo desde hacía rato, por el sur iba ennegreciéndose el cielo con signos inequívocos de tormenta. El calor bochornoso y las condiciones climáticas de los últimos días hacían prever que no nos íbamos a librar por la tarde.
Poco a poco fuimos ganando altura en este último tramo llegando poco después a dar vista a la canal por la que subí en aquella ocasión desde el collado del Castro. Muy pocos metros nos restaban a la cumbre que coronamos cuando eran las 12:35 horas. En la misma estaba el vértice geodésico y una cruz con buzón de donde recogimos una tarjeta dejando la nuestra luego. Antes de nada nos hicimos unas fotos en la cumbre y enseguida nos pusimos a comer en previsión de lo que se avecinaba. A través de un mensaje de mi hermana supimos que en León estaba descargando una fuerte tormenta, lo cual no era raro visto el aspecto del paisaje hacia el suroeste. Estaba completamente oscurecida esa zona y no tardamos en oír algunos truenos.
El paisaje desde aquella altitud de 1960 metros era realmente amplio contemplándose numerosas cumbres de la zona de San Isidro, Vegarada, Cármenes o Valdorria. Mientras comíamos comenzaron a caer algunas pintas de agua que nos hicieron poner los chubasqueros y apresurar el descenso. Luego resultó ser una falsa alarma que nos impidió disfrutar un rato más en la cumbre. A la una de la tarde comenzamos a bajar por otra canal más cercana y directa al valle. No sabíamos como estaría en la parte baja y sí que fue un poco arriesgado meternos en ella así. Cerca de las rocas vimos un grupo de cabras que se espantaron al vernos.
Tras haber bajado varios metros nos encontramos con un paso en una pequeña garganta donde tuvimos que agarrarnos a las rocas y destrepar. Luis iba un poco por delante y nos indicó que teníamos otro más complicado enseguida y optamos por unos metros a la izquierda para sortearlo por otro canalizo paralelo que se unía luego al principal. Por el sendero entre pedreros dejamos atrás dicho paso mientras el cielo se volvía a oscurecer por el sur frente a nosotros.
No tardamos en encontrarnos de nuevo ante otro destrepe donde el peligro residía en las piedras sueltas que había encima de él. Por ello fuimos bajando de uno en uno sin que los que quedaban arriba se moviesen un ápice para evitar la caía de piedras sobre el que estaba bajando. No tenía mayor dificultad que la comentada. A partir de allí pasamos un largo pedrero que nos llevó a una gran pradera. En ella hicimos una parada de unos minutos para sacar una foto con la cumbre detrás aprovechando un claro de sol en el cielo cubierto. A Luis se le había doblado una varilla del paraguas que llevaba atado a la mochila y lo soltó para enderezarla.
Continuamos valle abajo siguiendo los numerosos senderos que lo recorrían y que en su mayoría suelen ser del ganado. Pasamos al lado de una fuente cuyo pilón era una enorme bañera. Atravesamos varias pequeñas vaguadas con dirección a Valverde hasta entrar en un camino un poco más ancho y encharcado. En él me di cuenta de que se me había caído la gorra y tuve que retroceder unos 500 metros hasta dar con ella. Entre arboleda nos fuimos acercando al pueblo saliendo al camino por el que habíamos comenzado la ruta por la mañana.
A las tres en punto entramos en Valverde por la misma calle de salida. En pocos minutos terminamos la ruta en la plaza donde teníamos el coche. En una fuente cercana nos refrescamos antes de cambiarnos la ropa humedecida del sudor. En esos momentos lucía el sol entre las nubes. El podómetro marcaba 7,610 Km, aunque en ascensiones no es muy fiable por la longitud de paso y demás.
Quince minutos mas tarde emprendimos el regreso a León optando por hacerlo hacia la carretera del Torío por la collada de Valdeteja. En el tramo hasta el cruce cercano a Cármenes cayeron cuatro pintas de lluvia. Luego nos hemos encontrado con obras de ampliación de la calzada antes de la entrada a las Hoces de Vegacervera. En un bar antes de Matallana paramos a tomar un refrigerio e hicimos las cuentas de la gasolina antes de retomar la marcha. Sin novedades recorrimos el resto del trayecto hacia León y ya en la rotonda de Villaobispo dejamos a Álvaro y nos despedimos de él. Minutos más tarde, a las 16:45 horas, bajaba yo en Armunia a la puerta de casa.
De esa forma dimos por finalizada esta actividad improvisada del club de montaña. Por mi parte, fue la primera ascensión que hacía tras casi dos meses desde la solitaria del Correcillas.




















lunes, 6 de agosto de 2007

CAÑÓN DEL RÍO LOBOS (Ucero - Soria) 04/05-08-07

 


2ª TRAVESÍA “CAÑÓN DEL RÍO LOBOS”. (Soria).

04/05-08-07

Con un mes de retraso con respeto a lo programado hemos realizado por fin esta bonita travesía por el Cañón del río Lobos, en la provincia de Soria. Aunque del club solo asistimos dos personas, Álvaro y yo, la salida es oficial del mismo. Tras anular una marcha nocturna, nos animamos a retomar como digo, esta actividad del pasado Julio resultando en esta ocasión todo un éxito a pesar de las malas previsiones meteorológicas que siguen sin dar tregua este verano y que al menos no fueron del todo adversas este fin de semana.
Siete fuimos los animados a realizar esta marcha divididos en dos grupos. Por una parte Cundi y Miguel marcharon el sábado por la mañana y con intención de quedarse unos días mientras que Álvaro, Macrina, Merce, Irene y yo lo hicimos por la tarde para volver el domingo tras la marcha. El resumen de lo acontecido es el que paso a relatar en las siguientes líneas.

SÁBADO 4
Sobre las 18:20 horas llegaron los cuatro compañeros en el coche de Álvaro que quedó en la cochera. En la furgoneta mía cargamos todo el equipaje como mejor pudimos en el maletero e incluso algo bajo los pies de los pasajeros de atrás. 20 minutos más tarde emprendimos el largo viaje de 300 Km hacia Ucero, en Soria. En Ribaseca cogimos la autovía de Benavente enlazando luego a la de Burgos por la que fuimos avanzando hacia esta capital. El calor bochornoso formaba calima en el paisaje y dentro de la furgoneta no hacía menos. La velocidad impedía abrir las ventanas delanteras y solo un poco las traseras. La de burgos ya está enlazada con la BU-30, una ronda que nos llevó hasta la N-I por la que circulamos unos escasos kilómetros antes de salir hacia Soria por la N-234 en Sarracín.
Ya por esta carretera dejamos atrás Salas de Los Infantes y llegamos a San Leonardo de Yagüe donde se encuentra el desvío a Ucero. En vez de dirigirnos a éste, optamos por girar hacia Santa María de las Hoyas, en cuya carretera se encuentra el Puente de Los Siete Ojos, final de la ruta del cañón. A cuatro Km de San Lenardo está este punto donde hay un merendero y aparcamiento. A las 21:20 horas aparcamos el coche y nos acercamos hasta el puente situado a escasos 200 metros. Sobre el mismo pasa la carretera por la que veníamos y bajo él el cauce estaba seco por completo. Nos hicimos una foto antes de retomar el viaje regresando a San Leonardo para seguir por una comarcal hacia Ucero. En la misma había varias limitaciones de velocidad debido a una reserva de animales que existe en la zona. Antes de bajar al camping se encuentra el mirador de La Galiana desde donde se tiene una amplia vista de Ucero, el camping y parte del Cañón del Río Lobos. A esa hora la luz ya era escasa para sacar fotos y las que hice quedaron oscuras. Al día siguiente teníamos tiempo de hacer más.
Tras bajar unos dos Km serpenteando curvas dejamos atrás el desvío hacia el cañón y poco después llegamos a la entrada del camping “Cañón del Río Lobos”. Pues bien, una de las entradas me la pasé y para hacerlo por la otra tuve que dar un giro completo en la carretera para entrar en pendiente hacia éste. Nada más aparcar en recepción y bajar me dijo Álvaro que la rueda trasera derecha perdía mucho aire. Tras echar un vistazo comprobamos que la válvula se había metido entre el tapacubos y era por ésta por donde se escapaba si se movía. Tuvo que ser al entrar en curva y rozar en algún bordillo o algo parecido. Eran las 22:10 horas y llevábamos 300 Km exactos.
En recepción nos dieron la plaza para las tiendas y la furgoneta hacia la que entramos para montar las mismas. Cundi y Miguel no hacía mucho que habían llegado ya que habían ido parando por el camino viendo pueblos. Estaban en una plaza no lejos de la nuestra.
Sin pérdida de tiempo nos pusimos a montar las tiendas encontrándonos con un suelo tan duro que no entraban las clavijas y todas se nos doblaban. Ni con martillo conseguíamos hacerlo. Después de tenerlas montadas nos pusimos a cenar ya a las doce de la noche. A la hora de acostarnos pasamos un buen rato a costa del pijama de franela que llevaba Macri. A ella sí que le dio un ataque de risa. Aún estábamos en las tiendas metidos y se la oía reír. Pasada la una fuimos quedando en silencio ya que a las siete y veinte tenía puesto el reloj a tocar. Yo había llevado una almohada hinchable y aún así no acomodaba bien.

DOMINGO 5
A las 7:20 horas sonó el despertador y no fuimos levantando. Sin meter mucho ruido desmontamos las tiendas antes de desayunar. Avisé también a Miguel y Cundi para que fuesen preparándose. El problema que teníamos, y por eso nos levantamos tan pronto, era que había que llevar un coche hasta el final de la ruta para no tener que ir y volver, y había 23 Km ida y 23 Km vuelta. El cielo estaba parcialmente nublado y la temperatura era buena.
Eran ya las nueve cuando abonamos la estancia, que como dato apunto que fueron 13´00 € por la parcela y 4´75 € cada persona. Nos sacamos una foto de grupo antes de salir del recinto. Miguel y yo íbamos con los coches hasta el Puente de los Siete Ojos mientras ellos se acercaban caminando unos dos Km hasta el comienzo de la ruta. Llegamos a San Leonardo de Yagüe donde me desvié a la gasolinera para inflar la rueda un poco. Ya en el aparcamiento del puente dejé la furgoneta y emprendimos el regreso en el coche de Miguel. Al pasar por Casarejos nos detuvimos para buscar una fuente ya que Miguel no llevaba agua. Nos indicaron una frente a lo que podía ser el ayuntamiento. Retomamos sin más el viaje parando seguidamente un minuto en el mirador para sacar unas fotos ahora de día. Por encima de nosotros vimos unos nubarrones de no muy buen aspecto. Tras bajar la fuerte pendiente nos desviamos hacia el cañón por una estrecha carretera hasta llegar a aparcamiento donde ya estaban los compañeros esperando. Eran las 10:10 horas.
Del mismo parte una senda entre arboleda y ya se pueden ir viendo algunas paredes del cañón llenas de nidos de buitres, siendo una reserva natural de esta especie. Sobre el casi seco cauce del río han colocado enormes piedras a modo de puente por donde se puede pasar cómodamente de lado a lado. Paralelo a esta senda hay un camino ancho más pegado a las paredes por el que vimos pasar algunos ciclistas, a los que también está abierto el acceso. Nos cruzamos en este tramo con un gran rebaño de ovejas que pastaban en la alta hierba de la ribera acompañadas por un macho cabrío, varios perros y el pastor.
Sobre las 11:00 horas llegamos al paraje de la fuente de Valdecea, un curioso caño con manivela para sacar agua del mismo. Allí fue donde vimos los primeros buitres encaramados en las paredes del desfiladero. Siguiendo la senda del río atravesamos éste varias veces. A pesar de llevar poco caudal, donde se estancaba comenzamos a ver numerosos nenúfares en su superficie. No tardando llegamos a un desvío hacia un mirador situado según el indicador a 1,200 Km. Esta variante no la había hecho la vez anterior y decidimos acercarnos hasta él. Eran las 11:20 horas.
Por un camino comenzamos a ascender entre arboleda. La pendiente no era muy pronunciada, pero bajamos un poco el ritmo y nos distanciamos unos de otros. Entre el ramaje vimos como empezaban a colarse algunos rayos de sol que cambiaban totalmente el paisaje. Por un lado lo temíamos ya que la mayor parte de la ruta iba a ser sin sombra, pero la iluminación que le da al entorno merece la pena ese “sufrimiento”. En aquella ocasión habíamos tenido un día nublado y con lluvia buena parte de él.
En veinte minutos alcanzamos Álvaro y yo la parte alta del cañón donde se situaba dicho mirador. La panorámica mereció la pena el esfuerzo. Incluso desde allí podíamos ver el otro mirador, el de la Galiana, y un poco de la carretera que pasa a su lado. Cuando poco después llegó el resto sacamos una foto de grupo allí mismo. El podómetro marcaba 3 Km.
Sin más emprendimos el regreso hacia la parte baja del cañón para seguir haciendo la ruta principal. A las 12:05 horas llegamos a este cruce donde esperamos unos minutos para reunirnos de nuevo y dirigirnos hacia la ermita de San Bartolomé, punto clave de la ruta y uno de los más bellos de la misma situada a 500 metros. Enormes ejemplares de pinos se alzaban a ambos lados de la senda dándonos sombra durante un pequeño tramo antes de comenzar a abrirse el paraje ya cercano a la ermita. En medio de éste sendero había un tocón de árbol que alguno salto por encima.
Poco antes de llegar a la ermita se atraviesa un pequeño tramo pegado a la roca y con una valla de madera como protección hacia el río. Al otro lado de éste vimos el camino más ancho por el que también se accede a este punto de la ruta y el más apropiado para las bicicletas. También hay que atravesar un puente de madera donde la vez anterior tenemos hecha una foto de grupo. Como esta vez íbamos algo desperdigados no pude hacerla. Allí se cruzó un lagarto por delante de mí cuando estaba grabando.
La ermita cisterciense de San Bartolomé, cuyo origen se remonta a principios del siglo XIII, fue antaño seno de una comunidad de frailes templarios, según rezan las indicaciones de la misma. Como digo, el entorno de la misma es espectacular. Numerosas son las formaciones rocosas que se pueden contemplar en los riscos circundantes como los “ojos” existentes en algunas de ellas por donde se puede ver el cielo de atrás. La ermita construida con piedra y tejado de tejas se encontraba cerrada. Cerca de la misma se pueden ver dos enormes troncos ya secos de una gran circunferencia. Por detrás de la misma se alzan las paredes con innumerables cavidades donde anidan las rapaces. Era las 12:30 horas cuando llegamos a este idílico paraje.
A la sombra de un árbol estaban tumbados los compañeros adelantados tomando un tentempié. Numeroso personal paseaba o descansaba en las inmediaciones. Cundi, Miguel, Álvaro y yo nos acercamos entonces hasta la cercana Cueva Grande. Atravesamos el río por un puente y enseguida llagamos a su enorme entrada. Su profundidad es de unos 30/40 metros y en ella dicen que hay restos de pinturas rupestres, aunque es difícil localizarlos. Desde su interior se puede ver la ermita siendo ésta una de las fotos más típicas de la ruta.
De regreso donde estaba el resto alguien propuso subir hasta la gran abertura en la roca situada frente a la cueva y la ermita. Hacia ella nos dirigimos Álvaro, Macri, Merce, Irene y yo subiendo por senderos en la roca hasta alcanzar dicho punto a unos 50 metros por encima del camino. A través del agujero podía verse parte de la ruta que continuaba por el cañón y que íbamos a recorrer a continuación. También la ermita y la boca de la cueva tras la misma. En lo alto de los riscos seguíamos viendo algunos buitres al acecho.
Sacamos unas fotos y bajamos de nuevo para continuar la ruta que aún nos quedaba. El podómetro marcaba 5,600 Km. con los dos y medio de la subida al mirador, y aún nos quedaban unos 9 Km.
A las 13:40 horas retomamos la marcha por lo más espectacular del cañón. A partir de allí las paredes multicolor nos escoltaban el paso a ambos lados. En ellas podían verse desde tonalidades marrones y grises hasta las más oscuras pasando por un sinfín de matices. Los excrementos blanquecinos de las rapaces también cubrían una parte importante de los riscos. La vegetación se hizo un poco más escasa y dispersa. En el río seguíamos viendo infinidad de nenúfares y otras plantas acuáticas como juncos o cardos. También vi un par de ranas encima de los nenúfares y varios peces.
En un determinado punto de la ruta se emplaza El Colmenar de los Frailes. Se trata de varias colmenas construidas con troncos huecos de árbol y situadas en un saliente de la pared de las cuales recogían la miel los frailes templarios.
En las terrazas seguíamos viendo numerosos buitres así como volando sobre nosotros. El sol “picaba” y no tardamos en escuchar algunos truenos viendo hacia el norte como se oscurecía el cielo visiblemente. En un cruce de sendas había un indicador que señalaba la distancia al puente de Los Siete Ojos, siendo ésta aún de 6 Km. eran entonces las 14:30 horas.
En un arroyo que cruzamos algunos se refrescaron los pies antes de continuar. Poco a poco fuimos separándonos de nuevo quedando por detrás Cundi, Miguel y yo. Los negros nubarrones hacia los que íbamos no nos gustaban nada. En el alto de los riscos vimos un buitre que durante un rato equivocamos con una roca. Yo no dejaba de sacar fotos y grabar toda aquella maravilla.
De continuo nos íbamos cruzando con mas senderistas que hacían la ruta al contrario y varios ciclistas. El sendero serpenteaba entre la vegetación, que como digo no era tan espesa como en el primer tramo donde apenas si se podían ver las paredes del cañón. Otro indicador nos situó el emplazamiento de La Cueva Negra, una cavidad cercana al sendero y algo por encima del mismo. Poco después pude sacar una foto con el zoom a un buitre justo cuando echaba a volar. Lo malo es que no salen tan nítidas como con el aumento normal. Retocándolas luego un poco se pueden ver algo mejor o sacarlas en papel.
En algunas de las terrazas más grandes crecían varias sabinas y pinos. La parte alta del acantilado estaba cubierta por un gran pinar. El sendero se pegaba algunas veces a la roca y pasamos un trecho en el que había escalones. Poco a poco las paredes se fueron menguando en altura lo que significaba que se iba terminando el cañón en sí.
A las 15.35 horas llegamos al final de la zona de reserva indicada por un cartel que sin embargo advertía que seguíamos en el Parque Natural. En un árbol vimos un nido hecho con un tronco colgando y con un agujero en él. Cerca había un gran pino de un verdor que destacaba en la llanura del desfiladero. Más adelante atravesamos unos metros pegados de nuevo a la roca y con un pequeño desnivel hacia el río protegido por una gruesa cuerda. A partir de allí sí que termina el desfiladero abriéndose el valle que se llena de pinares a ambos lados. Una de las características del río Lobos en este trayecto es su intermitente desaparición y aparición provocada por sumideros ocultos bajo el lecho pedregoso. De hecho en este tramo que ahora pasábamos no vimos ni una gota de agua en su cauce.
También aquí había dos alternativas para caminar, el sendero que entraba por el pinar o el camino que transcurría por el medio del valle. Nosotros seguimos la senda bajo los pinos que ya no quitaban el sol al haberse nublado por completo el día. De pronto, y en cuestión de segundos, comenzaron a caer unas gruesas gotas de agua que no tardó en convertirse en un fuerte chaparrón. Nos obligó a sacar los chubasqueros para el corto trecho que nos quedaba y que ya se estaba haciendo largo. De hecho, algo más atrás habíamos encontrado unos indicadores en los que señalaban que nos quedaban 45 y 40 minutos respectivamente cuando entre ellos habíamos tardado más de un cuarto de hora. Cuando paró de llover Miguel se quitó el chubasquero y seguro que fue eso lo que provocó que volviese a empezar de nuevo de nuevo.
Todavía se podían ver algunos retazos de pared entre el pinar de la parte contraria y no tardamos en divisar por delante la caseta situada en el aparcamiento cercano al puente. Poco antes del mismo había un cartel con una foto del puente bajo el que corría una riada de agua. En el pie se podía leer que era una imagen muy poco habitual solo visible en periodos de intensas lluvias.
A las 16:30 horas terminamos nosotros tres la ruta en el aparcamiento donde ya estaba el resto desde hacía un rato. Álvaro desde hacía ya una hora. En esos momento incluso se abrieron unos claros en el cielo. El podómetro marcaba un total de 14,850 Km. lo cual coincidía muy fiablemente con los mapas y la subida al mirador.
En unas piedras a modo de bancos bajo un árbol nos acomodamos para comer tranquilamente aprovechando que no llovía. En aquel aparcamiento había una caseta de información y una fuente. Tras la comida, y antes de nada, cambié la rueda de la furgoneta. A continuación fui a llevar a Cundi y Miguel al comienzo de la ruta donde tenían el coche mientras el resto emprendía la marcha tranquilamente por la carretera hacia San Leonardo de Yagüe. Tras despedirme de Cundi y Miguel emprendí de nuevo el regreso en busca de los demás parando un momento a sacar unas fotos de Ucero y su castillo desde la carretera. Les encontré a medio camino entre el puente y San Leonardo de Yagüe y sin más retrasos emprendimos el regreso a León cuando eran las 18:40 horas más o menos. El cuentakilómetros de la furgoneta marcaba 376 Km.
Por la nacional avanzamos hasta llegar a Hacinas donde tomamos un desvía hacia Santo Domingo de Silos. Por una carretera serpenteante y estrecha recorrimos los 12 Km hasta este pueblo donde llegamos sobre las 19:30 horas. Estuvimos por sus calles y entramos a ver la iglesia del monasterio y el patio donde está la enorme secuoya. Desde el pueblo se puede ver el Cerro Santa Bárbara, ascendido por nosotros hace unos años.
Unos 40 minutos estuvimos por allí antes de continuar viaje. Yo quería enseñarles el desfiladero de La Yecla, pero ya se nos hacía tarde aunque estaba allí cerca. Nos dirigimos entonces hacia Covarrubias, a 16 Km de Santo Domingo de Silos, llegando sobre las 20:20 horas. De nuevo nos detuvimos para recorrer algunas de sus típicas calles y el paseo de la muralla. En una máquina sacamos unos refrescos. En la torre puede verse un nido de cigüeña suspendido sobre unos soportes metálicos que apenas si se ven desde abajo, dando la curiosa sensación de estar éste flotando en el aire. Escasos 30 minutos pasamos allí retomando la marcha hacia Lerma. Hasta esta población hay 22 Km y en el trayecto pudimos ver numerosos campos de girasoles. Paré un instante a sacar una foto de uno de ellos poco antes de Lerma. Aquí ya no entramos pero sí paramos a llenar el depósito de gasoil.
En este punto cogimos ahora la N-I hacia Burgos enlazando como a la ida con la BU-30 que rodea la ciudad y seguidamente con la autovía directa a León. Sin novedades llegamos a Onzonilla donde entramos en la de Benavente saliendo en Ribaseca ya hacia León. Eran las 23:15 horas cuando paramos en Armunia tras 680 Km recorridos en total. De la cochera sacó Álvaro su coche en el que llevó a las tres compañeras hasta casa.
Indudablemente resultó un fin de semana aprovechado y completo. Después de las malas previsiones meteorológicas, la tormenta que tuvimos fue solo una anécdota sin importancia. Lo destacable sin duda fueron los paisajes contemplados dentro del bello Parque Natural del Río Lobos, una de las pocas reservas de buitres que hay en toda España. Para repetir con el tiempo.