lunes, 14 de abril de 2003

LAGUNA VERDES (Torre de Babia) 13-04-03

 




1ª TRAVESÍA “TORRE DE BABIA-LAGUNA DE LAS VERDES”.

13-04-03   (Domingo)

Tras un aplazamiento de la salida de dos días que teníamos preparada nosotros al pico Cerezales, en Burgos, por falta de participantes, además de la mala previsión del tiempo, nos decidimos parte del grupo a añadirnos a esta actividad organizada por la APA del colegio Santa Teresa, a la cual pertenece José Antonio, socio de nuestro club y por quien nos enteramos de la misma. Esta consistía en una sencilla ruta desde Torre de Babia a la Laguna de las Verdes y regreso, con un total de unos 12 kilómetros. De nuestro club, además de José Antonio, fuimos otras seis personas: Jorge, Sonia, María, Antonio, Eva y yo.
A las 9:10 horas aproximadamente salí con la furgoneta de casa para recoger a Antonio en Guzmán y a Eva en la gasolinera de Eras. Desde allí nos acercamos hasta el aparcamiento de La Palomera de donde salíamos a las 10:00 horas. Jorge, Sonia y María fueron en el coche de ésta ya que no sabían si quedarían plazas libres en el autocar o no. Al final solo quedaba una de las 34 del microbús y fueron los tres en el coche. Cuando salimos eran casi las 10:30 horas.
Por la comarcal llegamos a La Magdalena donde entramos en la autopista hasta pasar el pantano de Luna y salir luego de nuevo a la carretera. El cielo completamente nublado y amenazante de lluvia que se iba conteniendo de momento. Así llegamos a Torre de Babia donde nos preparamos para la ruta. Como vi que tardaban los del coche, les llamé al móvil. Resulta que se habían desviado hacia San Emiliano a tomar un café.
Por nuestra parte, y ya pasadas las 11:30 horas, emprendimos la marcha atravesando este largo pueblo donde en el que aún se pueden ver los restos de la torre circular en el medio de prados y huertas. A la salida nos encontramos con nuestros compañeros que habían entrado con el coche hasta allí mismo. Ya juntos continuamos por el camino que salía de Torre hacia el valle por el que baja el río de Torre que teníamos a nuestra derecha.
La vista comenzaba a ser realmente bonita se mirase a cualquier lado que fuese. Algunos caminos salían hacia la parte baja, pero nosotros siempre seguíamos hacía arriba guiándonos de las señales que marcan esta conocida ruta de la zona de “Cuatro Valles”. La pendiente no era fuerte salvo algunos repechos cortos que se salvaban sin dificultad.
Poco a poco fuimos girando hacia la izquierda siguiendo la dirección del cauce del río. Destacar la gran cantidad de cascadas que caían de todas las laderas que bordeaban dicha vaguada circundada por numerosos picos de escasa altura. De esa forma llegamos a una braña con corral donde se terminó el camino y comenzamos a subir algunas laderas de mayor declive. Yo me encontraba en baja forma y me costaba subir a pesar de lo sencillo de la ruta. Ya iba con ganas de llegar a la laguna.
A nuestra izquierda comenzamos a ver el pico Montigüero y esto me recordó enseguida que esta laguna ya la había visto yo en la salida de la ascensión a Peña Orniz desde una de las colladas que teníamos a la derecha. No lo había relacionado hasta ese momento. Además y como se lo comenté a los que íbamos juntos, en una foto que tengo de la laguna y el pico desde la collada, éste tiene una vista curiosa; por un lado parece una tortuga, y por otro la cabeza de un dinosaurio. Desde allí apenas se cogía la perspectiva.
Tras llegar a lo alto de aquella loma vimos la laguna al fondo del valle y teníamos que bajar hacia ella. Por entre roca descendimos unos metros hasta llegar al cauce del arroyo que bajaba de ella y que hubo que atravesar. En pocos minutos nos encontramos en la orilla de la laguna. Eran las 13:45 horas.
Ya el personal estaba acomodándose para comer a la abrigada de unas rocas cercanas a la misma orilla. Igualmente nosotros hicimos lo mismo salvo Antonio, que ya había llegado antes y estaba subiendo por un nevero en la ladera del pico. La laguna se encuentra encerrada en un circo de cimas como la Peña Salgueiro, Peña Chana, Punta la Sierra y el mismo Montigüero, que con sus 2186 metros, es el mas alto de ellos. Por detrás de este macizo, y hacia el norte, contemplábamos la cumbre de Peña Orniz.
Por la ladera del Montigüero veíamos ascender a tres personas en medio de un pendiente nevero que les hacía ir lentos. Al final vimos como desistieron y descendían. El fuerte viento que soplaba hacía bonitos efectos en la superficie de la laguna. El cielo se ennegrecía cada vez más y las cimas se iban cubriendo de nieblas. Por ello no tardamos en ponernos de regreso, ahora por la parte contraria del valle.
Para ello ascendimos una pequeña loma donde el viento corría con fuerza exagerada y se había puesto a granizar. Jorge se puso un poncho y le advertí de que tuviese cuidado con el viento. Pues bien, minutos después vimos como numerosos trozos amarillos volaban por todas partes dejándole con tan solo la parte delantera y tan sorprendido que no reaccionaba. Lo que nos pudimos reír en ese momento. Claro, todos menos él, aunque no se lo tomó mal; no había remedio.
Tras esta divertida anécdota continuamos ladeando por la parte contraria de la ida. Los granizos que caían a ratos, unidos al fuerte viento, mancaban realmente en la cara. Las numerosas cascadas hacían del paisaje algo realmente bello. Nosotros íbamos quedando de los últimos, aunque sin perder el ritmo del resto. Pasamos buenos ratos entre bromas, “chorradas” de unos y otros etc. Los pies frío de María en la anterior excursión también salieron a relucir, como no.
Con todo ello llegamos al camino que baja de la collada Cueña y que es el que une Torre con La Cueta. Por él continuamos valle abajo viendo de continuo saltos de agua de gran caudal. Yo cogí un cardo con dos bolas que sirvieron para continuar el pitorreo durante el resto de la ruta. Que si tenían picos, que si estaban caídas etc. Incluso querían pisármelas, vamos, lo que faltaba.
Ya bastante abajo llegamos hasta el cruce con el camino que antes habíamos usado para subir. En él pillamos a una joven con una niña de tres años que ya iba cansada. Con los bastones que llevaban Antonio y Jorge la cogieron en volandas durante un rato y Antonio a hombros otro poco.
Alrededor de las 16:45 horas llegamos al pueblo. Allí tenía el coche María y ellos quedaron. Nosotros teníamos que continuar casi otro kilómetro hasta el final. Cerca del río vimos un antiguo molino ya en ruinas. Poco después entramos en la calle cementada por la que recorrimos los últimos metros hasta donde estaba el autocar. Tenían pensado subir hasta la iglesia para merendar un poco y demás, pero se estaba echando a llover y decidieron salir enseguida y parar en Huergas de Babia. Los otros tres también quedaron en ello y así comenzamos el retorno.
En este pueblo entramos en un bar a tomar unas consumiciones y estuvimos un rato de charla tras lo cual volvimos a ponernos en marcha. Durante el regreso no dejó de llover hasta casi llegar a León. Además se había oscurecido bastante y la niebla cubría todas las cimas. Para amenizarnos puso la peli “El show de Truman”, aunque no daba el viaje para verla entera.
Ya en la ciudad hubo que hacer algunos rodeos por causa de las procesiones y al final no pudo entrar en el aparcamiento de por la mañana, dejándonos a unas calles de él. Aquí nos despedimos del resto y cogí la furgoneta con la que acerqué a Antonio a casa antes de llegar yo a Armunia.
Y de esta forma terminamos otra grata actividad montañera, esta vez aprovechando una excursión de la Asociación de Padres de Alumnos del colegio Santa Teresa, a los cuales agradecemos habernos admitido y felicitamos por el resultado.