lunes, 6 de febrero de 2012

SALCE - COLLADO DE REMANSADERO - 05-02-12

 


1ª TRAVESÍA “SALCE - COLLADO DE REMANSADERO - SALCE”.

05-02-12                 (Domingo)

La climatología benévola de este invierno ha cambiado bruscamente en los últimos días y en esta ocasión nos ha impedido alcanzar el objetivo previsto, la cumbre de Peña Correa. De las dos opciones más plausibles para ascender a la misma, desde Abelgas o Salce, nos decidimos por ésta última en el mismo punto de salida viendo ya el panorama que se avecinaba. La previsión no era nada buena y se cumplió a rajatabla, dejándonos al menos hacer una travesía por el valle de Campohermoso hasta la collada de Remansadero. Todos estos detalles de la ruta hecha los hemos confirmado en casa, ya que la primera opción era subir por Abelgas y la zona del mapa de este valle no la llevábamos completa. La lluvia, nieve y niebla nos acompañó durante toda la jornada desde el comienzo al fin de la ruta.
En Guzmán nos reunimos los 6 componentes que íbamos a realizar esta marcha: José Antonio, Nati, Mª Jesús, Álvaro, Marcial y yo. En los coches de Álvaro y el mío salimos poco después de las 8:00 horas por la carretera hacia La Magdalena. El agua-nieve caía ya desde León y la carretera estaba bastante irregular para circular. Por el valle de Omaña nos dirigimos hacia el desvío de Salce entrando en otra carretera más estrecha y con peor firme. Pero fue en el mismo pueblo donde sufrimos las consecuencias del tiempo.
Por una de sus calles empinadas comenzamos a subir pisando ya algunas placas de hielo. Álvaro que iba delante llegó un momento que quedó “petado” sin posibilidad de ir adelante o atrás. A mí me pasó casi otro tanto. Retrocedí marcha atrás como pude temiendo que se me fuese la furgoneta hasta quedar atravesado y casi pegando a otro coche. Además no se podía casi bajar de los vehículos ya que algunos incluso caímos al resbalar con el hielo que cubría totalmente el asfalto. Más de media hora estuvimos hasta conseguir dejar los coches bien aparcados y cada uno en una punta del pueblo. En esos momentos llovía y era lo que podía más tarde ayudarnos a salir.
Tras esta primera odisea estuvimos dilucidando qué hacer. La cumbre estaba prácticamente descartada ya que no se veía cima alguna y arriba estaba nevando. Decidimos emprender la marcha por un valle que, repito, no sabíamos exactamente cual era de los dos o tres que salen al Norte desde el pueblo. Nos habían comentado que al final del mismo había unas cabañas donde al menos podíamos resguardarnos en caso de necesidad. Mientras Nati decidía quedar allí mismo, el resto emprendimos la ruta cuando eran las 10:30 horas.
El camino comenzó a remontar suave y paralelo al arroyo de Campohermoso, que se encontraba helado en numerosos tramos. También encontramos una bonita cascada de hielo que se desplomaba desde unas rocas cercanas a la pista. Enseguida nos abandonó José Antonio, que se suponía guía de la ruta. Llegamos a un desvío y al ver huellas hacia un sendero de la izquierda, las seguimos unos metros hasta que desaparecieron. Además el sendero se perdía y era complicado cruzar otro arroyo que venía de esa vaguada. Al final vimos a José por encima y tuvimos que retroceder al cruce para seguir por el otro ramal, que realmente se veía más ancho. No tardando el camino se desviaba del valle que llevábamos dividiéndose éste en dos, el principal de Campohermoso y el de Peñallaz.
Comenzamos a subir más pronunciadamente haciendo zigzag por la loma mientras el agua se iba convirtiendo en nieve. También el viento comenzaba a notarse mucho más fuerte y nos daba de frente molestándonos en la cara al traer los copos contra nosotros. La silueta del disco solar se recortaba en el cielo totalmente gris por detrás. En un nevero del camino vimos unas curiosas huellas de pájaro en forma de flecha perfecta, unas tras otras en hilera. Como apunte comentaré que yo había cambiado la cámara de fotos por la “vieja” y además del fallo de lente, la nieve que me daba en ella me ha dejado unas fotos totalmente desenfocadas y borrosas.
Poco a poco fuimos ganando altura luchando contra las fuertes ráfagas de viento y nieve. La niebla no era cerrada y seguíamos viendo la mayor parte del valle. La arboleda, que tampoco había sido muy espesa anteriormente, era ahora mucho más rala dejándose ver solamente algunos ejemplares sueltos en la parte baja del valle. Según íbamos ascendiendo la fuerza del viento iba en aumento y la visibilidad se reducía. En lo alto vimos una alta antena cerca lo que parecía una gran cuadra de ganado. El ancho camino se dirigía hacia ella dando algunas curvas ya cerca de la misma. El terreno estaba cubierto por una capa de nieve que tenía numerosas “calvas”.
A las 12:35 horas llegamos a esta edificación de grandes dimensiones usada como cuadra como habíamos supuesto. Esperábamos encontrar a José Antonio allí, pero no había nadie. Llamándole al móvil supimos que no lo llevaba consigo, para colmo. Salimos de nuevo al camino para subir unos pocos metros más y enseguida vimos tras las cuadra un pequeño refugio al que nos encaminamos. Antes de llegar vimos a José en él esperando.
En la estancia, de unos 12 m2 , había una chimenea con una silla y un zócalo de cemento alrededor cubierto también por nieve de la que entraba por la puerta y el ventanuco. De ganchos y puntas colgamos la ropa totalmente mojada y encendimos lumbre con leña que había dentro y algún tronco de fuera. Como acelerante del fuego echamos ron que había en una de las varias botellas que se acumulaban en un rincón. Aprovechamos para quemar numerosa basura que se acumulaba allí dejando numerosas botellas de vidrio. Nos dispusimos a comer tranquilamente al abrigo de la nieve y viento que fuera seguía azotando.
Viendo ahora el mapa podemos concretar que estábamos muy poco por debajo del collado de Remansadero a 1500 metros de altitud, habiendo salido de Salce a 1227 m. A ambos lados corría una sierra teniendo al Este el pico Negro, 1803 m. y la Peña del Castillo, 1687 m. y al Oeste el Campo Lamoso con 1936 m. Al contrario de lo que yo esperaba, la Peña Correa se emplazaba mucho más al Oeste y con otros 550 metros de desnivel desde allí. Yo la ubicaba más al Este. Al Norte se bajaba a otro valle, el de Guariza, siendo uno de los que llega a Abelgas.
Con una pereza terrible, más que nada por ponerse de nuevo la ropa húmeda y fría, nos preparamos para la vuelta. José Antonio comentaba la posibilidad de bajar por otro valle diferente, pero para ello había que rodear las cumbres hasta otras colladas, y visto el tiempo que hacía, ni nos lo planteamos. Pues bien, a las 14:15 horas decidimos ponernos en marcha de regreso, todos menos él, que comenzó a subir hacia la cercana collada. De nuevo la nieve y el viento nos azotaba, al menos esta vez de espalda. La nieve del camino se había reblandecido, ya que el frío no era ni mucho menos intenso. La niebla había abierto un poco y se podía ver el fondo del valle y las lomas situadas encima del pueblo.
Poco a poco la nieve se fue tornando a lluvia que seguía cayendo igualmente incesante. Sin abandonar el camino serpenteamos el tramo más pendiente que nos bajó al encuentro con la otra vaguada. De vez en cuando echábamos una vista atrás para ver si veía José, pero no aparecía. Ya paralelos al arroyo fuimos avanzando a su vera acercándonos a ver la capa de hielo que se acumulaba en algunos tramos y que rompimos con los bastones formando iceberg que bajaban sobre el caudal. En la cascada helada en las rocas vimos el curioso efecto del agua cayendo por detrás del hielo transparente cual si fuera una fuente de adorno en un salón.
Cuando eran las 15:15 horas entrábamos en Salce donde ya apenas quedaba hielo en las calles. La parte alta del pueblo se emplaza en la “Y” que forman el arroyo de Campohermoso y el del Valle. Allí está la iglesia de con su alto campanario de piedra y planta cuadrangular.
Sin dejar la calle de entrada llegamos al todoterreno de Álvaro. Ahora teníamos un dilema. Veníamos totalmente mojados y en el pueblo no había bar para cambiarse cómodamente, aunque sí algún cubierto en el que podíamos hacerlo. Claro, luego no podíamos salir de allí o de los coches. Llamamos a Nati, que estaba en casa de unos vecinos donde había comido también. José no aparecía por ninguna parte y yo me estaba poniendo de muy mala leche, porque no es la primera vez que marcha a su bola sin tener en cuenta al resto. Además en esta ocasión con el tiempo que teníamos y sin bar donde al menos esperar cómodamente. Al final Álvaro se decidió a esperar mientras el resto bajábamos en mi furgoneta hacia un pueblo donde hubiese bares. Por mi parte hubiésemos bajado todos y que se encargase de llamarnos luego desde dónde le dejasen.
Nos desviamos en Arienza hacia El Castillo y en dicho pueblo entramos en el bar de la carretera. Allí nos cambiamos y tomamos un café calentito que nos subió la moral un poco. Allí se abrían algunos claros y pudimos ver el arco iris al Este. Visto que no llegaban llamé a Álvaro y le dije que bajase él también. Al llegar él subimos Marcial y yo de nuevo a Salce, distante 6 Km. Al llegar al pueblo, y eran las 18:15 horas, bajaba por la calle hacia nosotros. Sin entrar en detalles, había bajado hasta cerca de Abelgas y casi desorientado por la niebla.
Volvimos a El Castillo donde se cambió y demás y poco después emprendimos el regreso a León por fin a las 18:45 horas. Según avanzábamos desaparecía la lluvia y se abrían más claros. Sin novedades llegamos a la capital una hora escasa después.
Y no hay más que relatar de esta nueva salida del club de montaña “Cumbres de León” cuyas incidencias esperamos no se repitan a menudo o mejor nunca.







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