lunes, 23 de enero de 2012

CASCADA DE LA FERVENCIA (Foncebadón) 22-01-11


1ª TRAVESÍA “FONCEBADÓN - CASCADA DE LA FERVENCIA - FONCEBADÓN”.

22-01-12                (Domingo)

Este tercer domingo de enero nos hemos desplazado hasta Foncebadón para recorrer una sencilla ruta hasta una bonita cascada en sus cercanías. Los planes eran esos y completarlos visitando otro valle adyacente, el de las Tejedas, lo cual quedó pendiente por causas que luego se reflejan.
Nos animamos 8 socios para esta segunda salida del club: José A., Adelino, Nati, Antonio, Alex, Juan, Tiquio y yo. En Guzmán nos reunimos a las 8:30 horas partiendo de allí en los coches de Alex y de Tiquio. La espesa niebla lo cubría todo y nos acompañó hasta dejar atrás Astorga.
En algo más de una hora llegamos a Foncebadón, 1430 m, aparcando a la entrada del pueblo. Cerca se encontraba el cartel de comienzo de la ruta, pero ni una marca más de su continuación. Nos sacamos una foto de grupo y nos pusimos en marcha sobre las 10:00 h. de la mañana. Entramos en un prado que comenzamos a atravesar bajando por el mismo unos metros hacia el arroyo de La Molina. A mí no me convencía que bajase tanto y algunos intentamos buscar la ruta buena más arriba sin ver nada que lo indicase. Cruzamos los prados viendo que el arroyo se encajonaba más y era más complicado bajar a él, por el que habían ido otros compañeros. Al final decidimos bajar también nosotros por el medio de un robledal hasta coger un sendero paralelo al arroyo de La Molina y que transcurre a ambos lados del mismo según que tramo.
Aquí aclaro un pequeño punto. Yo había intentado buscar en Internet un mapa de dicha ruta, fiable, y no encontré ninguno detallado de ella. En algunos que había visto, cada uno la marcaba por diferente lugar, unos por el arroyo, otros por la parte alta, etc, pero ninguno como digo detallado. Tampoco encontramos marcas de dicha ruta, que se supone está señalizada “oficialmente”, ya que vimos el cartel de inicio y alguno más adelante.
Cerca del arroyo nos encontramos con un curioso rincón en el que podía verse una antigua colmena hecha en el tronco de un árbol y rodeado por una pared de piedras como protección contra el ataque de los animales, especialmente el oso. El sendero continuaba a la vera del regato entre matorral y arboleda no muy tupida. Más adelante se ensanchó un poco entre el robledal aún pelado. El manto de hojas secas que cubría el suelo se encontraba completamente blanquecino de la fuerte helada de la última noche. En el arroyo había una especie de puente natural al que bajé a ver mas de cerca.
Cruzamos a la parte contraria de nuevo y comenzó a darnos el sol, lo cual agradecimos. En este tramo pudimos ver cómo los troncos de los árboles estaban totalmente cubiertos por líquenes que no dejaban ver la más mínima parte de la corteza. Además eran largos y colgaban a modo de melenas formando unos bonitos efectos en el paraje.
Continuamos en un descenso prolongado y suave atravesando luego una zona donde la maleza se cerraba en el sendero teniendo que agacharse para proseguir. Yo seguía convencido de que aquella no era la ruta oficial aunque estuviese bastante trotada. En el arroyo se formaban costras de hielo sobre el mismo.
A las 11:15 horas llegamos al Prado de la Molina, confluencia de valles donde se une el que traíamos de La Molina con el de Tijeruelas y el Valle Seco además de con el Barranco de la Molina. Atravesamos alguno de ellos y salimos a un ancho camino que cruzaba de Oeste a Este dicha confluencia cerca del cual encontramos otro cartel de la ruta, aunque sobre información de flora y fauna solamente. Nosotros teníamos que seguir el arroyo principal hacia abajo y cruzamos una zona donde se acumulaba el hielo en el terreno. Enseguida vimos un indicador, el primero en todo el camino, que señalaba la cascada a 100 metros. Entre escobas seguimos el sendero hasta situarnos justo encima del salto. Por una empinada pendiente descendimos los últimos metros hasta llegar a la parte baja de la Cascada de La Fervencia, 1123 m, cuando eran las 11:30 horas.
Nos encontramos con una cascada de unos 50 metros por la que se deslizaba el agua, ya que no tenía suficiente caudal como para formar un verdadero salto. Aún así el rincón es bello y el hielo que se formaba en él le daba también un toque bonito. Nos sacamos luego una foto de grupo haciendo algunos números para que saliésemos todos y el salto. Por debajo caían otras cascadas que vimos desde otro punto más distante. En un tronco que caía hacía el arroyo también nos sacamos unas fotos que luego me han dado mucho juego “trucándolas”.
Media hora después subimos por el mismo sendero hacia la confluencia de valles, no sin antes esperar por alguien, y no digo nombre, que quedó enriscado/a entre la maleza al separarse del sendero y no poder salir. Casi tenemos que llamar para que le sacasen de allí, je, je.
Desde la confluencia del valle nos echamos ahora hacia el Oeste por el ancho camino que enseguida cambió de rumbo hacia el Norte por una empinada ladera sin ningún tipo de serpenteo que moderase la pendiente. La vista era amplia contemplando numerosos molinos eólicos en las colinas del Noroeste. Nuestro objetivo ahora era el Valle de la Tejedas, en otro paraje adyacente más al Oeste.
Ya bastante arriba nos desviamos por una ancha pista entre pinares de pendiente bastante más suave. El grupo se fue dividiendo yendo unos muy separados de otros. Los pinos tenían gran altura y nos daban sombra en la mayoría del trayecto. La helada se iba deshaciendo formando una capa de barrillo sobre la pista. Tras un buen rato caminando divisamos al fondo una estación eléctrica a la que llegamos cuando eran las 14:00 horas.
Allí se cruzaba otra pista cuyo ramal izquierdo volvía a Foncebadón cerrando el círculo. Nati decidió emprender la marcha por él mientras el resto, siguiendo las indicaciones de José Antonio, entramos en otro camino más “perdido” que salía casi de frente al que traíamos. Entre pinos bajamos suavemente unos metros antes de salir a campo abierto entre grandes escobas. Al fondo veíamos un gran mar de nubes por encima del cual emergía cumbres como la Peña del Seo. Llegamos enseguida a un manantial sobre el que habían hecho un armazón de cemento hacía muchos años. Se trata de una de las fuentes que forman el arroyo Mampodre y luego Las Tejedas.
El sendero allí se perdía cada vez más y hubo discrepancias en seguir bajando o no, teniendo en cuenta que luego había que subir de nuevo. Algunos se dieron la vuelta sin más y el resto, a pesar de la insistencia de José Antonio para seguir, decidimos también regresar tras deliberar un momento. Él siguió para adelante mientras lo demás desandábamos el tramo hacia la confluencia de caminos de la que nos habíamos desviado no más de 300 metros.
Por el móvil avisé a los que se habían dado la vuelta antes de que les seguíamos y que esperasen, contestando que se iban a reunir con Nati para parar a comer. No tardamos en divisarles por delante mientras seguíamos subiendo suavemente por encima de las cabeceras de los valles de Las Tijeruelas y Seco. En una ladera alejada veíamos el pueblo de Argañoso. De esa forma llegamos a un punto donde nos reunimos con los compañeros que se habían detenido para acomodarse a comer en un pequeño claro entre las escobas al lado de la pista. Eran las 14:40 horas.
Nos sentamos como pudimos en la hierba o encima de las ramas de las escobas, para protegernos de la humedad, y nos dispusimos a comer. En el cielo “cercano” seguía sin verse ni una nube, aunque hacía el Este seguía cubierto por la capa de niebla que no levantaba. También al Norte se veían los valles con un mar de nubes.
Una hora estuvimos allí parados antes de retomar la marcha por la pista en cuya cuneta vimos una placa que rezaba “Foncebadón 1500 m”. Estábamos en la parte más alta de la ruta y ahora paralelos ya a la cercana carretera que subía hacia el puerto de Foncebadón. En pocos minutos salimos a ésta teniendo ya a la vista el pueblo. Un suave descenso por ella de medio kilómetro nos metió en Foncebadón cuando eran las 15:55 horas.
En el pueblo estuvimos viendo una taberna con un hórreo cercano donde nos sacamos unas fotos. En las calles encontramos numerosas casas ya derruidas y la Cruz de Foncebadón del Camino de Santiago. También son varios los establecimientos hosteleros que se encuentran en este punto estratégico de la Ruta Jacobea. Entramos luego en uno de ellos a tomar un refrigerio y en ello estábamos cuando llegó José Antonio.
Tras un rato cómodamente sentados y tomando el café, o lo que se cuadrase, nos dispusimos a emprender el viaje de vuelta. Poco antes de las cinco de la tarde nos pusimos en marcha hacia la capital. Fue antes de llegar a El Ganso donde la niebla, a la que nos acercábamos con rapidez, nos envolvió de nuevo totalmente. Tras respetarnos toda la jornada, volvíamos a tenerla como compañera de viaje. Llegamos y pasamos Astorga entrando en la nacional hacia León. Por ella circulamos mientras aumentaba ligeramente la visibilidad. Sin novedades llegamos a la capital cuando eran las 18:10 horas y con tan solo 4 grados de temperatura, que marcaba en Guzmán el termómetro. Allí mismo tenía la furgoneta en la que regresé a casa minutos más tarde.
Viendo ahora descripciones de la ruta en la red he encontrado esta misma que hicimos nosotros y según los datos recorrimos 10 kilómetros.
















 

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